Amor por la mañana, lujuria por la tarde. Parte II

Mi placer continúa

Después de nuestro pequeño encuentro en la mañana, Gabriel me informó que iría a su oficina a recoger algunos documentos que necesitaba para una próxima reunión de trabajo.   Estaba un poco molesta porque pensé que pasaríamos el día junto y que tal vez cuando mi nieta tomara su siesta de la tarde podríamos seguir amándonos íntimamente. Estaba cachonda, muy, muy cachonda y quería saciar este calor interno. Al fin, en cualquier caso iría a la piscina y tomaría el sol desnuda un rato, estaba un poco pálida y mi piel necesitaba un poco de sol. Me enfadé aún más cuando mencionó que su primo Martín pasaría a arreglar unos estantes en el garaje, era carpintero de pasatiempo y tenía las herramientas necesarias para el trabajo.

Martin era el hijo de la hermana de mi ex y David mi cuñado.  Martin era un año menor que Gabriel, medía 1,85 y hacía ejercicio a diario. Su padre es afroamericano, por lo que la mezcla racial lo hacía lucir exóticamente hermoso; de piel oscura con ojos verdes. Se enlistó en el ejército recién salido de la escuela secundaria y sirvió dos giras en el Medio Oriente, antes de ser dado de baja y mudarse a Florida en busca de mejores oportunidades laborales. Actualmente trabajaba como cuidador de jardines para ese parque del ratoncito aquí en Orlando.

Martin, a una edad temprana, mostró signos de ser el joven apuesto en el que eventualmente se convertiría. Él tomó como hábito llamarme "tía Marli" en su adolescencia (pensé que era algo simpático) y yo lo llamaba Marti (por alguna razón, yo era la única en la familia a quien le permitía que lo llamara por ese nombre).

Durante una boda familiar cuando todavía estaba casada con el padre de Gabriel, Martin, todavía en su adolescencia, me pidió bailar con él. Yo ya estaba un poco bajo la influencia del alcohol y en realidad no me importaba mucho que opinaran de mí. El pobre chico estaba nervioso, me imagino nunca había tenido tanta carne femenina entre sus brazos. Yo llevaba puesto un pequeño vestido color azul que me llegaba hasta las rodillas pero muy ajustado a mi cuerpo. Martin no me quitaba los ojos de mi escote tratando de ver mis senos. Me pareció tan encantador que me atreví a hacerle una pasada mientras me tenía abrazada durante un bolero, bailando seductoramente, lo bese en el cuello, moví mi lengua a su oreja y le mencione que era muy buen bailarín. Sentí la piel del cuello de Martin ponerse de gallina.  Él lleno de fortaleza me volteo y ahora le daba mi espalda a él, apretando su erección contra mi trasero y tocando “accidentalmente” mi cuerpo en lugares prohibidos como mis senos y mis nalgas cada vez que podía.   Nadie realmente nos estaba prestando atención así que en realidad nos dimos un gustito muy rico, durante esos años de matrimonio con mi ex, me faltaba atención y gratificación sexual, por lo que fue un sentimiento bienvenido.

El coqueteo continuó después de ese encuentro por medio de encuentros furtivos durante reuniones familiares, pero se detuvo después de mi divorcio y posterior mudanza a Florida. Hoy en día, en el mejor de los casos, el coqueteo era esporádico. A menudo pensaba en él mientras tenía sexo con Gabriel ya que son contemporáneos de edad o cuando me masturbaba. Más tarde descubrí que yo también había sido la fuente de las fantasías adolescentes de Martin mientras él se masturbaba.

Bueno estoy divagando de mi relato. Continuamos mis lectores.

Fue justo después de las 2PM del sábado; después de pasar un rato tomando el sol en la piscina y jugando con mi nieta, llegó el momento de que ella tomara una siesta y yo me diera una ducha. Recién había salido de la ducha cuando oí mi teléfono celular timbrando, era mi hijo que me deja saber que iba a venir a casa más tarde de lo previsto y que no hay que olvidar que Martin pasaba por poco.

Puesto que yo acababa de salir de la ducha me sentía refrescada del sexo que tuve por la mañana con mi hijo, pero yo era estaba muy cachonda todavía, por lo que pensé que me gustaría tomar el máximo provecho de esta oportunidad. Martin estaba programado para venir alrededor de las 3 pm, así que quería lucir lo mejor posible para él. Elegí un vestido de color rojo de verano bien liviano, sandalias negras de tacón bajo y un tanga negra muy sexy. Me quedé admirando mi cuerpo en el espejo de cuerpo entero de mi recamara y debatí si usaría o no un sostén. Finalmente decidí que las "chicas" necesitaban estar cubiertas, así que elegí el sujetador a juego con la tanga - Yo no quiera parecer tan desesperada.

"Aún me veo bonita." Pensé mirando mi cuerpo curvilíneo en el espejo.

A mi edad creo que todavía puedo llamar la atención. Soy bajita, 1,60m, con curvas muy amplias. Mi hijo una vez me describió como una Jenny Rivera madura. He trabajado muy duro para mantener mi figura curvilínea y no me importa " exhibir mis atributos femeninos"; especialmente alrededor de mi sobrino.

Después de vestirme y asegurarme de que mi nieta dormía profundamente, bajé a la cocina a hacer una limonada y bocadillos. Eran casi las 3:05 pm cuando escuché que Martin usaba la cerradura codificada en el garaje.

"¿Hola? ", Llamó desde el garaje entrando en la cocina. "¿Gabriel? ¿Tía Marli?"

"Estoy aquí, bebé." Dije mientras ponía la limonada en el refrigerador.

"¡Hola tía Marli!" Le sonreí mientras me besaba en la mejilla.

"¿Tienes hambre, cariño? Acabo de hacer limonada y también algunos bocadillos". Le ofrecí.

"No, acabo de comer. Pero tomaré un poco de esa limonada fría, por favor.”

Yo admiraba su trasero y las piernas mientras se volvía hacia el mostrador a través de la cocina. Llevaba pantalones cortos de color caqui, chanclas y una camiseta; para mí se veía absolutamente delicioso.

"Entonces, ¿dónde está mi primo holgazán? ¿Todavía en el trabajo?" Preguntó.

"Ya conoces a mi hijo", le respondí, todavía devorándolo con los ojos. "Todo trabajo y nada de juego." Sonreí, recordando que en este mismo piso nos divertimos mucho su primo y yo hace solo unas horas.

"¿Y te gusta jugar?" Martin sonrió mientras tomaba asiento frente a mí.

"¡Ah, caramba, claro que sí!" respondí, dándole una mirada muy seductora. "¡A tu tía Marli le fascina jugar mi amor!"

Martin le devolvió la sonrisa. Por un momento, bebiendo la limonada en silencio.

"Entonces, ¿cuál es tu agenda para hoy?" Me pregunté.

"No mucho. Vine a ver si podía arreglar esos estantes en el garaje y tal vez tratar de no meterme en muchos problemas. ¿Y tú?"

Le sonreí de nuevo.

"Ahora, Marti. Sabes que a tu tía Marli también le gusta meterse en problemas...”

Hubo otra pausa entre nosotros: ambos sabíamos exactamente lo que el otro quería, pero ninguno quería ser el primero en decirlo.

Yo fui quien dio el primer paso.

"Martí", le pregunté en tono medio seductivo y medio en modo de broma mientras caminaba hacia el fregadero con mi vaso vacío, "¿cómo crees que me veo con mi vestido nuevo?"

Le modele el vestido dándome una vuelta completa llegando al mostrador de la cocina.

Poco a poco me observaba de pies a cabeza, o mejor decir, me desnudaba con la mirada. El pensó que me veía muy sexy a pesar de tener casi el doble de su edad. Desde la primera vez que él había sentido mis tetas y mis nalgas en la boda cuando bailamos, había querido follarme.

"Te ves mas o menos tía." Él jugaba conmigo.

"¿Qué dices niño?" Le grite, fingiendo indignación. Colocando mis manos en mis amplias caderas y adoptando una pose desafiante con cara de niña mimada. "¿Quieres decir que no crees que me veo muy bien ahora?"

Él continuó con su  juego, mirando mi cuerpo, de forma atrevida mirando a mis pechos y mis nalgas.

“Hmmmm, tal vez..." reflexionó. "Creo que tal vez necesito una mirada más cercana".

"¿Una mirada más cercana?" Me sonreí.

"Una mirada más cercana."Asintió y se dirigió a la puerta que conducía al estudio de Gabriel.

“Mmmm-hmm." Yo murmuré siguiéndolo por el corto tramo del pasillo hacia el estudio, esta es la oficina de casa de mi hijo donde ejerce su trabajo remotamente desde que el confinamiento por esta pandemia del demonio se hizo obligatorio.

Marti encendió la lámpara de pie del rincón más alejado. Con solo una pequeña ventana que da al jardín trasero de la casa, el estudio permanecía débilmente iluminado.

"Ahora, ¿dónde estábamos?" Continué mientras él se hundía en un sillón en el que solía sentarse a ver partidos de fútbol con su primo.

Mi corazón estaba latiendo. Podía sentir la humedad en mi coño aumentando y mis pezones comenzaron a palpitar. La tensión sexual se elevaba más y más mientras nos calentábamos con nuestras palabras.

Me encantaba jugar con el este juego de fuego carnal, de pasión sensual.

"Como estaba diciendo," continué, parándome a apenas a medio metro de él. "¡Me veo bien y lo sabes!"

"OKAY." respondió alzando sus brazos en resignación.

"¿Te gusta todo lo que ves bebe?". Pasé lentamente mis manos por mis muslos y mi vientre maduro levantando la vasta de mi vestido dando una vista de mis gruesas piernas. "Te gusta, y lo quieres, ¿verdad Marti?”. “Me deseas desde hace mucho, mucho tiempo ¿Verdad cariño?". Mis manos estaban ahora en mis senos, apretándolos y piñizcando mis pezones a través de la tela del vestido.

Marti continuó mirándome, fingiendo desinterés. A él también le encantaba el juego que estábamos jugando y estaba igualmente caliente por lo que veía y escuchaba. Su polla negra de 22cm de largo estaba casi completamente erecta, lo que le provocaba una cierta incomodidad en el interior de sus pantalones cortos. Se movió ligeramente para permitirse más espacio.

Yo me movía con un baile muy sensual moviendo mis caderas como las palmeras en una isla tropical, como una gitana seduciendo a su hombre, me tocaba el cuerpo mientras lo veía fijamente. Me estaba calentando tanto,  casi hasta el punto de tener un orgasmo; yo ya anhelaba su  contacto físico.

" Todavía no estoy muy seguro, tía Marli”, continuó Marti. "Creo que voy a necesitar más convencimiento".

Esa fue mi señal. Sin decir una palabra más, me subí el vestido y me senté a horcajadas sobre él. Finalmente nos besamos y nos manoseamos como adolescentes cachondos abriendo un portal de pasión.

Marti se llenó las manos de mis nalgas redondas lo mas que  pudo. Yo, a mi vez, aplasté mi entrepierna contra la suya. Estaba tan cerca de correrme que no pude soportarlo más.

Rompimos nuestro beso y la lengua de Marti encontró mi cuello y luego mi oreja.

"Tía Marli, he fantaseado con este culo tan sexy durante tanto tiempo". Susurró mientras me manoseaba las nalgas con lujuria, y eso fue todo lo que necesitó para empujarme al límite.

"¡Marti, cariño! ¡Ah Dios mío que rico!" Yo grité, cuando un intenso orgasmo me sacudía con tanta fuerza que perdí un de mis zapatos.

Marti sonrió ante mi rostro fruncido y mi cuerpo tembloroso, mis tetas daban brincos al ritmo de mi torso convulsando.

"¿Estás bien, tía Marli?" sonrió triunfante por la sensación que me ofrecía.

Me derrumbé sobre él, respirando con dificultad. Suavemente acarició mi espalda, ocasionalmente permitiendo que sus manos bajaran hasta mi trasero. Me temblaba el cuerpo cada vez que lo hacía.

Continuó abrazándome así hasta que sintió que había descansado lo suficiente.

"Siéntate tía Marli." Dijo empujándome a ponerme de pie.

Me puse de pie, temblorosa, hasta que me apoyé contra él. Martín me llevó a la esquina del sillón.

Me recosté acariciándome los senos, pinchando mis pezones con mis dedos, todavía caliente, mirándolo mientras se desnudaba lentamente. Pronto él estaba parado allí, sin nada más que una sonrisa. La verga larga, gruesa y dura de Marti apuntaba directamente a mi cara.

Como si fuera una señal, envolví mis labios alrededor de su miembro.

Martí se quedó allí parado, una de sus manos guiando ligeramente mi cabeza, permitiéndome hacer el trabajo. Chupé con avidez su verga, mis manos exploraron sus duros abdominales, sus nalgas fibrosas  y sus firmes muslos. Nunca en mi vida había estado con un hombre tan perfecto físicamente.

Yo podía sentir otro orgasmo gestando dentro de mí una vez más - Yo esperaba resistir este momento mas pero mi cuerpo estaba a punto de estallar.

Marti aparto lentamente mi cabeza de su polla dejando un hilo de saliva entre mis labios y su glande. Se salió de mi boca pero continuó frotándome su verga dura sobre mi cara, esparciendo una mezcla de saliva, sudor y su fluido pre-seminal por mis mejillas.

"Abre la boca bien amplia titi." Me dijo, como un experto dentista le dice a su paciente cuando le examina los dientes. Con las dos manos tomando mi cabeza con firmeza, él follaba lentamente mi boca y su verga gorda y larga llegaba hasta la garganta, esto ocasionaba arcadas en mí de vez en cuando.

"Ponte de pie para mí titi." Tomándome de la mano como un buen caballero me hiso parar. Dándome la vuelta, se sentó en el sofá e indicó que quería que me quitara el vestido. Continué hasta que estuvo sobre mi cabeza y en el suelo.

Luego tire de los tirantes de mi sostén y rápidamente me lo quité, mostrándole mis pechos con mis pezones rosaditos, miré hacia abajo para notar que estaban durísimos como una roca; lo dejé caer sobre el vestido. Y sin más fanfarria finalmente me quité la tanga, deslizándola sensualmente por mis amplias caderas.

“¿Es este lo cercano suficiente para que te convenzas?" Le pregunté, sonriéndole ahora vestida solo con mis zapatos.

"Sí, bastante cerca", me devolvió una sonrisa mientras mi sobrino acariciaba lentamente su pene. "¿Por qué no te das la vuelta y te inclinas hacia mí?"

"¡Martín Hidalgo Cabrera!” Reaccione llamándolo por su nombre completo, algo que solo lo hacía en ocasiones muy serias... “¿jovencito qué clase de dama crees que es tu tía?" pregunté fingiendo sorpresa e indignación fingida.

"El tipo de dama que se da la vuelta, abre esos cachetes ricos y le ofrece ese culazo a su sobrino si quiere que le lama el coño". Él respondió con soberbia.

Sin decir una palabra más, hice exactamente lo que me pidió, apoyando las manos en el borde de la mesa de café como apoyo. Me quite los zapatos, ya que mi balance era un poco inestable con ellos - No quería ninguna distracción.

Marti se inclinó hacia adelante, tomó los dos cachetes de mis nalgas con cada mano y me abrió como una fruta jugosa. Inmediatamente atacó y beso los labios de mi coñito húmedo con su lengua, lentamente abriéndose camino de regreso a mi culo apretadito y arrugado. Me tomó menos de cinco minutos tener otro orgasmo monumental. Lo sentí gestando, creciendo dentro de mí ser, desde el momento que me pidió agacharme.

"Bebé - oh Dios mío  ya, ya sí, me vuelves loca, que rico lo que me haces, Mmmmmm - ¡Martin! Me corro papi, me corro, papito bello - ¡Ahhhhhh me corrooooooo!"

Dejé escapar un último chillido antes de perder casi por completo el equilibrio. Martin me ayudó a no perder el equilibrio guiando mis caderas de regreso, cayendo junto a él.  El sudor goteaba de mí frente a mis ojos y mis rodillas se debilitaban mientras trataba de recuperar el aliento.

"No hemos terminado todavía, ¿verdad tía Marli?" preguntó con una sonrisa maliciosa.

"No, cariño, quiero sentir esa culebra negra dentro de mí " jadeé. "Solo necesito un segundo para recuperar el aliento".

Me dio 20 segundos, antes de ponerme de espaldas al sofá y treparse entre mis piernas. Martín tomo mis muslos en sus manos y los trepo hacia mi pecho aplastando mis tetas contra ellos. Cuando de repente sentí su glande tratando de taladrar mi ano.

"¡Ah, Martín me vas a partir en dos!" Grité. No me había dado cuenta de cómo se sentiría una polla negra de 22cm de largo y 17cm de grosor en mi ajustado agujerito negro.

"Maldita sea mi amor, esa cosa es enorme", gemí; ya no consciente de sonar como la dama recatada y pudorosa que me jactaba de ser, ahora era toda una puta guarra ofreciéndole mi culo a mi sobrino. "Ve despacio, ¿de acuerdo, cariño? Esa cosa realmente podría lastimarme".

Mi querido sobrino insertaba su verga poco a poco, el glande hinchado buscando lo más profundo de mi canal prohibido, cegados en un largo y apasionado beso que solo dos amantes en secreto se pueden dar, mientras empezaba a entrar en mí. Los dedos de mis pies se contorsionaban mientras introducía centímetro a centímetro su mástil de carne. Clavé mis uñas en sus musculosos brazos y espalda.

“Tía Marli me vas a dejar todo aruñado, ¿qué va a pensar mi novia cuando vea todo esto?”

“Me importa un coño lo que piense tu novia, ahora YO soy tu mujer, tu puta, méteme la verga ya papi” Grite entre sollozos y gemidos.

"¡OH. MI. DIOS!" Jadeé; boca abierta; ojos rodando hacia atrás en mi cabeza. "¡Se siente como un maldito bate de béisbol!"  Definitivamente Martín era mucho más grande que Gabriel y lo sentía con cada centímetro que entraba en mi canal anal.

Seguí gimiendo y jadeando mientras mi joven amante ganaba cada vez más terreno. Cada vez que progresaba, se detenía y me permitía respirar y relajarme. En un momento, levanté la cabeza y miré hacia abajo, haciendo una mueca de dolor, para observar este acto tan intensamente erótico: la enorme verga de mi sobrino desapareciendo lentamente entre los muslos de su madura tía. Su torso atlético y joven era hermoso. Quería lamerle las tetillas pero mi posición actual no me lo permitía.

"Oh Dios," gemí en éxtasi puro. "Estas tan jodidamente profundo dentro de mí."

Sintiéndose más seguro de que ya estaba ensartado en mi culo y dándome un momento para adaptarme a su grosor, Martín se volvió más expresivo verbalmente.  Retiró su verga hasta la punta y luego enterró su gordo falo dentro de mi culo de un solo golpe. Sabía exactamente cuándo retirarse para evitar golpear mi entrañas de nuevo, pero yo aullaba como perra en celo con la fuerza que me culeaba.

"La sientes, titi", dijo Martin. "¿Sientes toda esta verga dentro de ti?"

"Oh Dios, síiii”, gemí en respuesta. "Nunca he... Es tan... Estás estirando mi culo, llenándome - ¡me haces sentir como una puta sucia, como me gusta lo que me haces bebe!"

En cada golpe, la verga de Martin era tan gruesa, mi anillo anal se doblaba hacia adentro, casi desapareciendo mientras yo me esforzaba de poner una mano entre nosotros para acariciar mi clítoris. Al mismo tiempo, con cada embestida, sentía como si pudiera llevarse mis delicadas entrañas con él.

Como un tren que sale de la estación, su ritmo comenzó a tomar impulso; sus empujes hacia adentro y hacia afuera se volvían más rápidos y contundentes. Mis uñas se clavaban profundamente en los antebrazos de mi sobrino y lo hacían estremecerse.

"Mi tía rica, que delicia es tu culo, como me gusta tenerte clavada así" ofreció alentadoramente. "Toma esta enorme verga como una buena puta".

El dolor venia en oleadas, pero estaba decidida a no rendirme. Con la culeada que la verga de mi sobrino me daba llegando un ritmo frenético, me mordía los nudillos para evitar gritar y delatar que no lo podía soportar más; que era demasiado grande; que mi estrecho culito no era rival para semejante semental.

"Oh... Dios", gemí; apenas audible y tragando con dificultad. "Oh... Dios... me estás partiendo en dos...”

Martin gruñía ahora, el calor de Florida hacía que se le formaran gotas de sudor en la frente, las cuales caían sobre mi cara y mis tetas dándoles un brillo delicioso.

"Tu culo está tan apretadito tía Marli, que rico esta" siseó dándome y un beso mordiéndome los labios.

Rompiendo con su beso, Martin se sentó de rodillas y retiro su verga de mi culo. Sentí un poco de alivio al no tener mis muslos obstruyendo mi respiración pero me sentí vacía al no tener el proyectil de carde de mi sobrino, esto no duro mucho tiempo, mi sobrino tomó mis caderas en sus manos, volteándome sobre mi vientre.

Con mi pobre culito estirado y formando una "O" temporal del tamaño de la polla de Martin, obedecí y me apoyé contra el respaldo del sofá como alguien que se prepara contra inminentes vientos huracanados.

El estilo perrito es una de mis posiciones favoritas. Ansiosamente me arrastré sobre mis rodillas mientras él me empujaba hacia el brazo del sofá, hasta que finalmente mi torso, brazos y senos colgaban por el borde. Esto dejó mi trasero en el aire y sintiéndome un poco preocupada por caer al piso.

Cerré los ojos cuando esta vez inserto la cabeza de su enorme verga entre los labios de mi raja empapada. De alguna manera me sentí aún más vulnerable en esta posición, él tenía el control total sobre mí; podía hacer y deshacer lo que quería con mi cuerpo; Mis nalgas carnosas y mi tierno coño expuestos y vulnerables al inevitable asalto.

Le dio a mi cachete izquierdo una palmada juguetona mientras se deslizaba hasta la empuñadura.

"No te preocupes, tía", me aseguró agarrándome por las caderas, "yo te tengo".

Dejé escapar un fuerte jadeo cuando volvió a entrar en mí. Desde esta posición pensé que se sentía más grande que antes, llenando mi coño por completo.

Con mi coño ahora un canal estirado temporalmente, Martin pronto me estaba follando de nuevo con fuerza, firme e implacable. Con mis tetas balanceándose libremente sobre el borde del sofá, podía sentir mis nalgas, dignas de ser de una musa en una pintura del artista Rubens, sacudirse con la violencia de sus entremetidas.

"¡¡¡Mierda Martín!!!" Yo suspiré. "¡Esa cosa es tan... ahhhhh... ENORME!”

Con sus manos agarrando con fuerza mi cintura ahora, Martin comenzó a follarme con total abandono. Fue entonces cuando tuve el primero de varios orgasmos vaginales que me sacudieron los dientes. Vinieron en oleadas; embriagándome en un cóctel eufórico de abandono completo y placer absoluto.

"¡¡¡Eso es, cariño!!!" Yo grité casi con voz ronca. "¡¡¡No te detengas!!! Por favor, no te detengas!!! FOLLAME!!! FOLLAME con esa verga gigante!!! Oh cariño, ¡¡¡te follas el coño de tu PROPIA tía!!!”

Agarró mi cabello con rudeza y gruñó; asaltando sin piedad mí intimo tesoro con extrema fuerza y ​pasión.

"Tu coño se siente tan caliente, tan apretado", gimió Martín, y agregó: "Creo que me voy a correr...”

Martín le dio otra palmada a mis nalgas con toda la fuerza que poseía, sus muslos golpeando ruidosamente contra los cachetes de mis nalgas. Gotas de sudor le corrían por las sienes y por la espalda y el pecho.

Sentí su enorme verga palpitar y sabía que no duraría mucho más.

"Me vengo tía." Jadeó, "Me estoy viniendo..."

"Oh sí bebé." Yo gemí, "Vente para tu tía, ¡dáselo todo a la tía!"

El retiró su verga de mi torturada conchita y se bajó del sofá. Yo deje de agarrar el sofá con mis manos sudadas y me senté frente a él, al filo del sofá; mirándolo mientras se masturbaba y meneaba su delicioso monstruo de 22cm. frente a mi cara.   Parecía una culebra que acaba de salir del agua, mojada, brillante y amenazadora.

"Eso es, cariño, que rica se ve tu verga mi amor", susurré. "Vente en la cara de tu tía y en su boca.

Bombeando vigorosamente su largo falo con ambas manos, apretando sus bolas negras, grandes, y llenas de la leche que quería probar, Martin soltó un gruñido final y profundo; su trasero y los músculos de su torso apretándose al momento que chorro tras chorro de esperma blanca y caliente brotaban del glande y salpicaban mi cara y mis pechos; dejando trazos de su leche en mí barbilla.   Realmente me parecía una actriz de películas porno al final de un video.

Mirándolo, pasé mis dedos sensualmente por mis pechos salpicados y chupé el semen de mis dedos.

"Mmmmmm, sabes tan delicioso", ronroneé.

Luego, mirando hacia abajo para evaluar los daños que su verga había infligido a mi conchita, abrí mis piernas y me toque; frunciendo y respirando profundamente a través de mis dientes con una sonrisa difícil.

"Eres un chico tan bueno. Un chico tan increíblemente GRANDE", sonreí radiante, la destinataria de más orgasmos de los que podía contar este día. "Absolutamente te adueñaste de tu tía, cariño. Realmente me has arruinado para otros hombres."   Gemí mientras pensaba para mí misma, solo a unos metros de distancia su primo me había follado y culeado por la mañana.

Con el monstruo agotado de Martin ahora balanceándose pesadamente entre sus muslos, extendí la mano, agarré su mano y lo empujé hacia el sofá conmigo. Nosotros descansamos en los brazos del otro, abrazándonos como amantes satisfechos, íntimamente. Hicimos el amor dos veces más, tratando de sacar provecho del poco tiempo que nos quedaba antes que mi hijo regresara de la oficina. Finalmente, por agotamiento sexual; nos quedamos dormidos abrazados en el sofá por un rato.

"¿Estás lista para mi verga otra vez tía?" Martin sonrió, empujándome suavemente para despertarme.

"¿Qué...?" Le dije sentándome derecha en el sofá. Le di una palmada en el brazo y caí en sus brazos riendo como una adolecente de secundaria.

"Tía Marli, no tienes idea de lo mucho que te he deseado desde que era niño"

“Lo sé cariño, has sido muy paciente, pero si hubiera sabido que tenias una verga tan grande y maravillosa te habría dejado follarme hace mucho tiempo”. Le dije acariciando su rostro.

Nos besamos y nos abrazamos durante unos minutos. Poco después de que se vistiera y estuviera listo para irse, lo acompañé desnuda hasta la puerta donde me agarró por las nalgas y las acarició mientras me daba un largo y apasionado beso de despedida.

Le preocupaba no haber hecho nada del trabajo por el que había venido originalmente. Le dije que no se preocupara, le diríamos a mi hijo que sí pasó por la casa pero no tenía las herramientas adecuadas para el trabajo.

Le dije en broma "bebé, la única herramienta que quería hoy funciono muy bien".

“No te preocupes tía Marli, la próxima vez que venga tendré mis herramientas listas para ambos trabajos”.

Le dio un buen apretón a mi trasero antes de irse. Cerré la puerta detrás de él y sonreí por los eventos de hoy, estaba cansada, trepidante, pero totalmente satisfecha. Tuve a dos de los hombres más maravillosos dentro de mí. Subí las escaleras para asearme y ver cómo estaba mi nieta antes de que su padre regresara a casa.

Poco después de las 6:30 esa noche, Gabriel regresó a casa de la oficina. Cansado, tomó una cerveza de la nevera, se quitó los zapatos y entró en el estudio. Se dejó caer en el sofá y procedió a navegar por los canales en el televisor de plasma de 50 pulgadas.

“Oye mamá, que pasó con las estanterías del garaje, pensé que se suponía que Martin las iba a arreglar”.

Pasó por aquí mi amor, pero solo estuvo unos momentos, no pudo hacer el trabajo que le pediste porque necesitaba una herramienta que no tenía”.

Gabriel lentamente se sentó hacia adelante.

"¿Qué carajo es esto...?" Dijo en voz alta, oliendo el aire. El olor era tenue, pero reconocible, aunque no había estado en la casa desde la mañana Gabriel aún reconocía el olor de sexo caliente y sudoroso.

Los olores parecían particularmente "familiares".

Él sonrió y pensó para sí mismo, “caramba, mi semen es tan fuerte que el olor persistió hasta ahora”. Sin saber que a su madre le había destrozado el coño y el culo su propio primo unos momentos antes.