Amor olvidado (3ª parte)
Seguimos con la historia...
CAPÍTULO OCTAVO
¿Qué hacemos, vamos a cenar?- dijo cuando empezó a ponerse los calzoncillos y el pantalón.
Vale que tengo unas ganas de comer tremendas - dije mientras me agachaba a coger el vestido y me lo empezaba a poner - ahora vengo que voy al baño, espérame fuera.
Cuando salí, me estaba esperando apoyado en la puerta de la casa. Salimos y fuimos caminando agarrándonos por la cintura por el paseo marítimo hasta el italiano más cercano. Nos sentamos y pedimos algo de beber. En ese momento, me quité un zapato y acercando mi silla le puse mi pie en la entrepierna y empecé a frotársela sin parar.
Andy, para, que estamos en un restaurante...
¿Y qué?, ¿no te da morbo saber que te la estoy volviendo a poner dura, mientras estamos cenando, sabiendo que cuando lleguemos a casa no vamos a dejar de follar?. A mí sólo de pensarlo dejo un charco en la silla, porque te recuerdo que no tengo nada debajo del vestido.
Joder, como sigas diciendo esas cosas pago y vamos a follar ya ¿eh? - me susurró en el momento que venía el camarero a apuntar lo que queríamos comer.
La verdad es que no me importaría, pero prefiero esperar un poco más... Yo quiero tortellinis de queso y salsa de tomate por favor.
Tortellinis de espinaca con salsa de queso para mí. - dijo él. Cuando se fue el camarero noté cómo me apartaba el pie, para levantar el suyo y separar mis piernas mientras me metia el dedo gordo, cosa que hizo que mojara la silla en dos segundos - ¿Te gusta eh?.
Sólo te digo que espero que no tarden mucho con la cena, porque sino la que te folla aquí mismo soy yo...- le susurré jadeando mientras él seguía haciendo que mojara toda la silla. - ahora vengo que voy al baño.
Me levanté y fui al baño. Nada más entrar noté cómo alguien estaba entrando también. Al salir me encontré a Alberto esperándome apoyado contra el lavamanos.
¿Qué haces aquí?. Como entre alguien nos pueden denunciar - dije en el momento en el que el me cogía y me sentaba en el lavamanos.
Me da lo mismo, a ti te daba morbo ponérmela dura mientras estábamos sentados ¿verdad? - me dijo mientras se iba bajando los pantalones y los calzoncillos e iba separando mis piernas - pues a mí me da morbo follarte en el baño de las tías.
Empezamos a follar como dos animales, moviéndonos por el lavamanos, gimiendo sin poder parar sabiendo que en cualquier momento podría entrar alguien y pillarnos en plena acción. En un momento determinado, lo saqué de dentro de mí y ahora fui yo quien lo apoyó en el lavamanos y poniéndome de rodillas empecé a chuparle la polla sin parar mientras él iba gimiendo cada vez más fuerte hasta que no pudo más, se sentó en el suelo y poniéndome encima suya seguimos follando hasta que agarrándome con fuerza del pelo y mordiéndose los labios para no gritar, empezó a correrse, en el momento que noté cómo me corría yo también.
Qué morbo me da haber follado aquí - me dijo mientras se iba poniendo los pantalones.
Salgo ahora, y sal tú dentro de un rato ¿vale? - le dije abriendo la puerta.
Cuando salí, me senté en la mesa y en ese momento vino el camarero a traernos la comida. Al rato vino Alberto y empezamos a comer sin quitarnos la mirada, sabiendo que sólo había sido el principio de lo que nos esperaba esa noche. Terminamos de cenar, tomamos un postre y pagamos.
¿Te apetece ir a tomar algo por ahí? - le dije en cuanto salimos del restaurante.
Ahora mismo lo único que me apetece es ir a casa y seguir follándote hasta que no te queden orgasmos que tener. Sólo de pensar en lo que nos espera, se me está volviendo a poner dura. - me dijo mientras me acercaba hasta él y notaba algo duro por ahí abajo.
A mí también me apetece eso cariño, pero hay que descansar un poco - le dije poniendo mis manos alrededor de su cuello y dándole un beso en los labios. - Vamos a la discoteca a tomar algo y un par de bailes porfa.
Está bien, pero nada más que un par de bailes, que no quiero desaprovechar el tiempo. - me dijo metiéndome la mano por debajo del vestido, tocándome el culo y acercándome más hacia él
CAPÍTULO NOVENO
Llegamos a la discoteca y empezamos a bailar mientras me ponía delante de él, de espaldas, bailando sensualmente con mi culo pegado a su polla, poniéndosela aún más dura de lo que ya estaba, mientras él me cogía por el muslo y por la cintura y bailaba conmigo. Cuando terminó, me dio la vuelta y en la siguiente canción bailamos igual pero esta vez cara a cara, mirándonos fijamente, mientras él metía con disimulo la mano por debajo del vestido y me acariciaba poniéndome aún mas mojada y haciendo que tuviera que morderme los labios para disimular los gemidos que me estaba provocando.
Cuando acabó la canción no pudimos más y nos fuimos de la discoteca para no cometer la locura de follar ahí mismo. En el camino a casa íbamos casi corriendo porque no podíamos aguantar más. Cuando llegamos, casi no me dio tiempo a abrir la puerta que ya me estaba dando la vuelta y besándome desesperadamente metiéndome las manos por debajo de mi vestido.
- Alberto, espera que termino de abrir la puerta y seguimos...
Cuando terminé de abrir la puerta, la cerró con violencia y empotrándome contra ella, se puso de rodillas para volver a meterme la lengua hasta el fondo mientras me iba quitando el vestido. Pensé que no podría seguir teniendo otro orgasmo después de cómo me había corrido durante toda la tarde, pero a los dos segundos de sentir su lengua por mi vagina, me llegó uno increíble, casi más del que había tenido esa misma tarde cuando me había acostado por primera vez con él. Me cogió por las piernas, y sin dejar de besarme, me levantó y me llevó hasta la mesa que teníamos en el jardín al lado de la piscina. Me tumbó encima, separándome las piernas y poniéndose de rodillas, siguió lamiéndome y metiéndome los dedos, sin dejar de mirarme, mientras yo no podía parar de retorcerme y gemir del gusto. Cuando ya no aguanté más, lo senté en una de las sillas, me puse de rodillas y empecé a bajarle la cremallera de los pantalones y a desabotonarle el pantalón para comerme su polla como nunca antes lo había hecho, oyéndole gemir y notando cómo me agarraba del pelo cada vez más fuerte, dándome igual si se corría en mi boca, en mi cara o donde fuera, cosa que no pasó, ya que cuando parecía que lo iba a hacer me apartó, se levantó, me sentó en la silla, me separó las piernas y siguió metiendo la lengua y los dedos de tal formar durante unos minutos, que tuve dos orgasmos seguidos.
- Alberto, para, que no puedo más por favor... Fóllame ya - le supliqué entre jadeos.
Al oír eso, movió un poco más los dedos hacia dentro y dando un último lametón en el clítoris me levantó, me volvió a tumbar sobre la mesa y poco a poco fue penetrándome, primero con la punta, después un poco más y así hasta que me la metió por completo y empezó a follarme de manera bestial. Sin darle tiempo a reaccionar, me levanté y lo senté en la silla para sentarme encima de él de espaldas y mientras me lo follaba agarrada a la mesa, me puso dos dedos en la boca para que los lamiera y pasármelos por el clítoris hasta que no pude más y me corrí soltando un grito bestial.
En ese momento me levantó y me dio la vuelta para volver a saltar encima de él, pero esta vez más cómodamente. Fue una sensación increíble saltar, agarrarle la cabeza y ver mover mis pechos delante suya, pudiendo esta vez lamerlos mientras lo follaba yo a él y notando cómo poco a poco se iba contrayendo hasta susurrarme al oído que estaba a punto de correrse, justo en el momento en que noté cómo me llegaba otro orgasmo y volví a gritar notando cómo algo viscoso entraba por mi vagina en el momento en que le tocó a él gritar de formar bestial.
Dios Alberto, pensé que no podríamos superar el primero, pero éste ha sido increíble en todos los sentidos - le dije en cuanto terminamos de follar.
Yo tampoco pensé que iba a tener las fuerzas suficientes, pero después de lo del restaurante y de la discoteca, tenía tantas ganas de follarte que sino nos íbamos ya, te follaba en medio de la pista - dijo dándome un beso.
Ya me di cuenta ya... ahora entiendes por qué te dije que no te ibas a arrepentir cuando bailáramos ¿no?, pero la siguiente me gustaría que fueras tú el que se corriera en mi boca o en mi cara, no sólo yo - le dije acariciando su torso desnudo.
Vale, pero vamos a descansar un poco por favor. Hoy he follado más de lo que he follado en el último año - me dijo haciendo el gesto de levantarse.
Yo creo que no he tenido tantos orgamos seguidos en mi vida - le dije entrando en la casa -. Voy a lavarme para meterme un ratito en la piscina ¿vale?. Si quieres venirte...
Está bien, pero sin follar ¿eh?, que necesito descansar mínimo una hora - me dijo dándome un beso en la frente mientras entraba en el baño.
CAPÍTULO DÉCIMO
Cuando salió, yo ya estaba nadando en la piscina para relajarme porque sentía unos calambres en la parte baja de mi cuerpo. Se tiró de cabeza y nadando se puso a mi lado.
Andy, en serio que no me creo que esté contigo, llevo mucho tiempo deseándolo - me dijo abrazándome.
Pero no creo que más que el que yo llevo, te recuerdo que llevo enamorada de ti desde que éramos pequeños - le dije abrazándole con fuerza - no sabes lo mal que lo he pasado sabiendo que nunca te fijarías en mí y que sólo me veías como la mejor amiga de tu hermana pequeña.
¿Por qué empezaste a salir con Iván?
Pues mira cuando lo conocí yo seguía enamorada de ti, y se lo dejé bien claro, pero él me dijo que iba a hacer lo imposible para que te olvidara, cosa que pensé que había ocurrido, hasta que te vi en
Navidades y supe que seguía enamorada de ti y que lo de Iván había sido el mayor error de mi vida e intenté dejarlo dos veces, pero nunca tenía el valor, hasta que no pude más y se lo dije.
¿Cómo se lo tomó?
Pues bien, porque él me dijo que siempre supo que nunca te había olvidado, aunque yo quisiera hacerle creer que sí, y me confesó que había conocido a otra chica, pero que no había pasado nada, ya que quería terminar conmigo antes. Y bueno, ahora somos amigos... Cuando se entere de lo nuestro, creo que se va a alegrar casi tanto o más que nosotros - le dije dándole un beso en los labios.
Andy para, que no quiero volver a empezar...
Yo no estoy haciendo nada - le dije con voz inocente - ¿no puedo darte un beso?
Ya claro - me dijo riéndose - como sino supieras a dónde hemos llegado cada vez que nos besamos. Venga vamos fuera a secarnos y ver una peli o algo.
Salimos de la piscina y como todavía estaban nuestras toallas fuera, nos secamos y entramos dentro.
- Me voy a poner algo de ropa, que tengo un poco de frío ¿vale? - le dije entrando en mi habitación. Me puse una blusita de tiros y un pantaloncito y salí a donde estaba poniendo una peli para verla los dos.
El sofá tenía también una cama así que la hicimos para estar más cómodos viendo una peli que hacía tiempo que quería ver. Él estaba tumbado boca arriba y yo abrazada a él con la cabeza apoyada en su torso, con la mano haciéndole cosquillitas por la barriga mientras me iba quedando poco a poco dormida.
Cuando me desperté, lo vi dormido a mi lado y bajando poquito a poco, le cogí la polla y empecé a chupársela mientras él se iba despertando y llevándose una sorpresa muy agradable. Al rato me separó - aunque él todavía no se había corrido - me tumbó boca arriba, me desnudó y me dijo que esperara que ahora venía. Al momento lo vi entrar con un bote de nata y empezó a llenarme todo el cuerpo con ella. Cuando terminó empezó a pasar la lengua despacito por los sitios que tenía nata, lamiendo sobre todo los pechos, haciendo que me volviera loca de placer y deseando que me la metiera hasta el fondo. Siguió recorriendo con la lengua mi cuerpo hasta llegar a la ingle, donde en vez de lamerme, bajó con la lengua por la cara interna del muslo izquierdo y volvió a subirla despacito hasta mi clítoris, donde dio un lametón y siguió con el muslo derecho y volvió a mi ingle que me llenó con nata y empezó a lamerlo sin parar haciendo que volviera a tener otro orgasmo entre gritos, mientras le agarraba la cabeza metiéndola aún más entre mis piernas y llenándole la boca con mi corrida.
- Túmbate tú ahora boca arriba - le dije entre jadeos.
Cuando estuvo tumbado, empecé a llenarle con nata toda la polla, que como no podía ser de otra forma la tenía bien dura. Me la metí dentro de la boca y empecé a chupársela de manera bestial. No sólo se la chupé, sino que la coloqué entre mis pechos mientras los movía rápidamente y se la lamía sin parar, haciendo que en ese momento se corriera y me llenara la boca y la cara, con un grito que se tuvo que oír en todo el pueblo.
Me encanta el sabor de tu corrida, sobre todo mezclado con la nata - le dije limpiándome la cara con un trozo de papel.
Vamos a la bañera del apartamento de arriba - dijo mientras se levantaba y empezaba a subir las escaleras.