¿Amor o maldición? Capítulo 3
Llega el desenlace de la primera etapa de esta historia, el amor entre sirvientes. Un pasado, una historia de amor y la muerte. ¿Qué puede salir de ahí?
Nota del autor
:Bueno, aquí va la tercera parte de esta historia, como muchos ya os habréis dado cuenta, esta historia tiene como fuente de inspiración el manga Kuroshitsuji (Black Butler), aunque he cambiado algunas cosas. Quiero agradeceros a todos por vuestros comentarios, que por cierto me los tomo muy en serio. Este capítulo llevaba ya mucho tiempo escrito, por eso no contiene mejoras de narración, pero os prometo que en los siguientes intentaré centrarme más en la narración.
Bueno, espero que os guste.
Capítulo 3: The second night, Este mayordomo no siente compasión
Aquella noche era extremadamente hermosa, ellos estaban allí, sentados el uno junto al otro, en aquel mirador mirando la luna, él estaba nervioso, ella estaba nerviosa, era el momento, iban a darse su primer beso y, de repente, se oyó un chillido.
-¿Qué ha sido eso?-Preguntó ella, aunque pensó-¿Por qué no me has terminado de besar, idiota?
-No lo sé... pero ese sonido me suena de algo... iré a ver. Tú no te muevas de aquí-dijo él adentrándose en los arbustos.
Cuando se alejó oyó otro grito, esta vez de ella, ella estaba en peligro, tenía que salvarla, salvarla, salvarla...
Más cuando llegó ya era tarde, un cadáver sin ojos apareció ante él y entonces en el cielo un ave sobrevolaba la escena, cuando lo vió sabía quién era, era él, su maldición.
-Victoria...
El cuervo se acercó al joven de apenas 15 años y se subió a su hombro, le miró como riéndose de él una vez más.
Never more (Nunca más)
Me adentré en aquella mansión alejada de Londres, en mitad del campo para buscarle.
-Ahora que el señor Aloister ha muerto tendré que buscarme a otro señor y tú tendrás que hacer lo mismo.
-Pero...eso significa que tendremos que separarnos.
-Eso me temo. Me ha salido una entrevista en la mansión del conde Bentley, si me cojen no volveremos a vernos.
-No, no quiero que te separes de mí.
-Grell... Encontrarás una bella mujer y te casarás con ella, ya lo verás, y muy pronto me olvidarás.
-Yo no quiero una bella mujer te quiero a ti.
-Si seguimos juntos eso no hará más que causarnos problemas, olvídame.
-¡Espera Gilbert! ¡No te vayas!
-¡Gibert! ¡Gilbert! ¡Sal! ¡Vuelve conmigo!-decía Grell una y otra vez por todo el jardín.
-Vaya, vaya, qué tenemos aquí-dijo una voz que apareció tras Grell.
-Oh, disculpa, estoy buscando a Gilbert, el nuevo mayordomo-dijo Grell al recién llegado.
-Lo siento, pero no sé de quién hablas, aquí el mayordomo soy yo, Jonathan Hamilton-dijo el mayordomo al “invitado”.
-¿No le contrataron? ¿y por casualidad sabe dónde está?-preguntó Grell.
-Ah, creo que ya sé de quién me habla. Está muerto. Lo he matado yo mismo.-dijo el mayordomo sonriendo.
-¡¿Quéeeeeee!?-gritó Grell.
-Shhhhh... va a despertar al señor-dijo el mayordomo perdiendo su sonrisa.
-¡Me importa una mierda! ¡No es verdad! ¡Dime dónde está!-gritó Grell muy enfadado
-Ah... está bien acompáñeme.-dijo el mayordomo dándole la espalda a Grell.
Avanzamos por el jardín un buen rato, la verdad es que era enorme, pero yo solo podía pensar en encontrar a Gilbertl y llevármelo de allí, además no perdonaría a este estirado por su “bromita” de haber matado a Gilbert, finalmente llegamos a un cobertizo.
-Adelante, “su Gilbert” está aquí dentro-dijo el mayordomo abriendo el cobertizo-Cuidado con el olor.
-¿El ol...?-Antes de que pudiera terminar la frase aparecieron tres cadáveres putrefactos dentro del cobertizo, todos vestidos de frac.
-¡¿Qué...qué es esto?!-Preguntó Grell asustado pero también muy enfadado.
-Como no me ha creído he considerado oportuno traerlo para que viera el cadáver de ese tal Gilbert, por cierto, nada más que por curiosidad, ¿cuál de los tres es?-dijo el mayordomo sonriendo.
-Monstruo... Te importan tan poco sus vidas que ni siquiera sabías el nombre de las personas que has matado...-dijo Grell temblando de furia.
-Déjeme adivinar... es ese el que no es tan joven ni tan viejo, ya lo entiendo... usted, un sucio maricón, ha venido a recoger a su amante, ¿me equivoco?-dijo el mayordomo perdiendo su sonrisa.
-¡¿Cómo dices?!-Gritó Grell visiblemente enfadado.
-Dígame... ¿qué se siente al ser... antinatural... asqueroso... repulsivo... pecaminoso...?-dijo el mayordomo sonriendo de nuevo.
-¡Y a ti qué demonios te importa lo que yo sea!-Gritó Grell mientras golpea el suelo.
-Bueno... de todas formas no importa, va a morir igualmente.-dijo el mayordomo sacando su cuchillo.
Lo que no sabía ese horrible mayordomo era que yo tenía una navaja en mi bolsillo, así que hinqué en el corazón, aprovechando que se me acercaba despacio con la guardia baja.
-Agh...-decía el mayordomo cayendo al suelo.
-Te he vengado, Gilbert-dijo Grell en voz alta.
-................................................................Jaja..............................Jaja...................Jajajajajajajajajaja
-¿¡Qué demonios!?-grita Grell al girarse, pero ese movimiento solo hace más fácil que el mayordomo le clavé el cuchillo en el cuello.
-¡¿Cómo has...?!-dice Grell cayendo al suelo.
-Ya que vas a morir te lo voy a contar... yo no soy un mayordomo cualquiera, yo soy una pesadilla de mayordomo-dijo Jonathan, el mayordomo, sonriendo de nuevo.
-¡¿Tu...coff...qué eres?!-dijo Grell a punto de morir.
-Nunca lo sabrás-dijo el mayordomo agachándose junto a él-ni tú ni tu querido novio-dicho esto cogió sangre de la herida de Grell y la saboreó.
Never more (Nunca más)
LLevaba ya dos haces trabajando en esta mansión, desde que tenía 12 años, el señor Aloister me recogió del hospicio de Santa María y me trajo a su mansión para ser su mozo de establo, ya que se me daban muy bien los animales y aprendo rápido. Un día trajeron a otro niño de 12 años, la edad con la que me trajeron, su nombre era Gilbert.
-Gilbert, preséntate, no seas tímido-dijo el señor Aloister.
-H-Hola, m-me llamo Gilbert-dijo ese chaval al que le temblaba todo el cuerpo.
-Mucho gusto, me llamo Grell y soy el mozo de establo-dice dándole la mano-cuando quieras te doy un paseo en caballo, le dije a ese niño para que sonriera.
-¿D...de verdad?-dijo Gilbert con un rostro luminoso.
-Claro, ¿verdad señor Aloister?-dije yo guiñandole un ojo al viejo.
-Por supuesto-dijo el viejo.
El señor Aloister siempre era amable con todos los niños que adoptaba, eramos 20 niños, pero yo no me llevaba bien con casi ninguno, sin embargo con Gilbert era todo diferente, era como si estuviéramos destinados a estar juntos, sentía una conexión con él que me hacía querer protegerle y estar a su lado.
Pasaron los años y Gilbert empezó a trabajar como mayordomo, pues ya tenía 18 años y yo 20.
-Ey, Gilbert, ¿qué haces?-le pregunté desde mi caballo.
-Ah, hola Grell, estoy preparando la cena para el señor-dijo él mirándome con esos ojos que me volvían loco.
-Ven, súbete que te voy a enseñar un sitio que he encontrado-dije yo dándole la mano.
-Lo siento pero no tengo tiempo-dijo él apartándose.
-Vamos... solo será un momento, porfa porfa, porfa-dije yo con cara de cachorrito.
-Vale, pero solo un momento-dijo mientras me daba la mano para subirse.
Cabalgamos hasta un mirador precioso y nos sentamos a observar el paisaje, era el momento, debía decírselo, era ahora o nunca.
-Gilbert, ¿sabes...tú...
-Me gustas- dijo él interrumpiéndome.
-¡Eh!¡¿Quéeeee?!-dije yo sorprendido por su confesión.
-Lo siento, sé que es asqueroso, un hombre con otro hombre, pero por favor, no me odies...-dijo él sollozando.
-Agh, demonios...-dije yo.
-Está bien, me iré...-dijo levantándose.
-Tú no vas a ninguna parte-dije agarrándole del brazo-A mí también me gustas.
-¿¡Qué!?¿Entonces por qué has dicho qué demonios?-dijo él mirándome enfadado.
-Porque te me has adelantado-dije yo besándole.
Ese beso fue sin duda, el más dulce y a la vez excitante que había tenido en mi vida, ya me había besado con alguna chica, pero este beso contenía un sentimiento inimaginable en los otros.
-Sabes... ojalá pudiéramos estar así por siempre...-dijo él mirando el atardecer...
-Si...-le respondí dulcemente.
-Vaya, que historia tan dulce...-dijo el mayordomo saboreando la sangre.
-¿Tú también la has visto?-dijo Grell casi sin aire.
-Tengo la habilidad de ver la vida de las personas bebiendo su sangre-dijo el mayordomo sonriendo.
-Qué habilidad tan rara...-pensó Grell.
-Bueno, te dejo a solas con tus pensamientos...-dijo el mayordomo mientras se alejaba.
-Gilbert...-dijo Grell, y después... se murió.
Continuará...
Capítulo extra: The first night, Este mayordomo miente.
-Bueno, ya he metido los cuerpos en el cobertizo, como el señor no tiene que entrar ahí, no creo que los descubra, además es temporal, hasta que consiga una pala para enterrarlos en el jardín-pensó el mayordomo para sí mismo.
-Oye, Jonathan, ¿dónde están los otros dos mayordomos? Ya son las 21:30-preguntó el conde.
-No tengo ni idea, señor... puede que se hayan perdido o... Dios no lo quiera, hayan tenido un accidente-dijo el mayordomo fingiendo preocupación.
-Bueno, llamaré a la agencia para preguntarles-dijo el conde.
-Como desee-le respondió el mayordomo.
-Si, buenos días, mire, hoy me iban a mandar tres mayordomos para que los entrevistara y solo ha llegado, ya he decidido contratar a este, pero me preocupa donde pueden estar los otros-dijo el conde al teléfono.
-Bueno,¿cómo se llama el que ha llegado?-dijo la voz del teléfono.
-No me ha querido decir su nombre, quería que lo rebautizara como mi sirviente-le explicó el conde a la voz del teléfono.
-Ah....bueno, ¿puede pedirle que se ponga?-dijo la voz del teléfono.
-¡Jonathan! ¡Los de la agencia quieren hablar contigo!-gritó el conde llamando a su sirviente.
-¿Sí?¿Qué desean?-dijo el mayordomo al teléfono.
-Perdona, pero... ¿quién eres? No me suena tu voz de entre los tres que envié-dijo la voz.
-Mire, no tengo tiempo para tonterías, sólo le diré que no quiero volver a oír su voz nunca más, no hagas más preguntas y cuelgue, si alguna vez la veo o la escucho, me encargaré personalmente de que aparezca su cadáver en el río Támesis-le dijo el mayordomo al teléfono-¿Ha quedado claro?
-Ugh...clarísimo-dijo la voz.
-Bien, pues hasta nunca señorita-dijo el mayordomo y colgó.
-Bueno...¿Qué te ha dicho?-preguntó el conde.
-Nada, justo cuando hemos empezado a hablar han llegado los otros dos a la oficina, al parecer, tuvieron un accidente y decidieron volver a Londres para ir al hospital, pero no se preocupe, ya están perfectamente-dijo el mayordomo con una sonrisa.
-Bueno, ya es tarde, me retiro a mis aposentos-dijo el conde.
-Le acompaño-dijo el mayordomo-tenemos un asunto que atender en esa cama.
-¿Eh?-pregunta el conde.
-Ah... eso es, tire bien de ella.
-Ah, se está poniendo dura.
-Es normal señor, lleva un buen rato estirándola.
-Está húmeda... ah, creo que se va... creo que se va a...
-Es cierto, va a...
-¡La maldita sábana va a romperse!
-Señor, ¿no puede ni ayudarme a colocar una simple sábana en la cama? Le he pedido que lo haga porque he terminado de lavarla ahora y no he tenido tiempo de ponerla.
-¡Cállate! ¡Colócala tú solo! ¡Yo soy el que te paga! ¡No tengo que hacer nada!
-Como desee.
-Bien, ya está, que tenga dulces sueños señor-dijo el mayordomo cerrando la puerta.
-Buenas noches-dijo el conde-retírate.
-Bueno, por fin podré leer tranquilo...-dijo el conde.
-Ah... se me olvidaba señor, ¿quiere que le lea un cuento para que coja sueño?-dijo el mayordomo abriendo la puerta de nuevo.
-¡Fuera!-gritó el conde tirándole un cojín.
Bueno, mi primer día ha sido un éxito, a partir de ahora, no puede cometer ningún error, no voy a permitir que nadie interfiera en mi camino, ¡eliminaré a quién sea un estorbo!
-Porque yo soy... una pesadilla de mayordomo.
FIN.
Nota del autor
: Bueno, eso es todo por ahora, hemos terminado la primera etapa de esta historia, la historia de Grell y Gilbert, ahora empezaremos con otros asuntos. Por cierto, no quería incluir shinigamis, pero sí el Cinematic Record por lo que me he inventado lo de beber sangre para ver la vida de las personas, aunque es una habilidad bastante peculiar…
Bueno, muchas gracias por leer. Espero vuestros comentarios.