Amor natural iv

Estela y añison empiezan a descubrir nuevas sensaciones entre las dos

AMOR NATURAL

Por Andre Love

En otro lugar del bosque

-Pedro dile a esos idiotas que esparzan los restos donde los puedan ver.

-Si jefe... oiga jefe... cree que con esto los vamos a ahuyentar?

-No pedazo de estiércol... pero si los vamos a asustar, esto nos dará más tiempo de encontrar a los bichos.

-Jefe, uno de los hombres no quiere cooperar... dice que esto nos traerá mala suerte. -Denunció uno de los hombres que acababa de llegar.

-Puedes decirme quién es ese idiota?

-Mumba.

-Otra vez?... solo eso me faltaba.-Indicó el irritado jefe.-... Eso me pasa por traer a un maldito indio.

-Que le digo jefe?

-Déjalo... ya hablaré con ese ingenuo.-Le apuntó el jefe con su mirada asesina.

-Si jefe.-Dijeron Pedro y el otro hombre retirándose.

El cazador quedó solo mientras observaba a sus hombres trabajar, de pronto el hombre recordó algo, o mejor dicho a alguien.

-Espero no tener problemas contigo... señorita Arce, si no, tendré que matarte... -Hablaba el cazador con sus ojos inyectados de furia a los cuatro vientos.-... Además... me debes una maldita... te la voy a cobrar, ya lo verás!


Alison se hacía la dormida, posiblemente nunca en su existencia había estado tan alterada, yacía hecha un ovillo tratando de impedir que Estela la tocara con su larga figura, podía dormir fuera, con el calor de la fogata, pero no pretendía despertar con una serpiente entre su cobija, ya había tenido suficiente con serpientes ese día y probablemente en toda su vida.

-"Por Dios!... ya soy una adulta, tengo que calmarme... apuesto a que yo soy la única tonta aquí."

-Alison... estas dormida?

-No... no puedo dormir.

-Yo tampoco.

Estela estaba igual o más despierta que la misma Alison, ninguna de las dos podía dormir. La científica se dio la vuelta y estiró su cuerpo adolorido quedando cara a Estela, quien a su vez estaba boca arriba, mirando pensativa el techo de la tienda de campaña.

-En que piensas?-Le indagó Alison.

-Hoy me ha pasado algo increíble.

-A sí?... el qué?

-Me he encontrado cara a cara con un puma.

-Por Dios!... y qué pasó?

Alison se acercó más a la alta mujer, apoyando su cabeza en uno de sus brazos, Estela se volvió para mirar a la curiosa mujer y le sonrió para tranquilizarla.

-No pasó nada tranquila.

-Estela, que susto.

-Si que lo fue... pero pronto me vi reflejada en sus ojos, y supe que no tenía por que temer, el puma sabía que yo no le iba a hacer daño, ni a su bebé.

-Cielos!... estaba con su bebé?

-Sí... lo encontré a él primero, después llegó su mamá... pero lo increíble fue, que se comportó como si me hubiese visto antes, como si yo fuera de su misma especie.

-Tal vez pensó que lo eras, los animales actúan de maneras extrañas, a veces pueden ser muy confiados, pero otras veces no lo son.

-Sí... es probable, por eso me atraen tanto.

-Los pumas?

-Todos los animales... a veces son tan parecidos a nosotros...

-O nosotros a ellos.

Estela se volvió de lado, aunque casi no podía verla por la oscuridad dentro de la tienda, sentía la mirada de la joven, esa mirada que todo lo expresaba, sorpresa, pavor, amor, curiosidad... apoyó su cabeza en una mano y dejó que la chica la observara sin decir nada.

-Sabes?... te he estado estudiando.-Reveló la científica.

-A sí?-Inquirió Estela divertida y a la vez interesada.

-Si... aunque no se nada de tu vida, se lo que te gusta y disgusta.

-Y que es lo que me disgusta?

-Por ejemplo, te disgusta John...

-No vale, eso lo sabe todo el mundo.

-Bueno... también te disgusta el atún.

-Jajaja... te has fijado en ello eh?

-Si... también todo el mundo lo sabe?-Le indagó la rubia juguetona.

-No... solo las personas que no tienen nada más que hacer que estar espiando a sus victimas.

-Me estas diciendo entrometida y... asesina?

Alison trataba de sonar indignada, cosa que no funcionaba con esa mujer.

-Quién yo?-Preguntó la bióloga siguiéndole el juego.

-Si tú... claro, nunca podría asesinarte al contrario de ti.

-Tienes razón... yo si podría hacerlo.- Reveló la de ojos añiles, con un hilo de voz.

Alison dejó de sonreír sintiéndose amenazada por la mujer delante suyo y sabiendo que en cualquier momento podría convertirse en un arma mortal cuando ella quisiera.

-Eh... solo estoy jugando.-Dijo la rubia con voz temblorosa.

-Yo también...-Indicó la otra con el mismo tono de voz que antes.-... Jajaja...

-Estas loca?, me has asustado de verdad!

-En serio?

-No.

Las dos se rieron al mismo tiempo, terminando el juego por ahora.

-Te dolió?

Estela alargó su brazo y con uno de sus dedos tocó el pequeño piercing de la nariz de Alison.

-Oh no, bueno... solo un poquito. Me lo hice hace ya varios años, como un símbolo de rebeldía, todavía recuerdo lo que mi madre me dijo.

-"Alison, pídele perdón a Dios y quítate eso de inmediato!".

-Y tu que hiciste?

-Le dije: "Me lo quitaré hasta que tu le pidas perdón a Dios por ponerte los de las orejas".

-Jajaja... buena respuesta.

De pronto quedaron en silencio... solo se escuchaban sus respiraciones, parecía que eso era lo único que les faltaba para que sus cuerpos se relajaran, como lo estaban ahora, disfrutando de su cercanía, como si lo hubieran hecho siempre y fuera parte de sus vidas, el mundo afuera quedó en el olvido.

-"Que agradable es estar contigo Estela... lástima que no pienses así, si me dejas... podría enseñarte."

-Alison?

-Si?

-Me gusta mucho hablar contigo.

-A mí también Estela.

Corazones, dejen ya de luchar... acaso no ven, que ya la lucha fue ganada?

Estela se fue acercando a su amiga, deseaba tanto sentir esos labios, los de esa rubita que la estaba volviendo loca, no podía controlarse, lo deseaba demasiado, tanto que le quemaban sus propios labios, no sabía si iba a ser rechazada, o si iba a recibir una cachetada, nada le importaba ahora. Alison se inquietó un poco, nunca había probado los labios de ninguna mujer, ni nunca se imaginó que lo fuera a hacer, pero su cuerpo quería probar, quería saber que se sentía, demasiado curiosa?... o era otra cosa?

Pronto las dos mujeres dejaron de creer, dejaron de divagar, y se dejaron llevar por sus locuras, por sus sentimientos llenos de incertidumbre. El espacio se fue cerrando, ya no había marcha atrás, Alison cerró sus ojos, sentenciando a su mente a rehacer la imagen de lo que estaba por ocurrir, de lo que muchas veces soñó hacer con esa increíble mujer.

Estela pasó una mano por la nuca de Alison acercándola más a ella y creando el delicioso momento de caricias con sus labios. Primero fue solo un suave roce, un frote lento y seductor entre cada húmedo y jugoso labio, luego Estela abrió un poco los suyos para succionar, chupar y absorber suavemente los de la otra chica, tratando de que sintiera lo dulce que podía ser, la maravilla que podía ofrecerle sin siquiera pedírselo, como el presente que los Dioses una vez le dieron, algo que nunca podría olvidar.

Alison estaba en el cielo, pidiendo, exigiendo y gritando por más y más sensaciones como aquella, que la movían y la impulsaban a no dejar que acabara nunca, ya no era solo curiosidad, ahora era ambición, voracidad por aquel manantial de conmociones que Estela le estaba obsequiando, un regalo que nadie le dio nunca, de sinceridad, de lealtad y tal vez de amor.

La lengua de Estela quería traspasar la barrera que la separaba de su meta, empujándose contra ella hasta romperla y entrar en aquel sagrado territorio, y encontrarse con la que la esperaba ansiosamente, abrazándose con fuerza sin querer separarse nunca más.

Ninguna quería terminar, ninguna quería volver a la realidad, lo que estaban sintiendo no tenía definición, no era explicable, solo ellas lo sabían, era su secreto, tan valioso como la vida, tan delicioso y poderoso como el manjar de los Dioses.

Después de unos largos segundos se separaron, respirando como si hubieran estado debajo del agua por mucho rato, sus pechos se contraían salvajemente, sus ojos se buscaban en la oscuridad, querían decirse todo, pero no podían, aún no.

-Cielos Estela... no puedo ni hablar.

Estela al igual que la joven científica estaba impresionada, nunca pensó que fuera a ser así, nunca había besado a nadie con tanto apetito, sin haberlo querido antes, en ese beso le entregó su alma, sus sentimientos y si la científica hubiera querido también le entregaría su cuerpo.

-Ven descansa... es tarde ya.

Alison se acercó a la bióloga colocando la cabeza en su pecho y aspirando su olor hasta quedar totalmente llena de ella, Estela pasó sus manos por la cintura de la chica adormilada, pegándola a ella todo lo que pudo, necesitaba sentirla, necesitaba saber que le pasaba, si la joven sentía lo mismo o si se había equivocado.

-"Estoy perdida"...-Pensó Estela.-... "por que lo hice?... debo concentrarme en lo que busco... maldita sea, qué es lo que busco?"

Segundo día de expedición.

El ardiente sol se asomaba de entre las delgadas nubes espiando a los humanos que caminaban iracundos por el extenso bosque, la nobleza de los árboles que renacían en lo más alto les prometía sombra y frescura, el espeso follaje les impedía andar con premura, el río los acompañaba a su lado regalándoles el sabor de su tesoro cada vez que alguno tuviese sed. Una de las miles de aves que allí habitaban se posó en una fina rama, movía sus coloridas y largas alas como si se estuviera estirando después de un largo viaje, en su pequeño pico una intranquila lombriz se movía tratando imposiblemente de escapar, la hermosa ave no la dejaría, haría lo que fuera para que esa pequeña lombriz llegase a la boca de sus hijos.

-Mira eso!... que belleza. -Señaló con su dedo uno de los siete humanos caminantes, la mujer de corto cabello rubio.

-Es un Quetzal. -Indicó la otra mujer más alta que al igual que todos miraba hacia el ave presumida.

-Esperen le tomaré una foto.

La chica rubia apretó varias veces el botón de su pequeña cámara digital tratando de captar la imagen perfecta de aquella ave la cual de pronto salió volando dejando atrás a los curiosos humanos.

-Debemos continuar, nos queda mucho por delante. -Calcó Estela quien pegó un brinquillo para acomodar bien la mochila en su espalda.

-Estela perdona que te diga esto pero... ya deberíamos de haber encontrado algo, no sé... -Objetó Pablo.

-Calma amigo... -Le cortó la bióloga. -... No es fácil, ni mucho menos si esperamos encontrar uno o dos especímenes, la vez pasada fue una suerte. -Estela miró a lo lejos calculando lo que quedaba de camino. -Falta poco para llegar al sitio del encuentro, si no vemos nada, pues seguiremos adelante un poco más, solo les pido... que tengan fe y paciencia.

-Estela yo estoy contigo. -Le demostró Alison mirándola a los ojos.

La bióloga le sonrió con cariño sintiendo esas francas palabras de la chica.

-Estela... todos lo estamos. -Le indicó Ashuri. -... no es así? -Miró a los demás quienes asentían sinceramente.

-Bien... no se habla más, andando. -Indicó la mujer de azul mirada retomando de nuevo los cansados pasos hacia la profundidad de la salvaje selva.

Estela los guiaba por un estrecho camino recorriendo con sus ojos cada rincón encontrándose con pequeños animales e insectos de todos tamaños. John paró un momento para sacar su pote de agua de la mochila y refrescar su garganta seca, de pronto una pequeña rama golpeó su cabeza con fuerza.

-Qué demonios???

Todos se volvieron a él extrañados y otra rama un poco más grande cayó a su lado, entonces miraron hacia arriba de un árbol donde unos monos capuchinos trataban de atinarle a su blanco, que por cierto no eran otros más que ellos, Alison con buen reflejo se pudo capear una suspirando de alivio, los demás no corrieron con la misma suerte y rápidamente se alejaron de allí entre "auch!"... "ay!"... "ouch!"... "maldición!", mientras las pequeñas criaturas chillaban y brincaban como vencedores de su gran batalla.

-Vaya!!!... esos monos si que son peligrosos. -Advirtió Andrés frotándose la cabeza con su mano.

-Jaja... a mí me pareció divertido. -Expresó Alison mirando a su amigo.

-Solo lo dices porque no te acertaron ningún palo.

-Bueno, no es mi culpa tener tan buen reflejo. -Indicó la científica con orgullo. - Siempre hacen eso?. -Preguntó.

-Si, son unos animales muy impulsivos, lo hacen cuando sienten peligro. -Informó la alta mujer.

Siguieron adelante por el selvático camino, repentinamente frente a ellos un exuberante claro les daba la bienvenida. Estela se adelantó dejando atrás a los demás, un escalofrío recorrió su espalda sudorosa, se puso alerta y empezó a inspeccionar el lugar, de pronto sus ojos captaron algo, se encaminó hacia su derecha cerca de unos arbustos, allí habían huellas de botas y más adelante medio enterradas las cabezas de cuatro Dantas, a su alrededor los demás restos.

Estela estaba impactada, no podía mover ni un músculo de su cuerpo, las venas de su frente se hincharon de ira, la sangre corría más rápido por sus venas, sus ojos se humedecieron de furiosas lágrimas nublando todo a su alrededor.

En su pasado había visto imágenes horribles que la hacían odiar a los hombres y odiarse a sí misma, pero esto no lo esperaba, era ya demasiado para su mente, y para su alma.

No supo cuando los demás compañeros llegaron a su lado preocupados por ella hasta que vieron el espantoso retrato en frente de ellos, nadie podía decir palabra alguna, Alison tapaba su boca con las manos sorprendida y aterrada, Ashuri dio unos pasos adelante para ver más de cerca. Los cuerpos esparcidos de los animales ya estaban en estado de descomposición, contaminando el fresco aire e impregnándose en las narices de todas las criaturas del bosque.

-Vamos Estela, vamonos de aquí, necesitamos descansar. -Le propuso Elías indicando a Pedro que ayudase a la mujer de cabello oscuro a salir de allí.

Pedro agarró a Estela por la espalda para guiarla al otro lado, donde pudieran descansar y pensar en todo ello.

Un par de horas más tarde

-Malditos asesinos... ni siquiera se llevaron la carne. -Señaló Elías pensativo.

-No, lo hicieron como una señal. -Repuso Ashuri mirando a los demás.

-No puedo creer que haya gente que haga esto. -Indicó Alison aún indignada.

-Estela sabes quién lo pudo hacer? -Preguntó Andrés observando a la fría mujer.

-Sí... se quien fue, puedo olerlo desde aquí, puedo oler el mugriento hedor de su boca... maldiciendo mi nombre, puedo sentir la intranquilidad de los animales... me está esperando.

-De, de quién hablas? -Cuestionó Pablo sintiendo el miedo recorrerle todo su ser.

La bióloga alzó su rostro mirándolo seriamente.

-Del único hijo de puta que pudo hacer esto...

-... Ramón de la Cruz, mejor conocido como... El Jefe. -Prosiguió Ashuri.

-El... El Jefe has dicho? -Inquirió Pablo rascándose la nuca nerviosamente.

-El mismo. -Aseguró el joven indígena.

-Quién diablos es ese tal jefe... parece como si estuvieran hablando del mismo diablo. -Expresó John impaciente.

-Lo es... es el diablo en persona. -Reveló Estela dejando a todos con las palabras en la boca.

-Qué gana con hacer eso?... -Preguntó Alison a la otra mujer.

-Es un cazador, se gana el respeto de sus hombres, así hace ver, que es el mejor cazador de todos, que hay que tenerle miedo, es un maldito villano, no tiene alma, no quiere ni a su propia madre, pero de sobre todas las cosas... lo ha hecho para mí, por que sabe que estamos aquí y anda en busca de lo mismo, es una señal para que no seamos tan estúpidos de enfrentarnos a él.

-Por Dios, parece un hombre peligroso. -Comentó Alison.

-Sí, lo es, creo que lo más seguro es salir de aquí. -Apuntó Estela.

-Yo no sé ustedes... pero yo no vine aquí para salir corriendo por culpa de un demente. -Apuntó Andrés mirando a cada uno. -Se darán por vencidos?

-Andrés... no sabes quien es este hombre, es capaz de matar a cualquiera. -Le advirtió la bióloga.

Pablo y Elías se miraron entre sí, como si se pusieran de acuerdo en secreto.

-Estela... estoy de acuerdo con Andrés, creo que deberíamos seguir, siento que estamos cerca.

-No Pablo, escucha... no arriesgaré sus vidas por un hombre que me odia, no es tu asunto, es mío.

-Qué dices Ashuri?... Que te dicen los espíritus del lugar? -Le preguntó Elías al indígena con esperanza de que estuvieran de su lado.

Ashuri pensó por un momento observando a su alrededor. Una hoja caía despacio desde un largo árbol de Almendro, una abeja recogía el néctar de una Amapola, un par de mariposas revoloteaban entre hermosas flores, una ardilla se atrevió a saltar al suelo en busca de semillas y frutos caídos, la selva parecía muy tranquila, más de lo normal, como en luto por el asesinato de sus hermanos Danta, compartiendo la tristeza de los humanos, ni siquiera el canto de los pájaros interrumpía el silencio, ni el chapoteo de una iguana al beber del río o los arañazos de un oso perezoso buscando alimento en la corteza de un árbol.

De pronto, como si se hubiera acabado el minuto de silencio, los ruidos empezaron a extenderse por las montañas finalizando en el claro, donde ya Ashuri sentía que lo espíritus le hablaban, una fuerte corriente de aire parecía volar a su alrededor trayendo consigo pequeños susurros que se hacían cada vez más fuertes y grotescos como si le estuvieran gritando y clamando por una explicación sin respuesta, Ashuri como podía mantenía el equilibrio, el viento parecía querer llevárselo como pago por lo que el hombre había hecho, los demás eran testigos de aquél inusual y sorprendente suceso, Alison estaba a punto de ir a ayudar al joven pero Estela la detuvo y como si finalmente terminara el interrogatorio, el viento se esfumó dejando solo un pequeño remolino de hojas y caras pálidas.

-Qué... qué fue eso? -Preguntó John mientras su corazón retumbaba feroz.

-No lo sé. -Le contestó la chica rubia a su lado igualmente pasmada.

-Es la voz de la selva. -Respondió Estela que parecía estar tranquila.

-Pero que chorrada es esa? -Inquirió John sin obtener respuesta.

Todos fueron a ayudar a un débil Ashuri que tuvo que apoyarse en el hombro de Andrés al llegar a su lado.

-Estas bien? -Le preguntó este último.

-Sí... gracias.

Ya recuperado, el joven indígena explicó lo que había sucedido, mientras los demás no podían creer lo que decía.

-Otra vez con eso de Sicu o Sipu... están todos locos, saben?

-John es que tu no lo vistes?... fue increíble, pensé que ibas a convertirte en un oso o algo así. -Expresó Andrés emocionado refiriéndose a Ashuri quien a la vez lo miraba divertido.

-No que va... eso solo lo pueden hacer los viejos chamanes.

-En serio??? -Preguntó Andrés abriendo sus claros ojos con asombro.

-Vaaa!!!... esto ya es el colmo, primero que los espíritus, luego que el diablo anda matando a todo el mundo, después que el Dios Sibú se presentó en persona y le dijo a Ashuri que teníamos su protección y bendición para seguir, y ahora ésto?

John se fue dejando a los demás hablando de lo ocurrido, decidieron pasar la noche allí, era un buen lugar para armar el campamento.

Ashuri quemó los cuerpos decapitados de los animales debajo de un árbol en señal de respeto a su Dios, los demás observaban sosegados y abatidos como los que una vez fueron felices animales hijos de la madre tierra, ahora se unían con los demás espíritus del bosque.

El que entra en los dominios de Sibú y mata a un animal y este no quema sus restos... es maldecido por el Dios, trayendo tormenta para su vida, física y espiritual.

Pronto la noche cayó pintando el cielo de negro, era cálida y oscura, los ojos de varios animalitos nocturnos brillaban ansiosos a lo lejos esperando atrapar alguna presa que pasase cerca de su escondite.

A las orillas del caudaloso y sereno río, una mujer de altura impresionante inspiraba profundamente el aire fresco de la noche oxigenando sus saludables pulmones, observaba el agua cristalina yendo y viniendo, de pronto unos recuerdos que pensó había olvidado hace ya mucho tiempo se introdujeron sin permiso en su mente.

Dieciséis años atrás

-No!!!... déjala!!!

-Quién demonios es esa niña?

-No lo sé Jefe... ha salido de la nada.

-Llévatela!!!

-No... suéltame!, suéltame!!! -Pedía la jovencita a gritos mientras el obediente hombre la sujetaba.

-Vaya vaya... que tenemos aquí?... una mocosa insolente?... te metiste donde no debías niña. -Le reveló el severo cazador acercándose a ella y pasando sus sucios dedos por los labios de la niña.

-Déjame... los acusaré!!!

-Ya veremos... sáquenla de aquí y terminemos con esto.

Uno de los cazadores sacó a tirones a la niña y la encerró en una tienda de campaña, la niña forcejeaba para escapar, pero no tuvo mucha suerte, chillaba dentro de la tienda mientras los hombres reían, de pronto un disparo hizo que se asustara y unas lágrimas se derramaron por su delicado rostro.

-Al fin, el trofeo es mío!!!

-Jefe... hay guardabosques por todas partes... tenemos que irnos.

-Qué?

-Creo que andan buscando a la mocosa.

-Demonios, demonios, demonios!!!... esta bien, recojan al animal.

-Jefe, no esta muerto, aún vive.

-No le dispares... oirán.

-Qué hacemos?

-Recojan todo.

-Y el animal?

-También idiota... no voy a dejar mi trofeo que tanto me ha costó.

-Ya oyeron vamos!

La niña que lloraba desconsolada escuchaba el desorden de afuera, trató de calmarse y buscar algo para romper la tienda y escapar, observó el lugar, habían trastos sucios, un sombrero, una botella de licor medio vacía y lo que parecía una camisa sucia y con manchas de sangre seca.

Apresuradamente agarró la botella y la camisa, cubrió la botella con la camisa y de un fuerte golpe en el suelo la quebró, dejando afilados vidrios en el suelo, cogió uno bastante grande y se movió a la parte de atrás de la tienda.

Los cazadores seguían recogiendo el campamento dejando por último la tienda donde habían metido a la niña.

La pequeña niña pudo escapar sin que nadie lo notase, pero algo la detuvo, se escondió detrás de un arbusto y miró a la jaula donde tenían a una hermosa pantera negra que sangraba abundantemente pero que parecía seguir respirando, la niña de azul mirada observó a sus lados y rápidamente corrió hasta la jaula, con mucho cuidado la abrió y se adentró a ella, poco a poco se fue acercando al animal, la pantera al percibir a la niña abrió sus ojos, la niña se asustó pero prosiguió a acercarse.

-Linda... linda gatita, te sacaré de aquí... vamos, tu puedes hacerlo.

El animal se movió para levantarse, se tambaleó un poco pero al fin lo logró.

-Eso es... eres muy fuerte, vamos... sal de aquí, tienes que hacerlo, anda chica hazlo, no tienes mucho tiempo.

Como si la pantera entendiera lo que le dijo, salió de la jaula corriendo como podía.

-Heyy!!!!... La pantera se escapa!!!

-Mierda... detenla... dispara!!!!

Los hombres dispararon pero ninguno dio en el blanco, El Jefe furioso se volvió a la niña.

-Jefe, no tenemos tiempo para ir tras el animal.

-Lo sé estúpido... tráeme a la niña ahora!!!

Dos de los hombres le trajeron a la jovencita, que a la vez pensaba que esa era la última vez que sus ojos miraban a ese horrible hombre y a ese bello lugar.

-Eres un problema mocosa... mira lo que has hecho... -El cazador la miraba con todo el odio que podía poseer. -... Me has quitado lo que toda una vida deseé tener... -El hombre se acercaba peligrosamente a la asustada niña. -... Ahora tomarás el lugar de mi trofeo... -El hombre la encaró más de cerca, mucho más, pegando su gran nariz al de la niña, estudiando el rostro juvenil, memorizando cada centímetro de piel, la joven temblaba, trataba de cerrar sus ojos pero no podía, las gotas de sudor corrían por sus sienes, estaba aterrada, sentía que iba a orinarse en cualquier momento.

De repente unos gritos desesperados interrumpieron el agobiante y grotesco escenario.

-Estela!!!... Dios mío, qué hace???... suéltela!!!

El cazador miró a la mujer que gritaba por la vida de la niña, de inmediato se le unieron más personas, entre ellas guardabosques y muchos niños que veían aterrizados a los cazadores con armas y a su compañera de escuela sujetada por dos hombres.

-Suelten las armas!!!... suéltenlas de inmediato!!! -Indicó uno de los guardabosques sujetando su propia arma.

-Jefe... qué hacemos?... hay muchos niños mirando.

-No estoy ciego imbécil, lo sé!

El hombre se puso muy nervioso, miraba a la niña y a los demás una y otra vez, deseaba matarla por lo que había hecho, es más, lo hubiera hecho de no ser porque fue interrumpido, no deseaba pasar toda su vida en la cárcel por asesinato múltiple, así que no le quedó otra más que soltar el arma y alzar las manos, de por sí, tenía bastante dinero para pagar la fianza o al juez, ya antes lo había hecho.

Los guardabosques se acercaron cautelosos y pusieron esposas a cada uno de los cazadores que no eran más de seis.

Se llevaron de allí a los niños, a la maestra y a la pequeña Estela.

-Niña?... -Estela miró atrás al hombre que hacía poco iba a matarla a sangre fría. -... Se quien eres, te lo cobraré.

La única testigo de esas amenazantes palabras fue la propia Estela, ningún otro lo escuchó, solo ella y supo que era cierto, ese hombre se convertiría en su pesadilla, algún día tenía que enfrentarlo cara a cara.

El presente

La bióloga apretó las manos tan fuerte que las uñas de sus dedos traspasaron la carne, su corazón se aceleró hasta más no poder, sentía su cuerpo hervir, el sonido de un disparo que su mente recreó la devolvieron a la realidad.

-Ese día a llegado. -Informó en voz alta.

La bióloga empezó a quitarse la camiseta, pasándola por la cabeza quitándosela por completo, luego se quitó las botas y empezó a desabrocharse el pantalón. Quedó completamente desnuda, sintiéndose parte de la naturaleza, una criatura más de la selva, indefensa como un animal herido, alzó sus brazos y sin otra cosa se lazó al agua.


-Alison tienes hambre?

-No en realidad.

-Bien, um... Ashuri ha hecho un delicioso caldo de pescado, los ha pescado él mismo.

-Gracias Andrés, pero prefiero no comer, mi estómago no se siente muy bien.

-Esta bien lo entiendo.

-Oye Andrés, ven!... Ashuri esta contando una más de sus historias! -Le avisó Pablo el cuál estaba sentado junto con los otros hombres alrededor de la fogata.

-Quieres venir? -Le preguntó Andrés a su amiga.

-No gracias... me quedaré aquí si no te importa.

-Bien.

Andrés se fue dejando a Alison dentro de la tienda que compartía con Estela. La tienda estaba abierta dejando pasar la suave voz del joven indígena, Alison estaba recostada esperando que su estómago se aliviara, de pronto sintió el llamado de la naturaleza. Se encaminó lo más lejos que pudo de los demás, casi no podía ver, temía encontrarse con otra serpiente, desde la última vez que vio una demasiado cerca para su gusto, les cogió idea.

Mientras caminaba buscando un sitio, algo la distrajo, se temía lo peor, su corazón se paró, estaba muy oscuro, pero podía escuchar algo o alguien que nadaba en el río cerca de ella, al tratar de enfocar más su mirada pudo ver un rostro conocido. Como por arte de magia su estómago se alivió, y se olvidó de por que estaba allí.

Dando gracias a la oscuridad, se acercó lo más que pudo y se agachó, sus ojos recorrían los fuertes hombros que salían del agua, la mujer escurría el agua una y otra vez de su largo cabello de noche colocándolo de lado dándole el toque más femenino y delicioso que Alison hubiera visto jamás.

- "Alison pareces una depravada... vete de aquí... chu, chu, fuera... por Dios que cuerpo... no, mejor quédate... acércate más, más... no seas miedosa" . -Le decía su sucia conciencia.

La joven científica no podía apartar sus ojos de Estela la cual se movía como un pez sobre el agua, de pronto recordó el beso de la noche pasada y de cómo amaneció junto a la bióloga esa mañana, le dio mucha vergüenza pues la bióloga no podía ni moverse, Alison la tenía envuelta entre brazos y piernas, a Estela le había hecho gracia aquella situación, pero Alison estaba que se moría.

Ahora estaba allí, totalmente desnuda ante la chica de mirada esmeralda, allí... sumergida en el espejo de agua, lavándose como si quisiera quitarse toda la suciedad de su vida, las culpas, los engaños que reflejaban su bello rostro, sus hermosos ojos, su corazón, sus palabras y sus pensamientos que podían ser escuchados más allá de lo imaginable, más allá de la penumbra.

-Veo que has encontrado un buen lugar.

Alison se asustó al escuchar la voz de la otra mujer.

-Eh... yo... eh, umm... -Tartamudeaba saliendo de su escondite.

-Ya terminaste?

-Si, no... si, bueno...

-Oye... el agua esta increíble, no te metes?

-Yo... no, gracias... lo haré en la mañana.

La idea de encontrarse con un cocodrilo no era muy buena para la chica rubia, y no solo eso, estar dentro del agua junto a la mujer que la inquietaba y tras de eso desnuda... así que, solo se quedó allí observando a Estela nadar hasta la orilla.

-Esta bien, yo igual ya estuve mucho tiempo.

La bióloga salió del agua sin rodeos dejando su cuerpo ser secado por el leve viento, aunque estaba oscuro, Alison podía ver la silueta de Estela e imaginarse lo demás.

-Bueno... nos vemos en la tienda. -Alison un poco acalorada prefirió retirarse y dejar a la otra mujer con su intimidad.

-Espera, no es necesario que te vayas, ya me visto. -Le dijo Estela percibiendo la incomodidad de la chica.

-No, esta bien... -Le contestó la científica dándose cuenta de la idiotez que acababa de decir. -... Quiero decir, solo si quieres.

-Solo si quiero? -La mirada de Estela cambió de repente volviéndose seductora y ardiente.

-Este... si, o sea... -Ya Alison había perdido toda facultad de comunicación y lenguaje, ni siquiera ella sabía que decir o hacer. - "Rubita, creo que mejor te desapareces antes de que cometas una estupidez" . -Le indicó su conciencia que poco le ayudaba, pero que esta vez tenía razón. -Estela, mejor me voy.

La bióloga no quería que se fuera, todavía desnuda agarró el brazo de Alison impidiéndole irse.

-No te vayas... por favor.

Alison sentía la necesidad de la otra mujer, al ver ese rostro triste y desolado, sabía que ahora más que nunca la necesitaba, se dio cuenta que ella también.

-No me iré. -Y sin importarle la desnudez de Estela la abrazó sintiendo el calor que emanaba su piel y el sentimiento que nació en su corazón.

Quería compartir su dolor, sus penas, sus miedos, todo, todo lo que era esa enigmática mujer que no pudo seguir ocultando su debilidad y dejó que Alison la conociera, que conociera su verdad, que supiera que no era más fuerte que nadie, que más bien era lo contrario, tan débil como una hoja. Se quedaron así por un rato, habían caído un par de lágrimas por la espalda de Alison, las cuales quemaron la piel por donde pasaban, Alison sabía que esas lágrimas valían millones, que ella era una persona privilegiada y que allí, en ese mismo momento Estela le había regalado su confianza, su plena confianza.

Se fueron separando despacio, la perdida se sintió, no deseaban separarse nunca más, fue tan confortable que ninguna dejó ni un segundo de verse.

-Que bueno que me quedé. -Le expresó Alison con una sonrisa radiante.

-Sí... que bueno que estas aquí.

Como si el mismo viento las fuera uniendo de nuevo, las dos hermosas chicas se dejaron llevar, el sonido del bosque las llevó a un camino de emociones y estremecimientos sin explicación, sus labios se unieron como la noche pasada, pero esta vez era más cercano, algo más confiado, un beso lleno de deseo y promesas, como un pacto de amistad, de hermandad y de amor, un solo roce, un solo beso, era lo único que clamaban sus corazones para ser llenados por completo. Pero para sus cuerpos no era suficiente, ellos exigían más, exigían todo.

El beso fue aumentando a más caricias desordenadas y decididas, Alison no podía dejar de besar a la bióloga, quería fundirse en ella, besarla por el resto de su vida. Dentro de sus bocas se aclamaba por una gran fiesta, por una enorme celebración, que participasen solo ellas, solo sus lenguas llenas de pasión, donde hubiese exquisitos manjares, y una danza sensual. Las jugosas lenguas no deseaban parar de danzar por toda la noche, pero la música estaba terminando para pronto seguir con otra de un ritmo más suave y seductor.

-Alison... umm... déjame... déjame respirar un poco... -Le pidió Estela a la chica que parecía no tener intenciones de soltarla ni dejar de besar sus rojos y calientes labios.

-Oh! cielos, lo siento... -Se disculpó la mujer más pequeña poniéndose toda colorada.

-No lo sientas, que yo no lo hago, jamás lo haría.

Alison ayudó a Estela a vestirse, llegaron al campamento, solo Elías estaba fuera, los demás ya estaban descansando.

-Hey Estela... ya estaba a punto de ir a buscarlas, se que te puedes cuidar tu misma, pero ya sabes, con esos matones cerca...

-Lo sé Elías, perdona que te hayamos preocupado, estamos bien.

-Bueno... me quedaré vigilando, así que puedes descansar tranquila y tu también señorita.

-Gracias Elías... buenas noches. -Le dijo Alison con una sonrisa.

-Buenas noches señorita.

Elías era el más fuerte de todos, siempre atento y servicial, lo que les encantaba a las mujeres de él, Estela lo apreciaba por el trato que le daba a ella en especial. Junto a Pablo y Ashuri los cuatro hacían un gran equipo.

-Ven.

Estela ya se encontraba recostada, Alison la miraba desde su posición de rodillas frente a la bióloga, la chica más joven no esperó más y se recostó de igual manera a su lado, Estela levantó su mano para acariciar el rostro de Alison y como si la misteriosa música empezara a sonar de nuevo, unió sus labios con los de la científica, impidiendo cualquier protesta en contra, cualquier pregunta o duda.

Estela colocó sus manos en la cadera de Alison y la volvió para colocarla encima de su cuerpo, así empezaron a acariciarse por todo el cuerpo encima de la ropa, el contacto era completo, Estela abrió sus piernas y Alison se colocó entre ellas, se besaban impulsivamente, como si en segundos se fuera a acabar el mundo y solo tuvieran esa única oportunidad para amarse y entregarse. Alison quería poseer ese maravilloso cuerpo, quería que fuese únicamente suyo. Ya mucho más excitadas no podían estar, así lo indicaban sus cuerpos que se movían al ritmo de la música hecha por los dioses.

-De... déjame quitarte esto.

Estela empezó a quitar los pantalones de Alison, después siguió con su ropa interior, Alison se sentó en las caderas de la bióloga para despojarse de su camiseta verde mientras Estela hacía lo mismo con la suya, Alison desabrochó el botón del pantalón de la alta mujer y bajó la cremallera metiendo una mano para conocer el rincón más deseado de la joven, Estela suspiro entrecortada, sintiéndose lejos de la tierra, Alison se apuró entonces a quitar las botas y el pantalón de Estela, las dos quedaron sin ropa alguna que estorbarse para cumplir con el deseo de cada una.

Volvieron a la posición que antes disfrutaban y de nuevo iniciaron los movimientos antes interrumpidos. Estela enredó a la chica entre sus piernas, quería sentirla a plenitud, Alison movía sus caderas con fuerza pero luego bajó el ritmo y de nuevo lo aumentaba, así estuvieron por un rato, deleitándose en cada corriente que pasaba por sus cuerpos. Apunto de llegar al orgasmo, Estela paró y se volvió quedando encima de Alison, las dos respiraban alocadamente, sus cuerpos bañados en sudor suplicaban por más.

Alison cogió un mechón húmedo de cabello azabache entre sus labios y lo enredó en su lengua dejando que Estela lo viera, Estela no pudo más y agarró con sus labios la dulce lengua de la tentadora chica, saboreando su propio cabello.

Pronto siguió como la buena bióloga y exploradora que era rastreando partes sensibles del contorno de la bella figura de Alison, la cual arqueaba su espalda cada vez que daba con alguna de ellas, alrededor de sus pezones, sobre ellos, en su abdomen, cerca del ombligo, en su pelvis, en las entre piernas, en los muslos, y finalmente en su sexo, donde Estela pasaba sus labios una y otra vez, mojándolos completamente, donde su lengua lamía hasta satisfacer su sed, donde sus dedos mendingaban y Alison les daba la bienvenida dejándolos pasar a su jardín de frutos.

-Oh!!!Cielos... Es... Estela... eres una Diosa!!!... eres... ahhh!!!

Alison se revolvía con frenesí, sujetándose de la cabeza de la bióloga hasta que al poco tiempo llegaba al clímax. Estela sacó sus dos dedos de Alison, pero siguió unos segundos deleitándose con su boca hasta hacer que otra descarga corriera en la joven rubia.

Estela se arrastró por el cuerpo más joven hasta llegar a su boca. Alison la abrazó acariciando su espalda de arriba a abajo, bajó sus manos hasta llegar a los perfectos glúteos de la bióloga y arañarlos fieramente.

-Ummm... Alison... hazme... tuya, necesito sentirte.

Alison obedientemente dejó que Estela se pusiera de lado, Alison se acomodó detrás de la otra mujer pegando el cuerpo a su espalda, Alison besó despacio cada hombro y el suave cuello de la bióloga, dejando un rastro húmedo por el camino, siguió por su espalda hasta llegar las glúteos arañados, allí había dejado unas marcas, Alison las miró y prosiguió a lamerlas con furia.

-Un Alison... eres una delicia... cómeme, soy tuya.

Alison sustituyó su lengua por las manos y subió para besar los labios de la alta mujer, sus manos también fueron subiendo agarrando por delante los pechos de Estela, esta última curvaba la espalda despegándola de los pechos de la rubia, pero Alison no dejaba que pasara eso y atraía de nuevo el otro cuerpo al suyo.

Una de sus manos fue bajando hasta llegar al centro de Estela quien suspiraba agitadamente, Alison jugó un rato con el mojado clítoris de la bióloga, esta movía su caderas pegando sus glúteos al sexo de Alison quien empezó a sentir de nuevo la penuria en su centro, ágilmente colocó un dedo dentro de Estela y empezó a sacarlo y meterlo rápidamente, mientras con su otra mano masajeaba los pezones erectos de la mujer y así Estela llegó a tener unos largos y placenteros espasmos hasta llegar al tan esperado orgasmo que la dejó sin aliento.

-Eres increíble mujercita.

-Mujercita?... eso te he hecho ver?

-No... me has hecho ver el universo.

-Estela... creo que estoy enamorada.

-Vaya... y eso es malo?

-No... no lo sé.

-Lo dices por... Erick?

-Quién es Erick?

-Venga loquita no te hagas, sabes a lo que me refiero.

Alison estaba abrazada por la otra mujer, sus pensamientos fueron más allá, se había olvidado completamente de su novio, sabía que por una parte estaba mal, lo estaba engañando, pero por otro lado se sentía completa con Estela y sentía que eso estaba bien, no podía ser malo considerarse... feliz.

-Estela... no me arrepiento de lo que hicimos... ni de lo que siento por ti, de estar aquí contigo, de que me abraces así... mi corazón me dice que es lo correcto, nunca había estado tan segura como ahora... siento algo muy fuerte por ti, mucho más de lo que siento por Erick.

Estela la besó con ternura, tomándose su tiempo para disfrutar de esos maravillosos labios, fue lo único que pudo hacer después de que la chica confesara esas palabras para ella. Abrazadas se quedaron dormidas, soñando por un nuevo despertar juntas, por un nuevo camino donde solo ellas dos existiesen... y nadie más.