Amor natural iii
La expedicion inicia y estela y alison empiezan a limar asperezas
AMOR NATURAL
Por Andre Love
Día del viaje, apartamento de Estela.
-Dónde demonios están mis botas?
La bióloga buscaba alrededor de la pulcra habitación sus botas de exploradora, una gran mochila descansaba encima de la cama, se puso de cuclillas para mirar por debajo de la cama, pero no encontró nada allí, siguió buscando por toda la habitación dándose por vencida, salió y caminó hacia la sala, miró por debajo de los sillones y nada.
-Mierda, mierda y más mierda!
Fue hasta el pequeño comedor para ver si las encontraba allí, y como por arte de magia aparecieron en una de las sillas de la mesa.
Se rascó rápidamente la cabeza intentando recordar por qué las había dejado allí, miró el reloj de su muñeca dándose cuenta que le estaba cogiendo tarde, a las seis debía de estar en las oficinas, esta vez tenía que llegar mucho más temprano que los demás, pues le correspondía revisar la lista de cosas que llevaban para la exploración, aunque ya estaba todo listo prefería mirarlas por última vez antes de emprender el viaje a la selva.
En ese momento sonó el teléfono, Estela cogió sus botas de la silla y fue a contestar, aunque en realidad no deseaba hacerlo.
-Aló?
-Estela?
-Madre... cómo estas? -Le preguntó sin ganas.
-Bien hija... debes de estar muy ocupada haciendo tu equipaje.
-Qué comes que adivinas?
-Ja!... ya sé que no tengo que decirte esto, pero... buena suerte.
-Gracias madre... voy tarde, tengo que irme.
-Espera Estela... solo una pregunta.
-Ahora qué?
-Quien es esa chica que sale contigo?
-De qué hablas?... cuál chica?. -Estela miró de nuevo su reloj, estaba empezando a ponerse histérica.
-He visto esta mañana el periódico... sales en varias fotos con una chica... me he quedado sorprendida, parecen muy... amistosas.
-Oh por Dios. -Estela pasó una mano por su cabello y suspiró impaciente. -Madre es solo una compañera de trabajo.
-Sí he leído que es una científica de Atlanta.
-Sí lo sabes para qué me lo preguntas?
-Solo quería saber si era amiga tuya... nunca te he conocido amigos Estela, es algo nuevo.
-Bueno... creo que hasta yo puedo tener amigos madre... no soy un monstruo sabes?... no ando ahuyentando a toda la gente que se me acerca, no me conoces ni un pelo.
-Vamos hija... no lo tomes mal, yo...
-Nos vemos madre.
-Nos vemos hija... cuídate.
Estela colgó el teléfono, una lágrima corría por su rostro, su madre siempre había creído que ella era esa clase de personas que andaban escondiéndose del mundo, cuando era una niña su madre siempre se lo andaba recordando y Estela terminó creyéndolo, le había costado mucho integrarse en la sociedad después de dejar su hogar, su padre siempre le había dicho que luchara hasta lo último por lo que quería y así lo hizo, pronto conoció a buenas personas y a personas muy malas, sus pensamientos cambiaron pero lo que su padre le había dicho nunca lo olvido, ni lo olvidaría jamás.
Minutos más tarde Estela iba rumbo al instituto, no tenía que pasar al hotel por los científicos, ellos llegarían unas horas más tarde. A esa hora las calles estaban un poco vacías para su conveniencia, pronto llegó al edificio, aparcó su auto en el estacionamiento, siempre llevaba su propio auto a las excursiones aunque su jefe le decía que no era necesario, observó a algunos hombres sacando las cosas que llevarían, Estela se apresuró hacia ellos para indicarles que esperaran a que ella misma repasara la lista.
-Hola.
Estela miró a un lado pero no vio a nadie, la persona que le habló estaba jugando con ella, pero ella no estaba para juegos en ese momento, miró hacia el otro lado y de pronto todo pensamiento quedó borrado y deseó seguir jugando por el resto de su vida.
-Hola... bosque verde... amanecer dorado.
-Perdón? -Le indagó Alison sin entender lo que le había dicho.
-Que haces aquí... se supone que salimos hasta las 9.
-Pensé que necesitabas que te echaran una mano y... aquí estoy.
Estela la miró sonriendo de medio lado.
-Bien... ahora que lo mencionas, si que necesito una mano... puedes empezar llevando esta caja y luego esta otra...
Alison miró las cajas que se refería la bióloga, eran grandes y parecían muy pesadas, la chica se agachó para alzar una pero una mano en su hombro la detuvo.
-Solo bromeaba... ven traigamos la lista, de esto se encargan otros.
Alison suspiró aliviada, por un momento pensó que Estela hablaba en serio.
-Eres mala lo sabes?
-Jaja, si... ya muchos me lo han dicho, gracias por recordármelo... se me estaba olvidando.
-En serio?
-No... ven.
Las dos se sonrieron y se dirigieron a la oficina de Manuel, quien las saludó contento al entrar en su oficina, les dio una copia de la lista y salieron dispuestas a seguir con su trabajo.
Tres horas más tarde.
-Sabes?... he estado esperando esto por mucho tiempo. -Confesó Estela poniendo sus manos a cada lado de su cadera y mirando el ajetreo a su alrededor.
-Yo también... desde que llegué aquí, no he podido dejar de pensar en esos animalitos, en lo que todo esto significa, es como si volviera a renacer en nosotros la esperanza. -Le declaró Alison a la bióloga de pié junto a ella.
Ya había llegado la hora de partir, Andrés y John llegaron unos minutos antes, estos estaban metiendo sus pertenencias en uno de los dos autos designados para la expedición, todos eran cuatro por cuatro al igual que el de Estela con el cual sumaban tres, Ashuri hablaba con el director y raudo se despidió de él llegando junto a los demás hombres quienes habían terminado de meter mochilas, y cajas con alimentos, todos se despedían de los demás compañeros que trabajaban allí.
El sol se alzaba con su gran poderío reflejando a todos un bello día de viaje, los ojos de ambas chicas, una alta y otra no tanto pero de igual manera bella, resplandecían mucho más de lo normal, la ciudad empezaba a llenarse de gente de todo color, raza y credo, yendo y viniendo por las largas aceras junto a las miles de tiendas y restaurantes dispuestos a trabajar como nunca ese día, las palomas se refugiaban en las sombras de las iglesias mientras que otras preferían robar comida que caía en los suelos de los parques, el jardinero regaba las flores y los jardines impregnados de orugas naciendo, mientras que el barrendero espantaba a las palomas ladronas por donde pasaba su gran escobón queriendo así que el mundo viera el lugar más limpio del planeta.
Así los tres autos se pusieron en marcha, dejando atrás manos que los despedían, no era un viaje largo, no era un viaje sin retorno, o un viaje de vida o muerte, era solo un viaje de los muchos que Estela y sus compañeros hacían a menudo, pero este era diferente... muy diferente.
-Duraremos aproximadamente 6 horas, son como 150 Km. al sur, haremos solo una parada. -Le explicó Ashuri a Alison quien iba adelante junto a Estela, Ashuri iba en el asiento de atrás.
-Es un poco largo. -Indicó Alison. -Pero sobreviviré.
Andrés y John iban en otro auto con dos compañeros de Estela, Pablo y Elías, en el último auto iba solo Martín quien llevaba casi toda la carga de la expedición. Estela iba a la cabecera pues se sabía el camino como la palma de su mano.
Pronto salieron de las atareadas calles de la ciudad para introducirse en la carretera rumbo a su destino.
-Alison, tengo un estuche de cds en la guantera... -Le indicó la bióloga a su compañera de viaje. -Mira a ver que te gusta.
Alison hizo lo que le indicó, abrió el estuche y repasó uno a uno los discos.
-Quién lo diría!
-Qué?
-No pensé que te gustase la música New Age... pensé que eras un poco más...
-Agresiva?... no, algo me tiene que mantener calmada.
-Bendita seas música!!! -Exclamó Ashuri alzando las manos.
-Jajaja... -Alison se reía mirando la mueca que hizo Estela a su compañero el cual de inmediato se le unió a las carcajadas de la chica rubia.
-Dejen de reírse... o se arrepentirán... y lo digo en serio... -Estela los miraba fingiendo enfado, estos no dejaban de reírse de ella.
-... Oh vamos!... Alison pon algún disco antes de que la biologuita nos tire por la ventana.
-Ummm... no es una mala idea. -Repuso Estela rascándose la barbilla y tornándose sería.
Alison y Ashuri dejaron de reír de golpe, miraron a la bióloga que parecía hablar en serio y tragaron saliva.
-Rápidooo!
Bosque, en ese mismo momento.
-Bien!... recojan el campamento, hora de partir.
Un hombre calvo y con bigotes, alto y bien fornido, vestido como guerrillero apagó la fogata con un chorro de agua de su garrafa, bebió de él, y escupió un poco, se echo lo restante en su quemada cabeza, otro hombre más pequeño pero con igual vestimenta y portando un rifle llegó a su lado.
-Jefe... esta seguro que no tendremos problemas con los gringos?
-No tonto... por eso tenemos que movernos rápido... encontraremos a esos bichos antes que ellos.
-Ya entiendo jefe... así creerán que no hay más de esos animales.
-Me dejas sorprendido con tu inteligencia Pedro... ahora muévete idiota!... y dile a esos buenos para nada que no dejen ningún rastro, o yo mismo los mataré.
-Sí jefe. -El sujeto llamado Pedro corrió a unirse con los demás hombres. -Ya oyeron... debemos irnos antes de medio día... esa gente llegará en cualquier momento... andando.
Seis horas más tarde, ese mismo día.
-Bien, hemos llegado.
Estela bajó del auto junto con sus compañeros, cada uno se estiraba como podía después de estar por muchas horas sentados en una misma posición. Los autos fueron estacionados a la entrada de la reserva, la cual estaba bañada de una exuberante vegetación.
Estela nunca se acostumbraba a lo hermoso de esos lugares, para ella era como estar en un mundo diferente, en el cual no existían más que ella y la beldad de lo que le rodeaba.
El cántico de los pájaros colmó sus sensibles oídos despertando su alma como si solo eso necesitara en toda su existencia, como si solo el resplandor de una exquisita orquídea a lo lejos realzando su excepcional color la impulsara a seguir viviendo, sus ojos azulinos se dilataron adsorbiendo la intensa verdosidad de la selva cada vez más profunda y exuberante, su corazón galopaba sin intención de detenerse, la excitación se apoderó de su cuerpo.
Esto era lo que le encantaba de su profesión... sentir el poder de la vida salvaje en sus manos, sentir que era parte de ello, que pertenecía allí como ese árbol de cedro que trataba de ganar una gran batalla contra los rayos del sol, o como aquel Congo que los vigilaba receloso desde la copa de un árbol.
-Estela... no tengo palabras, esto es... hermoso.
Alison admiraba el excepcional lugar que le rodeaba, respirando el aire puro y virgen que danzaba entre ella dándole la bienvenida, observó las facciones de la alta mujer, no cabía duda que disfrutaba de esto tanto como si fuera una niña en un parque de diversiones.
-Y apenas es el principio, espera ver más adentro, no encontrarás lugar más bello que este.-Le prometió la bióloga.
Esta última miró a sus compañeros y les hizo señas para que se aproximaran a ella, al minuto todos estaban reunidos esperando por las indicaciones de la bióloga.
-No tengo mucho que decirles, sabemos de memoria por que estamos acá, como cabeza de la expedición, ustedes son mi responsabilidad así como lo que vayan a hacer, si tienen dudas, si ven algo extraño o algo le pasa a alguno de ustedes, de inmediato se dirigen a mí...-Indicaba Estela muy seria y mirando a cada uno.-... Somos un equipo, aquí nadie es más ni menos, estamos en lo mismo...-Todos asintieron sin vacilar, excepto John quien parecía ofuscado por el calor y por los mosquitos que le andaban alrededor.-... Mantengan los ojos muy abiertos, cualquier pista, cualquier rastro puede aparecer en donde uno menos lo espera... alguna pregunta?...-Nadie dijo nada, Estela miró a John, este trataba de espantar con sus manos a los cada vez más necios mosquitos.-... John tienes algo que decir?
-Sí... alguien trajo un maldito repelente?... bichos asquerosos.
Los hombres lo miraron con burla, entre ellos Andrés, todos se dispusieron a montar de nuevo en los autos, Estela y Alison se miraron la una a la otra.
-Piensas lo mismo que yo?-Preguntó Estela.
-Sí, pero no creo que sea un gran problema.
-Alison debes de aprender a no ser tan confiada... nunca se sabe.
-Lo dices también por ti?
Estela la miró por un momento sin mover ni un músculo de su rostro. Podía la chica confiar en ella?... sin embargo, por que lo iba a hacer?... Acaso ella, la dura y reservada mujer lo deseaba... Se lo permitiría?
-"Por ahora mejor no, tal vez... algún día podrías chica bonita"-Pensó.
Como ya otras veces hiciera, Alison se quedó esperando la respuesta que nunca salió de la boca de la otra mujer, pensó que tal vez no quería delatar su propia duda, o que simplemente no le gustaba contestar preguntas sobre sus sentimientos, o las dos cosas. Sin darle más vueltas al asunto siguió a la bióloga al auto, pronto se dio cuenta que Ashuri no estaba en él.
-Donde...
-Shhhh...-Estela le hizo guardar silencio y señaló hacia el joven indígena hincado al frente de una enorme roca a pocos metros de ellas.
-Qué esta haciendo?-Preguntó curiosa.
-Esta pidiendo permiso al espíritu del lugar.
-Cómo?-Preguntó Alison extrañada.
-Es mitología Bribri.
Alison no entendía nada, Estela se dio cuenta y trató de explicarle.
-Verás... Ashuri es un indígena Bribri, ellos tienen sus creencias al igual que nosotros las nuestras, en este momento le esta hablando al espíritu de la selva, Ujum. Los lugares están custodiados por los espíritus del lugar; ellos tienen las mismas costumbres que los humanos y pueden causar la muerte a cualquiera que trate de hacerse de sus dominios. Ujum es un ser etéreo que habita en las montañas y vive en la masa misma de la roca...-Estela miró de reojo a la joven junto a ella la cual estaba muy interesada en la historia como parecía estarlo siempre con todo, sonrió y siguió con su relato.-... Para no contrariarlos hay que guardar silencio al entrar a una montaña; de lo contrario se expone el intruso a que se desaten grandes aguaceros, e incluso puede recibir la muerte.-Terminó la bióloga con una voz profunda, haciendo que los bellos de Alison se pusieran de punta.
-Vaya!... que interesante.- Reveló Alison.
-Para nosotros es interesante, pero para ellos es importante, es en lo que creen.
Alison miraba al joven que parecía haber terminado de charlar con el espíritu.
-Como sabes tanto de ellos?
-He vivido con ellos.
-Oh... me contarás más sobre la mitología Bribri?
-Por qué mejor no le preguntas a Ashuri?... él es el experto.
-Esta bien, lo haré.
-Pero por ahora mejor no... debe de guardar silencio un par de horas, por respeto. -Alison asintió y se concentró en el lugar.
Pronto reanudaron la expedición, la espesura del bosque se hacía cada vez más densa e impenetrable, por ello tuvieron que dejar atrás los vehículos y seguir andando a pie con mochila al hombro. Adelante iban Pablo y Elías, después Estela junto a Alison, atrás de ellas Ashuri y Andrés y por último Martín y John.
El camino era muy cerrado, solo dos personas cabían a la vez, a los lados árboles macizos, arbustos y flores silvestres los acompañaban hacia lo más profundo del bosque, cada uno iba sumido en sus pensamientos, por ahora no había nada más que disfrutar de la vista que alumbraba el sendero que los llevaría a su destino.
Los tres compañeros de la bióloga; Pablo, Elías y Martín, habían estado con ella en la última expedición, en la cual encontraron dos bellos tesoros de la naturaleza, y por lo cual ahora estaban de vuelta, luchando por encontrar más tesoros escondidos dejados por la madre tierra.
Estela los estimaba pues eran muy buenas personas y muy buenos trabajadores, eran de los pocos que quedaban después de que la directiva de la institución cambiara y fuera puesta a manos de Manuel, muchos habían sido despedidos por ser cómplices de malos adversarios o por haber tenido mal administración con materiales y documentos importantes, ahora las cosas habían cambiado mucho gracias a las nuevas autoridades y sus estrictas normas y reglamentos.
A Estela le parecía excelente, probablemente lo mejor que le hubiese pasado al Ministerio, pero a muchos no les gustaba la forma en que ahora se tenía que trabajar, ahora era más difícil y peligroso para la gente que quería hacer sus malicias dentro y fuera de la institución, porque todavía existían personas inescrupulosas tratando de buscar las cosas de manera fácil, era algo de nunca acabar y difícil de controlar.
La reserva era un santuario de vida. Una fila de montañas se esforzaba por tocar las nubes expuestas en el cielo, cada vez se escuchaban más las voces de los animales que se realzaban a todo pulmón, como si estuvieran protestando por la existencia de los humanos, algunas aves pequeñas no dejaban de volar arriba de sus cabezas como impidiéndoles el paso a su gigantesco hogar.
Los ojos de Alison se movían de un lado a otro, tratando de capturar todo lo que observaba. Paró un momento para sacar de su mochila una pequeña cámara digital, de pronto sintió que algo se arrastraba por uno de sus pies y miró de inmediato hacia abajo quedándose de piedra.
-Eh... oigan chicos... creo que... tengo un pequeño... problema.
Estela que iba junto a ella la miró con el ceño fruncido, Alison le señaló con un dedo hacia abajo, la bióloga se dio cuenta del "pequeño" problema enredado en la pierna de la rubita.
-No te muevas.-Le advirtió Estela a la joven científica que parecía haber dejado de respirar.
Los demás se detuvieron de repente y se unieron a la bióloga que rápidamente buscaba algo en el suelo, Andrés tenía los ojos como platos e instaba a su amiga a que no se moviera, los demás parecían también preocupados.
Estela había encontrado una rama lo bastante larga para poder alcanzar a la serpiente sin tocarla.
-Alison voy a tratar de quitarte a la serpiente, pero por favor quédate tranquila.
Alison asintió muy despacio y cerró con fuerza sus temerosos ojos verdes rezando por su vida.
-Date prisa... por favor.-Suplicó la joven.
Estela muy concentrada alargó la rama hacia la serpiente tocándola apenas, los demás parecían estar reteniendo el aliento, Ashuri tenía su moreno rostro hacia el cielo como si estuviera haciendo una plegaria a algún Dios o espíritu. Pronto la serpiente empezó a moverse lentamente hacia la rama que Estela sujetaba, poco a poco empezó a desenrollarse de la pierna de Alison para hacerlo con la delgada rama, su pequeña lengua salía y entraba sin cesar, haciéndole cosquillas a Alison cuando le rozaba puniéndola más nerviosa de lo que ya estaba. Pasaron unos segundos agobiantes para todos hasta que el rastrero animal se enredó completamente en la rama dejando libre a la chica, Estela con mucho cuidado la levantó y se encaminó a un pequeño arbusto con muchas ramas cerca de ella, allí la dejó que se enredase y al fin todos se relajaron.
-Vaya!... eso estuvo de muerte.-Exclamó Andrés sonriendo a su amiga.
-Dímelo a mí... por Dios!... estuve a punto de desmayarme.
-Que bueno que no lo hicieras... pudo haberte mordido, era una Coral venenosa, estuviste muy bien... Alison.-Le expresó Estela secándose el sudor de la frente con una de sus manos.
Alison sonrió a la bióloga y dejó que su corazón se tranquilizara nuevamente.
-Gracias... me salvaste la vida.
-No es para tanto... cualquiera lo hubiera hecho, verdad chicos?
Los hombres se miraron asustados entre sí y luego miraron a la bióloga que les miraba a su vez con ojos amenazantes, así que no les quedó otra que asentir enérgicamente.
-Ves?-Señaló Estela volviéndose de nuevo a Alison.
-Aún así gracias.
-No fue nada.
Ashuri miraba la escena en silencio pero dándole gracias a su Dios en secreto por haber intervenido.
Caminaron un par de horas más sin ningún nuevo altercado ni ninguna pista o señal de algún reptil que les diera una idea de la proximidad del Arlequín, sin embargo aún faltaba un poco para llegar al lugar donde habían encontrado a los especímenes de la expedición anterior.
Estaban un poco agotados, el sol estaba a punto de ocultarse en el horizonte indicándoles que debían de parar, habían encontrado un lugar llano donde poder hacer el campamento, cerca había un pequeño riachuelo el cual cada vez se hacía más ancho formando pequeños rápidos que corrían de norte a sur haciendo ver un río de agua cristalina que llamaba a los animales para que probaran su exquisito elixir antes de que acabara el día y empezara otro nuevo.
Ahora hacía un poco más de brisa trayendo muy lentamente consigo la oscuridad de la noche y haciendo salir a los animales nocturnos de sus escondites para empezar su rutina de cacería y de apareamiento empezándose a formar ruidosos chillidos a lo lejos que hacían eco más allá del horizonte, los grillos empezaron a ocupar sus puestos para iniciar una nueva disputa y pretenderle ganar a los sapos esa misma noche. Pesadamente el cielo se fue convirtiendo en una gigantesca sábana negra con pequeñas lucecitas que alumbraban el camino del leopardo y hacían competencia con las luciérnagas que volaban encima del riachuelo brillando a más no poder pretendiendo ver su hermosura y semblante en el espejo de agua traslúcida, mientras los grandes y coloridos tucanes dejaban de cantar para poder disfrutar del silencio que la selva les regalaba.
Allí estaban los humanos, terminando de montar el campamento en un inapropiado lugar, por lo menos las hormigas bala así lo creían... No se daban cuenta estos humanos, que con solo pisar en un pedacito de tierra alcalina podían dañar una pequeña pero importante parte del ecosistema?... que imprudentes eran después de todo.
-Malditas hormigas!-Espetó John sentado en un tronco caído y rascándose exageradamente sus piernas.
-John estas seguro que escogiste la carrera adecuada?-Le preguntó Alison sentándose junto a él.
-Qué quieres decir?
-Bueno, es que... desde que te conocí nunca te he visto expresar algo bueno o positivo de tu trabajo, siempre estas...
-Siempre estoy cómo?-Preguntó John a la defensiva.
-Parece como si no te gustara lo que haces, como si fuera una obligación o como si solo lo hicieras por dinero.
-Y no lo es?
-Solo si no te gusta, para mí no lo es.
-Todo es una obligación y pura conveniencia Alison, si no trabajas no comes, si no haces lo que te dicen te echan del trabajo y te quedas en la calle... Oh vamos!, ahora me vas a decir que estas aquí porque te gusta?
La mirada de Alison se posó en la figura oscura que se movía de un lado a otro removiendo el equipo y dando instrucciones los hombres.
-"Respondería Estela a esta pregunta?"-Se preguntó.-"Oh! claro que lo haría, seguramente plantándole un buen golpe en el rostro, dejando así ver lo que piensa sin mediar una sola palabra como es propio de ella."
En su vida Alison había conocido a alguien más entregado a su trabajo que esa increíble mujer, a nadie que adoraba lo que hacía sin recibir nada a cambio, solo la satisfacción de haberlo hecho bien. Era verdad, en Atlanta los recibirían con un gran y delicioso cheque que los mantendría por cinco o seis meses, pero en este país no tenían esos recursos, y aún así lo hacían de buena manera. Acaso era verdad?... Lo hacía solo por dinero? Erick constantemente decía.
-"Cuando la mierda valga dinero, los pobres nacerán sin culo".
Siempre le hicieron gracia aquellas tontas y despreciables palabras, pero ahora... no le hacían la menor gracia, su significado era más doliente de lo que se había imaginado aunque no se salía de la realidad. Ella no pensaba así, no era como Erick, ni como su padre, el gran Ronald Howels Presidente ejecutivo del Bank of America Plaza en Atlanta, personas que pretendían andar por la vida y poseer lo que quisiesen con sus métodos arcaicos y anticuados.
Alison había nacido en cuna de oro, una chica indiscutiblemente mimada, que por mucho tiempo aparentó ser de entre sus compañeras de secundaria, la más humilde. Dándose cuenta que así no obtenía nada, su actitud de humanista cambió de golpe ganándose lo que muchas nunca pudieron, popularidad y reputación.
Siempre fue una de las mejores alumnas de su clase y la envidia de muchas, despertando interés entre los chicos. Hasta que un día sus pensamientos cambiaron dejando a sus amigas abatidas en medio del desconcierto juvenil.
Tiempo atrás
-Que acabas de decir?... Bióloga?... jajaja... estas loca Alison, si te mueres con solo que se te pare un insecto en la punta de la nariz!!!
-Eso no es cierto!... aunque no lo creas, me gustan los animales.
-Por Dios Alison, no estas hecha para eso...
-Y entonces para que estoy echa?
-Bueno... a lo mejor podrías ser estilista, o vender cosméticos por catálogo, sabes? a lo mejor hasta modelo, claro te faltarían unos centímetros de estatura pero eso se puede arreglar con unos bonitos zapatos de tacón, yo puedo ayudarte, tengo un amigo...
Tenía razón su mejor amiga del alma... su amigo hubiera podido ayudarla.
-Piénsalo dos veces Alison... yo podría mantenerte, así no tendrías que trabajar.
Tenía razón Erick... antes hubiera dejado todo por él y se hubiera quedado en casa dándole de comer a su bebé, mientras su esposo salía a trabajar de vendedor de Bienes Raíces... eso si tenían suerte.
-Alison hija... el jefe de tu padre, tiene un hijo de tu misma edad, dice que es un joven muy agradable y lo más importante... su familia es de mucho, de muchísimo dinero, no es necesario que te ensucies con indecentes animales.
-Madre... ya me he ensuciado más de lo que te imaginas, pero no necesariamente con animales...-Le había dicho a su progenitora, dejándola intrigada como lo hizo con todos los demás.
Cómo una pequeña y lisa carta de papel con tinta imprimada de color negro puede cambiar a una persona que no sabe en que creer o en quien confiar, o que hacer en la vida y por su vida.
-He recibido una carta del Jardín Botánico... necesitan a una Científica botánica para la planta de restauración del habitad... he decidido ir.
-Hija... tu padre tiene un gran puesto para ti en el banco...
-No estudié cinco años para eso madre, entiende de una vez... he cambiado, mi vida ha cambiado y ahora sé lo que quiero... adiós!!!
-Hija...
De vuelta al presente
-Me vas a responder o qué?... Alison?
La científica parecía estar flotando hacia dos perfectas esferas de color azul que parecían estar esperándola desde hacía millones de años, no se había dado cuenta hasta que esas esferas chispearon devolviéndola a la realidad.
-John... ahora no puedo.-Indicó Alison bajando la cabeza.
La joven rubia se levantó perturbada del tronco dejando a un aturdido John.
-Pero qué le pasa?-Espetó el científico siguiéndola con la mirada.-Que rara.
Ya la oscuridad había llegado, la luna mostraba su desvergonzado y completo rostro, orgullosa de ella misma. Pablo y Elías se encargaron de hacer la cena o mejor dicho, de abrir las latas de comida preparada.
Al fin todos empezaron a degustar los trozos de atún con unos armoniosos vegetales y papas fritas de bolsa alrededor de la fogata que minutos antes Estela había encendido.
-No esta nada mal.-Comentó Andrés satisfecho refiriéndose a su plato.
-Por lo menos no es sardina.-Expuso John que al contrario de Andrés no parecía muy satisfecho que digamos.
Estela estaba muy callada, sumergida en sus adentros, removía la comida sin probar bocado. Se dio cuenta de como Alison le había mirado hacía solo unos minutos, cuando sus ojos se toparon se sintió incómoda pues su cuerpo reaccionó raramente, esta vez había sido un poco más intenso, esos ojos verdes parecían llamarla, como si dentro de ellos existiera otro lugar igual o incluso mucho más bello que ese mismo bosque, un lugar lleno de secretos y misterios, y como gran aventurera que era deseó ir y explorarlo, estudiar sus encantos y llegar hasta el final, pero de pronto ese bosque desapareció no dejándola ver más allá, cerrando sus puertas de golpe impidiendo su entrada.
-"Por Dios!... que me pasa?"-Pensó en ese momento.
La alta mujer reconocía muy en su interior que algo estaba pasando con ella, pero aún no sabía que era exactamente, tal vez era solo el entusiasmo de una nueva aventura o sencillamente que se estaba volviendo una lunática, al fin de cuentas era lo más probable, como su madre le decía...
-"Estela necesitas ver a un psicólogo antes de que sea demasiado tarde, o te convertirás en tu padre."
Pero ella siempre quiso ser como su padre.
-Que fue eso?-Preguntó John de repente.
-Que?-Indagó Andrés.
-Espera... eso!!!... lo vistes?
Andrés y los demás observaron hacia el punto donde John indicaba, se quedaron mirando por un momento y de repente apareció de entre los árboles una pequeña sombra que sobrevolaba encima de ellos a gran velocidad.
-Es solo un murciélago.-Respondió Alison levantándose de la roca donde había estado sentada para poder mirarlo mejor.
Ashuri se levantó de igual manera mirando con cuidado al pequeño animal el cual parecía perdido y confundido. Como si fuera algo de lo más fácil, el joven indígena con un rápido movimiento lo agarró entre sus manos dejando a todos con la boca abierta.
-Como hiciste eso?-Le preguntó Alison que ahora estaba junto a él tratando de observar al murciélago intranquilo.
-Solo levante mis manos, y él vino a ellas.
-Como es eso posible?
-No lo sé... solo Sibú lo sabe.
-Quien es Sibú.
-Es un espíritu...-Alison miraba al animal como si le hubiera guiñado un ojo, entonces Ashuri se hecho una pequeña carcajada.-... Tranquila, es de los buenos, nunca hay que tenerle miedo, pero si respeto.
-Pero que tonterías son esas?... Sibú?, espíritus buenos?... nunca había escuchado algo tan estúpido en toda mi vida, me voy de aquí.
John se levantó junto con las miradas de los demás y se dirigió a la tienda de campaña que iba a compartir con Andrés y se encerró dentro de él sin decir nada más.
De pronto Estela se levantó dejando a un lado su plato intacto y acercándose a Ashuri para mirar al pequeño y asustado animal. La curiosidad por cualquier especie de animal aunque lo hubiese visto miles de veces no la podía dejar de lado.
-Es un hermoso mamífero... mira, tiene rota un ala.-Indicó Estela estirándole con cuidado el ala derecha.
-Sí... seguramente se lo hizo el mismo, es muy difícil que haya sido por accidente. -Inquirió Alison examinando el ala herida.
-Podría ser, mira acá, ves?... parece que nuestro pequeño amigo tiene problemas con las pulgas.
-Um... si lo veo.-Reveló Alison.
-Me temo que no podemos hacer nada por él.-Espetó la bióloga.
-Cielos... que mal, Ashuri tu puedes hacer algo?-Le preguntó Alison esperanzada.
El joven indígena se lo pensó por un instante mirando al animal detenidamente.
-No... él ha venido hasta acá por algo, las cosas siempre se dan por algún motivo... creo que Sibú quiere decirnos algo... o advertirnos de algo.
-De qué?-Preguntó Elías poniéndose nervioso de repente al igual que Pablo y Martín quienes empezaron a observar extrañas sombras a su alrededor y a escuchar sonidos chocantes en el aire.
-No lo sé... pero pronto lo sabremos.
Alison tragó duro, Ashuri la estaba asustando un poco, no estaba acostumbrada a nada de eso, pensó que solo eran supersticiones del indígena y trató de relajarse.
-Esperemos que eso no pase, pero por si acaso... Ashuri si ves o sientes algo fuera de lo común házmelo saber.-Le pidió Estela.
Esta última cogió al murciélago entre sus manos y lo dejó libre, el animal se fue a como llegó desapareciendo entre las ramas de los árboles.
El ambiente quedó en un intranquilo silencio, hasta que Alison lo rompió.
-Ashurí... umm, Estela me ha dicho que podía preguntarte sobre tus creencias... sobre la mitología Bribri...
-Claro Alison, puedes preguntarme lo que quieras, aunque aquí la belleza de ojos azules sabe casi todo de nosotros...-Le dijo Ashuri apuntando a Estela quien parecía que la cosa no era con ella.-... Ahora dime, que quieres saber exactamente?
-Bueno... la verdad no lo sé.
-Que tal si te cuento sobre... el inicio?
-El inicio?
-Sí... el misterioso inicio de la vida, de la luna y de su peor enemigo... el sol.-El joven movía sus brazos para darle más énfasis a sus palabras.
-Vamos!... que me muero por saber.
-Jajaja... esta bien...
Todos se acomodaron cerca de la fogata para escuchar a Ashuri, Estela se sentó en un pequeño tronco cerca de Alison, los demás estaban sentados en una gran roca al otro lado del fuego que danzaba junto a la brisa nocturna.
-... Hubo un inicio, en un más allá, en un espacio desconocido por el ser humano... donde la vida comenzó, donde el padre nació...
El Inicio
Todo estaba en tinieblas, estado latente de la creación del cosmos, habitado únicamente por los srbulus, seres que vivían en cuatro mundos, los cuales estaban arriba. En uno de los cuatro mundos había solo enormes piedras por todas partes, el suelo era totalmente pedrusco, solo un gran árbol estaba en medio de la nada... de repente de él como por arte de magia surgió el primer ser, Sibokomo, el padre Dios, el rey del universo, tenía unas pequeñas piedras con las que hablaba y curaba, entonces una de sus piedras habló.
-Ojalá mi padre me lleve a ver lugares por allá arriba!-Y de inmediato supo, que se podía hacer el mundo.
El lugar en donde estaba Sibokomo era abierto al vacío, no se veía nada, era infinito, infinito como el cielo, donde no hay nada. El Dios estaba harto de no hacer nada, y de repente la misma piedra pensó.
-"Allí abajo hay una muchacha; ojalá mi padre se la lleve a examinar lugares con nosotros".
La muchacha de la cual estaba hablando era la sobrina de Sibokomo, Sitami. El Dios quiso tener relaciones sexuales con su sobrina, y de ello nació lo bueno, pero también nació lo malo.
Ambos se fueron a vivir en los cuatro mundos, allí Sibokomo pensó en crear la tierra.
-Crearé las aguas, las plantas, el trueno y las nubes, crearé a los animales y al hombre... al ser más divino.
Una de las piedras mágicas de Sibokomo, la cual era un macho, se introdujo en el vientre de la bella Sitami, y la embarazó.
-Si es tu mandamiento, entonces así será... niña fui, mujer soy y por ti... vida daré.
Del embarazo nació Sibú, el gran espíritu omnipotente y omnipresente. Es él quien representa el principio del bien. Los srbulus se enteraron del nacimiento del espíritu por el canto de un gallo.
-Ya a nacido el Dios espíritu... es nuestro deber matarlo.
Cuando Sibú creció, para vengarse de los srbulus los hizo abandonar los cuatro mundos y estos sin poder hacer nada, se fueron.
-Padre... aquí me tienes, que hago ahora?-Preguntó Sibú a su padre.
-Hijo mío... lo sabrás cuando llegue el momento.
Entonces Sibú formó debajo de los cuatro mundos a Iriria, la niña tierra, la cual murió sobre una gran roca por la mordida de un murciélago y de su sangre se formó la tierra para la semilla, su madre Namaitmi, la danta, fue testigo.
-Padre... lo he hecho mal.
-Sibú... era su destino... lo has hecho muy bien.
Por deseo de Sibú, Shulekma, el dueño de las enfermedades y el poseedor del bastón mágico se unió con Tsami, la niña mar, ésta última quedó embarazada.
Tsami quiso escapar y antes de hacerlo tomó el bastón de Shulekma. A pesar de que Shulekma le había enseñado como usar el bastón, el cual nunca debía de soltar, la joven Tsami lo depositó en el suelo y se fue a buscar comida. Cuando llegó a buscarlo, el bastón se había convertido en una serpiente, esta mordió a la joven provocándole la muerte.
De pronto de su vientre surgió un árbol que amenazaba con romper el cielo de Sibú.
-Corten ese árbol antes de que sea demasiado tarde.-Ordenó Sibú a sus discípulos.
Estos se apresuraron a cortar el árbol a la mitad. Al caer el árbol, un animal corrió y unió la copa con las raíces, formando de este modo una circunferencia, que se transformó en el mar alrededor de la tierra.
-Padre... lo he arruinado todo.
-Hijo mío, no has hecho nada incorrecto, así debió ser.
Luego Sibú le enseñó al hombre a danzar y a cantar... esperando que eso bastara para que fueran felices, pero no fue así. Pronto le vino una idea a la cabeza.
-A los hombres les falta el calor y el frío... les daré lo que necesitan.
El Dios Sibú formó al sol e hizo a la Luna como mujer, pero no quería que existieran dos astros iguales uno encima del otro, tampoco era conveniente que, al igual que el sol, apareciera otro astro que tuviera su mismo movimiento, entonces el Dios vio que para la semilla humana eso no serviría. En el día había dos astros, y estos calentaban por igual, entonces Sibú analizó esto.
-No es posible que las cosas sean así, es necesario que se enfríe uno, el que ahora camina de noche, y que quede congelado.
De tal manera lo resolvió y al final el sol quien vivía de día quedó ardiendo con ira por toda la eternidad.
Los bribis nacieron de la oscuridad antes de que saliera el sol. Dios celebró toda la noche el nacimiento de los bribris pero al salir el sol nacieron los hombres blancos y el sol quemó toda la vida.
-No estamos solos... ha llegado el demonio blanco.
El sol era un particular hostil, y por ello en los rituales se debía de evitar el contacto con el sol, el elemento de contaminación e impureza. Los indígenas empezaron a bailar el sorbn, que conmemoraba la creación de la tierra y la construcción del universo. A Sibú le pareció haber terminado con su trabajo, nunca pensó que el demonio blanco iba a traer problemas mucho... mucho después.
-Padre... espero que eso sea suficiente.
-Yo también hijo... yo también.
Alison estaba tan emocionada como el resto del equipo que por un momento parecieron vivir cada palabra que el joven indígena recitó con gran pasión, tratando de renacer el pasado de sus ancestros de otros mundos.
-Que historia tan maravillosa.-Expresó la científica.
-Estoy de acuerdo.-Reveló Andrés.
-Sabias todo eso Estela?-Le preguntó Alison a la sombría mujer.
-Sí.-Respondió tajante.
-Claro que lo sabe... ella misma ha participado de rituales, es más... ha bailado el sorbn.-Reveló Ashuri orgulloso de su amiga.
-De verdad?... y cómo es?-Preguntó la rubia.
-Es... revelador, ummm... es difícil explicarlo, es como... primero estas disfrutándolo, pero después lentamente te introduces en un trance, donde lo puedes ver todo... el pasado y el futuro... y te sientes poderoso, te sientes el rey del universo.
-Vaya!... tiene que ser algo fuerte.
-Lo es... de eso se trata, de sentir el poder de un Dios.
Estela entonces recordó la primera vez que participó en uno de esos rituales, Ashuri la había invitado, además ya era considerada una de ellos, no obstante su falta de creencia y fe la obligaba a no hacerlo, en ese entonces le parecía algo simplemente ridículo, pero la insistencia de su amigo la obligaron a ir y danzar como una loca, el sonido de los tambores y de las sagradas quijadas de yegua retumbaban en su cabeza, hasta que sin darse cuenta llegó a un estado latente, su mente se cerró dejando solo un pequeño hueco por donde pasaba un extraño humo negro que poco a poco la fue inundando hasta dejarla sin aire por dentro e imágenes aparecieron y sensaciones sintió.
Estela pidió explicaciones esa vez, aún no sabía si lo que vivió era una mala jugada de su mente y cuerpo, o era parte del ritual. Le pareció algo inexplicablemente intenso, como un orgasmo, se había sentido poderosa, intocable, excitada de sobremanera, tanto así, que lo quería volver a repetir. Ashuri le dijo que fue un regalo de los espíritus. Estela le dio gracias a los espíritus de los bribris cortando su cabello azabache y cediéndoselo a ellos.
Al fin el equipo de exploradores decidió ir a descansar. Estela iba a compartir su tienda con Alison, estaba algo inquieta ya que sabía que la chica provocaba nuevas reacciones en su cuerpo, solo imploraba que tuvieran espacio suficiente para no tener que dormir muy juntas, porque si no sería un trastorno para ella lo que faltaba de noche.
Pronto la joven científica fue a tumbarse a la tienda, mientras que Estela salió del campamento, quería mirar un poco sus alrededores y ver que no existiese peligro por algún animal que merodease cerca de allí aprovechando también para hacer sus necesidades fisiológicas.
En ello estaba cuando escucho un pequeño quejido, como el de un gato, sus ojos examinaron el lugar con la ayuda de la claridad que la luna le daba, se acercó con cautela a donde advirtió que algo se movía, y de pronto ante ella apareció un pequeño puma que chillaba llamando a su madre.
-Que estas haciendo aquí solo pequeño?... buscabas a tu mamá?
Estela miraba al pequeño animal con ojos compasivos, sintió que algo o alguien rápidamente se dirigía hacia ellos, Estela ágilmente se escondió detrás de un arbusto. Ahora el cachorro no se encontraba solo, su madre estaba junto a él olisqueándolo para examinarlo por si tenía alguna herida. El puma parecía haber detectado que alguien los observaba, su elegante cabeza se alzó, sus orejas puntiagudas se levantaron alerta, sus felinos ojos parecían enojados pero confiados, Estela supo que la estaba mirando directamente, era tan fácil que la atacase, pero aún así el hermoso animal no se movía, el corazón de Estela se paró unos segundos y luego se le unió a los propios latidos del puma, se quedaron unos segundos así, hasta que el chillido del pequeñito las irrumpió, su madre lo agarró entre sus colmillos y salió de allí corriendo.
-Eso estuvo cerca.-Se dijo a sí misma regresando al campamento.