Amor natural i
La buiologa estela hace ungran descubrimiento en costa rica, mientras alison llega de usa para apoyar un proyecto ambiental; pero la relacion entre estas dos biologas se hace un poco tensa
AMOR NATURAL
Por Andre Love
En la capital de un pequeño país de Centroamérica.
-Extra! extra!, noticia de última hora... hayan animal creído extinto hace más de seis años!, extra!, extra!... científicos estadounidenses desean intervenir en el hallazgo!!!
Febrero, 2004.
-No puedo creer esto, cómo no me avisaron nada?
-Qué cosa?
-Los científicos!
-Ah eso.
-Cómo qué eso? Acaso tú lo sabías?
-Sí, es más, esta misma tarde llegan.
-Pero que... acaso no tenemos científicos acá?, acaso yo no lo soy?
-Si que lo eres... y una muy buena Estela. -Observó su compañero.
-Pues entonces para qué?, además soy la bendita bióloga que ha descubierto al anfibio, acaso no tengo vos ni voto?
-Claro que si, pero tu sabes como son aquí, les conviene que esto se sepa en cada rincón del mundo, además estos científicos pueden aportar el dinero que ocupamos.
Estela se lo pensó un poco más calmada, su compañero tenía razón, si estos científicos pensaban involucrarse más a fondo en el proyecto, tal vez podrían contribuir con la construcción del laboratorio para recrear las condiciones en que esta especie vive.
-Um, puede que tengas razón.
-La tengo Estela, sé que es tu proyecto, pero un poco de ayuda no nos haría mal.
-Esta bien, voy a hablar con el jefe, aún sigo sin explicarme porque putas no me dijo nada.
La chica miró a su amigo con una mueca de reproche agarrando un periódico que estaba encima del escritorio de su compañero, miró el encabezado y lo dejo caer en el escritorio, salió de la oficina que compartía con su compañero Ashuri rumbo a la de su jefe.
Ashuri era un joven indígena de Talamanca, una de las pocas reservas indígenas que quedaban en el país, esta se encontraba al sur, Estela lo había conocido en una de sus tantas expediciones a esa zona, se habían hecho muy amigos, las ganas de superación y conocimiento llevaron a Ashuri a convertirse en un discípulo de la bióloga, desde entonces trabajaban siempre juntos.
Después de terminar la universidad, los logros y reconocimientos de Estela ayudaron a que pudiera conseguir un buen trabajo en el MINAE, el instituto más importante del país encomendado a la protección del ambiente y recursos naturales, Estela era la encargada de los programas de conservación y protección de los animales en peligro de extinción.
Estaba muy encabronada, su jefe siempre le hacía lo mismo, era la última en enterarse de todo, pensaba que de seguro lo hacía al propósito, solo porque le encantaba verla enfadada.
-Ya estoy harta de esta mierda, vas a ver jefecito, de esta no te salvas...
Estela iba por los pasillos refunfuñando palabras incoherentes, los que trabajaban allí la miraban mientras esta pasaba por su lado, ya se habían acostumbrado a sus extraños parloteos y actitudes, pero aún así no dejaba de originar ese ímpetu y deseo de ayudar a los demás, y de dar todo de sí misma para lograr sus cometidos. Era una mujer muy respetada, sus grandes proyectos y hallazgos hablaban por ella, pero también conocían su mal carácter y lo testaruda que podía ser, así que cuando estaba de malas ninguno se le acercaba. Muchos de los hombres que trabajaban allí morían por salir con ella alguna vez, alguna que otra mujer no se quedaba atrás, su cuerpo digno de admiración y su rostro perfecto no podían pasar desapercibidos y aún menos sus ojos, esos ojos que hacían temblar a cualquiera que la viese, tan azules como estaba el cielo reflejado en las ventanas de las oficinas. Desde hacía cuatro años trabajaba en la institución, ahora tenía 26 años de edad y nunca le había dado mucha importancia a los asuntos del amor, había tenido alguna que otra novia, pero al cansarse de ellas las mandaba a volar sin más, a los hombres ni los echaba a ver. Para ella lo importante era lo que hacía, salvar a los animales y luchar por ellos era lo que más amaba en todo el mundo.
Al llegar a la oficina de su jefe abrió con fuerza la puerta y se paró al frente del escritorio, este estaba hablando por teléfono, la miró y supo de inmediato a lo que iba, con una de sus manos le indicó que esperara y después con la misma le señaló el teléfono, Estela tubo que esperar a que terminara, pero cada segundo le era exasperante.
-... Aja, pero... cómo qué no puedes?... José, habíamos quedado en eso... ese no es mi problema!... ya te lo había dicho... y qué quieres que haga, qué me tire de un puente?...
-"Eso estaría bien". -Pensó Estela que se había sentado en la silla cara al escritorio.
-... Esta bien, pero es la última vez José... es la última oportunidad... muy bien, hasta luego!
El jefe de Estela, Manuel, colgó el teléfono enojado, suspiro un momento y volvió su rostro a la mujer que lo miraba divertida.
-Por qué sonríes?
-Por nada.
-No es gracioso estar peleando con los empleados.
-Lo sé... -Estela lo miraba interesada olvidándose por un momento de su problema... -Que pasa, es algo importante?
-No, bueno sí, pero puedo buscar a otra persona que lo haga.
-Um... y puedo saber qué es?
Por la mirada que le hizo su jefe, Estela deseó mejor no haberle preguntado.
-Es una cosa muy sencilla, verás hoy llegan al país unos científicos que...
-Sí, ya me he dado cuenta... -Decía Estela recordando porqué estaba tan furiosa. -... Lo he leído esta mañana en el periódico... -Continuó ofuscada y poniéndose de pié mientras su jefe la observaba sin importancia.- ... Puedes decirme como se enteró todo el mundo antes que yo, la que lleva a cargo este proyecto, mí proyecto... cómo?
-Calma Estelita calma, si no es para tanto... -La trató de tranquilizar Manuel.
-Cómo que no es para tanto?... cómo puedes decirme eso, estas haciendo las cosas a mis espaldas?, no me comunicas, no me dices nada, cómo voy a calmarme?
-Esta bien, perdóname sí?... no he tenido tiempo de comunicártelo...
-Y cómo putas se enteró la prensa?
-Eso ni yo lo sé... pero te aseguro que lo iba a hacer, te lo iba a decir...
-Primero debiste de comunicarme antes de tomar esa decisión.-Le apuntó Estela herida mientras se dirigía a la puerta de la oficina.
-Espera Estela!... -La chica se volvió para mirar a su jefe que de verdad se veía arrepentido. -... Lo siento, no debí de hacerlo, se que es tu trabajo, pero era una decisión que debía de tomar de inmediato, ayer me llamaron de Atlanta y me dijeron lo que querían hacer, me pareció una excelente idea, no es que ellos sean mejores que ustedes ni mucho menos, pero es una ayuda muy importante para el desarrollo de este proyecto, comprende.
-Eso lo comprendo... es solo que... no lo vuelvas a hacerlo sí?
-Lo prometo.
-Una cosa más. -Informó Estela. -Yo llevo a cargo este proyecto... yo impongo las normas y lo que se haga lo harán porque yo lo digo.
-No hay nadie mejor que tú... lo sé.
Estela le sonrió, no quería darle más cuerda al asunto, aunque todavía estaba muy herida por ello, su jefe Manuel le devolvió la sonrisa demostrándole así lo mucho que la apreciaba, era su consentida, él sabía lo importante que era ella para la organización y lo importante que era la organización para ella, era su vida, de eso no cabía duda.
-Estela?-La llamó su jefe cuando esta estaba a punto de salir por la puerta.
-Sí?
-No te expliqué lo de los científicos.
-Oh, bueno, dime. -Le propuso Estela sentándose de nuevo en la silla.
-José era el responsable de ir por ellos al aeropuerto...
-Ajá?-Matizó Estela sabiendo más o menos lo que estaba a punto de proponerle.
-Que, pues él no puede ir...
-Qué me quieres decir?
-Que necesito a una persona que lo haga, y como vos vas a tener que trabajar junto a ellos y eres su supervisora pues... no hay mejor persona que...
-Oh no!, nada de eso, sabes que tengo muchas cosas que hacer...
-Vamos Estela es solo ir por ellos, darles la bienvenida, llevarlos a un hotel y listo, nada te cuesta...
-No, no puedo, tengo mucho trabajo y no hay otra persona que lo sepa mejor que tú...
-Vamos, hazlo por mí...
-No y punto!
Esa misma tarde.
-Maldición... muévanseee!!! -Gritaba Estela desde su auto, un Land Rover 2002 negro, full extras, el cual le daba todas las comodidades para sus famosas expediciones. -... Como odio esto. -Decía mientras esperaba a que los autos se movieran. -Bueno... mientras pongamos algo de música tranquila, si no, creo que estallaré en cualquier momento.
Los científicos llegarían a las cuatro de la tarde, Estela prefirió salir de su trabajo más temprano de lo normal porque sabía que a esas horas las carreteras se llenaban de autos, y una de las cosas que más odiaba era estancarse en una espantosa fila de autos.
Cogió la cartuchera de discos compactos que siempre andaba en el asiento del copiloto, miró su colección y escogió uno, lo metió en el reproductor y de él empezó a sonar una melodiosa canción de Deep Forest.
-Nada mejor que esto. -Reveló mientras subía las ventanillas del auto y ponía el aire acondicionado.
Los autos de adelante empezaron a moverse, dándole al fin paso para seguir hacia el aeropuerto internacional, ahora no estaba muy lejos, miró su reloj y supo que estaba a buen camino.
Su jefe le había dicho que eran tres, una mujer y dos hombres, también que venían del Jardín Botánico de Atlanta, que estaban muy interesados por la gran magnitud del proyecto, y que se les había informado acerca de este espécimen supuestamente extinto hace siete años, su nuevo descubrimiento en bosques costarricenses asombró a todos, era algo casi nunca visto. Ahora querían ser parte de ello y ayudar a rescatar su supervivencia.
Estela ya se encontraba en el aeropuerto, iba con un pantalón azul de mezclilla desgastado, una camiseta negra sin mangas y una chaqueta de mezclilla que hacía juego con el pantalón, se ubicó entre el tumulto de gente que siempre se hacía a las puertas de arribo, sacó de su chaqueta un pequeño cartel el cual decía MINAE, para que los científicos pudieran localizarla y se dispuso a esperar al tiempo que salían personas de todas nacionalidades. Todavía no estaba de acuerdo con la llegada de esos científicos, sentía que no era necesario, ella y su gente podían haberse hecho cargo de todo como lo habían hecho siempre.
Ya habían pasado 20 minutos y nada, Estela empezaba a desesperarse pero sabía que siempre se retrasaban los vuelos un poco, miró entonces a la cafetería que se encontraba a un lado, no había mucha gente, así que se decidió a ir por un café, escogió un capuchino con almendras, cogió del mostrador unas bolsitas de azúcar y se lo añadió a su vasito de cartón, miró de nuevo a las puertas para tratar de visualizar a tres personas con cara de científicos, pero ninguno lo parecía, volvió a su lugar de espera y alzó de nuevo el cartel mientras se bebía el capuchino, y entonces alguien le colocó una mano en el hombro, esta se volvió ligeramente para ver a un hombre que le hablaba en ingles.
-Hello, I'm one of the scientists that come from Atlanta.
Estela lo miró por un momento, el hombre la observaba con una gran sonrisa en el rostro, era un hombre de unos 30 años, rubio y de ojos marrones, un poco más bajo que ella, parecía agradable, luego observó a su alrededor buscando a los demás, pero este estaba solo.
-My name is Andres Murray.
-I'm Estela Arce, nice too met you. -Se presentó Estela con un inglés bastante entendible estrechándole la mano al hombre. -Where your partners are?
-They come soon.
-Ok, well, do you speak Spanish?
-Sí... no hay problema. -Le dijo el hombre con buen acento.
- Aunque sé hablar un poco inglés la verdad así nos entenderemos mejor.
-Tienes razón, además estamos en un país de habla hispana, hay que hablar español.
-Si tú lo dices. -Apuntó Estela sin importancia.
-Es más, mis compañeros también hablan español, así que no vamos a tener ningún problema.
-Perfecto.
-Oh! -Exclamó Andrés. -Allá viene uno. -Le indicó a Estela señalando con un dedo.
Estela miró entonces una silueta que se aproximaba a ellos, era un hombre alto como ella, parecía tener unos 28 años de edad, su cabello era negro y con un peinado tipo Elvis, el hombre paró un momento para sacar de su chaqueta negra unos lentes de sol, se los puso como en cámara lenta y se alisó el cabello con una mano, miró a ambos lados y observó a su compañero cerca de Estela, atrás de él iba un hombrecillo jalando un carro lleno de maletas. A Estela no le gustaba juzgar a las personas sin conocerlas, pero este hombre el cual se iba acercando a ella sin dejar de mirarla le transmitía malas vibras y no necesitaba conocerlo para saberlo.
-Hola preciosa, mi nombre es John Welsh. -Se presentó el hombre quitándose los lentes rápidamente y mirando a Estela ofreciéndole la mano.
Estela se le quedó mirando por un momento desconfiada enarcando una ceja mientras el hombre seguía con la mano alzada.
-Estela. -Dijo esta a secas dándole la mano y mirándolo a los ojos seriamente.
-Allá viene Alison. -Indicó Andrés con su cabeza.
Todos volvieron a ver a donde estaba su compañera caminando hacia ellos tratando de esquivar a los hombres que le ofrecían taxi. Parecía una chica bastante joven, aparentaba 24 años de edad, no era alta pero tampoco era tan baja, su cabello era corto y rubio, con un corte moderno, llevaba puesto un pantalón pescador blanco y una camiseta verde sin mangas, en una mano llevaba una maleta pequeña, seguramente para un portátil y en la otra llevaba otra un poco más grande. También si se fijaban bien verían el pequeño piercing que tenía a un lado de la nariz.
Estela la observaba mientras terminaba de beber su capuchino. Cuando la chica llegó a donde ellos, Andrés se ofreció para ayudarla con la maleta más grande y esta le agradeció.
-Hola... me llamo Alison Howels, tú debes de ser la bióloga del MINAE, Estela Arce. -Dijo la chica ofreciéndole la mano y sonriéndole.
-Si. -Dijo Estela sin acopio de sonreírle mirando a los ojos de Alison y estrechando la mano de esta.
A Estela le parecieron bonitos, un verde difícil de verle a cualquiera. Es más le pareció bonita toda ella pero trató de esquivar rápidamente sus pensamientos. También se sintió un poco mareada mientras estrechaba la mano de chica, dejó de verle a los ojos y pasó de inmediato a otro plano.
-Bueno... ya que nos hemos presentado... Indicó Estela mirándolos a todos sin titubear. -Quiero darles la bienvenida al país de parte del MINAE, ahora si me disculpan... -Comunicó mientras se encaminaba al parqueo dándoles la espalda. -... Debemos irnos... por aquí por favor.
Los tres científicos se miraron entre sí y después la siguieron hasta el parqueo donde los esperaba el auto de Estela, esta abrió la cajuela del auto para que el hombrecillo metiera las maletas.
Alison le dio a cambio diez dólares y sin más el hombrecillo se fue junto a su carrito para seguir con su trabajo.
En el transcurso del camino Estela les había dado algunos datos sobre la especie en peligro, también del habitat y lugar en el que lo había descubierto y más o menos contó lo que se tenía en mente hacer. Alison y los demás habían puesto toda la atención a sus palabras, de verdad parecían muy interesados, haciéndole algunas preguntas referente a la expedición a la selva, y sobre el proyecto de el laboratorio. Estela les había dicho que primero debían de estudiar muy bien la situación antes de hacer la expedición y eso tardaría como una semana, Alison le había comunicado que la expectativa del Jardín Botánico para el cual ella y sus compañeros trabajaban era compartir el proyecto y poder así ganar más conocimiento y desarrollar la procreación de la especie en los dos países al mismo tiempo para poder salvarla, a cambio el Jardín aportaría dinero para la creación del laboratorio si ella y sus compañeros así lo decidían.
Pero Estela no estaba muy convencida, aún así sabía que el Jardín Botánico de Atlanta era uno de los más importantes a nivel mundial, sus experiencias anteriores junto a otras instituciones no habían dado buenos efectos para la biodiversidad del país, ni para la institución, siempre había algún hijo de puta que hacía cosas que nadie se imaginaba con los animales solo por ganar dinero fácil, para Estela eso era una lucha constante, nunca era de acabar, ni siquiera podía confiar en su propia gente, menos lo haría con gente del exterior, nunca se sabía, algunas especies en peligro valían más que una casa o un auto, era increíble como existía tal grado de contrabando, de tráfico de animales como si fueran puros de marihuana o bolsitas de cocaína, Estela odiaba todo eso, le daban asco las personas inhumanas que vendían Pericos en el centro de la ciudad, cuando encontraba los caparazones de las Tortugas Lora a la orilla del mar o mataban a las Dantas en medio de la selva para vender su carne a grandes precios.
Alison le había asegurado los propósitos sanos y verdaderos del Jardín Botánico para con el MINAE y para con el país en sí, salvar a los animales también era su propósito y como Costa Rica al igual que otros países tenían animales que ni si quiera se sabía existían, era una excelente forma de aprender y conocer acerca de ellos.
-Bueno, hemos llegado. -Informó Estela al llegar al hotel.
Manuel le había dicho que las reservaciones eran en el hotel Aurora, en el centro de la capital, era un hotel muy lujoso y bastante céntrico, así se les haría más fácil ya que las oficinas del MINAE donde ella trabajaba quedaban muy cerca de allí, además el apartamento de Estela quedaba como a seiscientos metros.
Estela les ayudó a sacar las maletas del auto y sin otra cosa se despidió.
-Mañana paso por ustedes a las nueve de la mañana. -Decía entrando al auto.
-Muchas gracias Señorita Arce. -Le agradeció Andrés.
-Llámenme Estela.
-Gracias Estela, fue muy amable en ir por nosotros. -Apuntó Alison mientras recogía dos maletas del suelo.
John solo movió su cabeza igual hizo Estela quien encendió el motor y se esfumó del lugar tan rápido como habían llegado.
En el hotel, horas más tarde.
-Vaya... si que es temible. -Opinó Andrés haciendo una mueca de susto.
-Oh vamos, no exageres, ni siquiera la conoces.
-No sé, es muy rara.
-Bueno sí, es un poco umm... insociable?
-Creo que esa es la palabra.
Alison acomodaba su ropa en el armario junto a la cama, había preferido una habitación solo para ella, mientras que sus compañeros iban a compartir una sola, Andrés la miraba desde la cama, prefería pasar su tiempo con su compañera que con John, Alison se había molestado cuando le comunicaron que John iba con ella, pues ella no se lo soportaba, era un hombre creído e impertinente, no era de confianza, él quería ser el mandamás de todo y que los créditos solo cayeran en él, pero no podía hacer nada, su jefe le había dicho que iba a ser de gran ayuda, pero para Alison solo iba a ser un estorbo. Esperaba que no cometiera ninguna estupidez. Pero cuando le dijeron que iba a acompañarla también su compañero del alma Andrés se puso toda contenta, pensó que con él no le iba a ir tan mal después de todo.
-Tiene unos increíbles ojos.
-Qué?
-Que es muy bella. -Le reveló Andrés a su amiga.
-Ah... sí. -Dijo Alison sin importancia.
Pero por dentro su mente repasaba una y otra vez ese rostro que se presentó en el aeropuerto, en cuanto la vio, creyó que la había hipnotizado con sus ojos, nunca había visto en su vida una mujer tan hermosa, pensó que seguro algún familiar suyo era griego o algo así. Dejó de darle vueltas al asunto pensando que era natural haberse sentido un poco atraída por alguien tan bello ya sea hombre o mujer, como si fuera un bonito cuadro exponiéndose en un museo.
-... Alison, me estas escuchando?
-Ah qué?... perdón no, no te escuché.
-Te decía que me voy a descansar, mañana nos veremos para ir a desayunar... buenas noches.
-Buenas noches Andrés.
-Ah!, y Alison no te olvides de llamar a Erick que debe de estar súper preocupado por ti. -Le recordó Andrés.
-Como se me va a olvidar.
Andrés salió de la habitación dirigiéndose a la que compartía con John, Alison terminó de acomodar su ropa, y miró la habitación, era muy cómoda una cama matrimonial, un cuadro bastante grande de una flor morada muy bella colgaba encima, una mesa para cuatro personas estaba justo al frente de la ventana que daba a la ciudad, un sillón individual con un tapiz exótico estaba en una de las esquinas y un minibar al otro lado. Cogió el portátil que estaba encima de la cama y lo puso en la mesa, se dirigió al minibar para mirar que había, habían varias botellas de vino y champaña, cogió una de vino rosado, la abrió y se sirvió en una copa, lo probó y pasando su lengua por los labios le dio la aprobación, se dirigió luego al teléfono que estaba en una mesita al lado de la cama, se sentó en la cama y marco a recepción.
-Por favor, una llamada a larga distancia... Alison Howels, habitación 413.
partamento de Estela.
-Expertos están de visita para tratar de hacer frente a la crisis de desaparición de los anfibios... -Estela dejó de leer el artículo del periódico para sorber un poco de su café humeante, después continuó. -... Muchas especies de ranas y sapos están desapareciendo de los países mesoamericanos, incluso dentro de las áreas protegidas, en una crisis sin precedentes que algunos científicos han denominado "el enigma de la desaparición de los anfibios".... -Estela se detuvo con la vista perdida.-... El Enigma?... apuesto que el que dijo esto es un completo idiota, de enigma no tiene nada, todos sabemos por que es... -Continuó leyendo.-... Ya existe una Lista Roja para animales como las aves y los mamíferos, pero son los anfibios los que están desapareciendo en mayor cantidad y en tasas más alarmantes, por lo que enfrentan un mayor peligro de extinción. Los anfibios son importantes porque se alimentan de insectos... -Una mosca daba vueltas a su alrededor, achicó sus ojos, enrolló el periódico y... ¡¡¡Plach!!! -Umm, ojalá se alimentaran de cazadores... -Desenrolló el periódico indiferente y siguió leyendo.-... Y así ayudan al control de zancudos y de otros insectos que transmiten enfermedades a los seres humanos. También constituyen alimento para muchas otras especies, las cuales se verían en peligro en caso de que ellos desaparezcan... -Estela dejó de leer.- Esto se está pasando de la raya... y no lo voy a permitir.
Tomó un poco de su café y le dio vuelta a la taza para encontrarse a la Rana René que le sonreía invitándola a seguir probando el delicioso café matutino.
-¡Ahh!... que gusto.
Miró el reloj que estaba encima del microondas y perezosa dejo el periódico y el café a un lado para dirigirse al baño. Duró tres minutos y salió envuelta en un paño azul, de su cabello ámbar caían gotas que iban mojando el piso a su paso, llegó a su dormitorio y abrió el armario, miró dentro de él unos segundos y sin otra cosa sacó un pantalón negro y una camisa de mangas largas que relucía de blanca, se vistió en un abrir y cerrar de ojos, se calzó sus botas negras para después ponerse un poco de sombra en los ojos, un poco de rimen y brillo en sus labios, se miró un momento en el espejo del tocador y sonrió satisfecha, salió de la habitación hacia la cocina, tomo lo que quedaba del café que ahora estaba frío, pero no le importaba mientras fuese café, dejó la taza en el fregadero, miró de reojo el periódico que descansaba en el desayunador con una pequeña y pegajosa mosca tapando una letra del encabezado, sin más cogió su bolso de la mesa, tres carpetas que decían "Proyecto Arlequín", las llaves de su auto, el teléfono celular y salió rumbo a su trabajo, pero antes debía de pasar por los científicos al hotel.
-Bueno... manos a la obra.
Estela llegó al hotel donde la estaban esperando los dos hombres extranjeros, pero tuvo que esperar pacientemente a la joven científica que salió diez minutos después.
-Lo siento, es que... me quedé dormida. -Comunicó la chica rubia con ojeras en sus ojos.
-No lo puedo creer. -Andrés la miró inocente mientras la chica lo fulminaba con su vista verde.
John estaba a punto de decir algo pero Alison lo calló con sus ojos, este solo le hizo con la mano una seña de "perdedora", Alison no le hizo caso volviendo su cabeza a la alta mujer.
-Bueno, ya que la culpable de que pueda perder mi trabajo salió al fin, podemos irnos. -Le indicó Estela con cara de pocos amigos y entrando a su auto.
Alison solo bajó la mirada estudiando sus zapatos y sintiéndose culpable e indignada, se preguntó si había hecho algo para que la mujer de ojos azules actuara así con ella. La verdad era que después de hablar con Erick se había quedado hasta muy tarde revisando la información que tenía sobre su nuevo trabajo.
Andrés y John se sentaron atrás, Alison se sentó adelante sin atreverse a mirar a la bióloga. Estela a su vez tampoco se atrevía a mirarla, se sintió un poco culpable por haber sido tan grosera con la chica que solo trataba de ser amigable.
-"Pues ni modo... mejor que sepan de una vez quien es la que manda aquí". -Pensó Estela. -"Sí... quien manda, no que te tengan miedo." -Le respondió su conciencia. -"Oh vamos, tampoco fue para tanto. -Manifestó Estela. -"Claro... como tu digas." -Le dijo su conciencia con ironía.
Llegaron a las oficinas del MINAE, no tardaron mucho, apenas unos minutos, Estela los guió por los pasillos presentándoles a cada uno de los trabajadores de la institución que se topaban por su camino, la bióloga les indicó que esperasen un momento para informar a su jefe, mientas tanto los tres compañeros observaban a su alrededor a varios curiosos que les miraban como si fueran especies nunca antes vistos.
-Manuel, acá están las mercancías con patas. -Comunicó Estela al abrir la puerta de la oficina de su jefe.
Manuel la miró con una sonrisa, se levantó de su silla enderezándose la corbata y metiéndose las rebeldes faldas de la camisa en sus pantalones.
-Muy bien... déjalos pasar Estela... y por favor... -Indicó este con súplica. -... No seas grosera.
Estela lo miró y sonrió.
-Te lo prometo.
Pero su jefe no se percató de la mano que cruzaba dos largos dedos detrás de la bióloga.
Estela salió de la oficina de su jefe y les indicó a los científicos que pasasen dentro, Estela se hizo a un lado mientras John, Andrés y Alison ingresaban a la oficina, pero Alison sintió que una mano la detuvo de repente y un aliento cálido entro en su oído hasta llegar a su cerebro.
-Sí vienes a jugar de científica mimada... te equivocaste de lugar... Alison.
-No vengo a jugar de nada... Estela... estas muy equivocada. -Reprochó Alison igualando su voz y tratando de mantenerse de pie sin caerse por culpa de sus en ese "momento" débiles piernas.
-No te pases de lista... se a lo que vienen, y no voy a permitir que se lleven lo que es nuestro.
Estela se adentró en la oficina dejando a Alison con las palabras en la boca y con una rara sensación en su cuerpo.
En la oficina.
Alison sonreía amablemente al director de la institución, Andrés le explicaba al hombre los planes del Jardín Botánico. Manuel los había recibido muy gustoso, aunque disgustado con Estela quien había estado debatiendo cada cosa que decían los científicos, aunque era habitual en ella ser un poco incrédula, se notaba a kilómetros que no le caían bien en lo más mínimo, o... tal vez era porque todavía estaba resentida, Manuel pensó en reclamarle luego y sin más Manuel se dignó a escuchar a Andrés encantado al igual que Alison, John y Ashuri, este último había llegado a petición de Estela, John de vez en cuando explicaba algunas cosas que se le iban a su compañero, Alison solo escuchaba y asentía, estaba un poco nerviosa y retraída, no era por que le costase hablar en público o porque estaba al frente del que de ahora en adelante iba a ser su jefe, era por la presencia de Estela, su gran espontaneidad se opacaba con solo una rápida mirada de la alta mujer, su sola presencia la intimidaba de sobremanera, deseaba que no estuviese allí para dejar de ser tan introvertida pero Estela estaba a cargo del proyecto y debía de estar allí.
Duraron entre explicaciones, argumentos, opiniones y observaciones cuatro horas, Manuel estaba satisfecho con las ideas de los científicos y con sus conocimientos, el Jardín había escogido muy bien a sus representantes. Manuel pensó que por ahora había sido suficiente.
-Por favor María... -Manuel llamó a su secretaria por el auricular. -... Tráeme las carpetas del Proyecto Arlequín.
María no tardó en llegar con las carpetas las cuales entregó a cada uno de los científicos, sin más la secretaria se retiró, Estela tratando de disimular su discrepancia ante sus nuevos y temporales compañeros, les explicó que allí estaba toda la información que requerían, fotos del espécimen, de la zona donde se halló, entre otras cosas, les indicó que debían de estudiarlo, trató de retirase explicando que tenía asuntos que atender, pero Manuel no estaba de acuerdo con la aptitud inculta de Estela.
-Estela... -La llamó su jefe antes de que esta pudiera salir de la oficina. -... Por qué no almuerzan juntos y así podrán hablar sobre la expedición.
-Lo siento pero... -Estela miró a sus espectadores, sabía que no estaba comportándose bien con ellos, y en especial con la chica, sabía que Manuel estaba enojado con ella, pero no podía evitarlo, sentía celos, sentía que no debían de estar allí. -... Esta bien... -Advirtió resignada. -... Podré seguir con mis asuntos luego, terminaré unas cosas y los alcanzo en la entrada dentro de cinco minutos.
Alison sabía que a la bióloga no le apetecía pero no dijo nada, miró a sus compañeros que seguían hablando con Manuel, se dio cuenta que el compañero de Estela salía por la puerta un poco apresurado, Alison lo siguió.
-¡Espera! -Ashuri se detuvo y dio la vuelta para mirar a la chica extranjera. -Lo siento, no me he presentado correctamente... mi nombre es Alison Howels.
-Mucho gusto Alison, mi nombre es Ashuri. -El joven se presentó con una gran sonrisa adornándole su moreno rostro.
Ashuri se le quedó mirando sin dejar de sonreír mientras la joven pensaba que decir después, aunque él sabía más o menos a lo que iba, pues en la oficina se había dado cuenta de la tremenda discordancia entre las dos chicas.
-Me parece que conoces muy bien a la señorita Arce. -Repuso Alison tratando de sonar indiferente.
-La verdad es que sí, trabajamos juntos desde hace tiempo. -Ashuri le indicó que caminaran mientras hablaban.
-Es indiscutible lo buena bióloga que es...
-Sí... le apasiona lo que hace.
-Ya veo.
Alison miraba al frente mientras caminaban, los ojos índigos de la bióloga no dejaban de aparecer una y otra vez en su mente, tampoco podía dejar de pensar en la mala estampa que Estela creó de ella, por ello deseaba saber que era lo que tanto le molestaba.
Ashuri como si hubiera podido leer sus pensamientos la miró con ojos comprensivos y detuvo sus pasos.
-Señorita... no se alarme, Estela por más que quiera aparentar fiereza es una palomita mansa... solo que usted la amedrenta... -Ashuri miró el joven rostro sorprendido de la científica y esbozó una pequeña carcajada.
-Pues perdone pero no le creo... es ella la que me intimida o trata de hacerlo. -Inquirió Alison a la defensiva creyendo que el chico estaba culpándola a ella.
-Por favor no se enoje señorita... lo que trato de decirle es que Estela es pura impresión y seguramente va a estar así por varios días... entiéndela, no es fácil para ella compartir lo que más le ha costado en la vida con gente extraña... usted me entiende.
Alison se lo pensó por un momento, Ashuri podía tener un poco de razón, era posible que ella misma se hubiera sentido un poco exasperadd por la situación, pero como era lo contrario, no podía entenderlo, a Estela le convenía, además lo único que pretendían era ayudarlos, más bien le parecía muy egoísta de su parte.
-Ashuri, todavía no puedo comprenderlo... pero si vine aquí, es para hacer mi trabajo... y lo voy a hacer, me da igual si le gusta o no... es para bien de ustedes, queremos ayudar.
Ashuri solo le escuchó, podía decirle ciento de cosas a su favor y en especial a favor de Estela, pero no pretendía hacerlo, la chica le caía bien y sin duda le parecía una buena profesional.
-Se le va a pasar... ten paciencia con ella, es una buena persona, cuando la conozcas mejor lo sabrás.
-Eso espero, no hemos empezado muy bien que digamos. -Razonó Alison afligida. -... Mi personalidad no me permite dejar esto a un lado, siempre trato de buscar una solución a los problemas.
-No lo dudo señorita.
-Por favor, llámame Alison.
El joven indígena le sonrió con ameno enseñándole su fila de dientes blancos, Alison le sonrió de vuelta y le indicó que debía irse, cuando la joven se alejó para toparse con sus compañeros que esperaban a la bióloga, Ashuri suspiró inquieto esperando que a Estela no se le ocurriera comérselos a ellos en lugar de a su almuerzo.
Restaurante, minutos más tarde.
-Así que... encontró a una pareja.
-Así es... fue una suerte... no, más que eso... fue un milagro.
Alison y John escuchaban atentos la pequeña conversación que entablaron a duras penas Andrés y la bióloga mientras todos comían. Estela les indicó los platillos más exquisitos del menú, los había llevado a un restaurante típico de la capital sabiendo que les iba a gustar probar algo propio de la zona. Alison pidió una Olla de carne, mientas Andrés y John pidieron cada uno un Casado a la Tica, Estela quiso algo más liviano y se conformó con un Picadillo de Arracache y tortillas Guanacastecas, todos bebían Resbaladera, el sabor de la cebada, la vainilla y la canela inundó el paladar de Alison.
-Umm... delicioso.
Todos estaban de acuerdo con ella mientras disfrutaban de la buena bebida. Estela la miró entonces y no pudo más que sonreír.
Después de eso, el almuerzo se hizo ameno y menos tenso, conversaron acerca de la expedición como propuso Manuel, Estela se olvidó por un momento de sus apatías y describió con entusiasmo como había sido su gran descubrimiento, los demás la escuchaban emocionados viviendo lo que la bióloga expresaba con ímpetu, como si estuviera experimentando otra vez el mágico momento. Alison estaba fascinada por la pasión que desbordaba la mujer de azul mirada cuando hablaba de su trabajo, era obvio que lo que más amaba se escondía detrás de cada palabra, la admiraba, secretamente la admiraba, no sabía porque pero lo hacía, había que ver más allá de su caparazón y encontrar a la mujer interesante y llena de vida que en esos momentos había salido disparada de adentro de Estela muriéndose por contarle a alguien sus vivencias.
-Estoy impresionada. -Había dicho Alison sin querer en voz alta.
Estela la miró desde el otro lado de la mesa dejando de hablar, no se había percatado de lo espontánea que había sido, como si los tres fueran sus compañeros de toda la vida.
-Creo que es hora de irnos. -Indicó Estela a las tres personas que la acompañaban, dejando así claro que no iba a continuar más con su historia. Llamó a la mesera que los había estado atendiendo, y pagó por todos con el dinero que su jefe le había dado en su oficina antes de salir a encontrarse con los científicos.
Los cuatro estaban bastante satisfechos, el restaurante quedaba muy cerca, así que habían decidido caminar hasta allí y así lo hicieron de vuelta. Uno iba cerca del otro así tenían la posibilidad de platicar mientras llegaban a las oficinas.
-Alison. -Llamó Andrés a su amiga quien caminaba a su lado observando curiosa a su alrededor.
Un vendedor pasó por su lado enseñando toda la mercancía que colgaba de su ropa, Alison le indicó que no, una viejita sentada en medio de la acera llamaba su atención para que le diera dinero, Alison sacó de la bolsa de su pantalón un billete y se lo dio, la viejita le agradecía una y otra vez besando el billete llena de felicidad.
-Sabes qué le has dado el dinero de todo un mes?
Alison se giró para observar a Estela que se encontraba unos pasos atrás de ella junto a John, el cual parecía no querer separarse de la bióloga ni un segundo, seguramente por miedo a que alguien extraño se le acercara para quien sabe que.
-No, no lo sabía.
Alison estaba contenta de que la bella mujer dejara atrás sus rencores y le hablase al fin sin atisbo de otra cosa. Miró de nuevo a la vieja que estudiaba el billete como si fuera un bicho raro, de repente se sintió la gran samaritana del año, John se había adelantado junto a Andrés dejando así que Alison se uniera a la bióloga, Andrés de pronto se volvió a su amiga.
-Alison, anoche pudiste hablar con Erick?
La chica de ojos verdes sin saber por qué, miró a Estela quien parecía concentrada en algo frente a ella. Por razones extrañas no le apetecía hablar de Erick en ese momento.
-Sí, le dije que todo estaba bien, que no se preocupara por nada.
-Oh bueno... me imagino cuanto te debe estar extrañando. -Le dijo Andrés volviéndose de nuevo al frente.
-Yo creo que debe de estar tirándosela rico con una hermosa chica, deseando que no vuelvas dentro de mucho, mucho tiempo.
Alison quería derribar a John de un golpe y arrancarle el cuero cabelludo con sus propios dientes, lo pensó por un momento y se lo imaginó recogiendo los pelos del suelo mientras pegaba gritos y lloriqueaba, pero se decidió mejor a relajar su cuerpo de nuevo y pensar en otra cosa. Estela la miraba de soslayo sin decir nada.
-Cállate John... -Advirtió Andrés a su compañero volviéndose de nuevo hacia Alison. -No le hagas caso Ali, sé perfectamente que tu novio nunca se atrevería... te quiere montones Alison.
-Lo sé.
Así llegaron a las oficinas, Estela había estado muy callada desde que salió el tema de Erick, Alison trató de mantener una conversación con ella, preguntando por aquel u aquel otro edificio, pero Estela sólo se limitaba a responder.
Oficinas del MINAE, horas después.
-... Bueno, qué les pareció?
Manuel miraba a los científicos uno por uno esperando sus reacciones, les había enseñado unos videos de los bosques donde se había descubierto el anfibio, Alison fue la primera en hablar.
-El lugar es increíble, tanta variedad de especies... es posible encontrar otra pareja de Arlequines en otro ambiente?
-Es probable... -Indicó Estela quien estaba sentada lejos pero lo bastante cerca para que la escuchasen, todos la miraron con atención. -... Pero son muy pocas las posibilidades, verán... -Estela se puso de pié, pasó a la par de su compañero Ashuri y se dirigió al frente. -... Algunas especies son capaces de adaptarse rápidamente a situaciones cambiantes del clima, pero otras... y entre ellas los anfibios permanecen atrapadas en ciclos de vida que no son compatibles con las nuevas condiciones climáticas.
-Entonces, nos dices que los cambios climáticos son la causa de la desaparición de esta especie? -Preguntó Alison interesada.
-Una de las causas... en la década de los ochenta, se registró un fuerte cambio de clima, asociado con el fenómeno de El Niño, desde entonces los registros de desaparición fueron creciendo. -Comunicó Estela.
-Cómo puede ser que después de siete años hayan hallado a dos Arlequines?... Cómo pudieron sobrevivir?... es increíble. -Repuso Andrés.
-Lo es. -Reafirmó Ashuri. -... Nunca más se encontraron Sapos Dorados, además de otros cuatro tipos de rana y dos clases de lagartijas.
-La contaminación de la atmósfera y el calentamiento global están matando a nuestras especies. -Recordó Estela sentándose de golpe en una silla cerca de ella.
-El CO2.
-Cómo? -Andrés miró a Alison extrañado.
-El CO2. -Repitió Alison. -El problema es la emisión del CO2... y no hay solución para eso. -Indicó la chica abatida. -No la hay.