Amor... Mírame mientras me folla...
La cama se mueve del lado de mi mujer... y la veo follarse a un vecino. ¿Me ofendo? ¡Qué va! ¡Me la machaco!
Y ahí estás… dejándote que te taladre el culo el vecino… ¡Qué poco le costó dejarse convencer de que yo estaba borracho y no me iba a enterar de la follada! ¡Como se nota lo salido que estaba! Cuando te miraba en la fiesta, lascivo, creyendo que yo no observaba… ¡Y qué buena guarra eres tú, que te dejas follar para que yo me pajee!
Ahí está, enculándote a conciencia. Me gusta oírte gemir por polla ajena. Ahí, en tu sitio de la cama, de lado, tus tetas apuntándome salidas del camisón blanco… La falda arremangada hasta las caderas… tus piernas abiertas, la de arriba enganchada a las suyas… y su polla y sus huevos estrellándose contra tus nalgas. Te agarra una teta con sus dedos morbosos, pellizca el pezón de forma casi dolorosa… Lo sé, conozco la sensibilidad de tus partes más blandas. Pero entre sus bombeos y tu lujuria seguro que ni lo notas. Te muerde el cuello, cachondo… La otra mano ha pasado bajo tu muslo y te la eleva ofreciéndome una panorámica magnífica de tu coño… de esos labios menores que se abren y cierras al moverse las carnes de tus nalgas… pidiendo guerra…
Ese coño pidiendo mi polla…
Me miras, completamente salida. Te gusta regalarme tu imagen perforada por la polla de tu último amigo. Gimes para mis oídos, lo sé. Tus palabras de aliento hacia su polla son palabras que le brindas a la mía, completamente tiesa bajo la sábana. La oscuridad me brinda la posibilidad de que la veas completamente empalmada, fuera del pantalón del pijama. La presientes bajo la tela blanca, al igual que mi mano recorrerla mientras observo cómo te da caña. Más… le pides más a esa perforadora que te has buscado. El colchón de mueve escandalosamente, te tiene que estar follando a base de bien, ¡y cómo lo tienes que estar disfrutando! Tu culo abierto… tu boca seca de tanto jadeo… sus palabras guarras a tu oído que se cree que a escuchar no llego…
- Zorra- te dice.- ¡Cómo me pone romperte el culo! ¡Y qué llores de gusto, zorra! Llora porque no te cabe mi puta polla en ese culo de guarra que tienes…
Rozas con tus dedos traviesos mis huevos mientras mi mano se pelea con la piel tensa que la recubre. Te muerdes el labio inferior mientras sientes que te corres… Conozco tus gestos… Te vas a correr con esa polla dura destrozándote las entrañas. Y él también, por el ritmo de conejo que han adquirido sus caderas. Y allí va también mi mano, a meterse en tu vagina, a notar sus embestidas, sus idas y venidas, sus roces… Y los espasmos de las contracciones de tu coño aprisionan mis dedos en tu interior, a la vez que me empapas la palma y me regalas las palabras morbosas de tu corrida… Y el otro, satisfecho, sonríe sin verme ni notar mis dedos tocar su polla a través de tus elásticas paredes. Creyendo que le hablas a él…
- ¡Dios, como me pones, cabrón! Así me gusta… así me gusta correrme… Contigo dentro, mojarte entero… Disfrútalo… es para ti mi orgasmo.