Amor, lujuria y sexo en Tenerife (I)

Todo lo que un viaje de trabajo te puede asombrar

Amor, lujuria y sexo en Tenerife (I)

Estaba en la puerta de embarque del aeropuerto de Sevilla esperando la salida de mi vuelo destino Tenerife, el motivo de mi viaje era por trabajo, por cuestiones de anonimato no puedo nombrar para que empresa trabajo, solo decir que estaría toda la semana en la isla y por ser jornada intensiva poco se podía dar al disfrute, craso error por mi parte porque nada de lo inicialmente programado salió como debería haber ocurrido.

Antes de relatar esta crónica tengo que definirme físicamente para haceros una idea a grandes rasgos; soy un chico físicamente bien definido, debido al deporte que practico y con 34 años puedo decir que tengo una segunda juventud, soy alto, moreno, ojos marrones, y con una buena percha, mi forma de vestir es moderna, por motivo de trabajo tengo que ir de traje, y cuando estoy de descanso, suelo vestir de sport, un vaquero y una camisa suele ser mis prendas frecuentemente utilizadas por mí.

Iba subiendo por la escalerilla del avión y ya iba pensado que peli iba a poner en el portátil para que el viaje fuese más ameno, Django sería una buena opción, así que tan pronto estuviésemos en el aire me pondría mis auriculares para no pensar en lo aburrido que son los vuelos.

Cuando estaba ya ubicado en mi asiento se coloca a mi lado una mujer impactante, una chica de unos treinta y ochos años, morena con el pelo largo ondulado y con el flequillo hasta la frente, más bien bajita, con un cuerpo delgado y llevaba un vestido corto muy veraniego, negro con lunares pequeños, con un escote muy sugerente…pensé para mí que mejor una mujer guapa que un hombre sudoroso y robusto. Tampoco quise darle la mayor importancia en ese momento, solamente hubo un saludo por simple cortesía.

El viaje transcurría con cierta normalidad, yo disfrutaba de la peli, y mi compañera de asiento se estaba quedando frita, nada hacía presagiar lo que a continuación ocurrió. Mi compañera de viaje se quedó completamente dormida y parte de su cabeza y brazo se apoyaron en mí, la situación era extraña porque no sabía si despertarla o quitármela de encima; a medida que transcurría el tiempo ella se acomodada más, situando su brazo muy cerca de mi bulto, en ese momento en mi cabeza no pensaba más allá de la incomodidad que era estar inmóvil. Sus movimientos hacia que su mano apretase más mi aparato, y el bultito se hacía notar cada vez más, me estaba poniendo un poco nervioso, porque no sabía si lo estaba haciendo a adrede o realmente tenía un sueño profundo, lo malo que su mano se encontraba muy cerca, y gracias a dios que empezó a ver turbulencias en el avión porque esto hizo despertar a mi acompañante de su trance, al darse cuenta de la postura que llevaba dio un respingo en el asiento como sintiéndose avergonzada. Yo intenté darle la menor importancia, pero me había dejado un pequeño calentón sin haberlo buscado.

El resto del viaje lo pasé inquieto recordando lo sucedido, no éramos capaces de mirarnos a la cara, ella se sentía abochornada, pero cuando cruzábamos nuestras miradas había un pequeño juego de seducción muy latente, sus ojos color miel era muy profunda parecía leerme el pensamiento cuando alargaba su vista en la mía. Ella me devoraba con sus ojos y en mi cabeza sentía que tenía gana de poseerla. Pero me encontraba en el avión y apenas habíamos cruzado dos palabras. Imaginaba si era natural de allí o iba de turismo, da igual el problema es que me había quedado prendado de esa maravilla de mujer.

El final del vuelo fue un querer y no poder, así que relativicé el asunto y me centré a lo que había venido hacer en la isla, trabajo, trabajo, trabajo.

Al recoger la maleta y el portatraje me dirigí a la salida en busca de un coche que me estaba esperando para llevarme al hotel donde iba estar alojado; para mí desgracia, la tarde se puso tonta y empezó a descargar una tormenta y con la cantidad de gente que había no era capaz de encontrar el chófer que me trasladaría…al mirar a mi lado derecho volví a ver a la mujer que me había acompañado en mi vuelo, estaba en la parada de autobús fumando un cigarrillo y mojándose por culpa de la tormenta que arreciaba, ella se percató de mi presencia, y veía como el agua calaba por mi ropa, en ese momento vi en un cartel con mi nombre y apellido escrito, era el chófer que me estaba esperando. En ese momento tuve un impulso, me acerqué a aquella mujer, le pregunté el nombre, me dijo que se llamaba Rosi, yo le contesté encantado, y le sugerí que si quería le llevaría hasta su hotel. Ella me contestó, que muchas gracias pero que ella vivía allí, cosa extraña porque su acento no era autóctono de allí,  a lo que le propuse llevarla hasta su casa. Se le veía indecisa por mi proposición, y tal como estábamos poniéndonos de agua y tras dudarlo durante un rato y al insistir y presionarle más, aceptó mi oferta pero con muchas dudas.

Nos sentamos en el asiento de atrás, mientras el chofer guardaba nuestras maletas; tras unos segundos silenciosos, le pregunté donde quería que le acercara y ella con una pequeña muesca en su boca me dijo que tenía un serio problema. La llave de su apartamento la tenía un compañero de trabajo, y  hasta dentro de dos horas no saldría de trabajar. Yo creo que el cielo se me iluminó en ese momento, y le ofrecí que pasara esas dos horas en el hotel, porque después de tanta agua era una pena que cogiera una pulmonía, que allí podría darse un baño, y ponerse ropa nueva.

El silencio volvió otra vez, pero esta vez nuestras miradas eran más ardientes, el deseo impregnó el coche, y podía verse la lujuria en sus ojos, la ropa aunque fuese negra reflejaba su figura y se le marcaba los pezones. Ella me pidió perdón; yo le pregunté por qué debía hacerlo que no tenía por qué, era un placer invitarla al hotel. Ella me sorprendió porque el motivo era que sabía que me había calentado en el viaje con su mano y me lo hizo saber mirando mi entrepierna, a lo que yo rápidamente resté importancia. Al mirar sus piernas vi que estaba completamente empapada, se me ocurrió sacar un pañuelo y me puse a secar parte de sus piernas a lo que ella no puso ningún reparo; viendo que no me ponía obstáculo fui subiendo poco a poco hasta acercarme a su entrepierna, en ese instante ella abrió un poco más, facilitándome alcanzar el final del muslo…una vez secado dejé el pañuelo a un lado, comencé a tocar sus piernas, su piel era muy suave, le toqué con dulzura, increíblemente dejaba hacerme lo que yo quisiera, yo era un extraño pero no le importó lo más mínimo que acariciase cada vez más cerca sus partes más íntimas. Yo me sentía honrado por lo que estaba haciendo, nunca había tenido esa experiencia, tenía que hacerlo con mucho disimulo porque no quería llamar la atención del chófer. Mi mano ya había rozado su braguita, yo la notaba húmeda a pesar que la lluvia no había calado su parte interior; con los dedos separé la braguita, y poco a poco fui jugando con su vagina, primero masajeando su clítoris y después introduciendo algún dedo que otro, mientras, Rosi se mordía los labios para que no se le escapase ni un gemido, la estaba masturbando mientras nos dirigíamos al hotel y el chófer no se había percatado. Ella me agarró fuertemente la mano contraria, se le notaba que estaba gozando mucho, mi dedos aceleraron el ritmo, y viendo con la fuerza con la que me apretaba sentía que aquella situación le estaba desbordando…desgraciadamente el chófer nos avisó que ya habíamos llegado a nuestro destino. Recuperamos la compostura, y entramos en el hotel.

Al entrar en recepción, le pedí que esperase un momento, quería coger las llaves, lo bueno de mi empresa que la habitación donde me alojaba era una suite. No tardé mucho en gestionar el papeleo, y el botones cogió las maletas y nos condujo a mi habitación. Estaba alojado en la novena planta del hotel con lo que tuvimos que usar el ascensor, tuve que contenerme porque el botones se puso en medio de Rosi y yo.

Una vez marchado el botones, me fijé en la habitación, tenia de todo; una cama enorme adornada por dos botellas de cava, rodeado de fresas en forma de corazón, esto sería un error, porque viajaba por trabajo y no por placer. Esa mujer me había cautivado en el avión, el destino había hecho que todo me saliese perfecto. Aun estábamos mojados y le dije a Rosi que fuera ella la que se duchase, yo mientras se fue al cuarto de baño se me ocurrió abrir la botella de cava y poner la habitación cómoda. Mientras pegaba el primer impacto al descolchar la botella, Rosi me comunicó que no había ducha, sino que había una gran bañera. Le dije que no se preocupara, que mientras tomáramos la primera copa de cava,  la bañera se llenaría y así se pudiera tomar un baño relajante.

Serví el cava en dos copas…brinde por el destino, y rápidamente le dimos el primer sorbo. Tras dejar la copa en la mesa la besé tiernamente en los labios, ella no puso ningún reparo y se dejó llevar, nuestras lenguas se entrelazaban, fue un beso tierno, intenso, pasional, parecía como si fuésemos una pareja de recién casados a la llegada de su viaje de novio, pero yo no quería que fuese eso, buscaba algo más de picante, y los besos pasaron a ser más intenso. Ella me quitó los botones de la camisa, yo le subí el vestido y la dejé con su braguita solamente. Mi boca abandonó sus labios y se fueron hacia su cuello. Su cuerpo se erizó por cada bocaito que recibía en su lóbulo, su mirada permanecía impactada por mi cuerpo, y con una gran habilidad me quitó el cinturón y me bajó los pantalones.

Era tal éxtasis que sentíamos que acabamos tirado en la cama, yo le quité  su braguita y sin pensarlo fui directamente al grano, recliné mi cabeza hacia su vagina. Tenía el coño depilado completamente, y le pase un primer lengüetazo en toda la rajita, que convulsionó todo su cuerpo, no tuvo un orgasmo porque no la dejé respirar al presionar con mis labios en su clítoris…ella me agarró fuertemente de los pelos, y yo no dejaba de succionar su pepita…ella gemía como una loca, estaba desorbitada, nunca había recibido una comida tan rica en su vida….con su movimiento pélvico pedía más y yo seguía chupando y lamiendo su coñito...después de un instante comenzó a tener su primer orgasmo, el primer grito se sintió en toda la isla, y hasta que no dejó de temblar no paré de tragarme toda su corrida deliciosa.

No la dejé recuperarse, cuando cogí la botella de cava y se la tiré por sus pechos, quería que la fiesta continuase, y comencé a lamerle sus senos, las tenías muy bien puesta, era grandes y los pezones eran perfectos además se notaba que aún estaba caliente porque sus pezones aún seguían marcado. Mi lengua absorbía el cava derramado en sus pechos. Yo seguía derramando cava por su cuerpo y relamía toda la parte del líquido, barriga, ombligo, piernas…hasta que llegó a su coñito que tras el festín que me había pegado la había dejado sequita.

Tras beber en su cuerpo, me puse de pie y me quité los boxes, ella se repuso, se me quedó mirando mi pene; le impactó por el tamaño, era gruesa y por suerte me media 19cm, ahora era yo quien debía disfrutar y derramé cava sobre mi pene. Rosi se abalanzó hacia mi polla que ya se encontraba erecta, sus labios no eran muy gruesos pero no le hacía falta para hacerme una mamada increíble, sabía lo que hacía, notaba su lengua jugar con mi glande, mientras con la otra mano apretaba mis testículos, su movimiento de cabeza era magnifico, y por culpa del calentón que recibí en el vuelo ya tenía cargados a mis amiguitos…pero supe aguantar para no correrme en ese momento.

El baño ya estaba preparado, y la mamada me estaba dejando en una nube… la aparté suavemente, y la dirigí con mi mano hacia el baño. Nos metimos juntos a la vez, y al ser tan grande parecía un yacuzzi pero sin los chorritos, el agua estaba en perfecto estado, y gracias al champú que Rosi había echado pude frotarle todo su cuerpo sin tener que coger más. Nos frotábamos para sentirnos limpio…todo estaba siendo tan puro que hasta que no vimos que nos encontrábamos a punto no la penetré, estuvimos sintiéndonos con mucha suavidad, muy pausado, sin prisa, el tiempo parecía que se había parado, ella notaba toda mi virilidad, y yo notaba como entraba hasta el final de su cuerpo, parecía que nos conociéramos de siempre, llevábamos una armonía acompasada con el movimiento perfecto de nuestros cuerpos nada que ver con la pasión que habíamos mantenido en el dormitorio…ella se sentía querida, deseada, completa, y yo sentía paz, relajación, como si fuera sexo tántrico lo que estábamos realizando…esta cadencia de sensaciones generó en ella el inicio de su segundo orgasmo, mucho más profundo, y mucho más placentero, en el que todo el cuerpo desprendía placer. Yo por mi parte tuve una corrida mucha más enérgica en la que todo mi semen la llenó por completo. Ella notaba como mi polla escupía mi leche dentro de su coñito.

Tal relajación que tuvimos los dos que al salir de la ducha y secarnos el uno con el otro hizo que nos quedáramos dormido abrazado en la cama de la habitación del hotel, al día siguiente ella desapareció sin dejar una nota y yo me levanté para preparar el primer día del curso

CONTINUARA…