Amor internacional

Como nace una relación especial a través del trabajo.

Amor Internacional

Muchos años a cargo de la gestión comercial internacional, en la empresa donde trabajaba, me hizo generar una gran amistad con una mujer argentina. Semanalmente teníamos que coordinar embarque de productos de mi empresa a su país.

Su forma de hablar distinta a la nuestra, su forma de ser, de pensar, poco a poco fueron produciendo una cariño especial por esta mujer , deparados por miles de kilómetros. Muchas veces asistía personalmente a las bodegas de la empresa donde cargaban los grandes camiones, intercambiando con los conductores pequeñas conversaciones, tratando de descubrir como era físicamente la desconocida voz al otro lado de la línea.

Todos los comentarios me llevaban al mismo punto. Carmen, era una mujer no muy atractiva, pero una excelente persona. Según el perfil que me comencé a formar con los datos obtenidos, ella era una mujer baja , morena, extremadamente gorda, pelo corto y negro, pero de todas formas, siendo muy distintas al tipo de mujeres que yo acostumbraba a frecuentar, me llamaba terriblemente la atención.

Nuestras diarias conversaciones, por teléfono o MSN, me hicieron enterarme completamente de su vida, su escasos y esporádicos amoríos, incluso yo mismo terminé confesándole intimidades mías, que a ninguna persona había confesado. Yo por mi parte, no tenía ningún perjuicio a mostrar mi imagen a través de la cámara del computador, o mi fotografía en el MSN, mientras que ella celosamente, si bien es cierto se describía físicamente, nunca logre conseguir verla de ninguna forma.

Carmen era 7 años mayor que yo. Tenía 37 y yo 30. En varias oportunidades, a través de este intercambio comercial estuvo a punto de viajar a Chile, pero siempre de una u otra forma, se solucionaban los inconvenientes o acuerdos y su viaje siempre se fue postergando.

Durante ese tiempo yo conocí una mujer, con la cual viví un par de años. Pero esa buena relación, llegó a su fin dejándome muy triste ya que aun yo la amaba. Como una amiga siempre dispuesta a escuchar, Carmen supo de toda mi relación y me aconsejó y consoló.

Pasaron unos cuantos meses y una mañana, ella me dice que tenía que viajar a mi país, a cerrar un trato comercial con otra empresa. Me dio mucho gusto que al fin, después de casi 7 años, al fin nos conoceríamos en persona. Me avisó su horario de vuelo, y me confirmó que de la misma empresa, con la cual haría la transacción comercial la iría a buscar al aeropuerto.

Como yo vivía solo, y nuestra amistad era muy grande, no lo dude ni un segundo y le ofrecí mi casa para que se quedara, mientras permanecía en mi país. Ella al principio no quiso molestarme, pero debido a mí insistencia, no tuvo otra opción mas que aceptar.

Esa mañana recibí su llamada que ya se encontraba en Chile, que se encontraba en la otra empresa y que cerca del medio día, quedaría desocupada. Yo me conseguí la tarde libre y nos quedamos de juntar en un lugar determinado. A través de muchas llamadas a mi celular, me indicó en el lugar donde se encontraba.

Un gran nerviosismo me recorría todo el cuerpo. Al fin luego de 7 años de amistad conocería a Carmen. Ya claramente sabía que me encontraría con una mujer morena, de baja estatura, de contextura gruesa, por no decir gorda, pero eso no me importaba. Necesitaba ver en persona esa suave voz al otro lado de la línea y alejada de mi por miles de kilómetros.

La última llamada a mi celular, me indicó que se encontraba a una cuadra de mí. Se describió como estaba vestida, con una falda negra, y una blusa blanca, al lado de un teléfono público.

Al llegar la reconocí inmediatamente. Mis imágenes de ella eran tal cual como yo la había imaginado. Mujer de tez morena, baja y muy gorda, pero con unos hermosos ojos y su suave y cálida voz. Al llamarla por su nombre, Carmen me brindó una afectuosa sonrisa, y como si fuéramos grandes conocidos, me abrasó y yo a ella.

Aprovechando la hora la invité a almorzar a un buen restaurante, conversamos muchas cosas, de sus gestiones comerciales, de su viaje etc. Luego tomando su maleta nos dirigimos a donde estaba mi auto, y nos dirigimos a mi casa. A cada rato ella me abrazaba y yo a ella. Era algo muy especial, un cariño enorme que nos demostrábamos a cada rato. Pasamos toda la tarde juntos y en la noche la llevé a recorrer la ciudad. Me encantaba su compañía, sus temas de conversación sin importarme su físico, para nada..

En la noche terminamos en una simple fuente de soda y luego de muchas cervezas, y una gran conversación, regresamos a casa. Ella ya en la tarde se había acomodado en la habitación que me quedaba disponible. Al llegar a casa, luego de conversar un rato más y tomarnos nuestro ultimo trago, nos despedimos con un gran abrazo y nos fuimos a acostar, muy entrada la noche.

Al poco rato de acostarme, sin estar seguro de haber cerrado la puerta de calle con llave, me levanté y me fui a cerciorar. Al pasar por el baño, me di cuenta que la luz estaba prendida, por lo supuse que Carmen tendría que estar ahí. Cerré la puerta con llave y al volver, me encontré con Carmen saliendo del baño.

Nos topamos justo a la salida del baño, con solo la luz de este encendida. Carmen usaba una camisola blanca, que traslucía sus grandes y redondos pechos, apenas cubiertos por un sensual brasier. Nos quedamos mirando, ella me sonrió y nuevamente, con su suave y calida voz, me dio las gracias nuevamente por mi hospitalidad.

Pero yo no podía dejar de ver esos hermosos y grandes pechos a través de su transparente camisola, sus hermosos ojos, y esa exquisita voz que me fascinaba y sin darme cuenta, me fui acercando y la besé en los labios. Ella se sorprendió un poco, pero me correspondió mi beso.

Ese beso no se detuvo, y poco a poco fue aumentando de intensidad. Sintiendo su grueso cuerpo en mis brazos, sus grandes pechos contra el mío, su suave lengua jugando dentro de mi boca, su respiración que poco a poco aumentaba de intensidad, la delgada tela de su camisola contra mí, terminó por excitarme y ya mis manos acariciaban directamente sus grandes nalgas, por debajo de su camisola. Ambos nos abrazábamos mas fuertemente, frotando nuestros cuerpos contra el del otro. Era algo completamente distinto, diferente a todo lo que había vivido. Aun siendo Carmen muy distinta al resto de las mujeres que frecuentaba, ese gordo cuerpo, esas anchas caderas, esas grades tetas, acompañado de esa hermosa voz, y ese sentimiento de amistad, me tenían completamente fuera de mi.

Sin dejar de besarnos, fuimos avanzando hasta mi habitación. Ya al lado de la cama le quité los tirantes de su camisola, la que cayó al piso, dejándola solo con un diminuto calzón.

Suavemente la acosté en mi cama y subiéndome sobre ella, comencé a atacar su cuello, besándolo apasionadamente, bajando suavemente hasta apoderarme de esos grandes y redondos pechos. Ella entre gemidos me confesó que hace más de dos año que no tenía relaciones, cosa que me causó mas placer aun. Sus pechos eran deliciosos, y mi boca no dejaba de succionar esos morenos y grandes pezones. Mientras lo hacía, terminé de desnudarme, pero sin dejar ni un momento de chupárselos.

Besando su vientre, comencé a bajar, sin separar mis labios de su piel, hasta que mis labios se encontraron con esa diminuta prenda de vestir.

Sentía su olor a hembra, excitada, mojada, sedienta de placer. Suavemente fui bajándoselos, dejando al descubierto su sexo, poblado por una abundante vellosidad. Ya completamente desnuda, le separé sus piernas. Ella mostraba un poco de nerviosismo, se notaba que no estaba acostumbrada hacerlo con la luz encendida.

Le separé sus piernas, y mientras ella cerraba los ojos y se entregaba completamente a mí, fui besando el interior de sus piernas, hasta llegar a pocos centímetros de su vulva. Su olor me volvía loco y al ver su húmeda cavidad ahí, a pocos centímetros de mi boca fue una invitación que no pude rechazar y en segundos, separándole sus labios vaginales con mis manos, me fui adentrando con mi lengua, recorriendo cada centímetro de su sexo.

Mi amiga argentina no podía creer las sensaciones que estaba sintiendo y tomando con sus manos sus tobillos, levantó sus piernas dejándome todo su sexo a mi disposición. Una y otra vez mi lengua le entregó un inmenso placer, recorriendo toda esa parte de su cuerpo, abarcando no solo sus genitales, si no que el contorno de sus piernas, sus nalgas incluso la entrada de su ano, dejándola al borde del orgasmo.

No me hubiese molestado que ella acabara en mi boca, pero ella no quiso hacerlo y cambiando de posición, me hizo acostarme de espalda y sin darme cuenta mi verga estaba completamente dentro de su boca, haciéndome una mamada espectacular, con ganas, con pasión, chupándomela tan fuertemente que me acumulaba toda la sangre de mi cuerpo en mi verga.

Su mamada era la de toda una profesional, haciéndome sentir sensaciones indescriptibles. La sacaba de su boca, y la frotaba contra sus mejillas, para volver a meterla y chuparla con mayor intensidad todavía. A veces su mamada se dedicaba a mis bolas, las que entraban completamente en su boca.

También estuvo apunto de hacerme acabar, pero no quería hacerlo, no sin antes penetrar a mi amiga paraguaya. Haciéndola que se acostara de espalda, me subí sobre ella y tomándola de sus carnosas nalgas, se la metí sin contemplación. Ella gemía como una loca y su cuerpo arqueado, y sus gruesos brazos aferrados a mi cuello, me hacían volverme loco.

A mi oído, con su suave voz entre cortada, entre gemidos, me pedía que se la metiera mas y mas, que la tocara completamente , que mis manos no quedaran sin recorrer ningún lugar de su cuerpo.

Me acosté detrás de ella y nuevamente la penetré mientras mis manos manoseaban sus tetas y su entre pierna. Ella estiraba su mano hacia atrás y me empujaba de mi culo contra ella , confesándome que era una mujer muy caliente, y que deseaba ser follada una y otra vez por mi.

Le dije que la quería en cuatro patas y sin pensarlo dos veces, se colocó en posición dejándome su generoso culo completamente a mi disposición. No dude en tomarla de la cintura y arrodillado detrás de ella comencé a follarla mas fuertemente aun. Luego de mucho rato, me pidió que me acostara de espaldas y montándose sobre mi, comenzó a moverse, completamente erguida, con sus ojos cerrados y con una cara llena de placer, mientras que mis manos no se decidían entre seguir tocándoles las tetas o jugar en su entrepierna.

Sin decirme nada, se salió y colocándome su todo su gran culo en mi cara, me comenzó a chupar la verga con la misma intensidad, mientras yo con mi lengua le entregaba placer oral

Entre gemidos le confesé que ya no duraría mucho rato más y me dijo que quería que acabara en su boca. La idea me encantó y le pedí que ella también hiciera lo mismo. Al poco rato de estar en esa posición, entregándonos mutuo placer oral, las sensaciones entregadas por su boca fueron demasiadas y ya sin poder aguantarme le avisé que ya me descargaba. Ella en vez de sacarla de su boca, me la chupó más fuertemente aun, mientras con espasmos de su culo frotándolo por toda mi cara, y con un gran gemido, tampoco aguantó mas y como un grifo abierto, comenzó a botar un abundante líquido, con gran presión que sin ningún asco bebía, al mismo tiempo que mi semen salía a chorros terminando en su boca.

Aun después de acabar cada uno en la boca del otro, continuamos chupándonos nuestros húmedos sexos. Exhaustos quedamos uno al lado del otro , con sus pies a la altura de mi cara y las mías a la altura de ella, mientras nuestras manos seguían acariciando el sexo del otro.

Esa noche lo hicimos varias veces y follamos en todas las posiciones durante los 4 días que se quedó en mi país. Con mucha pena la lleve al aeropuerto, sabiendo que era muy improbable que la volviera a ver. Un último y gran abrazo fue a la despedida , esperando que quizás algún día , pudiésemos reafirmar esa amistad internacional.