Amor hereritario 4 y 5

Cuarta parte. Dedicado a ladysexopata (ID: 1359832).

En el trabajo de mi mamá María se había vuelto algo esquiva con ella. El motivo es que tenía sueños recurrentes y eróticos en los que los tres hacíamos el amor. Ella no podía recordar de manera consciente nuestra aventura, pero a nivel subconsciente lo recreaba ya que le había gustado.

Me enteré de eso por una visión que me dio mi tatarabuela y en esa me dijo que tenía que lograr que en su lucidez María aceptara su estado salvaje y se abriera al placer que le ofreciéramos.

Lo hablé con mi mamá y quedamos que de buenas a primeras no aceptaría hacer un trío con nosotros. Por lo que quedaba en mí adentrarla en la lujuria.

La cité en café para discutir la lista de útiles escolares de mi ahijada. Se presentó al local con un polo blanco con tiras, el cual dejaba sus hombros desnudos y el nacimiento de sus senos, un pantalón “chavito” color amarillo dejando ver sus tobillos desnudos, además que por su gran trasero se notaba su ropa interior. Estaba un poco abochornada, pero luego de unas bromas se soltó y entramos nuevamente en confianza. No podía drogarla ni emborracharla, tenía que estar lúcida. Salimos del local y me puse detrás de ella la cogí de los hombros, su piel era suave y tibia, se puso un poco rígida pero se dejó conducir hasta el coche para llevarla de compras. Al terminar la llevé a mi casa. Mi mamá estaría en el piso superior. Habíamos camuflado una videocámara en la sala y otra en el cuarto, las cuales transmitirían en directo lo que ocurría en casa.

Entramos a la casa, la cogí nuevamente de los hombros y deslicé mi cabeza en su cuello, rocé mi nariz en su oreja. No opuso resistencia, así que seguí avanzando. Le di un beso en la mejilla y luego ataqué su boca, estaba en shock por lo que su lengua se quedó inmóvil, luego bajé por su cuello, el cual jugueteé con mi lengua. Quiso recobrar el pudor, pero seguí arremetiendo en su boca hasta que se dejó llevar, cobrando su lengua vida.

Me apartó y me dijo:

- Arturo, - me trató de tú- soy mayor que tú y esto no puede ser.

-Te deseo y sé que me deseas. ¿O no?

Se quedó callada así que arremetí juntado mi boca con la suya, mientras nos abrazábamos.

Le levanté el polo dejando ver su gran estómago recorriéndolo con mi dedo y jugando con su ombligo. Me puse de rodillas en el suelo, bajé mi boca y besé su ombligo mientras mis manos recorrían sus pantorrillas y piernas. María se dejó llevar, creía vivir otro sueño húmedo. Busqué abrirle el cierre del pantalón, ella se levantó apenas para facilitarme el trabajo de bajárselos y empecé a lamer y besar sus bragas, luego puse mis manos en dentro y acaricié su peluda concha sintiendo esa deliciosa humedad. Mi boca subió por su cuerpo y mis manos buscaron liberar de la prisión esas grandes y primorosas tetas mientras mi boca jugaba con su cuello. El hecho de saber que mi madre se estaba masturbando viendo como su hijo se comía a su comadre lo hacía más excitante.

María se apresuró en bajarme el pantalón, se quitó las bragas las cuales se deslizaron hasta caer en el suelo. Se apresuró en quitarme el calzoncillo me apretó las nalgas y empujó su cuerpo hacia el mío. Todo esto sin dejar de besarnos en los labios. Arremetí y cada sacudida era una gloria. Ella dejaba escapar dulces gemidos. Y luego me vine una vez.

La volteé con la cara hacia el mueble y las piernas en el suelo y se la clavé nuevamente. Su culo redondo se movía y en forma circular con cada arremetida. Luego nos quitamos todo y la cogí de los hombros para dirigirla a la habitación, mientras mi cuerpo apretaba al suyo. Se tiró en la cama se abrió de piernas y de un salto nuevamente se la clavé y un grito explotó de su boca. María es de las mujeres que tienen orgasmos múltiples así que un conilingüis ayudaría mucho a que se sintiera en la gloria.

Me vine dos veces más, la última vez en la gloria de sus tetas y lamiéndome la pija.

Cansados, sudorosos y desnudos nos dormimos abrazados y de costado. Su cabello caía de lado sobre su hombro y su rostro tenía una paz y felicidad. Al despertar se daría cuenta que no era un sueño.

V

Cuando me llevé a María al cuarto mi madre aprovechó para llevarse la ropa interior de María le echó una pócima la cual combina mis fluidos y los de ella y luego se las puso con las palabras el placer que yo sienta tú lo sentirás. Vertió el resto de la poción en el interior de la ropa de María y se puso su sostén y bragas y luego se masturbó viendo como tenía coito con ella mojando las pantaletas e impregnándolas con su olor.

Al despertar María se dio cuenta que estaba desnuda, sentía algo de remordimiento por haberse dejado llevar por sus instintos pero estaba feliz. Se colocó una sábana y fue a recoger su ropa. Cuando se la puso mi madre puso una mano en su concha y la acarició, en ese momento vio por la pantalla del televisor que María buscaba si había algo dentro de sus pantaletas.

Luego se dirigió al cuarto para despertarme y empecé a lamer el coño que me trajo al mundo. María se retorcía de placer sin entender lo que pasaba. La intensidad más la fusión de los fluidos de los tres ya se había adentrado en su cuerpo y ya no importaba si ya no usaba la ropa embrujada, igual sentiría cada toque de placer de mi madre y mi mamá sentiría cada toque de placer que yo le diera a María.

Se dirigió a la habitación y vio como lamía el chocho de mi madre, sacando dulces gemidos de la boca de ambas. Mi mamá al darse cuenta de la presencia de María me ordenó que parase y le dijo: Si quieres sentir placer tendrás que dármelo y procedió a tocarse los pezones en forma de círculos, mientras los pezones de María se ponían duros como piedra y María atónita sin comprender cómo.

Se acercó y empezó a lamer las piernas de mi madre comprobando que sentía lo mismo. Me acerqué por detrás y acaricié las piernas de María, mientras que mi madre sentía esa caricia. La conexión estaba completa. Así que María se puso a lamer los senos de mi madre mientras yo acariciaba el chocho de María haciendo que ambas se deleitaran en gemidos y lanzándolas dentro del éxtasis.

Luego hice mía a mi madre, clavándola de manera intensa mientras María caía de rodillas roída por el placer y besó mi espalda mientras acariciaba las piernas de ambos.

El orgasmo fue algo intenso para los tres. Sacamos los juguetes eróticos que habíamos comprado y empezamos una nueva ronda de juegos con ellos. Fue el paraíso.