Amor Extranjero (Parte VI) [Final]

Fue en un viaje escolar a Londres cuando conocí a esa hermosa chica de ojos hipnotizantes, al principio todo comenzó como una aventura de adrenalina y excitación, pero después todo se volvió parte de mi vida... Y en ese todo se encuentra ella.

Amor Extranjero

Parte VI (Final)

Mientras iba en autobús de camino a casa giraba mi cabeza cada cierto tiempo solo para darme cuenta de que Alessandra no dejaba de mirarme con esos ojos enjuiciadores que  caían como gotas de ácido sobre mi estómago. Cuando el autobús nos dejó rápidamente ella se me adelanto para meterse en la habitación, de alguna manera sabía que quería ver cuando yo entrara solo por el puro placer de mirarme y hacerme sentir como la mentirosa más grande del mundo. Y sí, eso fue prácticamente lo que sucedió a mi entrada.

-¡Hola Vanessa! Tenemos tantas cosas de que hablar… Me muero de las ganas por tener una charla de chicas.

-Ok Alessandra, dime lo qué quieres… No quiero andar con rodeos, solo ve directo al grano.

-No, no, no y no… Esto tenía que ser emocionante, ya sabes, yo riendo malignamente mientras tú suplicas.

Yo la miré con cara  de pocos amigos, realmente deseaba que me dijera lo que quería, obviamente quería algo y yo no me iba a ponerme a jugar al ahorcado intentando descifrar sus intenciones.

-Ok, está bien. Mira, cuando yo me drogo veo muchas cosas… Pero definitivamente ese día que vi que salías justo por aquella ventana podría jurar que era tan real. Obviamente, porque era real y no lo niegues.

-Entonces…

-Yo sé que fuera de este tour aburridísimo de historia que nos dan todos los días hay un verdadero Londres. Bueno, quiero conocerlo.

-¿Y eso implica?

-Que me lleven con ustedes.

-¡¿Qué?! –dije asombrada.

-Mira, aún tenemos una semana antes de largarnos de este lugar y siento que si sigo formando parte de este viaje escolar no habré disfrutado Londres como debe ser. Si ustedes salen, apuesto a que van a lugares fascinantes. Llévenme con ustedes y yo no diré nada, hagan sus cosas de lesbianas… No me importa, de hecho no me afecta en absoluto y si hago esto no es por tener algo en contra de las lesbianas o en ti particularmente, no, solo quiero sacar partida de esto para tener una oportunidad de conocer el verdadero Londres.

-¿Eso te haría nuestra cómplice?

-He ahí el punto… Ya no te tendrías que preocupar por el problema de la escapada porque yo saldría igual de embarrada, pero para que eso pase tienen que llevarme con ustedes o ¿no?

-Bueno, supongo que tienes razón. Aun así, yo podría acusarte por drogarte, yo también puedo amenazarte –intenté ser inteligente.

-Podrías, pero a mí me encantaría saber quién sale realmente perdiendo en esta historia. Tú puedes decir que yo me drogo y yo… Yo diría que tú te escapas, tienes sexo a pleno día y sobre todo, que es con una mujer. Ahora que lo pienso, creo que lo que realmente te preocupa es que sepan que has estado con una mujer… Por cierto, ¿qué no fue con ella con quien te fuiste a pasar la noche? Apuesto a que lo disfrutaste.

-De acuerdo, tú ganas. Solo deja que yo hable con ella y esperar para saber qué dice.

-Yo que tú la convencía, digo, por tú bien.

Ella tenía razón, la que más salía perdiendo en todo esto era yo y pensar que le dijera a alguien que tenía una aventura en Londres con alguien era una cosa, pero que dijera que era con una mujer hacía una gran y terrorífica diferencia.

Lo primero que hice entonces obviamente fue llamarle a Lena y contarle todo. No sé porque pero presiento que ella no se impactó con eso, podría decirse que lo digirió de maravilla y hasta le causó gracia. Eso era algo que no me gustaba de Lena, sentía que en todo esto yo era la única que se preocupaba por las consecuencias, era como si ella le importase un comino si me enviaban a México con un boleto sin retorno por toda la vida. Por otra parte quería pensar y convencerme que quizá la que estaba en el error era yo, y que ella era así, despreocupada y sin temores.

Cuando le conté a Alessandra que Lena había aceptado se puso eufórica y con eufórica me refiero a que de pronto se volvió mi gran amiga. Era tan sínica que hasta parecía que no había pasado nada y que realmente la habíamos invitado a formar parte de nuestra aventura por voluntad propia. A la siguiente hora llegó el autobús que nos llevaría al aburrido tour y para mi desgracia Lena no podía ir a los lugares para coincidir misteriosamente como lo tenía planeado, al parecer tenía que terminar unos trabajos que eran muy importantes, sin embargo, me había prometido que en la noche pasaba por nosotras y que llevaría a un amigo.

Cuando me habló de ese amigo sentí como que nuestra privacidad se vería corrompida y no tarde en ponerle pero a aquel invitado, pero la idea era clara, las tres en una moto era tan peligroso como ir en un monociclo una encima de la otra. Toda aquella tarde se volvió más aburrida de lo común, por su parte Alessandra no me dejaba sola ni por un minuto y eso me estaba volviendo loca. Cuando la tarde llegó y tuve que regresamos a “nuestro querido hogar” (como lo llamaba Alessandra), lo primero que hicimos era fingir que estábamos muy agotadas y que dormiríamos para recargar fuerzas. Admito que tener a Alessandra de aliada tenía sus ventajas, al menos ahora ya no tenía que esconderme de ella, y sobre todo, fingiendo las dos éramos más convincentes que una sola.

Antes de que llegara la hora de escaparnos me puse a reflexionar acerca de qué tan lejos había llegado, era impresionante lo que estaba haciendo y años atrás me hubiera negado a creer que sería capaz de algo como tener una aventura con una persona de un país desconocido, pero de algo estaba completamente convencida, no me arrepentía. Cuando llegó la hora de salir ambas nos asomamos por la ventana para ver si veíamos alguna señal de Lena. Al final Alessandra fue la primera en darse cuenta de la presencia de Lena, como pudimos bajamos por la ventana sin hacer nada de ruido. Ya estando abajo Lena nos acompañó hasta la otra calle donde había dejado la moto, y justo al lado había otra moto con un alto y apuesto pelirrojo de ojos azules.

-De acuerdo, ahora que somos tres solo quiero decir que hay que cuidarnos las unas a las otras –dijo Lena refiriéndose a Alessandra-. Nada de estupideces y nada de drogas… Aquí si nos encuentras con drogas nos irá fatal.

-Ok, ya entendí… Drogas no –dijo Alessandra medio poniendo atención y mirando al chico de la otra moto.

-Él es Baldo… Bueno, así le dicen. Él va a ir con nosotras para ayudarnos con lo del transporte –miró fijamente a Alessandra-. No habla nada de español ni de inglés.

-¿Qué? –reclamó Alessandra-. ¿Entonces cómo nos comunicamos con él?

-En ruso, él es ruso y vino con unos amigos a conocer Londres.

-No importa… Ya veré cómo me comunico con él –dije desafiando a Lena.

-Cómo quieras… Yo lo hice con la más clara intención de que sea imposible que te pongas de acuerdo con él.

-El habla no es el único idioma conocido.

-Sí, y eso es a lo que temo logres descifrar.

-De acuerdo, ¿Y hoy a dónde vamos esta noche? –pregunté interrumpiendo su plática.

-Hoy vamos a ir a un lugar muy excéntrico… Tan excéntrico que nosotras vamos a pasar desapercibidas.

-¿Es peligroso? –pregunté.

-¿Peligroso? ¿Eso es lo que se te ocurre preguntar? –me dijo Alessandra burlándose.

-No, de hecho es un muy buen ambiente. Ya quedé con algunos contactos para poder pasar sin que nos digan nada. Ok, vámonos.

Sin perder tiempo y teniendo en conciencia que la noche era corta nos montamos en las motos. Alessandra se veía tan feliz de compartir asiento con el ruso que lo tomó por la cintura de una manera tan erótica que noté como la cara del ruso se enrojeció casi al color de su cabello.

En todo el camino y por muy cursi que pareciera decidí dejar de mirar el horizonte que se formaba mientras las motos se encaminaban hacia nuestro destino y mejor me dediqué a cerrar los ojos mientras abrazaba a Lena, tenía que disfrutarla a cada momento tanto como pudiera, pues justo ahora la cuenta regresiva estaba comenzando a tomar vida.

-¡Listo! ¡Hemos llegado! –dijo Lena en voz pasiva.

-¿Ya llegamos? Pero si aquí no hay nada –se quejó Alessandra.

-Baldo se bajó de su moto y le indicó con la mirada a Lena en el lugar donde dejaríamos las motos.

No quería sonar pesimista en aquel momento, y de alguna manera estaba de acuerdo en lo que decía Alessandra pues en aquel lugar no había nada, solo un montón de viejos edificios.

-Vengan, por acá está la entrada –nos habló Lena.

Al principio estábamos bastante desubicadas, pero cuando Lena se encaminó hacia una puerta fea y la abrió las cosas comenzaron a tomar un sentido más congruente. Cuando la puerta se abrió se comenzó a escuchar un lejano ruido de música, en ese momento Alessandra y yo nos miramos sonrientes de que Lena estaba cumpliendo con su palabra y no nos iba a decepcionar. Cada vez que dábamos más paso hacia el frente la música se volvía más nítida y justo al dar vuelta en lo que se estaba volviendo una especie de laberinto nos topamos con un hombre gordo y de gran tamaño que nos miró con cara de pocos amigos. Baldo se acercó a él y le entregó un papel, las tres simplemente nos quedamos paradas sin decir nada. El tipo tomó el papel y leyó lo que decía, cuando terminó de hacerlo nos señaló uno de los muchos pasillos, todos le sonreímos y seguimos por ese pasillo.

Mágicamente la música comenzaba a escucharse casi como si la tuviéramos frente a nosotros, y finalmente después de unos minutos de suspenso por si nos habíamos perdido logramos llegar a nuestro destino. Al final del pasillo se encontraba un gran y enorme salón repleto de gente. Todos seguimos caminando hasta tener la vista completa ante nuestros ojos. Aquel lugar simplemente era asombroso, tenía buena música y todo pero lo que me había llamado la atención era la gente, había de todo. Mi mirada se dirigió al momento a la variada libertad sexual que se veía al entorno, había desde parejas homosexuales hasta travestis y otras que ni siquiera podía describir.

-Bueno, a partir de aquí cada quien se va para donde quiera. Nos vemos en dos horas justo en este punto, ¿De acuerdo? –dijo Lena.

-¿Tu ruso te entiende? –le preguntó Alessandra.

-A él ya le dije desde antes.

-Ok, dos horas… ¡Perfecto!

-Solo cuidado con lo que tomas.

-No hay problema… Me sé cuidar.

Alessandra se despidió con una sonrisa y rápidamente desapareció entre la gente. Baldo nos miró e hizo un gesto de amabilidad y también desapareció.

-Bueno… Ven.

Lena me tomó de la mano y comenzó a guiarme entre toda esa gente hasta llegar a un sillón bastante amplio.

-Anda, siéntate  -dijo al señalarme el sillón.

-¿Venimos aquí a sentarnos?–le pregunté con tono de decepción-. Pensé que quizá bailaríamos.

-Vamos hacer algo mucho mejor que todo eso… Jamás olvidarás esta noche.

Lena me acarició la mejilla, me sonrió y en seguida se fue dejándome sola. Yo estaba algo desconcertada por intentar adivinar qué otra cosa se podía hacer allí con tanta gente. Seguí impaciente esperando el regreso de Lena y cuando al fin sucedió venía con un par de bebida.

-Traje algo para comenzar –me dijo entregándome una bebida color azul.

-¿Es alcohol? Yo no tomo –le dije sin tomar el vaso.

-¡Vamos! Viene de buen lugar… No tiene malo.

-Entiendo, lo que pasa es que no soy muy aficionada del alcohol.

-Pero si no lo intentas…

-Ese es el problema, que ya lo he intentado y yo no hago un buen equipo con el alcohol. Siempre se me sube muy rápido y me pierdo.

-Inténtalo, no tiene tanto alcohol… Es más ni sabe a alcohol.

Miré el vaso azul y después también sus hermosos ojos azules que sujetos a su mirada terminaron convenciéndome.

-Ok –sonreí y tomé el vaso.

Lena se sentó a mi lado y comenzó a tomar su bebida de color rosa.

-¿Y esa que tiene? –le pregunté.

-Es un poco más fuerte, pero si quieres…

-No, está bien. Puedo sobrevivir con esta. Entonces… ¿Es esto lo que vamos a hacer toda las dos horas que nos quedan?

-¿A qué te refieres?

-Pues a beber y mirar gente divirtiéndose.

-Yo no he dicho que no nos vayamos a divertir. Es más, ¿ves a toda esa gente?

-Claro, como no verla.

-¿Qué sentirías si tuvieras todas su miradas sobre nosotras?

-Supongo que sería intimidante.

-¿Y qué pensarías si lo hicieran mientras hacemos el amor?

-Eso sería loquísimo… -me burlé.

De pronto ella se levantó y agarró una cuerda suelta que salía del extremo del sillón; me miró sorpresivamente y jaló dicha cuerda; al hacerlo una cortina semi blanca y trasparente comenzó a cubrir todo el frente de nosotras y el sillón dejándonos cubiertas y excluidas en cierto mudo del resto de la gente.

-¿Para qué es esta cortina? –seguí riéndome.

-Bueno, ya que nadie nos ve… Pensé que podíamos hacer el amor aquí.

Cuando dijo eso yo la miré como si ella hubiera perdido la razón, y en cierto modo lo estaba. ¿Cómo se le podía ocurrir eso?

-¡¿Qué?! Estás loca… Por si no te has dado cuenta se ve casi todo por esa cortina…

-Eso lo hace más interesante… Porque esa cortina significa que tenemos intimidad y a la vez no.

-No, significa que has perdido la razón. Yo no voy a tener sexo con la posibilidad de que la gente me mire.

-Este es un lugar libre… Todos vienen a hacer sus cosas… No a mirar, y si lo hicieran… ¿Qué tendría de malo? No nos conocen… A eso se le llama adrenalina.

-A eso se le llama perder la razón. Una cosa fue lo del salón de artes pero esto… No, no pienso hacerlo –dije tajante y le di un sorbido a mi bebida.

Lena hizo lo mismo pero solo siguió sonriendo y como siempre tomando las cosas de la manera más graciosa del mundo.

-Dame tu bebida –me exigió.

-¿Por qué?

-¿No pensarás hacer el amor mientras tienes eso en la mano?

-Lo que no pienso hacer es tener sexo con miles de ojos sobre mí –repuse.

Aun así Lena tomó mi bebida y la puso en la esquina del sillón junto con la suya.

-Intenta lo que quieras pero no voy a formar parte de esto –le dije en un tono semi furioso.

A pesar de que no quería hacerlo allí me moría de las ganas de hacer el amor con ella y apuesto a que ella también lo deseaba tanto como yo.

Ella se levantó y se acercó junto a mí, me quitó el suéter e hizo lo mismo con el suyo.

-No vamos a necesitar esto –dijo refiriéndose a los suéteres.

Dejó los suéteres en la otra esquina y volvió a acercarse a mí, al pasar su mano sobre mi brazo sentí el frío de su mano chocar con lo caliente de mi cuerpo y aquello me hizo erizar la piel.

-Lena… En serio, no quiero hacerlo aquí –le dije en un tono bastante serio.

-¿Entonces quieres hacerlo cuando tengas noventa año y ya no puedas hacerlo?

-¿Qué dices?

-Somos jóvenes, tenemos un mundo por delante… No quieras hacer las cosas cuando ya no puedas.

Yo la miré algo convencida por sus palabras pero con igual ganas de querer salir de allí. A partir de allí simplemente cedí y me recosté sobre el amplio sillón.

-De acuerdo, tú ganas.

Me miró fijamente a los ojos y sonrió. Se acercó y se sentó sobre mí, se agachó hacia la esquina del sillón y tomó las bebidas.

-Un poco para perder el miedo –me invitó.

Me recosté ligeramente y le dimos unos cuantos sorbos más a nuestras bebidas. Volví a recostarme y ella volvió a dejar las bebidas en su lugar. Acercó su rostro frente al mío y dejo salir ese aliento olor fresa que había dejado la bebida dentro de su boca y comenzamos a besarnos. Aquel día yo imploraba tanto sus besos, no solo como un gusto sino como una necesidad. Lena siguió besándome mientras su lengua se jugaba con la mía. Los besos y la excitación de que la gente nos viera estaban haciendo su trabajo por sí mismos… Era increíble.

Lena se tumbó sobre mí y dejó caer su liviano cuerpo sobre el mío; puse mis brazos alrededor de su cintura y comencé a llevarlas debajo de su blusa. Ella levantó mi blusa y comenzó a pasar su lengua sobre mi abdomen, pasó una de sus manos debajo de mí y desabrochó mi brasier; lo tomó y lo  aventó hasta donde estaban los suéteres; con sus manos comenzó a tocarlos y a presionarlos mientras la blusa seguía levantada y los dejaba a la intemperie. Giré mi cabeza hacia un lado y podía ver a las personas bailar y caminar por todos lados mientras Lena tocaba mis pechos; creo que llegó un momento en que simplemente ya no me importó.

Volví a girar mi cabeza hacia ella, desabroché lentamente sus jeans y después los míos. Ambas comenzamos a deslizarlos con el movimiento de nuestros cuerpos hasta que quedaron a la altura de nuestras rodillas; mis manos regresaron a su espalda para volver a insertarlas debajo de su blusa, pero esta vez desabroché su brasier que terminó yendo a parar al montón de ropa. Después tomó la costura de mis bragas y comenzó a bajarlas mientras yo levantaba levemente mi cuerpo y una vez que las bajo por completo ella misma bajó las suyas.

Volvió a recargarse sobre mí y volvió a poner su cuerpo sobre el mío, pero esta vez sentí su suave, tibio y desnudo pubis sobre el mío. No, no podía creer lo que estaba haciendo justo en ese momento, volví a girar mi cabeza hacia donde estaba la casi trasparente cortina y pensé en cómo se sentirían mis padres si estuviesen en ese lugar y por coincidencia llegasen a mirarme. Volví a mirar hacia Lena y pase una de mis manos debajo de su blusa para acariciar sus suaves y perfectos pechos. Ella aproximó su cabeza entre mis pechos y comenzó a circular con su lengua el alrededor de mis areolas y finalmente pasó su lengua sobre mis ya duros pezones.

Yo por mi parte alargué mis manos hasta uno de sus glúteos y comencé a acariciarlo. Mis manos ya estaban ansiosas por tocar aquella otra parte de Lena; así que sin perder tiempo de aquellas dos valiosas horas decidí poner mi mano sobre su pubis, mi sorpresa es que ella tomó esa mano y la quitó de sus pubis; la miré desconcertada y ella simplemente me sonrió y dejó mi mano sobre mi pubis. Tomó uno de mis y lentamente lo fue introduciendo sobre mi sexo. No sabía claramente lo que estaba intentando pero de alguna manera estaba segura de que ella era la sabia en todo eso así que simplemente la deje actuar.

Su mano en ningún momento dejó de tomar la mía, era como si mi mano se hubiese vuelto su marioneta. Su mano tenía perfectamente agarrada la mía, abrió espacio entre los labios de mi sexo y empujó más aún el dedo hacia adentro.

-Cierra los ojos –me dijo.

Yo obedecí como siempre a lo que me dijo, ahora solo podía escuchar el ruido de la música y las voces de la gente murmurando, riendo, hablando y haciendo miles de cosas ajenas a lo que estaba sucediendo detrás de esa cortina. Sus mano siguió jugando conmigo, pero ella no dejaba de jugar parte del mismo juego; puso su boca en mi cuello y comenzó a besarme mientras ella misma movía mi manos para darme auto placer.

Mi boca se abría e intentaba gritar en silencio para contener todos aquellos gemidos de placer que querían exhalar de mi boca. Su cuerpo cada vez hacía más presión sobre mí y yo deseaba tanto gritar allí frente a toda esa gente; por su parte, la música cada vez se volvía más silenciosa… Como si alguien estuviera bajando el volumen simplemente para dejar escuchar lo que ella y yo hacíamos. Todo parecía estar en mi imaginación y al final de cuentas simplemente me olvide de todo y dejé que el tiempo corriera como si solo estuviéramos nosotras.

Su mano comenzó a doblar esta vez dos de mis dedos pero con más presión para intentar acomodarlos e insertarlos mucho más adentro; mientras tanto su boca seguía besado todo mi cuello y con la otra mano se decidió por tomar uno de mis pechos. Toda aquella combinación se estaba volviendo un huracán de sensaciones y yo… comencé a gemir sin importarme si había o no gente allá afuera. De un momento a otro Lena dejó de besarme y comenzó a descender hasta entre mis piernas sin soltar en ningún momento la mano que tenía dentro de mi vagina.

Sacó lentamente los dedos, los puso sobre mi clítoris y comenzó moverlos en forma circular; con una de sus manos comenzó a tocar mi sexo simplemente tocándolo y acariciándolo. Miré de nuevo hacia la gente y me percaté que un par de chicos nos estaban mirando o al menos intentaban percibirnos, aquello no me causo más que una enorme excitación. Jamás me hubiera imaginado que disfrutaría tanto que alguien me mirara mientras tenía sexo, y mucho menos con una mujer.

En ningún momento dejé de mirar a aquel par de chicos, pues mientras lo hiciera la excitación y la adrenalina seguirían e incluso aumentarían en mí. Sin verlo venir y agarrándome sin previo aviso Lena comenzó a introducir su lengua entre mi sexo y a dar lamidas por todo el mismo. Toda la parte de mi cintura para abajo era controlada sin mí, pero mi mirada seguía trabada en los dos chicos que no dejaban de mirar. Uno de ellos se acercó al otro y comenzó a besarlo, yo admito que me sorprendí ya que había pensado que se trataba de dos heterosexuales.

Sus besos eran tan… tan eróticos pero tan pronto como podían sus miradas se vertían hacía nosotras. Ambos comenzaron a agarrarse sus partes… Obviamente sobre sus pantalones, y sus miradas seguían sobre nosotras ¿De qué se trataba aquello? No lo sabía, pero me gustaba. Y de alguna manera llegó a pasar por mi mente que los cuatro estuviéramos en una misma cama, pero tan rápido como vino esa idea logré refutarla; yo solo quería estar con ella, pero el entorno y la excitación me hacía desear cosas tan atrevidas y hasta cierto punto locas.

Sentir la suave piel del a mejilla de Lena rozar debes en cuando con mi entrepierna me hacía recordar porque me gustaba tanto estar con ella, simplemente no podía y no quería imaginarme cómo sería si rosará con una mejilla llena de esa barba rasposa. Su manos libre acariciaba una de mis piernas y debes en cuando me enterraba las uñas  haciéndome pasmar. Cuando dejó de acariciarme  supe que lo mejor estaba por venir, pues a pesar de que ya había tenido mis dedos entre mi vagina no era lo mismo que dejar que ella hiciera aquello que sabía hacer tan perfectamente.

Con la mano libre comenzó lentamente a meter dos de sus dedos mientras que con la que tenía agarrando mi mano comenzó a hacer movimientos de arriba hacia abajo repetitivamente. Sentí claramente cuando sus dedos llegaron al tope, los sacó y volvió a meterlos pero esta vez con más rapidez, los sacó y metió nuevamente. Cada vez que sus dedos estaban dentro de mí era imposible no dar un escapado grito de placer, pero cuando los dejó adentro y comenzó a empujarme, no solo con su mano sino con todo su cuerpo, el grito se volvió uniforme. Al final comencé a gritar y a formar parte de la música y el ruido ambiental de toda aquella gente.

Yo nunca supe si también mis gritos formaban parte de toda aquella excitación pero definitivamente ayudaba en mucho ya que cuando empecé a gritar aquella sensación de placer se vino sobre mí como una corriente de agua y simplemente me vine en un orgasmo tan… tan peculiar como solía serlo con ella, cada orgasmo era diferente. Cuando nuestros cuerpos se quedaron paralizados cerré los ojos y ella subió hasta mí y me besó, después sentí como estiró su brazo y tomó mi bebida. Abrí los ojos y la vi tomando de la mía, me acomodé para sentarme y ella me ofreció, pero yo me negué por un instante… Después me animé y tomé un buen sorbo. Me acosté y cerré los ojos nuevamente.

Cuando abrí mis ojos el entorno había cambiado completamente, una intensa luz deslumbraba mis ojos hasta el punto de cegarlos. Al principio me asusté demasiado y miré por todos lados hasta que mi mente reconoció el lugar… ¿Se trataba de la habitación donde nos alojábamos Alessandra y yo? Sí, ese era el lugar. Cuando miré a Alessandra en su cama dormida me tranquilicé un poco, puse mis manos sobre mi cabeza y traté de contener un intensó dolor que rodeaba mi cabeza como un casco pesado. Alessandra se giró en la cama y abrió ligeramente los ojos, cuando me vio me sonrió y comenzó a reír.

-¿Por qué te ríes? –le dije enojada.

-Yo no me estoy riendo, bueno sí.  Ayer sí que estuviste fuerte…

-¿A qué te refieres? –le pregunté confundida.

-Lena te llevó a la hora que nos teníamos que ir y estabas perdida, ni te podía poner de pie. Eso, y a cada rato no dejabas de demostrarle tu amor lésbico –rio.

-¿Qué pasó? No me acuerdo después de…

-Bueno, el tío este… El ruso, te tuviste que venir con él porque él te podía sostener. Yo me vine con tu noviecita… En eso, me arruinaste la noche. Ya duérmete, en una hora tenemos que irnos… ¿Recuerdas que hoy en la noche es la reunión para los extranjeros? Bueno, trata de verte no tanto como lo hago ahora o sabrán que pasaste la noche en compañía del alcohol.

La reunión de extranjeros… Cómo lo había olvidado…

Aquí fue cuando las cosas se pusieron fuertes, pues tan rápido como pude intenté contactar a Lena pero ella jamás contestó. Al principio pensé que era porque quizá estaba igual que yo y dejé pasar el tiempo hasta que llegamos al colegio, allí comencé a buscarla en todos los lugares que se me ocurrieron e incluso pregunté entre algunos de los estudiantes pero ninguno me supo dar razón de ella. Aquel día simplemente se volvió eterno. Cuando la noche llegó ya me encontraba mucho mejor, o al menos de la cruda, pues seguía preocupada por Lena. Volví a marcarle incluso antes de irnos a la reunión pero no contestó, y entonces pensé que quizá la encontraría en la reunión.

Cuando llegamos al lugar, con karaoke y buen ambiente, busqué y busqué pero nada, tampoco estaba allí, cogí el teléfono y le dejé el mensaje de voz número catorce acompañado de un mensaje de texto. Todos estábamos reunidos allí, los londinenses y los mexicanos, nos daban las gracias y un montón de bebidas y comida, pero entre tanta gente me sentía tan sola. Cuando le pregunté a Alessandra si Lena había dicho algo sobre dónde estaría ella simplemente me tomó a loca y me dijo: “Ella es tu novia, no la mía”.

Los días siguientes no fueron tan bien, tampoco logré contactarla y no volvió a ir al colegio. Era como si hubiera desaparecido, incluso pensé ir a buscarla a su casa, pero si ella no quería verme… ¿Por qué tenía que irla a buscar? Todo esto era la pesadilla más grande y vívida que jamás había sentido, y comenzó a hacerse más fea cuando llegó mi último día en Londres; así que dejé de llamarle e enviarle mensajes, ya no tenía caso.

Aquel último día me despedí de cuanto londinense logré conocer; de los profesores; de amigos; de Bill y Helen… De todos, menos de ella. ¿De qué se había tratado todo? ¿De ilusionarme, de usarme como un pasatiempo? No lo sabía, y quizá nunca. Al escuchar los ruidos del aeropuerto supe que lo hecho, hecho estaba y que aquella aventura había terminado, todos parecían tan felices y yo… Creo que era obvio que no podía ocultar mi tristeza, todos me preguntaban que qué me sucedía y yo solo decía que estaba cansada o inventaba cualquier cosa… La verdad, se quedaría por siempre en una mentira.

No sé si estaba perdiendo la cordura, pero justo antes de pasar a la fila para revisión de maletas, que por cierto era la última, escuché vagamente la voz de Lena. Quise mirar atrás pero eso solo sería una aceptación a mi locura y perdición mental. Crucé la máquina que te revisa si no eres asesino y cargas con armas o cuchillos para que después uno de los oficiales me diera finalmente la maleta. Seguí caminando y hasta uno de mis profesores me apuró, pero fue allí cuando sentí claramente la voz de Lena, aquello ya no podía ser mi imaginación. Cuando giré mi cabeza estaba allí, detrás de la maquina nos dividía, yo de alguna manera me enfurecí y me giré. Pero ella volvió a gritar mi nombre y me convenció. Me acerqué a ella y los oficiales le restringieron cruzar del lado mío.

-Lo siento, pensé que quizá así sería menos duro para ti, pero no lo fue para mí –me dijo con la voz quebrada.

-¿Abandonarme? ¿Desconectarte de mí? –le pregunté enojada.

-Quería que te enojaras conmigo para que no te doliera tanto… Quería pensar que así me olvidaría más rápido… Pero yo no puedo olvidarme de ti… Ya estás muy dentro de mí… and my heart.

-Lena, quizá hubiera sido mejor que no vinieras… Porque tienes razón… Esto solo fue una aventura y agradezco que haya sido contigo, pero ya no hay más que se pueda hacer.

-Si la hay, solo dame tiempo. Podemos… podemos funcionar.

-Lena ¡Por Dios! Hay un mar y miles de kilómetros  entre nosotras… -giré mi cabeza.

-¿Al menos podemos intentarlo?

Me miró con esos ojos, con esa mirada y me sonrió.

-Dame una oportunidad, solo una, es lo único que necesito.

Metió su mano en uno de los bolsillos de su chamarra y sacó un papel que me entregó.

Cuando lo abrí la profesora me volvió a gritar que me apurara, simplemente di un vistazo y noté un montón de números y letras.

-Esas son todas las maneras posibles para contactarme… Hasta hice una cuenta en Skype para que nos veamos –me dijo sonriendo de alegría.

Miré por todos lados y sin importar si me miraban me acerqué a ella y la besé con todo mi ser. Muchos nos miraron y creo que también lo hizo la profesora… No sé si alguno de mis compañeros… No me importaba. El policía tomó del brazo a Lena y le advirtió nuevamente que no podía pasar.

-En cuanto llegué serás lo primero que tenga en mente –le dije.

-Lyblyu tebya –me dijo.

Poco después supe que significaba “te amo” en ruso.

Cuando subí al avión revisé el papel que me había dado y leí una palabras entrecomilladas que venían al final de todo.

“No sé si existe alguna forma de saber qué camino tomar hacia la felicidad, o si simplemente los caminos ya están enlazados desde un principio… Solo sé que tú eres ese camino que quiero tomar”  P.S. Lyblyu tebya.

Yo tampoco lo sabía… Lo único que sé en este preciso momento es que acabo de tomar mi vuelo hacía Londres para empezar mi primer año de universidad. ¿Cómo pasó? Bueno, después de mucho tiempo de convencer a mis padres y llevar un arduo papeleo con ayuda de Lena logré conseguir entrar a una universidad de Londres. Espero que valga la pena todas esas horas de Skype sin poder besar a Lena, porque me muero de las ganas de hacerlo en cuanto baje de este avión.

P.D. Yo tampoco sé si los caminos hacia la felicidad están enlazados por el destino, solo sé que la amo; que el amor es el mejor camino hacia la felicidad; y mi felicidad es ella.

Nos estamos leyendo y hasta pronto.

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