Amor Extranjero (Parte I)

Fue en un viaje escolar a Londres cuando conocí a esa hermosa chica de ojos hipnotizantes, al principio todo comenzó como una aventura de adrenalina y excitación, pero después todo se volvió parte de mi vida... Y en ese todo se encuentra ella.

Amor Extranjero

Parte I

Todos tenemos diferentes historias, algunas las contamos y otras simplemente deseamos guardarlas como un muy buen recuerdo…. Porque aunque sean malos recuerdos… Siempre estarán con nosotros y nos acompañaran el resto de nuestras vidas, o al menos hasta que tengamos esa capacidad… esa capacidad de recordar cosas. Mi nombre es Vanessa Sandoval, y les contaré como un simple viaje me cambió la vida…

Desde hacía varios meses mi colegio estaba organizando un viaje al extranjero por parte de la clase de inglés, los profesores ya nos habían hablado de eso desde el primer día de preparatoria, pero siempre nos recordaban que solo los mayores y con mejor nota gozaban de ese privilegio; por lo tanto tendría que estar en último año, en el último semestre y tener una buena nota en inglés para poder ser parte de ese limitado grupo.

Al cumplir mis 18 años justo iniciando año, recordé que podía acceder a tal viaje, pero jamás le di tanta importancia como para siquiera pensar en ir. Un día simplemente llegaron para hablarnos que el viaje simplemente  ya no sería a Canadá, como lo venían diciendo desde el semestre pasado, el viaje había sido cambiado de destino, ahora sería Londres.

Quizá porque jamás me había llamado la atención ir a Canadá, nunca me había interesado el dichoso viajes, pero cuando escuché que sería Londres… Obviamente las cosas cambiaron. A mí siempre me había gustado Londres, su clima, su cultura, su gente… Siempre me había imaginado a todos muy… muy educados y siempre tomando té… Así que tan rápido como me enteré, corrí a contarles a mis padres la asombrosa noticia.

Al principio se cuestionaron mucho aquello, simplemente porque era peligroso y muy caro… Así que les recordé que había más posibilidades que me asaltaran aquí en el DF o cualquier otro estado de la republica a pleno día, que allá a las 12 de la noche. Cuando los hice entrar en razón con respecto a lo peligroso o no que podía ser, no dudaron en recriminarme que era un viaje caro, y no porque no tuvieran dinero para pagarlo… Simplemente ese era su pretexto.

Como ya tenía varios años ahorrando el dinero que mis abuelos me enviaban en mi cumpleaños y navidad (el cual no era nada poco), decidí hacer uso de ese recurso y convencer a mis padres de que tan solo me ayudaran con el resto. Después de días de ruegos y suplicas… Al final terminé convenciéndolos. Si tan solo hubiesen visto mi expresión al escucharlos decir “Ok” se darían cuenta qué tan importante era aquel viaje para mí.

Una vez aceptado y aprobado aquel viaje, empecé un largo proceso de papeleos que con ayuda del colegio se volvieron un poco más rápidos y justo para a mediados de semestre el viaje que duraría quince días, ni un día más y ni un día menos, ya estaba listo. Cuando faltaba un semana para podernos ir, aliste cosas que debería llevar y que definitivamente no deberían faltar en mi bolsa; llevaría definitivamente mi celular (aunque no funcionase allá) y obviamente una cámara con buena resolución, pues aunque la memoria de mi cerebro guardaba muy bien las imágenes… No había nada como tener una imagen en alta resolución.

Justo estando en el aeropuerto y mientras todos se despedían de sus padres, tuve un ligera sensación de que ese viaje sería la mejor experiencia de mi vida… Pero realmente no sabía lo que me esperaba en aquel lugar de mis sueños. El viaje no estuvo tan mal, se tomó de noche y siendo este de aproximadamente diez u once horas (de las cuales dormí nueve), se imaginaran que no fue realmente tan cansado como se me piensa; además habíamos preferido optar por el vuelo directo y no hacer escalas en New York u otra ciudad de USA.

Cuando alguien encargado de dar los avisos en el avión dijo: “Justo ahora estamos sobrevolando nuestro destino Londres, Inglaterra” y así en diferentes idiomas… Fue como si me hubiesen despertado con un toque de electricidad… Aunque me sentí algo apenada de eso, porque la mayoría ya se había despertado e incluso habían levantado las cortinillas de las ventanas; dejando entrar toda la luz.

Al bajar del avión y en cuanto tomamos el autobús que nos llevaría al lugar donde conoceríamos a las familias que nos aceptarían como inquilinos, las cosas se empezaron a poner interesantes… Lo primero fue cuando supe que mis clases de inglés avanzado no serían suficientes para lo que me esperaba y aunque nos habían dicho que al pisar suelo londinense no debíamos hablar ni un solo palabra en español… Bueno, eso no fue ni por un poco necesario… Nadie hablaba español además de nosotros.

Yo tenía la esperanza de que contrataran a un traductor o quizá encontrarme con algún mexicano, pero eso nunca pasó. Todos en el trayecto a nuestro destino comenzaron a tomar fotos sin parar, bueno, yo no fui la excepción… La idea de Londres en mi mente, aquella imagen se tornaba un tanto diferente… Yo me imaginaba todo tan… tan conservador… Y sí, algunas cosas lo eran… Pero su estilo era tan fabulosamente moderno y con un toque de modernidad que lo hacía simplemente le mejor lugar que había conocido.

Todas nuestras miradas fueron captadas cuando llegamos al lugar donde conoceríamos a nuestras nuevas familias “adoptivas”. Yo solo miraba preguntándome cuál de todas sería la mía. La idea era simple… Dependiendo la familia y sus exigencias sería la cantidad de alumnos que vivirían con ella, algunas pidieron simplemente un alumno y hubo hasta quien acepto tres… En mi caso, la familia que constaba de una pareja sin hijos pidió máximo dos y tenían que ser dos hombres o dos mujeres… Pues habían explicado que no querían problemas de tipo sexual.

Al final terminaron poniéndome con una chica de otro salón, una tal Alessandra, con la cual había cruzado apenas unas cuantas palabras en los casi tres años que llevábamos en la preparatoria. Ella parecía una chica algo extrovertida... De esas chicas que hacen lo que quieren cuando quieren, pero de lo poco que le conocía algo era seguro... Ella le contaba todo a todo mundo. Aquel día todos nos despedimos con nostalgia y a la vez con felicidad, aunque yo nunca entendí por qué ponerse triste si al día siguiente pasaría un autobús para llevarnos al colegio donde pasaríamos una buena parte del tiempo, y si con eso no bastaba, también saldríamos juntos todos los días para tener nuestro tour por todo Londres.

Por otra parte, las personas que se encargarían de cuidarnos, Bill y Helen, parecían buenas personas, además se trataba de un matrimonio joven, por lo que sería una ventaja para nosotras, ya que quizá nos entenderían de mejor forma. Bill y Helen nos atendieron desde un principio de una manera extraordinaria, nos dieron de comer tanto que podría jurar que ese día me sentía a punto de estallar.

Nuestra habitación parecía como si la hubiesen preparado desde años atrás… Simplemente era muy bonita. Alessandra no dudo ni dos segundos en tomar la cama junto a la ventana, lo cual me molesto un poco, ya que la vista desde esa ventana era maravillosa. Tan solo llevaba apenas unas cuantas horas en Londres y ya me había enamorado por completo de esa ciudad, que más que ciudad parecía un mundo entero por descubrir.

Al siguiente día el autobús pasó muy temprano por nosotras y junto con el resto tuvimos nuestro primer día de clases en aquel colegio, aquel lugar me asombró tanto, todos parecían realmente ser estudiantes… Con su uniforme y todo eso… Rápidamente nos convertimos en el centro de atención, pues nosotros llevábamos nuestro uniforme propio, que aunque era azul como el de ellos… Bueno, definitivamente el de ellos se venía mucho mejor.

De allí hasta terminar clases fue para mí un martirio… Su acento era tan extraño que me volvía loca tan solo al intentar entenderles, y me sentía mal por no poder captar las cosas… Se suponía que nos habían hecho un examen para poder ser candidatos al viaje, y yo había sacado una buena nota, pero esto rebasaba todas mis expectativas… Y yo que ya me sentía lista para hablar con cualquier inglés… Sí, estaba sufriendo.

Traté de hacer de hacer algunos amigos, pero muchos me venían de una manera extraña… Bueno, supongo que a todos nos veían así… No sé si era por ser mexicanos o simplemente por ser nuevos, aun así logré relacionarme con unos cuantos que me tenían una paciencia enorme y me hablaban casi en cámara lenta… Pero para serles sincera, creo que se burlaban de mí.

La mejor parte de aquel día fue cuando nos llevaron a nuestro primer viaje, y por supuesto… Tenía que ser al Big Ben. Todos fuimos a tomar fotos y obviamente a escuchar la larga historia de aquella torre, según porque Londres es una ciudad tan mítica y llena de misterios… Aunque eso no me lo tenían que haber explicado, realmente aquel lugar era hipnotizante. Después de tomar múltiples fotos, de posar y hacer mil cosas de ese tipo, el maestro nos dio treinta minutos de libertad.

Aunque yo lo hubiese llamado libertad condicional, porque nos dejaron ir con la única condición de que fuese en grupos… Obviamente los amigos se juntaron… Para mi desgracia muy pocos eran mis amigos… Los otros simplemente no habían pasado el examen. Finalmente me tocó en un grupo exageradamente pequeño… Solo éramos tres personas. Sí, me había tocado con la parejita de la que más se hablaba en el salón, Alexis y Danna… Yo no me llevaba muy bien con ellos, principalmente porque eran demasiado cursis y algo exagerados con su relación, solamente les diré que peleaban la mayoría del tiempo y se contentaban de un momento a otro…

El primer lugar al que quería ir era a una pequeña exposición de fotos y pinturas abstractas que no se encontraba muy lejos de donde estábamos, sin embargo ellos no querían ir… Y no podíamos separarnos, pero no tardaron mucho en ofrecerme un trato… un trato donde ellos se podían ir a donde quisieran si yo no decía nada… Simplemente terminé aceptando, porque yo quería ir a tomar fotos y ver la exposición, y si ellos se iban… Yo también podría hacerlo… Y así fue, terminamos poniéndonos de acuerdo, sincronizamos relojes y nos quedamos de ver en una calle no muy lejos del Big Ben.

No sé si era loco tomarle fotos a las fotos de la exposición… ¿Lo era?, quizá un poco. Comencé tomando fotos de los alrededores antes de tomárselas a la exposición…  Porque ver a toda esa gente realmente valorando algo como aquello simplemente me sorprendía… Trataba de imaginar como sería si estuviese en esa misma exposición pero en México…

Recorrí todo el lugar tomando fotos, desde las más simples hasta incluso tomarme algunas con sujetos disfrazados de una manera tan realmente extraña y a la vez tan fenomenal. Pero mientras hacía aquello mi mirada fue atraída por una chica que también se encontraba tomando fotos, solo que a diferencia mía ella parecía ser una experta e incluso cargaba una cámara de esas que solo usaban los fotógrafos cuando se hacía un evento importante en nuestro colegio.

La chica llamó tanto mi atención simplemente al verla tomar unas posiciones tan contorsionistas para poder tomar sus fotos. Se trataba de una chica alta, rubia, ojos azules y de complexión delgada… Bueno, muchas de las chicas de allá tenían esas características, pero su forma de sonreír al tomar las fotos era tan peculiar… Realmente parecía estar disfrutándolo. Su vestimenta incluso me parecía algo diferente a la mayoría de las chicas de Londres, ella estaba un poco más destapada, sin suéteres y esas cosas, a pesar de que el clima estaba algo fresco; su cabello lacio caía un poco más debajo de sus hombros; su piel parecía tan tersa y tenía esa sonrisa tan peculiar…

Me sentí tan apenada cuando ella por pura casualidad volteó a verme y se dio cuenta de yo la estaba observando, obviamente giré mi cabeza y desvié la mirada para que no me viera… Lo cual fue en vano, pues ya me había visto; lo supe porque cuando miré para rectificar si había notado que yo la estaba mirando… Ella estaba allí mirándome directamente y de una manera tan rara que incluso me dio miedo.

Al instante y después de verla decidí mejor irme, ya que los nervios me estaban llegando hasta el cuello. Pero mis nervios crecieron todavía más cuando ella comenzó a caminar hacia mí, lo primero que se me vino a la cabeza era que me reclamaría o que simplemente ya me había metido en problema, que no me dejarían salir de nuevo y que todo se volvería un caos. Pensé claramente en irme de allí corriendo, pero no sé por qué no simplemente me congelé en ese lugar… Eso del instinto de supervivencia no era lo mío.

Así que al final me resigné a lo que sea que me fuese a pasar, para mi asombro… Ella no me habló en inglés… Me habló en español… Y no me gritó… Parecía tratarse de una chica muy agradable, ya que una vez que la tuve cerca esa mirada que me aterró pareció simplemente difuminarse y transformarse en una mirada tan… tan linda.

-¡Hola! Tú… Eres de los que vinieron de México… ¿Verdad? –me preguntó con un extrañó acento.

Sí, su acento no se trataba de una chica inglesa… Era algo diferente, incluso había pronunciado “México” como debía ser y no como lo pronunciaban comúnmente todos los londinenses.

-Sí… Soy de esa clase…  ¿Tú vas en el mismo colegio?

-Sí… Creo que te vi por allí… ¡Ah! ¡Lo siento! Si te asuste… -me dijo sonriendo.

-¿Asustarme? ¡No! ¿Por qué me tendrían que asustar?

-Mis amigos dicen que cuando me quedo pensando me veo como una psicópata o algo así…

-Sí… Quizá si me asustaste un poco… -le respondí con una sonrisa en la cara.

-Por cierto… Mi nombre es Elena… Elena Jerkov… Pero me puedes decir Lena…

-¿Lena?... ¿Cómo la cantante? –pregunté asombrada.

-Sí, algo así… Pero no me veo como ella.

-Claro que no… ¡Ah! –dije en voz alta-. Perdón por ser tan despistada… Me llamo Vanessa… Sandoval…

-Lindo.

-¿Qué?

-Me gusta ese nombre.

-¿Vanessa?

-Sí, ¿cuál más?

-Cierto… -musité-. ¿No eres de aquí verdad? –pregunté con un tono de intriga.

-Es una larga historia… Y no es porque no quiera contártela… ¡Espera! –se quedó pesando y volvió a poner esa mirada rara-. Hay un café cerca de aquí… ¿Quieres venir? Así te puedo contar mi vida entera… Si quieres.

-No lo creo… Yo solo tengo treinta minutos y justo ahora me quedan como quince…

-Entiendo, entonces… ¿Nos sentamos por allá? –señaló hacia unos escalones donde había mucha gente sentada.

-De acuerdo –respondí rápidamente.

Las dos nos fuimos a sentar a los escalones y rápidamente comencé con el interrogatorio.

-Así que… ¿De dónde eres?

-Mi apellido no te suena… Tú misma me dijiste que me llamaban como la cantante…

-¿Rusia?

-Sí –respondió.

-Pero… ¿Qué haces aquí? ¿Por qué sabes español?

-¡Oye! Todo a su tiempo… Bueno, primero que nada… Yo nací en Kiev, Ucrania; Porque mi madre es rusa, y mi padre también, pero él se crio en Londres… Así que un día que regresó a Rusia…

-Conoció a tu madre… -Terminé su oración.

-Sí… Y se quedó un buen tiempo por allá, pero después de mi nacimiento decidieron regresar a Londres.

-Ok, hasta ahora me queda claro, pero… ¿Por qué sabes hablar español? –indagué.

-Bueno… Mi padre es profesor de lenguas y su idioma favorito es el español.

-¿Sabes ruso e inglés?

-Me crie hablando ruso en casa, después tuve por fuerza que aprender a hablar inglés… El español es por puro gusto.

-Eso es genial…

-Bueno, dejemos de hablar de mí… Cuéntame de ti, ¿cómo te ha parecido Londres?

-Hermoso… Todo es hermoso… Excepto algo…

-¿Qué? –me dijo pronunciando un “Cue”.

-La gente es un poquito extraña, digo… Cuando me acercó a ellos, como que se alejan o algo así… No sabía que tenían tan mal concepto de los mexicanos.

-¡No! ¡Para nada! Lo que pasa es que así es la gente en este lugar… Es cultura.

-Oh… -susurré apenada-. Bueno, supongo que es bueno saberlo.

-No te preocupes… Vi que estabas tomando unas fotos… -Miró hacia mi cámara.

-Sí, o al menos hago el intento –sonreí-. Creo que la profesional aquí eres tú.

-Bueno… Siempre me ha encantado tomar fotos y algún día me gustaría dedicarme a eso –acercó su cámara hacia ella-. No hay nada como trabajar en lo que más te gusta hacer.

-Tienes toda la razón… A mí algún día me gustaría trabajar cantando o algo así, estaba en un coro pero… Supongo que no es suficiente….

-Todo lleva su tiempo y dedicación –me consoló.

-Eso quiero creer… Por cierto, esta muy bonita tu cámara… ¿Es profesional? –le pregunté.

-Sí, mi padre me la regaló hace un año… Desde entonces somos inseparables.

-Realmente hablas muy bien el español…

-Gracias, y tú ¿Hablas bien el inglés?

-Eso creía… Pero me falta mucho.

-Eso decía yo… Ahora ya me es de lo más normal.

-¡Dios! –dije en voz alta.

-¿Qué pasa?

-Ya tendría que haberme reunido con mis compañeros… Será mejor que me vaya o…

-Ok… Luego podríamos seguir platicando…

-Me encantaría, de hecho creo que sería padrísimo que me enseñes algunas de las fotos que tomas.

-¿Padrísimo? –se asombró.

-¡Genial! Significa ¡Genial!

-Creo que te entiendo –dio unas pequeñas risitas.

Yo estaba asombrada con esta chica, ella era muy interesante y no solo por su vida o sus diferentes lenguajes… Simplemente había algo maravilloso en ella, me había caído muy bien. Ambas nos pusimos de pie para despedirnos y como siempre lo hacía con cualquier persona, me acerqué a ella y le di un beso en su mejilla; noté como ella se sacó de onda y me miró muy raro.

-¿Qué? ¡Oh! Lo siento… Así me despido siempre de la gente y también la saludo… En México es común… Bueno, eso creo.

-Pues… Creo que me encantaría visitar México –dijo bromeando-. Sabes… Yo me he metido… Me metí en algunos problemas por seguir las costumbres de mi país.

-¿Por qué?

-Nosotros también nos saludamos y despedimos con un beso… Pero el la boca.

-Ósea… Si saludas a una chica…

-Un beso no es nada malo… Bueno, eso depende de la cultura de los países… Aquí si hago eso… Me tomarán de loca o… Lesbiana.

-¿Entonces? ¿Por qué te sorprendiste?

-Porque ya tenía mucho tiempo que nadie me daba un beso… Aunque sea de despedida.

Yo no sabía exactamente si aquello era una indirecta, pero ella lo decía así… Con tanta naturalidad que parecía como si simplemente lo estuviese diciendo por decir. Yo le sonreí y solo intenté bromear con el tema.

-Bueno… Entonces si nos volvemos a ver, no te sorprendas como ahora.

-Claro que no… Yo te veo por el colegio… No será difícil dar con los mexicanos.

-Bueno, solo trata de recordar como me veo…

-Ok… Buscaré a la bonita mexicana de ojos color miel y piel dorada.

Aquello me pareció casi como un piropo, pero estando en otro país… Todo tenía siempre un significado diferente a lo que realmente era, así que no le di importancia.

-Nos vemos… -le dije mientras me alejaba y la movía mi mano en el aire.

Ella solo me sonrió y se quedó allí parada mirándome, yo me reuní con mis compañeros unos metros más adelante; giré mi cabeza para ver si ella seguía allí mismo, pero ya no había nadie… Yo solo sonreí.

-¿Por qué estás tan feliz? –me preguntó Alexis.

-Tomé todas las fotos que quería.

-¡Vamonos! ¡Ya se están reuniendo! –gritó Danna.

Aquel día y a pesar del cansancio por el cambio de horario, yo simplemente deseaba que fuese mañana para poder ver de nuevo a Elena, bueno… A Lena.

Nos estamos leyendo y hasta pronto.

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