Amor Eterno 9

La historia sigue.

Amor Eterno 9

Lisa era la mujer más hermosa que había visto en toda mi vida, y tengo más mil quinientos años, yo nací en la antigua Britania. Era una druida al igual que mi padre y mi madre, yo hederé los poderes de mi madre. El imperio Romano le pidió ayuda para hacer más poderoso a su emperador.

Mi madre se negó, ella jamás ayudaría a ser más poderoso a un hombre que aplastaba a los débiles como diversión. El emperador de Roma sintiéndose insultado por la negativa de mi madre, mando quemarla viva como advertencia a todos los demás druidas. O estaban con él o por lo contrario ya sabían cuáles eran las consecuencias.

Mi padre no hizo nada, siempre lo taché de cobarde, ahora sé que mi madre le pidió que no interviniera, el día de su boda se juraron que si tenían un hijo/a, sería más importante que ellos. Uno de los dos tenía que sobrevivir para criarlo, mi padre tuvo que contenerse para poder cumplir con la palabra dada.

Después de eso perdí la fe en la magia, no había servido para salvar a mi madre, más bien la había condenado, me fui del poblado y recorrí mundo, no solo había perdido mi fe en la magia, sino también en los seres humanos. Hasta el punto de odiarlos con todas mis fuerzas.

No solo por matar a mi madre, sino por obligar a otros druidas a maldecirnos a mi padre y a mí, nos hicieron inmortales, para revivir la muerte de mi madre noche tras noche como la peor de las pesadillas. Todavía puedo sentir el calor de esas llamas y los gritos de mi madre.

Pero lo peor fueron sus últimas palabras, pidió a mi padre que fuera fuerte y que me criara sin rencor y odio hacia los humanos, a mí me dijo que era lo que más quería y la perdonara por no poder pasar más tiempo conmigo.

Vagué durante siglos viendo como los humanos eran los seres más crueles del planeta, todo cambio cuando una humana, se puso delante de un niño que querían matar a pedradas porque era un licántropo.

La ayudé me salió por instinto, todos salieron corriendo menos la mujer y el niño. Según me contaron mientras curaba sus heridas, esa mujer adopto al niño cuando se lo encontró perdido en el bosque. Buscaron a su familia y al encontrarla estaban todos muertos.

Esa mujer me hizo creer otra vez que en este mundo había humanos que merecían salvarse, desde ese día decidí que volvería a usar mi magia, solo por las causas dignas.

Empecé a estudiar grimorios para aumentar mi poder mágico, con hechizos de curación, hechizos ofensivos y hechizos defensivos.

Durante más de mil años no he podido amar a nadie, mi corazón estaba cerrado, eso ha cambiado esta noche. Cuando he visto a Lisa emerger de ese laboratorio, tan hermosa y poderosa. Algo ha cambiado dentro de mí, y al cogerla de la mano para hacer el hechizo he sentido una descarga eléctrica recorrer todo mi cuerpo y detenerse en mi corazón.

Mi mente ha vuelto al presente, me mantengo a distancia observando a Lisa, tengo miedo de lo que estoy sintiendo, si ella no siente lo mismo me tocara sufrir otra vez. Tal vez esa sea mi maldición, ser infeliz para toda la eternidad. Entonces he notado que alguien me cogía de la mano, era Lisa con una sonrisa enorme en el rostro.

Esa noche Lisa había perdido la inocencia en el campo de batalla y sin embargo sonreía y se le veía contenta, volvía a estar con su familia y parecía que quería que yo fuera partícipe de esa felicidad. Me dejé llevar y la seguí, me llevo hasta donde estaban todos.

Habían decidido entrar en las estalaciones, todos intuíamos que el grimorio no se encontraría adentro, pero era mejor cerciorarse de ello, cuando abrimos las puertas y nos adentramos en el edificio una fría oscuridad nos envolvió. El suelo estaba repleto de cadáveres, víctimas que él vació había consumido para recuperar todo el poder que había perdido.

Llegamos hasta la sala donde había estado el grimorio, la energía residual que había dejado así lo indicaba.

• ¡Llegamos tarde!

• Bueno Drusila, era de esperarse.

• Si Astrid, pero de tenerlo, esta pesadilla estaría a punto de acabarse.

• Solo tenemos que encontrar al vacío y encontraremos el grimorio.

• Dejad eso en mis manos Carla.

Salimos del complejo camino hacia el avión, volveríamos al poblado. Trazaríamos un plan para hacer frente al vacío y sellarlo para toda la eternidad, una vez en el avión me encontraba pensando en que hechizo usaríamos para sellar al vacío. Yo solo conocía uno con suficiente poder para hacerlo, pero exigía un gran sacrificio, tenía la esperanza que mi padre tuviera un plan B.

Lisa se sentó a mi lado, me cogió la mano y apoyo su cabecita en mi hombro, otra vez esa sensación de paz, además de un extraño calor que me subía desde la entrepierna hacia el pecho. Empecé a notar humedad en mi sexo y muerta de vergüenza me levanté para ir al servicio.

Lisa era una trihíbrido con los sentidos más agudos, seguro que pudo oler mi humedad, solo de pensarlo me moría de vergüenza, al mirar mi rostro en el espejo lo tenía rojo como un tomate, al salir Lisa se encontraba sentada en la misma postura, pero se mordía el labio inferior de forma muy sugerente.

Me estaba poniendo muy caliente, si no hubieran estado todos aquí, la habría desnudado y le habría hecho el amor, durante toda mi vida tuve sexo muy placentero pero vació.

Mire alrededor y nadie parecía haberse dado cuenta, respire profundamente y me volví a sentar al lado de la mujer que de ahora en adelante me quitaría el sueño. Cogiéndome de la mano, volvió a poner su cabecita en mi hombro, se quedó dormida, tenía que estar agotada, no solo por la transformación que había tenido su cuerpo, sino por el esfuerzo que supuso el hechizo que lanzamos las dos juntas para terminar esa batalla.

Cuando aterrizamos, mi padre la cogió en brazos y la sentó en la parte trasera del todoterreno entre él y yo, Carla y Astrid miraban hacia atrás con una sonrisa en sus rostros, seguro que estas dos se olían algo. Ya en el poblado Astrid cogió en brazos a una agotada Lisa y la metió en su cama para que descansara.

Yo me metí en mi caseta con mi padre y discutimos sobre el hechizo.

• Papa solo se me ocurre un hechizo para sellar al vacío, pero exige el precio más alto.

• Lo sé hija, yo estoy intentando encontrar otra solución, pero de momento no he dado con nada.

• Yo haré el hechizo papa.

• ¡De eso nada! Y menos ahora que has encontrado un buen motivo para seguir viviendo.

• ¡No sé dé que me hablas!

• Si, si tú hazte la tonta, todos nos hemos dado cuenta.

• ¿Cuenta de que, si se puede saber?

• De cómo mirabas a Lisa y de cómo te miraba ella a ti.

Me tropecé al escuchar esas palabras, mi padre se empezó a reír.

• Hija, ya es ahora de que seas feliz.

• ¿Cómo estás tan seguro?

• Porque mirabas a Lisa como yo miraba a tu madre.

• Ya pero…

• Ahora Lisa tiene veinte años, no haces nada malo.

• Lo sé, pero se ha perdido toda su infancia y eso me entristece mucho.

• Puedes enseñarle poco a poco lo que se ha perdido, las dos sois inmortales, tenéis toda la eternidad.

Salí de mi caseta, deje a mi padre inmerso en distintos grimorios intentando buscar otra forma de sellar al vacío, otra forma en la que no nos cueste la vida a ninguno de los dos. Me fui a las aguas termales, me desnudé y me sumergí en sus aguas, era como estar en el paraíso. Cerré los ojos para poder desconectar de todo, estaba tan a gusto que no me di cuenta cuando alguien se sentó en la orilla a mi lado.

• ¿Crees que sigo siendo una niña verdad? (muy triste)

• ¿Por qué lo preguntas?

• Lo siento, pero he oído vuestra conversación.

• No te considero una niña, ya no lo eres, pero eso no quiere decir que te has perdido muchas cosas y no es justo.

• Eso ya no tiene remedio.

• Tal vez sí que lo tenga.

Salí del agua y cogiendo del brazo a Lisa, volvimos al poblado, cerca de este se encontraba una pequeña ciudad, en ella se festejaban unas fiestas y había, montado un pequeño parque de atracciones. No era el mejor del mundo, pero para empezar no estaba mal.

Cuando llegamos al poblado introduje a Lisa en casa a toda prisa, justo saludamos a mi padre que estaba sumergido en sus libros y nos fuimos directas a mi cuarto. Nos empezamos a probar ropa, al final Lisa eligió un vestido de gasa blanco con una sandalias a juego, estaba guapísima. Yo elegí unos vaqueros blancos con una blusa azul marino y unas sandalias azul marino.

Las dos estábamos guapísimas, cuando salimos a la calle, todas se nos quedaron mirando, Lisa se acercó a Astrid y Carla y les pidió permiso para ir conmigo al parque de atracciones, como sus madres que eran, las dos aceptaron, pero entonces Astrid me dijo.

• ¡Ya puedes cuidarla como le pase algo te enteras! (riéndose)

• Si como que hay en la tierra muchas personas que puedan hacerla daño, más bien me tendrá que cuidar ella a mí.

Todos se rieron y nosotras fuimos a coger el todoterreno, Lisa iba nerviosa, pero muy ilusionada, me cogió la mano y no la soltaba. Llegamos a la ciudad y me costó un montón encontrar sitio para aparcar semejante vehículo. Lo primero que hice fue llevarla a una heladería.

• ¿Qué es esto Drusila?

• Se llama helado, ya verás que rico es.

• Hay muchos sabores, ¿a ti cuáles te gustan más?

• A mí, chocolate con vainilla.

• Vale, pues empezaré por esos sabores.

Cogió el tamaño del helado más grande, nos sentamos en los columpios de un parque, su cara de felicidad me lleno de alegría, las bolas de helado eran tan grandes que no le entraban en la boca. Estuvo entretenida con el helado hasta que se lo termino.

Una vez terminado le empujé para que empezara a columpiarse, le pareció tan divertido que estuvo un buen rato, no quería bajarse. Decidimos ir al parque de atracciones, lo primero que hizo Lisa al bajarse del columpio fue darme un abrazo y las gracias.

• No me las des todavía Lisa, acabamos de empezar, nos queda mucha noche.

Cuando llegamos al parque, Lisa miraba a todas partes, se paró en cada una de las barracas. Una le llamo mucho la atención, era de la barraca donde se disparaba con una escopeta de perdigones. Disparo la primera vez y como esas escopetas están trucadas, fallo. Lisa se puso seria y fe capaz de calcular en cuanto se desviaba el disparo.

No fallo ni uno más, gano un peluche, un osito al que no soltó en toda la noche, después nos montamos en una especie de montaña rusa, pero muy vieja, nunca he pasado tanto miedo en mi vida cada vez que cogíamos una curva, tenía la sensación que nos íbamos a salir.

Me hizo repetir unas cuatro veces, después nos montamos en unos autos de choque y me puso fina la chiquilla, me dio hasta en el carné de identidad. Lisa no paraba de reír, se lo estaba pasando en grande y para mí eso era lo importante.

Cuando se cansó de chocar contra mí, decidió que quería meterse en una atracción llamada la cuerva del terror, la verdad que el sitio te ponía los pelos de punta. Lisa me cogió de la mano y nos internamos dentro, cuando íbamos a cruzar el primer pasillo pude notar una energía fría y repugnante. Parecida a la que desprendía él vació, Yo me quede parada, Lisa estaba tan entusiasmada que siguió para adelante sin darse cuenta de nada.

De repente sentí un golpe en mi cabeza, caí al suelo, note como dos personas me recogían y me arrastraban hacia fuera.

• Nos llevaremos a esa chica a donde corresponde que es con él vació.

• ¡No podrá meterse en su cuerpo, los glifos que le grabe en el cuerpo se lo impedirán!

• No es problema ya encontraremos una solución.

Me quede mirándolos y me empecé a reír como una loca, uno de ellos me dio un tortazo.

• ¡De que te ríes?

• ¡Sois unos estúpidos, no podréis con Lisa ni aun siendo cientos!

Entonces vimos como dos cuerpos traspasaban la pared, detrás de ellos salía una furiosa Lisa, los hombres que me retenía fueron a sacar sus armas, no les dio tiempo. Lisa era más rápida que Astrid y su fuerza física era superior a la de Carla.

Cogió de los brazos a los dos hombres y empezó a estrujárselos hasta que se escuchó como se rompían los huesos por la presión que estaba ejerciendo.

• Ya es suficiente Lisa, deja que se vayan.

• Pero…

• No te preocupes, ya les llegará su hora.

• ¡Vale! (no muy convencida).

• Decirle al vacío que Lisa jamás será suya y que pronto será historia.

Los hombres salieron corriendo, Lisa los miraba como un depredador mira a su presa. Me levante y la abrace, el osito se había caído al suelo y yo lo cogí para entregárselo.

Estuvimos abrazándonos por un buen rato hasta que pasó lo que tenía que pasar, terminamos besándonos.

El beso duro hasta que me quede sin respiración, al separarnos vi a una Lisa con los ojos brillantes y con la respiración acelerada. Decidimos volver y bañarnos en las aguas termales, cuando llegamos a estas, Lisa se empezó a desnudar, tenía un cuerpo de una mujer de veinte años, pero no solo eso era perfecto.

Yo me desnude también y me acerque a ella, la agarre del rostro y bese sus labios. Fui bajando mi mano hasta llegar a su coñito que lo tenía encharcadísimo, al notar mi contacto empezó a jadear. Todo su cuerpo temblaba de excitación.

• Drusila yo nunca…

• Tranquila, déjame hacer a mí.

En otras ocasiones solo era sexo, pero esta vez para mí también iba a ser la primera vez, con Lisa iba a hacer el amor. Nos fuimos moviendo hacia la orilla, tumbe a Lisa en el suelo y me metí entre sus piernas, cuando noto como mi lengua jugaba con los pliegues de su coñito no pudo contener las lágrimas.

Me acerque a su rostro y recogí las lágrimas con la boca, entonces le mire a los ojos y le pregunte.

• ¿Te sientes bien Lisa?

• Muy bien Drusila, no pares por favor.

Sonreí y volví a su rico coñito, tenía un clítoris grande, mi lengua jugaba con él arrancando gemidos más fuertes por parte de Lisa. No tardo en correrse, todo su cuerpo tembló y soltó un grito que tuvo que despertar a todos.

Me levanté y me senté en una roca, después abrí mis piernas dejando todo mi coño abierto y húmedo para que ella lo degustara. Se acercó con miedo, entonces le dije que no se preocupara que yo la guiaría.

La verdad que para ser la primera vez lo estaba haciendo muy bien, hacia mucho tiempo que una mujer no me hacía gozar de esta manera. Termine corriéndome entre jadeos y temblores, mire a Lisa y la bese. Nuestros sabores se mezclaron, nos sentamos y cruzamos nuestras piernas hasta que nuestros sexos hicieron contacto.

Ver la cara de placer que tenía Lisa era el mejor regalo que me podían hacer, amaba a esta mujer, jamás había sentido nada igual, se me saltaron las lágrimas, Lisa alargo una de sus manos para recogerla, mientras me acariciaba el rostro.

Nos corrimos a la vez, nos abrazamos y nos besamos con una intensidad tal que podría para un huracán, Lisa empezó a decirme que me amaba, su cara reflejaba ansiedad esperando mi respuesta. No la hice esperar, le dije que yo también la amaba, era de lo único que estaba segura en mi vida.

Después nos metimos en el agua para relajarnos, mire a Lisa y tenía un gesto preocupado.

• ¿Qué te preocupa Lisa?

• Lo de esta noche Drusila, tengo miedo que os hagan daño.

• Nuestra familia es de todo menos débil, todos y cada uno de ellos está dispuesto a dar su vida por ti y puedes esperar lo mismo por mi parte.

• ¡Yo no quiero eso!

• No tienes de que preocuparte, todo saldrá bien.

Se acercó y pego su cuerpo al mío, le pase el brazo por atrás y le acerque a mí, no sé el tiempo que estuvimos. Yo abría estado así el resto de la eternidad, decidimos volver y dormir un poco, entramos en mi caseta despacito sin hacer ruido para no despertar a mi padre, nos metimos en mi pequeña cama y dormimos abrazadas.

A la mañana siguiente, todos estaban muy sonrientes, Astrid se acercó y después de besar en la mejilla a Lisa nos preguntó que tal pasamos la noche.

• Todo fue bien hasta que nos atacaron.

• ¿Cómo?

• ¡Que nos atacaron mama!

• Unos acólitos vinieron a por Lisa, los aplasto sin ningún esfuerzo, es más fuerte que tu Carla, más rápida que tu Astrid y me temo que su magia supera a la mía.

Entonces Ygritte y Accalia hicieron acto de presencia, nos miraron a todo y decidieron que necesitábamos aliados para afrontar la lucha final y acabar con la amenaza del vacío para siempre.

Continuará.