Amor eterno 7
La historia sigue.
Amor eterno 7
Cuando les vi llegar me quede tranquila, no estaba nada segura de que Diana sobreviviera a este combate. No porque no le creyera válida para el combate, sino porque su padre siempre le había sobreprotegido.
Todo el peso del combate recaía sobre Astrid que estaba más dotada para ello desde su creación. Diana era una gran diplomática, igual que su madre, sé que Astrid la entreno en secreto. Si su padre llega a saberlo la habría desecado mucho antes.
Mi hermano la entreno cuando tuvieron que desecar a su hermana, pero sé que dejo de hacerlo pronto decepcionado por la falta de destreza de Diana. Esta es una gran victoria para Diana y para Argent.
• Os felicito a los dos por esta gran victoria.
• Felicitad a Diana, ella lo hizo sola, yo me precipité y casi lo estropeo todo.
• No seas tan duro contigo Argent, de no haber estado tú allí, no habría podido derrotar a ese vampiro.
• Mi sobrina tiene razón, sois la prueba de que licántropos y vampiros luchando juntos son más fuertes.
Accalia se acercó parecía muy preocupada, entonces le dije.
• ¿Qué ocurre Accalia?
• ¡Drusila tiene noticias!
• ¡Parecen muy malas!
• ¡Lo son!
Todos nos acercamos a la caseta donde vivían Amargan y Drusila, esta estaba hablando con alguien, esperamos durante un rato hasta que acabo.
• Tengo muy malas noticias.
• Cuéntanos.
• El vacío ha reforzado la seguridad de los restantes grimorios.
• ¿Podremos acceder a él?
• Dos solo, será imposible Ygritte.
• Bueno entonces les acompañaremos Carla y yo.
• Eso es, que Diana y Argent se queden descansando y cuiden de Lisa
Drusila nos puso en antecedentes, según nos contó, Él vació había puesto dos vampiros como custodios. En vez de darles más fuerza con magia, les otorgo una parte de él a cada uno. Guardando la entrada del castillo puso a humanos mejorados y brujos, estos levantaron un campo de fuerza.
Al final decidimos ir Accalia, Astrid, Carla, yo y Drusila de refuerzo. Vencer a los vampiros con la esencia de él vació no sería fácil, por suerte Accalia y yo estábamos curtidas en mil batallas.
Cogí mi lanza, esta estaba forjada por el mismo herrero que forjo las espadas de Astrid y Carla. De hecho fui yo la que se lo recomendó a Astrid, ese mismo herrero forjo las dos espadas cortas que utiliza Accalia. Según las chicas nuestra sangre y el veneno de los licántropos debilitan a ese ser.
Loas cinco ya estábamos preparadas, miramos a Diana y Argent que tenían cogida a Lisa cada uno de una mano y a Amargan que se estaba despidiendo de su hija y diciéndole que tuviera cuidado. De camino al avión no hablamos nada, pero cuando nos montamos para ir a las montañas de Siberia oriental, Astrid me hizo una pregunta.
• ¿Tía Ygritte, desde cuando os conocéis Accalia y tú?
• Desde hace mucho, calcula que cada una tenemos más de tres mil años.
• Cuéntanos vuestra historia, aún tenemos tiempo.
• Muy bien Carla, os lo contaré.
Mire a Accalia y una vez que dio su consentimiento empecé a relatar nuestra historia, Yo era la verdadera líder de la familia vampírica más poderosa. Era la mayor y era mi derecho de nacimiento, en esa época licántropo y vampiros vivíamos en paz.
No había motivos para pelear, nuestras presas eran diferentes. Pero un día nos llegó el rumor que entre los licántropos había un clan que superaba a todos los demás con creces, y entre todos ellos sobresalía su líder. Su nombre era Accalia y se decía que podía rivalizar en fuerza con un vampiro anciano.
Yo como guerrera decidí que tenía que averiguar si eso era real, me adentre en el bosque que separaba nuestro castillo de su poblado. Intente sir sigilosa, pero yo no conocía bien ese bosque y me dieron caza a mí.
De repente tenía a un licántropo a mi espalda y había colocado su filo en mi cuello, cualquier movimiento y separaría mi cabeza de mis hombros.
• ¿Qué hace una vampiresa de la realeza perdida en estos bosques?
• ¿Realeza?, ¡yo soy una guerrera!
• ¿A si?, ¡demuéstralo!
Rápidamente cogí mi lanza y me dispuse a combatir contra un licántropo mujer, nunca había visto un licántropo en persona y pensé que serian seres horrendos. No era así, la persona que tenía delante era una mujer muy hermosa y con mucho mal genio tengo que decir.
El combate fue muy parejo, mi lanza me permitía atacar y mantener la distancia con mi enemigo, por cada estocada que le lanzaba, mi enemiga percibía heridas. Todos mis ataques estaban hechos para infligir heridas dolorosas que la incapacitaran para seguir el combate.
No solo no se debilitaba, se hacía más fuerte. Desenvaino unas espadas cortas que parecían gemelas y de un rápido movimiento me cortó los tendones de las piernas, de no ser una vampiresa con un factor de curación acelerado, habría perdido el combate y la vida.
No sé cuanto tiempo estuvimos combatiendo, solo sé que se hizo de noche y no nos dimos cuenta. Totalmente extenuadas decidimos descansar, nos sentamos en lados opuestos de un árbol, sentía mucha curiosidad por esa mujer capaz de combatir conmigo en igualdad de condiciones.
• ¿Cómo te llamas?
• Accalia, ¿y tú?
• Yo me llamo Ygritte.
• Ygritte, es un nombre extraño.
• Pues mira que Accalia.
Las dos empezamos a reírnos, sentí una conexión con esa mujer que jamás sentí con mi hermano pequeño. Quedábamos todos los días, me servía como entrenamiento y en poco tiempo gane en destreza. Accalia también se volvió mucho más fuerte, uno de los días empezó a llover y decidimos resguardarnos en una cueva que quedaba cerca de donde entrenábamos.
Estuvimos ahí durante horas, parecía que no pararía de llover en toda la tarde. Accalia se levantó, yo no podía dejar de mirar a esa mujer de ojos oscuros y cabello negro y brillante, los pantalones de cuero que llevaba ceñidos a su cuerpo le hacían un buen culo. Me sonrojé y no fui capaz de disimularlo, Accalia sonrió y se acercó a mí contorneando ese cuerpo que tanto me gustaba.
Cuando la tuve delante puso su rostro delante del mío y me beso. De repente empecé a notar un cosquilleo en mi entrepierna, inconscientemente llevé mi mano hacia allí. Accalia detuvo su mano y metió la suya.
Jamás había sentido nada parecido, afuera llovía y en esa cueva nadie nos molestaría, con mucha vergüenza empecé a desnudarme, Accalia lo hizo con toda la tranquilidad del mundo. Enseñándome poco a poco para ponerme cada vez más caliente, cuando las dos estuvimos desnudas, Accalia acaricio mi cabello castaño y rizado mientras que con la otra mano metía dos dedos en mi coñito.
Las sensaciones que recorrían mi cuerpo cada vez que esos dedos entraban dentro de mí eran las más placenteras que había sentido en mi vida, viendo que no me atrevía cogió mi mano y la llevo hasta su coñito.
Era peludo como el mío y estaba muy mojado, jamás había tocado otro coño que no fuera el mío. Estuvimos así un buen rato hasta que Accalia se separó de mí y cogiendo mi mano me llevo a un lago subterráneo, nos tumbamos en la orilla de ese lago. Nos tumbamos en sentido contraria la una a la otra de esa manera mi boca quedaba a la altura de su coño y mi coño a la altura de la suya.
Nunca había comido un coño y la experiencia me gusto mucho, la verdad que Accalia era una experta y me hizo tocar el cielo del placer, cuando terminamos de corrernos las dos, nos bañamos en el lago. Nos vestimos y salimos de la cueva, había dejado de llover. Al despedirnos lo hicimos dándonos un tierno beso, esas horas fueron suficientes para enamorarme de esta mujer para toda la eternidad.
Nuestros encuentros fueron dándose día si y día también, el problema vino cuando uno de los vampiros que mando mi hermano para protegerme nos pilló a las dos desnudas dando rienda suelta a nuestro amor. Ese fue un punto de inflexión entre las dos comunidades.
Mi hermano quería desecarme, pero yo le recordé que la líder de la familia era yo y si quería mi puesto tendría que luchar por él. Luchamos claro y le vencí, mientras él se entrenaba con soldados que estaban muy por debajo de su nivel yo lo hacía con Accalia que al principio era más fuerte que yo.
Al final los nobles se reunieron y decidieron que lo mejor era exiliarme.
• Y tu tía Accalia.
• A mí me paso algo parecido, tu padre no quería que yo muriera. Convenció a todos que lo mejor era exiliarme, y así lo hicieron.
• De esta forma empezó la guerra entre licántropos y vampiros.
Las dos decidimos viajar al mismo lugar y asentarnos en poblados diferentes. Sabíamos que nos estarían vigilando. Seguimos con nuestros encuentros clandestinos hasta que un buen día apareciste tu Carla, eso nos asustó a las dos. Tú no eras una guerrera cualquiera, habías nacido para ser el arma que acabaría con los vampiros y ser la contraparte de Astrid.
Pensamos que tu padre te envió, cuando le contaste tu historia a tu tía, nos dimos cuenta de que la historia se repetía, eso nos demostraba que nuestras especies podían entenderse y convivir.
La verdad que era bonito ver como Astrid y Carla ni siquiera respiraban para no perderse nada del relato, bese a Accalia delante de nuestras sobrinas, me fije en ellas y estaban excitádselas, de no estar nosotras presentes, estarían desnudas amándose.
• ¿Entonces porque yo no tuve la misma oportunidad que vosotras?
• Astrid, tú eres mucho más fuerte que yo y por ende de tu padre, él jamás se habría arriesgado a parecer débil delante de todos otra vez.
• Si llego a saber esto, no me habrían desecado en la vida.
Todos nos reímos, las chicas se besaron y desde la cabina nos avisaron que estábamos llegando. Drusila se pasó todo el viaje metida en un trance, me imagino que seria para guardar su poder mágico.
Drusila despertó y se nos quedó mirando a todas.
• ¿Estás bien Drusila?
• Si lo estoy.
• ¿Lista para el combate?
• Más lista que nunca Astrid.
En esta ocasión no nos lanzaríamos en paracaídas, había una pista de aterrizaje clandestina cerca del castillo. Lo único malo era que verían el avión y nos estarían esperando.
Decidimos ir andando de esa manera aunque nos esperaran, no nos verían llegar. La pista de aterrizaje estaba a la mitad de la montaña, era una montaña muy empinada y llena de nieve. Hacia mucho frió, nos pusimos ropa de abrigo encima de la ropa de combate.
Una hora después estábamos al lado del campo de fuerza, todas miramos a Drusila, esta nos dijo que tardaría un rato en abrir un agujero en la barrera.
• ¿Eso no les alertará?
• No si es lo suficientemente pequeña.
• ¿Qué quieres decir con eso?
• Que menos mal que todas estamos en forma y podremos caber en él.
Carla estaba muy preocupada, decía que ella nunca había luchado contra la magia. Cuerpo a cuerpo lo que quisieran, pero contra eso no sabría que hacer, Drusila le dijo que magia o no los brujos eran corpóreos y se les podía vencer, aunque utilizaran la magia, su fuerza, velocidad y resistencia eran como los de un humano normal.
Astrid le abrazo para infundirle ánimos, yo mire a donde estaba Accalia y la vi con la mirada fija en el castillo que se veía a lo lejos, me acerque a ella y le dije.
• ¿Preocupada?
• ¡Ansiosa!
• Será un combate duro.
• ¡Si estas a mi lado podremos con todo Ygritte!
Abrace a mi mujer, Drusila ya casi había abierto un hueco, las chicas se quitaron los abrigos al igual que nosotras, nos habían detectado y unos cuantos humanos se acercaban a darnos la bienvenida, cuando la barrera cedió Astrid y Carla se abalanzaron contra los humanos. Su fuerza y velocidad eran asombrosas.
• Accalia, ygritte vosotras ir directas a por el grimorio, dejarnos lo de fuera a nosotras.
• Muy bien así lo aremos Astrid.
• ¡Tía Accalia aplastad a esos vampiros!
• ¡Si!
Nuestras sobrinas iban abriendo camino, el manejo de la espada que demostraban las dos era digno de estudiarse, los humanos no sabían de donde les venían los cortes. Por donde pasaban estas dos solo quedaban cuerpos desmembrados.
Los humanos viéndose superados de forma tan aplastante decidieron ceder su sitio a los pocos humanos mejorados y a los brujos que se encontraban allí, estos hicieron unos conjuros para evocar la luz solar que dañaba severamente a Astrid y sobre Carla empezaron a llover agujas de plata.
De repente Drusila empezó a levitar, sus ojos se volvieron blancos y entono un hechizo en gaélico escocés, en los cuerpos de Astrid y Carla aparecieron una especie de glifos. Estos protegieron sus cuerpos y pudieron enfrentarse a sus enemigos.
• ¡Astrid, Carla encargaros de los humanos mejorados, los brujos son míos!
• Muy bien Drusila.
Entre las tres consiguieron hacernos un pasillo que aprovechamos para colarnos en el castillo, una vez dentro empezamos a recorrer sus pasillos, en ellos podíamos sentir como un olor a muerte, era el aura que desprendían los vampiros.
Los vampiros nos invitaron a llegar hasta ellos, cuando llegamos a la sala donde estaba el grimorio y vimos a los vampiros, nos horrorizamos. La esencia del vacío había corrompido sus cuerpos, sus ojos eran negros y lloraban sangre, sus cuerpos se habían deformado. No nos fiábamos claro, Accalia decidió atacar a uno de ellos para comprobar su fuerza.
Durante un rato solo estuvo defendiéndose de las acometidas del vampiro, eso me hizo ver que aunque más fuertes que nosotras, eran más torpes y lentos. A Acacia le empezaron a brillar los ojos, de repente se empezó a transformar, se convirtió en una loba de un precioso pelaje blanco.
Se colocó a mi lado, entonces yo utilizando mi mayor velocidad empecé a luchar contra uno de los vampiros, utilizando la distancia que me otorgaba mi lanza, corte tras corte fui cortando los tendones de todo el cuerpo del vampiro, como el poder del ente consumía sus cuerpos el vampiro no podía regenerarse.
Cuando estaba inutilizado cogí a ese vampiro por el cuello levantándolo y mire a Accalia, esta se lanzó y le arranco la cabeza mientras yo hacia lo propio con el corazón. Acabamos con uno de ellos. El segundo intento atacar por la espalda a Accalia, pero yo le detuve, mi amor volvió adoptar la forma humana y cogiendo sus dos espadas, coloco su veneno en las hojas.
Yo me acerqué y después de hacerme un coste en una de mis muñecas, recubrí los filos con mi sangre, Acalia adopto una postura que no veía desde hace siglos, utilizaría la danza de la espada, eran unos movimientos rapidísimos con los cuales te asestaba un combo de cortes totalmente letales. Era un ataque casi imposible de esquivar, Al vampiro no le dio tiempo a reaccionar.
Termino hecho pedazos, al final él vació corrompió tanto sus cuerpo que los volvió inútiles para la lucha, de repente una sombra salió de sus cuerpos y nos habló.
• Creéis que habéis ganado, el verdadero grimorio no está aquí, estos solo estaban aquí para ganar tiempo (riéndose)
El ente se desvaneció y cuando nos acercamos nos dimos cuenta de que el grimorio que veíamos era una ilusión proyectada por él vació, salimos corriendo hacia fuera, las chicas habían acabado con todos sus enemigos.
• ¡El grimorio era falso, Drusila puedes detectarlo!
• ¡Sí!
Drusila hizo un hechizo y dio con él.
• Está en movimiento, se encuentra cerca de aquí.
Cogió un mapa, utilizando su sangre y otro hechizo, convirtió el mapa en un rastreador que nos indicaría donde se encontraba el grimorio. Cogimos unos de los vínculos que estaban allí y empezamos la persecución.
Cogimos un atajo que podía habernos matado, fuimos a toda velocidad por una carretera de montaña estrechísima, cada vez que cogíamos una curva teníamos la sensación que saldríamos volando. Gracias a ella conseguimos adelantar al otro coche y esperarle, cruzamos nuestro coche y las cinco les esperamos allí.
Los humanos pararon antes de llegar donde estábamos nosotras, salieron del coche y empezaron a correr muertos de miedo, de repente vimos como todos caían fulminados al suelo. Al acercarnos vimos que el ente les había matado por salir corriendo, buscamos en el coche hasta encontrar el tercer grimorio.
El avión nos esperaba en la pista de aterrizaje, Drusila con un hechizo hizo que fuera indetectable, nos montamos en él, estábamos agotadas pero muy contentas. Drusila se tumbó y se quedó dormida, Astrid y Carla se estaban amando en el otro costado del avión.
Accalia y yo decidimos relajarnos mientras nos besábamos la una a la otra, fue un viaje largo, pero la victoria hizo que no fuera más llevadero. Al llegar al poblado vimos que estaba en ruinas, entre el humo de los incendios aparecieron tres cuerpos.
Nos pusimos en guardia, cuando el humo se despejó vimos que eran Diana, Argent y Amargan, estaban muy malheridos.
• Se han llevado a Lisa, no hemos podido detenerlos.
Continuará.