Amor eterno 6

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Amor eterno 6

Estaba muy preocupada por mi hermana y por Carla, eran las dos guerreras más poderosas, de eso no había duda. Saber que tenían que enfrentarse a los mejores guerreros de mi padre me asustaba. Tenía miedo y no solo por ellas, no sabía si Argent y yo seriamos capaces de vencer a vampiros de mil años de antigüedad y modificados con magia negra.

De repente noté que alguien me abrazaba por la espalda era Argent, como podía mantener la calma y parecer tan relajado.

• ¿Cómo lo haces para estar tan tranquilo?

• ¿Doy esa sensación?

• Sí.

• Pues no lo estoy, soy un licántropo alfa, pero no tengo la fuerza de Carla ni por asomo. ¿Sabes lo que nos sobra a los dos?

• ¡No, dímelo!

• Inteligencia

• ¿Será suficiente?

• No ganaremos solo utilizando la fuerza bruta, pero si luchamos juntos como un equipo venceremos.

Me di la vuelta y bese a ese guapo licántropo, entonces escuche como llegaba el todo terreno. Mi hermana y Carla habían vuelto, cuando bajaron del vehículo tenían el primer grimorio.

Me alegré, pero eso hizo que la presión que sentía aumentara, Astrid me vio y vino corriendo. Cuando llego me abrazo con mucha fuerza.

• Hermanita lo hemos conseguido, ya tenemos el primero.

• Me alegro mucho Astrid (semblante preocupado)

• ¿Qué ocurre Diana?

• Yo no soy tan fuerte como tú, tengo miedo de no ser capaz.

• Eres muy fuerte Diana, lo único que nos diferencia es la diferencia de años.

• ¡Mil años aproximadamente!

• Diana eres una vampiresa de mil años y eres mi hermana pequeña, has tenido un entrenamiento igual al mío y lo superaste.

• Si pero…

• Luego ve a tu cuarto, ayer te dejé un regalito.

Salí corriendo a mi habitación y encima de la cama había un arco y unas flechas, las puntas eran de un metal que no había visto nunca, estaban bañadas en plata y tenían una pequeña ranura como las espadas de Astrid y Carla.

Yo era la mejor utilizando el arco de la familia, mi hermana lo sabía e hizo este arco expresamente para mí. Salí corriendo y la abracé, Argent me miraba con una sonrisa al lado de una también sonriente Carla.

• ¿Y este regalo Astrid?

• Lo mande hacer a la vez que mande que me forjaran las espadas.

• ¿Por qué no me lo has dado hasta ahora?

• Papa decidió que yo fuera la guerrera y tu la diplomática, no fue capaz de ver lo fuerte que eras, cuando vio el arco se volvió loco.

• Quería que fuera como mama.

• Si, por eso guarde el arco, sabía que llegaría el día que tendrías que usarlo y ese día ya ha llegado.

Carla le hizo entrega a Argent de un maletín cuando lo abrió, en su interior había un látigo. Argent lo cogió, parecía hecho de un material muy resistente y estaba recubierto de placas del mismo material que las puntas de mis flechas y las espadas de mi hermana y Carla.

• ¿Y esto?

• ¿Pensabais que iríais desarmados?

• Como habéis sabido que yo…

• Mis padres tenían un dossier por cada manada que existía, en ella aparecía tu manada y tus habilidades de combate.

• ¡Ya veo, para que son estas ranuras?

• !Tenéis que bañar las placas y las puntas de flechas con tu sangre Diana y las ranuras con tu veneno Argent!

A Argent y a mí nos dieron un ropaje del mismo material que el que llevaron Astrid y Carla, era más cómodo de lo que parecía a simple vista, nos despedimos de todos y nos montamos en el cuatro por cuatro. El avión nos esperaba y teníamos que cumplir la misión en el Mont Blanc.

Cuando montamos en el avión, Argent se sentó a mi lado y pasando su brazo por mi espalda me acerco a él. Apoyo su cabeza sobre la mía y se quedó medio dormido, pobre lo necesitaba, paso toda la noche conversando conmigo intentando calmarme.

Mientras mi amado licántropo dormía, yo eche la vista hacia atrás. Siempre estuve en contra de esta estúpida guerra al igual que Astrid, si no nos desterraron fue por dos razones. La primera por el miedo que tenían a mi hermana y el segundo por el miedo que le tenían a mi padre.

Cuando desecaron a mi hermana proteste profundamente y recrimine a mi padre el no haber hecho nada, él me dejo claro que los vampiros nobles habían votado y la mayoría decidió. Fue entonces cuando mi padre empezó a entrenarme más en serio.

Yo no era Astrid, no tenía su fuerza ni su destreza y seguramente jamás las tendría. Veía constantemente la decepción de mi padre, al principio intentaba ocultarla, pero al final era más que evidente.

La única que siempre creyó en mí fue Astrid, fue la única que me trato como una igual, lo que papa nunca supo es que ella me entreno a escondidas. Ahora había llegado la hora de ponerlo en práctica.

Recuerdo el día que me dijo que había sido elegida para una misión, me puse muy contenta. La alegría duró poco, fui elegida porque era la única que toleraba a los licántropos, ningún vampiro de mi familia abría aceptado trabajar junto a uno.

Entonces la vi, Carla el licántropo del cual tanto me había hablado mi hermana. Estaba nerviosa, Carla lo noto y me tranquilizo. Me trato como lo hacía mi hermana y fue muy fácil trabajar con ella, cuando nos adentramos en la instalación de los humanos, jamás pensé que nos encontraríamos con un ente tan poderoso y peligroso.

A su lado había una niña, según parecía pretendía meterle esa especie de espectro dentro. Carla y yo lo tuvimos claro, había que sacar a esa niña de esas instalaciones por su bien y por el nuestro. Resulto que esa niña era un trihíbrido, cuando salimos de ese laboratorio con la intención de escapar nos emboscaron. Yo tenía claro que la única que tenía posibilidades de salir con esa niña de ese complejo era ella.

Luche, pero sabía que tarde o temprano sería capturada, me habían arrebatado a la única persona que había demostrado quererme y de esta forma demostraría a mi padre que valía para algo más que para negociar con vampiros egocéntricos.

Cuando me capturaron fue con la idea de crear otro trihíbrido que pudiera contener al vacío. Si lo conseguían ese ser seria imparable, día tras día me sacaban sangre y día tras día me torturaban por el placer de hacerlo. Había dos torturas que odia especialmente, que me quemaran con el sol y me infectaran verbena.

En otras ocasiones me la echaban en la sangre de animal que me daban para que no perdiera las fuerzas pero sin ser excesivamente fuerte. Los vampiros necesitamos sangre humana para poder utilizar todo nuestro poder, la sangre de animal nos sustenta pero nada más.

Cada vez que tomaba la sangre con verbena me quemaba toda por dentro y empezaba a vomitar todo, mientras esos humanos se reían y festejaban mi desgracia. Un día metieron a alguien en la celda que estaba al lado de la mía. Al principio no hablaba, pero poco a poco se fue abriendo.

El punto de inflexión llego un día que me iban a torturar, me ataron en una silla que estaba delante de una gruesa cortina. Esa cortina tapaba un ventanal al que me expondrían hasta que se derritiera toda mi piel. De repente empecé a escuchar la voz de ese licántropo, con sus palabras consiguió que mi mente saldría de mi cuerpo y poder hacer soportable esa barbarie que estaban haciendo conmigo.

Me dijo que se llamaba Argent y era el alfa de una manada que vivía en las montañas de los Alpes, su característica principal era que podían convertirse completamente en lobos, pensé en lo que daría por ver la forma de lobo de Argent. No sé el tiempo que estuvieron torturándome, pero para mí fue una eternidad.

Antes de llevarme a mi celda me inyectaron verbena, de esta manera me regeneraría mucho más despacio y sufriría las quemaduras por más tiempo. Esa noche Argent estuvo consolándome y dándome fuerzas. Según pasaba el tiempo empecé a sentir algo dentro de mí cuando escuchaba su voz.

• ¿Argent porque nos haces esto?

• En tu caso por diversión, en el mío para saber la posición exacta de mi manada.

• ¡Tenemos que escapar de aquí!

• Tendrás que hacerlo tú, a mí me inyectan pequeñas cantidades de plata líquida en el cuerpo, insuficiente para matarme, pero suficiente para sentir como me quemo por dentro.

Escuchar eso me puso los pelos de punta, entonces escuche como se lo llevaban, hice lo mismo que solía hacer él conmigo, le consolé y le infundí fuerzas para que aguantara y no delatara a su manada, cuando volvió estuvo muy callado. Pensé que lo habían matado, me hablo pasadas unas horas. Según parece esta vez se lo hicieron tragar en vez de inyectárselo y tenía toda la garganta en carne viva.

Día tras día me sentía más atraiga por esa voz que me infundía fuerzas cuando lo único que quería era que acabaran con mi vida para dejar de sufrir, el día que tuve claro que me había enamorado de ese hombre fue cunado me llamo por mi nombre y mis ojos se tornaron en un rojo brillante.

• ¡Esto que te voy a decir tal vez te suene extraño, me he enamorado de ti, cada vez que te sacan de esa celda siento una angustia de no volver a saber de ti!

• Yo también siento que me he enamorado de ti, sé que los licántropos y los vampiros son enemigos mortales, pero no podría vivir sin ti.

• Tranquilo, no somos los únicos licántropos y vampiros que nos hemos enamorado.

• ¿A no?

• Mi hermana se enamoró de Carla.

Argent se empezó a reír, yo no entendía por qué lo hacía.

• ¡De que te ríes?

• !Ahora entiendo lo que le pasaba a Carla!

• ¿La conoces?

• Sí, vino a mi poblado para aprender a controlar su transformación, siempre estaba triste, nunca nos dijo por qué.

• Desecaron a mi hermana, eso fue lo que entristeció a Carla y a mí.

Estuve durante unos instantes callados, no podía dejar de pensar que eso nos podía pasar a nosotros y me entristecía muchísimo, entonces Argent dijo.

• Eso no nos pasará a nosotros.

Esas palabras volvieron hacer que sonriera, por primera vez tenía fuerzas renovadas, fuerzas que me permitirían aguantar hasta que lográramos escapar. Las torturas siguieron, pero el amor que sentía por Argent me hacía aguantar. A él le ocurría lo mismo.

El día que despertaron a mi hermana pude notarlo, volví a sentir su presencia y sabía que aunque ahora estuviera débil, cuando se recuperara vendría a por nosotros. El tiempo paso y escuchaba como había humanos que pensaban que crear él vació había sido mala idea, le tenían miedo y pensaban que los terminaría traicionando. Argent y yo estábamos al límite de nuestras fuerzas, se empezaron a escuchar disparos y explosiones, una de esas explosiones fue cerca de mi celda, eso hizo que la puerta cediese y quedara libre.

Intente abrir la puerta de Argent, estaba demasiado débil y solo conseguí doblarla, me dispuse a encontrar bolsas de sangre, jamás había atacado a ningún humano y prefería las bolsas. Llegue a un laboratorio donde se encontraba él vació, uno de sus acólitos abrió la caja donde estaba encerrado, este se limitó a consumir su cuerpo. Hizo lo mismo con todos los humanos que encontró en su camino, hasta que encontró a un humano mejorado y decidió apoderarse de su cuerpo para salir del complejo.

No encontré ninguna bolsa de sangre, tenía demasiada hambre. Sabía que había humanos escondidos podía escucharlos, me dispuse a ir en su encuentro y cuál fue mi sorpresa cuando me di cuenta de que eran las personas que nos habían torturado a Argent y a mí. No me lo pensé dos veces y me alimente de ellos, al no estar acostumbrada entre en una especie de trance, veía las imágenes como si las estuviera viendo con los ojos de otra persona.

Vi a dos personas que venían por el pasillo, me abalance sobre una de ellas. Cuando le fui a clavar los colmillos el otro saco una espada y me coloco el filo en la garganta, jamás se me olvidara la frase que me dijo.

• ¡Yo no haría eso si aprecias tu cabeza, un movimiento y la separo de tu cuerpo!

Reconocí su voz era Astrid, levante la cabeza y acto seguido mi hermana me abrazo, poco a poco fui recuperando la cordura, estaba feliz, pero me acuerde de Argent, teníamos que sacarlo de su celda. Entre las tres rompimos la puerta y al verle se me saltaron las lágrimas, me abalancé sobre él y empecé a besarle, era un hombre muy guapo, además su aspecto era del de un hombre joven y eso que era más mayor que yo.

Entramos en unas turbulencias que hicieron que el avión se moviera bruscamente, eso hizo que dejara de pensar en el pasado, mire a Argent que seguía durmiendo, este no se despertaba ni poniéndolo en medio de un bombardeo. Dormido había posado su mano sobre mi pierna cerca de mi entrepierna y eso me trajo recuerdos de cuando lo hicimos por primera vez.

Cuando llegamos al poblado de tía Ygritte, nos habló de las aguas termales, también nos dijo que hombres y mujeres no se podían bañar juntos, cuando estaba sumergida en las aguas la mar de relajada, empecé a escuchar unos ruidos que venían de un lugar cercano. Salí del agua y me enrolle la toalla para tapar mi desnudez, me fui moviendo y lo que termine viendo me dejo sin palabras, pero me calentó al mismo tiempo.

Sobre una de las rocas se encontraban Astrid y Carla con las piernas entrelazadas, parecía que se estuvieran restregando sus sexos, por los gemidos que se escuchaban, parecía ser una postura muy placentera. No pude evitar llevar mi mano a mi entrepierna y me di cuenta de que estaba muy mojada.

Salí de allí antes de que me descubrieran y tome una decisión, buscaría a Argent y haríamos el amor. No me costó mucho encontrarlo, estaba en una zona él solo. Eso beneficiaba a mis planes, como estaba con los ojos cerrados y la mar de relajado, no se percató de mi presencia o eso creía yo. Cuando estuve casi encima de él me dijo.

• ¿Qué haces Diana?

• He venido a hacer el amor contigo.

El pobre se atragantó, pero cuando abrió los ojos y me miro, en ellos pude ver que él tenía tantas ganas como yo. Yo jamás lo había hecho y mis nervios pusieron sobre aviso a Argent, este se acercó y con un beso me intento tranquilizar.

• Lo siento Argent es mi primera vez.

• Tú estate tranquila y déjame guiarte.

Se sentó en la parte que menos cubría y agarrándome de las manos, me fue acercando poco a poco a él, yo empecé a palpar hasta que di con su polla, nunca había tenido una en mis manos y la suya me pareció enorme. Me asusté pensando que eso no me cabría.

Argent volvió a besarme y me sentó sobre él, me fue introduciendo la polla poco a poco, estaba muy estrecha. Argent tenía una cara de sumo placer, pero no se precipitó en ningún momento. Tardamos, pero al final la tenía dentro, estuvo quieto para que me acostumbrara y me dijo que cuando estuviera lista, se lo dijera.

En un momento deje de sentirme incómoda por tenerla dentro y le dije que adelante, sangre al principio, me dijo que era normal, que todas las primeras veces pasaba. Las primeras penetraciones fueron incómodas, pero pronto esa sensación se fue convirtiendo en un gran placer. Subía y bajaba sobre su polla, el placer era máximo, jamás había sentido nada semejante.

Para cuando él se corrió yo había encadenado unos cuantos orgasmos, así los llamo él, teniendo que meterme la mano en la boca para no gritar y que todo el mundo nos pillara, al final se corrió y sentir los latigazos dentro de mí hizo que me volviera a correr.

Otra turbulencia me saco de mis pensamientos, de la cabina nos avisaron que estábamos a punto de llegar, desperté a Argent y después de coger todas las cosas nos pusimos los paracaídas para saltar en el punto exacto.

Cuando llegamos al suelo, yo me coloque las flechas en la espalda y cogí mi arco con fuerza, Argent abrió la maleta que le había dado Carla y se enrolló el látigo en la cintura.

El castillo estaba cerca, no había vigilantes ni trampas, ¿tan confiados estaban con la fuerza de su guardián?, nos adentramos dentro del castillo. Enseguida pude notar la presencia del guardián, era un vampiro y como me dijo mi hermana de él desprendía una energía fría y repugnante. Argent opinaba lo mismo, su desarrollado sentido del olfato así se lo indicaba.

De repente una escalofriante voz se empezó a escuchar por todas las estancias.

• Que decepción, me ha tocado la hermana débil. Esto va a ser demasiado fácil.

Argent me toco el hombro y me dijo que no le hiciera caso, le venceríamos juntos. Cuando entramos en la sala más grande, el grimorio estaba en la mitad de esta. El vampiro se encontraba delante de él, de repente desapareció. Argent lo esquivo, recordaba la lucha que mantuvieron mi hermana y Carla y de esa forma esquivo el primer ataque.

El vampiro se quedó asombrado de que un licántropo fuera capaz de esquivarle, Argent aprovecho ese desconcierto para darle una patada en toda la cara. El golpe fue tan violento que el vampiro bolo hasta el otro lado de la sala.

El vampiro se levantó y me miro a mí, su ataque fue tan rápido que no pude esquivarlo. Termine traspasando el muro y cayendo al suelo de una sala contigua. Para cuando pude reaccionar lo tenía encima. De repente un lobo con un pelaje negro precioso se abalanzó sobre él y consiguió quitármelo de encima.

Intentaba morderlo, pero fallo, el vampiro imbuido en magia negra tenía más fuerza y le agarro del cuello, al empezar a apretar Argent perdió su transformación. Mire a mi arco y cogiendo una de las flechas, se la lance clavándosela en uno de los ojos. Esto hizo que soltara a Argent, le volví a disparar dos flechas más y le termine clavando a la pared.

Argent había perdido el conocimiento, pero estaba vivo, cogí su látigo y de un movimiento se lo enrollé en el cuello al vampiro. El vampiro esbozó una sonrisa, yo tiré del látigo hacia mí separando su cabeza de sus hombros. Después de eso unas llamas lo consumieron.

Desperté a mi amor que al darse cuenta de que había vencido al vampiro me abrazo y se disculpó por haberse precipitado, yo le di un beso en los labios. Sacamos la caja donde guardaríamos el grimorio y después de sellarla, nos dispusimos a volver.

El viaje de vuelta fue muy diferente, los licántropos no se curaban tan rápido como los vampiros, pero salimos con vida y eso era lo importante. Cuando aterrizamos mi hermana y Carla nos esperaban, después de abrazarnos nos montamos en el coche y volvimos a la aldea de tía Ygritte.

Ya teníamos dos grimorios y estábamos un paso más cerca de la batalla final.

Continuará.