Amor Entre Mujeres (4)

"...a los veinte me recontra enamoré por primera vez, y sentí que ya no debía esconder lo que era…lo que soy..."

CAP 4

Después de ese abrazo y esas palabras, Carla quedó confundida, muy confundida. No sabía ahora qué pensar de Melissa, ni qué decirle o cómo actuar con ella. Se había precipitado y lo sabía, y lo único que quería era empezar lentamente.

_ ¿Te pasa algo Carla?-preguntó Melissa.

_ No ¿Por qué?-intentó relajarse frente al volante.

_ No sé, estás callada desde que salimos y seria…bueno, espero no haber dicho o hecho algo que te incomodara.

_ No Melissa, no es nada de eso, estaba pensando…

Carla se dijo que era mucho más fácil hablar por teléfono o coquetear un poco, a tenerla enfrente y no saber qué hacer. Aprovechó el semáforo en rojo y se dio media vuelta para mirarla.

_ ¿Sos de tener citas con personas a las que recién conocés?

_ La verdad, no, sos la primera-sonrió la otra muchacha.

_ Esto…Melissa…a esto no lo tomemos como una cita entonces ¿sí?-vio un poco de asombro (y decepción???) en la cara de la enfermera-quiero decir, si ni vos ni yo solemos hacer estas cosas tan apuradas…que podemos ir de a poco y conocernos, y que después las cosas se den si se tienen que dar, que todo salga naturalmente…

_ ¿En eso pensabas?

_ Sí, mirá, yo si tengo una cita no sé, no quiero ser tan directa, pero es porque voy a intentar algo con la persona de dicha cita…

_ Yo entiendo eso-contestó Melissa.

_ Y me fijé en que no sé nada tuyo, y vos bastantes cosas mías, y tiempo hay suficiente para conocernos ¿no te parece?

La enfermera  no contestó de inmediato, pero le apretó el antebrazo suavemente sonriendo tranquila.

_ Tenés razón en todo lo que me dijiste, y sinceramente, no quería pensar en eso pero es realmente pronto para una cita y comenzar a salir de otra forma que no sea como conocidas o amigas…

_ Uff, me siento más aliviada Melissa-Carla soltó todo el oxígeno contenido y se rió. Ambas rieron un rato, y más cuando sintieron los bocinazos de los autos de atrás, que esperaban a que la abogada avanzara porque el semáforo estaba en verde desde hacía medio minuto.

_ Hay una pregunta que me gustaría hacerte ahora, y que contestés con el corazón, después de lo que terminás de decirme acerca de tus estándares de citas…

_ ¿Qué es?-preguntó Carla.

_ En un futuro ¿sí tendrías una cita conmigo?-toda la frase iba cargada de un sentido doble que la morena percibió. Si decía que sí, era porque en ese futuro entonces estarían intentando una relación, según todo lo que ella misma había dicho.

_ En un futuro cercano, sí-ay Carla, cómo le vas a decir que cercano, va pensar que te le vas a tirar encima en este momento.

_ Ok, eso era todo…

Melissa miró al frente con tremenda sonrisa, Carla también, y no volvieron a hablar hasta que llegaron a la costanera unos minutos después.

_ Hay un restaurant que hace unos pescados buenísimos-dijo Melissa-¿te gusta el pescado?

_ Jaja, viviendo toda mi vida a la orilla del río eso es muy posible.

_ Por las dudas, nunca está de más saber jaja

Entraron y enseguida llegó un mozo ofreciéndoles la carta y preguntando qué beberían.

_ Elegí vos Carla-dice Melissa-soy malísima para las bebidas-ríe y se ve divina.

_ ¿Qué te parece si primero elegimos la comida y después veo si hay algún vino con el que pueda combinarla, eh? Pero tampoco es que yo sepa mucho…

_ No importa, más que yo seguro-contesta Melissa con confianza.

_ Esperaremos hasta ordenar la comida, gracias-Carla se dirige al mozo. El chico saluda y se va.

Ambas se ponen a ojear las cartas concentradas. La morocha frunce el ceño levemente y no se decide.

Parece que Melissa tiene todo controlado porque enseguida deja la carta y la mira directamente.

_ ¿No me digas que ya sabés lo que vas a comer?

_ Sí Carla, ya he venido otras veces y tengo un plato favorito.

_ Entonces no sé para qué miraste la carta-sonó a burla.

_ Para no dejarte solita y disimular, pero tenía todo calculado desde el principio ja-Melissa le sacó imperceptiblemente la lengua-no me digas que no soy buenita…

_ Muy generoso de tu parte…a ver, si ya has venido antes me podés recomendar un plato ¿no? Porque al ritmo que voy, me quedaré sin cena, y creéme que tengo mucho hambre.

_ Jaja bueno, podría ser dorado, si te gusta…o pacú-respondió Melissa-el pacú con vegetales le gusta muchísimo a mi madre y según ella, no lo hacen mejor en otra parte de la ciudad.

_ ¿Segura?-desafió Carla.

_ No querrías meterte con mi madre, eh, y tiene unos gustos muy buenos.

_ Ok, no quiero decepciones-se rió. Todavía se asombraba de la capacidad de Melissa de hacerla reír y sonreír a cada rato. Estaría arrugada a los treinta años-¿qué vas a comer vos?

_ Dorado con salsa roja a la parrilla y un salteado de verduras hervidas.

_ Suena bien y complicado-la morena se acomodó en su silla-vendré más seguido a este lugar…

Si eso no era coqueteo…

Llamaron al mozo y ordenaron, y Carla hizo alarde de sus conocimientos y buen gusto al pedir un vino que iba acorde a los platos. El chico se lo hizo saber con una sonrisa.

_ ¿Es porque te gusta más el blanco o por lo que vamos a comer?-quiso saber Melissa.

_ Por la comida, obviamente, porque adoro el vino tinto, pero según lo que sé el vino blanco es el recomendable para pescados y mariscos por la baja cantidad de hierro…y el que no deja un sabor metalizado…y ya me aburrí de hablar de vinos jaja

_ Yo también…me gustaría, no sé, que hablemos de nosotras ya que dijimos que nos vamos a conocer…

_ Y sé que querés que hable yo primero-la abogada vio cuando asintió-pero eso no es justo porque ya te dije que sabés cosas mías y yo nada tuyo.

_ En realidad no sé mucho, algunas cositas, y quiero saber la historia completa-al ver la cara de desconcierto de Carla continuó-la historia de…ya sabés, lo que pasó con tu familia, y sé que es un atrevimiento de mi parte pedirte eso tan pronto, pero me interesás…me interesa…saber…

_ Es algo que no cuento a muchas personas, de hecho, casi nadie lo sabe-Carla tenía una expresión como de melancolía que se le borró al ver el gesto amistoso de Melissa-pero si quiero saber cosas tuyas, es lo justo ¿no?

_ Creo que no tengo nada interesante para decirte, Carla-Melissa sabía que no era cierto.

_ Yo creo que sí-contradijo la morena con media sonrisa, quien estaba dispuesta a saber qué se traía verdaderamente la rubia.

_ Bueno, pero yo estoy después, es tu turno… ¿y tengo derecho a interrumpirte haciéndote alguna pregunta?-Carla afirmó con la cabeza.

_ Hummm, nací acá en Paraná y viví en esta ciudad hasta los veinte años con mis padres y mis hermanos.

_ Sabés, pensé que te habías ido de más chica, no sé, Clara me contó que tuviste que rebuscártelas para sobrevivir…

_ Eso es así, pero me declaré definitivamente lesbiana a los veinte, y en ese entonces estaba en el tercer año de mi carrera, y como era de esperarse mi familia no se lo tomó muy bien…me dieron la espalda, me sacaron todo el apoyo económico…yo viajaba todos los días hasta la UNL (Universidad Nacional del Litoral), y al no contar con plata para los pasajes y los libros, me di cuenta que mi independencia ya estaba ahí y debía salir al mundo y arreglármelas como me saliese.

_ Y te fuiste-afirmó Melissa ya conmovida.

_ Sí…Osea, seguí en la casa de mis padres unos meses más pero la situación se volvió muy dura y preferí irme, y qué mejor que Santa Fe si ahí estaba la universidad y algunos chicos a los que verdaderamente podía llamar amigos…ellos me entendieron y me quedé en el dpto. de mi amiga Natalia hasta que encontré un trabajo y pude alquilar algo por mi cuenta.

_ ¿Tus padres no hicieron nada para entenderte, para comunicarse con vos y arreglar las cosas? Me parece cruel que no te aceptaran simplemente porque no te gustaban los hombres…

_ No, ellos solamente se olvidaron de mí, y mis hermanos también…me costó mucho Meli, ¡no te das una idea de cuánto! Y no hablo solamente de lo económico sino también de lo afectivo, porque cuando yo era la Carla que salía con chicos era perfecta, la hija que cualquier padre quisiera tener, con excelente desempeño universitario y que se recibiría de abogada a los veintidós años si seguía así…y después pasé a ser la Carla lesbiana, que tenía novia y tuvo que abandonar su carrera un año porque no podía costearse los estudios…

_ ¿Perdiste un año porque te sacaron el apoyo?

_ Sí-Carla hizo una mueca triste-en Santa Fe tardé en conseguir trabajo y no tenía de qué vivir, así que…-suspiró-esperé, y volví a la facultad al año siguiente, y me recibí a los veintitrés.

Melissa comenzaba a admirarla. Sabía que la mujer que tenía enfrente había pasado por mucho para llegar donde estaba y eso la hacía sentir extrañamente orgullosa.

_ ¿Por qué a los veinte? Digo, eso de “salir del closet”.

_ Bueno, desde que recuerdo supe que los varoncitos y yo no éramos compatibles, por así decirlo-medio rió, con los ojos un poco más iluminados-y a los veinte me recontra enamoré por primera vez, y sentí que ya no debía esconder lo que era…lo que soy.

_ Dicen que el amor te hace valiente y, a la vez, la persona más cobarde del mundo-dijo Melissa.

_ Yo decidí que mi novia tenía derecho a algo más que escondidas y escapadas así que les dije a mis padres y se lo tomaron muy mal, y hasta el psiquiatra me quisieron llevar. Ya estaba hecho, y no podían cambiar nada.

_ Fuiste valiente Carla…-murmuró la rubia.

_ Eso creo, y no me arrepiento, porque se supone que la familia está para apoyarte en todo, para ayudarte ¡son mis padres y mis hermanos! Y al contrario, me dieron la espalda…y me sirvió para ver que la sangre no es todo lo que importa a veces, sino la unión y el respeto. Ellos no me respetaron, y por lo mismo perdieron mi respeto también…me encontré con amigos maravillosos que hasta el día de hoy me entienden y quieren conseguirme novia…

_ ¿Qué pasó con ella?

_ Ella…Laura…estuvimos juntas dos años-la abogada sintió como ya no le dolía hablar de su primer amor, de ese recuerdo tan lindo que siempre guardaría-era del interior de la provincia, y se recibió un año antes que yo…su familia estaba en su pueblo y no quería quedarse en la ciudad, yo todavía no terminaba la carrera, y la distancia sabíamos que nos terminaría alejando más, así que terminamos bien, con dolor pero bien…

_ Se nota que la amabas mucho-dijo Melissa-te volvió el brillo alegre a los ojos.

_ Sí, y hasta hoy la quiero porque estará en mí siempre, pero forma parte de mi pasado, y tengo que abrirme a otras perspectivas…

_ Tus padres sin duda pensaron que se te había pasado el momento de enfermedad mental cuando terminaron la relación.

_ ¡Sí! Y quedaron re calientes cuando les dije que era lesbiana hasta la médula y así iba a morir…mi madre…esa fue la primera vez en mi vida que mi madre me dio una cachetada y hasta hoy me duele, creo que me hizo más fuerte-Carla se encogió de hombros y se miraron largo y tendido.

El mozo volvió con la comida y detrás de él, otro chico con el vino. Sirvieron y se retiraron.

_ Sabés, te admiro Carla, porque después de todo lo que te han hecho sé que no olvidás que son tu “familia”, y los ayudás y vas a verlos, y vi cómo te tratan y te juro que me duele.

_ A mí me duele más, pero no puedo evitarlo…la última vez que vine a la que era mi casa fue un domingo, a un asado, me llamó mi hermano José que es con el que medianamente hablo…me dijo que hacía rato no aparecía por acá, sabía que a mis padres no les gustaría para nada. Vine con una amiga, Natalia, sin ninguna mala intención, pero la traje porque generalmente con ella pasaba estos días y ella conmigo, pero como es mujer ya interpretaron cualquier cosa y me insultaron toda la hora que estuve…y la insultaron a ella, cosa que me sacó completamente ¡No porque sea lesbiana voy a andar con todas las mujeres del país! Es obvio que puedo tener amigas, conocidas, compañeras, pero no, para ellos todas las mujeres con las que me relacionaba eran mis amantes…

_ Empiezo a odiarlos Carla, y no quiero hacerlo porque los conozco desde hace mucho y recién te conozco a vos…

_ Tienen el imán que atrae el odio hacia ellos, pero yo no podría odiarlos, los compadezco por ser tan cerrados y por no aceptar que no puedo ser como quieren que sea…

_ Clara te quiere, yo lo sé…

_ Nunca me lo ha demostrado, tenía dieciocho años cuando pasó lo que pasó, y dejó de hablarme. Nuestra relación era muy buena hasta entonces…ya no creo en ninguno de ellos…

_ Desde que nos conocimos me habla de vos, de verdad, y sé que no quiere defraudar tampoco a tus padres, pero es por ella que estaba prejuiciada hacia vos antes de conocerte, bien prejuiciada por las dudas…

Otra vez se miraron y se callaron. No habían tocado mucho de sus cenas.

_ Me parece que ya he cumplido y sabés la historia completa, Melissa-dijo Carla con una mueca.

_ Gracias por la confianza, aunque casi te obligué a que me contar…

_ No, te conté porque quise y sí, es raro pero confío en vos, y quiero seguir confiando.

_ Yo también-respondió Melissa.

Comieron en silencio, en un agradable silencio alternado con miradas y sonrisas.

Se estaban conociendo, y aunque todavía tenía unas dudas respecto a la rubia, no todo iba a ser perfecto… no la presionaría para que le cuente de su vida o sus cosas importantes, dejaría que ella de el primer paso.

_ Esta noche no me vas a hablar de vos-interrumpió la abogada a la enfermera que estaba concentrada en su comida.

_ ¿Ah no? Pensé que…bueno, nos conoceríamos y es obvio que debés saber cosas de mí…

_ Sí boba, pero si esta noche no me contás nada tuyo, inevitablemente vamos a tener que salir a comer otro día de estos…

Sonrieron cómplices.

_ Me gusta eso…obligadas a otra comida para seguir conociéndonos…

_ ¿Va cambiar cómo me veías por todo esto que te conté de mí?-se animó a preguntar Carla.

_ ¿Por qué tendría que cambiar? No, para nada, me hace admirarte más y desear conocerte más todavía…

La morena agradeció esas palabras y suspiró.

Se retiraron del restaurant una hora después, y decidieron pasear por la costanera antes de ir a bailar.

Había muchas parejas y muchos solteros, como siempre-se dijo Melissa.

_ ¿Venís seguido acá?-pregunta Carla.

_ Cuando el trabajo me lo permite, me relaja, me ayuda mucho, amo el río…me gusta pasear y admirarlo…

_ Yo hago lo mismo en Santa Fe-confiesa Carla y las dos sueltan la carcajada por la coincidencia.

_ Bueno, un día que estés caminado por la costanera de Santa Fe y yo por esta, me avisas y te saludo ¿va?

_ Ok, es un trato…

Caminan lento y mirando hacia el río, en silencio otra vez…

_ ¿Sería también muy pronto si te quisiera agarrar la mano?-preguntó Melissa, miedosa ante la respuesta.

_ ¿Por qué?

_ Porque con eso de que nos estamos conociendo y que no es una cita, así que técnicamente no tenemos nada…

_ Me refiero a por qué querés agarrarme la mano, al resto ya lo sé-dice Carla.

_ No sé, me hacés sentir bien y…-suspiró enrojeciendo levemente-quiero sentirte…quiero saber que te pasa lo mismo…

Carla dejó de caminar y Melissa también.

_ Ya deberías haberte dado cuenta bobita-fue la respuesta de la morocha-me pasa mucho-le dio un besito suave en el cachete y le agarró la mano sin enlazar sus dedos, así como iban estaban bien, y eso que recién estaban conociéndose…

Acá la cuarta parte! La mandé hace unos días pero como en la web no está, tuve que subirla de nuevo!!

Las chicas no avanzan mucho, pero me parece que así como van están bien, y la verdad me ha faltado un poco de inspiración, con esto de las crisis existenciales jeje

Epero les guste, y agradezco comentarios!muchas gracias a aquellos que comentan siempre, son los que me impulsan a seguir... besototes enormes! ^_^