Amor Entre Mujeres
...Al levantar la mirada se encontró con los ojos más hermosos que pudiera recordar en su vida, verdes con pintitas marrones y un rostro tan perfecto...
Hola, soy bastante nueva en tr, hace mucho leo los relatos y al fin me decidí a publicar uno!Espero les guste!!!
Carla estaba hablando muy divertida con Natalia, cuando su secretaria le pasó una llamada de su hermano. Sólo planeaban qué harían esa noche, viernes.
_Te llamo en un rato, Nati-y colgó fastidiada.
_Hola José-sonó bastante fría y malhumorada y se arrepintió un poquito de ser tan agresiva a veces. Con él tenía una relación medianamente pacífica. El problema eran los demás.
_ ¿Qué hacés? ¿Cómo estás?-Carla sabía que preguntaba solamente por puro deber. A ninguno de ellos les importaba verdaderamente cómo estaba.
_ ¡Con mucho trabajo! ¿Qué querés?-miró la pila de carpetas por revisar que se le acumularían hasta la semana próxima.
_Es mamá, la internaron anoche; sufrió un paro cardíaco.
Carla suspiró. Ya empezaba a dolerle la cabeza.
_ ¿Cómo está?
_ Bien, un poco más estable, está en la Clínica Entrerriana.
Hizo una media sonrisa irónica y desdeñosa.
_ ¿Cuánta plata quieren?-en las pocas veces que se comunicaban con ella era porque precisaban plata o algún favor que, como abogada, podía hacer.
_Va estar internada una semana más mientras le practican estudios.
Su hermanito, siempre tan sutilmente directo. La Clínica Entrerriana era bastante cara, pero sabían muy bien que ella contaba con los medios suficientes como para pagar una semana.
_ Ok, después pasáme la cantidad a abonar, y te la deposito.
_ Esperá Carla ¿No vas a venir?
_ ¿Ha preguntado por mí?
_Ehhhh….no…
_ ¿Entonces para qué querés que vaya?
_Papá quiere que vengas. Hace mucho que no te ve…que no te vemos…
Hacía un año y dos meses exactos que no los iba a ver, y la última vez no había sido la más agradable de su vida.
_ No sé, ya te dije que el trabajo es mucho y…voy a ver…
_ ¡Dale Carla, vení!-su padre había agarrado el teléfono.
_Eh mirá papi, ya le dije a José que les voy a depositar la plata.
_ Ya escuché, pero quiero verte. Vení y charlamos un rato.
Esa tarde se iba a quedar en casa, así que aceptó, frotándose el puente de la nariz.
_ A la tarde paso un rato. Nos vemos-no esperó respuesta y cortó la llamada.
Decidió irse hasta su departamento porque ya no tenía concentración para el trabajo. Se puso el saco que estaba en el respaldo de la silla, agarró su cartera, el maletín y se llevó material para el fin de semana; saludó a Rita, su secretaria, y salió con paso firme hasta el ascensor.
Sacó el auto del estacionamiento y manejó diez minutos. El edificio era bien céntrico y su departamento estaba en el sexto piso. Entró, se puso ropa cómoda, ordenó un poco la ropa desparramada y los libros. La cocina podía esperar, y eso que generalmente no cocinaba, pero siempre algo sucio había.
Se preparó el baño y estuvo media hora relajándose en la bañadera.
_ Nati, hola, mirá no voy a poder salir esta noche; lo dejamos para otro día ¿querés?
_ No hay problema amiga, pero ¿qué te pasa? ¿Algún quilombo?
Por algo Natalia era como su hermana. Desde que se habían conocido hacía unos años en la facultad de derecho, habían sentido esa conexión y esa amistad que se reforzaba cada día más.
_ Me llamó uno de mis hermanos. Mi madre está internada en Paraná.
_ ¿Qué? ¿Jodéme? ¿Qué le pasó? ¿Cómo estás?
_ Algo del corazón. Bien, estoy bien, me duele, pero ¿qué querés que haga si ni siquiera ha preguntado por mí?
_ ¡Hey, hey, tranqui amiga! Ya te dije que un día se van a arrepentir de todo lo que te hacen. Ellos no te merecen, corazón.
Carla contuvo las lágrimas y respiró profundo. Continuamente recordaba cada palabra, cada rechazo, cada herida, cada golpe.
_ Igual…voy a ir a Paraná en un rato.
_ Te acompaño.
_ No…no Nati, gracias. Ya sabés que van a pensar cualquier cosa como siempre y cada vez me contengo menos. Te quiero negra. Bye.
Ella era una mujer fuerte, mucho, pero en la soledad de algún rincón se desmoronaba cuando no daba más. Esta vez no permitió que la ahogaran. Se repuso y se vistió formalmente, como “siempre” que iba a ver a su “familia”, para que recordaran que todo el esfuerzo que había hecho para estudiar había valido la pena; y que ahora era una excelente abogada, reconocida y prestigiosa.
Agarró el auto y se dispuso a viajar hasta Paraná. Ella vivía en la ciudad de Santa Fe, y tenía una hora y minutos hasta la otra ciudad, cruzando el túnel subfluvial que une las provincias de Entre Ríos (como su nombre lo dice, está rodeada de ríos y es como una isla jajja) y Santa Fe.
Legó hasta la clínica, estacionó y entró. Preguntó por su madre Ángela Ramírez, y le informaron que estaba en el segundo piso, habitación 45.
Ahí estaban su padre y sus dos hermanos menores varones. Su hermana no estaba. Saludó con un simple “hola” y allí quedó la cosa. Nada de besos ni abrazos fingidos; se paró en la puerta y miró a su madre que dormía.
_ Me voy, creo que el aire se vició-dijo desdeñosamente su hermano Manuel y salió.
_ ¿Qué tal…está?-su hermano era un estúpido.
_ Mejor que anoche, está en terapia intermedia-respondió su padre Juan.
La “familia” de Carla se componía de ella, sus tres hermanos y sus padres. De todos era la única morena como su madre, con ojos negros y grandes, y un cuerpo lleno de curvas, herencia portorriqueña; sus otros hermanos eran bien castaños con la piel blanca y los ojos claros como su padre. Son fríos siempre decía, insípidos.
Carla era la mayor con veintisiete años, después Clara con veinticinco, Manuel de veintidós y José de diecinueve.
La habían rechazo todos por sus inclinaciones poco convencionales.
_ Les hice un cheque ya que vine-lo sacó de la cartera y lo dejó en una mesa auxiliar.
_ Vamos a tomar un café-dijo su padre.
_ No tengo mucho tiempo, solamente pasé pero ya me voy, estoy ocupada- su padre la miró diferente, como si le doliera su rechazo, pero ella no hizo caso.
_ Te acompañamos a la salida, el horario de visita está por terminar.
¿Acaso no se daban cuenta que la habían lastimado suficiente ya? En eso notó que su madre estaba despertando y no quería que la viese ahí. Se dio la media vuelta rápidamente para irse, y al estar en la puerta, chocó con alguien que estaba por entrar. Se disculpó enseguida con la mujer, una enfermera.
Al levantar la mirada se encontró con los ojos más hermosos que pudiera recordar en su vida, verdes con pintitas marrones y un rostro tan perfecto, que se embobó y no le salió una sílaba coherente, a ella, una abogada que cuando de palabras se trata las tiene a todas en el instante.
_ Perdón…perdoná, no sé…eh, Dios, de verdad mirá…
_ Tranquila, todo bien, sólo fue un accidente-respondió con la voz sonriente la otra chica, apoyando una mano en su antebrazo para calmarla. Carla sintió una descarga eléctrica.
Escuchó que le hablaba de nuevo: -permiso, tengo que entrar a revisar la paciente-Carla en ese momento se dio cuenta que le tapaba el paso y se corrió.
Siguió su camino pero no dejaba de pensar en esa enfermera tan hermosa ¡Justo acá la tenía que conocer! ¡Y encima que no pienso volver así que no la voy a ver de nuevo! Mierda, le hubiese coqueteado y le sacaba el celular…Ay Carla, basta de boludeces que debe tener de gay lo que vos de hetero.
Hacía mucho tiempo que no sentía eso, pero no duraría si no había cruzado más de dos palabras y estaba tan lejos e inalcanzable como muchos de sus sueños.
Ese es el primer cap.
Si les ha gustado háganmelo saber, y continuaré la historia; sino pues mala suerte la mía! jajaja
Besos!