Amor entre las dunas
Mi culito y su verga estaban llenos de arenas, y cada vez que su verga jugosa entraba y salía, sentía un ardor terrible dentro de mis entrañas que me hacían gemir de dolor pero me gustaba demasiado para decirle que se detuviera. Si quieres saber cómo terminé en aquella posición pues lee mi aventura!
Desde hace muchos años que iba con mi familia a un hermoso balneario ubicado en el norte chico de Chile. Yo siempre disfrutaba aquellos paseos veraniegos porque sabía que me encontraría con Emilio, un amigo de la niñez que conocía mi condición de travesti de closet hace muchos años.
Sin pensarlo dos veces guardé en mi maleta una tanguita bikini rosa.
Le escribí un mensaje de texto avisándole mi hora de llegada y quedamos en juntarnos en la playa principal apenas llegara al balnerario.
Yo ya sabía lo que el destino le tenía deparado a mi culito.
Caminamos durante mucho rato hasta alejarnos lo máximo posible de las personas. Hablábamos de cosas generales: de los estudios, las novias, el fútbol, entre otros y al cabo de una hora de caminata, ya la enorme masa de gente solo se veía como un puntito. Estábamos finalmente solos en una hermosa playa de arenas blancas desérticas.
Nos adentramos en una zona de dunas que estaban alejadas del sector donde rompían las olas y cuando estábamos en la cúspide de una de las dunas me da por empujar a Emilio. Mi amigo antes de caer me toma de la cintura haciéndome también a mi perder el equilibrio.
Entre todo el desorden mientras caíamos yo trataba de subirme el short para que no se me viera la tanga bikini rosa que llevaba puesta esoondida. Si bien Emilio sabía que la llevaba puesta, yo todavía me encontraba insegura por estar así a plena luz del día en aquel lugar.
La dunas eran demasiado blandas y nos enterrábamos mientras rodábamos cuesta abajo.
Antes de finalizar la caída, Emilio ya había buscado un par de veces para besarme con sus labios gruesos. El solo hecho de sentir su barba en mi cuello ya me había puesto durísima bajo la tanga.
Tuve la suerte de ser yo la que quedó encima de él al terminar de caer entre las blandas dunas. Lo miré fijamente y le pregunté si estaba seguro de querer hacerlo en un lugar como este.
Emilio se quedó en silencio por momento.
Respóndeme! - le dije mientras le inmovilizaba sus manos dejándolo como en una posición de crucificado.
Seguía en silencio hasta que habló:
¿Haz escuchado a alguien desde que llegamos?
No, pero tengo miendo - le respondí haciendo un puchero.
Lo único que escucho en estos momentos son las olas y tu voz.
Después que me dijo eso el líquido lubricante que brotaba de mi verga había traspasado la capa de bikini y la mis shorts notándose una gran mancha al exterior de este último.
Mira como estás, sácate el short y quédate solo en tanga.
Obedecí.
Después de la caída habíamos quedado llenos de arena y lo único que se nos veía eran los ojos y los dientes. Se pone encima mío y me abraza.
Estuvimos un largo momento besándonos. Yo le apretaba su nunca para que sus labios ejercieran más presión sobre los míos. Estaba descontrolada. Quería que me hiciera suya lo antes posible.
Emilio introduce su mano en mi bikini y me comienza a frotar mi verga llena de arena. La arena era gruesa, me raspaba pero me gustaba.
Entre gemido, lloriqueo y éxtasis de nena le pedí que me penetrara.
Así Emilio se quitó su pantalón corto quedando expuesta toda su verga morena. Noté además que, desde la última vez que nos vimos, le había salido más vello que antes. Él cumplía hace poco 20 años. Yo tenía 19.
Su verga estaba llena de arena y sales. Solo se le notaba el glande rojo de su verga repleta de sangre interna.
Emilio escupió mi culo tanto como pudo y ZAAAAAAASSS!!!!!!!
Introdujo su verga sin avisarme ni nada.
Yo sentía como si me hubiesen puesto un fierro hirviendo por mis entrañas y las piedrecillas de arena las sentía como rocas para construir casas y la sal de mar me hacía arder el recto.
Gemí de dolor y placer. Lo único que de vez en cuando solapaba mis gemidos eran el chocar de las olas las cuales cada vez sonaban más y más fuertes.
Su vergaba entraba y salía por mi agujero dilatado repleto de arena de mar.
Por un momento me imaginaba que era la sirenita Ariel teniendo sexo con su príncipe bajo el mar.
En aquel tiempo era mucho más flaca que ahora, tenía el cabello corto pero en aquel instante solo se veían mis piernas flacas abiertas ya que Emilio, siendo tan grande, me cubría por completa.
Parecía perra en celo gimiendo. La segunda cosa que más me tenía excitada era su panza frotándose con mi barriguita sudada ya de tanto amor.
Yo sé cuando Emilio va acabar porque asume una posición un tanto encorvada, además comienza a endureser todos los músculos de su cuerpo ¡y era así como se estaba poniendo en aquel momento!
Por ese motivo aseguré que mi verga se frotara con su vientre para así también hacerme acabar antes que él.
Y así apretada tanto como lo conseguía me vine y al cabo de unos segundos él también lo hizo.
El agujero de mi culo estuvo un buen rato botando el semen de Emilio. Me había rebalsado con sus líquidos sabrosos. De vez en cuando sacaba un poquito y lo probaba con mi boca. El sabor era el mismo de siempre salvo con un poco de arena.
Nos quedamos ahí abrazados un rato. Me estaba quedando dormida al lado de él hasta que la espuma gélida de una ola enorme que había acabado de reventar nos envolvió con malicia por un rato, maldita ola que me hizo despertar y darme cuenta que estaba anocheciendo y debíamos volver o alguien sospecharía de mis andanzas travestis.FIN
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