Amor en la sierra

Dos hermanos que trabajan en el campo, en una región solitaria y casi inaccesible, descubren una interesante forma de aliviar su abstinencia y soledad.

Mi familia toda su vida ha vivido en la Sierra de Sinaloa, México, en los buenos tiempos criábamos ganado y sembrábamos de temporal, pero llegó el momento que la vida se puso dura para todos, aun para los de la ciudad, así que nos tuvimos que convertir en Narco Agricultores, es decir sembramos la Marihuana y Amapola, para poder subsistir, desde pequeños nuestro padre nos llevaba a lo alto de la Sierra, en lugares inaccesibles, para la Policía y los soldados, de al forma que para llegar teníamos que viajar a lomo de mula o caballo 7 horas, hasta donde estaba el sembradío, y de ahí no nos bajamos hasta que la hierba ya estaba lista para cortarse, y esto llevaba de 3 a 5 meses, los cuales vivíamos aislados, sin ver más caras que la de los coyotes y animales de la región. Pero llegó la desgracia a nuestras vidas, un día cayeron los Soldados al sembradío y mi padre murió en el enfrentamiento dejándonos en la orfandad. Siendo nosotros 6 hermanos, mi hermano un año mayor y yo tuvimos que hacernos cargo de los compromisos de siembra para los narcos, pues de otra manera la pasaríamos mal. Mi hermano siempre fue más temerario que yo, de hecho yo detestaba esa forma de vida, pero había que hacerle frente, así que ya que tuvimos todos los implementos listos (armas, semilla, un yunque y provisiones) nos despedimos de la familia, para no verla en varios meses, llegamos al lugar, donde sólo había una pequeña cabaña con solo 3 paredes, sin puerta y ventanas grandes para sofocar los tremendos calores que hacen en mi tierra, así que ahí permanecimos, los primeros 2 meses nos dedicamos a la ardua labor de preparar la tierra, sembrarla y cuidar las matas y el sembradío de día y de noche, todo transcurría normal, mi hermano y yo nos llevábamos muy bien, un día en la noche tratando de matar el tiempo empezamos a hablar de mujeres y de la falta que nos hacia un buen acto sexual, empezamos a hablar de senos, panochas y de lo buenas que están las mujeres en los pueblos serranos, y sin querer empezamos a excitarnos, así que mi hermano me propuso que nos masturbáramos, a lo que acepté, empezamos cada quien con los ojos cerrados a masturbarnos, hasta que eyaculamos, así lo empezamos a hacer cada noche antes de dormirnos, hasta que un día mi hermano me propuso que yo lo masturbara a él y él a mí, que para sentir otra mano diferente-según me dijo- así que acepté- quién primero me dijo Miguel (así se llama mi hermano)- tú primero me dijo- con ciertas reservas y algo cohibido le dije - bueno hay que desnudarnos- nos desnudamos, y al quitarse el calzón pude notar que la tranca de mi hermano se encontraba erecta y palpitante, a lo que me sorprendió, pero no dije nada, era evidente que le excitaba la idea, se tendió en el catre, y con su mástil al aire se dispuso a que lo masturbara, algo sacado de onda tomé su verga, que al sentir mi mano se puso más tensa, lo cual le resaltaba las venas de su tolete, empecé con mi mano a masturbarlo, apenas había empezado cuando tuvo una eyaculación muy abundante, vaya- le dije- estabas urgido- no me contestó, se concretó a acostarme en el catre y a hacer que se me levantara, pues yo no tenía erección, con su mano tomó mi verga y suavemente empezó un rítmico movimiento, hasta que me hizo venir, todo esto en silencio, terminé, me limpié y apagamos el quinqué sin comentar nada, en mi mente fluían mil cosas, pero me había excitado el haberlo hecho, al siguiente día no comentamos nada, en la noche mi hermano me dijo: - Qué te pareció lo de anoche- bien le dije- esquivando la mirada- y a ti- más o menos me contestó, como que una mano no es suficiente, pero ni modo, ¿lo hacemos nuevamente?- me lo dijo con una mirada tan intensa y penetrante que no pude negarme- Pero esta vez yo empiezo y lo vamos hacer de manera diferente- Me quedé con un signo de interrogación en el rostro- Tú déjame ser, no te preocupes me dijo, y se puso frente a mí, sin dejar de mirarme empezó a desabrocharme la camisa y por cada botón acariciaba mi pecho, yo empecé a sentir un calorcito desde mi vientre hasta las bolsas de mis testículos, y mi verga empezó a reaccionar, hasta formar un bulto visible, él lo miró y sólo sonrió, de repente se acercó a mi pecho desnudo y empezó a besarlo, dejando en el abismo de la excitación, no hice nada por detenerlo, con sus manos empezó a desabrochar mi cinto y mi pantalón, mi verga cabeceaba dentro de mi jeans, quitó los botones y lo bajó hasta las rodillas, me sentó y lo quitó, luego empezó a besar la parte interna de mis muslos, gemí de placer, quitó los calzones y mi verga quedó al aire, parecía tener vida propia pues no dejaba de saltar, él la tomó de la base, y con la otra mano acarició mis testículos, me mordí los labios de placer, de repente sentí lo increíble, algo caliente en la punta de mi pene, era su boca que empezaba darle pequeñas chupaditas a la cabeza y luego empezó a recorrerla, con su lengua, hasta que la introdujo totalmente en mi verga, dándome una mamada riquísima, con sus manos empezó a recorrer todo mi cuerpo, mi calentura estaba al limite, de repente y sin que lo esperara, pasó sus dedos por mi ano, pegué un grito de placer y sorpresa, él siguió con su trabajo, su dedo empezó a explorar mi ano, de repente sentí una sustancia aceitosa en mi ano, mi hermano tenía una botella de aceite de oliva y estaba lubricando mi culo, entendí lo que quería hacer y dudé un momento pero al final el placer me venció, siguió mamando mi verga y con su dedo empezó a metérmelo en el culo, la sensación era lo máximo, sincronizadamente me lo mamaba y me bombeaba el culo, no pude resistir mucho y me vine, él se comió todo mi semen ante mis admirados ojos. Hecho esto se incorporo y me dijo:- necesito darme un baño ¿y tú? También-respondi- nos fuimos a bañar al río, nos desnudamos y empezamos a bañarnos, se acercó a mí por detrás y pude sentir su verga palpitante y gruesa en medio de mis nalgas, y a pesar de ser nueva la sensación de un pene entre mis nalgas era excitante, pasó su mano por enfrente y acarició mi verga, la cual respondió nuevamente, esta vez empezó a besar mi nuca, haciéndome estremecer, me tomó de la mano y me llevó hasta donde estaban nuestras ropas, nos tendimos en el suelo y casi al mismo tiempo nos lanzamos a nuestras bocas, besándonos lujuriosamente, era hora de pagar el placer proporcionado, y me tendí sobre su verga, la cual pude sentir en todo su esplendor en mi boca, de repente me puso en posición del 69 y también empezó a mamarme la verga, intercalando entre el pene los testículos y mi ojo del culo, con voz ronca me dijo: - Quiero que seas mi mujer- esa frase me hizo estremecer, asentí con la cabeza- él entonces me puso en cuatro patas y empezó por detrás a acariciarme mis nalgas, a lamer mi culo, con su lengua me la empujaba a manera de pequeño pene, logrando que mi esfínter se dilatara en gran manera, de tal manera que lo sentía muy hinchado, de repente puso en mi entrada su grande y gorda verga, con un primer impulso sentí como separaba los pliegues de mi ano, empezó a empujar batallando unos momentos hasta que mi puerta se abrió a aquel visitante cilíndrico, del siguiente empujón metió la cabeza y una parte más, sentí un ardor que me recorría y me saqué, él inmediatamente me tomó por las nalgas fuertemente y arremetió nuevamente, de una sola estocada me la metió a la mitad, grité de dolor, se quedó inmóvil unos segundos, dejando que mi culo se acostumbrara a su dimensión y luego sentí sus huevos chocar con mis nalgas, y empezó a bombearme, el dolor empezó a desaparecer, y a transformarse en un calor que me llenaba, sus movimientos eran suaves, podía sentir la dimensión de aquella rica verga cómo me penetraba, Miguel seguía bombeando, -¡ah! ¡ qué rico aprietas, mejor que cualquier mujer del mundo!- esta frase dicha cuando lo tenía dentro, me excitó sobremanera, y tuve una erección grande, así que pasé mi mano a mi verga y empecé a masturbarme mientras Miguel me bombeaba, creo que mi excitación era mayúscula, pues sentía como mi culo trataba de sacar la verga de Miguel, él aceleró el ritmo, y eso fue suficiente para que yo me viniera en grandes chorros, segundos después sentí el esperma de mi hermano inundarme las entrañas, de tal forma, que cuando Miguel sacó su verga, sentí como salió de mi culo y se escurrí entre mis piernas, no me importaba nada más, se acercó a mí y me dijo, ésta es nuestra noche de bodas, yo me reí y le dije- creo que sí, disfrutémosla, creo que estoy loco pero me encantó lo que me hiciste. Nos metimos al bañar nuevamente, sin dejar en todo momento de acariciarnos, como unos recién casados de verdad, nos acostamos y apagamos la luz de la cabañita, Miguel se durmió rápido, yo me quedé a pensar sobre esta nueva situación, y el por qué de mi comportamiento homosexual, sólo pude darme cuenta que es una tendencia que traía desde la infancia, la cual había mi mente tratado de ocultar, y en la soledad de esos parajes había salido para no esconderse más, y lo más importante que tenía quien me hiciera feliz. Así estuve hasta casi el amanecer recordando lo vivido, volteé ver a Miguel y dormía desnudo, la luz de la luna se reflejaba en su cuerpo musculoso, mis ojos se posaron en esa verga tan dulce y grande que me había desvirgado unas horas atrás, la cogí con sumo cariño y la empecé a mamar, despacio, metiéndomela en la boca, a lo que empezó a reaccionar, a tomar turgencia, hasta llegar a su dimensión en la cual ya no cabe en mi boca, Miguel ya despierto se sonrió dulcemente, agarré la botella del improvisado lubricante, y en la penumbra empecé con una mano a lubricarme el culo, sin descuidar a mi amante y su erección, sin más me monté arriba de él mientras nos besábamos con mi mano acomodé su rica verga en mi culo, y poco a poco fui sentándome en ella, ya el dolor era soportable, y recargado en su pecho, con mi culo ensartado y al aire solo me concreté a mover mi cintura, sintiendo cómo era atravesado, con movimiento circulares y hacia enfrente y hacia atrás yo sólito me clavaba, administrando mi placer, tuve un orgasmo sin haber eyaculado, aumenté la rapidez de mis movimientos, mi amante se retorcía de placer emitiendo pequeños gruñidos, sentí su leche derramarse bien profundo, lo abracé y nos volvimos a quedar dormidos.

Hoy deseamos que se llegue el tiempo de siembra, para poder estar solos allá arriba en la sierra, me siento mal con mi madre, pero ella no lo sabe ni lo sospecha, ojalá nunca lo sepa pues sería un golpe muy duro, pero no me arrepiento, Miguel me hizo encontrarme conmigo mismo.

FIN

Comentarios escribirme a piegrande_29@hotmail.com o trabieso_27@hotmail.com .

NOTA: Esta es una Historia ficticia, pero si eres de Sinaloa, escríbeme y podríamos hacer una historia juntos.