Amor en la Nube

Final. Cuando el amor es verdadero hasta puede renacer en una nube

Las lágrimas me salían sin poder evitarlo Norma me vio y vino a mi lado.

  • Ven, vamos a casa – me invitó a su deslizador. El mío lo programó para que nos siguiera, me dejé llevar. Llegamos enseguida, nos bajamos y entramos a la sala y me dejó sentada en el sillón, estaba desolada, nunca pensé que me podía doler tanto. Volvió Norma con una botella y un vaso. Las bebidas alcohólicas eran escasas y carísimas.

  • Tomate un poco de esto que te va hacer bien, esto lo hace Simón – lo tomé, era fuerte pero rico me abrazó y me recostó sobre su pecho, me puse a llorar. Dentro de lo mal que estaba, al lado de ella sentía cómo un alivio. Me acariciaba el pelo, me limpiaba las lágrimas, me consolaba de la mejor manera, con mi cabeza apoyada en su pecho absorbía una ternura desacostumbrada

  • Norma, ¿por qué haces esto por mí?

  • Si te digo quizá no te guste – me apreté un poco más, estaba bien así

  • Dímelo, no sé qué me puede disgustar de ti

  • No sé, te voy a contar la historia. Mira, con Simón siempre fuimos una pareja que iba contra la corriente. Conocimos el amor, nos casamos cuando ya nadie lo hacía, y decidimos tener los hijos de modo natural. Así tuvimos los dos primeros, los criamos nosotros hasta que les tocó la universidad. Éramos jóvenes y tuvimos otros dos, nos alegraban la vida, sabíamos que íbamos a querer más. Congelamos óvulos míos y espermatozoides de Simón a una edad que estábamos con toda nuestra vitalidad. Volvimos a tener otros dos, pero estos en incubadora, también los criamos nosotros. Cuando llegó su tiempo se fueron, nos vemos de vez en vez.  Cuando cumplimos los cien años, decidimos no tener más si no los íbamos a criar nosotros. Liberamos el material genético para quien lo necesitara. Tu padre seguramente cuando quiso tenerte, busco los genes que más le interesaban. No sabía de quien eran y coincidieron con los míos, así que vengo a ser tu madre.

  • ¿Y eso es lo que no me iba a gustar? ¿pero cómo supiste?

  • Espera – se fue hasta una de las habitaciones y volvió con una fotografía, me la mostró y parecía mía – mira, cuando te conocí, me vi yo cuando tenía tu edad-

  • ¿Entonces es seguro que eres mi madre?

  • Cuando viniste por primera vez, saqué de tu vaso muestras para sacar tu ADN soy tu madre

  • Entonces no queda tan mal que llore sobre tu pecho

  • Claro que no queda mal, llora lo que quieras que siempre voy a estar para ti – me besó los ojos llenos de lágrimas, dentro de mi angustia me calmó un poco. De a poco entre su cariño y el licor que me hizo tomar, empecé a estar más compuesta. Las palabras de consuelo me hacían sentir muy bien. llegó el momento de irme. Me acompañó hasta el deslizador

  • Toma si estás muy angustiada, tomate un vasito y vas a ver que te reconforta – me dio una botella y apretó sus labios contra los míos, me gustó, es antihigiénico, pero me gustó.

El deslizador me llevó hasta mi casa, todo el camino iba pensando en Norma y en Dafne, una la iba a poder seguir viendo, a la otra tenía que imaginarla.

El último tiempo tenía la costumbre de dormir desnuda porque así estaba cuando me conectaba, ahora no tenía caso. Me acosté con un camisón corto y unas bragitas, iba a imaginarme que estaba con Dafne, no quería pensarla con tristeza. Me llené un vaso con la bebida que me dio Norma (quizá tendría que acostumbrarme a llamarla mama) la fui tomando de a poco, sentí una especie de calor en el pecho. Me tiré en la cama boca abajo, me acordé cuando se había puesto así, y metió la mano bajo su cuerpo. Hice lo mismo. Me iba adormeciendo con la imagen de Dafne en mi mente. Es bueno eso de haber aprendido a imaginarla. La carita de gusto que ponía cuando se corría, movía un poco la mano y un poco el cuerpo. De a poco iba cayendo en una somnolencia nostalgiosa. Había introducido la mano bajo las bragas, y en medio de mi sopor me movía sobre los dedos buscando el placer de esas caricias. Creo que ese licor me había hecho bastante efecto, porque de golpe sentí cómo alguien se subió sobre mi espalda. No me asusté, sabía que no podía haber nadie, todo era efecto de mi mente

  • ¿Quién eres? – pregunté

  • ¿Quién voy a ser, o acaso esperabas a otra? – no le contesté, me parecía ridículo conversar con una alucinación. Se echó toda sobre mí, sus tetas se clavaron en mi espalda, me agarró de las mías y se apretó mientras me pasaba con sus labios por mi cuello – no me esperabas eh…- Me daba mordisquitos por el cuello, era una sensación rara, pero me encantaba.

  • ¡No! sabía que no podías venir, pero por lo menos me puedo imaginar que estás, tuviste razón, era bueno aprender a pensarte.

  • ¿Así que entonces soy un pensamiento tuyo? Mira lo que hace este pensamiento – se separó un poco para agarrarme el camisón, y tiro para arriba hasta sacármelo. Me volvió a abrazar, me chupó la oreja mientras se frotaba contra mi cuerpo. Me gustaba, no me movía porque sabía que era un sueño y no quería despertarme. Escuchaba sus jadeos y sentí cuando apretó mis pezones

  • Eh, bruta, me lastimas, me haces doler.

  • No seas boba, un pensamiento no te puede hacer doler – tenía razón, pero me dolió

  • No sé, pero hazlo más despacio sino me vas a despertar

  • Así que no quieres que te despierte, vamos a hacer otra cosa – se separó y me bajó las bragas. Ahora notaba bien lo que hacía. Había apoyado su vulva sobre mi culo y me estaba follando como si tuviera un pene

  • Ahhh las veces que soñé tener este culito abajo mío, así como ahora.

  • Eres una puerca, me estás mojando toda – protestaba, pero me gustaba, seguía besándome el cuello, me chupaba, me apretaba las tetas, cada vez sus gemidos eran más intensos, me tenía súper excitada, sabía que eso no estaba pasando, que era efecto del licor.

  • Para el culo un poco más que voy a correrme – ah…y todavía con pretensiones, igual tiré el culo para arriba, sentía cómo resbalaba sobre sus babas, se movía cómo una desaforada rozando lo que debía ser su clítoris contra mi cachete – aaahhh…me corro asiiii  siii – mientras me chuponeo el cuello de una manera, que si no fuera un sueño me dejaba la marca. Quedó tirada arriba mío haciéndome notar su respiración. Me quedé pensando en lo real qué lo había sentido. Si pudiera haber una posibilidad de que fuera cierto, podía creerlo, pero no la había. Lo que podía era aprovechar todo lo que diera este sueño para disfrutarla.

  • Eh, déjame dar vuelta – se separó un poco me giré y la increpé – pero tú no tienes vergüenza, te metes en un sueño mío, y el orgasmo lo tienes tú – se quedó sorprendida

  • Eso lo podemos arreglar enseguida – se vino a besarme, pero no cómo Norma, no, la puerca me quería meter la lengua en la boca, apreté los labios para impedirlo. Me agarró la cara y me apretó las mejillas haciendo como que pronunciaba la O, y me metió la lengua sin más. Iba a pelear porque me parecía una guarrada, pero me gustó el sabor. Nunca lo había sentido, me hizo acordar a la comida de Simón. Sí, un gusto salvaje que nunca había saboreado. Me dejé hacer, cada vez me gustaba más, no solamente en la boca, a nivel cuerpo me estaba agradando. Recorrió toda mi cavidad bucal hasta que paró para respirar

  • Dame más de eso, - le pedí y abrí un poco la boca

  • De eso qué

  • No sé, saliva yo qué sé; lo que sea, quiero más – me miró sonriendo

  • Búscala donde está – tardé unos segundos en entenderla, después la tomé de la nuca y la atraje. Ahora fui yo la que le metió la lengua hasta la campanilla, fue una guerra de lenguas, creo que ganamos las dos. Tuve que parar para respirar yo. Yo paré, ella siguió besándome el cuello, fue bajando hasta llegar a mi teta, y se la metió en la boca. Era la primera vez que me hacían eso, y me deleitó. Parecía que todo lo que hacía me gustaba. era un sueño cojonudo, Tenía que aprovecharlo, vaya a saber cuándo iba a tener otro. Siguió con mi otra teta, había conseguido ponerme los pezones como de piedra. Puf…cómo me estaba poniendo, si seguía iba a tener un orgasmo. Pero seguro que cuando fuera a tenerlo me despertaba.

Siguió en lo suyo, fue bajando por mi abdomen, hizo un alto en el ombligo, pero yo ya me salía, se dio cuenta que el orgasmo se me estaba por escapar, y fue a por él. Esta es la parte dónde podía despertarme. Cuando sentí la lengua acariciar mi raja, sabía que aunque me despertara el orgasmo no me lo sacaba nadie. Y no me lo sacó nadie. Gruñí como una cerda cuando lo tuve. Quedé despatarrada tomando aire. Ella no se dio por enterada, creo que estaba recolectando lo que yo había soltado. Se sentía lindo, metió la lengua en mi vagina, no llegaba tan adentro cómo la de Nine, pero era más suave y no la movía siempre igual, por ahí la metía hasta donde llegaba y luego la sacaba a pasear por el surco que la conducía hasta mi clítoris. Ahí ya hacía milagros, y los hacía jugando, porque sé que así no se trata un coño, Nine no me lo hace así, y es profesional. ¡Sí! está jugando, pero lo hace tan bien que no me importa. Mete las manos bajo mi culo, me agarra de las nalgas y me levanta

  • ¿Para qué haces eso? – pregunto, me contesta con una voz rara

  • Para comerte mejor – en el medio de la calentura me dio la risa

  • Si me vas a comer así, te dejo hasta que te empaches – mi madre, ella no se habrá empachado, pero lo que me hizo sentir a mí, nunca lo había sentido ni nunca volveré a sentirlo, a no ser que me tome la botella entera de licor. Que esta borrachera no va a ser la última. Se quedó un rato más solazándose con lo que había hecho, hasta que volvió a besarme en la boca

  • Tienes diferente sabor, pero igual me gusta – le espeté

  • Este no es el sabor de mi saliva, es el sabor de tu coño.

  • No está nada mal, y el tuyo ¿sabe lo mismo?

  • Y yo que sé, qué te crees que soy de goma para llegar hasta ahí

  • Yo no necesito ser de goma y hay varias cosas que quisiera probar de ti

  • Uhm… ¿a ver qué quieres probar? – me fui acordando lo que me hizo para repetirlo, le chupé el cuello, creo que un poco fuerte porque gruñó. Cuando metí una teta en mí boca, me quedé maravillada, esa suavidad, esa tersura, ese pezón durito, sabroso, esa teta que estaba para comerla, si no llega a sacármela de la boca, allí me quedo. Me dejó tomarle la otra

  • ¡Dafne! esta te hace ruido ¿qué tiene? – llevó la mano y se la apretó

  • Pero serás boba, es el corazón que me lo tienes a los saltos– yo sé que tenemos corazón, pero nunca lo había escuchado

  • Entonces sigo – me dijo que sí, y seguí. Notaba como se estremecía

  • Minerva, despacito mi amor, me vas a hacer correr antes que llegues

  • ¡Ni se te ocurra! Te esperas, qué este sueño es mío, arrímame ese coñito que me toca probarlo - Se terminó de subir para ponérmelo en la boca. Qué cosa más suave, jugosa. Tenía un gusto indefinido, parecido al mío pero diferente. Solamente se me ocurría llamarlo silvestre (por cambiar) nunca lo había probado. Lamí, me golpeaba la boca con sus espasmos, la tomé de las caderas y la alejé lo suficiente para poder pasar la lengua por su raja. Gimió, y encontré mi premio cuando corrí un capuchón y descubrí una pepita que parece que era el epicentro del volcán en que se estaba convirtiendo. Sus jugos corrían por mi cara y me desesperaba por recogerlos. Me di cuenta que ya no quedaba más tiempo, la lava estaba por salir y no iba a ser por esa pepita. Llegué a la salida justo en el momento que me tomo de la nuca, y me metió el coño en la boca. Justo a tiempo, cuando quise meterle la lengua, una riada de jugos me inundó. Qué delicia, nunca pensé que un coño pudiera ser uno de mis platos favoritos; ese lo era y no me importaría repetir el menú todos los días

Se quedó un rato quieta dejándome recoger los restos, quise buscar más, adentro, pero me descabalgó para venir a buscar mis besos

  • Ahora ya sabes que gusto tengo yo

  • Si, pero tú me probaste dos veces, ahora te saliste y no me dejaste sacarte dos orgasmos

  • Uno ya lo había tenido en tu culo, y ahora estoy al borde del desmayo, déjame dormir

  • Estás loca, si te crees que puedes meterte en mi sueño y hacer lo que te da la gana. Si te duermes me despierto yo y se me acaba la juerga.

  • Mi amor, no te preocupes qué este sueño te va a durar para rato. No sabes lo que pasé para llegar a tu lado. Sé buena, déjame dormir así juntitas –  cruzó una pierna sobre la mía y puso la cara pegada a mi cuello. No me quedo más que abrazarla, me dio un beso mimoso y se quedó dormida.

No me desperté, seguramente me despertaré cuando me quede dormida. Bueno, es un incordio, si puedo soñar despierta y dejo de soñar dormida.

La miro así dormidita y me da una gana de comerla a besos (es antihigiénico, pero me gustó eso de los besos en la boca, y en algunas partes más) se la ve tan tierna, le acaricio la espalda, sigo hasta ese culo tan redondito, tan durito, tan paradito, tan culito; agh cierro los ojos porque no me contengo y al fin es un sueño.

Me pongo a pensar. Qué día raro, empezó con la disertación en la que salí perdidosa y angustiada. Vino Norma a consolarme y resulta que viene a ser mi madre. Me gustó eso, pero veo casualidades que son difícil que se den. Me da una botella de un licor que me produce las alucinaciones más placenteras que pueda tener. Y ahora estoy pensando, sintiendo que tengo a Dafne entre mis brazos y sin ganas de dormirme para no despertarme.

¿No será una confabulación? Si no fuera que físicamente lo virtual no puede materializarse, me creería que todo lo que pasó es real. Simón y Norma saben de todo. Quizá ese licor tiene una droga que me produce este efecto. Ojalá, tengo que probar otra vez a ver si alucino lo mismo. Si es así no me importa. Tengo que cuidarme de no pasarme, si me notan que ando alucinada como una idiota, me mandan a terapia y me borran todo. Y la verdad, ahora que probé a Dafne, no me importa estar loca. Pensando así me quedé dormida.

Siempre me despierto antes que se ilumine mi habitación, ese día me quedé dormida. No tengo que ir a ningún lado. Por ahora no tengo a que dedicarme. Me acuerdo de todo lo que viví anoche (viví es una forma de decir) estoy desnuda, se ve que en mi delirio me quité la ropa, y bueno, vaya a saber lo que realmente hice. Lo qué sé, es que voy a tratar de repetirlo.

Cierro los ojos y me hago la ilusión que todavía estoy soñando. De golpe siento a alguien que se sube a mi cama. Creo que abrí los ojos, no puedo asegurarlo, era Dafne.

  • ¿Qué haces tú aquí? – frunce la frente para contestarme

  • ¿Qué te parece que puedo hacer desnuda y en tu cama?

  • Pero ¿cómo desnuda en mi cama? Si tú no existes

  • Otra vez con esa bobada – se tira encima de mío me muerde la oreja; me duele

  • Ay bruta que duele

  • Y cómo, ahora resulta que te hace doler alguien que no existe, ¿no estarás loca? ¿no?

  • Dafne, yo no sé si sabes algo de física, pero algo virtual no se puede materializar, y tú eras virtual en un mundo virtual que ahora ya ni existe virtualmente. ¿Me quieres decir cómo me vas a convencer que pudiste venir?

  • Cariño, sé que todo lo que me dices es cierto, pero estoy aquí, para ti, que importa como

  • Sí qué importa, yo estoy enamorada de ti y lo sabes, yo pensaba que si había forma de que vivieras en el nuevo proyecto, me podía ofrecer para poblar virtualmente ese nuevo mundo. No iba a vivir tanto tiempo como aquí, pero no me importa si iba a vivir a tu lado. Yo podía ir, pero tú no podías venir, ni siquiera estás en el ordenador, tu mundo ya no existe.

  • Mine, sabes que si hicieras eso, ibas a estar conmigo pero en forma virtual y en un mundo que no conoces, y para colmo vivirías menos.

  • Lo sé, qué me importa, virtual o no para nosotras sería nuestro mundo y nuestra vida

  • ¿De verdad harías eso por mí?

  • Lo haría por mí, porque haría cualquier cosa por estar a tu lado

  • Uhm…cómo me pone escucharte decir eso, me vas a hacer engordar de gusto

  • Bah, no te creas que si realmente existieras te lo iba a decir así, tienes un ego muy grande, y me estás aplastando – se había puesto cómoda sobre mí, sus tetas aplastaban las mías, la cara casi pegada a la mía, y el pubis directamente se apoyaba en el mío; no se sentía mal.

  • Mira, no te lo iba a decir porque pensé que te iba a caer mal, pero dijiste algo que me hace pensar que no.

Te voy a contar un poco de la historia de mi vida. Te dije que tengo una enfermedad, mis padres también la tenían. Pasaban la vida en el ordenador. Era su principio y su meta, creo que fue el ordenador que los casó. No eran tontos e hicieron dinero. Creo que me compraron un ordenador con el chupete, y todo lo que no fuera dentro de él me parecía estúpido.

El mundo me parecía estúpido, no lo soportaba, tanto así que me quise hacer un mundo para mí. No me preguntes cómo o por qué, pero ese mundo empezó a andar solo, y cada vez mejor; tenía sus cosillas, pero al lado del mío era un mundazo.

Cada vez me gustaba más y busqué la forma de conectarme. Lo había hecho yo, así que no podía ser tan difícil. Y me conecté. Un día enganché con alguien que buscaba lo mismo desde el otro lado, y bueno, así empezó todo. Fue cómo que nos gustamos, muy calentona la muchacha, pero a mí eso me gustaba. Yo sé que una realidad virtual no puede convertirse en materia, por eso sabía que no ibas a poder venir hacía mí. Y entonces, cómo dicen en mi antiguo mundo “Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña” y entonces dejé mi cuerpo allí y vine a buscarte, y ya me ves ¿qué dices? - Y ya la veía, y me costaba creerle, pero quería creerle

  • Y con el cuerpo que tienes lo dejaste allí cómo si nada, ¿qué tienes en la cabeza ¿estás loca o qué? Vaya a saber que hacen con tu cuerpo.

  • Ese cuerpo no tiene nada adentro. No tiene cerebro, no tiene alma, está vacío, muerto

  • Con que tenga lo que se ve, ya les alcanza, a ver si te crees que les va a importar si tiene alma, con que esté como estás tú ahora, anda si le va importar si está vacío o lleno.

  • Ah, qué importa estoy aquí y eso es lo que vale

  • ¿Entonces según tú, la que no existe soy yo? - me dio un pellizco que dolió lo suyo

  • Serás boba, te dolió o no te dolió – la miré un poco cabreada

  • Claro que me dolió, ¿qué te crees, qué soy de plástico cómo esa mierda con que infectaron tu mundo

  • Pues entonces si te dolió deja de pensar en tonterías ¿qué te importa cómo eres? Importa cómo te sientes. Si te tiene que doler, te duele. Si tienes una chica arriba tuyo queriéndote hacer, vaya saber qué cochinada, te das cuenta que ahí está, ¿qué problema tienes? ¿no quieres que esté la chica arriba tuyo? Se baja – la sujeté, estaba bien dónde estaba

  • Quédate ahí, pero es qué mucho no me cierra, resulta que ahora yo no soy lo que creo, y si salgo a la calle ya no sé si es en tu mundo o en el mío. Estoy cómo en una nube, no sé qué pensar, apagan un ordenador y se acaba nuestro mundo.

  • ¡Estamos en la nube! pero no hay ningún ordenador que pueda borrarnos. El qué podría hacerlo, quedó invernando, cuando lo prendan leerán mis últimas voluntades y el disco duro se destruirá, solamente desde este lado se podría entrar, y eso no nos interesa.

  • Cómo lo cuentas tú está todo bien ¿pero porque estás frotando tu coño con el mío

  • Qué ¿no te gusta?

  • Me gusta, pero quiero saber porque te frotas

  • Porque a mí también me gusta, pero si quieres paro – a esa altura ya me gustaba demasiado

  • No, sigue. Mira que te inventas cada cosa – se frotaba las tetas contra las mías también, mientras me dio un beso apasionado. Se cruzó una pierna y se puso un poco de costado. Puf, eso sí que fue fuerte, se juntaron las pepitas y parecían que una corriente eléctrica pasaba de la una a la otra. La agarré del culo y la apreté contra mí mientras empecé a moverme yo. Es qué no me podía parar, escuchaba el plof, plof, que hacían nuestras vaginas abarrotadas de jugos, y cada vez me ponía más loca. Se levantó un poco para encastrarnos más, me levantó la pierna hasta meterse los dedos del pie en la boca, y entre gemidos me cabalgaba cómo una posesa.

  • Dafne, mi amor, creo que me corro, cariño sigue así que me está por venir un orgasmo

  • Pues mejor que te venga porque el mío ya está saliendo, ahhhy me corro mi amor, asiii. Se juntaron nuestros gemidos, parecíamos dos sacadas, pero es que eso era algo alucinante. Se dejó caer sobre mí buscando mi boca, la encontró, la de ella parecía que echaba fuego.

  • Tú sí que me sacas el jugo – le dije cuando pude respirar, estábamos enfrentadas

  • ¿No quieres que te lo saque?

  • No que va, puedes exprimirme todo lo que quieras, mientras también me dejes sacarte el jugo a mí, no hay problema. Lo que no me gusta es desperdiciarlo.

  • Pero mujer, si debe estar todo por ahí, mira, tienes el coño todo mojado ¿quieres que te limpie?

  • Si me dejas limpiar el tuyo vale – se giró sobre sí misma para ponerme la almejita en la boca mientras se ocupaba de limpiar la mía. Un trabajo en vano. Cuando terminábamos con el secado, nos venía la contentura y nuevamente a empezar. Y bueno, si tenemos que sacrificarnos nos sacrificaremos. Es la mejor forma de demostrarme qué no era un sueño.

Le creí, eso demostraba porque el lenguaje era tan similar, y prácticamente entendía todo. Terminaba yo siendo obra de ella. No sé si tan a su gusto (me había corregido bastante) lo que sé, qué ella estaba al gusto mío, y lo iba a aprovechar. Lo único, que no me gustaba nada que haya dejado el cuerpo por ahí. Semejante cuerpazo, mira si le van a andar buscando el cerebro o el alma. Que les importa

Ambufera del Monte

Estaban cinco hombres en el rellano de una casa. El alcalde del pueblo: Un juez de paz: Un médico, el cura del pueblo, padre Segovio y un cerrajero que era el único que trabajaba, los demás miraban y esperaban. Decía el alcalde

  • Pues yo no sé si estamos haciendo bien, es una propiedad privada, y meternos así, no sé

  • Pero no se haga problemas, fue el banco el que solicitó las averiguaciones – dijo el juez – yo le di curso, porque hace dos años que esta mujer no mueve la cuenta, se le están juntando una cantidad de euros y nadie sabe qué hacer con ellos

  • Y con las necesidades que hay. Sabe cómo está la iglesia, y la alcaldía ni pesetas nos da.

  • Ay padre Segovio, no se queje hombre, no se queje que saca más euros usted de propinas que yo de impuestos – contestó el alcalde

  • Bueno señores, esta puerta se abrió, queda en sus manos que yo tengo otras cosas que hacer, después le paso la factura. – dicho eso el cerrajero se marchó. Quedaron los cuatro hombres que iban a entrar en la casa. El alcalde que era al que menos le gustaba la cosa volvió a poner el punto

  • Me parece que tendríamos que entrar con testigos, las elecciones vienen pronto y no quiero que me acusen de nada.

  • Pues bueno, aquí a los lados viven doña Amparo y doña Jacinta, las conozco, son feligresas mías y les gusta el cotilleo más que rezar, voy y les digo, seguro que vienen. - apuntó el cura

Vinieron las dos testigos, y con toda ceremonia entraron en la casa. Una sala espaciosa con un televisor grande, un sillón y un mueble que no llamaba la atención. Una puerta al costado parecía llevar a una habitación. Ahí se dirigió el cuarteto con las dos testigos.

Al entrar lo primero que llamaba la atención, era semejante televisor adosada a la pared, para abajo una mesa con un montón de accesorios de informática, apoyando a un ordenador bastante poderoso. En frente, un biombo, lo corrieron y se encontraron con una cama ocupada por el cuerpo de una mujer. Se escucharon los gritos de las mujeres. El medico se aproximó al cuerpo y lo tocó.

  • Está fría, esta mujer está muerta, hay que hacerle la autopsia – el juez tomo una libreta de arriba de la mesa, donde la última anotación acaecida hacía dos años, explicaba que había optado por dejar este mundo, buscando un sitio más elevado, más justo.

  • Pero esto pasó hace dos años, ¿y estuvo aquí muerta todo este tiempo y nadie sabía?

  • Pero miren, miren como está – casi gritó el padre Segovio emocionado

  • Está muerta ¿no le dije? tengo que hacerle la autopsia

Le contestó el cura furioso

  • Pero no ve cómo está. Dos años que se murió y mírele la cara, si parece que estuviera viva

  • La verdad que es raro, bueno la autopsia va a decirnos porque esta así

  • Pero de que autopsia me habla, esto es un milagro, ¿qué dice usted alcalde? – en ese momento corrieron la manta para ver el cuerpo y quedaron todos mudos. Estaba el cadáver con los senos expuestos y tapada nada más que con unas bragitas que eran un poema.

  • No puede estar muerta, a lo mejor le agarró la catalepsia esa que tanto hablaba mi abuelo, eso que le daba a la gente qué la enterraban viva y se despertaban encajonados, y se arañaban todos – contestó el alcalde

  • La autopsia nos dirá si está muerta o es eso que dice usted.

  • No, esto es un milagro, miren lo que dice la papeleta, hace dos años que se fue, ¿a dónde? donde va a ser, al cielo seguramente. ¿qué sitio más elevado puede ser? ¿qué dicen ustedes, doña Amparo, doña Jacinta? ¿no parece una santa? – miraron las dos mujeres dijo Amparo, - Muy de santa no está desvestida, pero usted sabrá

  • Pero claro que sé, no ve la pureza de ese cuerpo, que en dos años está impudrecti…bueno eso, que no se pudrió. Pero mírenla, si debe ser una virgen

  • Si me deja hacerle la autopsia le digo si es virgen

  • Pero váyase a la mierda con su autopsia que si lo dejamos nos la hace a uno de nosotros, pero vean la belleza de esta mujer, ¡qué digo mujer! Este ángel venido del cielo y se habrá vuelto a ir. Sí señores es una santa, nuestra santa ¿cómo se llama?

  • Dafne – dudó el juez – para santa ese nombre no pega

  • ¿Cómo que no pega? Habrá santas para todos los nombres, pero para Dafne, seguro que no hay ninguna, esta será la primera. Miren Santa Dafne de Ambufera del Monte.

  • Si hacemos propaganda, podríamos atraer mucha gente al pueblo para verla, podemos hacer estatuillas para vender, pero ¿dónde la ponemos? – preguntó el alcalde

  • Y dónde la vamos a poner hombre, en la iglesia, dónde sino. Una caja de cristal que se pueda cerrar para que no la toquen. Yo ahí puedo cuidarla.

  • Habrá que vestirla un poco, a ver si se acatarra – apuntó el alcalde

  • No haga chistes malos - contestó el juez – después podíamos sellar la tapa

  • No, ¿y si hay que mudarla? no la vamos a tener siempre con la misma ropa

  • ¿Y quién se la va a cambiar?

  • Pues quien mejor que yo, un ministro del señor.

Al costado estaban las dos testigos conversando entre ellas

  • Pero mire doña Amparo cómo el padre Segovio mira a la finada, se le caen las babas

  • Sí, doña Jacinta, es un viejo puerco, la va a cambiar el, aja… Vaya a saber qué va a hacerle

  • Claro, seguro que se va a hacer la del mono mirándola sentado en el altar

  • ¿Mirándola? este libertino es capaz de todo, no me extraña qué primero la haga santa para después usarla de puta.

  • ¿Le parece?  A ver ahora que pasa con nosotras. Las veces que me peleé con mi marido que me protestaba por ir tanto tiempo a misa, y todo por atenderle el vicio, lo que falta que ahora se vaya a hacer el exquisito. – se quejaba la Amparo

  • Ah no, - contestó la Jacinta – conmigo que no se haga el cabrón, si cuando voy a la comunión no me atiende bien, lo mando qué se meta la hostia en el culo, viejo cochino.

Mientras tanto, los cuatro ediles llegaron a la conclusión que lo mejor era tenerla en la iglesia y a ver si era cierto que era imputrible. Y allí quedó en una cripta de cristal, adornada con flores de plástico.

SANTA DAFNE DE AMBUFERA DEL MONTE

Estábamos las dos rendidas y abrazadas, buena forma de descansar. Nos habíamos hecho el amor como posesas.

  • Minerva, ¿cómo vas a explicar de dónde vengo? No puedo hablar de mi pasado, ni qué soy virtual, se enterarían de todo.

  • A nadie le tiene que importar de dónde vienes, estás conmigo y basta.

  • Sí, ya me dijiste cómo era este mundo, pensé que exagerabas. ¿y trabajo encontraré?

  • Espera que me haga cargo del registro histórico y vienes a trabajar conmigo.

  • ¿Y no podíamos tener un campito cómo tu mama?

  • Si, campos hay, para que sea cómo el de mama, tendremos que hacerlo nosotras.

  • Lo podemos hacer a nuestro gusto. Va a ser nuestro paraíso en un mundo paradisiaco.

  • Uhm…y los próximos cien años los vamos a pasar juntitas haciendo esto – le digo mientras le doy un besito

  • ¡Cómo los próximos cien años! ¿y los demás, que pasa?

  • Dentro de cien años te digo. Te amo

  • Yo también te amo. – Parece que tenemos imanes, pegada una a la otra, nuevamente empezamos a besarnos apasionadas, se nota el tiempo que estuvimos deseándonos, es hora de cumplir nuestros deseos. Virtuales o no. Aunque sea en la nube.

¿Y la tierra? La tierra sigue dando vueltas sin importarle esta historia.

Bueno. Terminó esta aventura por la nube. Parece que a los lectores les gustan los relatos más terrenales, pero tenía ganas de explorar otros generos, disculpen