Amor en la carretera

Un hombre que regresa por la carretera en coche a su casa, recoge a otro que hace autostop cuando ya casi es de noche. No sabe que esa acción será la que le conduzca a la noche más especial que ha tenido en mucho tiempo. Ese hombre le hará incluso hasta llorar de felicidad.

Amor en la carretera

Ya está oscurecido y solo le quedan algo más de cincuenta kilómetros para llegar a su casa. Vuelve en coche de su trabajo comercial, cuando al pasar por un pueblo de la carretera, ve que al final del mismo hay alguien haciendo autostop. Al tenerlo más cerca observa que es un hombre de casi su misma edad, delgado y con un pelo rojo y largo que le llega por debajo de los hombros.

_. Seguro que no es español- Piensa cuando para el coche para recogerlo.

El hombre le pregunta en un perfecto castellano, si puede acercarlo hasta Valladolid. Él le responde que es donde se dirige y que será un placer acercarlo, también le comenta que había pensado que no era español y que si era cierto, hablaba este idioma con mucha corrección. El hombre le sonríe, le da la mano y se presenta.

_: Me llamo Roberto y soy vallisoletano, aunque te confunda el pelo, tal vez tuve antepasados celtas- le dice sonriendo.

_, Es posible- le responde riendo a su vez- . _. Me llamo Alex y también soy de por aquí. En cuanto a lo de celtas

Quita la música que está escuchando y pone un disco nuevo a su vez. Los sonidos de las canciones de Gwendal comienzan a llenar el espacio del coche.

_. Tenemos los mismos gustos- le responde Roberto

_ En lo musical es posible que sí. A mí me gusta casi toda la música, pero la celta me encanta especialmente. También me gusta la naturaleza y la palabra escrita, sobre todo escribirla. Pero creo que hay otros gustos en los que no estamos de acuerdo- le comenta sonriendo Alex. Roberto le mira a los ojos y le dice que también es posible que coincidan en más cosas agradables.

Alex siente un hormigueo interior al escucharlo y ver sus ojos azules brillantes cuando le hablaba. No hace nada, no se atreve. Piensa que si hubiera sido una mujer ya habría parado el coche y con una frase irrepetible hubiera propiciado el sensible beso que sería el preludio de todo lo que viniera después. Pero ahora que lo está deseando, no se decide.

Aún así, casi sin pensarlo reduce la velocidad del coche y Roberto lo advierte.

_. Parece que no quieres llegar, o por lo menos muy pronto- le dice riendo. Alex le responde que la noche está preciosa, que la música y la compañía son agradables y que le gustaría aprovecharlas lo más posible.

_. Entonces para un rato- le dice Roberto.

No se hace de rogar. En el primer camino que encuentra, se sale de la carretera, para el coche y se relaja en el asiento, mirando el cielo y escuchando la música. Roberto hace lo mismo, le mira y le dice que es genial y que más podrán desear. Esto último lo dice mientras vuelve su cabeza hacía él, mirándole.

_. No te muevas, quiero retratar este momento- le dice Alex. El otro se queda quieto y Alex se le acerca, lleva sus manos al pelo de Roberto y su boca al contacto de un beso, que primero es fugaz, pero que se va convirtiendo en un prolongado y dulce unir de labios y lengua, mientras las manos acarician nuca, cuello y cabellos de ambos hombres.

Cuando se separan el pecho de Roberto se mueve agitado y el interior de Alex parece que fuera a salirse de su cuerpo.

_. ¡Qué subidón! – comenta Roberto. _. No me dejes así- y vuelve acercar su boca a la de su amante. Le besa y su mano le desabrocha los botones de la camisa permitiendo que esta acaricie el pecho, espalda, cintura y cuello del hombre que es besado y que no deja de jugar con la melena de su amante.

Los dos hombres siguen besándose. Besos largos, cálidos y suaves mientras sus manos se ocupan de acariciar y de despojar lentamente al otro de la ropa. Están casi desnudos, ahora solo conservan el calzado y las caricias en ambos son para la cintura, nalgas, piernas y miembros que se muestran duros y a punto de estallar. En un momento Alex abandona su asiento para colocarse junto a Roberto, para estar más cerca, más cómodos, más unidos y rozando sus cuerpos, los besos van al cuello, al pecho y otra vez la boca, rozándose el pene de uno con el otro, llevando las manos por todo el cuerpo que tiembla con el contacto y la excitación.

En un instante Alex pregunta quién va amar a quien, ya que los dos están deseando poseer y ser poseídos. Roberto le contesta, a la vez que sujeta el duro miembro de Alex.

_. Este primero lo poseo yo, mi vida. Después haré lo mismo contigo.

Salen del coche. Roberto se apoya junto a la puerta de forma que para Alex sea fácil lo que tiene que hacer y este se aproxima a su espalda, se junta a él como si fueran uno solo y comienza a rozarse, acariciar y besar a su amante. Luego su miembro busca el sitio que el otro reclama y suave pero firmemente lo introduce en el ano de Roberto haciendo que este se llene de convulsiones y de gemidos cuando es penetrado lentamente. Alex mueve su pene despacio, arriba y abajo por el ano de Roberto haciendo que la agitación en ambos sea cada vez mayor. Quiere acariciar el miembro de su amado, pero este le retira la mano despacio e indicándole otras caricias y besos le dice.

_. No mi amor, lo quiero así para luego dártelo yo a ti. Acaríciame, ámame, córrete y dime lo que sientes. No dejes de susurrar ni de amarme y explota mi vida.

Alex le obedece. Le penetra moviendo su pene despacio, aguantándose la excitación y casi arañando y mordiendo a su amante. Sus gemidos son intensos como los del otro y la excitación lo lleva a la explosión, intensa, larga como no recordara y sobre todo estimuladora de mil pasiones. Un grito ¨Te quiero", arranca unas lágrimas a un cuerpo que esta bañado en sudor y convulsiones.

Roberto se da la vuelta y de frente a Alex, le mira con ojos agradecidos, le abraza y le besa mientras le susurra.

_. Gracias mi vida. Casi exploto yo contigo, pero quería reservarme para poder amarte yo a ti. Date la vuelta que ahora voy a poseerte.

Alex se coloca de la misma forma que antes lo hiciera su amigo y como él, se aproxima por detrás a su amante y comienza a rozarse con él, a besarlo y acariciarlo mientras no deja de susurrarle palabras dulces al oído.

En un momento le besa el cuello y arrodillándose poco a poco, va bajando sus labios por la espalda, cintura, glúteos de su amante, donde se entretiene en pequeños azotes y mordiscos y después, le besa el esfínter y también en el hueco que hay entre el ano y los testículos del hombre.

Alex nota un especial escalofrió con este contacto. La mano de Roberto ha apartado su miembro y testículos para dejar libre la zona tan intensamente besada, y siente entre vapores, como si tuviera una vagina y su amante se la besara.

-. Así, así, cómemela y hazme tuya. Hazme el amor como a una mujer y mi vida, házmelo como a ninguna.

Unos azotes en el duro culo de Alex y Roberto, volviendo a tomar la postura que antes tuviera su amigo, con dulces palabras en las que hablaba en femenino, introduce su miembro hasta el fondo en el interior de Alex. Este gime, tiembla y llora. Se mueve al mismo lento compás con el que su amante lo penetra y cada embestida, cada palabra de amor tratándolo como una chica, lo sume cada vez más en la agitación que mezcla llanto, excitación y risas, llevándolo a una enajenación y una borrachera de emociones en las que la felicidad culmina cada una de ellas.

Roberto lo ama, lo acaricia y le susurra dulces palabras. Él gime cada vez con más intensidad y mientras se acerca su clímax, su mano se detiene en la imaginaria vagina antes besada y la otra al cuello de su amante echando del hacia atrás, mientras su boca mordisquea orejas y hombros.

Se escucha de su boca un ¨Te amo" casi tan intenso como su estallido y un charco de esperma inunda el interior de su amante. Este ha eyaculado un segundo después y se vuelve abrazando al amigo sin dejar de temblar y llorar.

_. Gracias mi vida. Me has hecho feliz y me has convertido en una nena sensible y en un amante afortunado. Agradezco que estuvieras en la carretera cuando yo pasaba por ella. Y posiblemente mañana agradeceré volver a encontrarte.

Roberto no dice nada, le mira con sus ojos azules y sonrientes y le besa, respondiendo al abrazo. Piensa que ha sido afortunado al tener a este hombre y a la vez dulce hembra en sus brazos. Después los dos, juntos como si fueran uno solo, desnudos y de pie junto al coche, contemplan como las estrellas parecen brillar más que nunca en la tierra castellana.