Amor de verdad

Reflejando lo que sentimos....

NOSOTROS DOS

Siempre me ha gustado enorgullecerme de mi pareja en publico, nunca me he escondido de hacer saber a la gente que estamos felices juntos, aprovechamos todos los momentos del día para besarnos cariñosamente y hacer correr nuestras manos por la piel, notar como el contacto físico nos une cada vez mas nos llena de placer y nos hace cada día mejores el uno con el otro.

En la intimidad, no existen limites para nosotros, el tiempo que dedicamos al sexo no corre, horas y horas se deslizan suavemente mientras nuestros cuerpos unidos disfrutan del placer que nos otorgamos el uno al otro, las suaves caricias se repiten constantemente, las manos corren por nuestros cuerpos.

Me encanta proporcionarle placer, besar su sexo, recorrerlo con mi lengua, notando como produzco sensaciones placenteras, ver como su cuerpo se estremece en pequeñas sacudidas que denotan el disfrute que esta experimentando y seguir en ello hasta producir un orgasmo que me satisface tanto como a mi pareja, también me encanta, como no, que mi sexo sea atendido, sus labios en mi pene rodeando el capullo y mojándolo con su saliva para hacer mas suave el movimiento o tragándolo todo, hasta al fondo de su garganta en un mete-saca salvaje que hace en mi estragos y me proporciona sensaciones maravillosas, no puedo evitar excitarme solo en pensar en ello.

Cuando llega el momento de la penetración estamos tan calientes los dos que nos lanzamos uno sobre el otro salvajemente, con una lujuria no contenida, mi pene penetra en su interior abriéndose paso con precipitación, toda mi longitud se acomoda en su interior y noto como mi pareja se mueve buscando mas y mas contacto, mas y mas placer, los movimientos se acompasan, intentando que el contacto no se acorte ni un momento logrando llegar hasta extremos increíbles, mi cuerpo mojado por mi sudor y el suyo, debajo de mi, se arquean por el placer experimentado, hasta que explotamos en un orgasmo salvaje y compartido que nos deja exhaustos y felizmente cansados.

Algunas veces no podemos esperar el llegar a casa y buscamos en donde estemos un lugar apartado de las miradas indiscretas, allí nos besamos y acariciamos, no necesitamos mucho para ponernos a tono, algunas veces, incluso, llegamos a hacer el amor, tanto es el deseo y tan pocas las ganas de abstenerse de disfrutar el uno del otro, de pie nuestros cuerpos se juntan en un abrazo deseado mil veces a lo largo el día, nuestros sexos se juntan en caricias intimas y se humedecen con el contacto, allí apoyados en la pared me introduzco en su interior, mientras le sujeto en volandas por el trasero, mi pareja agita las caderas en un movimiento circular que me vuelve loco y consigue en pocos momentos que mi lechosa carga inunde su interior, después paseamos entre la gente que no imagina que hace pocos minutos disfrutamos como poca gente disfruta.

Una noche, estábamos los dos especialmente sensibles, cuando llegue a casa una cena fría estaba preparada en la mesa, no pude evitar que un escalofrió recorriera mi espalda, supe desde el primer instante como acabaría la cena, el postre seria seguramente maravilloso, así que cuando acabamos de cenar me levante e insinuante me acerque a su espalda, recorrí sus hombros por encima de la fina tela que los cubría, deslice mis manos por su pecho y poco a poco desabroche los botones, llegando a la piel, suave y caliente que estaba deseosa de mis caricias, mis manos recorrieron todo su cuerpo y pequeños gemidos de placer denotaban que mi trabajo surtía efecto, note como su libido aumentaba poco a poco y a la par la mía no se quedaba corta, voltee la silla y me encontré cara a cara, un largo y apasionado beso nos unió, mientras nuestras manos no dejaban un solo milímetro de piel por recorrer, poco a poco fui besando su cuello, pequeños mordisquitos en las orejas hacían que su cuerpo se electrizara, su pecho, su vientre, todo fue besado, lamido, mordido, hasta que llegue a su sexo, mi boca exploro, mi lengua no paro de jugar con su piel, con su vello, conseguí tras unos minutos de intensa dedicación lograr el primer orgasmo de aquella noche, después su boca busco mi pene, con la lengua daba pequeños toques en la punta, para posteriormente engullir toda su longitud en un ansia animal de satisfacerme, mientras tanto el acariciaba mi trasero, o me introducía un dedo en el, logrando que mi cuerpo se convulsionara de placer, finalmente no pude más y explote en el interior de su boca, sus labios recogían la preciada carga intentando evitar que nada se perdiera, sin embargo las gotas de semen se deslizaban por la comisura de sus labios, un beso posterior me dio a probar el sabor de mi propia leche, nuestros jugos se mezclaban en nuestras bocas y el placer después de la corrida era indescriptible.

Descansamos durante unos momentos, cuando los cuerpos volvían a pedir guerra nos dirigimos a la habitación y allí en el borde de la cama, sin preámbulos coloque a mí pareja a cuatro patas y la poseí como un animal, primero gemido ahogados, luego sonidos guturales, posteriormente gritos contenidos, hasta que no pudimos más y nuestras gargantas expresaron lo que sentíamos, gritos salvajes que no intentábamos evitar, que no podíamos contener resonaban en la habitación, seguro que todos los vecinos supieron lo que estaba pasando allí, mis movimientos de mete-saca se convirtieron en envestidas salvajes que llegaron a producir dolor, sin embargo lejos de parar seguíamos y me pedía más y más, hasta que no pude continuar y explote en su interior, mojando todo, mis jugos resbalaban por sus muslos y quedamos extasiados, abrazados los dos.

Cuando despertamos a la mañana siguiente, todavía desnudos y empapados en sudor, comentamos con mi pareja lo que queríamos y el placer que conseguíamos experimentar cuando hacíamos el amor y el me decía, "te das cuenta como nos mira la gente en la calle cuando nos besamos", y yo le respondí, sereno y confiado "no te preocupes, algún día entenderán que entre dos hombres también puede haber pasión". Y es que si el amor es sincero, lo menos importante es el sexo de tu pareja.

FIN.