Amor de verano al estilo alemán
Un chico español y una chica alemana se conocen desde que eran niños. Acaban siendo pareja y mantienen su primera relación sexual.
Amor de verano al estilo alemán:
En mi primer relato, deseo comentar mi primera experiencia sexual con mi primer amor. Aun cuando lo recuerdo me surge un precioso recuerdo y una gran excitación.
Para poder entender la historia debo explicar que estudié toda mi formación escolar (desde Primaria a Bachillerato) en el colegio alemán. Así que hablo alemán como si fuera casi mi lengua materna. No es extraño que en todos estos años escolares surgiesen amistades entre familias españolas y germanas debido al intercambio cultural y a los intercambios de estudiantes.
En mi familia surgió una gran amistad con otra familia alemana, nos reuníamos varias veces al año en vacaciones .A veces nos reuníamos aquí en España, otras en Alemania, y en otras ocasiones en un tercer lugar. Éramos como una familia.
Físicamente siempre fui corpulento de cabellos morenos con ojos negros. A pesar de ser moreno, mi piel es clara. Desde siempre he realizado deporte, en mi niñez hacia natación y artes marciales pero luego en la adolescencia cambié al culturismo juvenil.
Para adentrarnos en la historia que nos compete explicaré que cuando tenía 17 años obtuve un pequeño empleo para estudiantes y tuve mi primera novia. Estuve contento, pero por motivos del destino mi primera relación duro poco. Estuvimos a punto de tener relaciones sexuales pero no llegamos tan lejos, solo realizamos algunos actos sin llegar al final (besos, sexo oral, masturbación mutua...). De un día para otro la relación terminó y me encontré en pleno verano aburrido, sin novia y con incertidumbre por el futuro.
Gracias al destino mi madre habló con mi “madre alemana” y las dos me aconsejaron ir a Alemania el resto del verano, y a su vez su hijo mayor que tenía mi edad vendría aquí.
Me parecía una idea estupenda así que me despedí del trabajo y me fui contento.
He de explicar al lector que la llamo “mi madre alemana” porque la conozco desde que comencé el colegio .Siempre me trato con cariño y me ha querido como a un hijo más, nuestras familias tienen una amistad muy sólida incluso en la actualidad.
Esta familia es la típica familia de alemanes: Rubios, ojos claros y un carácter muy agradable.
La familia son cinco miembros: Un chico de mi edad, una chica en el medio que se quita dos años con su hermano mayor, y otra hermanita mucho más pequeña (en el momento de este relato casi un bebe). Luego por su puesto están el padre y la madre. Esta familia vive en una zona rural en un chalet alemán de estilo bávaro.
Nada más llegar a Alemania noté mucho calor. Desde el aeropuerto cogí un autobús que me llevo cerca del pueblo donde vivían y allí en la estación de autobuses esperé a que viniesen.
Llegaron en breve y me subí al coche después de una calurosa pero breve bienvenida.
Para mi sorpresa dentro del coche estaba la hija mediana, que entonces tenía 15 años, estaba en la parte trasera jugando a una máquina de videojuegos. Sin decir palabra me saludó con una enorme sonrisa de oreja a oreja.
- ¿Te apetece a jugar? Dijo sin borrar su sonrisa.
- ¡Claro! Contesté.
Me fije en ella lo admito, teníamos casi la misma edad y ya era una mujer. Tenía una coleta e iba vestida con una camiseta de manga corta blanca con un dibujo de una mariposa grande y brillante. Llevaba un pantalón pirata ajustado de color negro y calzaba unas chanclas de dedo grises con la bandera de Brasil en miniatura en una de las tiras. Me fije que tenía una suave pedicura de color rosa claro.
Conocía a la chica toda la vida, y nunca la vi de esa forma pero reconozco que me gustaba mucho estar sentado a su lado en el coche compartiendo la consola mientras nos cruzábamos miradas y sonrisas. Y lo admito, estaba buena y ella era dulce conmigo.
- Lamento mucho lo de tu novia- Dijo de improviso la madre.
- Ya, la verdad fue inesperado- contesté.
- ¿Sabes que ella también ha roto con su noviete? Dijo señalando a su hija- Aunque bueno a esa edad no sé si se pueden llamar novios.
- ¡Pues claro que sí! -Replico la chica.
- Bueno, estuvieron juntos ocho meses .Yo reconozco que a su edad también hice mis pinitos con chicos- Confesó la madre.
Estuvimos charlando y bromeando hasta llegar a casa. Ese día no pasó gran cosa, ordene mi ropa en el armario, cenamos todos juntos y me fui a dormir pues estaba cansado del viaje.
Al día siguiente hacia un Sol que parecía más del Mediterráneo que de la zona donde estaba. Salí a la ventana y observe el paisaje, precioso.
Baje a desayunar y la madre con gran cariño me dijo:
- ¡Buenos días! Alrededor de la mañana vendrán tres o cuatro amigas de mi hija para bañarse en la piscina. Quizás comamos todos aquí en el jardín ya que hace un Sol magnifico.
- Estupendo, yo iré a andar y quizás luego me bañe -Respondí.
La mujer asintió con una sonrisa y desayuné tranquilamente.
Antes de salir fui al baño a ducharme. Observé por la ventana y vi a mi chica. Estaba allí en el jardín con un biquini de color azul claro andando descalza por el césped. Mire su cuerpo, era muy delgadita aunque sus pechos ya habían adquirido forma, al girarse mire su culo, tenía las caderas un poco anchas pero sin perder la delgadez. La piel, a pesar de ser rubia y muy blanca había cogido color y estaba morena por el Sol (tampoco en exceso)
Se me puso dura al comprobar esa naturalidad con la que se movía en el jardín. Su piel, su cabello suelto y la forma de andar descalza por la hierba le hacía parecer una diosa nórdica.
Mis hormonas me traicionaron y miré en el cesto de ropa sucia que estaba en el baño y pude observar unas braguitas que eran inconfundiblemente suyas por el tamaño y los dibujos. Tímidamente lo olfateé y pase un poco mi lengua por la zona donde había estado su vagina. Se notaba reciente, seguramente se lo acababa de quitar antes de ponerse el bañador. Notaba ese olor a vagina joven, era una chica limpia, pues el olor no era fuerte ni habían manchas, solo desprendía un olor natural y suave.
Mi excitación fue mayor cuando al lado de la ducha vi que estaban sus chanclas del día anterior recordando aquellos preciosos pies. (Admito que los pies de las mujeres me llaman la atención, pero no me considero un fetichista al uso). Decidí parar, no me sentía bien haciendo aquello. Me duche, después me vestí y me fui a dar un paseo por la zona.
Mientras paseaba no paraba de pensar en Kerstin (nombre ficticio). Veía su cuerpo, imagine escenas románticas con ella… Mi mente estaba confusa.
Al regresar a casa vi a las amigas de Kerstin. Sinceramente parecían hermanas. Iban vestidas casi igual y tenían un cuerpo similar. Si no fuera porque me lo han dicho, pensaría que son familia.
Cuando me vieron entrar enseguida escuche risitas, vi que se daban codazos entre ellas y se echaban miradas. Me hizo sentir incómodo y no sabía si se estaban riendo de mí.
Observé a mi madre alemana y vi que sonreía. Estaba sentada en una silla tomando el Sol en topless mientras leía una revista. (En Alemania hay mucha cultura del cuerpo libre)
-¿No te bañas? Me grito Kerstin desde el agua.
Quizás mas tarde, cuando hayáis acabado.- Respondí un poco molesto
Uy ¿Por qué?... Pero bueno, como quieras jeje. Me contesto animosa.
Debido al calor me quite la camiseta me puse un bañador y me tumbé cerca de mi madre alemana para tomar el Sol.
- He pedido comida a domicilio para comer, no me apetece nada cocinar - Me dijo la madre con una gran sonrisa.
- Me parece bien, aunque no tengo inconveniente en cocinar algo- Respondí amablemente.
- Jeje no te preocupes, otro día nos cocinas algo, hoy vamos a relajarnos.- me replicó ella sin borrar su sonrisa.
Observe de lejos a las chicas. Vi que se me quedaban mirándome al no llevar camiseta y algunas me seguían la mirada. Estaba confuso y tenía un poco de vergüenza. Mi madre alemana que es muy observadora se percató de esto y se atrevió a decir:
- No te preocupes, es normal- Me dijo disimuladamente. -Para chicas de esa edad tú eres un hombretón y un chico atractivo.
Bajando un poco más la voz me dijo. – Sé que a mi hija le gustas, pero no olvides que ella es joven y que tú ya eres un hombre…
- ¿Qué le gusto? Le pregunté muy sorprendido.
- Claro. Desde que era niña le gustas eso se nota, con los comentarios, los gestos, como te mira, siempre se pone a tu lado…
Al escuchar esas palabras mi mente estuvo más confusa, ella también me gustaba a mi ¿Que debía hacer? ¿No sería su madre un poco exagerada?
Al rato vi que las chicas estaban sentadas en una mesa redonda del jardín hablando de cosas de chicas de su edad. Las mire con sus bikinis, veía como sus pies jugaban con sus chanclas debajo de la mesa. Se reían sin parar y jugaban.
En ese momento aproveche para tomarme un baño en la piscina y mientras estaba en la piscina Kerstin aprovecho para bañarse conmigo en la piscina.
- Oye. ¿Ahora vas más al gimnasio no? Tienes más músculo que antes- Pregunto ella.
- ¿Qué pasa? ¿Te gustan mis músculos?- Le dije un poco enfadado.
- Sí. Respondió sin más
- Aún recuerdo que cuando éramos niños nos besamos. Me comentó sonrojada.
- Mmmm…si lo recuerdo pero éramos niños. Contesté confuso.
- Quiero que sepas que aún me gustas, siempre me has gustado- Me confesó muy sinceramente.
- Yo reconozco que desde que he llegado me siento atraído por ti…- Respondí con nerviosismo.
- Mira, lo mejor que podemos hacer es hablar. Cuando todos duerman, iré a tu habitación y hablamos. Me espetó sin más.
- De acuerdo. Respondí.
Pasaron las horas que me parecieron interminables. ¿De qué querría hablar? La tarde transcurrió sin nada reseñable: Cominos, un rato más de piscina, después cenamos y finalmente me fui a mi habitación.
Hasta casi a la madrugada no vino Kerstin.
Entró a mi cuarto sigilosamente y con voz muy bajita me saludo con una sonrisa.
Iba vestida con un camisón de seda veraniego de color amarillo e iba descalza, lo cual aumento mi excitación.
Se sentó en la cama mirándome fijamente a los ojos y de vez en cuando miraba rápidamente mis labios. Estaba preciosa.
En ese momento antes de hablar y mirándonos mi corazón estaba a 1000 por hora. Estaba nervioso pues notaba “algo” en el ambiente.
- ¿Sabes que le has gustado a una de mis amigas?- Me dijo alegremente. Dice que estas bueno. ¿No hay ninguna chica que te guste?
- Si me gustas tú. Dije con valentía.-He pensado que podríamos ser pareja.
- ¿En serio?- Me dijo sorprendida.
- Sí. Creo que siento algo especial por ti. No sé si será el verano o mis hormonas, o que te veo como a una mujer... no lo sé.
- Creo que sí, que podríamos intentarlo tú también me gustas mucho, pero no forcemos las cosas.- Me dijo ella sin perder la sonrisa.
- Estoy de acuerdo. Contesté alegremente.
-¿Puedo meterme contigo en la cama? - Tengo algo de frio.-Dijo mientras se abrazaba a si misma con gesto de tener frio.
-Si... claro- Dije muy excitado.
De repente sonrió y miro hacia mis partes íntimas, observando una clara erección y dijo- ¿A esto que le pasa? Dijo haciéndose la ingenua.
- Tengo una erección, ya sabes lo que es, así que por favor no te burles. Contesté con la voz temblorosa por la excitación sexual.
- ¿Por qué me iba a burlar? Es algo natural.
- ¿Tú quieres hacerlo conmigo? Me pregunto con naturalidad.
- ¿Cómo? Pregunte muy sorprendido.
- Yo no soy virgen si es lo que pensabas… en estos meses he hecho el amor con mi exnovio y algunas de mis amigas también lo han hecho con sus novios. Es algo natural. Si quieres lo hacemos a mí me gustaría hacerlo contigo.
Mi cuerpo no podía más y acepté asintiendo con mi cabeza. Pensé que era una buena chica, guapa, cariñosa, limpia y sana. Además ya éramos novios y era perfecta para mi primera vez. Era muy cariñosa y decía lo que sentía sin esconderse, siendo muy directa. Su dulzura y su forma de hablarme sin tapujos hacia que mi atracción hacia ella creciese como el fuego.
Se levantó y se apartó los tirantes del camisón dejándolo caer en el suelo, quedándose complemente desnuda. No llevaba ropa interior y me dejo con la boca abierta de la sorpresa. Mire su cuerpo, era delgada, rubia y con la piel morena por el Sol. Sus pechos eran pequeños y firmes, después observe sus bonitos pies… Era un sueño. Por ultimo mire su coño, tenía pelo pero estaba corto y arreglado, excitándome aún más.
- ¿Te gusta mi cuerpo?- dijo maliciosamente con una sonrisa y mirada pícaras.
- Si mucho, eres preciosa.
- Pues ahora déjame ver a mí ese cuerpazo- Me dijo ella mientras se lanzaba a quitarme la camiseta. Luego me baje el pantalón y nos quedamos los dos desnudos.
- Estás muy bien… me dijo ella sonrojada mientras miraba mi cuerpo de arriba-abajo. Su mirada se quedó clavada sin pestañear por varios segundos observando mi pene erecto.
- Bésame… pero despacito. Me dijo mientras acercaba sus labios a los míos.
Así lo hice, estábamos de pie y mientras nos mirábamos a los ojos me atreví a besarle. Mientras le besaba empecé a acariciar su cara y su hermoso pelo rubio. Fui besándole en los labios y lentamente mi lengua se juntaba con la suya alternando besos con lengua con besos cortos pero profundos y sensuales. A su vez acariciaba su piel con mis manos, acariciaba su pelo, su culo, su espalda, su vagina... todo con mucha delicadeza. Su olor era el perfecto ejemplo de juventud y limpieza. Era maravilloso oler su pelo y notar su suave perfume a limón
Ella cogió mi polla en completa erección y empezó a masturbarme lentamente. Mi princesa también me acariciaba por el cuerpo: mi espalda, mi rostro, apretaba mis glúteos y acariciaba todo mi torso con las yemas de sus dedos.
Le hice un ademán para que nos fuéramos a la cama. Nos pusimos los dos de rodillas encima de la cama mirándonos de frente el uno al otro mientras besábamos y acariciábamos nuestros cuerpos. En ocasiones sin querer mi pene se frotaba con sus pelitos notando la calentura de su vagina.
Después la tumbe boca arriba y mientras me acercaba a ella lentamente vi cómo se mordía y se chupaba los labios discretamente como señal de excitación. Empecé a lamer los pezones suavemente en forma circular. Sus pezones estaban erectos y tenían forma normal pero eran un poco largos y redondos al igual que su madre A veces se los mordía muy flojito o bien jugaba con la punta de mi lengua moviéndola deprisa sobre esos pezones largos y redondos de color café.
Lentamente fui besándole y lamiéndole por el vientre bajando por las piernas, hasta alcanzar sus pies.
Sus pies eran preciosos, estaban suavísimos y limpios, no tenían ninguna dureza o imperfección y no pude contenerme.
-¿Qué haces con mis pies? Me pregunto extrañada.
- Me gustan tus pies, quiero mimarlos y cuidarlos. Respondí seriamente.
Cogí sus pies y lentamente comencé a besar su empeine y sus uñas que estaban perfectamente cortadas y con la pedicura muy bien hecha. Poco a poco lamí sus plantitas con la punta de mi lengua como si fuera una serpiente y después me metí sus deditos en la boca uno a uno y chupaba entre ellos.
Al acabar de lamerlos aproveche y durante unos segundos rocé mi pene en sus pies discretamente. Los noté muy calientes como si hubiera llevado calcetines. Desde que vi sus pies en el coche estaba deseando lamerlos.
- ¿Qué te parece? ¿Te gusta que te mimen los pies? Le pregunté-
- Es raro, pero como lo haces es muy excitante. Me pone. Confesó.
Abrí sus piernas y observe su vagina que era como un tesoro. Su vagina olía bien y estaba muy roja y mojada. Pasé mi lengua por su rajita muy despacio de abajo a arriba. Poco a poco fui metiendo mi lengua dentro de ella como si le penetrase con la lengua, y a veces cambiaba para chupar su clítoris dándole lamidas rápidas. Mientras le practicaba sexo oral ella me acariciaba el pelo y la cara, cosa que me encantaba pues con esos gestos me indicaba que le gustaba y a su vez me agradecía el cunnilingus. La verdad estaba muy limpia y su vagina me sabía a miel.
Su rostro era como un espejo, se notaba que le gustaba en cuanto observe sus gestos faciales: Se mordía los labios, sacaba la lengua, movía la cabeza hacia atrás como gesto involuntario en señal de placer…
-Me encanta tu lengua… me dijo en voz baja y muy excitada. ¿Quieres que te chupe yo a ti? Me dijo cariñosamente al oído mientras me mordía la oreja con ternura.
Alternamos los puestos y ahora era ella quien me lamia a mí. Cogió mi pene y tímidamente se la metió en la boca.
– La tienes grande eh, más que mi ex. Me dijo mirándome a los ojos mientras me pasaba la lengua por el glande y me masturbaba muy lentamente.
Una de las cosas que más me excitaba de ella era su forma de mirarme a la cara mientras me realizaba una felación buscando mi aprobación o para comprobar si me estaba dando placer. Fue espectacular. Notaba esa pequeña lengua moviéndose deprisa sobre mi glande y de vez en cuando lamia todo mi pene fuera de la boca jugando con ella .Estuve a punto de eyacular, pero pude aguantar.
Ahora llegaba el gran momento…
- ¿Tienes un condón? Le pregunté
- No, pero no te preocupes lo hacemos sin condón.
- ¿Estás segura de eso? Dije muy sorprendido.
- Sí, mis amigas me han dicho que sin condón es mejor y tengo curiosidad por probarlo. Pero córrete fuera, si no te pego.
Después de pensármelo unos instantes accedí y se la metí. Debido a lo mojada que ella estaba y a mi líquido pre-seminal entró de repente .Su vagina estaba dura y calentita. Mientras la penetraba nos mirábamos y nos besábamos aleatoriamente, se notaba mucha tensión sexual entre los dos.
La primera postura fue “El misionero”. Era mi primera vez pero en seguida encontré el ritmo adecuado. Quería saborear el momento de mi primera penetración recorriendo y sintiendo todo el interior de mi chica. De vez en cuando ponía sus piernas sobre mis hombros para poder penetrarla mejor. En esta postura aprovechaba para lamer y besar sus pies al tenerlos cerca de mi cara. En ocasiones nuestros vientres se chocaban por la penetración pero intentando no hacerle daño haciendo la penetración más ligera.
Después ella quiso ponerse encima de mí para cabalgarme. Se puso arriba y fue moviéndose despacio, a un ritmo “infantil” pero sabiendo llevar el ritmo dándose placer ella misma desahogándose conmigo. Se notaba que llevaba tiempo queriendo desahogarse encima de mí .De vez en cuando mi polla se salía de dentro por accidente haciendo que nuestras partes íntimas se frotasen sin penetración, cosa que a ella parecía gustarle mucho.
En esta postura yo aprovechaba para acariciarle su cuerpo, tocaba su pelo, sus pechos, el culo, acariciaba su ano tímidamente con mi dedo índice, la besaba…consiguiendo un enorme contacto entre nuestros cuerpos. Ella por su parte aprovechaba para darme besos y acariciar mi torso.
Confieso que el roce de su piel morena por el Sol con mi cuerpo musculado es lo mejor que he sentido en mi vida, sumándole nuestra penetración al natural sin el condón, creando el verdadero significado de la expresión “hacer el amor”. Nuestras pieles eran como dos imanes que debían estar unidas.
He de añadir que la mezcla entre mi primera vez y el morbo de que nos pudieran pillar era indescriptible.
Al rato ya no pude aguantar más y le pedí permiso para eyacular. Eyaculé fuera de su vagina haciendo la marcha atrás sobre sus pelitos ya que dentro no debía, y en la boca no quiso que lo hiciera. Vi su monte de Venus y la rajita con mi leche y a ella no pareció importarle. Como buen caballero se lo limpie en seguida con una toallita perfumada.
Fue una noche increíble que ninguno de los dos olvidaremos. Antes de irse a su habitación estuvimos juntos en la cama desnudos y dándonos cariño. En esos minutos estuvimos gastándonos bromas y hablando del futuro. Nos hacíamos cosquillas intentando no despertar a nadie con la risa, hacíamos guerra de pies cosa que me excitaba y ella lo sabía y me fastidiaba con eso. Pero lo mejor de todo eran las muestras de cariño y oler su precioso pelo rubio cuando su cabeza se apoyaba en mi pecho.
A los pocos días, contamos a su familia que éramos pareja formal. Hubo una cierta alegría por parte de sus padres, simplemente nos advirtieron que tuviéramos cuidado y tenían toda la razón. Nos portamos como una pareja primeriza todo ese verano. (Íbamos al cine, paseábamos cogidos de la mano, follábamos a escondidas…)
Fuimos pareja durante algunos años, pero el tiempo y la distancia hicieron que la relación acabase. Durante los años que estuvimos separados tuvimos estilos de vida distintos, ella tuvo diferentes parejas y yo también. Pasados los años me trasladé a Alemania por trabajo y el destino quiso que tuviéramos más contacto de nuevo y como dice el refrán ” Donde hubo fuego, siguen quedando brasas”.
Al tiempo y sin forzar las cosas retomamos la relación y años después ella se convirtió en mi esposa y al tiempo de casados Dios nos bendijo con dos hijas guapísimas.
En mi vida amorosa solo puedo decir que me siento un hombre satisfecho nos cuidamos mutuamente, nos respetamos y tenemos una vida sexual muy satisfactoria y no tengo más que añadir, pues no podría tener una mejor compañera de vida aunque suene cursi como dicen algunos.