Amor de verano... (2)
Sus gemidos se volvieron más fuertes y cuando Mathew llegó al clímax derramo toda su leche en mi boca, trague y termine de limpiarla con un par de mamadas más. Me ayudo a ponerme de pie y me beso profundamente. "Donde te habías metido todo este timpo?" me pregunto mientras me acariciaba la cara...
En la mañana me levanté un poco tarde, baje a la cocina y me di cuenta que era la única despierta, pase por el cuarto de Mathew y decidí echar un pequeño vistazo, ahí estaba el, dormido profundamente con el pecho descubierto, poco me falto para despertarlo a besos pero me contuve, aún seguía digiriendo lo ocurrido hace pocas horas. Decidí prepararme el desayuno y si para cuando hubiera terminado y todos siguieran dormidos, me iría sola a la playa. Quería algo sencillo, así que solo desayune cereal, cuando termine regrese a mi cuarto a bañarme y cambiarme para irme a la playa. Y justo cuando estaba en la ducha, escuche que alguien entró, los vidrios estaban empañados así que no podía ver nada…
“Elena? Eres tú?”
No hubo respuesta
“Quien anda ahí?” mi mente ya se imaginaba quien era mi extraño visitante
“No es gracioso, quién es?” dije por último vez antes de que se abriera la puerta corrediza de la regadera, y tal como lo imaginaba era el, Mathew
“Que te pasa estás loco?” le grite tratando de tapar mi cuerpo desnudo con la toalla que colgaba fuera de la regadera
“No te espantes encanto, solo soy yo” dijo entre risas
“Por lo general la gente normal toca la puerta antes de entrar, y por lo general cuando alguien se está bañando, lo esperan a fuera”
“Es que yo también tengo que darme una ducha” dijo provocativamente
“Pues espera tu turno! Aparte hay otro baño a lado de tu” le dije mientras me abría paso para salir de la regadera
“No entiendes, me tengo que dar una ducha contigo” me dijo al oído mientras me quitaba la toalla y me acercaba a él, no me había dado cuenta que solo traía puestos unos boxers negros pegados a la perfección a su escultural trasero.
“Anda, dicen que las mejores horas para el amor son en la mañana” me dijo empujándome hacia la pared de la regadera
“Te dije que no iba a hacer el amor contigo” le conteste con la voz entre cortada
“Y yo te dije que para el amor, no para hacer el amor” me dijo mientras me mordía el lóbulo de la oreja
“En ese caso…”
Me rendí, lo bese apasionadamente mientras sentía como un bulto iba creciendo entre nosotros, me excitaba cada vez más. Mathew abrió la llave, y mientras me besaba el cuello y masajeaba mis senos sentía como la tibia agua caía. Su erección me decía a gritos que la sacara de esa cárcel de licra y así lo hice, en un movimiento rápido le quite los boxers y me quede sorprendida al ver semejante miembro, era impresionante, blanco, circuncidado y sin rastro de vello. Alce la mirada con una sonrisa maliciosa, me beso y empecé a masturbarlo con mis manos, Andrew empezaba a gemir.
“Shh!” le dije entre beso y beso “Nos van a escuchar”
“Esos dos siguen fumigados, tú no te preocupes, solo disfruta amor” y me callo con un profundo beso.
Cuando me había decidido a bajar a empezar a mamar su miembro, me detuvo…
“Te dije que disfrutaras, ya llegara el día en que tú me hagas disfrutar a mi” me dijo mientras veía como su cabeza bajaba a mi entrepierna. Se detuvo en mi sexo y lo admiro.
“Me encanta tu concha, no podía esperar menos de ti” me dijo al ver que mi sexo estaba completa y perfectamente depilado.
Nunca me habían practicado sexo oral, por lo general yo era la que lo practicaba pero me encantaba esa nueva experiencia. Me empezó a besar el clítoris, y al instante sentí como un escalofrío viajaba por todo mi cuerpo desembocando en un fuerte gemido. Mathew levanto una mano y me empezó a pellizcar los pezones. Por un momento paro y sentí como metía su dedo corazón en mi vagina y continuo besando mi clítoris, todo me enloquecía. Metió otro dedo y aumento el ritmo, y mis gemidos cada vez eran más fuertes. Mathew no paraba, sentí como mi cuerpo y en especial mi vientre se empezaba a contraer y casi al instante me corrí, con uno de los mejores orgasmos que he tenido en mi vida. Mathew se paró lentamente y unió sus labios con los míos dándome a probar mis fluidos, quería regresarle esa satisfacción que me había dejado ese orgasmo y así me hinque y empecé a mamar ese grandioso pene.
“No puedo esperar el día para hacerte disfrutar” le dije
El hecho que nos estuviéramos “bañando” ayudaba a que tanto el olor como el sabor de su miembro no fueran tan fuertes, de hecho me encantaban. Ahora Mathew fue el que empezó gemir, mientras me agarraba de la cabeza y marcaba el ritmo en que quería que lo mamara.
“Me encanta tu boquita bebe, me la chupas increíble”
Cada palabra que Mathew me decía me excitaba aún más y le ponía más empeño a esa mamada, empecé una rutina de chupar, jugar con sus testículos y jalar su verga que le encantaba, sus gemidos se volvieron más fuertes y cuando Mathew llegó al clímax derramo toda su leche en mi boca, trague y termine de limpiarla con un par de mamadas más. Me ayudo a ponerme de pie y me beso profundamente.
“Donde te habías metido todo este tiempo?” me pregunto mientras me acariciaba la cara.
Nos fundimos en un tierno beso, terminamos de bañarnos y salimos a vestirnos. Una vez arreglados decidimos bajar y nos sentamos en la sala. Mathew me abrazaba mientras platicábamos.
“Y bien, a donde quieres ir hoy?” me pregunto
“Tenía planeado ir a la playa antes de que llegaras tan… sorpresivamente”
“Tus planes, cambiaron?”
“No sé, dime tu” le dije alzando un poco la mirada
“No, no han cambiado, iras a la playa pero no iras a sola”
“A no?” dije un tanto sarcástica, sabía bien que Mathew quería acompañarme.
“No, iras conmigo”
Decidimos ir a Playa del Carmen, les dejemos una nota a Elena y Gustavo para que no se preocuparan por nuestra ausencia cuando recobraran el conocimiento, cuando llegamos eran un poco más de las 2 de la tarde, Mathew no había desayunado y fuimos a comer al restaurante del club de playa donde habíamos acordado pasar el día. Nuestra platica durante la comida fue acerca de los lugares a los que podíamos ir mientras siguiéramos en Quintana Roo, teníamos ideas como ir a Holbox, a Mahahual, Tulum entro otros, no parábamos de reír y de vez en cuando Mathew me acariciaba la mano o me daba un tierno beso en la boca. Cuando terminamos de comer quisimos ir a tomar un rato el sol, ya no había camastros disponibles así que rentamos una cama un poco alejada de todos. – En varias playas de Quintana Roo, a los turistas se les ofrecen camastros o camas para tomar el sol, las camas no son camas como tal, son grandes colchones forrados de piel o vinil blanco rodeadas por velos blancos, son cómodas y para ser sincera muy románticas – Me recosté boca abajo y desamarre el nudo de mi bikini para poder asolearme un rato, Mathew se acostó a un lado de mí y solo me contemplo…
“Me poner bronceador”
“Pensé que nunca me lo pedirías!” dijo con una sonrisa pícara
Roció un poco en mis hombros y empezó a masajear, primero en pequeños círculos y después de abajo hacia arriba, este hombre cada vez me encantaba más, aparte de buen amigo y amante era excelente masajista, que más podía pedir una mujer? Sus manos se empezaron a desviar a los costados de mis senos, ya que me había desatado el bikini, tenía el camino completamente libre, me levante un poco dejándole espacio para que sus manos se acomodaran en mis pechos, y en pocos segundo ya eran prisioneros en sus manos, los acariciaba tiernamente y de vez en vez pellizcaba mis pezones, abandono mis senos para rociarme mas bronceador ahora en la espalda baja, y al igual que con mis hombros empezó a masajear, pero esta vez no tardó en llegar a mis nalgas, y más que masajearlas las empezaba a amasar, pronto sentí como sus manos se dirigían dentro de la braga de mi bikini, y como hice con mis pechos, alce un poco la cadera para que Mathew pudiera introducir sus manos en mi sexo, y así empezó a jugar con mi clítoris, me empezó a besar la espalda mientras me restregaba en mis nalgas la tremenda erección que le había provocado. Empecé a gemir y Mathew, como lo había hecho en la mañana, introdujo un dedo en mi sexo, empezó un mete saca lentamente, y poco a poco fue aumentando el ritmo, sabía que estábamos en una playa y que a pesar de estar lejos de los demás turistas alguien nos podía escuchar así que hice un esfuerzo descomunal para no gritar del placer, Mathew metió otro dedo y empezó a masturbarme con mayor rapidez, hasta que me vine con un delicioso orgasmo, a diferencia del principio, en ese momento mi placer era demasiado así que muy poco me importo si alguien me escucho o no…
Mathew satisfecho se recostó junto a mí, me abrazo y tiempo después se levantó y fue por unas bebidas mientras yo lo esperaba aún acostada. A los pocos minutos oí una voz extraña…
Que tal?! Muchas gracias por sus comentarios! De verdad los aprecio demasiado!!
besoos! Maia...