Amor de madre - Parte 1

Una madre, preocupada porque desde hace tiempo su hijo muestra signos de ser molestado en la escuela, acude al que antes fuera su mejor amigo para pedirle ayuda, sin saber que en realidad se estaba metiendo en la boca del lobo...

Carlos

—Oye, ¿Qué no te dije que me dieras todo tu dinero?

—L…lo siento Pedro, ya no tengo más.

Un puñetazo en la cara, todos los días eran iguales para Carlos, recibir palizas por parte de Pedro o de sus amigos, esto lleva pasando desde hace 5 años o más.

Carlos es un joven tímido y no muy fuerte, está en segundo semestre de la universidad, tiene 19 años, desde niño siempre fue muy tímido y cobarde, nunca le ha gustado estar en compañía de nadie, prefiere los videojuegos y las películas que cualquier otro tipo de entretenimiento.

Es alto pero delgado, sin ningún musculo en los brazos o piernas… o en todo el cuerpo la verdad, lleva un pelo demasiado largo y revoltoso, y lo mas importante, desde hace 5 años siempre lleva la cara llena de parches y cicatrices, es un muchacho cualquiera, cierto es que, si se arreglara más y se curara las cicatrices, más de una chica de su edad diría que es guapo, pero a él no le interesan las chicas de su edad, solo le interesa una mujer: su madre.

Siendo ciertos, no es su madre, es su madrastra, su padre se casó con ella cuando él tenía 3 años luego de que su madre falleciera al darlo a luz, desde entonces ella se ha convertido en la luz de sus ojos, la quiere mucho, ella también lo quiere como si fuera un hijo y se preocupa por el, lo que a Carlos más le molesta de ser golpeado en la escuela es que madre termina preocupándose por él, con el tiempo él ha entendido que la quiere como algo más que una madre, pero no se atreve a hacer nada, no quiere que ella también lo odie…

La situación actual de Carlos empezó hace 5 años, cuando aún en secundaria su mejor amigo Pedro lo traicionó…

Pedro y Carlos habían sido amigos desde niños, viviendo en el mismo barrio se conocían desde niños, Pedro siempre fue un niño más extrovertido, más alegre y mucho más valiente que Carlos, así que este pronto entendió que si se juntaba con Pedro los demás niños no lo molestarían, y funcionó, durante años Carlos estaba seguro porque al ser amigo de Pedro nadie se metía con él, hasta hace 5 años.

Fue hace 5 años cuando Pedro conoció a algunos chicos mayores que él, de mala calaña, Carlos nunca entendió como, pero de la noche a la mañana pasó de ser el protegido a ser la víctima, Pedro comenzó a meterse con él, dándole palizas cada vez que podía y quitándole su dinero, y así ha sido por 5 años.

—Está bien —dijo Pedro —si no tienes más no hay nada que hacer.

Carlos dio un suspiro de alivio, aunque se aterrorizó cuando Pedro se levantó de su asiento improvisado o más bien robado de algún auto que tenía en la parte más alejada de la universidad, donde nunca nadie buscaba.

Le puso la mano en el hombro y le dijo:

—Recuerda que hoy tienes que ir al local de Ricardo, si cuando llegues no estoy espérame, no importa si tardo, no te muevas de ahí, sabes que lo lamentarás si lo haces, solo te moverás si yo te llamo para decirte expresamente que te vayas, ¿Entendiste?

—Si

—Bien, ahora lárgate, tengo cosas que hablar con mis amigos.

Pronunció esa palabra con rencor hacia Carlos que no pudo más que irse a clase.

Pedro

—¿De verdad lo vas a hacer? —preguntó Kevin, un joven de 25 años que, aunque no estudiaba se pasaba todo el día con Pedro en el lugar más alejado del campus de la universidad, drogándose y fumando.

—Claro que si —respondió Pedro —llevo años deseando hacerlo, si mi interpretación es buena, creo que podré lograrlo, y claro, compartiré el botín con ustedes si se portan bien.

Kevin dio un sorbo a una cerveza y asintió, Emilio no pareció escuchar lo que dijeron pues estaba tirado en la tierra como dormido, pero asintió levemente.

Pedro sonrió, ayer, la madre de Carlos, la mujer que él siempre había deseado, llamó a su madre para preguntarle por él, al pasarle el teléfono con voz preocupada le dijo que Carlos siempre llegaba golpeado, que si él no sabía que le pasaba, entonces a Pedro se le ocurrió un plan para poder cogerse a esa señora, desde que su hambre sexual despertó siempre ha deseado a esa mujer, su diosa.

Quedó con ella de pasar por su casa para hablar, pero lógicamente no necesitaba al idiota de Carlos molestando así que lo amenazó con darle una paliza si se iba del local de Ricardo, un cyber-café de mierda donde todos los locos del barrio iban porque podían ver porno sin que nadie les dijera nada, mientras Carlos estaba esperando en el local, Pedro estaría llevando a cabo su plan con su madre…

Angélica

Angélica estaba nerviosa, pero sobre todo preocupada, claro que había notado que su hijo llevaba años que regresaba a casa cabizbajo, pero fue hasta hace un par de semanas cuando notó los golpes, no por que fuera una madre descuidada, sino porque Carlos los había escondido muy bien a base de maquillaje, y también estaba el hecho de que antes lo golpeaban mucho más levemente, pero hace un par de semanas los golpes eran tan evidentes que era imposible no verlos, preocupada trató de hablar con él, pero él joven se negaba a hablar, no quería preocuparla ni que pensara que era débil, así que se inventó que se había metido en peleas para defender a sus compañeras.

Angélica no era tonta claro, sabía que su hijo estaba siendo molestado, por esa razón decidió llamar a Pedro, hace meses que no lo veía, pero sabía que él podría ayudarla.

Pedro, el mejor amigo de su hijo al menos hasta que dejaron de hablarse hace 5 años, Carlos nunca le quiso decir porque dejaron de ser amigos, pero Angélica había sospechado que era por una chica.

No lo había visto en al menos 6 meses a pesar de vivir en la misma calle, obviamente había dejado de visitar la casa, las únicas veces que lo había visto en esos 5 años era cuando se lo encontraba en la calle, la tienda o cuando ella misma iba a visitar a Ana, la madre de Pedro de la que era muy amiga, pero desde hace tiempo cada vez que iba a visitarla Pedro no estaba nunca en casa.

Lo cierto es que en esas veces en que lo había visto Angélica se tenía que reconocer que le resultaba atractivo, muy atractivo de hecho, sabía que estaba mal sentirse así por un joven que era de la mitad de su edad, pero no podía evitarlo, Pedro era justo como había sido su difunto esposo, casi parecía más el hijo suyo que el propio Carlos, alto, con el cabello tan negro como el carbón y unos ojos de color verde que en su esposo la hacían suspirar de la emoción, musculoso, se le marcaban los músculos en las camisas, y sobre todo, lo que más le gustaba es que era muy seguro de sí mismo, su forma de hablar denotaba que era un hombre que no se amedrentaba ante nada, muy a su pesar tuvo que admitir que si la razón de la pelea de Carlos y Pedro fue una mujer, ella entendía que la chica hubiera preferido a Pedro antes que a su hijo.

Así que si, estaba un poco nerviosa por verlo, no es que fuera a intentar nada, y definitivamente la preocupación que sentía por su hijo era mucho mayor que su nerviosismo, aún así se miró al espejo.

Sonrió al ver que a sus 40 años parecía de 30, era alta, no tanto como Carlos o Pedro pero sí lo era, tenía unas curvas espectaculares, con una cintura y un trasero espectacularmente formadas, a ella le encantaba su trasero, redondo y firme, pero sabía bien que a los hombres lo que más les gustaba eran sus tetas, 110 cm de majestuosidad, aunque para su desgracia desde hace años nadie había disfrutado de ese cuerpo, desde que su marido muriera no se había acostado con ningún hombre.

Estaba observándose cuando llamaron a la puerta, se acomodó un poco el cabello rubio y se dirigió a la puerta, abrió y ahí estaba Pedro, lo recibió con un par de besos en la mejilla y lo invitó a entrar.

Una vez dentro y cuando ambos estuvieron sentados se pusieron al día después de meses de no hablarse, conversaron de tonterías, de como habían estado y eso, hasta que Angélica se sintió con el valor de entrar al tema que le preocupaba.

—Pedro, necesito tu ayuda

—¿Qué pasa?

—Verás, recientemente he notado como Carlos llega a casa con muchos golpes, yo creo que es víctima de Bullyng en la escuela, sé que ustedes ya no se hablan, pero quiero pedir tu ayuda.

Pedro guardo silencio unos segundos y luego hablo con voz enigmática.

—Yo sé lo que pasa señora, de hecho, esa es la razón por la que él y yo dejamos de hablarnos.

—No entiendo, ¿qué pasa?

—Querrá decir que pasó, hace 5 años que Carlos se juntó con tipos peligrosos, hablo de gente mala, lo diré claramente, traficantes de droga

—¿Qué?

—No se asuste, él no era de ellos, es solo que usted sabe que siempre fue un chico tímido, creyó que ellos lo iban a proteger de los demás que se quisieran meter con él por su actitud, a mí no me gustaban esos tipos, y cuando se lo dije se enfadó conmigo y dejó de hablarme desde entonces.

—Lo siento mucho Pedro —dijo Angélica tomando la mano del chico brevemente en un gesto de disculpa.

Aunque le resultaba muy difícil de creer que su hijo se metiera en  ese tipo de cosas y amistades, pero no tenía ninguna razón para dudar de Pedro, y lo cierto es que ella conocía a su hijo, lo adoraba como solo una madre puede querer a un hijo, pero lo conocía, sabía bien que era tímido, incluso podría usar la palabra cobarde para describirlo en ocasiones, si creía que estando cerca de otros estaría a salvo, entonces era posible…

—No tiene por qué disculparse señora, no es su culpa — respondió Pedro apretando su mano —pero verá, llegó un día en que los tipos esos dejaron de querer protegerlo gratis, así que le pidieron dinero, el se los dio durante unos meses, hasta que pidieron más, el ya no tenía más así que le pidieron que hiciera unas ventas de drogas por ellos dentro de la escuela, el no es idiota así que se negó, y claro, eso los enfadó y desde entonces comenzaron a golpearlo, lo siguieron hasta la universidad, todos saben que lo golpean pero nadie se atreve a hacer nada, son peligrosos señora.

Angélica estaba muy sorprendida, no sabía nada de eso, ¿Qué clase de madre era? ¿Cómo es posible que no supiera que su hijo estuviera metido en cosas tan turbias?

—¿Tú no puedes ayudarlo? Eres un joven fuerte, te lo pido como favor de una madre.

—Lo siento, pero no puedo.

Angélica con gesto de desilusión dijo:

—Entiendo, debí saber que era imposible que te pidiera esto cuando tú ya no eres amigo de Carlos.

—No es eso, es que… no quiero hablar de esto, lo siento.

—¿Porqué, te pasa algo malo? —preguntó la mujer con preocupación.

—No, bueno si, es que… ellos también se meten conmigo.

—¿Porqué? —preguntó Angélica sorprendida.

—Es algo vergonzoso, pero se lo diré, verá mi exnovia me dejó por uno de esos tipos y además se puso a contarles toda nuestra relación, que yo, no me quise acostar nunca con ella porque prefería centrarme en los estudios, y claro, ellos lo aprovecharon para hacerme Bullyng también, no me golpean como a Carlos, pero si me insultan y me llaman virgen frente a toda la escuela.

Angélica ahora si estaba sorprendida, en primer lugar, porque una chica pudiera ser tan cabrona como para ir por ahí contando esas cosas, y en segundo porque un joven tan apuesto como Pedro fuera virgen, eso hizo que se pusiera un poco inquieta, olvidó por un segundo el problema de su hijo,

—Lo siento, no entiendo como una mujer puede ser tan hija de puta.

—No pasa nada señora, no es su culpa.

—Entonces… ¿eres virgen?

Esa pregunta hizo que Pedro se enrojeciera lo que le pareció muy lindo a Angélica.

—S…si.

Al ver su cara de vergüenza Angelica solo se sintió un poco más atraída por el muchacho, su mente le decía que estaba mal sentirse así por un joven, pero su cuerpo decía otra cosa, había pasado tanto tiempo sin sentir a un hombre que…

—No deberías centrarte solo en la escuela, es algo muy loable pero los jóvenes tienen sus necesidades, sé que a tu edad el sexo es algo en lo que todos los hombres piensan, experimentarlo un poco no está mal.

La cara de Pedro fue de sorpresa total.

—Pero… la verdad es que no sé, me siento avergonzado cuando estamos en situaciones sexuales.

—¿Avergonzado?

—No quiero hablar sobre eso…

Angélica entendía, no le había llamado para hablar de esto, pero el saber lo que estaba pasando con su hijo le había hecho sentir mucho dolor, no esperaba que estuviera metido en esos problemas.

Además, saber que a Pedro también lo molestaban, por culpa de una mujer tan perra la hacía enojar, en ese estado se sentimientos encontrados, decidió que lo mejor era olvidar por un momento los problemas de su hijo y tratar de ayudar a Pedro, al fin y al cabo, era el que estaba ahí en ese momento.

—Entiendo —le dijo poniendo su mano sobre su hombro —pero si es un problema grave tal vez deberías hablar entonces con tu madre, quizá ella pueda ayudarte.

Pedro la miró con cara de sorprendido, lo que hizo que ella también se sorprendiera por su reacción.

—No —dijo rotundamente —no puedo hablar de esto con mi madre, me da vergüenza.

—Pues con alguien tienes que hablar, es natural que a tu edad creas que puedes resolver todos tus problemas solo, pero sigues siendo joven, debes pedir ayuda cuando la necesites.

Después de unos segundos, Angélica vio como Pedro suspiró.

—Está bien —dijo al fin con la mirada en el piso —le diré lo que me pasa, pero prometa no decirle a nadie esto.

—Claro —le respondió ella con una sonrisa.

—Lo que me pasa —comenzó el —es que me pongo muy nervioso cuando estoy solo con una chica, me quedo paralizado sin poder hacer nada y por eso ellas piensan que no me gustan o les doy pena y se van.

Angélica sintió pena también, tan joven, tan guapo, pero tan tímido, se sorprendió de esto último porque Pedro siempre era decidió y seguro de sí, eso le daba una idea de lo avergonzado que se sentía por eso.

—Entiendo —le dijo al fin —No soy ninguna experta en problemas de hombres, pero cuando conocí a mi esposo le pasaba algo similar, creo que debe ser que te falta experiencia, cuando hayas estado con una chica comenzaras a sentirte más seguro en esas situaciones

—Pero, ¿Cómo puedo tener experiencia si cada vez que estoy en alguna de estas situaciones me pongo así?

—Bueno, creo que puedo ayudarte un poco.

Angélica se sorprendió a escucharse decir eso, lo cierto es que estar sola con ese chico la ponía nerviosa, aún seguía preocupada por su hijo, pero ahora quería ayudar al joven que tenía enfrente, además tenía que admitir que se estaba poniendo un poco caliente contra su voluntad.

—¿Cómo? —Preguntó Pedro visiblemente sorprendido.

—No te emociones —le dijo la mujer riendo —no voy a ayudarte con tu virginidad, pero creo que en algunas cosas puedo ayudarte.

Pedro seguía con su cara de sorprendido, se notaba que no entendía bien lo que estaba pasando.

—¿Cosas como cuáles?

—Bueno, puedo ayudarte a que no te sientas nervioso cuando estas con una mujer.

Se sentó a su lado en el sofá y tomó sus manos en las suyas, se acercó mucho a él, como si fuera a besarlo, pero antes de llegar a sus labios se detuvo, le sonrió.

—¿Esto te pone nervioso? —preguntó con una dulce sonrisa.

—S… si —respondió el poniéndose colorado, a esa distancia podía sentir su aliento en sus labios.

—Bien —respondió ella con una sonrisa —quedémonos así un rato para que te acostumbres.

Durante lo que pareció una eternidad se quedaron así, con sus cuerpos cerca uno del otro, sus manos entrelazadas y sus labios casi juntos, mirándose a los ojos.

Angélica lo cierto es que comenzaba a sentirse excitada, todo era culpa de la falta de sexo sin duda, bajaba la vista a sus labios, le daban ganas de probarlo.

—¿Qué tal besas? —le soltó de golpe.

—¿Perdón? —dijo el joven sorprendido.

—Una parte importante de poder estar en una relación con una mujer es saber besar, así que ¿Qué tal besas?

—Bueno… bien, creo, no lo sé.

—Comprobémoslo —dijo la mujer y acercándose lentamente comenzó a juntar sus labios con los del joven

El beso primero fue lento e inocente, pero no tardó mucho para que el joven comenzará a buscar la lengua de la mujer con la suya, algo que ella no intentó evitar.

Pedro tenía los ojos cerrados, pero cuando los abrió en medio del beso, se encontró con los de la mujer mirándolo fijamente, notó algo en ellos… excitación tal vez, así que envalentonado queriendo llevar la situación lo más lejos posible, soltó su mano izquierda de la de la mujer y la llevó directamente a uno de los grandes pechos de la señora.

Lo masajeo durante unos segundos hasta que la mujer se separó del beso y tomando su mano la retiró de su pecho.

Esperaba que se enfadara, la misma Angélica al sentir la mano del joven sobre su pecho creyó enojarse, pero al ver la cara del joven solo sintió más excitación, así que, en lugar de mirarlo con cara de enfado por su audaz movimiento, le sonrió.

—Pues sí, besas bien —dijo sonriéndole —pero estas —dijo mientras con sus manos levantaba sus tetas haciéndolas ver aún más grande —no puedes tocarlas mientras besas a una mujer, no tan brusco al menos, si quieres tocarlas durante el beso, tienes que estar seguro de que ella no va a rechazar que lo hagas, para eso tienes que estar seguro que su nivel de excitación es el mayor posible, un hombre que puede hacer que una mujer se excite tanto solo con un beso es un hombre que tendrá mucho éxito con las damas.

Pedro solo asintió, era mentira todo lo que había contado hasta ahora, ya había estado con algunas chicas de su edad, pero si que le pareció interesante eso que la mujer le acababa de decir, normalmente el siempre comenzaba a toquetear a sus mujeres rápidamente, y aunque ninguna se había quejado nunca, seguramente por ser chiquillas de su edad (18 años), pero si las notaba siempre algo incomodas… tenía que recordar ese consejo que la majestuosa dama le acaba de dar.

Aun así, en sus planes no estaba conformarse con un beso, tenía que lograr… algo más.

—Bueno, inténtalo otra vez —le dijo Angélica sonriendo y volviéndolo a besar.

Ya que estaba pensando en sus cosas el beso tomó por sorpresa a Pedro, pero no tardó mucho en sobreponerse de la sorpresa inicial y comenzar a jugar con su lengua en el interior de la boca de Angélica.

Esta vez esperó un poco más, pero su instinto le jugó una mala pasada y volvió a comenzar a masajear la teta de la mujer, esta vez ella tardó un poco más en dejar de besarlo, pero finalmente lo hizo.

—No —le dijo con cara un poco más seria —te acabo de decir que tienes que ver en los ojos de la mujer la excitación como para que no pueda negarse… otra vez.

De nuevo comenzaron a besarse, esta vez Pedro estaba decidió a que Angélica le dejara tocar sus tetas, así que esta vez esperó mucho más.

El beso fue tan largo, sus lenguas llevaban tanto tiempo jugando que la boca comenzó a dolerle a Pedro, fue entonces cuando viendo los ojos de Angélica estuvo seguro… llevó su mano a la teta derecha de Angélica… no hubo reacción, ella siguió besándolo, llevó su otra mano a la otra teta, ella siguió besándolo.

Entonces envalentonado comenzó a masajearlas, primero lento y después mucho más rápido, hasta que la mujer finalmente se separó de el, estuvo unos segundos sin hablar, intentando contener la respiración, se notaba visiblemente sonrojada en la cara, pero le sonreía mientras jadeaba en busca de aire.

—Bien —dijo al fin —esta vez lo hiciste bien, si mezclas un beso tan bueno, con un buen masajeo de tetas, todas las mujeres estarán tan excitadas que no se irán sin haber hecho… otras cosas.

—¿Y usted? ¿no lo está? —le preguntó el chico con cara de expectación.

Angélica solo se limitó a sonreír y mirarlo fijamente.

—Estás muy lejos de hacer que yo me excite tanto jovencito.

Eso hizo que Pedro pusiera cara de desilusión, al verlo Angélica volvió a sonreír.

—Aunque te has ganado un premio.

Angélica estaba cachonda, no era una cualquiera ni mucho menos, pero lo atractivo que ese joven le resultaba, y los años de castidad que había llevado, aumentaron su excitación, sin contar esos besos tan increíbles, de modo que comenzó a desabrochar su camisa y se la quitó por completo, dejando sus tetazas solo ocultas por su brassier.

Al ver la cara de atónito que ponía Pedro, Angélica sonrió.

—Perdón, sé que el sujetador es poco sexy, pero no esperaba encontrarme en esta situación así que solo me puse algo cómodo.

Pedro no respondió, si el sujetador era feo, grande que le cubría todas las tetas sin dejar ni un pequeño escote, pero no le importó, estaba cerca de tocar las tetas de esa mujer madura, o al menos eso pensaba.

Al ver la cara de Pedro la mujer solo sonrió

—La próxima vez me pondré algo más sexy.

¿La próxima? La mujer calló en la cuenta de lo que acaba de decir, se suponía que esto era algo de una sola vez, pero en ese momento su excitada mente no la dejaba pensar claro.

Aunque a juzgar por su cara, Pedro no parecía haberse dado cuenta de lo que le había dicho.

—Tranquilo, sé que a los hombres les gustan los pechos ¿verdad?

Pedro se limitó a asentir.

—¿Te gustan los míos?

—Claro

—Puedes tocarlos si quieres

Pedro comenzó a tocarlos suavemente, los acariciaba como un bebé mientras sonreía como un niño, lo que hacía que Angélica se excitara más.

Con el paso de los minutos Pedro se mostró mucho más confiado y comenzó a masajearlos cada vez más fuerte, primero lo hizo por encima del sujetador, pero luego lo bajó a la cintura de la mujer para poder tocarlas directamente, ella no dijo nada.

El joven siguió jugando con las tetas de la señora, que no tardó mucho en comenzar a gemir, al cabo de unos minutos Pedro lleno de confianza llevó el pezón izquierdo a su boca y comenzó a chuparlo.

—Esperaaa —gimió la mujer —E…eso no —sin embargo, no hizo ningún intentó de apartarlo.

Al cabo de unos segundos, la mujer comenzó a gemir nuevamente, el placer que sentía solo por tener a un hombre chupando sus tetas era demasiado.

En un arrebato de lujuria llevó su mano a la entrepierna del muchacho, donde así sentado ya se notaba un gran bulto, pudo comprobar un poco su tamaño al tocarlo, pero no fue sí no hasta que con la ayuda de su otra mano consiguió liberar la verga de su prisión que eran los pantalones del joven cuando realmente vio su tamaño.

Era enorme, nada que ver con lo que ella suponía que era un pene de un joven de 18 años, más grande que el de su difunto marido, debía medir unos 20 o 22 centímetros, sus manos eran grandes y aún así necesitó las 2 para cubrirlo entero.

—¿Señora?

Esa frase la sacó de su sorpresa, Pedro había dejado de chupar sus pezones y ahora la miraba con cara expectante por lo que ella tenía pensado hacer.

Ella le sonrió de nuevo.

—Tranquilo, tu concéntrate en lo tuyo, déjame esto a mí.

El joven no tardó en acatar sus órdenes y volvió a chupar sus pezones mientras notaba como la mano de la mujer comenzaba a acariciar su pene.

Se sentía muy orgulloso de su verga, sabía bien que era más grande que el promedio de hombres y lo había usado con varias chicas que siempre terminaban satisfechas y volvían por más, sabía que lo mismo pasaría con esa mujer, aunque no esperaba que tan pronto ya lo estuviera masturbando.

La mujer estaba excitadísima, pero sabía que no podía ir más lejos, no estaba bien llevar esto más lejos, así que se apresuró con la paja, quería hacerlo correr rápido, sabía que si tardaba demasiado su excitación la haría cometer locuras, así que apresuró la velocidad de su mano en un sube y baja intensó.

—Señora, si lo hace tan rápido…

—Shhh —lo silenció —te dije que siguieras con lo tuyo.

Así lo hizo el joven, siguió lamiendo y manoseando sus tetas, la mujer se estaba sintiendo bien y quería que el joven se sintiera igual de bien con su paja, al fin de cuentas sería lo último que ella haría por el…

Al cabo de unos minutos (le sorprendió que incluso a la velocidad con la que estaba masturbándolo aguantara tanto) la verga del joven comenzó a temblar, lo que hizo que la mujer supiera que estaba cerca de eyacular.

—Señora, ya casí… —esas palabras del joven se lo confirmaron.

—Está bien —le respondió —déjalo salir todo.

Apenas había terminado de decir eso cuando de la verga del joven comenzaron a brotar chorros de semen, chorros que fueron a parar en el cuerpo de la mujer, su cuello, sus tetas, sus piernas, la mujer quedó cubierta del líquido juvenil del muchacho, el olor que impregnó la sala fue demasiado fuerte, le gustaba.

Cuando el joven terminó de eyacular se dejó caer sobre el sillón.

—¿Y bien? —le preguntó la señora con una sonrisa —¿Te sientes mejor ahora? ¿Más valiente? —esa última pregunta la hizo guiñándole el ojo.

—Si —dijo el muchacho aún tendido en el sillón.

—Me alegra —respondió la mujer con la misma sonrisa que había mostrado toda la tarde.

Se levantó y fue al lavabo, su intención era limpiarse todo el cuerpo pero decidió que era mejor darse un baño, así que al final solo lavó sus manos quitando todo el semen que había quedado en ellas.

Sin cubrir sus pechos, le pareció innecesario, volvió a la sala donde le joven Pedro ya se había recuperado y estaba de pie, ninguno dijo nada durante unos segundos, hasta que fue el quien rompió el silencio.

—Ehhh gracias por su ayuda señora. —dijo con la mirada al piso.

—No tienes que agradecer —respondió ella con el semen aún en sus tetas y otras partes de su cuerpo —fue divertido.

Al escuchar eso el joven levantó la mirada y vio de nuevo su sonrisa, le pareció que la mujer sonreía demasiado, aunque no es que se quejara, era hermosa cuando lo hacía (aún más que de normal).

—B…bueno, entonces me voy —dijo el sonriendo, aunque de forma tímida.

—Está bien —dijo ella acompañándolo a la puerta.

Cuando estaban a punto de salir, él se giró y mirándola a los ojos, con la determinación que ella recordaba haberle visto siempre le dijo:

—Sabe, como agradecimiento por su… ayuda, voy a tratar de ayudar yo a Carlos, veré si puedo hacer que se dejen de meter con el.

Ella volvió a sonreír, con esperanza por su hijo, del cual se había olvidado durante los minutos que había durado su “interacción” con Pedro

—¿De verdad?

—Claro —respondió el —es lo mínimo que puedo hacer, lo haré por lo que usted hizo por mí —al decir esto se sonrojó.

—Gracias —Angélica estuvo a punto de abrasarlo, pero notó que aún tenía las tetas al aire llenas de semen así que se contuvo.

—Solo no te metas en problemas ¿Okey?

—No se preocupe, estaré bien.

Dicho esto, salió por la puerta y Angélica quedó ahí de pie durante unos segundos, maravillada por la seguridad que ese chico irradiaba, deseando que su hijo fuera más parecido a el, a su padre…

Le llegó un olor extraño a la nariz y se dio cuenta de que toda la sala olía a semen, incluida ella, bajó su mirada y al ver sus tetas llenas de semen comenzó a excitarse de nuevo, sin pensarlo mucho llevo sus manos a sus pechos y recogió un poco de semen, estuvo a punto de llevárselo a la boca cuando se detuvo, nunca había probado el semen, ni el de su difunto esposo, y ese día no iba a ser la primera vez.

De lo que, si estaba segura, es que esa noche se iba a masturbar después de muchos meses que no lo hacía…

Pedro

Pedro sonreía mientras conducía su motocicleta al Cyber-café donde había quedado en reunirse con Carlos.

No esperaba que su plan avanzara tan rápido, en un principio su idea en esta primera reunión era solo provocar lastima a la señora Angélica, no esperaba que fuera ella misma quien condujera la situación, pero su plan no acababa ahí, debido a la situación había que cambiar algunas cosas, acelerarlo, pero no era problema, el joven estaba seguro que muy pronto habría logrado acostarse con ese monumento de mujer, y que no tardaría tanto en convertirla en su esclava.

Llegó al local unos pocos minutos después de salir de la casa de Carlos, al llegar lo vio usando una computadora, viendo algún video en Youtube.

Lo llamó a gritos desde afuera, no quería entrar a ese lugar, le daba asco aunque guardaba gratos recuerdos de haber sigo el lugar donde descubrió el porno, ahora le daba asco, los muchachos iban ahí a ver porno y masturbarse, la gente del barrio lo sabía bien, el viejo Ricardo también pero los dejaba, después de todo, era mucho el dinero que ganaba con tantos calenturientos en el lugar, además aunque nadie más que Pedro lo sabía, el viejo era marica, le gustaba ver a los muchachos jugar con su verga, así tal vez conseguía algún “polluelo” que estuviera dispuesto a “dejarse querer”, eso le había dicho al mismo Pedro cuando meses atrás, justo después de cumplir los dieciocho estando solo en el local el viejo intentó ligárselo.

A Pedro le había molestado eso, él no era marica, en primer lugar pensó en divulgarlo, luego recapacitando decidió solo amenazar al viejo con decirle a todo el mundo, de ese modo logró que el viejo hiciera lo que el quisiera aunque nunca había necesitado de pedirle nada… hasta ahora.

Carlos llegó a su lado con la cabeza gacha como siempre… que patético era.

—Tengo buenas noticias para ti —le dijo

—¿Buenas noticias?

—Si, a partir de mañana trabajarás aquí después de la escuela

—¿Qué? —preguntó Carlos, pero cuando estaba dispuesto a negarse un golpe en la mandíbula lo silenció.

—He dicho, que a partir de mañana vas a trabajar aquí-

—¿Puedo preguntar por qué?

Pedro suspiró molesto.

—Sabes que tu madre va constantemente a visitar a la mía ¿verdad?

Carlos asintió.

—Pues bien, el otro día tu mi mamá me dijo que la tuya había dicho que estaba decepcionada de ti.

—¿Decepcionada? —A Carlos eso le había destrozado el corazón.

—Sí, dijo que eras un vago y que nunca haces nada, que ella pensaba que a tu edad te haría falta conseguir un trabajo para que te hicieras más fuerte de mente, pero no se atrevía a decirte pues tiene miedo de que te enojes con ella.

¿Enojarse con ella? Carlos nunca se enojaría con ella, era la única persona que lo trataba bien, y ahora por culpa de su actitud ella estaba decepcionada…

—Así que hable con el viejo para conseguirte este trabajo.

Carlos no entendía porque Pedro, que tanto daño le había hecho se portaba bien con él.

—Naturalmente, me darás la mitad del dinero que ganes aquí.

Ah… eso lo explicaba.

—Está bien —dijo al fin —entonces después de ir a mi casa a cambiarme cada día tengo que venir aquí.

—No —respondió Pedro —el trabajo inicia inmediatamente después de la universidad, lo siento, pero no pude conseguirte más tiempo, al parecer el viejo a esa hora tiene que echarse una siesta, normalmente cierra durante el tiempo que esté dormido, pero ahora contigo aquí puede tener abierto todo ese rato y conseguir más clientes, lo que significa más dinero.

Se notaba que Carlos no creyó que él hubiera intentado encontrarle un mejor horario, no le gustaba la idea de pasar tanto tiempo, desde la mañana que se iba a la universidad hasta la tarde cuando cerraba el cyber (según recordaba el viejo cerraba a las 6 de la tarde) sin ver a su mamá, pero si eso hacía que se sintiera orgullosa lo haría.

—Está bien, trabajaré aquí.

Pedro sonrió.

—Buena decisión, entonces, me tengo que ir, te veo mañana en la Universidad, entra y pregúntale al viejo por los detalles.

Al decir esto, Pedro se marchó en su moto, sonriendo de nuevo.

Ahora su plan tenía muchas más posibilidades de éxito sin el idiota de Carlos que los molestara.

Continuará...