Amor de madre

Mi madre me sorprendió masturbándome mientras veia una pelicula porno.

AMOR DE MADRE

Tengo 20 años y vivo sólo con mi madre desde que se divorció de mi padre cuando yo tenía 15 años. Todo este tiempo hemos vivido los dos muy felices, mi madre siempre ha cuidado muy bien de mí y yo le tengo mucho cariño, ya que siempre hemos estado muy unidos.

A menudo, mi madre presume delante de sus amigas de lo guapo que es su hijo. Si estoy yo presente, me obliga a levantarme la camiseta para que enseñe mi torso. Llevo unos años yendo al gimnasio casi a diario y tengo el cuerpo bastante musculado. A ella le encanta que haga mucho ejercicio y siempre está tocándome los bíceps para comprobar lo fuertes que están.

Ella siempre ha sido muy protectora conmigo, sobretodo en lo referente a las chicas. Cuando he salido con alguna siempre se ha mostrado disconforme, criticando a la chica y diciéndome que debería buscar a alguien mejor. Pero también ha estado a mi lado cuando he pasado por malos momentos debido a rupturas y malentendidos con chicas.

Yo nunca me había fijado en mi madre como en una mujer más. En los años que lleva divorciada nunca ha vuelto a tener otra pareja. Supongo que habrá tenido relaciones esporádicas con hombres, pero yo nunca he sido consciente de ello. Mi percepción de mi madre cambió el día en que entré en su habitación cuando ella no estaba y encontré un consolador. No me lo podía creer. Mi madre, que siempre me había parecido una santa, tenía necesidades sexuales como cualquier otra mujer.

Desde aquel día empecé a fijarme en mi madre de otra manera. Ella tiene 46 años y se conserva bastante bien. No esta delgada pero tampoco esta rellenita, tiene las curvas propias de una mujer de su edad, con unas caderas anchas y unos pechos grandes y un poco caídos. No podía dejar de admirar su cuerpo cuando ella no se daba cuenta y fantaseaba con ella desnuda. El día que estuve hurgando en su habitación también puede ver toda su colección de lencería. Era más sexy de lo que me podía imaginar. Tenía multitud de tangas, ligueros y sujetadores y bragas transparentes. Desde entonces me obsesionaba la idea de poder ver un poco de su sujetador a través de su escote o el tanga por encima de su falda.

Cuando ocurrió lo que os quiero relatar yo llevaba unos 6 meses sin tener relaciones con ninguna chica. Para compensarlo, mataba las noches masturbándome viendo películas porno. Aprovechaba cuándo mi madre se iba a dormir para desnudarme en el sofá del salón y pajearme tranquilamente.

Aquella noche puse una de mis películas favoritas. No tardé mucho en excitarme y rápidamente me quité toda la ropa y la tiré al suelo. Me senté en el sillón y empecé a tocarme la polla, que ya estaba completamente empinada. Llevaba unos cinco minutos pajeandome ante el televisor cuando de pronto oí una voz que venía de detrás de mí.

"¿Se puede saber que estás haciendo?"

Era mi madre. Debía de haber hecho demasiado ruido con mis gemidos o debía tener la tele demasiado alta y mi madre se había despertado. Un sudor frío me recorrió la espalda, intenté taparme pero no tenía nada cerca y sólo acerté a taparme el pene con las manos. Mi madre se acercó y se sentó junto a mí. Llevaba puesto un camisón transparente y debajo una braguita muy pequeña.

"Eres un guarro hijo, ¿tú te crees que es normal lo que estás haciendo?"

"Lo siento mamá" dije yo, muerto de vergüenza.

Mi madre parecía muy enfadada, pero al ver que yo me sentía tan avergonzado por la situación empezó a cambiar su actitud hacia mi. Se acercó un poco más y empezó a acariciarme la cabeza.

"No te preocupes hijo, esto es algo normal. Además ya sé que llevas un tiempo sin tener relaciones sexuales con ninguna chica. Es normal que necesites desahogarte de vez en cuando"

Sus palabras me tranquilizaron un poco. Miré a mi madre que me estaba mirando fijamente a los ojos. Tenía la misma mirada de orgullo hacia su hijo de siempre. En ese momento me volví a fijar en su camisón. La tela transparentaba y podía ver sus pechos y unos grandes pezones marrones. Mi madre seguía acariciándome el pelo. Entonces con la otra mano empezó a acariciarme el pecho.

"Hay que ver mi hijo lo fuerte que está. Me gusta como te queda todo el cuerpo depilado hijo mío, estas muy guapo. No entiendo como no tienes novia, cualquier chica se volvería loca por un chico tan guapo cómo tú".

Aquellas palabras me hicieron gracia y ayudaron a aliviar un poco más la tensión del momento. Aunque no podía olvidar que seguía desnudo delante de mi madre. Ella seguía acariciando mi pecho, cada vez con más intensidad. Su mano fue bajando hasta tocar las mías, que seguían cubriendo mi miembro.

"No te veía desnudo desde que eras un niño. Ya debes estar hecho todo un hombre. A ver déjame ver, también te depilas los pelos de ahí abajo?".

"Si" dije yo.

Aparté mis manos para que mi madre pudiese verlo. Debido al susto de antes, mi pene estaba flácido y caído entre mis piernas. Mi madre lo miró y lo cogió con su mano.

"Mamá, pero que estas haciendo?" dije con evidente sorpresa.

"No te puedo dejar así hijo, por mi culpa no has podido acabar la paja que te estabas haciendo" respondió mientras empezaba a subir y bajar la mano.

No me lo podía creer, mi propia madre me estaba masturbando. Al principio tuve una sensación muy rara, pero debido al grado de excitación que tenía y al movimiento que hacía mi madre, el pene se me puso duro otra vez. Estaba empezando a sentir placer por la paja que me estaba haciendo mi madre.

Ella seguía pajeandome lentamente, subía y bajaba su mano con suavidad pero agarrándome fuertemente el pito a la vez. Me incliné hacía atrás y cerré los ojos disfrutando del momento, olvidando que era mi madre la que me estaba masturbando. En ese momento tenía la polla en su máximo extensor que eran casi 22 centímetros y soltando gran cantidad de líquido preseminal.

"Hay que ver que polla tiene mi hijo" dijo acelerando un poco el ritmo de su mano.

Yo seguía gimiendo con los ojos cerrados inmerso en una gran sensación de placer. Mi madre me animaba y sonreía satisfecha mientras movía su mano cada vez más rápido. Me acariciaba el pelo y me susurraba al oído lo guapo y lo machote que era y me animaba a disfrutar la situación. Se sentía feliz por poder satisfacer a su hijo una vez más, aunque fuese de una forma distinta a la que podía hacer cualquier madre.

Ya llevábamos casi cinco minutos con la paja cuando mi madre dijo:

"Hay que ver que aguante tienes hijo. Si que tardas en correrte. Que machote que es mi hijo, seguro que vuelve locas a todas las chicas con esta polla que tiene" repetía sin apartar la mirada de mi rabo. Tenía una gran sonrisa en su cara y los ojos le brillaban.

Iba acelerando el ritmo de su mano cada vez más, pero yo me aguantaba todo lo que podía para no correrme. Quería disfrutar de ese momento increíble el máximo de tiempo. Entonces mi madre bajó la cabeza y se metió mi polla en su boca mientras seguía aguantándola con una mano. Empezó a subir y bajar su cabeza, tragándose mi verga cada vez más hasta el fondo, succionándola fuertemente y jugueteando con su lengua en mi capullo.

"Mamá… pero que haces?" dije ahogando mis palabras en un largo gemido de gusto. Quería decirle que parara, que eso que estaba haciendo no era lo correcto. Una madre y un hijo no deberían estar haciendo eso, pero era tal el placer que me estaba proporcionando la boca de mi madre que no pude soltar palabra. Sólo pude gemir.

Siguió chupándomela un buen rato. Sus gruesos y húmedos labios abrazaban suavemente mi polla. Con la otra mano acariciaba mis huevos con sumo cuidado, sin querer hacerme daño.

"Te gusta como lo hago hijo?" dijo mi madre separándose de mi miembro.

"Si mucho, mamá, lo haces muy bien" contesté yo con la respiración entrecortada.

Mi madre seguía agarrándome la polla con su mano, sin parar de moverla para que no bajara la erección. Le halagaba que yo estuviese disfrutando tanto con lo que me estaba haciendo y su cara reflejaba perfectamente su satisfacción. Me dio un beso en la mejilla y me dijo que me quería mucho, todo eso sin soltar mi miembro.

Entonces se levantó y se quitó el camisón, quedándose sólo con las bragas puestas. Sus tetas parecían aún más grandes, tenía los pezones completamente erectos y aunque estaban un poco caídas, en ese momento me parecieron los melones más apetecibles del mundo. Luego se quitó las bragas y por fin pude ver su coño. Tenía una impresionante mata de pelo negro y me pude dar cuenta que lo tenía bastante mojado. La mamada que me había estado haciendo la puso muy cachonda.

Sin decir nada se acercó y se puso encima de mí. Cogió mi polla con la mano y se la metió por su húmedo coño. ¡Mi madre me iba a follar! Me parecía increíble pero estaba tan cachondo que no dije nada y la dejé hacer. Empezó a mover su culo arriba y abajo, cabalgando mi erecta polla apoyándose con los brazos en mis hombros. Sus tetas me bailaban justo delante de mi cara y no pude evitar empezar a chuparlas y sobarlas con las manos. El culo de mi madre se clavaba cada vez más profundamente en mi polla, su ardiente coño se deslizaba sin parar por mi dura verga y ella gemía placenteramente. El movimiento de mi madre era lento y suave, como queriendo disfrutar de ese placer sin prisas. Yo la dejaba hacer a su ritmo, para que disfrutase de ese momento como ella más desease, apenas me movía y dejaba que mi madre disfrutara de mi verga a su antojo.

En ese momento sentí como su cuerpo se estremeció. Noté unas contracciones en su vagina y un chorro húmedo y caliente cayendo sobre mi polla. Dio unos gemidos un poco más intensos y su cuerpo se volvió a relajar. Casi sin hacer ruido, disfrutando de mi miembro a su ritmo, mi madre se acababa de correr. Le había proporcionado un orgasmo a mi querida madre.

Se levantó separándose de mí y se sentó a mi lado. Se quedó con las piernas totalmente abiertas. Tenía el coño totalmente mojado, chorreando de fluidos y con los labios todavía bien abiertos. Seguí tocándome la polla con movimientos suaves para que no me bajara la erección mientras miraba el coño húmedo y caliente de mi madre que apuntaba hacía mí. Ella me acarició el pecho y dijo:

"Venga machote, folláte a tu madre, córrete dentro de mí".

No me lo pensé dos veces. La agarré y la puse a cuatro patas en el sofá. Yo me puse de rodillas detrás de ella de modo que su enorme culo quedaba enfrente de mí. Tenía dos nalgas enormes ahí enfrente con un coño mojado y peludo en medio pidiéndome guerra. La agarré bien de su trasero y empecé a besar y lamer sus carnes. Mi madre gemía de placer pidiéndome que se la metiera ya mientras yo seguía disfrutando de su culo. Luego sin dejar de cogerla con una mano, acerqué mi polla con la otra y se la metí.

"Oh si, hijo mío, así, así, hasta el fondo…"

Su vagina estaba tan abierta y húmeda que mi miembro entraba con facilidad. Mi madre estaba ardiendo de placer pidiendo que la taladrara a fondo. Entraba y salía de dentro de ella rápido y sin descanso. La agarraba fuertemente por las nalgas en cada embestida para poder clavarla más hondo.

"Si, si, que polla tiene mi hijo, que gorda, mmmm…" gritaba de placer doblando su cabeza hacia atrás.

Me encantaba el cuerpo de mi madre moviéndose al ritmo de mis culadas. Apretaba sus carnes fuertemente para que no se me escapara ni un centímetro de ella. Sus pechos colgaban bailando a mi son, menos cuando los agarraba y apretujaba contra su cuerpo.

Nuestros movimientos eran cada vez más intensos. Yo intentaba metérsela más y más hondo aún sabiendo que era imposible mientras mi madre gemía y gritaba desesperadamente que no parara. Su cuerpo estaba fundido en el mío disfrutando al máximo de ese gozo.

Tenía los huevos a punto de estallar aunque intentaba aguantar todo lo que podía para que ese momento no acabara nunca. Mi madre estaba sin aliento, se había corrido una vez más y ahora gemía más suavemente, aunque seguía moviendo su culo al ritmo que yo marcaba, disfrutando todavía de mi verga. Apretaba su culo contra mí en cada embestida que daba yo, como queriendo disfrutar al máximo de cada centímetro de mi polla. En ese momento empecé a notar que estaba a punto de correrme y que no podría aguantar ni un minuto más. Mi madre también lo notó y dijo:

"Venga hijo córrete ya, no hagas esperar a mamá"

"Ya voy mamá, un poquito más por favor…" contesté entre gemidos.

Entonces saqué mi polla de dentro de mi madre, la puse entre sus nalgas y las apreté para que atraparan mi miembro y seguí moviendo el culo. Tenía la polla cubierta de fluidos lo que ayudaba a que deslizara mejor entre las nalgas de mi madre. Apreté bien sus carnes en mis dos últimas embestidas y lancé una gran corrida que cubrió toda la espalda de mi madre. El grito que solté resonó por toda la casa. Todavía solté dos o tres lecherazos más tan grandes como el primero. Había sido una corrida muy intensa, mi leche cubría toda la espalda de mi madre y empezaba a caer hacia los lados de su cuerpo.

"Mmmmm, que calentita…" dijo ella levantándose.

Yo me había tirado hacía atrás tumbándome en el sofá agotado. Mi madre se acercó a mí desnuda, me dio un beso en la mejilla y dijo:

"Límpiate y vete a dormir, buenas noches hijo"

Y se fue desnuda con su ropa en la mano. Yo me quedé unos minutos más en el sofá, estaba destrozado del gran polvo que acababa de echar y asombrado por lo ocurrido. Estuve pensando unos minutos en lo que había pasado intentando despejar mi cabeza.

A la mañana siguiente mi madre me preparó el desayuno cómo cualquier otro día. No mencionó para nada lo ocurrido la noche anterior ni yo tuve valor para sacar el tema. Eso si, tenía una gran sonrisa en su cara y llevaba puesto el mismo camisón transparente… sin nada debajo.