Amor de hermanas (Las Mellizas Fletcher)
Eve y Amy Fletcher, compartían de todo. No solo ropa, juguetes, útiles escolares... también habían compartido el embrión de su madre por nueve meses, y llegando a la edad de madurez también compartieron novios, y momentos de placer. (Relato incesto, amor filial y lésbico)
Creo que una de las enseñanzas que nos imparten los padres cuando somos pequeños es aprender a compartir todo lo que tienes con tus hermanos.
Así crecieron Eve y Amy Fletcher, compartían de todo. No solo ropa, juguetes, útiles escolares... también habían compartido el embrión de su madre por nueve meses, y llegando a la edad de madurez también compartieron novios, y momentos de placer. Sí, las hermanas Fletcher eran mellizas.
Eva y Lucía tenían un lazo más fuerte que la hermandad, eran mejores amigas, y a veces amantes. Lo que las unía era algo mayor que amor fraternal o amor pasional. No tenía nombre, pero sí podían sentirlo. Seguramente visto desde afuera, tal vez podría verse como una relación enfermiza y degenerada. Menos mal que nadie sabía lo que ocurría en la habitación de las hermanas.
Todo comienza cuando ambas desde pequeñas tuvieron curiosidad en explorar su cuerpo, descubriendo que si tocaban ciertas partes, sentirían cosquillitas y una rica sensación. Esas partes sus padres les habían dicho que eran “privadas”. Para las hermanas no existía nada privado. Ellas eran hermanas y debían compartirlo todo, así era como les habían enseñado. Eve descubrió primero esa rica sensación en sus “partes privadas” y enseguida le dijo a su hermana. Ambas se tocaron y rieron. No tardó mucho en que sus padres se dieran cuenta y regañaran a sus hijas prohibiéndoles que sigan esta costumbre. Ellas no comprendían cómo era posible que algo tan rico y las haga sentir bien era malo, pero las hermanas intentaban encontrar el momento para hacerlo en secreto, a las espaldas de sus padres. No solo eso, sino que buscaban diferentes maneras de hacerlo. De barriga, se frotaban contra las sabanas, sentadas en los apoya-brazos del sofá, hamacas del parque, asientos del auto o montando sus peluches favoritos, etc. Cuando fueron creciendo ya era común que jugaran y se tocaran entre ellas tal como cualquiera de sus familiares jugaban haciéndole cosquillas en la barriga. Para Eve y Amy, sus pequeñas partes era un juego privado y secreto entre las dos, pero tan común como si se estuviesen trenzando el cabello o jugando a maquillarse entre sí.
Siendo adolescentes sus cuerpos comenzaron a crecer y partes que no existían ahora comenzaron a existir. De pronto ambas tenían senos rosados y redonditos, caderas anchas y unos culitos de ensueño. Era normal que todo niño, chico o adulto se diera vuelta para observarlas. Las hermanas mellizas se habían convertido en unas hermosuras. Y como a todos en esta edad, los chicos comenzaron a ser más frecuentes en sus vidas. Ambas aprendieron a besar al mismo tiempo. Veían los besos intensos de las películas y partieron de allí: practicando con la mano, con la almohada y finalmente la una con la otra.
Las hermanas eran demasiado preciosas, no pasó mucho tiempo sin que tuviesen citas con chicos y que se pusieran de novias. Eve era la que más experimentaba con el sexo opuesto, y luego le contaba todo a su hermana, que era un poco más tímida.
Ambas se amaban muchísimo, más que un simple lazo de hermandad. Eran mellizas, casi la misma persona, por eso se necesitaban la una a la otra, no podían separarse por mucho tiempo, se dependían mutuamente. Tanto que hicieron un pacto: el día que tuviesen sexo con sus respectivos novios por primera vez, perderían la virginidad juntas. Para ellas era lo más lógico. Era una experiencia especial que debían compartirla juntas sí o sí. Cuando hablaron con sus parejas, Pat, el novio de Eve, aceptó de inmediato. Le parecía excelente la propuesta, y para ser sincero, era una fantasía que le daba vueltas en la cabeza hacía rato. Pero Kevin, el novio de Amy, no estaba muy de acuerdo con ello. Él pensaba que perder la virginidad debía ser algo especial para la pareja, no para su hermana. No aceptó, por lo que a Amy no le gustó para nada. Unos días después terminó con Kevin debido a que no comprendía lo importante que era para ella estar con su hermana. No solo por el pacto que había hecho con Eve, sino que varias veces Kevin había discutido con Amy sobre el tiempo que pasaba con su hermana, y lo poco que pasaba con él.
Amy no tardó mucho estando soltera, enseguida conoció un chico amigo de Kevin que era muy guapo y estaba de acuerdo con el pacto de las hermanas Fletcher. Su nombre era Leon. En pocos días, Eve y Amy se convertirían en mujeres.
-Estoy un poco ansiosa. No sé cómo hacer –dijo Amy insegura.
-Pues haz como hacen las chicas en los videos porno y todo saldrá bien –le contestó su hermana.
-No me pongo a ver esas cosas, Eve. Estoy muy nerviosa.
Amy se quedó pensando mientras movía sus dedos nerviosos sobre el oso de peluche que la ayudaba a dormir cuando era niña. Ya se había convertido en su gran amigo y compañero desde la infancia. Espantaba a los monstruos debajo de la cama, era el invitado de honor a todas las fiestas de té, y sobre todo, la ayudaba a masturbarse cuando se frotaba con él. Por supuesto que ahora era grande y había dejado de hacer todas esas cosas con su oso… menos la última.
Su hermana estaba tirada en el suelo leyendo la revista Cosmopolitan.
-¿Cómo son? –dijo saliendo de un pensamiento.
-¿Qué cosa?
-Ya sabes… -el rostro de Amy se enrojeció de vergüenza mientras Eve la miraba- …las… las pollas.
Eve sonrió con picardía y luego río.
-Tú las has visto…
-No en la vida real. ¿Cómo se sostienen? ¿Aprieto fuerte? ¿Qué debo hacer? ¿Debo ponérmela en la boca? ¿Cómo hago? ¿Dónde pongo la lengua? ¿Y los dientes? ¿Cómo sé que le gusta? –Eve comenzó a reírse a carcajadas. Amy le clavó la vista asustada.
-¿De verdad te preguntas todo eso?
-Bueno pues…
-Mira… -Eve alcanzó su laptop debajo de la cama, la abrió y tipió en ella. Una página de videos porno se abrió y seleccionó uno. Una chica jovencita con las tetas como melones estaba en cuatro, con el culito hacía arriba dejándose tocar por un hombre mientras la adulaba. Pocos minutos después la chica sacó la polla morena de los pantalones del hombre y se la puso en la boca estando un poco flácida. Eve señaló a la pantalla y comenzó a hablar– La de Pat siempre está dura cuando la quito de sus pantalones, pero de cualquier manera que esté la polla, no tengas miedo. Cualquier cosa que involucre tu boca y su polla, a Leon y a cualquier hombre le va a gustar. –La chica del video seguía chupando y se ayudaba con mano, Eve seguía dándole instrucciones a su hermana. En un momento la chica se ahogó y los ojos de Amy se abrieron como platos.
-¿Qué fue eso?
-Cuando la polla va un poco más lejos en tu boca, puede provocarte arcadas, pero no vas a vomitar ni te vas a ahogar, ni te morirás asfixiada… -Eve se adelantó a las ideas de su hermana que comenzaban a surgir –No tengas vergüenza si pasa, todo lo contrario, a los hombres les encanta…. Ah, y algo más, míralo a los ojos cuando los estés mamando, lo volverá loco. –La chica seguía con la verga en la boca, ahora mucho más grande y dura.
Eve cubrió casi todas las preguntas que Amy preguntaba, pero las que no sabía las buscaban en los videos y las estudiaban. Para cuando terminaron, las hermanas estaban muy cachondas pensando en lo que acababan de ver y en lo que les esperaba el día siguiente. Se miraron entre ellas y rieron cómplices, sabían que hacer.
Las dos vestidas ya con ropa de dormir, que solo consistía en sus braguitas de colores y una remera suelta, desaparecieron enseguida. Amy comenzó a pellizcarse los pezones mientras Eve alcanzaba con su mano la conchita de su hermana. Jugó con el vello púbico y la rajita de su hermana mientras besaba su cuello. La boca de Amy fue directo a los pechos de Eve y lamió, chupo y mordisqueó sus pezones. Las dos se acostaron en la alfombra de la habitación y Amy se colocó encima de su hermana, besándola con pasión. Luego besó los pechos de Eve, su vientre y su puente de venus. El sexo de Eve, a comparación de su hermana, estaba totalmente depilado. Tenía sentido, porque Eve siempre había sido un poco más “promiscua” aunque todavía era virgen y ella misma decía que era bien de puta tener el chocho así, entonces ella también lo tendría depilado entero.
Amy lamió el clítoris de Eve como si fuera una paleta, saboreando el delicioso dulce. Luego lo atrapó con sus labios y comenzó a darle pequeñas lengüeteadas dentro de su boca, mientras succionaba. Eve se rió para sus adentros diciéndose a sí misma: ¿Cómo era posible que a su hermana le asustara mamar polla si era excelente lamiendo coñitos?
Eve meneaba las caderas en círculos para ayudar a su hermana a darle placer. Ambas gemían suavemente disfrutando. Amy introdujo un dedo en la conchita jugosa de su hermana, llegando su himen intacto y masajeando en círculos las paredes de su hermana. Adentro se sentía húmedo, calentito y rico. A Amy siempre le asustó que su hermana la desvirgara al introducir los dedos en su vaginita, por eso no quería que se los meta cuando Eve le tocara masturbarla, pero a Eve, la ponía cachonda el peligro que corría al que la tocaran así.
Su hermana estiró la mano hacia el rostro de Amy e introdujo el pulgar en su boca, con el propósito de que practicara mamar simulando una polla. Amy comenzó a succionar el pulgar como la chica del video lo hacía, sin detenerse dentro de Eve.
Eve se colocó de barriga al suelo dejando su culito al techo. Una de las cosas que a ella más le gustaba era que lamieran el agujerito de su ano mientras la masturbaban. Amy mojó con la lengua alrededor, y en espiral fue entrando hasta llegar al agujerito de Eve. Comenzó a lamerlo mientras masajeaba el clítoris de su hermana con el pulgar e introducía dos dedos dentro del chocho de su hermana. Su mano parecía una pinza, complaciéndola. Jugos de la baba de Amy y dentro del sexo de Eve comenzaron a chorrear por sus muslos y mojar la alfombra. Eve se agarró de las nalgas y las separó para que el rostro de su hermana cupiera mejor. Ella se movía más rápido, haciendo que Eve comenzara a gemir más alto, más fuerte, más constante hasta que explotara en un orgasmo.
Amy se recostó al lado de su hermana y llevó su mano a la boca de Eve para que lamiera sus jugos. Nuevamente introdujo dos dedos en el chochito jugoso mientras su hermana ahora limpiaba el rostro de Amy con la lengua.
Eve se volteó y Amy se sentó en el rostro de su hermana. Ahora le tocaba a ella. Eve lamió su clítoris, tal como ella lo había hecho. Varias veces introdujo la lengua dentro de la chochita rica de Amy. Ella comenzó a mover las caderas en la cara de Eve al ritmo que más le gustaba: lento y duro. A medida que iba sintiendo más placer comenzó a dar saltitos en la boca de su hermana. Amy gemía suave e intensamente. Ella intentaba correrse, pero sabía que no iba a poder, que necesitaba más ayuda de Eve, siempre fue así. Como si fuese telepatía, su hermana se levantó y acostó a Amy en el suelo, colocándose de rodillas frente a su coñito y estirando las piernas encajándolas con las de su hermana. El pie de Eve alcanzó el rostro de Amy, y ella lo besó y succionó cada uno de sus dedos. Las dos juntaron sus chochitos jugosos, clítoris con clítoris y comenzaron a frotarse entre sí. Amy comenzó a gemir más fuerte gozando del roce de su hermana. Ambas movían sus caderas y meneaban a ritmo dándose placer mutuamente, hasta ir más rápido, simulando un rebote. Sus tetas saltaban, bailaban y se movían. Amy estaba por correrse, pero aun así no es suficiente. Eve se colocó sobre el cuerpo de su hermana. Ahora estando frente a frente, podía besarla. Sus pechos se encontraron, sus bocas se juntaron y sus clítoris frotaron. Amy tomó del culo a Eve y marcaba el ritmo al que debía ir para que correrse. Ambas gemían mientras sus chochitos se frotaban entre sí. Eve se movía más rápido como si fuese un hombre penetrando a su hermana, pero no, solo sus calientes y jugosas conchitas se tocaban. Amy la sujetó más fuerte mientras comenzaba a temblar e indicaba a su hermana que iba a correrse, lo que pareció emocionar a Eve, porque ella estaba a punto de correrse también. Ambas explotaron en un rico orgasmo compartiendo jugos y corridas deliciosas.
Las hermanas Fletcher se besaron mientras descansaban. Ambas decidieron dormir juntas, abrazadas allí mismo, esperando impacientes el excitante día de mañana. El día en que ambas pierden su virginidad, juntas.