Amor de Hermanas (03)
Llega el final de esa inolvidable experiencia al lado de mi hermana y de mi cuñado, y de mi esposo también... nada volverá a ser lo mismo.
Amor de Hermanas 03
Lala, mirá como tenés a tu hermana, a tus píes como un esclava frente a su ama
La visión de Lucía allí, desnuda, ataviada tan solo con una cadena de cuero tachonada y una larga cadena plateada, arrodillada y sudorosa, no pudo menos que hacerme sudar. ¡Nunca jamás en mi vida soñé con ver a mi hermana Lucía así!
Me llamó Lala, porque así es como me decían en mi casa, de pequeña no podía pronunciar bien mi nombre, por lo que siempre decía que me llamaba "Lala" en vez de "Laura". A Lucía le decían Nena, a María José Majitos y a Dulce (la menor) beba.
En mi mente pasaron rápidamente las últimas escenas de la noche. Vi como el inmenso falo de mi cuñado disminuía de tamaño hasta salirse solo del interior del recto de Kike, después de haber pasado salvajemente sobre el por más de 30 minutos. Kike yacía de costado, acabado, agotado y sin nada más que dar. Arturo lo tenía abrazado y empiernado desde atrás. Se acariciaron un poco y se susurraron palabras dulces a los oídos antes de quedar profundamente dormidos. Eso si me dio celos, je, je, je no me importa que se cojan como a un animal a mi esposo, de hecho, ¡me encanta!, pero que le digan palabras tiernas al oído y el se las devuelva ¡me pone para trancazos, celosísima! Pero bueno, esa noche no dije nada.
Los 2 hombres quedaron tirados sobre la cama y se durmieron casi al instante. Mi hermana desapareció tras la puerta del baño. Me volví a colocar su diminuta faldita y su breve blusa y salí al pequeño balcón de la habitación a perder la vista en las brillantes luces de la ciudad. Entonces ella volvió, con un collar de perro en el cuello con todo y su correa. Se arrodilló frente a mi y me dijo aquello.
¡Nena! ¡Pero ! Lucía, me vas a tener que explicar
Habrá tiempo para eso después
¡Pero es que estás arrodillada frente a mi con un collar de pello y mojadísima!
Así soy en esto me convertí. Me encanta sentirme dominada
¿Dominada?
Si, cuando estoy así ya no puedo parar. A veces me trae problemas con Arturo, pero a estas altura de mi vida ya no me importa Lala, necesito que me sometás y me hagás tu esclava esta noche te lo suplico
Estaba anonadada, con la boca abierta y cara de estúpida, eso era más de lo que podía esperar, ¡me estaba suplicando que la sometiera! Sin decir nada más metió su carita debajo de la falda y empezó a pasarme la lengua por todo mi sexo como hizo en el baño del restaurante. ¡Qué sensación tan indescriptible y qué morbo tan supremo! Y yo que aun estaba como una brasa no pude retener por más tiempo mi enésimo orgasmo de la noche (ya había perdido la cuenta) que ella se bebió entero.
Luego fue subiendo despacio, lamiéndome desde el vientre hasta mis senos. Paró frente a mi labios y se me quedó viendo a los ojos. Comprendiendo que solicitaba mi anuencia, la besé yo, nuestras lenguas se entrelazaron y jugaron.
Entramos a la habitación buscando un lugar en donde acomodarnos. Como en la cama mi esposo y el suyo dormían plácidamente no quisimos interrumpirlos. Nos besamos con pasión nuevamente, amasamos nuestros senos y yo le jaloneé suavemente las argollas. Metí mis dedos entre las suaves carnes de su sexo y ella hizo otro tanto con el mío, comenzamos una masturbación mutua deliciosa. Nos comíamos a besos como tratando de tragarnos enteras, estábamos de verdad muy excitadas.
Empecé a sentarme despacio sobre el uno de los sillones, Lucía no me soltaba los labios. Poco a poco se fue arrodillando sobre el asiento, pero con una rodilla en medio de mis piernas. Diestramente logró meter esta debajo de mi pierna izquierda, y mi pierna derecha quedó debajo de su izquierda. Caí en la cuenta de lo que intentaba hacer, así que la ayudé. Pasó la cadena detrás de mi cabeza y luego detrás de la suya, dándome el extremo para que yo lo tuviera. Y así, quedamos en la deliciosa posición de la X, en la que nuestros chorreantes conejitos se encontraron frente a frente, frotándose uno al otro.
Ella se apoyaba en el brazo derecho del sillón, yo en el derecho, con la cadena yo la controlaba y la sujetaba, decidía la cercanía de nuestros labios y la Intensidad del frote. Con la mano libre le amasaba las tetas y la manoseaba entera, mientras ella se sostenía por atrás, gimiendo y mirándome libidinosamente. ¡Les juro que pocas veces la había pasado tan bien! Esa técnica de la X lésbica es sencillamente deliciosa, algún día les contaré cómo fue que la aprendí. Podía sentir con total claridad su vulva ardiendo, restregándose junto a la mía, igualmente al rojo vivo. Sus fluidos y los míos se entremezclaban en raudales que caían sobre el cojín, suerte que se me ocurrió poner una toalla debajo, pero no estaba segura de que eso bastara.
¡¡¡¡LALA!!!! ¡¡¡¡LALA!!!! ¡¡¡¡LALA!!!!
¡¡¡¡NENA!!!! ¡¡¡¡LUCY!!!! ¡¡¡¡LUUUCIAAAAAAA!!!! grité cuando la dulce sensación de un nuevo orgasmo me recorrió todo el cuerpo.
¡¡¡¡LALA!!!! ¡¡¡¡LALA!!!! ¡¡¡¡LALAAAAAAAAAAAA!!!! Lucía me alcanzó en el clímax poco después, teniendo uno de sus intensísimos orgasmos que la dejan casi inconsciente.
Nuestros gritos y gemidos despertaron a Arturo, al que se le volvió a parar la verga viéndonos en esa X restregándonos mutuamente. Se calentó, por lo que empezó a manosear a mi esposo dormido, lo tenía a su lado. Lo penetró poco a poco, lo que hizo que se despertara, y lo jaló poniéndolo encima suyo pero dándole la espalda. Así, se lo podía coger como mejor gustara además de poder masturbarlo.
Kike gemía y gruñía mientras se sentaba y se levantaba con fuera y velocidad de su gruesa estaca. Por abajo, el gran Perro de Alquiler lo enculaba con furia, sujetándolo del pecho y agarrándole la verga, apretándosela. Mi amado esposo echaba su cabeza para atrás y tomaba de la mano a su feroz amante.
De nuestro lado, nosotras estábamos exhaustas, yo hundida entré el sillón, Lucía descansando encima de mi. Estábamos empapadas de sudor y nuestra respiración era muy rápida.
Tu esposo está partiendo en 2 al mío. le dije.
Así les gusta a los 2 Lala. ¿Puedo hacer algo? preguntó melosa.
¿Qué cosa?
Ya vas a ver te va a gustar me respondió con ojos llenos de amor e inyectados de lujuria.
Lucía se puso de pié luego de besarnos, se acercó a gatas hasta donde estaba cogiendo la otra pareja y se metió en la boca el pene de mi marido. Con esa intensa caricia extra, mi amor no tardó en llegar al clímax otra vez. La golosa de Lucía se bebió hasta la última gota del semen que le salió, aunque no fue mucho por las múltiples y numerosas veces que ya había acabado.
Luego sacó el pene de su esposo del culo del mío y volvió a mamar, está vez metiéndole 4 dedos entre al ano a su oso. La caricia anal era muy profunda, estoy segura que le estaba tocando y acariciando la próstata (Lucía es enfermera graduada), y Arturo se vino con fuerza entre su pequeña y delicada boquita. El tipo se revolvió sobre la cama mientras rebalsaba la cavidad oral de su amada esposa. Mucho de ese semen se le escurrió por la comisura de los labios a ella.
Se bajó de la cama y se arrodilló frente a mi, en medio de mis piernas abiertas, sudadas y chorreadas. Abrió su boca y pude ver que estaba repleta hasta punto de derrame de la blanca leche de nuestros hombres. Me veía lasciva, caliente, feliz, como nunca la había visto antes ¡cuánto quiero a esa mujer!
Se acercó a mi y me dio un beso largo y profundo, compartiendo conmigo la leche que acababa de extraer. Luego se arrodilló frente a mi y se me quedó mirando, sonriente, feliz.
¿Qué querés que haga ahora Lala? ¡Eso era el colmo!, tenía una esclava para mi sola ¡y era mi propia hermana!
Bueno ¡no sé!
A mi marido le encanta que lo enculen si, ya me lo habías dicho, pero no creo que Kike pueda en este momento. mi marido estaba inconsciente, medio desmayado.
Con Lucía cruzamos miradas, recordé que entre nuestras cosas traíamos una de nuestras tangas/consolador, aparentemente ellos también traían una sorpresa.
Las 2 nos salimos de la escena, yo me metí al baño con nuestra pequeña maletita negra, ella se quedó hurgando entre la suya. Me coloqué la tanga y me vi al espejo, me encantaba verme con esa cosa puesta. Imagínense, una mujer joven como yo, morena, delgada y menuda, de senos turgentes y caderas anchas coronadas con un espléndido culito respingón y, para terminar, con una carita preciosa. Y todo eso, con una enorme verga de 18 cm, negra y de textura rugosa, saliendo de una diminuta tanga/cinturón que se abrocha por las caderas y se me metía hasta lo más profundo de mi ser. Me encantaba verme así y, aunque en ese momento no lo sabía del todo bien, ese gusto coincidía con la atracción que siento por los transexuales.
Salí contoneándome con la tanga, y cuál fuera mi sorpresa de toparme con Lucía, con ¡otra igual, pero en color verde!
¡Lala!
¡Nena!
¡Ja, ja, ja, ja! ¡parecen hermanas! exclamó Arturo.
No echamos a reír hasta que les indiqué que se callaran, pues el ruido estaba despertando a mi Kike, les dije que mejor pasáramos a la sala. La habitación en la que estábamos, era la misma que siempre ocupábamos Kike y yo cuando conseguíamos alguna aventurilla durante nuestras noches de juerga. Preferíamos llevar allí a nuestros amantes, especialmente si estos eran anónimos, para mayor seguridad de ambos.
El cuarto contaba con una pequeña sala bar, perfectamente decorada y pintada, con muebles grandes y amplios. Luego venía el dormitorio, otra habitación igualmente amplia, con una cama matrimonial y 2 sillones en las esquenas frente a ella. Remataba el pequeño balcón.
Lucía insistió que la llevara de la correa y ella avanzando como una perra. Arturo pasó primero sonriendo de la escena. "¡Y pensar que antes ni dejabas que te dijera groserías!" le dije sonriendo.
Bueno Lala, allí está ya el culito hambriento de mi macho ¡dale duro!
Arturo se arrodilló frente a mi y se llevó mi pene falso a la boca. Yo no estaba acostumbrada a estar en esa posición de dominio. Es cierto que lo hacía con mi marido, pero con los demás siempre todo era de mutuo acuerdo y ninguno era jefe del otro.
Lucía se arrodilló detrás de su esposo y empezó a restregarle su pene de plástico en medio de las nalgas, pasándolo por todo lo largo de su canal. Arturo dio un suspiro y continuó con la mamada, estiró sus brazos y me agarró de las nalgas, metiendo sus dedos debajo de la delgada tirita de la tanga, sus dedos hábiles encontraron mi ano y mi vulva y comenzaron a frotar ambos.
Vi que mi hermana sacó un tubito de crema y le comenzó a untar en el culo a su esposo, seguramente era crema lubricante, me dije. Y en un 2 por 3 lo empaló hasta el fondo. Arturo pegó un corto pero fuerte gruñido y empezó a recibir lo furiosos embates de su mujer, que lo sujetaba de la base del pene con fuerza, sin pajearlo.
Pronto ya teníamos a Arturo en 4 patas, cogiéndonoslo por ambos lados. El tipo gemía roncamente, pegando de gruñidos y jadeos, espata impresionado de su gran capacidad mamatoria, pues el falo que le ensartaba le debía llegar hasta la garganta. Era casi tan buen mamador como Kike, pero este aun le sacaba ventaja.
"Ring, ring" sonó un celular, y por la tonada Lucía supo que se trataba de su casa. me vio con ojos tristes, suplicantes.
¡Nena!, ¡andá contestar! le dije molesta, es cierto que el juego era dominarla, pero para mi era solo eso, un juego.
Me quedé sola con Arturo, le saqué el pene de plástico de la boca y se lo ensarté entre el culo, arrancándole un fuerte suspiro. Lo sujeté de las caderas y le empecé a dar con mucha fuerza. A los pocos minutos regresó Lucía, se quedó en la puerta mirándonos un rato, con ojos pícaros antes de meterse en la pelea. Agarró a su marido de la cara y lo comenzó a besar, mientras le susurraba al oído cuanto lo quería y lo importante que era el para ella.
Luego, mi hermana se puso boca arriba y se fue arrastrando poco a poco hasta posicionarse en un 69, en donde ella atrapó el ariete caliente de su esposo y este su vulva mojada y ardiente. Se chuparon como posesos hasta que ambos terminaron en un delicioso orgasmo, que el derramó dentro de la boca de mi hermanita y ella entre los labios de su amado.
Lala, ahora te toca a vos. me dijo Lucía.
Me colocaron sobre un sofá, con las piernas abiertas y estiradas, y los 2 se zambulleron en medio de estas. ¡Puta madre!, ser multiorgásmica a veces tiene algunos inconvenientes. Fue orgasmo tras orgasmo, me lamieron y chuparon hasta dejarme seca, totalmente seca y exhausta.
Una vez terminado, Lucía se acostó a mi lado y se puso a acariciarme el cabello. Ella era mi hermana mayor, y esas muestras de maternal cariño las necesité siempre de su parte, pero hasta ese día me llegaron. No nos dijimos nada más, solo nos dimos un beso corto y tierno en los labios y nos quedamos profundamente dormidas, una junto a la otra, desnudas y cubiertas de una fina capa de sudor. Al día siguiente los gemidos de mi esposo, empalado de nuevo en el mástil de Arturo, nos despertó, pero esa es otra historia
Desde esa noche, Lucía y yo nos acercamos muchísimo más, y no solo por sexo. Por fin pudimos ser las hermanas que siempre debimos, cercanas y con la confianza de poder contarle a la otra cualquier problema que pudiéramos tener. Ni ella no yo podíamos estar más felices.
Con el tiempo, ella me confesó todo lo que le había pasado en el tiempo en que se convirtió en puta, jamás me imaginé lo mucho que sufrió. También me habló de Arturo, quien tampoco la tuvo nada fácil. Pero esas son historias que les contaré más adelante. Por ahora no me queda nada más que despedirme y darles las gracias por su atención, hasta la próxima. Besos y abrazos.
Y ya saben, mándenme sus comentarios y sugerencias a: garganta_de_cuero@latinmail.com .
Fin.
Garganta de Cuero.