Amor de febrero

En su último viaje de regreso a su ciudad, nuestro protagonista nos narra sus experiencias con la posibilidad de haber encontrado el amor. Una historia cargada de emociones, erotismo y sexo en la cual se describen las aventuras vividas durante los cuatro fines de semana de febrero en donde una vez más el amor se hace el esquivo.

"AMOR DE FEBRERO"

Ahora cuando vengo de vuelta hacia mi ciudad, después que me la pase todos los fines de semana de febrero viajando, entusiasmado, creyendo haber encontrado el amor, recuerdo, pienso, y no me queda otra que quedarme con lo positivo, lo excitante de esta aventura.

Si porque mi "Amor de Febrero" vive en una ciudad a 3 horas de distancia de la mía. Su llegada a mi vida fue a través de un chat cuando él estaba pasando uno días en mi ciudad; chateamos, nos intercambiamos teléfonos y quedamos en conocernos. Por esos días estaba muy caliente, deseoso de una gran mamada y en el fondo cualquier tipo agradable dispuesto a complacer mis fantasías me dejaba bien y con él, no me equivoque.

Sorpresa me lleve al conocerlo, ya que él, de verdad, es bastante atractivo: rubio, de barba corta, ojos verdes, pelo corto, frente amplia, educado, bajo de estatura y algo muy importante, muy macho. Para los que gustan de clasificaciones él es un oso, del tipo cub.

La conversación fluyó expedita hablando de las cosas típicas de las citas a ciegas (encuentros anteriores, ovnis, cine, etc). Cuando ya se hacía tarde y era hora de despedirnos, porque la conversación había tomado un giro de dos amigos más que de dos amantes, vino una sorpresiva invitación a subir al departamento donde él se estaba alojando. ¡Por supuesto acepte!

La habitación estaba oscura y tendidos en la cama nos empezamos a besar, después de un acercamiento bien tímido, ya que ninguno de los dos se atrevía a tomar la iniciativa. Me acerqué y con un ingenuo "se puede" lo bese, a lo que él respondió positivamente. Al sacarle la camisa descubrí con asombro lo peludo que es: un bello amplio y espeso cubre todo su pecho y espalda. Me puso a mil cuando rozó su interminable pelaje claro por mi cuerpo más bien lampiño. Con un gesto me señaló que no hiciéramos ruido ya que alguien dormía en la habitación de al lado. Me pidió que lo abrazara, cobijándolo con mis largos brazos, calmándonos por un instante. Estuvimos unos momentos así, él dándome la espalda, conversando, tal como si fuéramos amantes de toda la vida. Estaba claro que ambos necesitábamos cariño y estabamos dispuesto a darlo el uno al otro. De vez en cuando le daba un beso en el cuello, dándole cosquillas con el roce de mis bigotes. Esto lo excitaba, percatándome de aquello. Y como todo oso, ósea muy caliente, se dio vuelta y empezamos a besarnos, pero está vez la pasión incluía quedar desnudos sobre la cama.

Sin que nadie se lo pidiera empezó a mamar mi polla, cumpliendo la principal motivación del encuentro. Que placer fue volver a sentir una lengua por mi mástil, una lengua suave y dura que sabe atacar en los lugares precisos. Empece a sollozar de placer y ante mi negativa de guardar silencio me tapó la cara con un cojín. Antes que fuera ha eyacular, se retiró, tendiéndose al lado mío, y así ambos nos masturbamos acabando al mismo tiempo.


Viajar tres horas en bus, ida y vuelta por todos los fines semana de un mes, nos es el mejor panorama ni menos si no estás acostumbrado. Lo mejor es la ida, cuando las expectativas son máximas e importan en lo más mínimo las continuas paradas, las interrupciones del personal de servicio o los niños que juegan, pero cuando vienes apesadumbrado de vuelta, dan ganas de sentarse en el asiento del conductor y acelerar a 200 Km/h.

Si no hubiésemos compartido nuestros correos por el sistema de messenger tal vez nuestro primer encuentro hubiese llegado hasta ahí. Chateando lo fui conociendo más; supe que había regresado hace un mes del extranjero donde había mantenido una intensa relación, que si bien ya no existía, aún perduraban los recuerdos que muchas veces lo atormentaban. Nos hicimos amigos, y porque no decirlo, por calentura acepte la invitación a su cuidad el fin de semana siguiente.

Él es el pilar de su familia, vive con su madre, la cual sabe que es gay, pero a pesar que lo acepta y aconseja es reticente a conocer sus parejas. No fue difícil ganármela, con simpatía y caballerosidad cualquiera señora cae rendida; y si eso no resulta, unos buenos chocolates son la solución. También hay que pensar que soy un buen partido para su hijo: alto, delgado, castaño, de tez blanca, barba corta, estilo mediterráneo, buena presencia, profesional, varonil, algo que no se puede dejar pasar fácilmente.

Frente a la madre de él había que guardar la compostura, por lo que me alojaron en el cuarto de visitas. Eso sí en cada descuido de ella los agarrones de nalgas y besos furtivos ocurrían sin mediar aviso. La única hora que pudimos intimar fue cuando ella bajo a la piscina, dejándonos solos en el departamento.

A plena luz de la tarde puede observarle totalmente desnudo, palpando su cuerpo centímetro a centímetro. Como ya les dije es totalmente peludo: un pelaje espeso por la espalda y proveniente pecho, pero no así en las piernas o culo. Este último es redondito, duro y sabroso; mientras sus piernas son cortas y firmes. Como sospecharan lo bese por todos lados: boca, orejas, cuello, tetillas, ombligo, rodillas, muslos, pantorrillas. Tenía dudas si besarle el pene, no quería tan luego, pero se me ocurrió mamárselo por encima del traje de baño. Esto en vez de desagradarlo lo puso más cachondo. Esta vez no había nadie que impidiera nuestros sollozos los cuales se mezclaban con exclamaciones en inglés.

El calor de la habitación subió, sacándonos toda la ropa, y ahora él rozando su pelaje por mi espalda, mientras que con una mano me masturbaba y con la otra intentaba ubicar su miembro entre mis piernas. Al sentir mis estremecimientos se dio vuelta y me pidió que acabara sobre su pecho, eso hice, vaciando litros de mi néctar sobre su pecho peludo, dejándolo más que extasiado. Nuestras aproximaciones eran cortas pero intensas.


Otra vez para el bus, es el peaje. Se sube una vendedora de pasteles y como tentado que soy le compro algunos, para ver si el dulce me colma las penas y ordena las ideas.

Por fortuna los días pasaban rápido, llegando el siguiente fin de semana y los problemas. De haber estado más atento le hubiese puesto más atención a su conducta esquiva por el messenger y su voz por teléfono, pero como andaba feliz, no le di la importancia que merecía. Empezó diciendo que teníamos que ir lento, irrisorio después que me pidió que me fuera a vivir a su ciudad, que sus sentimientos estaban en el extranjero... Yo le comente que más rápido no podíamos ir, ya que en mi familia nadie sabía mi condición de bisexual, y no podía llegar de la noche a la mañana a presentarlo en mi casa. Si queríamos que esto resultara teníamos que ir de a poco, por lo que no tuviera temor, que yo sabía que él estaba en un proceso de olvido.

En el fondo era mentira, porque el amor hacia él estaba creciendo en mi, no importándome la distancia, las diferencias ideológicas y religiosas, y que sea un gay militante. Ese sábado fuimos al Karaoke donde fue la estrella de la noche. Que orgullo ver como era ovacionado por toda la gente. De verdad hacemos una gran pareja, ambos en el primer tercio de los treinta, llenos de proyectos, buenos mozos; aunque para algunos debemos vernos ridículos: él gordo y chico y yo flaco y alto. Diferencias mínimas cuando encuentras en una persona valores, sabiduría y te sientes plenamente estando a su lado.

Casi no intimamos ese fin de semana ya sea por la presencia de sus sobrinos, los cuales revoloteaban por todo el departamento, y principalmente por lo distante que anduvo. Cuando le reproche su lejanía, se defendió diciendo que no viera cosas donde no habían, que estaba preocupado por los problemas de su trabajo, que se sentía bien conmigo, pero lo que menos quería era tener a alguien que lo presionara.

Después de esa conversación se acostó en su cama y nos pusimos a ver televisión, y como una forma de pasar la rabia introduje una mano por debajo de las sábanas para tocarle sus partes íntimas. No le agradó del todo que hiciera eso, suplicándome que parara porque en cualquier momento alguien podía entrar en la habitación. Si, puede ser - pensé. Pero después de meditarlo me di cuenta que era la única posibilidad que teníamos y el hecho de hacerlo en forma prohibida, a escondidas de la familia, como cuando eres adolescente, más me calentó.

Volví a estirar la mano decidido a acabar con mi presa y él, si bien se volvió a quejar, no le di tiempo de hablar ya que en un cerrar de ojos me zambullí su miembro dentro de mi boca. Su reacción fue positiva y cada vez más colaboradora por cada mamada al glande o cuando me comía su falo hasta el fondo. Ésta al no ser muy larga cabe entera en mi boca; su gracia está en su grosor y que es bien dura, aparte de saber bien y oler a perfume caro.

Tratando de hacer el menor ruido posible, mientras él me acariciaba mi pelo, además de estar atento a la proximidad de alguien en dirección hacia la habitación, y ante mi asombro, eyaculó dentro de mi boca, dándome de probar su elixir el cual quedó desparramado por mis bigotes y barba.


Estos viajes me han hecho comprender cual es el patrón de hombre que me gusta: quien sea bien machito, inteligente, educado, caballero, de buen rostro, de buena presencia, buen anfitrión y con cierta alcurnia, tendrá la seguridad que algo ocasionará en mi. También agreguémosle que está persona debe estar ocupada sentimentalmente, o si no, no cumplirá con el patrón al 100%.

Después de varias conversaciones, más el paso de los días, ya que si el lunes no quería saber nada de él, el viernes lo extrañaba, y mucho, llegamos al último fin de semana de esta historia, el cual prometía ser muy especial, porque íbamos a estar solos.

No se cumplieron para nada mis expectativas, ni lo prometido. Mucha vida social, mucha piscina, pero muy poco romance. ¿Adivinan el responsable? Si el extranjero, el cual había llamado por teléfono minutos ante de mi llegada al departamento de él. Por fortuna él siempre ha sido transparente y me ha contado todo, pero escuchar un relato más de su extranjero, ya no daba abasto. Así ante sus tristes ojos verdes veía como se desmoronaba nuestro fin de semana de pasión. Me propuse que íbamos a tener el mejor sexo del que habíamos tenido, y conseguir que durante ese tiempo fuera mío, tal como siempre he deseado, ambos amándonos con pasión y dulzura.

Con puros slip lo acosté en la cama de forma que me diera la espalda. Como estaba muy cansado me dejó hacer todo el trabajo. Lo fui besando de arriba hacia abajo, exhalando un aliento cálido sobre la selva de pelos claros de su espalda; con mi barba los fui rascando, estremeciéndose él. Descubrí que le encanta que le soben la zona ubicada al fin de la columna, por lo que me concentré besándolo en esa parte. De vez en cuando bajaba más, mordiendo su entrada por sobre el slip, fantaseando como se abría de piernas y levantaba el culo para recibir mi lengua o nariz aguileña. Me tendí sobre él, poniendo mi pene sobre el slip humedecido, justo a la altura del orificio, el cual aceptó y acomodó para recibirlo con beneplácito. Con ligeros movimientos de caderas me fui haciendo paso, enculándolo, teniendo como única barrera el slip que me impidió una entrada total a la cueva del oso.

Lo siguiente fue dejarlo completamente desnudo, él aún de espalda, ofreciéndome su culo duro, ansioso, sólo para mí. Ese culo quería, si bien es muy caliente a la vez es racional; probé con un dedo ocasionando un salto y grito en él. Su orificio es estrecho, tal vez pocos hombres habían entrado ahí, y a pedido suyo decidimos que no era el momento.

Me senté sobre la cama y él sobre mis rodillas. Nuestros rostros quedaron a la misma altura, nos dimos un beso largo y más que apasionado. Sacó su lengua y se la succioné una y otra vez; me mordió los labios, y nos quedamos sin respiración al ahogarnos uno dentro del otro.

Me tiró sobre la cama y empezó a cabalgar, poniéndose mi miembro entre su partidura. Así definitivamente era mejor, sin penetración, pero excitante, agobiante, ya que en cualquier momento podía invadir sus entrañas. Ya cuando estabamos listos, se puso de pie sobre la cama, masturbándose, arrojando su líquido reproductor sobre mi pecho blanco, mientras yo evacuaba mi agobio en mi ombligo. Nos quedamos abrazados por unos momentos, mezclando nuestros líquidos, hasta que despertó y nunca más durante ese fin de semana lo volví a encontrar.

Por fin estamos llegando al terminal de buses. La despedida fue más que fría. Haberlo conocido fue un regalo, un regalo que esperaba hace mucho tiempo, haciendo mérito por merecerlo. Si lamento algo, es por mí, ¿qué tengo que las personas que a mí me interesan, no se interesan por mí? Pregunta que aún no tengo la respuesta. Su presencia le devolvió la alegría a mi triste corazón, inyectándolo de optimismo y amor. Si bien él tiene mucho que pensar, y como todo oso sabe diferenciar entre el amor y el sexo, yo prefiero quedarme con lo positivo, lo excitante de esta aventura.

Bueno, febrero se ha ido y marzo comienza, creo que es tiempo de concentrarse en el trabajo y dejar atrás a mi "Amor de Febrero".

¡Ring! - Suena el celular

Oh, es él, ¿qué querrá?........

Escrito por

Nicolás Walas

Nicow@latinmail.com