Amor de azúcar - Capítulo 5
El amor es bonito, que nada ni nadie les nuble eso.
Se encontraba de pie, en la acera, mirando al edificio frente a ella. El edificio más grande de la ciudad. Se decía que desde el último piso se podía ver todo hasta más allá de las montañas que bordeaban la zona urbana.
Tomó una bocanada de aire y se adentró al lobby donde personas trajeadas entraban y salían ensimismados en sus pensamientos, teniendo conversaciones telefónicas o hablando anímicamente entre ellos.
—Buenos días.
Lucía se había acercado a la chica que se encontraba detrás de lo que era un enorme escritorio circular en medio del lobby. Llevaba unas gafas puestas y un pequeño intercomunicador en su oreja. Se veía cansada y ajetreada.
—Buenos días —repitió al notar que no le contestaba.
La chica levantó una mano sin mirarla, indicándole que esperara.
En ese instante, la multitud que iba y venía empezó a vociferar el nombre de Valérie. La chica del escritorio levantó la mirada.
—Mierda, es Valérie Géroux, no sabía que venía hoy.
Valérie cruzó la entrada al lobby, robándose la mirada de todos. De verdad que era una mujer despampanante.
En un pequeño cruce de miradas se acercó al centro del lobby mientras la chica de gafas tumbaba todo a su alrededor en medio de su nerviosismo.
—Lucía, hola —saludó.
—Hola —dijo apenada.
—¿Por qué la estás haciendo esperar? —preguntó dirigiéndose a la otra chica.
—Lo lamento, yo no sabía…
La muchacha era un manojo pálido de nervios.
—Realmente no me ha dado tiempo decirle que venía a verte —dijo Lucía—, acabo de llegar.
—Entonces, ven conmigo. No esperes aquí.
Le ofreció una sonrisa y le indicó que la siguiera.
Caminar detrás de Válerie Géroux le costó tres tropezones, dos “¿qué?” porque no escuchaba lo que le decía y un rostro sonrojado.
El equipo de personas que seguía a Válerie se dispersó en varias direcciones y se quedaron solo ellas dos dentro del ascensor.
—Me alegra que hayas venido. Me gusta mucho tu estilo de vestir.
La miró de arriba abajo y Lucía se tensó un poco.
—Gracias. Mi mejor amiga me ayudó —confesó un poco nerviosa.
El ascensor se abrió en el último piso de la torre y al cruzar el pasillo pudo comprobar los rumores de las vistas desde el edificio Géroux. Efectivamente, se podía ver toda la ciudad como una diminuta capsula, cualquiera allí arriba podría sentirse como un rey.
No se dio cuenta de que se había quedado de pie frente al ventanal y que Válerie la miraba.
—Ay, perdón, es que… —dijo poniéndose en marcha nuevamente— la vista es muy bonita.
—Lo es —afirmó—, desde mi oficina es mejor —rió.
Y así era. La oficina era muy amplia, de estilo moderno, colores blancos y grises. Muy distinto al cabaré, encantada con la elección de colores, los muebles, los adornos y todo lo demás, no pudo evitar preguntar:
—En serio me muero de ganas por saber…
—¿…de qué trata el trabajo? —dijo Valérie sentándose en su escritorio e invitando a Lucía a sentarse también.
—Me da muchísima curiosidad saber qué necesita que haga.
—Muy bien, esta es la situación. No es nada complicado, en realidad. Semanalmente debo asistir a reuniones, cenas, eventos, fiestas.
Valérie se reclinó en la silla mientras explicaba.
—Normalmente evito asistir, pero estoy siendo presionada por mis socios e inversionistas. La confianza en los negocios no se genera solo por saber hacer los negocios. Hay que socializar con ellos —dijo esto último con desdén—. No soy una persona amargada o poco sociable, pero es que son taaan aburridos.
Lucía carcajeó al escuchar.
—Necesito un acompañante, una persona que asista conmigo a todos los eventos.
—Pues ciertamente no parece algo complicado.
—Solo hay un detalle —dijo un poco nerviosa.
—¿Cuál?
—Debes fingir ser mi pareja.
Fingir ser la novia de la increíblemente hermosa Valérie Géroux parecía ser el trabajo soñado de cualquier persona que estuviera dudando de su sexualidad en ese momento como ella.
Lucía se quedó callada, con la mirada perdida en la mujer frente a ella.
Valérie la miraba esperando una respuesta.
—Oye —carraspeó— ¿sigues aquí? —preguntó moviendo su mano frente a Lucía.
—S-sí, lo siento, es que… me quedé pensando.
—Sí, claro, piénsalo todo lo que quieras —dijo despreocupada—. Con respecto al pago, sé que te preocupa cursar tus semestres y graduarte pronto, así que…
Valérie tomó su teléfono y escribió en él.
Pasado un minuto, el teléfono de Lucía sonó.
—¿Qué acabas de hacer? —preguntó estupefacta al ver el mensaje de texto que acababa de llegarle a su buzón.
—En serio necesito tu ayuda y estoy dispuesta a pagar lo que sea necesario.
El mensaje de texto era un mensaje automático que enviaba el sistema de pago de la universidad donde había estudiado, en él se anunciaba que sus semestres habían sido pagados en su totalidad, incluido el paquete de grado y promociones para cuando le tocara su graduación.
—¿Por qué yo?
—Pareces una buena persona y el día que te vi en el Gato Negro sabía que estabas realmente desesperada, como te dije ese día, eres una joven hermosa y en esos eventos la belleza lo es todo, estaría más que complacida de llegar a cada uno de ellos contigo a mi lado. Tú me ayudas en mi situación desesperante y yo te ayudo en tu situación desesperante. Te prometo que en el momento en el que te sientas incómoda con la situación, paramos y lo olvidamos.
—No sé qué decir —Lucía no podía creer lo que le estaban ofreciendo.
—No tendremos que besarnos en público, lo prometo.
Eso la decepcionó un poco y pensar en que eso la decepcionaba empezó a preocuparle. Obviamente se sentía nerviosa frente a una de las mujeres más influyentes del país, que era absurdamente hermosa, millonaria y ahora le estaba ofreciendo un trabajo para que fingiera ser su novia frente a la élite más poderosa de empresarios e inversores. Eso no significaba que estuviera teniendo fantasías homosexuales con la que se iba a convertir en su jefa. Pensar en ella como su jefa tampoco ayudaba a no tener fantasías sexuales.
—Oye, en serio me preocupa un poco lo callada que te pones —dijo un poco nerviosa.
—Es que yo… Quiero decir, me encantaría —dijo y sus ojos brillaron de emoción.
—Me encargaré de que tengas los atuendos listos para cada evento. Una costurera se encargará de tomar tus medidas, tendrás estilistas y maquilladoras —dijo con una sonrisa.
—Wow.
—Podrás asistir a tus clases, no voy a intervenir en tus horarios. Podrás quedarte en el campus, costearé todos tus gastos académicos, materiales, lo que pidas. Lo único que necesitaré es que estés disponible para asistir a los eventos, y que no realices ningún trabajo secundario. Si trabajas para mí, será solo para mí, ¿lo entiendes?
—Wow —repitió—. Quiero decir, sí, lo entiendo. De todas formas, con todo lo que me estás ofreciendo no necesito buscar otro trabajo.
—Excelente. Hay un vehículo esperándote abajo, te llevará con mi costurera de confianza. Necesitaré que te tomen las medidas hoy mismo, puedes decirle lo que te gusta y lo que no, ella toma en cuenta las opiniones. Y cuando termines, puedes decirle al chófer que te lleve a tu casa o a donde necesites. Estará disponible para ti las 24 horas del día, no quiero que uses transporte público.
—No sé si estoy soñando o…
—Bienvenida al equipo Géroux —dijo con una sonrisa.
—Ya me habías ganado con todo lo anterior, pero lo de no usar transporte público sí que es toda una fantasía.
Valérie la miró con ternura y le tendió una pequeña tarjeta dorada.
—Es una tarjeta de crédito y aquí tienes también mi número privado. ¿Tienes teléfono, cierto? —preguntó.
Y temiendo que de la nada Valérie sacara un teléfono celular de paquete le indicó que sí. Lucía estaba aún procesando todo lo que acababan de decirle.
—Ha sido un placer conocerte, Lucía.
—Gracias…Yo… —dijo mientras se levantaba de la silla y se tropezaba— Iré donde me dijiste y… —volvió a tropezarse— Nos vemos pronto.
Valérie no dejaba de sonreír, le pareció que era una chica muy tierna, pero tenía que ayudarla muchísimo a desenvolverse si quería causar una buena impresión ante sus socios.
Hola! Gracias por continuar leyendo la historia.
En mi cuenta de wattpad está publicado hasta el capítulo 6 :)
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