Amor de azúcar - Capítulo 3

Amor de azúcar - Capítulo 3...

Madame Sofía era de esas mujeres que, ni por casualidad, te las podías encontrar en la calle. Era muy elegante y, apenas cruzó la puerta del salón, el lugar se inundó de un aroma dulce.

Lucía se puso de pie de inmediato.

La mujer se quitó el abrigo que traía puesto y lo colgó de un perchero que Lucía no había notado antes. Llevaba un vestido ajustado de color blanco debajo y tacones de punta fina de color rojo.

—Tú debes ser Lucía —la saludó con una sonrisa y se sentó detrás del escritorio.

La chica también se sentó y se sintió minúscula en aquellos enormes sillones.

—Me han dicho que vienes por el empleo de mesera —dijo poniendo sus codos sobre el escritorio y mirándola fijamente.

—Sí —afirmó aclarándose la garganta.

—¿Has pensado en armar un show individual?

—¿Un show? —preguntó confundida.

—De baile, tienes buen cuerpo, podrías atraer más clientes al bar —dijo con una sonrisa.

Lucía se sonrojó al instante.

—¡Sofía! —un regaño coqueto se escuchó desde la puerta. Y ambas giraron de inmediato— ¿Intentando reclutar a otra joven para satisfacer a tus viejos millonarios?

Madame Sofía carcajeó y se levantó a recibir a la mujer que entraba al lugar.

—Mi queridísima Valérie —dijo y se abrazaron con elegancia.

Valérie era una mujer alta, traía pantalones de vestir, una blusa blanca de mangas largas cuyos dos botones principales dejaban ver su piel. Tenía el cabello oscuro recogido en un moño alto. Lucía estaba boquiabierta en su sillón, la imponente energía que se desbordó en ese instante la paralizó, era la mujer más hermosa que había visto en su vida.

—Tuve que venir a verte ya que no asistes a mis reuniones —reclamó Valérie tomando las manos de su amiga y notando el pequeño cuerpo de Lucía hundido en el sillón.

—Iré a la próxima, te lo prometo —dijo Sofía dándose cuenta que Valérie tenía la vista fija en la chica—. Ella es Lucía, estoy entrevistándola.

—Un gusto —dijo sin dejar de mirarla.

—Igualmente —dijo Lucía ofreciéndole una sonrisa.

—Por cierto, afuera hay alguien con una entrega para ti —volvió su vista a Sofía.

—Debe ser el licor francés —gesticuló emocionada—, discúlpenme un momento.

Sofía salió apresurada y Valérie se acercó al escritorio, sentándose frente a Lucía.

—¿Qué haces en un lugar como este? —preguntó clavando sus ojos cafés en ella.

—Y-yo —Lucía titubeó, sentía que la mirada de la mujer frente a ella la atravesaba y la anclaba al sillón—, estoy buscando empleo.

—¿Por qué aquí? —preguntó de inmediato.

—Pagan buen dinero —dijo sin pensar.

—¿A qué puesto te estás postulando?

Lucía intentaba mantenerle la mirada pero sus ojos iban hacia sus pies sin poder evitarlo.

—Mesera —dijo volviendo a mirarla a los ojos.

—¿Sabes que en algún momento tendrás que hacer algún trabajo sucio por ese buen dinero?

Lucía tensó la mandíbula y sus ojos amenazaron con llenarse de lágrimas, fue entonces cuando Valérie relajó su expresión de intriga.

—¿Para qué necesitas el dinero con tanta urgencia? —su voz se tornó más suave.

—Para pagar mi universidad —confesó—, es mi último año, debí graduarme hace dos años atrás, pero, en fin, quiero retomarlo y terminar.

—Ya veo —dijo buscando algo en el bolsillo de su pantalón—. A Sofía no le gustará lo que voy a hacer —agregó tendiéndole una tarjeta—, estoy buscando a alguien que trabaje para mí.

Lucía tomó la tarjeta y leyó el nombre .

—¿Eres Valérie Géroux? —preguntó estupefacta— Eres la dueña de la cadena de hoteles Géroux, inversionista y ganadora del premio a Persona más influyente en los últimos cuatro años.

Valérie rió apenada.

—Supongo que sí —dijo bajando la mirada.

—¿Y quieres que trabaje para ti? —preguntó sintiendo su corazón salirse por su garganta.

—Sí, mañana estaré en mi oficina, la dirección está ahí —dijo señalando la tarjeta que acababa de darle—, te explicaré todo allá.

Madame Sofía entró agitada por la puerta.

—Siento mucho la tardanza —dijo.

—Yo siento mucho decirte que Lucía tiene una entrevista conmigo.

Sofía puso los ojos en blanco y bufó.

—Eres un peligro hasta en mi territorio —rió—, lo que sea que te haya ofrecido —dijo dirigiéndose a Lucía—, acéptalo, eres una joven hermosa, este lugar va a corromperte hasta el más diminuto átomo de tu cuerpo.

—Eres una joven hermosa —afirmó Valérie—, nos vemos mañana —le guiñó un ojo y salió del salón.

Su primera reacción la hizo llevar su mano hasta su teléfono y marcarle a Inés, pero la sonrisa se desvaneció de su rostro al recordar lo que había pasado horas antes. Exhaló el aire que llevaba contenido y se puso de pie. Al hacerlo, notó sus piernas temblorosas y sonrió con nerviosismo mirando a su alrededor, pero Madame Sofía le había dado la espalda mientras hablaba por teléfono.

Su mente seguía dispersa, era como si sus pensamientos fuesen motas de polvo sobre una mesa y alguien, léase Valérie Géroux, había soplado fuerte y ahora todo el polvo se había hecho una nube.

En el trayecto a su casa empezó a notar cosas que no había visto antes, su mirada se dirigía como un imán a todos los edificios y vallas publicitarias donde se leía el nombre Géroux. Era como si su cerebro hubiese desbloqueado un nuevo nivel de atención. La emoción no cabía en su cuerpo al entender que, probablemente, mañana a esa misma hora, podía estar trabajando oficialmente para la empresa más grande del país.

Al pisar la entrada de su casa el cansancio cayó en ella como un balde de agua fría. No se había dado cuenta de lo tensados que habían estado todos sus músculos hasta que se sintió en la seguridad de su hogar. Caminó por el pasillo y miró su rostro en el espejo, como lo hacía siempre. Sonrió para sí misma, estaba segura de que su vida iba a cambiar.

Su mamá se encontraba en el patio con varios niños, a lo lejos la escuchaba recitar el abecedario en divertidos versos. Se asomó para saludarla y recibir un abrazo caluroso.

—¿Cómo te fue?

—Ha valido la pena, te contaré todo con detalles si todo sale bien, lo prometo.

Le dio un beso en la mejilla y se dirigió a su habitación completamente exhausta. Se dejó caer sobre la suavidad de su cama y se quedó dormida de inmediato.