Amor de abuela

Una abuela sesentona sucumbe a los encantos de su nieto pequeño

AMOR  DE  ABUELA

Lo que les voy a contar no es algo de lo que me enorgullezca, pero pasó, dejé que pasara, lo consentí y en cierto modo hasta lo potencié.

Todo ocurrió muy a principios de los ochenta en mi apartamento de Madrid, mis hijos se habían trasladado a vivir a Cantabria, años atrás, por razones de trabajo. Mi marido y yo íbamos a pasar los veranos con ellos, me encantaba bajar a la playa con mi nuera y mis nietos. Al llegar el otoño regresábamos a Madrid.

Pero ese verano fue distinto, mi nieto mayor, de 18 años iba a hacer COU y los padres querían que lo cursara en Madrid para familiarizarse con la universidad venidera. Mi hijo me lo propuso y acepté, en septiembre, Fran y yo nos bajaríamos a la capital, mi marido decidió quedarse en Santander hasta navidades para ayudar a los chicos en la empresa. Ninguno sabíamos que me iban a hacer pasar los tres meses más maravillosos de mi vida.

Me llamo Lucía, tengo 67 años, no soy ninguna mocita. No muy alta, sobre 160, pero sí muy voluminosa, por desgracia. Tetas grandes, enormes, caídas por el peso y por los años, con dos buenas aureolas marrón oscuro, casi negras y dos pezones que sin estar duros ya son dos dedales de coser. Por los kilos, mi culo es también grande, demasiado, anchas caderas y gordas piernas donde la celulitis campa a sus anchas, mi pelo es corto y gris.

A mediados de septiembre mi hijo y mi nuera nos llevaron a Madrid a mi nieto Fran y a mí, el chico se instaló en la habitación de invitados y yo en la matrimonial, era sábado, el martes se iniciaban las clases.

Fran es un niño alto, 185, muy musculado, se pasa el día haciendo deporte, le pega a todo, pero en lo que más destaca es en el fútbol, nada más llegar se enroló en el equipo del juvenil del colegio. Nuestra relación era amena y cordial, es un chico muy agradable y cariñoso, de buena conversación, siempre pendiente de mí, por eso todos decían que era mi ojito derecho, mi nieto mayor, mi preferido.

El curso y los entrenos comenzaron sin novedad, pero al regresar el primer viernes casi de noche de jugar un partido amistoso, todo se alteró. Había llovido y Fran llegó a casa lleno de barro y algo enfadado

LC: Pero bueno, cariño, cómo vienes así ¿?

FR: Abu, te puedes creer que no había agua en los vestuarios ¿? Esto es el tercer mundo ¡¡

LC: Anda, pasa a ducharte que me vas poner la casa bonita ¡¡

El crío obedeció y se fue a duchar, a los 10 minutos me llamó, `` Abu, por fa, tráeme una toalla que me he olvidado ‘’. A regañadientes fui por el pasillo y cogí una toalla del armario, echándole una pequeña bronca entré al aseo y me quedé de piedra, más tarde rogué que no se hubiera dado cuenta. Fran, estaba completamente desnudo dentro de la bañera, mirando hacia mí, con la toalla de lavabo pequeña se secaba el cabello cubriéndose el rostro. Mi mirada se quedó clavada, clavada en su paquete. Jamás en mi vida había visto cosa semejante, mi marido había sido mi único hombre en la vida, pero había tenido dos hijos y tres hermanos a los que bañé durante años, nada de lo que recordaba se asemejaba al pene de mi nieto, estaba en reposo, ni siquiera morcillón, era grueso y colgaba de su pubis más de 15 cm, madre mía, me dije, cómo será eso en erección ¡¡

El niño estaba como si tal cosa, cogiendo la toalla grande me contaba cómo le había ido en el partido y los amigos que estaba haciendo, no le daba vergüenza ninguna mostrarse desnudo ante su abuela, desde crío tuvo esa confianza conmigo y me congratuló que no la hubiera perdido. Me apoyé en el lavabo escuchando sus palabras como si estuviéramos charlando, y estando ante él, me vino a mi entrepierna una sensación que hacía años no tenía, un picorcillo que casi me obligaba a rascarme el chocho. Más de dos años llevaba sin tener relaciones con mi marido, algún que otro achuchón abrazándome en invierno por detrás, amasando mis tetas o jugueteando con mi vello púbico, pero de sexo, nada de nada, ya lo había dado por perdido, por olvidado.

Fran salió de la bañera y acababa de secarse sobre la alfombrilla, me retiré a un lado y al ser estrecho el baño me tapaba la salida hasta la puerta. El seguía hablando y hablando mientras su polla se movía a derecha e izquierda como el badajo de una campana con los movimientos del secado, tenía que salir de allí, me estaba poniendo enferma, entonces se me ocurrió algo como modo de escapada, pero la inocente respuesta de mi nieto lo que hizo fue complicarlo más.

LC: Nene, déjame salir, me hago pis, voy al baño de mi habitación

FR: Estando ahí el wc ¿?, menuda tontería, mea aquí que me giro, además, si ya te he visto cien veces, jajaja, no me voy a asustar

Como una autómata, me arrimé al inodoro, me subí la falda y me bajé las bragas hasta los tobillos sentándome en la taza, mi nieto me hablaba tranquilamente escuchando el chapotear de mi chorro contra el agua del váter, me limpié con papel y me puse de pie para subirme las bragas, según lo estaba haciendo veía como Fran me observaba como si tal cosa, hablando del partido, sin importarle lo más mínimo el ver la descuidada y poblada pelambrera negra y cana del coño de su abuela.

Eso fue lo que creí en un principio, pero algo fue cambiando durante el resto de la tarde noche, y los cambios los fuimos produciendo entre los dos, como dos amigos llegan a acuerdos pueriles.

Cuando llegó a la cocina ya con el pijama puesto, estaba yo lavando la ensalada en el fregadero, por primera vez desde que llegamos a Madrid fue más cariñoso de lo habitual, se me acercó por detrás y me abrazó apretando sus manos contra mi barriga notando sus brazos fuerte en mis costados, me dio un montón de besos en la mejilla y en el cuello diciéndome, `` mi abuela guapa, que bien me cuidas, cuanto te quiero, abuelita ‘’ , al separase me dio un pequeño azote en el trasero.

LC: Qué zalamero eres, pero esos cariñitos no te libran de poner la mesa

Nos pusimos a cenar, pese a estar en septiembre, como había llovido todo el día, la noche estaba fresca, casi fría. Y se lo dije, de repente, casi sin pensar

LC: Fran, esta noche hace frío, si quieres duermes conmigo como cuando eras pequeño, si no tengo que sacar mantas del armario

FR: Sí, duermo contigo, no andes sacando nada, pero… ya sabes que me muevo un montón, luego no me protestes

Y ahí le allané el camino, yo sola me descubrí, se lo puse en bandeja, pero juro que fue inocentemente, sin ánimo de provocarle.

LC: Ni me voy a enterar, todavía me queda una semana de tomar las pastillas relajantes que me mandaron para la artrosis, no me despierta ni una bomba, por eso solo las tomo si no estoy sola, me da miedo que pase algo y no me entere, no sé, un fuego o que entre alguien en la casa.

FR: Tranquila, abuela, estaré pendiente, yo te cuidaré estos días.

Nada más acabar mis palabras me di cuenta del error, pero las tranquilizadora contestación de mi nieto me hizo recapacitar, anda, anda, Lucía, que sucia tienes la mente, qué va a hacer el chiquillo ¿? Me dije.

Pero aun así, y pese a no haber notado el más mínimo indicio en el chaval, mi cabeza quedó dando vueltas, esa noche apenas tenía molestias, decidí no tomarme la pastilla para ver cómo se portaba el crío. A eso de las once me fui a acostar, Fran, me tomo la pastilla y me acuesto, no te quedes hasta tarde, le dije. Vale, Abu, en cuanto acabe el Un, dos, tres me voy a la cama.

Casi una hora después, casi dormida, escuché como apagaba la tele, fue al aseo y se metía en la cama, traía los pies helados y el muy cabrito los pegó con los míos, me costó no dar un respingo, teóricamente yo debía de estar k.o. Enseguida se acopló de cucharita a mi espalada y me abrazó, estuvo quieto sin moverse más de un cuarto de hora, `` pobrecillo, me dije, y tú pensando en obscenidades, vieja chocha ‘’, me dije.

Pero entonces empecé a oír unos susurros… `` abuela, abuela guapa, estás despierta ¿? ‘’ No me moví, ni me inmuté. Dos, tres, cuatro veces más me preguntó, yo callada, al poco me cogió un brazo y me lo levantó, al soltarlo lo dejé caer como si estuviera muerta.

En eso, se incorporó, se puso de rodillas a mi lado y muy sutilmente me giró hasta dejarme bocarriba, yo apretaba los ojos para no descubrir mi engaño. Y ahí comenzó todo, una aventura descabellada que duraría tres meses, en un principio,  y que yo dejé que pasara. Las pastillas relajantes fueron mí coartada… pero no mucho tiempo.

Yo llevaba puesto un camisón de una pieza, blanco, tenía botones desde el cuello hasta el ombligo. Tal y como estaba, el santito, mi inocente nieto me los fue desabrochando uno a uno, al llegar al último, separó los laterales de la prenda y dejó a la intemperie mis dos tetas y mi incipiente barriga, nunca usé sujetador para dormir, me molestaba. Mis pechos en esa postura de derramaban uno a la derecha y el otro a la izquierda sobre mis costados, cosa de la gravedad, de los kilos y de los años. Guau ¡¡ escuché que decía, y ni corto ni perezoso, me agarró la teta derecha con las dos manos hasta dejar el pezón vertical, me la estuvo amasando un buen rato como hace el panadero con el pan, sin soltarla, con el dedo pulgar jugueteaba con el pezón que para entonces estaba duro como una piedra, gordo y grande como una canica gigante, se agachó y comenzó a chuparlo, a succionarlo con fuerza, a morderlo incluso. El efecto en mí fue inmediato, debo de tener una especie de cable invisible que comunica mi lóbulo de la oreja con mi cuello, mi cuello con mi pezón y mi pezón con mi chichi, pues cada vez que me succionaba o me lo mordía, notaba chispazos en el coño, auténticas corrientes eléctricas. Pero tenía que disimular, debía de parecer como muerta. Cuando se hartó de magrearme la teta derecha repitió el ritual con la izquierda, el mismo o mayor placer sentía yo en la vagina, me notaba mojada como cuando a los veinte años mi marido me metía mano en el cine o en los portales antes de casarnos.

Se detuvo durante unos minutos, aproveché para recuperar el aliento y atenuar la respiración, creí que me vestiría y la función había terminado. Craso error ¡¡

Casi desnuda me dejó cuando empezó el camino hacia abajo, me subió el camisón hasta la cintura, y eso que le costó librarse de mi pesado culo para hacerlo, agarró mis bragas por las comisuras laterales y volviendo a luchar con mi culo me las fue bajando hasta los tobillos, al separarlas de mi coño noté a la perfección como los flujos de mi chocho se despegaban de ellas, me levantó el pie derecho y me las sacó dejándolas presas en el izquierdo. Me separó las piernas todo lo que pudo y se colocó en medio de ellas. Qué me va a hacer este muchacho, a que le doy una hostia ¿? Me dije. Pero no lo hice, me dejé llevar porque mi nieto, a mis 67 años me iba a hacer algo que jamás se le había ocurrido a mi marido, se agachó y puso su cara a escasos centímetros de mi coño, podía notar su respiración en mis labios vaginales, notaba, oía más bien como aspiraba mi aroma, `` me encanta, abuelita, susurró, me encanta como te huele el coñito, ahora voy a probar como sabe ‘’, decía.

Me sobresalté, pero qué locuras dice este crío, me dije, me va a comer el coño ¿? Si eso es un guarrada ¡¡ me conmovía la conciencia.

Pero de guarrada nada, sentir la lengua de Fran en los húmedos labios de mi chichi y correrme fue todo uno, no me pude contener, de mi coño empezaron a salir líquidos que notaba como me mojaban los muslos, por suerte no fue a presión. Ole mi abuela ¡¡ dijo el cabrito, eso es una corrida y lo demás son historias, comentó entre risas el muy pillo. Cuando notó que mi respiración se calmaba, volvió al ataque y empezó a hacerme una comida de coño en toda regla, días después me enteré que se llamaba cunnilinguis, me la suda como se llame, el tema es que fue la sensación más placentera que jamás vivió mi cuerpo, el notar como mi nieto me devoraba, me chupaba, me mordisqueaba el coño, metía su nariz en él y la movía arriba y abajo. Tres veces más, sí, lo reconozco, soy una zorra, una zorra vieja que se corre como una loca en la boca de su nieto, y todo por una toalla, un simple olvido de una toalla en el baño.

Estaba rota, exhausta, agotada, no recordaba haber disfrutado así en mi vida, jamás. Haciéndome la dormida intenté girarme, ponerme de lado, informarle sutilmente que ya no podía más, pero no me dejó, al moverme me sujetó y en voz baja le escuché

FR: Espera, cariño, no es justo, tú te has corrido cuatro o cinco veces, ahora me toca a mí

Me quedé inmóvil, expectante, no sabía cuál sería su siguiente paso, follarme, no, me dije, es muy joven, aun no sabrá. Otro tremendo error, se tumbó sobre mí apoyando su codo izquierdo en la cama, con la mano derecha se agarró la polla y empezó a pasearla por mi embadurnado chocho, me mataba de gusto, pero me mataba de verdad, me iba a morir, y no pude más, cuando noté que su capullo me penetraba le hablé

LC: Qué haces, cariño, qué le estás haciendo a tu abuela ¿?

FR: Me has asustado ¡¡ Abu, es que… me gustas mucho y nunca he estado con una mujer

LC: Y qué quieres que yo haga, muchacho ¡¡

FR: Déjame que te la meta, por favor

LC: Me estás diciendo que te quieres follar a tu abuela ¿? Pero estás loco ¿? Si soy una vieja gorda ¿?

FR: A mí me encantas, ya te he estado tocando y chupando las tetas y el chocho y me ha gustado mucho, a ti también te ha gustado, te has corrido un montón de veces. Me dejas acabar, por favor

Y qué iba a hacer yo, con la polla más grande y dura que he visto en mi vida paseándose por los labios de mi chichi, con las tetas al aire y un joven de guapísimo de 17 años encima de mí

LC: Fran, por Dios, de esto ni una palabra a nadie, eh ¡¡

FR: Te lo prometo Abu. Entonces ¿?

LC: Venga, acaba

FR: No¡¡, quiero que me lo consientas, qué tú me lo pidas dándome permiso, ahora estás despierta, antes no.

LC: Me estás diciendo que quieres que te pida que me la metas ¿?

FR: Sí, abuela, eso o algo parecido

LC: Joder con el crío ¡¡ Venga, va. Ufff… Fran, cariño, fóllame, méteme la polla y córrete dentro de la abuela, por favor… te vale así ¿?

FR: Sí, abuela, ha sido perfecto.

Sin acabar de decir la frase se dejó caer sobre mí y me metió ese pedazo de tranca hasta las entrañas, pese a lo mojada que estaba, creí que me partía en dos, cuando noté su pubis contra él mío y sus testículos posarse en mis nalgas creí estar viendo el universo, mis ojos hacían chiribitas y veía algo parecido a un cielo de verano estrellado

LC: Por Dios, Fran, que pedazo de polla tienes, me vas a reventar, sácala por favor

FR: Espera, espera, me quedo quieto, acostúmbrate a ella, cuando tú me digas empiezo a moverme.

Con aquel mástil en mi vientre, sintiéndolo en mi estómago, quieto, sin menearse, me fui acostumbrando al envite… volví a excitarme.

LC: Ya, cariño, muévete ya, córrete dentro de la abuela, fóllame, mi amor.

Y joder si me folló, de dónde sacaría las fuerzas y el aguante este muchacho, adentro y afuera, adentro y afuera más de diez minutos, sin parar, golpeando con su capullo mi propio útero… pero qué gusto me dio, qué placer el ser sometida a los 67 años por un jovencito y … qué morbo, joder ¡¡, qué morbo que ese jovencito sea tu propio nieto, sangre de tu sangre.

Cuando empezó a gritar, ahí te va, abuela, ahí te va ¡¡ yo ya me había ido dos veces más, al sentir como mis entrañas ardían presas de unos incontables chorros de leche hirviente… me fui por tercera vez.

Cuando se bajó de mí, me quedé quieta, intentando recomponerme física y mentalmente, qué has hecho, Lucía, me preguntaba, te has follado a tu nieto ¿?

Sin decir ni palabra, viendo como él estaba estirado sobre el lecho… me abotoné el camisón, cogí las bragas y me fui al aseo, al ir andando notaba como un reguero de algo caliente se deslizaba por mis muslos esquivando mi celulitis, me senté en el wc y me limpié como pude, no tenía fuerzas ni para lavarme el chocho en el bidet, me puse las bragas y regresé a la habitación, me senté en la cama de espaldas a él, los dos callados, necesitaba inventar algo, algo que no me hiciera sentir lo puta que era.

LC: Menos mal que mañana, con las pastillas, no recordaré nada de lo que ha pasado, que si no…

FR: Abuela, no te sientas mal, ha sido culpa mía, me he excitado viéndote hacer pis en el aseo, y al verte a mi lado tan dormida… no me he podido aguantar

LC: Fran, déjalo, hemos follado, eso es incesto, somos abuela y nieto, es un pecado mortal, no volverá a pasar

FR: Abuela, sí que va a volver a pasar, si te tomas las pastillas pasará todas las noches y si no te las tomas te pediré permiso.

LC: No te lo daré y no volveré a tomar las pastillas aunque me muera de dolor.

FR: Vale, lo entiendo. Mañana cuando nos levantemos llamaré a mamá y le diré que me apunte interno en el colegio, sé que si seguimos juntos lo volveré a intentar y si me rechazas… lo pasaré fatal. Así que mañana, en el desayuno me dices, tú decides, me apunto interno o me quedo contigo, aceptaré tu decisión sin protestar ni pedir explicaciones.

Ya llevaba yo rato trasteando por la cocina cuando se levantó mi nieto, solo buenos días nos dijimos. Estaba ya tomando su cola cao cuando me preguntó

FR: Abuela, te acuerdas de lo de ayer o las pastillas…

LC: Me acuerdo de todo, Fran, de todo, de la locura que hicimos.

FR: Y ¿?

LC: Y nada, hijo, mi postura es inflexible, ni que estuviéramos locos ¡¡

FR: Vale, tranquila, no te enfades, ahora llamo a mamá.

El tío no se inmutaba, yo creí que sería un arrebato y que después del desayuno empezaría a rogarme, a pedirme que reconsiderara mi postura. Pero no fue así, llevó los cacharros al fregadero, se lavó las manos y la boca, se sentó en el butacón y cogió el teléfono, mi nuera fue quien descolgó. Mami, fue lo único que dejé que dijera antes de poner mis dedos sobre el aparato cortando la conversación.

FR: Qué haces, Abuela, era mamá ¡¡

LC: No lo hagas, Fran, no te metas interno, quédate a vivir conmigo

FR: Con todas las consecuencias ¿?

LC: Sí, cariño, con todas las consecuencias. Ahora, llama a tu madre y dile que solo querías saludarla.

CONTINUARÁ…