Amor de 3 Cap. 01: Encuentro
Este es el primer relato...despues de un par de años de leerlas y tratando aprender de todas, me animo con la primer historia. Espero realmente sea de su agrado y desde ya espero sus valoraciones. Un beso para todas desde argentina.
El avión desciende lentamente. Las horas se hicieron interminables esta vez. Fue un largo trayecto. Quizás lo que más prolongó el paso del tiempo fue esa sensación de soledad que la acompañó durante todo el vuelo. Su nombre es Romina y el viernes 16 de Enero de 2011 desciende sobre una exótica ciudad de Dubai. Con tan sólo 27 años ha llegado a conocer variadas y exóticas ciudades. No fue tan difícil a decir verdad, su trabajo, ser azafata, le permitió viajar por todo el mundo.
Al principio todo resultaba excitante y emocionante. La inexperiencia y el provenir de un pequeño pueblo olvidado hacían que todo nuevo lugar donde descendía la alucinara. Pero ya habían pasado más de cuatro años desde su primer vuelo. Las cosas ya no eran como antes. Las distintas ciudades se convirtieron en un espacio más del mapa. Los viajes, la oportunidad de conocer tantos lugares, una vez la llenaron; pero ahora necesitaba algo más.
El avión aterrizó a las seis de la tarde. Ya eran más de las diez. Estaba recostada en la cama del hotel mirando el techo. No puede dejar de pensar. Esa sensación de soledad y vacío la está consumiendo. Necesita dejar de estar sola. Necesita alguien con quien compartir su vida. Los minutos avanzan y con ellos una sensación de inquietud. Su cuerpo está cansado de estar quieto. Un inexplicable deseo de ponerse en movimiento la motiva a saltar de la cama. Al ponerse de pie se encuentra consigo misma en el reflejo de un enorme espejo que se encontraba posando en la pared. Se mira unos segundos a sí misma, se da cuenta de que nunca saldrá de esa soledad que la abruma si se pasa el tiempo tirada en la cama.
Con un sensual vestido blanco, los labios pintados de rojo carmesí, el largo pelo moreno suelto y un escote que finalizaba junto con su espalda desciende por el ascensor para llegar al hall del hotel. No conoce muy bien esta ciudad. No sabe bien hacia donde ir. Pero decide salir a caminar y ver donde el destino la llevará.
La noche esta cálida. Una suave brisa roza su moreno rostro. Camina algunas cuadras y sólo ve restaurantes que están cerrando sus puertas y familias que parecen ya ir a descansar. Al principio esto la desconcierta, pero al mirar el reloj de plata en su muñeca se da cuenta que ya son más de las dos. Le llevó demasiado tiempo decidirse a salir. Cuando estaba pensando en volver al hotel sus ojos chocan con una joven pareja que estaba besándose apasionadamente en un pasillo tenuemente iluminado. Parecían fusionarse un cuerpo contra el otro. Podía percibir como incluso al aire le costaba encontrar espacio para pasar por entre ellos. No puede dejar de mirarlas. Su cuerpo tiembla y desea todo ese calor. Sus manos anhelan rozar esos cuerpos. Se queda parada mirando aquellas figuras de la noche y poco a poco la excitación se va adueñando de su cuerpo.
Estaba inerte. No quería ni podía quitar la vista de ellas. En silencio las observaba. Quizás fueron segundos, quizás fueron minutos, la verdad el tiempo no importaba mucho. De pronto, un extraño ruido interrumpe sus pensamientos. Una extraña música emana de la nada. Corre su vista tan sólo unos segundos y la extraña pareja desaparece como las sombras desaparecen en la oscuridad. Aún puede oír la música. Pareciera la está llamando. La pareja que la fascinará ya no esta en aquel oscuro pasillo por lo que decide hacer caso al llamado de la música. Sigue el sonido. Éste la lleva a una pequeña puerta pintada de rojo. Por encima de la puerta un cartel luminoso con el nombre de aquel lugar, “Affaire”. ¿Qué podía perder? La noche ya estaba casi terminando.
Era un pequeño pub. La música estaba fuerte y las luces rojas y azules eran lo más llamativo del lugar. Camina hacia la barra del lugar y pide un trago. Se sienta en una pequeña banqueta y comienza a recorrer con la vista todo el lugar. Era un bar de lesbianas y gays. Había parejas de mujeres y hombres que se besaban y acariciaban sin pudor ni vergüenza. Se sentía muy cómoda. Ella era uno de ellos. Muy pocos en su trabajo lo sabían. Pero ella sabía muy bien cuales eran sus sentimientos. En un momento detiene la vista. Posa sus ojos en ella. ¿Quién era esa extraña mujer? No podía dejar de mirarla. La deseaba. Nunca le paso algo igual. Nunca deseó tanto a alguien y menos aún sin conocerla. De ella salía la música. Era la discjockey del lugar.
Ya eran casi las cinco. Hacía tiempo que había entrado en el pub. Sentada junto a la barra no dejaba de mirarla. Y ella se percató de ello. Nadia, la discjockey de Affaire, se percató de aquella extraña mujer que no dejó de mirarla desde el momento en que entró al lugar. Y eso le gustaba. Ella también había posado sus ojos Romina. En el momento en que la vio entrar, en su hermoso vestido blanco al cuerpo, todo lo demás dejó de importar. Mira su reloj para ver la hora. Era bastante tarde. Hacía más de tres horas estaba pasando música y ya estaba cansada. Corre la vista a un costado y hace seña a Sonia, la otra discjockey del lugar. Ésta se acerca y toma el lugar de Nadia.
- Bueno, ya falta poco para que amanezca y no pienso irme de aquí sin conocerla – piensa Nadia. Se acerca a la barra y pide un trago. Toma una banqueta y la ubica junto a Romina. Se sienta frente a ella mientras la recorre con la mirada. Se da cuenta de que logra incomodarla y eso la encanta. La mira fijamente sin decir ninguna palabra. Romina no emite sonido. Simplemente se queda sentada sintiéndose observada. Nadia no titubea un segundo. Desea a esa mujer y no piensa irse del lugar sin ella a su lado. La mira fijamente a los ojos y sonríe, mientras posa su mano sobre la pierna de Romina. Pone su mano debajo del vestido y puede sentir como los diminutos vellos de la pierna se erizan al contacto de su piel. Sigilosamente comienza a subir. Su mano recorre suavemente su pierna. Poco a poco va subiendo. En su interior, Romina, parece estallar. Su cuerpo tiembla y la excitación la comienza a consumir. Su humedad es cada segundo mayor. La mano que la recorre se vuelve su dueña. La domina. La posee. Nadia puede sentir lo que provoca en ella. No piensa detenerse. Quiere poseerla… hacerla suya.
Poco a poco Romina va cediendo. Se deja caer en las fauces del placer. Nadia ahora acerca su cuerpo al suyo. Sin quitar la mano de su entrepierna acerca sus labios al tibio y sedoso cuello de Romina. Con su fría lengua dibuja sobre ese terso lienzo blanco las más deliciosas promesas de placer. Placer… placer al que Romina desea caer. Nadia levanta su rostro. La mira fijamente y agarra su mano. La conduce hacia un pequeño umbral oscuro. La recuesta con fuerza animal sobre la pared. Con sus manos empieza a recorrer sus piernas, levanta su vestido blanco por sobre su cintura. Ella no lleva ropa interior. Posa su mano sobre su húmedo sexo. Al mismo tiempo que su lengua recorre su cuello. Mientras mueve rápidamente, intensamente, ardientemente sus dedos sobre la humedad de Romina, besa los duros y tersos pechos de ella. Con su lengua realiza pequeños círculos sobre sus pezones. Ella la domina. Sus dedos con furia se apropian de su cuerpo. El sudor de sus cuerpos se funde para convertirse en una llama de pasión. Ahora baja. Recorre su cintura, su vientre. Aleja su mano de su sexo para dar lugar a su boca… a su lengua. Ahora está allí. Con furia mueve su lengua de arriba y abajo. Puede sentir como su clítoris se endurece… puede sentir la humedad en su boca... Romina retuerce sus dedos y con sus manos se aferra a la pared que la sostiene. No puede contener tanto placer. Comienza a gemir en la oscuridad. Sus piernas tiemblan. Parece perder el equilibrio. Nadia no cede. Continúa lamiendo su clítoris… bebiendo toda su miel. Al mismo tiempo, con sus manos aprieta fuertemente los pechos de Romina. De pronto se detiene. Levanta el rostro y la mira. La observa. Ella aún continua tan excitada que no deja de gemir y temblar. Y vuelve… vuelve su boca y su lengua a su sexo. Los gemidos de Romina se vuelven cada vez más intensos. Más continuos. La tibia lengua de Nadia juega con su clítoris. Y llega... llega ese explosión que consume a Romina… un orgasmo… fulminante y avasallante. Grita… grita hasta quedarse sin voz. Pierde el equilibrio… sus piernas pierden el control… tiembla todo su cuerpo en tal ardiente pasión…
Nadia levanta su rostro y la mira, se recuesta sobre sus muslos… Romina la mira y abraza su cabeza con sus manos. Aún siente como tiemblan sus piernas. Sin embargo, suavemente obliga a Nadia a recostarse en el suelo. Tendida en el piso es ahora Nadia quien cede a sus deseos.
Romina posa sus labios sobre los de ellas. Se besan con pasión mientras sus lenguas juegan y juegan como dos niñas traviesas en el parque. Romina comienza a recorrer el suave y blanco torso de Nadia. Desprende los botones de la camisa de tul rojo, mientras con su lengua y labios van recorriendo sus pechos y abdomen. El moreno cuerpo de Nadia la excita. Sus pechos y sus duros pezones le saben a chocolate caliente. Con su lengua dibuja mágicas figuras sobre ellos. Sus manos mientras tanto descienden lentamente. Comienza en su abdomen… llega a su vagina donde posa sus manos sin penetrarla ni tocar su clítoris. Quiere jugar con ella unos segundos. Con sus manos frota su vagina, con su lengua lame sus pezones. Su vagina completamente desnuda tal cual el de una niña, suave y tersa como la seda, sus pechos de ardiente chocolate, su piel con un aroma a canela y caribe, la derriten, la encienden. Ahora posa sus fríos dedos sobre el clítoris de Nadia. Comienza con suaves movimientos, realiza círculos, se mueve hacia los costados, se desliza de arriba hacia abajo. Nadia comienza a gemir, es apenas imperceptible el ruido que hace, pero Romina lo siente. Esto la excita aún más. Continúa moviendo sus dedos en su clítoris, besando sus pechos y su abdomen. Ahora comienza a descender. Poco a poco con su boca va llegando a su sexo. Su lengua recorre sus muslos, sus entrepiernas. Recorre jugueteando sus labios, para luego meter su lengua por sobre su clítoris. Su dura lengua lo lame, saborea con su boca su dulce sabor. Dibuja círculos y líneas sobre su clítoris. Al mismo tiempo que con uno de sus dedos la penetra. Nadia está perpleja, sumida en el placer. Las dos tiradas en suelo del aquel pub oscuro, donde nadie las veía o quizás todos las observaban. Romina continúa. Con su lengua lame su clítoris y sus labios, con su dedo la penetra y se adueña de su cuerpo. El sudor de sus cuerpos emana de la pasión y el placer.
Nadia poco a poco va siendo consumida por la lengua y las manos de Romina. Su cuerpo comienza a temblar. Está llegando, termina… con un silencioso grito termina. Su cuerpo se tensa completamente por unos segundos para luego quedarse tal cual la seda.
Ambas yacen tendidas en el suelo del pub. Se miran, y en silencio se contemplan. Toman sus manos y se besan. Se reincorporan y se levantan. Nadia le pregunta si desea ir a su casa a tomar unos tragos y bañarse o, por que no, continuar con lo que acaban de terminar. Romina acepta. Juntas salen del pub y se dirigen a su casa.
Caminaron un par de cuadras hasta llegar. Nadia intenta abrir la puerta cuando Romina toma sus manos por la espalda y la apoya de frente contra la puerta. Con su lengua comienza a rozar su cuello. Sus labios lo besan con fuerza. La piel de todo su moreno cuerpo se eriza. Romina roza con sus manos sus pechos, los acaricia. Luego desciende. Mete por entre sus pantalones una de ellas y toca su vagina. Su mano realiza furiosos movimientos por debajo del pantalón. Nadia tendida sobre la puerta siente como se moja al instante. Su humedad es cada vez más intensa. La mano de Romina la llena de placer, los movimientos son cada vez más rápidos e intenso. Basta unos segundos para que vuelva a tener un orgasmo. Romina continúa besando su cuello. Luego la voltea y besa sus carnosos labios.
- Tengo que irme, ya es demasiado tarde. Mañana debo viajar temprano por la tarde, y todavía debo descansar. – Dice Romina.
- Pero si aún hay tiempo. Quédate un rato nada más. Para charlar un poco… realmente deseo conocerte. – dice suavemente Nadia.
- Lo siento, es realmente tarde. Pero,… - Romina abre su pequeña cartera negra y saca un marcador negro. Luego toma a Nadia del cinto del jeans y lo desprende. Baja su pantalón. Toma su muslo descubierto y en el escribe. Luego sube su ropa, la besa tiernamente y se despide.
Nadia observa como se aleja. Luego pone la llave en el picaporte de
la puerta y entra a su desordenado departamento. Aún está algo desconcertada. No entendía muy bien que había pasado con aquella extraña mujer que tanto placer le supo dar. Su sudor le molestaba. Abre la ducha par darse una baño. Al desnudarse recuerda que le había escrito algo en su muslo. Mira éste y sorprendida sonríe. Era seguro que la volvería ver. Ahora lo sabía. Ella había escrito su teléfono. Toma un papel y lo copia. Luego se mete bajo el agua de la ducha mientras recuerda todo lo sucedido. Mañana la llamaría. Sí, mañana la llamaría…