Amor Comprado Temporada 2: Primer Matrimonio

Hola a todos, estoy de regreso con el inicio de la segunda temporada de "Amor Comprado".

AMOR COMPRADO

SEGUNDA TEMPORADA.

CAPÍTULO IX “PRIMER MATRIMONIO”

DICIEMBRE 2000.

Desperté mareado y con un terrible dolor en el cuerpo; observé detenidamente la habitación y pude darme cuenta de que era un hospital psiquiátrico, pues las paredes eran enormes colchones. Casi en seguida entró un enfermero acompañado de una médico, quienes me llevaron a una sala con mesas, como una sala de visitas.

Cuando los vi, sentí rabia «Seguramente lo hicieron ellos» pensé; apenas me sentaron en la silla, mis padres me observaron con desprecio y prepotencia.

  • Supongo que quieres una explicación por todo esto – dijo mi padre - ¿No es así?
  • ¿Qué ha pasado? – pregunté - ¿Por qué estoy aquí?
  • Necesitas curarte – dijo mi madre – eres un asco.
  • ¿Cómo? – pregunté - ¿De qué hablan?
  • Lo sabemos todo – dijo mi padre – tu noviecito confesó.
  • No entiendo… - empecé a decir.
  • Quizás esto te refresque la memoria – dijo mi madre cuando me mostró una fotografía.
  • Las pruebas son evidentes – dijo mi padre – no soportaremos tener un hijo marica.

Observé con detenimiento la foto que mis padres me habían mostrado, y me llevé una enorme sorpresa al descubrir que Jacko estaba ahí abrazado de Alfonso, mi gemelo «Me confundieron con él» pensé «Aún no saben que él es mi gemelo… y yo no lo delataré» * Tenemos una propuesta – empezó a decir mi madre – si eres astuto, la aceptarás, y saldrás de inmediato de aquí. * ¿Y si no lo hago? – pregunté desafiante. * Yo mismo me encargaré de tenerte aquí hasta que mueras – dijo mi padre - ¿Entendiste? * Y si lograron tenerte sedado todos estos meses – empezó a decir mi madre – lo podrán hacer por más tiempo. * ¿Cuál es el precio? – pregunté. * Es muy fácil – dijo – sólo te tienes que casar con la hija del mejor amigo de tu padre, que además, es accionista en la empresa.

Me quedé sin habla un rato… empecé a crear y recrear imágenes en mi cabeza; veía mi boda… pero también veía a Julio «No quiero perderte, Julio, no puedo perderte» Analicé la situación y, al final, no tenía escapatoria alguna… o me casaba, o me quedaba aquí para siempre.

Al final accedí, y mis padres cumplieron el trato… me sacaron de inmediato de aquel lugar para llevarme de nuevo a la casa, en donde pude disfrutar de una buena cama y una buena ducha… era algo que ya necesitaba.


ENERO 2000.

No podía creerlo, ahí estaba, frente al altar… con Rosario Ugalde, una chica de mi edad, delgada, morena, pelo ondulado, labios rosados delgados, nariz chata, ojos cafés oscuro, y de estatura media… vestida de blanco y tampoco se ve feliz con esta farsa.

El juez inició la ceremonia en donde sólo hablé lo necesario mientras imaginaba que estaba al lado de Julio… una lágrima empezó a caer y le siguieron unas cuantas más, hasta que tuve que correr fuera de ahí para llorar y relajarme.

La chica corrió detrás de mí y me alcanzó cuando estaba a punto de entrar al sanitario del registro civil; cuando me vio, me abrazó y me dio un beso en la frente. * Hagamos esto pronto – dijo – me gustaría conocerte. * No quiero casarme – empecé a decir – quiero estar con él. * Lo sé – dijo la chica – tus padres me explicaron todo.

Me senté en el suelo, el smoking me estaba acalorando demasiado, pero no tenía fuerzas ni ganas siquiera para quitármelo. Rosario me ayudó a levantarme y me volvió a abrazar «Podríamos ser buenos amigos» dijo «Tampoco me quiero casar»

Pronto me di cuenta de que en Rosario tendría una aliada para no llevar una vida tan oscura; al final acordamos casarnos y fingir ser un matrimonio feliz, pero entre nosotros no habrá nada, lo que me pareció perfecto.


MAYO 2001.

TORREÓN, COAHUILA.

Aquí estoy, tratando de cumplir con mi deber de esposo, al final decidí tener una hija con Rosario… mi pequeña Betty acaba de nacer y me siento raro, aunque pienso que me dará un poco de alegría, como lo hacía Óscar… mi hermanito, ahorita ha de tener 15 años… está a punto de entrar a la secundaria, tal cual hice yo cuando tenía su edad.

En cuanto a Alfonso… no lo sé, es extraño que a veces siento como si él estuviera a mi lado; espero que esté bien, después de todo, lo llegaré a buscar en cuanto estemos en la capital… muero por verlo… algún día nos encontraremos de nuevo, ya pasó una vez, puede suceder de nuevo, además… lo extraño demasiado.

Me dispuse a organizar el cuarto mientras Rosario se arreglaba, pues debíamos ir a una fiesta… sinceramente no tenía ánimos para ir, pero debo cumplir con ese deber, se lo debo a Rosario.

ENERO 2002.

TORREÓN, COAHUILA.

Han pasado ya dos años desde que Rosario y yo nos casamos, y llevamos un año viviendo aquí, con nuestra hija, lo que me favorece porque he perdido cualquier tipo de contacto con mis padres; es momento de dar marcha atrás y recuperar la libertad… y es por eso que estamos aquí, en el registro civil, firmando el acta de divorcio… por fin soy libre; además, llevo un año y tres meses trabajando en telemarketing; y me han autorizado el traslado a la agencia de la capital. * ¿Qué harás ahora? – me preguntó - ¿Regresarás a vivir con tus padres cuando llegues a la capital? * No – dije – rentaré un departamento. * Está bien – me dijo – te deseo buena suerte. * Me preocupa que te quedes aquí sola con la niña – dije - ¿Estás segura de que quieres quedarte? * No lo sé – respondió – me da miedo. * ¿Miedo? – pregunté - ¿A qué le tienes miedo? * A empezar de nuevo – dijo – ya estaba acostumbrada a vivir aquí. * No te preocupes – dije – nos irá bien, ya lo verás – dije – además, mi hija no puede quedarse sin su padre.

Rosario al final decidió acompañarme y juntos regresamos a la capital, en donde había dejado muchas cosas atrás… ahora es tiempo de regresar y enfrentar la verdad, cueste lo que cueste… y esta vez, nadie me detendrá.

Estuvimos en la terminal de autobuses alrededor de hora y media, hasta que nos notificaron que ya podíamos abordar el transporte; Rosario y yo nos formamos y cuarenta minutos después, el autobús ya empezaba a avanzar. * Nueve horas y media – le dije – es el tiempo que falta para llegar a la capital. * ¿Estás seguro de querer llegar ahí? – preguntó Rosario. * Sí – respondí – ya di el primer paso y no daré marcha atrás.

Por fin estaba en camino, me sentía inquieto, pues no sabía qué me deparaba el destino, pero necesitaba volver ahí y recuperar un poco de mi vida; sólo de este modo podré recuperar a Julio… y a mi gemelo Alfonso, de quien no he sabido nada en todos estos años… sólo espero que mis padres no le hayan hecho daño.

CIUDAD DE MÉXICO, ENERO 2002.

Por fin estoy aquí, en la capital; hospedado en un hotel con Rosario y mi hija; apenas llevamos un día aquí, justo lo necesario para poder comprar un móvil nuevo adecuado a la ciudad. Rosario se quedó con la niña mientras yo salí a visitar la casa de mi gemelo, esperando que quizás aún viva ahí.

Cuando llegué, Jacko abrió la puerta, y nos saludamos con entusiasmo, pues ya tenía tiempo que no sabía nada de mi cuñado; me invitó a pasar a su casa y me di cuenta de que ya había cambiado mucho, pues tenía decoraciones más elegantes y algunos cuadros colgados en las paredes. * Veo que te ha ido bien – le dije – has cambiado mucho desde la última vez que te vi. * Así es – respondió – dos años han pasado desde aquella vez. * Y muchas cosas más – respondí – a propósito ¿en dónde está Alfonso? * No lo sé – respondió – él se fue…

No podía ser posible, tanto tiempo esperando verlo de nuevo y ahora ya no está… ¿Cómo podré encontrarlo otra vez? No tengo idea de lo que ha pasado aquí en este tiempo, no sé nada. Me quedé un rato con Jacko, platicamos muchas cosas y, al final, me dijo que está estudiando su carrera superior. Me gustó mucho hablar con él, y todo estaba perfecto… hasta que Jacko mencionó a mis padres. * ¿Así que Óscar no está viviendo con ellos? – pregunté - ¿En dónde está? * Está en un internado – dijo. * ¿Y qué has sabido de Andrés? – pregunté - ¿Has tenido algún tipo de contacto con él? * No – respondió – no he sabido nada de él desde que te fuiste. * Algo anda mal – respondí – tendré que regresar a la casa para averiguar qué está pasando. * Tienes mucho valor para enfrentarte a tus padres – dijo Jacko – yo no me atrevería a ir. * Hay muchas cosas que quedaron pendientes – dije – y es tiempo de solucionarlas. * Así es – respondió. * Quiero preguntarte algo más – dije – claro, si no te molesta… * Para nada – sonrió – pregunta lo que quieras. * ¿Qué sabes de Julio? – pregunté - ¿Está con alguien?

La pregunta que le hice le cayó de sorpresa, pues se puso pálido y nervioso «¿Por qué se habrá puesto así?» Al final, me dijo que no ha sabido nada de él desde hace tiempo.

Me despedí de él y le di un fuerte abrazo, junto a la promesa de vernos pronto y actualizarnos de lo que han sido nuestras vidas en todo este tiempo… aunque había algo en él que no me gustaba, era como si me estuviera ocultando algo… en fin, quizás sea imaginación mía.


Es fantástico tener 15 años, toda la vida creía que viviría con Ernesto… pero él se fue, mis padres me dijeron que nos abandonó y ni siquiera se quiso despedir de mí. Me apresuré a arreglarme, pues me estaba esperando Aurora Soto, mi novia.

Cuando salí al jardín, la encontré observando detenidamente las flores; me acerqué a ella y, en cuanto me vio, me sonrió y se acercó a mí para abrazarme y darme un beso en los labios. La rodeé de la cintura y la pegué completamente a mi cuerpo; estaba ardiendo, y me moría de ganas de estar con ella de nuevo. * Óscar – empezó a decir – nos expulsaron del colegio. * ¿Cómo? – pregunté - ¿Es una broma, cierto? * No – dijo – la directora dice que no permite noviazgos ni embarazos en el internado. * Pero no podemos regresar con mis padres – empecé a decir – nos matarían si se enteran. * Óscar, Aurora – dijo la directora – los busca un matrimonio. * En seguida vamos – dije y observé a Aurora - ¿Quiénes serán? * Será mejor que vayamos con la directora – dijo – antes de que nos regañe. * Está bien – dije – vamos.

Ambos nos dirigimos a la dirección y me llevé una enorme sorpresa al encontrar a Ernesto ahí parado, esperando verme «Volvió» pensé mientras que en mi cara se dibujaba una sonrisa «Cumpliste tu promesa» No desperdicié ni un momento y corrí hacia él para abrazarlo y saludarlo «Te he extrañado tanto, me haces mucha falta» le dije. * Con permiso – dijo la directora – debo retirarme. * ¡Óscar! – me abrazó - ¡Me da mucho gusto verte de nuevo! * ¡Y a mí aún más – respondí - ¿Por qué me abandonaste? – pregunté – pensé que no me querías… * No vuelvas a decir eso, tonto – me sonrió - ¿Cómo te voy a dejar de querer, si has sido como un hermano para mí? * Ellos me dijeron que te marchaste porque no me soportabas – empecé a decir. * Es mentira – dijo – ellos me obligaron a irme sin despedirme de nadie. * Me alegra mucho que estés aquí – dije – me hiciste mucha falta. * Y tú a mí – sonreí – y todo este tiempo lejos de ti me hacía querer tener fuerzas para regresar por ti.

Lo volví a abrazar, lo apreté con mucha fuerza, pues no quería que se fuera otra vez y me dejara solo como lo hizo tiempo atrás; no pude soportarlo más y lloré ahí mismo, mientras que Ernesto también hacía lo mismo. * Sácame de este lugar – le pedí en cuando me soltó – no quiero estar aquí. * ¿Por qué? – preguntó - ¿Te han hecho algo malo? * Gracias a nuestros padres me tienen como prisionero – dije – sólo puedo recorrer lugares específicos, pero no puedo salir de aquí. * No puedo – respondió – necesito tener por lo menos 18 años para poder ser tu tutor. * Pero puedes usar la cuenta que mis padres abrieron – sugerí – para poder sobornar a alguien. * ¿Estás loco, Óscar? – preguntó molesto - ¿Cómo se te ocurre que haría algo así? * Ellos esconden un secreto – le dije – no quieren que me acerque a una chica que se llama Sonia – dijo – y es un año más chica que yo. * ¿Y esa chica qué tiene que ver con el “secreto”? – preguntó – No entiendo. * También se apellida Jiménez – dije – y lo poco que pude hablar con ella fue que, hasta donde sabe, la sirvienta con la que vivía le ocultó su origen – hice una pausa y continué – hasta que la dejó en este internado, casi al mismo tiempo que te fuiste. * No es posible – dijo negando con movimientos de cabeza - ¿Hasta dónde son capaces de llegar por ambición? * Por favor, hermanito – le supliqué – tienes que averiguar toda la verdad. * Y lo haré – respondió – no te preocupes.

Abracé a mi hermano y le di un beso en la frente; de repente, empecé a escuchar los gritos provenientes de la dirección del plantel; «Es Aurora» le dije a Ernesto, a quien de inmediato abandoné para correr hasta ella y me enfrenté a la directora.


En cuanto vi que Óscar empezó a discutir con la directora, tomé a Rosario de la mano e intenté hacer que corriera junto conmigo, pero ella se soltó y se quedó inmóvil unos segundos; yo debía hacer algo, y no me iba a quedar quieto. * ¡Óscar, espera! – grité desesperado – vamos, Rosario, debemos alcanzarlo. * Vamos – dijo mientras me seguía.

Rosario y yo corrimos apresurados y, cuando llegamos, la directora ya estaba regañando a Óscar por enfrentarla. Me acerqué a ella, me presenté como el hermano de Óscar y le pedí hablar en privado, a lo que ella accedió y me llevó a su despacho, mientras que Rosario se quedaba con mi hermano, necesitaba evitar que la directora expulsara a Óscar.

La directora me explicó que Óscar y Aurora no podían seguir estudiando en el colegio porque tenían un noviazgo, y yo le pedí de favor que hiciera una excepción con ellos; la directora tardó en ceder, pero lo hizo… por lo menos, Óscar y Aurora no serán expulsados.


Estaba guardando la ropa dentro de las maletas mientras esperaba a que Ernesto me notificara que estaba listo, además, en ese momento estaba vistiendo a la niña, hecho que me ayudó bastante para poder optimizar el tiempo; minutos más tarde, ya estábamos los tres bajando del taxi… estábamos a sólo una cuadra de la casa de mis ex suegros.

Caminamos en dirección a la casa y Ernesto suspiró antes de decidir presionar el botón «Bien, aquí vamos» dijo. Una chica abrió la puerta y se sorprendió de ver a Ernesto; se saludaron efusivamente y nos invitó a pasar.

Observé detenidamente a la chica, es de piel blanca, pelo corto, pintado de rubio y ondulado, tiene pecas y sonríe mucho. * Ella es Rosario – dijo Ernesto. * Mucho gusto – saludé – soy Rosario. * Yo soy Jennifer – respondió – mucho gusto.

Entramos a la casa y dejamos las maletas en el piso, Jennifer, Rosario y yo nos sentamos en los sillones; en eso, va bajando Andrés y, al verme, corrió a abrazarme «Te extrañé mucho, Ernesto» me dijo.

Observé a Andrés, ahora con 20 años, la última vez que lo vi, estaba igual que cuando se fue a sus 16 años… me sorprende verlo ahora, tan cambiado… Andrés se ha dejado crecer el cabello, ha subido un poco de peso y se ve decaído «¿Qué fue lo que le pasó?» * ¡Andrés! – exclamé - ¿Qué te ha pasado? Estás diferente… * ¡Ernesto! – dijo Andrés mientras me abrazaba y empezaba a llorar – Pensé que jamás te volvería a ver. * No me iba a ir para siempre – le dije. * Ellos me dijeron que habías muerto – dijo – incluso he ido varias veces al cementerio a visitar la tumba. * ¡¿Tumba?! – exclamé sorprendido - ¡No tienen límites! * Yo traté de buscarte – empezó a decir – y después lo dejé de hacer. * ¿Por qué desististe? – pregunté. * Me hicieron desistir de mi objetivo – dijo – ellos no querían que siguiera buscándote y por eso me dijeron que… * Ya no digas nada – lo abracé – estoy de nuevo aquí contigo, como antes.

Me dio mucha alegría reencontrar a Andrés y, al parecer, a él también, pues su semblante decaído cambió radicalmente al verme “Te extrañé mucho ‘Loco’ y ellos hicieron que cada día me sintiera peor creyendo que estabas muerto”.

Reencontrarnos fue lo que más deseaba en el mundo, necesitaba darle la cara al mundo, a mi pasado… algunos se alegrarán con mi regreso, pero otros… no sé cómo reaccionarán al verme. De repente, bajaron mis padres al escuchar nuestras voces en la sala, y se sorprendieron bastante cuando me vieron en la casa. Mi hija empezó a llorar y, al ver que Rosario no podía calmarla, la cargué en mis brazos y observé detenidamente a mis padres. * ¿Qué haces aquí? – preguntó mi madre – Creí que jamás te volvería a ver. * Pusiste todo tu empeño en eso – respondí – pero ya ves… Hierba mala, nunca muere. * ¿Cómo pudiste mentirnos? – preguntó Andrés con enfado – A mis hermanas y a mí nos dijiste que Ernesto estaba muerto, mamá ¿Cómo explicas esto? * Tu madre y yo no tenemos nada que decir – dijo mi padre – no tienen derecho a reclamar nada. * ¡Ustedes no pueden tratarnos así! – empezó a decir Andrés – No es… * Andrés – lo interrumpí – déjalos.

Me puse enfrente de Andrés y lo obligué a mirarme, éste movió su cabeza y murmuró «Está bien» Andrés salió de la casa y yo lo seguí, logrando convencer a Andrés de que me permitiera acompañarlo a donde él quería ir. Ambos subimos al auto familiar y de inmediato lo empezó a conducir. * Ernesto ¿Lo has buscado? – me preguntó. * ¿A quién? – pregunté haciendo una mueca de confusión. * A Julio – respondió – Es decir… * No digas más – lo interrumpí – no lo he buscado. * ¿Y lo harás? – me preguntó – Quiero decir… * Sí – respondí – por lo menos merece una explicación de lo que pasó.


Estaba feliz de que Julio haya venido a mi casa, aún no puedo creer que esté con él… pero tenía que llegar Ernesto, y eso no me gusta para nada… si ellos dos se reencuentran, es muy probable que resurja lo que tuvieron tiempo atrás… y yo no puedo perder a Julio… no se repetirá la historia de Ernesto… jamás me alejaré de él, jamás. * ¿En qué piensas, Julio? – me preguntó – ¿Estás preocupado? * No pasa nada, Alfonso – dije – es sólo que recordé a Ernesto. * Tranquilo – me sonrió – ya no pienses en él, él ya es pasado…


Julio me observó y golpeó la pared, para después murmurar «Déjalo en paz» Suspiré y lo abracé, pero él me rechazó «¿Cómo puedes decir eso de Ernesto?» murmuró. * Es la verdad – dije – Los muertos no regresan ¿O sí? * No – dijo con pesadez. * No tiene caso recordar a un muerto – dije. * Pero sabes que él significó mucho para mí – dijo molesto – cuando empezamos a salir acordamos que no lo ofenderías nunca… ¿O es que tengo que recordarte lo que acordamos aquella vez? * Está bien – respondí molesto – no vuelvo a hablar de él – dije mientras le daba la espalda. * Alfonso – suspiró – discúlpame, tú sabes que Ernesto fue y siempre será mi único amor… * ¿Entonces sólo has jugado conmigo? – le pregunté molesto - ¿Acaso piensas que estás con él cada vez que me ves?


Me quedé callado ante la pregunta de Alfonso… y es que cómo puedo decirle que lo que sentí por Ernesto jamás lo he olvidado, cómo le digo que si estoy con él es por simple espejismo y que si tan sólo pudiera escuchar que Ernesto está vivo, correría a buscarlo sin importar las consecuencias…. * Ernesto está vivo – dijo Alfonso, como si leyera mi pensamiento – Mis padres nos mintieron todo este tiempo. * ¿Ya lo viste? – pregunté exaltado - ¿Está bien? * Sí – respondió – está en la casa de mis padres….


Julio no esperó a que terminara de hablar, tan solo se levantó y salió corriendo de la casa; intenté alcanzarlo pero me fue imposible hacerlo, Julio ya había abordado su auto y estaba poniéndolo en marcha «Te odio, Ernesto» pensé «No luchaste por Julio y ahora es mío… y no permitiré que me lo quites»


«Por fin estoy aquí» murmuré «Es tiempo de que nos veamos frente a frente, Ernesto… es tiempo de afrontar la verdad y saber qué es lo que sientes por mí» Toqué el timbre y la puerta se abrió de inmediato, dejándome sorprendido al ver a la persona que estaba detrás del umbral… «Es momento de afrontar el pasado»


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