Amor Comprado: Si pudiera tenerte una vez más

«Jamás te amé, no me importa lo que pienses, digas o sientas… mi vida es Julio, y sólo a él es a quien he amado»

AMOR COMPRADO

CAPÍTULO X “ONE MORE TIME”

ENERO 2002.

Después de tocar la puerta varias veces, por fin se abrió… y lo primero que vi fueron aquellos ojos cafés que tanto brillaban cuando me veían… si tan sólo pudiera retroceder en el tiempo y volver a estar contigo como antes…. http://www.youtube.com/watch?v=kiRw5550Ofo

I’d say a prayer each time you smile (Rezaría cada vez que tú sonrías

cradle the moments like a child          reteniendo los recuerdos como niño

I’d stop the world if only I                Detendría al mundo si tan sólo

could hold you one more timepudiera tenerte una vez más)

  • Julio – exclamó sorprendido – ¿Cómo supiste que estaba aquí?
  • Me lo dijo Alfonso – respondí - I'd say a prayere each time you smile

cradle the moments like a child

I'd stop the world if only I

could hold you one more time

one more time

one more timeI'd say a prayere each time you smile

cradle the moments like a child

I'd stop the world if only I

could hold you one more time

I'd say a prayere each time you smile

cradle the moments like a child

I'd stop the world if only I

could hold you one more time

I'd say a prayere each time you smile

cradle the moments like a child

I'd stop the world if only I

could hold you one more time

I'd say a prayere each time you smile

cradle the moments like a child

I'd stop the world if only I

could hold you one more time

y quise venir a verte.

Abracé a Ernesto con mucho entusiasmo… es increíble que volvamos a vernos; me quedé así unos instantes hasta que le pedí que me acompañara a recorrer las calles de la ciudad; Ernesto no quería, pero lo convencí para que me acompañara y, justo en el momento en que nos íbamos, llegó Alfonso.


Apenas llegué, me enfurecí aún más al verlos tan cerca que no pude contener mi rabia y me abalancé sobre Ernesto, quien me sorprendió cuando se defendió muy bien de mí, haciendo que ambos termináramos con varios golpes.

Julio se acercó a mí y me levantó del suelo para después sujetarme de los brazos con fuerza, evitando que volviera a golpear a Ernesto. De repente, me sorprendió escuchar una voz que por algún motivo me resultaba familiar; levanté la cabeza para ver a aquella persona que estaba llegando a saludar, y me llevé una enorme sorpresa al ver que era Diego Serrano, uno de mis amigos de aquellos días en el instituto. * ¡Ernesto! – exclamó – No sabía que habías regresado. * Así es – dije con expresión de molestia – mi gemelo ha regresado, pero no dejaré que se meta con mi novio. * Tú y yo tenemos que hablar – me dijo Diego – ven conmigo. * ¡Suéltame! – grité – No iré contigo a ningún lado. * No te conviene hacer este tipo de escenitas – comentó Diego – es mejor que cooperes, vamos.


Diego forzó a Alfonso, quien no quería ir con él, y la verdad, no lo culpo. Cualquiera que haya visto a Diego se asustaría… está casi igual a como lo vi la última vez, solo que su estilo de vida es un tanto… Dark.


  • Discúlpame – dijo Julio apenado – no pensé que…
  • Sí, lo sé – respondí – entiendo lo que pasa.
  • Tengo algo que mostrarte – dijo Julio – espera un momento.

Julio sacó su reproductor portátil de su bolsillo, colocó los audífonos, buscó una canción y me puso un audífono en mi oído «Escucha esta canción – dijo – Es mi favorita»

La música empezó a sonar a través de los audífonos y pude identificar con rapidez la canción que Julio quería que escuchara « Me siento tan bien, así cuando tú rozas mi boca dulcemente, solo tú y me dices que no es amor, que es más… aúnhttp://www.youtube.com/watch?v=SKIAfwLytrk * ¿Aún la conservas? – pregunté asombrado – pero si yo la tenía en mi antiguo móvil. * Sí – respondió – pero cuando te fuiste, de inmediato compré el disco y transferí la canción al móvil.

Me quedé completamente anonadado, no podía creer lo que estaba escuchando «Guardó esa canción por mí» Me quedé observando su rostro y pude notar que volvía a sonreír con aquel brillo especial que sólo tenía cuando estábamos juntos… cuando nuestras líneas de vida estaban entrelazadas… ahora no sé si nuestras líneas sigan entrelazadas… o quizás es tiempo de dejarlo atrás y continuar mi vida, pero con alguien más.


Diego y yo caminamos unas cuadras hasta llegar a su auto, en donde me metió a la fuerza y enseguida se metió él. En cuanto me vio, se acercó a mí y empezó a besarme de nuevo… sus besos son tan salvajemente sexies… que podría vivir así toda la vida… pero no, necesito a Julio como novio para poder sentir esta adrenalina que tengo con Diego. * No podemos permitir que ese par se vuelvan uno solo otra vez – exclamé. * Tranquilo, Alfonso – dijo – ya veremos cómo evitarlo. * Tengo una idea – respondí – alguna vez me comentaste que tu jefe quería a Ernesto ¿cierto? * Claro – dijo Diego – puedo hablar con el viejo Covarrubias para que nos ayude con el asunto. * Exacto – respondí – Ernesto sabrá lo que es tener sexo duro y salvaje con varios tipos al mismo tiempo y a pelo ¡Jajajajaja!


Julio y yo decidimos salir un rato a recorrer algunas calles de la ciudad y no tardamos en llegar a su casa; al entrar, nos dimos cuenta de que sus padres no estaban, y Julio aprovechó muy bien la situación, pues me llevó de inmediato a su recámara; al entrar, ambos nos empezamos a besar y a desnudar con una rapidez impresionante, incluso yo mismo quedé sorprendido de verme desnudo en cuestión de segundos.

Julio poco a poco fue guiándome hasta su cama, hasta que me atrapó con su cuerpo; sin pensarlo dos veces, enredé mis pies en su cadera, tomé su cabeza con mis manos y lo acerqué a mí para darle un beso profundo, pasional… hace tiempo que no probaba sus labios. * Hazme tuyo – le dije – quiero que seas el primero y el único que me penetre. * De acuerdo – respondió mientras me empezaba a besar todo el cuerpo. * Hazlo despacio – le dije.

Julio me levantó las piernas y colocó su pene justo en la entrada de mi ano, de repente, empezó a ejercer presión y yo lo detuve repentinamente, pues me estaba doliendo demasiado. * ¡Espera! – exclamé mientras lo trataba de apartar de mi cuerpo. * Relájate – dijo – si no, no podré penetrarte. * Me dolió – respondí – y ni siquiera entró. * No pasa nada – dijo mientras se acercaba a mí para besarme – te amo. * Y yo a ti – dije – pero me da miedo. * No temas – sonrió – procuraré no lastimarte.

Julio me distrajo con sus besos un rato, hasta que otra vez empezó a ejercer presión; yo me quejé pero Julio me siguió dando besos y me sujetó las manos con fuerza, logrando inmovilizarme; poco a poco sentí cómo su pene se iba abriendo paso «Me duele» le dije «Julio ¡Para! ¡Me está doliendo mucho!»

El dolor era inaguantable, y Julio no me dejaba moverme ni un centímetro; cuando Julio se detuvo, respiré profundo… estaba bañado en sudor debido al esfuerzo… «Está todo adentro» dijo Julio sonriente.


Fue complicado penetrar a Ernesto, pues no estaba relajado y contraía demasiado su ano; así que tuve que ejercer presión para que entrara mi pene, y por fin lo logré. Me acerqué a él para besarlo mientras empezaba a mover mi cadera con suavidad y lentitud, tocando cada rincón de su cavidad anal.

No me arriesgué a pedirle cambiar de postura, pues al ser su primera vez no está en condiciones para hacerlo, pero ya tendremos oportunidad de experimentar más cosas… lo importante ahora es que nos hemos unido en cuerpo y alma.


Después de estar un buen rato así, Julio terminó eyaculando, pero no lo quiso hacer adentro, retiró su pene y su semen cayó en mis glúteos y alcanzó a cubrir mi abdomen, mientras que yo me masturbaba hasta lograr expulsar también el mío, el cual cubrió parte de mi pecho y mi abdomen, mezclándose con el suyo.

Julio y yo no dijimos nada, tan solo nos reímos y nos abrazamos… hace tiempo que no sentía esta felicidad invadir mi cuerpo, y la verdad, me agradaba demasiado sentirla; Julio me llevó hasta el cuarto de baño y ahí nos seguimos besando; nos apresuramos a tomar una ducha juntos y, después de vestirnos, me ofreció algo de comer pero, después de consultar la hora en el reloj de pared, le dije que no podía aceptar, pues ya debía irme lo antes posible. * Espera – me dijo – quiero darte algo. * Pero yo… - empecé a decir, pero Julio me interrumpió. * No te vayas todavía – me pidió – no te quitaré mucho tiempo, lo prometo – sonrió – sólo quiero darte algo para que me recuerdes siempre. * ¿Estás seguro que es algo rápido? – pregunté. * Por supuesto – sonrió - ¿Confías en mí? * Está bien – sonreí – te espero. * No tardo – dijo Julio.


Sonreí y me dirigí a mi cuarto, abrí mi cajón donde guardo mis sweaters y busqué una caja de madera, al encontrarla, la abrí y comprobé el contenido, para después cerrarla y regresar con Ernesto «Seguro le agradará» pensé cuando le di la caja. * ¿Qué es esto, Julio? – preguntó - ¿Qué hay aquí adentro? * Ábrela – dije entusiasmado – no te diré nada, es una sorpresa.

Ernesto abrió la caja y sonrió al ver lo que había adentro «Julio, no te hubieras molestado» me dijo mientras tomaba el reloj de muñeca «Es perfecto» dijo. Ernesto se puso de inmediato el reloj y me abrazó con fuerza «Es un gran detalle» dijo «Pero lo que hoy compartimos, es aún más valioso que lo que me has regalado hoy» dijo, después me dio un beso en la mejilla y me sonrió; enseguida salió de mi casa y lo vi alejarse lentamente.


Estaba en la cafetería platicando con unas amigas cuando vi pasar a un chico que conocía muy bien y tenía tiempo que no lo veía. Me disculpé con las chicas y me salí con prisa de ahí para poder alcanzar a este chico; tuve que correr para poder llegar a donde él estaba y, cuando lo logré, puse una mano en su hombro, lo que hizo que el chico volteara. * ¡Carmen! – dijo Ernesto - ¡Qué gusto verte otra vez! * ¿En dónde has estado? – le pregunté mientras lo abrazaba – No había sabido nada de ti en un largo rato. * Es una larga historia – respondió.


Me sorprendió encontrarme a Carmen… aún recuerdo a esta chica, seguía conservando su figura, tan delgada como la recordaba, su rostro moreno y sus ojos cafés; su nuevo look la hacía ver elegante, dejó crecer su cabello y ahora lo tiene largo y ondulado.

Caminamos en dirección a una plaza cercana, mientras platicábamos de lo que han sido nuestras vidas en el tiempo que no nos hemos visto. Carmen me dijo que aún se reúne con los chicos de vez en cuando… excepto con Diego. * ¿Y no los ha buscado? – pregunté. * Nos alejamos de él – dijo Carmen – se ha vuelto muy violento, además… * ¿Además que? – pregunté inquieto – dime, Carmen. * No, nada – exclamó – me tengo que ir. Me dio mucho gusto verte. * A mí también – dije – nos vemos luego. * Toma – dijo mientras apuntaba su número telefónico y su dirección. * Muchas gracias – sonreí – cuídate mucho. * Igualmente – sonrió – me voy, se me hace tarde.


Estaba a una cuadra de llegar a mi casa cuando me alcanzó mi gemelo Alfonso y me pidió unos instantes para hablar, a lo que no me negué, pues, después de todo, es mi hermano y lo quiero mucho aunque no hayamos tenido muchos momentos juntos. * ¡Ernesto! – gritó ¡Espera! * ¿Qué sucede? – le pregunté mientras me detenía y giraba mi cuerpo para poder verlo. * Sólo te lo advertiré esta vez – dijo mientras se paraba a escasos centímetros de mí – aléjate de Julio. * Alfonso… ¿qué te pasa? – pregunté confuso. * Pasa que me estás quitando a mi novio – dijo enojado – y no te lo permitiré. * ¿Julio y tú… - empecé a decir. * Sí – respondió – lo que pasó entre ustedes ya quedó atrás, ahora es mi tiempo, mi momento. * No quiero tener un conflicto contigo – empecé a decir – pero si quieres rivalizar conmigo, te puedo responder. * Él es mío – empezó a decir – y yo… * Hagamos esto democráticamente – le dije – yo intentaré reconquistarlo, y tú también harás lo mismo – dije – y Julio elegirá a uno sólo, pero será decisión de él ¿Te parece?

Alfonso me observó con odio y rabia, tenía el rostro enrojecido y estaba temblando de coraje, apretando sus puños; alzó un brazo e hizo un movimiento que casi termina en un golpe en mi rostro, pero se detuvo a unos centímetros y se marchó sin decir nada, hecho que me dejó respirar con más tranquilidad.

De repente, mi móvil empezó a sonar y tan rápido como pude, tuve que contestar; mil cosas me pasaron por la mente en cuanto escuché la voz de Rosario. * Ernesto – dijo - ¿En dónde estás? * Caminando rumbo a la casa – respondí – ¿Qué sucede, Rosario? * Estoy en el hospital – dijo – la niña tiene fiebre. * Espérame – dije – voy para allá, no tardo.

En cuanto escuché esto, le pedí a Rosario la dirección del hospital y abordé un taxi; al llegar al hospital, busqué a Rosario pero no la vi, le pregunté a una enfermera y me llevó al consultorio donde estaban. Al final, el médico nos hizo unas recomendaciones y nos extendió una receta para medicación.


Me arreglé lo mejor que pude, pues había quedado de verme con Tania; según ella, necesitamos hablar de muchas cosas; en fin, apenas terminé de peinarme, me puse mi chamarra de mezclilla y caminé al parque donde habíamos quedado.

Al llegar, Tania ya estaba esperándome sentada en una banca; en cuanto me vio, se levantó y me abrazó, para inmediatamente sentarnos y poder platicar. * ¿Ya te enteraste, Luis? – me preguntó. * ¿De qué? – pregunté. * Ernesto – dijo. * ¿Qué sucede con él? – pregunté inquieto – Hace tiempo que no lo vemos. * Ha regresado – dijo. * ¡Oh no! – exclamé – ¡No puede ser! * Necesitamos buscarlo pronto – dijo Tania – pero no sé en dónde buscarlo. * Quizás haya regresado a su casa – dije – podríamos… * No podemos ir a su casa, Luis – dijo rotundamente – sus padres no nos dirán nada.

Tania tiene razón, aunque les insistamos a los padres de Ernesto que nos digan su paradero, no lo harán, y en serio nos urge encontrarlo… esto es un lío. De pronto, recordé que aun teníamos una última esperanza: Julio. Si tan sólo pudiéramos visitarlo, él podría decirnos algo, pues él sería la primera persona que Ernesto visitaría a su regreso. El problema es, si Ernesto no lo ha visitado, no tendrá caso visitar a Julio. * Vamos con Julio – le dije a Tania. * ¡Hola chicos! – saludó Carmen – Vaya ¡Qué sorpresa! * Sorpresa nos has dado tú – dijo Tania – Hace tiempo que no te veíamos. * Lo sé – dijo Carmen – lo bueno es que los encontré hoy, igual que a Ernesto. * ¡¿Ernesto?! – gritamos al unísono – Carmen, necesitamos hablar con él de inmediato. * Por supuesto – respondió Carmen sonriendo – está en su casa.

En cuanto Tania y yo escuchamos eso, nos dirigimos a prisa a la avenida para abordar un taxi, mientras Carmen nos seguía «¡Eh, chicos, Espérenme!» gritaba mientras corría hacia nosotros. Al final, los tres llegamos a la casa de Ernesto y las chicas se bajaron mientras yo le pagaba al chofer.

Finalmente alcancé a las chicas, quienes ya habían presionado el botón del timbre de la casa; lamentablemente, transcurridos unos 45 minutos, nos tuvimos que retirar, puesto que nadie nos atendió.


Por fin estoy llegando a la casa de mi familia de sangre, la familia Jiménez; Paula presionó el botón y se escuchó el sonido del timbre, minutos después, nos atendió un chico, de aproximadamente 16 o 17 años. * Buenas tardes – dijo amablemente - ¿Qué se les ofrece? * Buenas tardes – dijo Paula – me llamo Paula Lozano. ¿Se encuentra el Sr. Ignacio Jiménez? * Por el momento mi padre no se encuentra – dijo - ¿Se le ofrece algo? – preguntó el chico. * ¿Cuánto tiempo tardará en regresar? – preguntó Paula.

El chico nos iba a decir algo, pero en ese momento estaba llegando el Sr. Ignacio, según dijo Paula, quien de inmediato se puso a platicar con él por un largo rato, hasta que; sin previo aviso, Paula se despidió de mí y me dijo que me tenía que quedar en esa casa.


Me estaba divirtiendo en el bar cuando llegaron Diego y Alfonso «Rayos, adiós a mi ligue» pensé mientras me despedía del chico con el que había estado bailando. Me acerqué a ellos y los saludé con demasiado entusiasmo pero, al parecer, habían tenido un mal día. * ¿Qué sucede? – pregunté - ¿Pasa algo malo? * No pasa nada, Jacko – dijo Alfonso mientras se acercaba a mí y pegaba su cuerpo al mío – relájate, todo está bien – Alfonso me rodeó de la cintura y me empezó a besar el cuello mientras restregaba su paquete en mi trasero.

Alfonso estaba actuando de forma inusual… no sé, algo me decía que tenía que retirarme pronto, pero cuando me despedí de ellos, me convencieron de quedarme un poco más «No te vayas, quédate un rato más aquí, conmigo»

Terminé accediendo a su petición, y pronto estábamos los tres bebiendo, riendo y bailando, hasta que no supe más de mí y terminé en un profundo sueño.


Estaba arreglándome en la habitación; hace tiempo que no me veía así, tan feliz… el saber que Ernesto no murió me ha devuelto aquella parte de mi vida que creí haber perdido cuando me dijeron eso.

Jennifer entró en la habitación y me apresuró para salir, tomé mi chamarra y salimos a prisa de la casa. En el trayecto, Jennifer y yo estuvimos pasando por unas amigas de ella y también algunos amigos míos, para después llegar al salón de fiestas, donde se había organizado el baile.


Me sentía mareado, y escuchaba voces alrededor de mí, pero no podía identificarlas… «Me duele mi cabeza» murmuré. No sentía las piernas, pero tenía frío… «¿Por qué tengo frío?» Empecé a observar el lugar, era un cuarto con demasiada iluminación… de repente siento un tremendo dolor en el ano.

Me estaban penetrando, pero mi cuerpo no respondía bien y, a pesar de los esfuerzos por tratar de levantarme y moverme, no pude conseguir nada… estaba como drogado, o algo así.

Empecé a recuperar por completo mis sentidos hasta que pude sentir mi ano completamente húmedo… el chico había eyaculado en mi interior «¿En dónde estoy?» Grité «¿Qué es esto?»

De repente los chicos que estaban a mi alrededor me desataron y me ayudaron a levantarme; escuché una voz que dijo «El film ha terminado» * Muy bien hecho, Jacko – escuché una voz que recordaba muy bien - ¿Disfrutaste ser la estrella principal? * ¿Qué significa esto, Alfonso? – pregunté enojado - ¿Por qué estoy aquí, desnudo, en una filmación porno? * Porque así debe de ser – respondió – Tu ano es muy tragón – sonrió – te quedó todo el semen de cada uno de nosotros.

No soporté más la situación y empecé a llorar, me moría de rabia, impotencia, desesperación, miedo y frustración… «¿Cómo pudiste hacerme esto» le grité mientras trataba de golpearlo, pero varios chicos me sujetaron y me tiraron al piso. * ¡Suéltenme! – grité con desesperación - ¡Déjenme ir! * Tú no irás a ninguna parte – dijo Alfonso tranquilamente – ahora vives aquí y no puedes salir por ningún motivo. * Creí que me amabas – le dije – creí que… * Eres un estúpido – dijo – yo jamás te amé. * Mírame – dije – si es cierto que nunca me amaste, veme sin desviar la mirada y dilo de nuevo.

Alfonso se acercó con rabia y me sujetó el rostro con fuerza «Jamás te amé, no me importa lo que pienses, digas o sientas… mi vida es Julio, y sólo a él es a quien he amado ¿Quedó claro?» Alfonso me miró con rabia, pero una lágrima comenzó a resbalar en su mejilla. Me soltó y se alejó con prisa «Necesito irme de aquí»


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