Amor Comprado: Por fin te encontré.

Sin esperarlo, Ernesto ve a su gemelo en un restaurante.

AMOR COMPRADO.

CAPÍTULO VI “El Regreso”

SEPTIEMBRE 2000.

Me desperté cansado y con un terrible dolor de cabeza «¿Qué me pasó?» pensé «¿En dónde estoy?» me pregunté mientras trataba de levantarme de la cama en donde estaba. Cuando volteé a ver a quien estaba abrazándome, encontré a Julio durmiendo en la misma cama en donde yo había dormido. Me levanté como si me hubieran impulsado con un resorte y, obviamente, debido al movimiento, Julio también despertó; al verme, se puso rojo como tomate y se levantó también, se notaba que estaba nervioso.

  • ¿Qué pasó? – le pregunté – Julio ¿Qué hago aquí?

  • Yo, eh… bueno – empezó a decir con nerviosismo – te… te traje aquí porque… estabas borracho y no podía llevarte así a tu casa.

  • ¡Oh no! – exclamé - ¡No puede ser!

Me espanté al ver que Julio sólo tenía puestos sus calzoncillos; me observé y también estaba igual que él «¿Qué he hecho?» pensé «Necesito irme de aquí ahora mismo, ya después tendré tiempo para dar explicaciones» Traté de buscar mi ropa con la mirada pero Julio se puso enfrente de mí, evitando que viera el resto del cuarto. Sentí que mi corazón palpitaba a una velocidad impresionante, y me seguía doliendo un poco la cabeza «¿Qué rayos pasó aquí?» murmuré.

  • No pienses mal – dijo – yo te traje aquí debido a que estabas demasiado borracho y…

  • ¡Ay no! – exclamé mientras recordaba el beso – ¡tú me besaste!

- Espera – dijo – todo tiene una explicación…

- Lo lamento – dije – me tengo que ir.

- Por favor – dijo mientras me sostenía el brazo – permíteme explicarte lo sucedido.

- No me digas que tú y yo… - empecé a decir.

- ¿Qué? – preguntó - ¿Piensas que tuvimos sexo?

- ¡¿Lo tuvimos?! – exclamé demasiado alterado, estaba a punto de romper en llanto.

- ¡Cálmate! – dijo - ¡Por favor!

Se acercó a mí y me abrazó, yo me aferré fuertemente a él mientras hundía mi rostro en su pecho; me sentía sucio, al pensar en la bajeza que cometí. Julio me rodeó con un brazo mientras me acariciaba el cabello con la mano que le quedaba libre, hasta que levantó mi rostro para que lo pudiera ver fijamente. Me sentía como un pequeño llorando por haberse lastimado.

De repente pasó, lo que yo había ansiado que pasara de nuevo por fin lo estaba viviendo; aquel beso, un beso tierno, suave, sintiendo el contacto de mis labios con los suyos mientras me atrapaba entre sus brazos, exactamente igual que aquella vez en el bar, cuando me besó por primera vez.

  • Ernesto – dijo - ¿Quieres… quieres ser…

  • ¿Tu novio? – terminé la frase – ¿Quieres que yo sea tu novio?

  • Sí – dijo mientras su rostro moreno se iluminaba con su sonrisa, haciendo una perfecta combinación con el brillo de sus vivos ojos color miel.

  • Ernesto – dijo Julio mientras me observaba fijamente a los ojos – no tuvimos sexo.

En ese momento me acordé de una canción y le pedí que me esperara, pues debía buscarla en mi celular http://www.youtube.com/watch?v=SKIAfwLytrkMe siento tan bien, así cuando tú tocas mi corazón, mi mente, sólo tú

  • Me gustó mucho la canción – dijo – será nuestra canción.

  • Claro – respondí – sólo nuestra y de nadie más.

Julio me acercó a él y me volvió a besar, mientras que yo le acariciaba el pelo con suavidad; era como un sueño… el mejor sueño de mi vida. Tener a Julio sólo para mí, es estar en un mundo lleno de felicidad infinita. Me despedí de él y me vestí con rapidez, pues debía estar pronto en mi casa; Julio me pidió que lo esperara a que se vistiera para llevarme en su auto.

  • No te preocupes – dijo mientras se colocaba sus zapatos – llegaremos rápido.

  • Eso espero – dije – o si no, tendré demasiados problemas.

  • No los tendrás – me dijo, dedicándome una hermosa sonrisa – confía en mí.

Nos apresuramos para salir de su casa; abordamos su auto y me llevó a mi casa; en cuanto estuvimos enfrente de mi casa, salió de su auto para acompañarme a la entrada de mi casa; al abrir la puerta, me encontré a mi madre jugando con el niño y, en cuanto nos vio, nos saludó.

  • ¡Ernesto! – exclamó - ¿Qué hora son estas de llegar? – dijo molesta.

  • Mamá… - empecé a decir - …yo…

  • Buenos días, señora – saludó Julio – discúlpeme, yo invité a su hijo a un cumpleaños de uno de nuestros amigos y se nos hizo tarde… nos quedamos en casa de nuestro amigo.

  • Bueno – dijo mi madre – está bien, muchas gracias por acompañarlo hasta aquí, se ve que eres un buen muchacho.

Me apresuré a fregar platos antes del mediodía, puesto que mi madre me dijo que Karla estaba por llegar a la casa, y esta vez, se quedaría a vivir aquí «Mejor que esto no podía pasar, así no tengo que estar cuidando al niño» Al terminar, subí a mi habitación y abrí la puerta, encontrando a Óscar en su momento de masturbación; hecho que de inmediato se puso rojo y se tapó con la sábana; me recordó cuando yo tenía esa edad y me masturbaba de lo lindo, a diferencia de que a mí nadie me descubrió.

  • Lo lamento – dijo apenado por la situación.

  • No pasa nada – dije con naturalidad – ve por un pedazo de papel y límpiate, tendremos visitas.

  • ¿Y qué harás? – preguntó – ¿No estás enojado conmigo?

  • ¿Por qué habría estarlo? – lo observé – Es algo natural, sólo que la próxima vez pon el seguro, esta vez fui yo, pero…

  • Si – dijo – lo sé, te prometo poner el seguro para la próxima.

Me apresuré a acomodar la cama y limpiar el cuarto, mientras Óscar revisaba sus cuadernos para hacer su tarea; al terminar con mi cuarto, vi la pequeña maleta de Óscar y la poca ropa que tenía la guardé en uno de mis cajones, de donde extraje mi ropa y la guardé en otro cajón. Cuando volteé a ver, Óscar estaba sentado en mi escritorio sin escribir nada; se veía angustiado, pero no me decía nada; me acerqué y le pregunté «¿Qué tienes?» y él sólo observó su cuaderno y jugó con el lápiz, lo que me hizo pensar «No sabe cómo puede realizar su tarea, bueno, veré qué puedo hacer por él»

Tomé el cuaderno y observé su tarea, Óscar debía realizar una redacción sencilla para su materia de español, referente a hechos de la naturaleza; le expliqué algunas cosas y lo dejé haciendo su tarea mientras que yo me apresuraba a terminar de guardar su ropa en el cajón. De repente, se escuchó el sonido del timbre; me apresuré a bajar las escaleras y abrí la puerta, observando a Karla, mi adorable hermana de 23 años; quien traía dos maletas pesadas, las cuales le ayudé a subir a su habitación.

Karla es una chica de tez morena, ojos miel, cabello castaño y ondulado, complexión delgada, labios delgados, nariz afilada y estatura baja. Al verme, me abrazó efusivamente e inmediatamente después me dio un beso en la mejilla.

  • Por fin he llegado a casa – dijo - ¿Cómo has estado?

  • Hola Karla – le dije – he estado bien ¿Y tú?

  • También bien – sonreí – me tocó hacerle de niñera.

  • ¿De quién? – me preguntó sorprendida - ¿Mis padres ya tienen otro hijo?

  • Van a tenerlo – respondí con fastidio – pero este chico no es de ellos.

  • ¿Entonces de quién? – preguntó.

  • Eso no lo sé – respondí.

Le expliqué todo a Karla mientras la ayudaba a acomodar sus maletas en el cuarto; de repente, escuchamos que alguien había tocado la puerta y de inmediato abrí; obviamente era Óscar; quien no supo qué hacer al ver a mi hermana.

  • Óscar – dije – ella es mi hermana Karla.

  • Hola Óscar – saludó mi hermana - ¿Cómo estás?

  • Hola – saludó Óscar con timidez.

  • ¿Quieres comer? – le preguntó mi hermana.

  • Si – dijo.

  • ¿Mamá tiene algo en el refrigerador? – me preguntó.

  • No lo sé – respondí – no había bajado.

Karla revisó el refrigerador y se dio cuenta de que no teníamos nada «Tuvimos buena suerte de que Karla llegara» Tomó su bolso y nos pidió que la acompañáramos a comprar algo de despensa «No puedo creer que mi madre no tenga nada» dijo mientras abordábamos su auto, un Ford Focus en color negro.

Me llevé mi llave, pues Karla, por obvias razones, no tiene llave. En cuanto llegamos al centro comercial, Karla, Óscar y yo estuvimos recorriendo varios pasillos hasta que recolectamos todo lo necesario para la despensa, nos fuimos a los cajeros y poco después ya estábamos sacando las compras de su auto para guardarlas en la alacena de la casa.

Karla preparó el desayuno, la verdad le quedó delicioso; desde que mi mente empezó a guardar recuerdos, tengo presente que Karla me consentía mucho… pero servía tres platos… ¿Por qué servía tres platos?

  • Karla – dije mientras la observaba fijamente – Cuando era pequeño ¿Por qué servías tres platos?

  • No – dijo nerviosa – no servía tres platos, sólo eran el tuyo y el mío.


Estaba a punto de desayunar con Ernesto cuando escuché el timbre de mi móvil, y de inmediato lo tomé para contestar la llamada; me sorprendió mucho ver el nombre en la pantalla, no esperaba recibir noticias tan pronto de ella.

  • Hola Gisela – respondí - ¿Cómo has estado?

  • Voy en camino a la casa – dijo – he dejado Venezuela para vivir aquí de nuevo.

  • ¿En cuánto tiempo llegas? – le pregunté – Así me apresuro a realizar algunos deberes y paso por ti.

  • No te preocupes – dijo – voy llegando a la casa, estoy en la esquina.

  • De acuerdo – respondí – te espero.

Finalicé la llamada y le pedí a Ernesto que se apresurara, pues Gisela Jiménez, nuestra hermana, ya viene en camino… no pensé que fuera a dejar Venezuela. Ni siquiera le había avisado que ya no vivo aquí.

Escuché que alguien abrió la puerta de la casa y corrí para saludar a Gisela, y cuál fue mi sorpresa cuando vi a Andrés cargando sus maletas, acompañado de una chica de piel blanca, delgada, estatura baja y pelo castaño; al verla no pude evitar hacer la comparación con mi muñeca Barbie favorita.

  • ¡Andresito! – dije entusiasmada mientras lo abrazaba – Hermano ¿Cómo has estado?

  • ¡¿Andrés?! – exclamó Gisela, mientras atravesaba el umbral de la puerta - ¡Hermanito, cuánto tiempo sin verte!

Andrés de inmediato fue acaparado por mis hermanas; de repente vi a una chica atrás de él y me acerqué a ella para saludarla. Mis hermanas, al verla, de inmediato hicieron demasiadas preguntas, hasta que Andrés nos la presentó como Jennifer, su novia. El regreso de mis hermanos me entusiasmó bastante que hasta sonreía sin parar; me sentía cómodo al estar con ellos, amo a mis hermanos y, hasta cierto punto, me siento seguro cuando estoy cerca de ellos.


Me sentía feliz de ver a Andrés y a mis hermanos, hace tiempo que no los veía desde que me fui a Venezuela; de repente, nuestros padres entraron a la casa y se quedaron sorprendidos de vernos a todos reunidos.

  • Hijas – dijo mi madre – Andrés, no los esperaba ver aquí.

  • Quería darte la sorpresa, mamá – dijo Karla – pero Gisela me la dio cuando me habló hace rato diciendo que ya venía en camino a la casa, y Andrés… bueno, no sabíamos que él vendría hoy.

Mis padres se observaron fijamente y después nos vieron a todos; dejaron sus chamarras y se molestaron de nuestra presencia. Mi madre fue a la cocina y mi padre se sentó en el sillón para ver televisión «Vaya familia la que tengo»

Transcurridos unos minutos, ya estábamos cenando en el comedor, la comida era buena, pero el ambiente se había puesto demasiado incómodo, tanto que ninguno de los presentes se atrevió a pronunciar palabra alguna. Al finalizar la cena, organizamos los cuartos para saber en dónde nos dormiríamos hoy, pues no es común tener visitas y, cuando pasa esto; siempre debemos compartir las habitaciones.

Se decidió que Karla y yo dormiríamos juntas en mi cuarto, pues Andrés se quedaría a dormir con Jennifer en el cuarto de Karla; mientras que Óscar y Ernesto se dormirían en el cuarto de Ernesto.


Me apresuré a terminar mi examen parcial, pues ya quedaban quince minutos para terminar la clase y Ernesto me esperaba en la cafetería. Me levanté de mi asiento después de comprobar que había resuelto hasta el último acierto de la prueba, me acerqué al escritorio del profesor de Física y se la entregué para después salir con una sonrisa de satisfacción en el rostro.

Me apresuré a llegar a la cafetería; en cuanto llegué, Ernesto estaba sentado en una banca platicando con Viridiana y con Tamara; me acerqué a ellos y los saludé, para después abrazar a Ernesto y darle un beso en los labios.

  • ¿Cómo te fue? – me preguntó Ernesto.

  • Seguramente le fue bien – empezó a decir Tamara – sobre todo porque le pasaste las respuestas.

  • ¡¿Le pasaste las respuestas a Julio?! – preguntó Viridiana sorprendida – ¡No lo puedo creer! ¡Eso no es justo!

  • No quiero que Julio se atrase – dijo Ernesto – tendría severos problemas.

  • Bueno – dije – mejor ¿Qué les parece si buscamos a los chicos y salimos a bailar un rato?

  • ¡Me parece una excelente idea! – exclamó Tamara – vamos a buscarlos.

Fuimos al pasillo, y nos quedamos enfrente de nuestro salón de clases, hasta que vimos que ya los chicos salían juntos, nos salimos de la escuela y nos fuimos directamente al bar. En cuanto llegamos, Tania recibió una llamada telefónica; era su amigo Iván, salió un rato del bar y después regreso para decirnos que él vendría al bar. Julio me pidió que lo acompañara a pedir las bebidas, a lo que accedí con gusto, cuando regresamos, ya no estaban Luis y Viridiana, pues bailaban con gusto en la pista.

Tiempo después, ya me encontraba con Julio bailando en la pista de baile, y después de tres canciones consecutivas, me dio un beso más ahí mismo, después regresamos con los chicos y unas cuantas horas después, Julio me dijo que debíamos irnos ya; así que todos nos salimos del bar al mismo tiempo.


Observé a Ernesto y lo vi muy sonriente, estaba feliz de estar con él; los chicos abordaron el transporte público, pero yo le pedí a Ernesto acompañarme a mi casa, así que nos despedimos de todos y hablé por teléfono a mi chofer.

  • No te preocupes – le dije mientras esperábamos enfrente del bar – mi chofer ya no tarda en llegar.

  • De acuerdo – sonrió – me gusta mucho estar contigo.

  • Muchas gracias – dije.

Mi chofer llegó muy rápido y, en cuanto detuvo el auto, le pedí hablar fuera del auto, así que me bajé y le pedí a Ernesto que no lo hiciera; me acerqué a mi chofer y le pedí que nos llevara a un restaurante, al de siempre, cuando voy con mis padres. Me subí al auto y mi chofer encendió de nuevo el auto; Ernesto me observó detenidamente y me preguntó «¿Qué sucede?» Yo le sonreí y sólo le dije «Nada, es una sorpresa» Minutos después, ya estábamos llegando al restaurante.

  • Hemos llegado – le dije.

  • ¿A un restaurante? – preguntó sorprendido.

  • Si – sonrió – ven, acompáñame.

Al entrar, me encontré con un ambiente demasiado agradable, no era un restaurante de lujo, pero era un restaurante con música en vivo; el lugar se llamaba “Tony’s Restaurant”, nos sentamos en la mesa y un mesero nos dio la carta; después de elegir lo que queríamos comer, Julio pagó la cuenta y salimos del lugar.

  • ¿Qué haremos ahora? – le pregunté – Aún es temprano.

  • Vamos a mi casa – dijo Julio – me gustaría estar contigo.

  • No lo sé… - empecé a decir – creo que es pronto para eso.

  • Si crees que es pronto – empecé a decir – lo dejamos para después. No quiero presionarte.

  • Está bien – dije – vamos, pero si me siento incómodo, lo dejamos para después ¿Te parece?

  • Si realmente quieres hacerlo – empezó a decir – lo haremos, pero si no estás seguro…

  • Estoy completamente seguro, mi amor – dije mientras le daba un beso largo en los labios.

Julio me dijo que debía regresar al restaurante, pues necesitaba entrar al sanitario, le dije que lo esperaba y me quedé ahí parado, mientras desbloqueaba mi móvil para jugar un rato.


Alfonso y yo decidimos ir a cenar esta noche, pues queríamos cambiar un poco la rutina; me arreglé lo mejor que pude, mientras él se vistió de manera casual; estuvimos caminando un rato mientras platicábamos de algunos sucesos ocurridos durante la semana, cuando encontramos un restaurante que se llama “Tony’s Restaurant”.

  • Mira – le dije a Alfonso - ¿Qué te parece si entramos aquí?

  • La fachada no está mal – dijo – veamos el interior.

Alfonso entró y se sentó en una mesa; dejé mi chamarra y él me dijo que necesitaba ir al sanitario; así que él se fue y me pidió que lo esperara para pedir la cena, pues a él le gusta que ambos tomemos siempre esa decisión.


No me gusta dejar solo a Jacko, pero ya no podía retener la orina por más tiempo; entré con prisa al sanitario y me metí en un cubículo para orinar; cuando terminé, me limpié el pene con un trozo de papel, tiré de la palanca y me dirigí al lavabo; me agaché un poco para lavarme las manos y ponerme agua en el cabello, cuando me levanté para acomodarlo, me di cuenta de que estaba una persona al lado, también lavándose las manos.

Cuando notó mi presencia, me observó detenidamente y se puso pálido; el ambiente se tensó, no sé por qué se puso así. Sin pronunciar palabra, tomé un trozo de papel y salí corriendo del sanitario, pues el chico me asustó mucho. Cuando llegué, Jacko ya estaba recibiendo la comida, así que me senté y aproveché el momento para relajarme y olvidar lo sucedido.


Cuando lo vi llegar, se veía pálido y asustado «¿Qué le habrá pasado para que esté así?» pensé; Julio estaba inquieto, él trató de abordar el auto, pero seguía estando nervioso, así que decidí que debía averiguar lo que sea que haya sucedido antes de partir.

  • Julio – le dije – espera, quiero hablar contigo.

  • ¿Pasa algo? – me preguntó mientras se acercaba a mí.

  • Si – respondí – de repente empezaste a actuar extraño y…

  • No es nada – dijo con rapidez – vamos, sube – dijo mientras me sujetaba el brazo con fuerza.

  • ¡Julio, no! – exclamé - ¡Me estás lastimando! ¿Qué te pasa?

Julio me soltó el brazo y me observó fijamente; «¿Qué le sucede para que de pronto actúe así, tan extraño?» Se recargó en el auto y cerró los ojos unos instantes para después verme de nuevo, pero esta vez, ya se notaba más relajado.

  • Escucha – empezó a decir – no pienses que estoy loco por lo que te voy a decir, pero… - se detuvo y me miró, por su actitud, supuse que sentía un poco de miedo… ¿Miedo de qué, o de quién?

  • ¿Qué? – pregunté impaciente – Julio, no me asustes ¿Qué te pasa?

  • ¡Es que te vi en el baño! – exclamó – Quizás fue una alucinación o…

  • ¿Hace cuánto pasó eso? – pregunté inquieto – Julio, respóndeme, es urgente.

  • Lo acababa de ver cuando regresé a la mesa…

En ese momento no me permití seguir escuchando a Julio, necesitaba regresar rápido, no puedo dejar pasar esta oportunidad… si mis padres lo llegan a encontrar antes, lo perdería para siempre. A lo lejos escuché que Julio me hablaba, pero yo seguí corriendo.

En cuanto entré al restaurante, empecé a buscarlo con la mirada hasta que por fin lo vi, estaba con un chico de piel blanca y cuerpo delgado, se nota que empieza a hacer ejercicio, pues sus músculos se marcan levemente. El chico me vio y su cara quedó aún más blanca de lo que ya está; en eso vi que su acompañante giró su rostro y parte de su cuerpo para poder ver lo que el chico blanco veía… y fue ahí cuando quedé impactado.

No podía creerlo ¡Era yo! Ahí estaba, observándome, tenía puesta una camisa de lana y un pantalón negro; se nota que quiso vestirse lo más elegante posible para estar aquí. De repente sentí que alguien llegó y se paró a mi lado, era Julio, quien confirmaba su visión «No puede ser, es él» pensé «Por fin he encontrado a mi gemelo»


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