Amor Comprado: Every little thing you do

'Y al tener a Ernesto por completo, sólo pude decir "No te preocupes, te protegeré de todo"'

AMOR COMPRADO

CAPÍTULO XV “PAGANDO DEUDAS DEL PASADO”

AGOSTO 2003.

Nos separamos del abrazo y yo no podía verlo a los ojos; me sentía como una basura, después de tanto daño que le he hecho él me sigue ayudando y yo… ¿Qué he hecho yo por ayudarlo? La respuesta es simple: “Nada”. Tan sólo sentir celos estúpidos, rabia, envidia… destruirle la vida, literalmente… algo que, si pudiera regresar al día en que nos conocimos, evitaría completamente… pero el daño ya está hecho, y es algo que me marcó, nos marcó a ambos para toda la vida… hasta la muerte.

  • ¿En dónde estamos? – pregunté.
  • En mi nuevo hogar – me dijo serio – y esos niños son mis hijastros.
  • Ernesto… - empecé a decir.
  • ¿Sabes por qué hago esto? – me preguntó – Lo hago porque así me conviene.
  • ¿Te conviene? – pregunté confuso – No entiendo.
  • Ya lo entenderás – dijo mientras veía el reloj - ¡Oh! Ya es hora.
  • ¿Hora de qué? – pregunté.
  • De tu partida – dijo con amargura.

El sonido del timbre se escuchó en toda la habitación, Ernesto se levantó a prisa y se acercó lo más rápido posible hasta la puerta; en cuanto abrió, dos policías entraron en la vivienda con tranquilidad, y él les dijo «Es él, él me prostituyó por mucho tiempo» mientras comenzaba a llorar.

De inmediato, ambos policías se acercaron a mí y uno de ellos me sujetó con fuerza mientras que el otro me esposaba a la brevedad para encaminarme y subirme a la patrulla; cuando volteé, pude ver la sonrisa de felicidad en el rostro de Ernesto «Se está vengando… y lo está disfrutando» pensaba amargamente.


Estaba en la habitación, me sentía cansado y confundido… esta tarde detuvieron a Alfonso, mi propio hermano… pero él tiene que pagar. La averiguación ya se ha abierto, tan sólo hay que esperar el juicio y, posteriormente, la sentencia definitiva… sinceramente, es algo que preferiría evitar antes que pasar por ello… pero no puedo, al fin de cuentas, fui yo quien levantó la denuncia en su contra, y fui quien principalmente sufrió por culpa de su egoísmo, su envidia, sus celos… él me pagará cada una de las lágrimas que derramé en el pasado por su culpa.


DÍAS DESPUÉS.

Estaba en mi casa haciendo limpieza cuando se escuchó el sonido del timbre; de inmediato me acerqué y abrí la puerta, encontrándome al cartero, quien me dio un sobre; lo saludé, recibí dicho sobre, me despedí de él y cerré la puerta con calma para, posteriormente, poder observar con detenimiento el remitente escrito en dicho sobre “Para Julio Zaragoza”


CIUDAD DE MÉXICO, SEPTIEMBRE 2003, JUZGADO DISTRITAL.

Llegué en transporte público; sinceramente no quería estar allí pero, por obvias razones, no podía faltar. Entré al lugar y me identifiqué debidamente, para después sentarme y esperar… quizás en pocas horas se defina la situación definitiva de Alfonso.

A escasos minutos de comenzar el juicio, alguien se sentó a mi lado; cuando volteé hacia donde estaba esa persona, me di cuenta de que era el Licenciado Jorge Barrios; no sé por qué pero en ese momento me sentí protegido con él a mi lado.

De repente, vi llegar a Julio; cuando nuestras miradas se cruzaron, me sentí terriblemente incómodo; era un momento que no quería vivir ¿Cómo puedo estar tranquilo si estoy en el mismo sitio que mi ex novio y mi pareja? Sólo espero que este día pase rápido.

Finalmente llegó el juez y algunas personas más, entre las cuales, mis padres, Andrés, Karla y Gisela; algo que me alivió completamente, aunque me desconcertaba el hecho de que se hayan enterado de la situación y, aún más extraño era ver a mis padres ahí… ¿Por qué quieren estar en el juicio? ¿Acaso les interesa Alfonso? ¿Qué habrá pasado para que vengan a aquí?

La sesión inició y a mí me pidieron pasar al estrado a declarar; me costó mucho trabajo pues, justo en el momento en que me levanté para ir hacia el lugar en donde debía declarar, llegó Alfonso acompañado de dos policías… a pesar de que me duele verlo así, él tiene que pagar por todo.

La declaración fue fastidiosa, pues el interrogatorio fue extenso pero, gracias al abogado que el Licenciado Jorge Barrios contrató, pude sobrellevar la situación. Al final, el juez declaró la sesión concluida y sólo bastaba esperar la siguiente fecha de juicio.

Me acerqué a Jorge y le dije «Vámonos» mientras caminábamos rumbo a la salida pero, en ese momento, se acercó mi madre para “saludarme” aunque, sinceramente, ese “saludo” no era más que un simple pretexto para enterarse de mi vida y, si es posible, fastidiármela por enésima vez. * Hijo mío – dijo con total hipocresía – tanto tiempo sin verte, me sentí angustiada. * Me da gusto – dije irónicamente – claro, si es que en realidad lo sientes… * ¿Acaso lo dudas? – me preguntó. * Por favor, Vianney – le dije a mi madre - ¿Por qué no dejamos por una vez las apariencias a un lado y demostramos lo que en verdad somos? * Ernesto – dijo mi padre – necesitamos hablar con calma. * Me parece perfecto – dije – es más, ahora mismo los acompaño a su casa para que me expliquen muchas cosas.

Estaba por irme con ellos pero, inesperadamente, llegó el Licenciado Barrios para notificarme que Alfonso se había intentado suicidar, hecho que me obligó a dejar mis planes para ir a verlo lo antes posible.

El Licenciado Barrios fue siguiendo a la ambulancia con el automóvil; al llegar al hospital, nos bajamos a prisa y entramos al hospital para esperar noticias de mi hermano… necesito que se recupere; él no puede morir… no sin antes pagar por todo lo que me hizo… y no sólo él, aún faltan más personas… pero ya irán cayendo una a una.

Después de varias horas de angustia en la sala de cuidados intensivos, nos notificaron que Alfonso ya se encontraba estable, pues habían logrado detener la hemorragia que él mismo se había provocado al intentar cortarse las venas con un pedazo de vidrio.

Consulté con el médico para saber si existía alguna posibilidad de que pudiera hablar con él y, después de tanto insistirle, me permitió sólo unos minutos a solas con él. Cuando lo vi en esa cama, me sentí muy mal pues, después de todo, no podía olvidar a aquel Alfonso que conocí años atrás. * Ernesto – murmuró en cuanto le acaricié el rostro – perdóname. * No sabes cuánto me cuesta sobrevivir a todo esto – le dije - ¿Qué te hice para que me hicieras pasar por todo esto? * Nada – dijo con pesadez. * ¡¿Entonces?! – exclamó mientras luchaba por evitar derramar lágrimas - ¿Tienes idea de cuánto sufrí en todo este tiempo mientras tú vivías MI vida? – murmuró – Yo te busqué, te quería conocer… ¡Te quería, Alfonso! – gritó con desesperación – No puedo creer que tú hayas sido capaz de…

El silencio invadió la habitación, mientras Ernesto se limpiaba sus lágrimas sin poder completar la frase, aun tratando de evitar romper en llanto y conservar la calma… pero al final, se acercó a mí, me abrazó y rompió en llanto mientras que yo también lo hacía.

Después de un rato, nos separamos y Ernesto me dio un beso en la frente « Te amo Alfonso… y perdóname por todo esto pero, a pesar de todo, no daré marcha atrás… pagarás por tus propios errores, de los cuales, no puedo salvarte… tú forjaste tu propio camino, y ahora, debes de seguirlo como es»

Alfonso me observó y dijo « Sé que el daño ya está hecho y será difícil que puedas perdonarme, pero quiero que sepas que asumiré las consecuencias, tan sólo prométeme que buscarás tu felicidad»

Salí de la habitación y comencé a buscar al Licenciado Barrios, me dirigí a la sala de espera y vi que Julio se acercaba lo más rápido que sus pies le permitían, lo que me hizo dar media vuelta y comenzar a caminar hacia la salida; sin embargo, logró sujetarme del brazo y girarme para darme un beso en los labios.

Intenté zafarme de sus brazos, pero fue inútil… aquel beso que me estaba dando me llevaba a aquel maravilloso mundo que conocí una vez a su lado… de repente, escuché un «Ernesto», lo que me hizo empujar a Julio y voltear a ver a aquella persona que me había llamado por mi nombre «Qué imbécil soy ¿nos habrá visto? ¿Cómo justificaré esto ahora?»


Sólo dijimos ‘hasta luego’ y salimos en dirección al automóvil, le abrí la puerta a Ernesto del lado del copiloto y después me subí yo al volante; encendí el motor, puse la direccional y comencé a manejar hasta llegar a la casa; en todo el trayecto Ernesto estuvo callado, no sabía lo que le pasaba… pero, por alguna extraña razón, me comenzaba a interesar por él.

Apenas llegamos, lo ayudé a bajar y entramos en la casa, en donde los niños nos recibieron con alegría, y Ernesto se quedó a jugar un rato con ellos… sin embargo, sentí que algo le molestaba, le inquietaba… ¿Por qué me empiezo a interesar por él? Si tan sólo llegamos a un acuerdo mutuo. * Ernesto – dijo – necesitamos hablar. * ¿Qué sucede? – pregunté. * Vi lo que sucedió entre tú y ese joven en el hospital – dije.

Ernesto me observó con inquietud, estaba nervioso; sin embargo, suspiró y murmuró «No entiendo, no sé qué fue lo que pasó en el hospital» mientras evadía mi mirada. «¿Acaso cree que soy estúpido?» pensé… sin embargo, no sé por qué me pongo así si, después de todo, sólo estamos juntos por un acuerdo mutuo… no por amor.

El silencio invadió por completo la vivienda, y cada segundo que pasaba me confundía más… si no lo amo… ¿por qué siento celos? ¿Por qué celo a alguien que está conmigo sólo por contrato? O ¿será acaso que empiezo a confundir las cosas ahora que lo estoy ayudando con el problema de Alfonso? No sé, es extraño sentir esto. * Perdóname – comencé a decir – sé que no debí comportarme así. * No digas nada – dijo mientras agachaba la mirada – yo tuve la culpa. * ¿Quién es ese joven? – pregunté. * Se llama Julio Zaragoza – dijo con pesadez – es… fue… es mi ex.

Le di un puñetazo, lo tiré al suelo, le rompí la nariz, lo golpeé de mil maneras, con los pies, las manos, lo que tuviera a la mano… Ernesto lloraba en silencio; la adrenalina cada vez era más fuerte… lo sujeté del pelo y lo arrastré por toda la habitación mientras los niños se escondían en un rincón, observando todo… «Te odio, Ernesto» murmuraba una y otra vez; lo levanté y le di un fuerte golpe en el estómago, después abrí la puerta y lo empujé con tanta fuerza que cayó al suelo... «Me pagarás cada centavo que invertí en ti y….

«Licenciado Barrios… ¿le ocurre algo?» preguntó Ernesto con gran inquietud, logrando hacer que regresara a la realidad… ¿Qué rayos me pasa? pensé ¿Por qué me imaginé toda esa escena alocada? … Suspiré y puse mi mano sobre su hombro mientras daba un suspiro «No te preocupes, no pasó nada»


Me sentía nervioso, el Licenciado me observaba con inquietud… estaba actuando de un modo muy extraño… de pronto, se acercó a mí y me abrazó tan fuerte que hasta sentí cómo mis huesos crujían a causa de la fuerza impresa en dicho abrazo.

No sé por qué motivo pasó pero, simplemente, en ese momento en el que nuestros rostros quedaron frente a frente, el Licenciado me besó y de inmediato me hizo sentir tantas emociones encontradas que no tuve la fuerza para hacer algo… simplemente me dejé llevar… hasta que finalmente, se separó de mí. * Perdóname – dijo apresurado – sé que no debí haberlo hecho – murmuró mientras se alejaba lentamente.

El Licenciado agachó la mirada al momento en que se detuvo y fue justo cuando tomé fuerzas y me fui acercando a él hasta nuestros labios estaban tan cerca que se podía sentir la suavidad de ellos. Lo observé y vi que le temblaban los labios, los cuales besé con delicadeza «Tengo temor a perderte» me dijo en cuanto nos separamos nuevamente. * No puedo – dije mientras le daba la espalda. * ¿Qué sucede? – preguntó.

Una lágrima se asomó y de inmediato se deslizó por mi mejilla; el Licenciado puso su mano sobre mi hombro y yo giré para verlo… estaba ahí, de pie, observándome con preocupación… de pronto, me rodeó con sus brazos y yo, por instinto, me recargué en su pecho y rompí en llanto.


Cada vez este chico me enamora más; a pesar de las dudas que tenía, he decidido arriesgarme por él… no sé su pasado, no sé su vida… pero no me importa; lo único que me importa es que está aquí, conmigo… sinceramente, no tenía planeado esto, lo admito; todo se salió de mi control… pero ya no quiero dar marcha atrás… este chico necesita el apoyo de alguien y yo quiero ser ese “alguien” que esté siempre ahí con él.

Para distraerlo un rato, le pedí a mi chofer que nos llevara a Ernesto y a mí a un restaurante acogedor cerca de la ciudad; el restaurante se llamaba “La llama del amor” un lugar pacífico, romántico… en fin, el mejor lugar que pudiese haber elegido para él; al llegar, solicité una mesa en el segundo piso y no esperamos tanto pues, después de 20 minutos aproximadamente, un mesero nos notificó que nuestra mesa estaba lista.

Ernesto lucía radiante; mi pequeño príncipe de ojos tristones fingiendo siempre serenidad y felicidad… estaba guapísimo con su elegante traje sastre, su moño, su rosa en el saco… todo era perfecto… pero sus ojos… aquellos ojos tenían una mirada perdida; a Ernesto le preocupaba algo, era evidente… quizás hoy sea el momento en que me explique todo lo que ha pasado. * Jorge – comenzó a decirme – necesitamos hablar de todo esto. * No te preocupes – dije con rapidez para intentar evadir la situación – ya se tardaron tanto, voy a ver qué sucede – dije mientras intentaba levantarme de la mesa; sin embargo, Ernesto me sujetó del brazo y me miró con ojos suplicantes… estaba a punto de llorar. * Jorge – suspiró profundamente – ahora que mi pasado se ha hecho presente… es tiempo de que sepas mi vida.

Ernesto comenzó a contarme cómo fue su vida desde chico… aquel niño que se crió con su nana porque sus padres no tenían tiempo para él… me contó al fin de Julio… su primer amor. Dicen que el primer amor jamás se olvida… y lo pude comprobar con Ernesto pues, cada vez que hablaba de él, sus ojos brillaban con tal alegría que no tenía lugar a dudas de que ese chico, aún después de tanto tiempo, sigue ocupando el lugar que yo no he logrado obtener en el corazón de Ernesto.

Ernesto me explicó lo sucedido con su familia, y su trabajo como actor pornográfico… algo que, obviamente, nos traería un gran conflicto cuando decidamos pelear la patria potestad de su hija… pero no importa cuánto tiempo nos tardemos ni tampoco cuánto dinero tenga que invertir en todo este proceso pues, con tal de ver a Ernesto con su carita iluminada y una sonrisa completamente pura e inocente cada vez que tiene el recuerdo de su hija, me hace imaginarlo lleno de vida con su hija a su lado.

OCTUBRE 2003.

Llegué apresurado a la casa pues, gracias a la llamada que Ernesto me había hecho por la mañana, me había hecho cancelar todos mis pendientes para poder estar un rato con él… creo que ya lo ha notado, puesto que mi actitud hacia él ha cambiado notablemente.

En cuanto llegué, lo vi ahí en el recibidor, vestido con un elegante suéter y pantalón de vestir… Ernesto se veía guapísimo; no perdí ni un segundo y de inmediato me acerqué a él para abrazarlo y besarlo en los labios. * Dígame, joven – sonreí - ¿Acaso usted tiene planes de salir hoy? * Por supuesto que sí, caballero – dijo con una sonrisa pícara – a menos que mi esposo cambie de opinión. * Supongo entonces que no tendrá más remedio que acompañarme – dije mientras le daba el brazo para que se sujetara de mí – puesto que su esposo está decidido a no cambiar de opinión. * Entonces no me queda más remedio que hacer lo que mi esposo me pide – sonrió.

Ambos salimos de la casa y nos subimos al auto; en cuanto llegamos, bajé del auto y lo ayudé a bajar. Ver su semblante relajado, feliz, sonriente, me volvía loco, pues sabía que ya había logrado mi objetivo: enamorar a aquel joven que decidí retenerlo a mi lado tiempo atrás de forma obligatoria… ahora no tenía miedo de perderlo, pues podía sentir que me había ganado su amor.

La noche transcurrió sin ningún contratiempo o, por lo menos, así lo traté de hacer, puesto que mi móvil lo apagué para que no me molestaran… lo lamento si llegó a existir alguna llamada de emergencia pues, en este momento, lo único importante en mi vida era él… Ernesto, mi Ernesto, aquel chico al que me quiero dedicar en cuerpo y alma, aquel joven que me hace respirar agitadamente y acelera mi corazón a mil por hora… así es Ernesto para mí, aquel joven que fue capaz de enamorarme nuevamente.

When you listen to my heart

Oh, I like it

When you touch me I get

So excited

And I never thought that I would say

I’m blown away and so into

Every little thing you do

When you look at me that way

Oh, it moves me

When you take my hand the love

Goes right through me

And the reason that it feels so good

Is because you put your heart into

Every little thing you do

You’re the rhythm in my song

You’re the switch that turns me on

The only place where I belong or want to be

You’re the half that makes me whole

The only one who sees my soul

Baby it’s so real but still I can’t believe

Every little thing you do to me

When you take my hand

I like it

Oh, I like it

When you listen to my heart

Oh, I like it

I like it

Even in the night when you’re not here with me

My sweetest dreams still take me to

Every little thing you do

You’re the rhythm in my song

You’re the switch that turns me on

The only place where I belong or want to be

You’re the half that makes me whole

The only one who sees my soul

Baby it’s so real but still I can’t believe

You’re the rhythm in my song

You’re the switch that turns me on

The only place where I belong or want to be with you

You’re the half that makes me whole

The only one who sees my soul

Baby it’s so real but still I can’t believe

Every little thing you do to me

I like it

I like it

Every little thing

I like it

Después de cenar en el restaurante, llevé a Ernesto a una casa en Cuernavaca, en donde solía pasar un tiempo de vacaciones fuera de la ciudad; Ernesto me dijo que no podía ir porque no tenía ropa, a lo que yo le pedí que me acompañara y que no se preocupara por nada, pues yo le daría todo lo necesario.

Le pedí al chofer que nos llevara hasta allí y de inmediato abordamos el automóvil y Ernesto se recostó en mis piernas mientras me veía con tranquilidad; este chico me ha robado el corazón por completo… tanto que no sé qué haría sin él.

En cuanto llegamos a la casa, llevé a Ernesto a mi habitación y no tardamos mucho en desvestirnos, mientras nos besábamos y nos acariciábamos lentamente. El aroma de Ernesto me enloquecía, sentir su piel, sus labios rozar los míos… es el único que me hace sentir vivo por completo.

Ernesto me abrazó con ternura y me apretó fuertemente como si nunca quisiera separarse de mi mientras comenzaba a llorar… en ese momento lo vi tan frágil que solo pude acariciar su rostro y limpiar sus lágrimas para sonreírle y decirle «todo está bien, yo te protegeré»

Poco a poco Ernesto fue tomando la iniciativa y comenzó a acariciarme delicadamente, recorriendo mi cuerpo milímetro a milímetro con lentitud, mientras me otorgaba pequeños besos en todo el cuerpo que me hacían vibrar de placer.

Al final, me hizo un sexo oral tan delicioso como jamás en la vida me lo habían hecho, haciéndome soltar demasiado semen; después, Ernesto tomó un condón de su bolsillo del pantalón y me lo colocó suavemente con su boca… fue maravilloso; después se acercó a mí y me besó mientras se subía en mí, para que mi pene entrara con delicadeza en su ano.

La conexión fue increíble, no sólo podía sentir su cuerpo, sino también su alma, su ser, su esencia… nos fundimos en un cálido beso puro y sincero mientras realizaba un suave vaivén… después de un rato, eyaculé mientras Ernesto apretaba mi pene con su ano mientras me decía «Te amo»

“PRÓXIMO CAPÍTULO: FINAL DE TEMPORADA”.

Hola de nuevo, pido disculpas por tardarme tanto en subir este capítulo, sin embargo, no había tenido mucho tiempo para hacerlo, tuve un mes complicado y otras cosas mas, sin embargo, aquí estoy de nuevo con el siguiente capítulo de "Amor Comprado", espero que les guste. Les recuerdo mi correo electrónico, es: guadalupe00023@gmail.com . Muchas gracias por leer mis relatos y agradezco de todo corazón que se hayan tomado un poco de su valioso tiempo para leerlo.