Amor Comprado: Ernesto y Julio juntos otra vez

Por fin parece que las cosas se han podido arreglar pero... ¿Cuánto tiempo durará el romance entre estos dos chicos?

AMOR COMPRADO

CAPÍTULO XII “ERNESTO Y YO, JUNTOS DE NUEVO”

ENERO 2002.

Desperté agotado y me di cuenta de que estaba en la habitación de Julio «No puede ser» pensé «¿Qué haré ahora?» me pregunté en voz alta; de repente, sentí sus manos comenzar a acariciar mi espalda mientras se acercaba a mí para darme pequeños besos en mi cuello «¿Cómo dormiste, amor?

Sonreí y lo abracé con delicadeza, pero en ese momento no me podía sentir plenamente feliz, pues aún no había resuelto los problemas que tengo desde que regresé aquí. Me separé de él, me vestí con rapidez y salí de su habitación sin dar explicaciones, hasta que llegué a mi casa y me encerré en mi cuarto.

El resto de la tarde Julio estuvo insistiendo en hablar conmigo, pero yo rechazaba las innumerables llamadas que entraban a la línea telefónica de la casa cada vez que el número de Julio aparecía en el identificador.

Para distraerme un rato y no pensar en él, decidí visitar centros comerciales para solicitar trabajo; pues es donde les permiten a los jóvenes y adolescentes trabajar y recibir un apoyo económico para sus propios gastos sin la necesidad de abandonar sus estudios; necesitaba hacer algo productivo para olvidarme de tantos problemas que he acarreado desde hace tiempo.


Estaba platicando con Carmen, Tamara y Ernesto en el patio de mi casa; el ambiente era agradable, asábamos carne cuando llegó una camioneta negra y se estacionó rápido enfrente de mi casa; se bajaron cinco tipos y nos amenazaron con pistola mientras que uno de ellos se acercaba a Ernesto.

  • Súbete al auto y no hables – le ordenó el tipo – y ustedes – dijo mientras giraba para observarnos - si se mueven, los mato.

El tipo empujó a Ernesto hacia el interior de la camioneta y se marcharon a toda velocidad; de inmediato me acerqué a Carmen para abrazarla, pues había empezado a llorar, mientras que Tamara entró en shock.

A lo lejos empecé a escuchar el ruido de un despertador y una voz que me llamaba por mi nombre en la lejanía; no entendía lo que estaba pasando hasta que una persona me despertó con urgencia.

  • Date prisa – dijo mi madre – se te hará tarde para ir a la escuela.

  • Si mamá – dije adormilado – ya voy.

  • Me levanté y tomé una ducha con la mayor rapidez posible, desayuné, me despedí de mi madre y abordé un taxi para poder llegar a la escuela, pues era mi primer día de mi cuarto semestre de nivel medio superior y no me gusta llegar tarde a la primera clase, pues el profesor puede dar información importante con respecto a su materia.

  • Cuando llegué al salón de clases, me alegré bastante ver de nuevo a Ernesto con nosotros; así que, en cuanto lo vi, tiré mi mochila en el piso y corrí hacia él para abrazarlo «Me alegro tanto de que estés de nuevo aquí con nosotros» le dije «Te extrañé mucho, Ernesto»

  • Yo también, Luis – sonrió – a todos los extrañé mucho.

  • ¿Qué te parece si vamos a algún lado? – le pregunté – Ya sabes, todos juntos.

  • Me parece buena idea – dijo Tamara – Ernesto, me hiciste mucha falta en las clases – dijo mientras lo abrazaba.

  • No saben cuánto me alegra verlos – sonrió.

  • A nosotros también – dijo Tamara.

  • Pero ahora que estamos juntos – empezó a decir Carmen – podemos salir a algún lado.

  • Estábamos demasiado entusiasmados de poder ver a Ernesto en la escuela; de repente, sentí cómo alguien me abrazaba con demasiada fuerza, sujetándome los brazos para evitar algún movimiento posible «No escaparás de mi» dijo «Estás atrapado»


Me gustaba bromear así con Luis, pues de vez en cuando, él también bromeaba conmigo; apenas lo solté, corrí a abrazar a Ernesto y situarme detrás suyo para poder rodearle la cintura y abrazarlo; mi día no podía ser mejor, pues tengo a Ernesto a mi lado y nada hará que eso cambie.

  • Los chicos me informaron que tenían planes de salir, y para mí fue un gusto aceptar acompañarlos, pues siempre estábamos juntos; lo único que se me hizo extraño fue no ver a Diego… quizás no pudo asistir… pero Ernesto… ¿Por qué no vino? ¿Qué le habrá pasado? ¿Por qué se despidió de nosotros en cuanto finalizaron las clases?

  • ¿Qué tienes? – me preguntó Viridiana - ¿Te sientes bien?

  • Sí – sonreí – no pasa nada.

  • Es por Ernesto ¿verdad? – me preguntó.

  • Me hubiera gustado que nos acompañara – respondí.

  • Lo sé, Julio – dijo – a mí también – suspiró – pero su hija lo necesita.

Suspiré y analicé lo que había dicho Viridiana... y es que, en cierto modo, tiene razón; quise pretender que las cosas fueran como antes... pero ahora Ernesto tiene una hija, y eso cambió todo su mundo, pues su pequeña es primero que todo y que todos.

Me empezaba a resignar a pasar mi tarde sin él cuando lo vimos llegar con su hija; apenas se acercó a nosotros, nos saludó efusivamente y después se acercó a mí para presentarme a su pequeña Betty.

  • Ella es mi hija Betty – me dijo – es mi mundo.

  • Está hermosa – sonreí - ¿Cuánto tiempo tiene?

  • 8 meses – respondió – aún es muy pequeña.

- ¿Puedo cargarla? – le pregunté.

  • Por supuesto – respondió – pero con mucho cuidado.

Ernesto me ayudó a acomodar a la niña en mis brazos con calma, pues la niña estaba dormida y no quería despertarla. En cuanto la tuve en mis brazos, la observé detenidamente; la niña se parecía mucho a él… «Está hermosa» murmuré «Es tan bella como su padre» dije mientras sentía a Ernesto recargarse en mi espalda al mismo tiempo que rodeaba mi cintura.

  • Parecen una feliz familia – dijo Viridiana – se ven muy tiernos así.

  • ¿En serio? – pregunté – No creo…

  • No se muevan – dijo mientras nos tomaba una foto con su cámara.

  • ¿Crees que hayamos salido bien? – pregunté.

  • Lo sabrán en cuanto lleve el rollo a un estudio fotográfico para revelarlo – dio Viridiana.

La niña empezó a inquietarse y Ernesto hizo todo lo posible para calmarla… jamás lo imaginé así, con una bebé en brazos; simplemente, la existencia de un bebé no la tenía considerada en los planes que quería hacer con él. Sé que Ernesto no tuvo la culpa, al fin de cuentas, seguimos siendo menores de edad, mientras no cumplamos 18 años… tenemos bastantes limitaciones… por suerte estamos en México, ya que para otros países la mayoría de edad se alcanza al cumplir los 21 años.

  • ¿A dónde iremos? – preguntó Tamara mientras se acercaba a nosotros, pues apenas llegaba a la cita.

  • No lo sé – dijo Viridiana.

  • ¡Ay! – exclamó sorprendida - ¿Es tu bebé? – le preguntó a Ernesto mientras se acercaba a él.

  • Si – respondió Ernesto – es mi hija.

  • ¿Qué sucede? – preguntaron al unísono Tania, Rebeca y Carmen, quienes se acercaban con rapidez para averiguar lo que estaba sucediendo.


Las chicas no se pudieron contener las ganas de cargar a mi pequeña; estaban locas por la niña, y se peleaban porque todas querían cargarla al mismo tiempo. De hecho, la ropa de la niña era un hermoso vestido azul que combinaba con la blusa azul cielo de Rebeca y su pantalón de mezclilla. Aproveché el momento en el que la niña se quedó con las chicas para poder hablar con Julio.

  • ¿Te has dado cuenta cuánto han cambiado nuestras vidas? – le pregunté – Por eso te dije eso.

  • Si – dijo – pero a mí no me importa cuántos hijos hayas tenido – empezó a decir – mientras desees estar conmigo, mi felicidad estará completa.

  • ¿Entonces me aceptarías con mi hija? – pregunté.

  • Será nuestra pequeña hija – sonrió – una pequeña parte de ti que acepto con gusto.

Julio y yo no dijimos nada más, simplemente nos fundimos en un cálido beso; no hacía falta nada más; con esto, Julio me demostraba su amor incondicional por mí. Cada vez que estaba cerca de él, temblaba al sentir su cuerpo pegado al mío, sus labios rozando los míos y sus manos rodeándome la cintura… volver a tener a Julio es lo que he anhelado todo este tiempo.


No puedo dejar que esté junto a él; Julio es mío, lo fue desde que Ernesto dejó su vida atrás… fui yo quien amó a Julio todo este tiempo en que él no estuvo, yo lo conquisté, le di todo… Ernesto no se quedará con él… lo mataría antes que dejarlo junto a Julio.

Me acerqué sigilosamente a ellos, mientras sacaba una pistola de mi portafolio; estaba dispuesto a dispararle a Ernesto, pero mi perfecto plan falló en el momento en el que unas chicas se acercaron a ellos; una de ellas cargaba un bebé, era la chica vestida con blusa azul cielo y pantalón de mezclilla.

En ese preciso momento, mi móvil empezó a vibrar, por lo que tuve que atender la llamada; Diego me estaba empezando a hablar en un tono demasiado grotesco, así que le tuve que poner un límite para que no siguiera así.

  • ¿Qué te pasa? – le dije molesto – No me hables así.

  • Yo te hablo como se me antoje – dijo.

  • Pues no – respondí – ya sabes que conmigo no se juega.

  • No estamos para eso – dijo – necesito a Ernesto.

  • ¿Y qué piensas hacer? – pregunté molesto – no ha estado solo ni un segundo.

  • Escúchame con atención – empezó a decirme – analiza el comportamiento de Ernesto.

  • ¿Cómo? – pregunté - ¿Analizarlo?

  • Si – respondió – necesito que empieces a actuar exactamente como él lo hace.

  • ¿Y eso para qué servirá? – pregunté – no entiendo.

  • Sólo haz lo que te digo – comentó molesto – ya te explicaré después todo con más detalles.

Finalicé la llamada y me quedé observando a Ernesto; por fin estaba empezando a formar su «familia perfecta» que siempre soñó… no permitiré que eso pase; mientras yo viva, él jamás podrá ser feliz… quiero verlo sufrir, quiero verlo suplicando por su vida, quiero verlo humillado ante mí, pidiendo piedad… y lo lograré; de eso estoy seguro, lograré hacer que Ernesto suplique piedad.


FEBRERO 2002.

Estaba caminando de un lado a otro por la habitación, mientras que Vianney se peinaba el cabello; no soportaba más la situación de Ernesto «¿Cómo pudo hacernos esto?» exclamé.

  • No te exaltes – dijo Vianney, sin dejar de observarse a través del espejo.

  • ¿Y cómo puedo evitarlo si Ernesto ya se divorció? – pregunté – No podemos permitirle tanto.

  • Mira – dijo – la solución es obligarlo a casarse de nuevo.

  • ¿Con quién? – pregunté – ya no hay chicas de su edad para casarlo.

  • Ya veremos con quién – empezó a decir – pero Ernesto se volverá a casar.

En ese preciso momento, mi móvil empezó a sonar y de inmediato atendí la llamada; me sorprendió ver que era mi secretaria; salí apresurado de la habitación y seguí hablando con ella pues, según dijo, la situación de la empresa se había complicado.

Le pedí al chofer que me llevara a la compañía, pues los inversionistas estaban ya en mi oficina; en cuanto llegué, me notificaron que dejaban la compañía y exigían su dinero, hecho que generaría grandes pérdidas a la empresa; después de charlar un rato con ellos, fue imposible retenerlos y tuve que extender cheques.

Salí malhumorado de mi oficina y regresé a la casa, en donde me encerré en mi cuarto sin decir nada, hasta que Vianney entró y me hizo preguntas respecto a los inversionistas.

  • Los perdimos – le dije – tuve que devolverles su dinero.

  • ¿Y qué haremos ahora? – me preguntó Vianney - ¡No podemos quedarnos sin dinero!

  • ¡Lo sé, Vianney! – grité – Pero ahora mismo no sé qué hacer.

Suspiré y me recosté en la cama, hasta que decidimos bajar al comedor a cenar para poder olvidarnos por un rato de todo este problema… si tan sólo pudiera tener una solución efectiva a mis problemas, haría cualquier cosa por resolverlos.


De nuevo aquí… me fastidia estar en este bar, pero tengo que encontrar a mi próxima víctima; me acerqué a la barra y pedí una cerveza; mientras esperaba, observé a un chico que parecía lindo: alto, moreno, delgado y tranquilo… estaba sentado en la esquina de la barra, así que decidí acercarme a él y poder envolverlo… “Hoy puede ser mi día de suerte”.

  • Hola – saludé – Me llamo Diego ¿Y tú?

  • Hola – sonrió – soy Javier – dijo – Javier Zavala, mucho gusto.

  • ¿Llevas aquí mucho rato? – le pregunté.

- No – dijo – acabo de llegar.

De repente este chico me dio un beso en los labios que me hicieron olvidarlo todo… «No puede ser» pensé «Este chico me provoca sensaciones… extrañas» Me separé de él y lo empujé, y de inmediato comencé a caminar enojado en dirección a la salida; de repente, siento unos brazos detenerme con fuerza «Espera» dijo el chico «¿Te apetece bailar?» me preguntó, mientras me observaba con una sonrisa.

No pude negarme… estábamos en la pista, bailando salsa… el chico sabe bailar muy bien… no paraba de observarlo… sus ojos cafés se fijaban en mi mirada, analizándome… seduciéndome… mientras sus brazos me hacían sentir bien… hace tiempo que no sentía esto… hace tiempo que no me enamoraba.

Fue entonces cuando no resistí más y esta vez fui yo quien lo besó sorpresivamente; él me abrazó con fuerza y juntos salimos del bar apenas terminar el beso; me llevó a su departamento, que era algo pequeño, pero muy acogedor… con sillones de piel, un pequeño comedor para cuatro personas, un televisor, un estéreo, un reproductor de DVD y dos cuartos, además del cuarto de baño.

El chico me condujo hasta su recámara, en donde nos desnudamos por completo y nos recostamos en su cama; de repente, él me atrapó entre sus brazos y me puso encima de él mientras buscábamos nuestros labios mutuamente. De repente, él se levantó y me dejó ahí solo en la cama… su cama… «¿Qué sucede?» le pregunté «Nada, no sucede nada» respondió; me levanté a prisa y lo alcancé para detenerlo, pues ya estaba por salir de su habitación «¿Te pasa algo?» le pregunté… «¿Por qué me estoy interesando tanto en este chico?»

Javier empezó a contarme su vida; su madre murió años atrás, cuando él tenía 8 años; desde entonces, estuvo viviendo con su padre, quien lo maltrataba mucho y le pegaba, además de obligarlo a vender en las calles para comprarle sus cervezas; cuando él cumplió 13 años, le dijo a su padre que es gay... y que tenía novio. Cuando su padre escuchó esto, lo corrió de su casa, y para colmo, su novio le confesó que lo había engañado varias veces, acostándose con otros chavos, incluyendo al mejor amigo de Javier; por supuesto, Javier se preocupó, pues ambos tenían relaciones sin preservativo.

Por suerte, se separaron apenas Javier se enteró de esto, y en seguida acudió al médico para solicitar unos análisis, los cuales resultaron negativos ante cualquier infección; Javier quedó tranquilo al saber que no se había contagiado de algo… pero el dolor que le causó su ex, fue tan grande que se deprimió mucho. En ese momento, algo se quebró en mí… fue como escuchar mi vida, mi pasado… no pude evitar llorar y me dio pena hacerlo delante de él… «¿Qué me pasa?» pensé «No sabía que seguía siendo tan vulnerable…»


Regresé pronto a casa, pues había ido a ver a Rosario para dejarle a la niña una semana, pues al fin de cuentas, ella también tiene derecho. Estaba en mi habitación cuando recibí un mensaje de Alfonso « Hola, hermano; necesito hablar contigo; espero que no te niegues, quiero disculparme contigo; te espero en el centro comercial que está cerca de tu casa a las 4 pm en punto. No faltes. Te quiero. Alfonso. »

Observé el reloj «Son 2:36 pm, debo arreglarme» pensé. Me apresuré y comí un poco antes de irme, después tomé mi chamarra y salí a prisa de la casa para ir a ver a mi hermano «¿Qué le habrá pasado?» pensé mientras tomaba el bus que me dejaría exactamente enfrente del centro comercial.

  • Hola, Alfonso – saludé - ¿Te pasa algo?

  • A mi nada – dijo sonriente – pero a ti, dentro de poco, te pasará lo mejor de tu vida.

En ese momento escuché la voz de Diego, quien se acercó a mí y me golpeó hasta tirarme al suelo, mientras repetía una y otra vez «Te odio, idiota» El dolor fue tan fuerte que minutos después no podía ni siquiera moverme. En ese momento Alfonso se acercó a mí y me cubrió la nariz con un pañuelo, el cual contenía cloroformo… evidentemente, minutos después quedé inconsciente.


Me sentía mareado… confuso… cansado… «¿Por qué sueño esto?» pensé mientras sentía cómo alguien me penetraba primero despacio y luego rápido… me dolía todo el cuerpo… todo estaba extraño… veía luces blancas, y varios chavos desnudos a mi alrededor… de pronto sentí que el tipo sacó su pene de mi ano y de inmediato fue sustituido por otro chico, quien me empezó a penetrar tan duro que me desmayé del dolor.

Desperté con frío, y me di cuenta de que estaba acostado en el piso; observé el lugar: un cuarto sin muebles, descuidado, sucio... me traté de levantar pero me dolió demasiado el ano «Entonces no lo soñé» pensé. Intenté levantarme de nuevo y sentí cómo mi ano soltaba algo viscoso... «Semen» murmuré en cuanto toqué la sustancia con mi mano y la observé. »

  • Hola, Ernesto – dijo burlón – ¿disfrutaste tu orgía?

  • ¡¿Qué me hiciste?! – grité - ¡Déjame en paz, Diego!

  • ¡Nunca! – gritó mientras me golpeaba en la mejilla – Me quitaste lo único que podía hacerme feliz ¿Cómo esperas pagarme eso, eh?

  • ¡Yo no tuve la culpa! – grité – Fue Julio el que decidió amarme.

  • ¡Eso no es cierto! – chilló - ¡Sabes que no es cierto!

  • Por favor, Diego… - empecé a decir pero me volvió a golpear en la mejilla.

  • Julio y yo pudimos tener un romance puro, perfecto… - empezó a decir – pero apareciste tú y todo lo que soñé se quebró.

Me quedé callado… era imposible hablar así con él… al final, Diego me terminó explicando lo que pasó e, incluso, tuvo el descaro de mostrarme el video que habían grabado en donde me penetraban varios tipos hasta que cada uno de ellos terminó eyaculando en mi interior «No puede ser» pensé «Espero que esto no tenga consecuencias».


Me apresuré a peinarme y estar puntualmente arreglado para la cita; la ropa se me veía muy bien... «Ernesto tiene muy buenos gustos» pensaba mientras recibía el mensaje de Julio «Por fin te tengo en mis manos» pensé.

Bajé a prisa las escaleras y abrí la puerta principal para ir a mi cita, pero mi felicidad se arruinó de inmediato cuando vi que Alfonso estaba llegando hasta donde yo estaba... «No puede ser» pensé «Tengo que deshacerme de él también... a toda costa y como sea, pues Julio será mío y de nadie más, y no pueden haber más obstáculos en mi camino para lograr mi objetivo»

  • Hola Diego – me saludó - ¿A dónde irás hoy?

  • ¿Por qué? – pregunté despreocupado.

  • Porque estás bien arreglado – sonrió – te ves muy bien.

  • Eso a ti no te importa – dije molesto – Mi vida es P-R-I-V-A-D-A ¿entiendes? “PRIVADA”.

  • No te conviene hablarme así – dijo Alfonso - ¿Acaso no recuerdas lo que pasó con Ernesto?

  • Se supone que nadie sabe nada – respondí - ¿Ya hiciste lo que te dije?

  • Yo ya estoy listo – dijo – pero, al parecer, tú aún no lo estás.

  • Te veo en el restaurante – dije – No vayas a faltar por ningún motivo.

- Claro que no – respondió.

- Y ensaya – le ordené – no quiero que se arruine el numerito.


Estaba sentado en el restaurante, impaciente porque Diego aún no había llegado… según dijo, necesita hacerme una propuesta monetaria interesante, además de que tiene información de Ernesto… ¿En dónde estarás, amor? – suspiré.

  • Hola – saludó Diego - ¿Cómo estás?

  • Preocupado – respondí – no sé nada de Ernesto.

  • Sí, lo sé – dijo – también a mí me preocupa no saber nada de él.

  • ¿Qué voy a hacer? – pregunté - ¿En dónde lo busco?

  • No lo sé – suspiré – sólo espero que esté bien.

  • Ojalá – suspiró también Julio.

  • Ven – dije mientras lo abrazaba – Tengo la corazonada de que pronto aparecerá.

  • ¡Qué es esto! – gritaron a lo lejos «Perfecto, el show acaba de empezar».


No podía creerlo; era Ernesto… estaba ahí parado y enojado; de repente se acercó a toda velocidad y golpeó a Diego; a mí me dio mucha rabia, pues no estaba pasando nada malo… «¿ De dónde vienen esos repentinos celos estúpidos de Ernesto? » pensé mientras intentaba sujetarlo; pero él logró zafarse de mis brazos y me soltó un puñetazo en la cara que me tiró completamente al piso «No vuelvas a buscarme nunca ¿entiendes?» dijo molesto.

  • ¿Qué he hecho? – pregunté confundido.

  • No lo puedo creer – dijo Ernesto negando con la cabeza – me montas el cuerno con tu amigo y encima te haces el inocente.

  • Pero yo… - empecé a decir; sin embargo, Diego me interrumpió.

  • Déjalo – dijo – ya se le quitará el enojo algún día.

  • Me voy – dijo Ernesto - ¡Eres un traidor! – le dijo a Diego – y tú… no imaginé nunca esto de ti, después de todo lo que he hecho por tí... ¡Mal agradecido! – dijo mientras salía a prisa del lugar, dejándonos confundidos por su extraña actitud.


Bueno, aquí les dejo el cuarto capítulo de la segunda temporada. Espero que les guste, Para cualquier duda o aclaración, me pueden escribir a guadalupe00023@gmail.com y/o si lo desean, pueden agregarme en facebook, con tan sólo ingresando al siguiente link: https://www.facebook.com/guadalupelopezmexico

P.D.: Les pido cordialmente mis más sinceras disculpas si no llego a contestar correos y/o comentarios, pues apenas dejé mi empleo porque el martes inicio clases y he estado haciendo varios trámites; sin embargo, les recuerdo que no dejaré inconclusa esta serie :) Saludos a todas y cada una de las personas que me leen, valoran y/o comentan. ¡Los quiero!

Atte.:

Guadalupe.