Amor callejero iv

Pareciera que la vida se ensañara con sam. que pasara ahora con su amor por ray?

AMOR CALLEJERO

Eugenia

Ya había pasado un mes, Ray ya estaba instalada en el piso de Sam, la noticia a su padre no la hizo mucha gracia, pero no le quedó más remedio que aceptarlo, Ray y Sam eran muy felices, la morena ya no luchaba, de vez en cuando las dos juntas iban a visitar a Ted, cada una trabajaba en sitios diferentes, pero siempre encontraban tiempo para ellas.

Como cualquier día, Sam volvía para casa, al torcer una esquina un tremendo golpe la hizo caer el suelo, empezó a echar sangre por la boca, una mujer bastante musculosa se agachó a su lado.

  • Te dije que no te librarías de mí, por lo que veo no estás muy en forma, tienes una semana, para prepararte, después lucharás conmigo, si no asistes a la pelea... la rubita lo pagará, y si pierdes... lo pagará de todas formas jajajaja!

  • Como... la toques... te...

  • Qué?, te vas a tirar al suelo y te pondrás a patalear?, jajajaja, recuerda una semana, la pelea será donde las organiza tu amigo, a media noche, no faltes.

La mujer se levantó y le dio la espalda a Sam, pero justo antes de irse dijo en alto.

  • Que ganas tengo de hacer disfrutar a la rubia... no dejará de gritar jajajajajaja.

Tras decir eso se fue, Sam estaba bastante mal, pero la rabia y el odio la hicieron sacar fuerzas para ponerse en pie he ir a buscar a Ted.

Ya eran pasadas las diez, Ray no paraba de dar vueltas por la casa, estaba muy preocupada por Sam, nunca llegaba tan tarde, el sonido de la puerta la hizo correr hasta ella, su corazón empezó a tranquilizarse cuando vio a la morena entrar por la puerta, sin pensarlo corrió hasta ella y se le enganchó del cuello.

  • Ey!, que le pasa al amor de mi vida - dijo abrazándola.

  • Me tenías preocupada, por qué has llegado tan tarde?

  • Lo siento, es que a partir de ahora voy a tener que hacer más turnos, y llegaré algo más tarde.

  • La próxima vez me lo dices, ya me estaba pensando lo peor - dijo apretándose más a ella.

  • Estoy bien cariño, pero tranquila yo te aviso si vuelve a pasar.

La rubia se apartó para mirarla con una sonrisa y después la besó.

  • Mmm, cuanto estaba hachando de menos esos labios - dijo sonriente la morena.

  • A si?, pues esta noche mis labios rodaran por todo tu cuerpo... - dijo rozando el cuello de Sam con sus labios.

  • Oh... lo siento pero no puedo esperar.

La morena la cogió en brazos y la llevó a la habitación, ambas iban riéndose, una vez llegaron la morena la tumbó en la cama muy despacio, ella se tumbó encima, la mirada estaba clavada la una en la otra, Sam acariciaba el pelo de Ray, con su otra mano acariciaba el vientre de Ray por debajo de la camisa, su piel era muy suave, Ray acariciaba la cara de Sam y poco a poco la fue atrayendo hacia si para besarla, era un beso lento, suave pero muy intenso, la mano de Sam fue subiendo hasta acariciar un pecho de Ray, ésta gimió en su boca, poco a poco se fueron quitando la ropa, sus cuerpos ya estaban unidos, como tantas veces lo habían estado ya, ahora era Ray quien estaba encima de Sam, estaba sentada sobre uno de los muslos de la morena, su lengua jugaba con el vientre de Sam, la morena le acariciaba la cabeza, sus ojos brillaban, Ray aspiró con fuerza en el vientre de Sam para llenarse de ella, era algo que la encantaba, siempre que hacia eso la morena no podía evitar sonreír, la pierna de Sam y las caderas de Ray se movían al compás, cada vez era mas acelerado, Ray introdujo dos dedos en Sam, ambas gemían de placer, se acariciaban, se besaban una y otra vez, se lamían la una a la otra, se succionaban... los movimientos de cada una fueron al mismo ritmo, ambas llegaron al extásis juntas, Ray quedó tumbada encima de Sam, estaban fatigadas, pero felices, siempre se abrazaban después de hacer el amor y para dormir igual, desde que viven juntas nunca han dormido separadas.

  • Te quiero Ray - dijo la morena acariciándole la espalda.

  • Yo también te quiero Sam.

Se acurrucaron más la una en la otra, con una gran sonrisa en sus rostros se quedaron en silencio, disfrutando del contacto.

  • Sam, cuántos días tendrás que llegar tarde?

  • Durante una semana, después volveré a mi horario normal.

  • Te voy a echar de menos - dijo apretándose más a ella.

  • Y yo a ti cariño - la morena le dio un beso en la cabeza.

  • Pasaré a verte.

La morena sabía que si hacia eso la descubriría, bastante tenía con mentirle, su conciencia no la dejaría tranquila, pero era la única manera de protegerla.

  • No, Ray no quiero que vayas sola, y mucho menos a esas horas.

  • Lo sé, pero yo tampoco quiero que vengas sola - dijo con morritos.

  • Por mí no te preocupes, yo se defenderme.

  • También es verdad... - dijo con un suspiro - pero prométeme que tendrás cuidado.

  • Te lo prometo.

La morena la besó durante pequeñas eternidades, hasta que el sueño las venció y quedaron dormidas.

El día empezó como el de cada mañana, un agradable despertar, un desayuno rápido, un beso, una acaricia y un te quiero. El día trascurrió rápido, Ray ya había llegado a casa, normalmente Sam no tardaría más de media hora en reunirse con ella, pero sabía que hoy sería distinto, ya la estaba echando de menos, decidió hacerle su postre favorito, así se distraería un rato.

Sam ya estaba en el duro entrenamiento que Ted la había preparado, carreras, abdominales, combos de patadas y puños en saco, pesas, flexiones y muchas cosas más, después de eso tendría que luchar, como en los viejos tiempos, pero no sería una pelea y para casa, tendría que luchar contra dos como mínimo, y así lo hizo, a pesar de la falta de entrenamiento consiguió vencerles casi sin problemas, algún que otro golpe si se llevó, pero no dejarían marca.

  • Has estado increíble para el tiempo que llevas sin hacerlo - dijo Ted.

  • Eso nunca se olvida, y más si pienso quién lo puede pagar si no lo hago bien.

  • Te entiendo.

  • Ted, si el día de la pelea... pierdo, prométeme que te llevarás a Ray de aquí.

  • Tienes mi palabra.

  • Gracias.

  • No me las des, se cuánto significa ella para ti.

  • Bueno, será mejor que vuelva ya a casa.

  • Vale, nos vemos mañana.

  • Si, hasta mañana.

  • Hasta mañana Sam.

La morena se fue hacia la casa, estaba muy cansada, sus músculos estaban resentidos, los sentía pesados, pero tenía que aguantar y no quejarse para que Ray no se diera cuenta de nada.

Una vez entró en la casa, se dirigió hacia el salón, hay pudo ver a una rubia acurrucada en el sofá dormida, y encima de la mesa una tarta de chocolate, sin poder evitarlo Sam se dirigió hacia el sofá, acercando su rostro al de Ray le dio un tierno beso en los labios, Ray fue abriendo los ojos muy despacio, hasta que su vista se aclaró y pudo ver los ojos azules... sus ojos azules.

  • Hola... - dijo Ray con la voz risueña.

  • Hola mi amor...

Sam la besó más profundamente, Ray la rodeó con los brazos hasta tumbarla encima de ella, se besaron durante un largo rato.

  • Mmm, te he echado tanto de menos...

  • Y yo a ti, pero ya estoy con mi niña - dijo sonriente la morena - que además me ha hecho mi postre favorito mmm.

La morena empezó besarla por el cuello, Ray no podía parar de reír.

  • Ese es tu postre favorito?

  • Tú eres mi postre favorito.

  • Jajaja, yo no tengo chocolate.

  • A no?

La morena cogió un poco de chocolate de la tarta con un dedo y se lo extendió por el cuello, Ray se empezó a reír, Sam lamía, y chupaba todo el chocolate en el cuello de la rubia.

  • Yo diría que sí que tienes chocolate - dijo sonriente Sam.

  • Jajaja, te quiero - dijo muy feliz a la vez que la besaba.

  • Mmm, que tal si vamos a la cama y sigo disfrutando de mis dos postres favoritos?

  • Me parece una idea estupenda - dijo riéndose.

Tras amarse profundamente como cada noche se rindieron a los brazos de Morfeo.

Eran las ocho de la mañana, Sam apenas podía moverse, aparte de que Ray estaba encima de ella le dolía mucho el cuerpo, tenía que levantarse para ir a trabajar ya, muy despacio fue saliendo de debajo del cuerpo de la rubia, casi lo había conseguido pero la voz de la rubia la hizo saber que no fue así.

  • Ya te vas?

  • Sí, tengo que ir ya a trabajar, tu hoy entras más tarde no?

  • Si, una hora más tarde.

  • Pues entonces sigue durmiendo, pero no te quedes dormida.

  • Prefiero no correr el riesgo, te vas a duchar ahora?

  • Si, solo tengo quince minutos, acaso quieres venir? - preguntó divertida.

  • Que pregunta...

La rubia se puso de pie y arrastró a la morena hasta el baño, entre besos y risas se quitaron la ropa la una a la otra y se ducharon, casi les habría venido mejor una ducha de agua fría, una vez salieron y se vistió Sam hecho a correr porque no llegaba.

  • Me voy ya que todavía no llego!

La morena se paró donde Ray y la besó apasionadamente, al ver que no se separaba la rubia empezó a reírse en sus labios y a intentar separarse de ella.

  • Sam, mmmm, Sam que... mmmm.

Ray no podía hablar ya que los labios de Sam tapaba los suyos, cuando por fin consiguió apartarse lo suficiente para hablar vio la sonrisa juguetona de Sam.

  • Vas a llegar tarde!

  • La culpa es tuya!

  • Mia?????????

  • Claro que si!, tienes unos labios perfectos, normal que no pueda dejar de besarlos!

La morena le dio una rápido beso y salió corriendo con una gran sonrisa, cuando Ray pensó que ya se había ido vio como la cabecita de Sam asomaba por la puerta.

  • Y no olvides que te quiero!

Tras un guiño de ojo Sam se fue ya a toda carrera, esto también la serviría para su entrenamiento.

Ray rió para sí misma y susurró.

  • Te acabas de ir y ya te echo de menos... esta noche iré a verte...

Tras decir eso cogió sus cosas para ir al trabajo, cada día más feliz, estar con Sam era lo mejor que la había pasado en la vida. Ray de lo que si estaba muy segura era de que no podía estar tanto tiempo separada de Sam, y por eso esta noche iría a hacerle una visita.

Ray ya estaba casi en la tienda, solo tenía que doblar la esquina, iba feliz y contenta porque iba a ver a Sam, lo malo es que la reñiría por ir sola, pero ya sabía cómo hacer para que la perdonara, una vez torció la esquina la expresión de su cara cambio de golpe al ver la tienda cerrada, supuestamente a Sam aun le quedaban dos horas de trabajo, la rubia se acercó hasta la tienda para ver el horario, vio que era el de siempre, a Ray se le empezaron a pasar un montón de ideas por la cabeza, la primera que Sam la estuviera engañando con alguien y la segunda que... que estuviera metida en algún lío, tras pensar un rato decidió ir a ver a Ted, a lo mejor él sabía algo, fue aquel callejón donde solía estar siempre, estaba muy oscuro y no se veía muy bien, pero vio la sombra de un hombre y en el suelo otra que parecía estar haciendo abdominales a gran velocidad, el hombre le estaba gritando para que lo hiciera más rápido, la voz sonaba a la de Ted, pero no estaba segura así que decidió acercarse un poco más para asegurarse, unos cuantos paso más dejaron las dos siluetas a la luz de una farola, el hombre era Ted y la persona que estaba en el suelo era... era Sam, llevaba su antiguo traje de lucha, estaba sudando, parecía muy cansada, Ray estaba muy dolida por que la había mentido, pero no entendía por qué, siguió mirando y vio como Sam se ponía de pie, intento escuchar lo que decían.

  • Bien Sam, tengo un nuevo entrenamiento para ti.

  • De qué... se trata? - preguntó fatigada.

  • De correr.

  • Correr?

  • SOLTADLOS! - gritó Ted.

Sam miró hacia donde había gritado Ted, pudo ver como dos hombres soltaban a dos perros, y corrían directamente hacia ella.

  • Yo que tu empezaba a correr, esos perros están muertos de hambre y tú eres su próxima comida.

  • Esto me lo vas a pagar!

La morena hecho a correr con todas sus fuerzas, los perros la empezaron a seguir, Ray lo vio todo, y la idea de soltar perros hambrientos no le pareció buena, estaba muy preocupada, las lágrimas se le saltaron de los ojos, no quería pensar en que le pasaría a Sam si los perros la alcanzaran, salió corriendo donde estaba Ted.

  • TED!

  • Ah!... oh... esto... hola pequeña.

  • Qué es todo esto? - preguntó llorando.

  • Pues verás.... es que Sam quería que la entrenara para no perder el físico y eso... ya sabes.

  • Hay algo más!, me dijo que estaría durante una semana haciendo horas extras en el trabajo, me ha mentido, por qué?

  • Ray... eso es algo que tienes que hablar con ella, yo no puedo decírtelo, pero lo que si te digo es que... a Sam esto no le hace mucha gracia, se está viendo obligada a hacerlo.

  • Obligada?, pero está metida en algún lío?, tiene problemas?, por favor, dime qué pasa!, quiero ayudarla.

  • Sé que quieres ayudarla, pero la ayudaras haciendo como que no sabes nada de esto, solo será una semana, después todo abra acabado.

  • Pero el que tiene que acabar?! - preguntó con desesperación.

  • Solo te pido eso, dale una semana.

Ray solo podía llorar, sin decir más salió corriendo de allí.

  • Ray espera!

La rubia no se paró se fue, no quería que Sam la viera, no sabía que pensar, aún estaba preocupada por los perros que seguían a Sam.

Tras estar media hora corriendo perseguida por los perros volvió donde estaba Ted, había conseguido despistarlos.

  • Te... voy... a... matar - dijo la morena sin aliento mientras se ponía de rodillas.

  • A la que van a matar es a ti - dijo Ted serio.

  • Por qué... lo dices?

  • Ray a estado aquí...

  • Qué????????!!!!!!!!!!!!

Sin esperar la morena salió corriendo, cogió su bolsa y se cambió antes de llegar a casa. Una vez llegó a casa vio que todas las luces estaban apagadas menos la de la mesilla de noche de la habitación, Sam se temía lo peor, había mentido a Ray, a la persona que más amaba, una vez entró en la habitación por primera vez el silencio de aquélla habitación la dio miedo, Ray estaba tumbada en la cama de espaldas a la puerta, pudo ver que justo al entrar la rubia se estaba moviendo, así que estaba despierta, poco a poco se acercó por detrás de ella, con una de sus manos la tocó el hombro.

  • Ray...

  • No me toques! - dijo rápidamente apartándose.

  • Ray... puedo explicártelo.

  • No hay nada que explicar!, me has mentido!

  • Lo siento, por favor perdóname, no podía decírtelo.

  • Por qué no?! - dijo casi en un grito encarándola.

  • Porque... - Sam se quedó sin palabras al ver el rostro de la rubia.

  • Sam, te quiero y lo sabes, pero yo no puedo seguir con alguien que me oculta cosas, que me hace promesas y luego las rompe.

  • Qué quieres decir? - preguntó muy asustada.

  • Quiero decir que... no puedo seguir contigo - dijo con lágrimas en los ojos - mañana... recogeré mis cosas y me iré.

Sam sintió mil puñaladas en el corazón, le dolieron tanto aquellas palabras que no le salían ni las lágrimas, la morena cayó de rodillas al suelo, en ningún momento dejó de mirar a la rubia que aún estaba llorando y la miraba de igual forma, la morena se acercó al rostro de Ray, acariciando su cara con una de sus manos pegó sus labios a los de Ray, la rubia cerró los ojos lloró más fuerte porque no estaba respondiendo a su beso y era lo que más deseaba, Sam al notarlo se separó y por fin dejó que las lágrimas cayeran libremente.

  • Pasaré... la noche en el sofá.

Sam se levantó y salió de la habitación, Ray la siguió con la mirada hasta que dejó de verla, no podía creer que todo hubiera acabado, sentía como si se le hubiera escapado toda su vida, volvió a tumbarse en la cama llena de lágrimas, se tumbó justo donde solía hacerlo Sam, se llenó de su olor, estaban pensando en ir a buscar a Sam pero le dolió tanto lo que le había hecho... no podía, y entre dolor y lágrimas se quedó dormida.

Ya había amanecido, pero ésta mañana no era igual que todas las demás, ésta mañana estaba vacía, Ray sentía la tristeza en su corazón, se levantó con cuidado dirigiéndose al salón para ver si Sam se había levantado ya, cuando se asomó por el marco de la puerta no la vio, lo único que vio fue una nota encima de la mesa, Ray se acercó y la cogió.

"No hace falta que te vayas Ray, me voy yo, yo soy la que te he hecho daño, perdóname... te quiero."

Ray se puso a llorar nada más leer la nota, en la casa se notaba su ausencia, sabía que lo que Sam había hecho estaba mal pero ella sabía que no podría estar sin Sam. Una vez se vistió se fue a ver si la veía, o a ver si veía a Ted.

Cuando llegó lo único que encontró fue a Ted, estaba contando un buen fajo de billetes.

  • Ted...

  • Aaahhh, hola Ray.

  • Dónde está Sam?

  • No lo sé, supongo que estará entrenándose.

  • Entrenándose para qué?

  • No te lo dijo ayer?

  • No... bueno, lo cierto es que no la deje explicarse, tú la has visto esta mañana.

  • Si, la vi hace un par de horas, ahora entiendo lo que le pasa...

  • Necesito que me digas dónde está - dijo la rubia preocupada.

  • Sam me hizo prometer que no te lo diría, y que si venías te acompañara hasta casa.

  • Por qué?! - la rubia no entendía nada.

  • Porque Sam te ama, y vela por tu seguridad, tú sabes que este lugar es muy peligroso, Sam no quiere que vengas aquí.

  • Yo tampoco quiero que ella venga! - dijo casi en un grito casi con las lágrimas fuera.

Unos gritos y abucheos les llamaron la atención, algo estaba pasando a pocos metros suyos.

  • Qué demonios pasa ahí? - preguntó Ted.

Ted se levantó y empezó a caminar, Ray le siguió, el jaleo estaba armado donde siempre hacían las luchas, un coro de hombres gritaban y abucheaban a los que estaban dentro del círculo, Ted y Ray se colaron entre la gente para ver lo que estaba pasando, aquella mujer musculosa que tantas veces había amenazado a Sam estaba luchando, había un luchador en el suelo, al parecer tenía el cuello partido, esa mujer tenía a otro luchador levantado por encima de su cabeza, lo dejó caer en su rodilla partiéndole la espalda, Ted la reconoció y antes de que viera a Ray se giró para donde estaba Ray.

  • Ray, rápido!, vete detrás de aquella columna - dijo señalándosela.

  • Qué pasa?!

  • No discutas conmigo y haz lo que te he dicho, luego te lo explicaré.

Ray se puso donde le había dicho Ted, desde allí podía ver bien y oír también, una vez la mujer acabó con los luchadores la dieron su dinero, esta se iba a ir, pero cuando vio a Ted se acercó hasta él.

  • VAYA, VAYA!, PERO SI TEGO AQUÍ AL REPRESENTARTE DE LA QUE DENTRO DE UNOS DÍAS SE ARRASTRARA A MIS PIES.

Su voz era lo suficientemente fuerte para que Ray lo oyera.

  • Dudo que eso vaya a pasar - dijo Ted con total calma.

  • CREES QUE ESA ESTÚPIDA PODRA CONMIGO?, SE NOTA QUE NO TE HA CONTADO LO QUE LE HICE MIENTRAS ESTUVO EN PRISIÓN VERDAD?

Ray cayó en que estaban hablando de Sam, ella nunca le dijo lo que había pasado mientras estuvo allí, estaba muy preocupada y quería saber lo que estaba pasando.

  • Será mejor que te vayas - dijo Ted.

  • CLARO QUE ME VOY, PERO DILE QUE LA MATARÉ ANTES DE QUE PUEDA DAR UN SOLO PUÑETAZO, QUE RENUNCIE A LA LUCHA Y A ESA RUBITA SI QUIERE SEGUIR VIVIENDO.

Sin decir más la mujer se giró y se fue de allí, a medida que estaba más lejos Ray salió de su escondite con los ojos llenos de lágrimas y se acercó a Ted.

  • Vas... a decirme quién era esa mujer?, y qué es lo que está pasando.

  • Bueno... vayamos a otro lugar y te lo contaré con más calma.

Ted llevó a Ray a una cafetería, los dos pidieron algo para beber y Ted se disponía a contarle lo que pasaba.

  • Verás Ray, esa mujer al parecer estuvo presa con Sam, era la que manipulaba vuestras cartas, tus visitas y todo eso.

  • Fue ella? - preguntó Ray.

  • Si, cuando Sam te dijo que no volvieras por allí fue por ella, la amenazó con que te haría daño, y digamos que lo que pasa es algo parecido.

  • Qué quieres decir?

  • Al parecer hace unos días Sam se encontró con ella y la golpeó, le dijo que quería luchar con ella dentro de una semana o sino tú lo pagarías.

  • Dios... - las lágrimas comenzaron a salir de los ojos verdes.

  • Por eso Sam vino a mí y me pidió que la entrenara, necesitaba ponerse en forma nuevamente para poder tener alguna posibilidad contra ella.

  • Ted la va a matar! - dijo llorando Ray.

  • Tranquila, para evitar eso se está entrenando, ella sabía que no te gustaría que volviera a luchar y por eso te mintió, pero lo hizo sin mala intención Ray, ella te ama y solo intentaba protegerte.

Ray se tapó la cara con las manos y lloró con todas sus ganas al recordar la noche anterior, cuando ella le negó su beso, su amor...

  • Ted, tengo que encontrarla, tu sabes dónde está.

  • Si pero...

  • Por favor!, no le diré nada si no quieres, solo quiero verla.

  • Está bien, pero no tiene que vernos.

  • Vale.

Ted llevó a Ray donde se estaba entrenando, no tenían que verles, así que tendrían que ir con cuidado. Sam estaba en un viejo gimnasio abandonado, lo único que quedaba allí era un saco de boxeo y unas pesas, ambos entraron con cuidado de que no les viera, desde fuera se podían oír los gritos de Sam, Ted se asomó un poco por la puerta, vio que la morena estaba golpeando el saco.

  • Ven, mira - le dijo a Ray.

La rubia se asomó, y hay vio a su morena golpeando con fuerza el saco, en su cara se notaba el cansancio y... la tristeza, en cada golpe el saco iba hacia atrás y volvía para adelante, en uno de los golpes el saco dio de lleno en la morena que la derribó al instante, Ray al verlo quiso ir pero Ted no la dejó, ambos siguieron mirando, Sam se levantó y dio una patada al saco, haciendo así que volviera hacia atrás, Sam se dejaba golpear, al parecer quería aumentar su resistencia, caía una y otra vez al suelo, a Ray se le saltaban las lágrimas al ver el sufrimiento de Sam, se estaba esforzando por protegerla, Ted la miró y apoyó su mano en el hombro de la rubia.

  • Tranquila, Sam es fuerte, lo único que me preocupa es que la afecte el que tú la hayas dejado.

  • Si me lo hubiera dicho yo...

  • Lo sé.

  • Ted yo la amo más que a nada en esta vida.

  • Ella te ama de la misma forma.

  • Lo sé - dijo entre lágrimas.

  • Escucha, por ahora no la digas nada, yo la estaré observando, si veo que está mal te lo diré.

  • Ted si la pierdo habré estado separada de ella y...

  • No la perderás, confía en mí y en ella, yo la entrenaré bien.

  • Cuídala mucho.

  • No te preocupes.

Ray volvió a mirar a Sam, que ahora estaba tumbada en el suelo, solo oía su respiración agitada, sus ojos estaban cerrados, y su cuerpo estaba bañado en sudor.

  • Será mejor que nos vayamos - dijo Ted.

  • Esta bien.

Los dos salieron de allí, Ray preocupada por su amor y deseando de estar entre sus brazos otra vez, estaba tan arrepentida de lo que pasó la noche anterior... si a Sam le pasaba algo no se lo perdonaría jamás. Ted la acompañó hasta casa, estuvieron un rato hablando, bueno, más bien Ted intentando calmar a Ray.

Los días iban pasando, Ray no la había vuelto a ver desde ese día, y ya habían pasado tres días, siempre que podía iba a buscar a Ted para preguntarle por ella, siempre le decía que seguía igual, aunque de ánimo estaba bastante mal, la morena no hacía más que pensar en Ray, la echaba tanto de menos... y sentía tanto dolor por el beso no correspondido de Ray, cuando pensaba en ello se hundía y no quería, tenía que estar preparada, pasado mañana todo acabaría. Sam había mejorado mucho, estaba más ágil y más fuerte, estaba contenta con su progreso y seguiría entrenando hasta mañana, el día de la pelea no era hasta medianoche así que estaría descansando todo el día.

Al día siguiente Sam lo pasó tal y como lo había pensado, entrenando duramente. Por fin llegó el día de la pelea, donde acabaría todo, a pesar de que Sam pensó en descansar por el día ya se había vuelto costumbre correr por las mañanas, eran las ocho de la mañana cuando iba por las calles desiertas, había empezado a correr a las siete, ya estaba algo cansada, curiosamente apareció delante del que antes era su piso, en el que vivían Ray y ella, se paró delante de él y miró la ventana que daba a su habitación, recuerdos salían de ella, recuerdos de lo más felices, una sonrisa apareció en sus labios. Un suave toque en el hombro la hizo girarse, sus miradas chocaron tan fuerte que incluso dolió, Ray estaba delante de ella, Sam pudo ver ese brillo en sus ojos, el mismo brillo que cuando estaban juntas.

  • Ho... hola - dijo Ray titubeando.

  • Hola...

  • Qué... tal te va?

  • Pues... me va bien... bien... y.... a ti?

  • Ah pu... pues bien también...

Ambas sonrieron, pero las dos se dieron cuenta de que no eran verdaderas.

  • Qué... haces por aquí?

  • Bueno yo... estaba corriendo y... sin darme cuenta he venido a parar aquí...

  • Ah... - por un momento Ray se ilusionó, pensó que había venido a verla a ella.

  • Será mejor que... me vaya.

La morena iba a ponerse a andar pero sintió un cuerpo cálido que se abalanzó sobre el suyo, Ray se abrazó a su cintura y apoyó su cabeza en el cuerpo de la morena.

  • Te he echado tanto de menos... - Ray no pudo evitar que le temblara la voz y que se le salieran las lágrimas.

  • Ray...

  • Perdóname Sam, he sido una tonta, Ted me lo ha contado todo.

  • Te... lo ha contado?

  • Si, y ahora me he dado cuenta de lo egoísta que he sido, tu sacrificándote para protegerme y yo... y yo te lo pago así - dijo llorando - por favor Sam, abrázame>

Sin pensarlo un instante Sam la abrazó con todas sus fuerzas, los nervios se hicieron un nudo en sus estómagos, el tener ese cuerpo tan deseado por fin pegado al suyo era una sensación increíble, se abrazaron todo lo que pudieron, Ray por fin sentía ese bienestar, esa protección entre esos brazos fuertes, ese calor y... ese amor, Sam no podía estar mejor, en plena forma y con la persona que más amaba en sus brazos.

  • Ray perdóname, debí decirte lo que estaba pasando yo...

  • Sam ya no importa, ahora solo quiero estar contigo, quieres... volver a casa? - preguntó mirándola a los ojos con los suyos humedecidos.

  • Claro que quiero volver, no hay nada que más desee.

Sonriéndose ambas entraron al piso abrazadas, Sam había echado de menos tanto ese olor que se colaba por su nariz al entrar en la casa..., cuando entró cerró los ojos y aspiró con fuerza, Ray la miraba sonriente, cuando sus ojos se encontraron...

  • Te he echado mucho de menos - dijo la morena.

  • Bienvenida a casa Sam.

Ambas sonrieron y se besaron con todo su amor, por fin sus labios se volvieron a unir, después de un rato de besos y caricias Sam fue a ducharse mientras Ray preparaba el desayuno. Una vez acabó de ducharse la morena fue a la cocina, nada más entrar fue recibida por unos brazos y unos labios, Ray la besó muy despacio, eran uno de los besos más tiernos que se habían dado.

  • El desayuno está listo - dijo Ray rozando sus labios.

  • Perfecto... me muero de hambre - dijo la morena sonriéndole.

Las dos se sentaron a desayunar, Ray estaba muy callada y Sam lo notó, la rubia apenas la miraba.

  • Ray, te pasa algo?, estas muy callada - preguntó la morena preocupada.

  • No... Es que... ésta noche tendrás que ir a la pelea y...

  • No te preocupes - Sam estiró su brazo por encima de la mesa y posó su mano encima de la de la rubia - todo saldrá bien.

  • Sam la he visto, es una asesina... tengo miedo.

  • Escucha, no tienes nada que temer, he mejorado mucho, ahora estoy a su altura.

  • Dime que es lo que te hizo en la cárcel - dijo la rubia algo tímida.

  • Ray...

  • Por favor... - pidió en súplica.

  • Más que en prisión estuve en la enfermería, yo entrenaba como podía para defenderme, pero no era suficiente, nunca conseguía derrotarla... - dijo avergonzada la morena mientras agachaba la vista - averiguó que yo tenía a alguien fuera, o sea tu y ahí empezó a manipularlo todo y a amenazarme con que te haría algo si no hacía lo que me decía...

La rubia apretó más su mano y se puso de pie sin soltarla, rodeó la mesa hasta llegar a Sam, se sentó en sus piernas y rodeó a la morena con sus brazos por el cuello, las dos se quedaron en silencio, solo abrazadas, a las dos les encantaba esa sensación, Sam tenía su cabeza apoyada en el pecho de la rubia, su latido era tranquilo, Sam sonreía al oírlo.

  • Sam, qué... qué pasa si no vas a la pelea?

  • Te buscará y... a saber lo que te haría.

  • Y si nos vamos de aquí?

  • Ray, huir no es la solución.

  • Morir tampoco - dijo con la voz temblorosa.

  • Ray... si algo me pasara Ted me ha prometido que te sacará de aquí.

  • No digas eso! - la rubia se aferró a ella con todas sus fuerzas - no soportaría que algo te pasara.

Sam la apretó más contra ella y la acunó en sus brazos para tratar de calmar a Ray, estuvieron así un rato, después Sam separó a la rubia para mirarla a los ojos y después besarla.

  • Sam quiero amarte - dijo la rubia acariciando su cara.

Sin decir nada la morena la besó y cogiéndola en brazos se fueron a la habitación a amarse una y otra vez y a entregarse todo su amor como si fuera la última vez.

Ya era casi medianoche, Sam iba al callejón donde se celebraría la pelea, no pudo conseguir convencer a Ray para que se quedara en casa, así que iban juntas agarradas de la mano, la morena pudo notar que Ray estaba temblando, apretando más su mano hizo que la rubia la mirara, Sam la calmó con una de sus sonrisas que tanto fascinaban a Ray, enseguida se la devolvió, siguieron caminando.

Ted ya estaba recogiendo las apuestas, aquella mujer ya estaba allí calentando, a su alrededor la multitud de siempre, en sus movimientos de calentamiento esa mujer pudo ver que Sam y Ray se acercaban.

  • VAYA!, HAY LLEGA MI VÍCTIMA Y MI TROFEO!

Ted miró hacia atrás, vio a sus dos amigas cogidas de la mano, una vez llegaron, Sam empezó a sacar los protectores de los guantes y los pies, Ted se acercó hasta ellas.

  • Me alegro de que ya estéis bien chicas.

  • Gracias - dijo Ray sonriendo

  • Sam, estás preparada?

  • Si, lo estoy.

  • Me alegro, y tu Ray qué tal estás?

  • Nerviosa... preocupada... pffff.

  • Tranquila, Sam es mi mejor luchadora - dijo guiñándole un ojo.

La morena ya había acabado de ponerse las protecciones.

  • Bueno, pues ya estoy lista - dijo Sam.

Ray se puso delante de ella y apoyó sus manos en la cintura desnuda de la morena, en su cara se veía la angustia.

  • Sam...

  • Todo saldrá bien - le dijo la morena con una sonrisa - te amo con toda el alma.

La morena se abalanzó sobre sus labios, la rubia la respondió con la misma pasión y el mismo amor, tras besarse nuevamente y un abrazo, Sam entró al círculo.

  • POR LO QUE VEO YA TE HAS DESPEDIDO DE MI CHICA.

  • No es tu chica, y jamás lo será.

  • ESO YA LO VEREMOS.

Ted se acercó hasta ellas y se puso en el centro.

  • Bien, ya conocéis las reglas, no las hay, es un combate a muerte. Que gane la mejor.

Ted salió de allí y se puso al lado de Ray para presenciar el combate, Sam se puso en posición de combate al igual que la otra mujer.

  • EMPEZAD! - gritó Ted.

Sin sabes cómo Sam le dio una doble patada en la cara a la mujer, fue tan rápido que no pudo ver sus largas piernas, la mujer quedó de espaldas a la morena, había empezado a sangrar del labio, empezó a reírse y se limpió la sangre con el pulgar.

  • NO HA ESTADO MAL, VEAMOS QUE HACES AHORA!

Una patada en forma de coz en el estómago hizo que Sam se doblara, la mujer se giró y cogiéndola de la cabeza con las dos manos estampó su rodillas en la cara de Sam, la morena cayó de espaldas pero se levantó enseguida, sangre chorreaba de su nariz, la morena saltó y le dio una patada de bicicleta, después hizo un combo de puñetazos y patadas, la última patada la mujer la paró y sin soltarla la pierna le dio una fuerte patada en la entrepierna, Sam cayó al suelo del dolor, con dificultad se fue poniendo en pie.

Ray estaba sufriendo mucho al ver a Sam sufrir tanto, tenía el corazón en un puño, sabía que Sam lo estaba haciendo bien, pero no estaba segura de sí sería suficiente.

A Sam le temblaba la pierna donde le había dado la patada, no conseguía apoyarla bien, en un descuido la mujer la agarró del cuello y la lanzó contra una columna, Sam había sufrido daños en la espalda, quería levantarse del suelo pero no podía, la mujer se acercó hasta ella y agarrándola del pelo le levantó la cabeza.

  • SABES POR QUÉ EMPECE A HACERTE LA VIDA IMPOSIBLE?, PORQUE YO TE CONOZCO, SI... TE CONOZCO MUY BIEN, Y A QUE NO SABES POR QUÉ? - la morena solo la miraba llena de odio - POR QUE YO MATÉ A TUS PADRES!!!!!!, JAJAJAJA!

Sam se quedó paralizada, no creía lo que acababa de oír, ella sabía que su padre y su madre murieron a manos de una mujer, pero jamás pensó que fuera ella, su vista se nubló, la rabia y el odio se estaban apoderando de ella, una serie de recuerdos de su infancia empezó a pasar por su mente, en esos recuerdos reconoció la misma risa que estaba oyendo ahora.

  • Tu... tu eres...Snub?

  • SI, ESA SOY YO!

Ted cerró los ojos al oír ese nombre, Ray lo miró con más preocupación que antes.

  • Qué pasa Ted?

  • Snub... asesinó brutalmente a los padres de Sam, los golpeó, les cortó todos los dedos en vivo, uno a uno, les partió las piernas y los brazos, tras horas de estar agonizando aun conscientes... los quemó vivos y todo eso... lo hizo en presencia de Sam, cuando ella solo tenía cinco años...

  • Dios mío...

Ray quedó tan impresionada que no sabía cómo reaccionar, no se dio cuenta cuando las lágrimas recorrían por sus mejillas, la rubia volvió su vista a Sam, que seguía tirada en el suelo.

  • Ahora necesita tu apoyo Ray... más que nunca - dijo Ted.

  • Tienes razón, VAMOS SAM!, TU PUEDES HACERLO, LEVÁNTATE! - gritó Ray llorando.

Sam al oír la voz de Ray reaccionó, se levantó rápido pillando por sorpresa a Snub, llena de furia le golpeó la cara y el estómago, Sam gritaba en cada golpe que le daba, Snub sangraba por toda la cara, casi estaba perdiendo el conocimiento, Sam iba a darle el golpe de gracia para derribarla, la morena iba darle un tremendo puñetazo en la cara cuando Snub se agachó lo suficiente para que el puño de Sam diera en su cráneo, Sam gritó al sentir todos los huesos de su mano romperse, Snub se reía.

  • QUÉ TE A PARECIDO ESO EH!, JAJAJA, YO QUE TU ME RENDIRÍA, NO PODRÁS HACER MUCHO CON UNA MANO ROTA.

  • SAAAAAAAMMMMMM!!!! - gritó Ray desesperada.

Sam aguantando el dolor dio una fuerte patada a Snub en la cabeza haciendo que se estrellara contra la columna, la mujer quedó tirada en el suelo con los ojos en blanco, no se movía, Ted se acercó para comprobar si estaba viva.

  • SIGUE VIVA!

Ted se acercó hasta Sam.

  • Sam, quieres dejarlo así o quieres acabar con ella?

La morena tardó en contestar, antes de hacerlo miró hacia donde estaba Ray, estaba llorando, llena de angustia, asustada... la morena volvió la vista a Ted.

  • La pelea ha terminado.

Ted le sonrió, cogió el brazo que tenía bien y lo levantó por encima de sus cabezas proclamándola vencedora, inmediatamente Ray salió corriendo entre lágrimas para abrazar a Sam, a pesar de estar herida Sam la abrazó con todas sus fuerzas.

  • Sam...

  • Ya acabó todo mi amor - Sam solo la abrazaba con un brazo.

  • Vámonos a casa - dijo la rubia sonriéndole.

  • Vamos.

Antes de ponerse a caminar Ray besó a Sam, la rubia ayudaba a caminar a Sam.

  • Mejor vamos a un hospital primero, tienen que verte esa mano.

  • Bueno ver no la tienen que ver mucho, está rota la mires por donde la mires.

  • ESPERAD! - Ted las llamó.

  • Qué pasa? - preguntó la morena.

  • Esto es vuestro - Ted sacó una montaña de billetes.

  • No lo quiero - dijo Sam.

  • No lo quieres? - preguntó sorprendido.

  • No, yo he luchado por defender a la persona que amo, no por un puñado de billetes.

Ray se llenó de felicidad al oír eso y se abrazó más fuerte a Sam, las dos sonrientes empezaron a andar dejando a Ted con todo el dinero, feliz por sus amigas y por tener todo ese dinero se fue a celebrarlo.

Sam y Ray acababan de salir del hospital, Sam ya tenía la mano escayolada y tendría para rato, las heridas de su cara también se las habían curado.

  • Ray quiero que vengas conmigo, quiero enseñarte algo.

  • Claro! - dijo sonriente la rubia.

Sam la llevó hasta un rascacielos, arriba de todo, se podía ver toda la ciudad desde allí arriba, la luna brillaba más que nunca y las estrellas a su alrededor.

  • Es precioso - dijo fascinada Ray.

  • Mira allí.

La morena le señaló una avioneta que pasaba haciendo acrobacias, en cada una de ellas aparecían letras escritas en el cielo, eran brillantes y de colores chillones, cuando la avioneta acabó Ray pudo leer.

QUIERES CASARTE CONMIGO?

Ray miró hacia atrás, quería ver a los ojos a Sam, cuando miró vio a la morena con una sonrisa ofreciéndole un anillo, Ray se tapó la boca de la emoción y comenzó a llorar, la rubia se acercó con paso tembloroso, se paró delante de Sam y cogió el anillo, cuando se lo puso volvió a mirar a Sam llena de lágrimas y con una sonrisa en sus labios le hizo saber su respuesta.

  • Si quiero!, quiero casarme contigo Sam!

Las dos se besaron y se abrazaron llenas de felicidad, ya no habría nada que las separara, por fin todo su sufrimiento había acabo, ahora solo les quedaba tiempo para amarse y para hacer de su amor una vida completa y entregada, entregadas totalmente la una para la otra.

Fin