Amor callejero i

Esta es la historia de sam y ray. sam es una joven que la vida le ha dado duro y para sobrevivir pelea clandestinamente, pero cuando conoce a ray todo su mundo cambia

NOTA: QUERIDOS FANS, ME ALEGRA QUE LES HAYA GUSTADO TODAS LAS HISTORIAS QUE HE COMPARTIDO CON USTEDES. PERO PARA SER SINCERA LOS AUTORES QUE MENCIONO EN AL INICIO DE CADA CAPITULO SON LOS MERECEDORES DE TODOS LOS ELOGIOS. ELLOS SON LOS QUE NOS HACEN SENTIR EN CADA RELATO. YO SOLO LOS COMPARTO POR QUE NO QUIERO QUE QUEDEN EN EL OLVIDO ESTAS HISTORIAS TAN MAGNIFICAS. ESPERO IGUALMENTE LES ENCANTE ESTA NUEVA HISTORIA DE LA AUTORA EUGENIA.

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AMOR CALLEJERO

Eugenia

En las calles más peligrosas de un barrio... una alta mujer morena, de ojos azules se encontraba rodeada por una multitud vitoreando. Un hombre musculoso y el doble de alto que ella se encontraba delante de la morena en posición de ataque, la morena enarcó una ceja y con gran agilidad esquivó un puñetazo de aquel hombre, la morena combinó una serie de golpes en el hombre, varios puñetazos y patadas. El hombre sangraba por toda la cara pero no se rendiría, tras una sonrisa de burla de parte de la morena el hombre se abalanzó sobre ella, con un acertado puñetazo en la cara de la morena hizo que esta cayera de rodillas, el hombre le dio una patada en la cara haciéndola sangra por la nariz como nunca había sangrado. Una vez recuperada del golpe... giró en una de sus piernas dándole con la otra en la cara y dejándolo inconsciente. Un hombre salió de la multitud proclamando a la morena la ganadora, le dio un fajo de billetes como premio.

  • Otra vez la campeona... buen trabajo, nos veremos dentro de dos días.

  • Bien... (Fue lo único que dijo).

La morena se giró para irse de allí, sangraba por la nariz y tenía un ojo morado, ya estaba oscureciendo, aquella mujer tan misteriosa se metió por un callejón adentrándose entre las sombras.

Un nuevo día comienza para una bella joven de ojos verdes y pelo dorado, su corto pelo la hacía aún más hermosa, con una amplia sonrisa se dirigía al instituto, saludando a todos sus compañeros que se iba encontrando por el camino. Una vez llegó... a lo lejos vio al director acompañado por una estudiante, era más alta que él, de cabello negro azabache y de largo hasta la cintura, llevaba unas gafas que la cubrían los ojos. La rubia se seguía acercando hasta donde estaba el director, el director avanzaba en dirección a ella, una vez estuvo lo suficientemente cerca... con una sonrisa le dio los buenos días, el director hizo lo mismo, la morena miraba al frente pero se dio cuenta de que aquella mujer rubia no la quitaba ojo de encima y de giró para mirarla, la rubia no pudo ver sus ojos pero sabía que detrás de esas gafas había una mirada fría, casi se podría decir de desprecio.

El director siguió su camino seguido por la alta mujer. Será una nueva estudiante?, pensó la rubia. Una vez todos en clase ya... unos golpes a la puerta interrumpieron la clase. La puerta se abrió y dio paso al director acompañado por esa misteriosa chica, la profesora pidió silencio en la clase para que el director pudiera hablar.

  • Buenos días a todos, perdón por la interrupción, pero hoy ha ingresado una nueva estudiante en nuestro instituto y ha sido asignada a esta clase, espero que todos la ayuden en lo que necesiten y se comporten como buenos compañeros. Bien ahora la señorita María le dirá donde se sentará, eso es todo, buenos días.

Tras estas palabras el director salió de la clase. Aquella chica estaba delante de toda la clase de pie, con la cabeza bien alta y aun con las gafas puestas. La profesora María se puso a su lado nos empezó hablar.

  • Bueno... primero bienvenida, ahora te importaría decirnos cómo te llamas?

  • Sam (dijo secamente).

  • Bien Sam, teniendo en cuenta que eres nueva que dejaré a cargo de Ray.

La rubia se sobresaltó al escuchar su nombre, se puso de pie y asintió con la cabeza.

  • Bien Sam, hay algo que quieras decir?

  • Sí.

  • Bien... te escuchamos.

  • Si alguien intenta vacilarme lo lamentará.

  • Bu... bueno pues ya queda todo dicho, ahora siéntate al lado de Ray.

La morena se sentó al lado de Ray, no se había molestado en mirarla, Ray la miraba de reojo, la morena se dio cuenta y giró para mirarla, con voz seca y fría la dijo...

  • Tienes algún problema?

  • No... ninguno.

  • Y por qué me miras tanto?

  • Curiosidad... supongo.

  • Pues no seas tan curiosa, no me gusta que me miren.

  • Perdona...

La profesora llamó la atención de la nueva joven.

  • Sam...

  • Si?

  • Aquí no te harán falta las gafas.

  • Siempre las llevo.

  • Eres ciega?

  • No.

  • Entonces quítatelas.

Sam se quitó las gafas y dejó a la vista unos preciosos ojos azules. Ray la miró de reojo, no alcanzó a ver el color de sus ojos, pero sí pudo ver un moratón alrededor del ojo, giró la cabeza con asombro para mirarla mejor, la morena que se percató de ello... giró la cabeza también para mirarla frente a frente. Sus ojos se encontraron por primera vez, unos ojos verdes se perdieron por esos ojos azules tan profundos, se miraron unos instantes hasta que la profesora las sacó de su silencio.

  • Vaya Sam... Cómo te has hecho eso?

  • Eso no es asunto suyo.

  • Lo sé... pero me gustaría saber por qué una de mis alumnas viene con un ojo morado.

  • Ya le he dicho que no es asunto suyo, por favor no insista más.

  • Esta bien, pero ya hablaremos de esto.

La clase continuo tranquila hasta la hora del patio, todos los alumnos fueron saliendo al patio, Sam no tenía prisa, así que espero a que salieran todos, una vez fuera se sentó en un árbol, no le gustaba la compañía de nadie, así que estaba hay sola contemplándolo todo. A lo lejos pudo ver a aquella chica rubia de ojos verdes. Vio que estaba sola también pero no por mucho, dos chicos se la acercaron y a ella no parecía agradarle. Vio como Ray se levantaba para alejarse de esos dos chicos pero ellos no dejaban de seguirla, ella se paró en seco y empezó una discusión.

  • Oye, por qué no me dejáis en paz?

  • Porque eres muy guapa y queremos que vengas con nosotros (dijo sonriendo y mirando a su compañero).

  • Lo siento pero no pienso ir a ningún lado.

  • Si no vienes por las buenas vendrás por las malas.

  • Ah si? Y qué vais a hacerme?

Uno de los chicos la agarró de la muñeca y empezaron a forcejear, de repente sintió como el otro muchacho la agarraba de la otra muñeca, cuando ambos iban a iniciar la marcha para llevársela pero antes de que eso ocurriera... Ray pudo ver como una larga pierna pasaba por delante de ella y se incrustaba en la cara de uno de los jóvenes, el chico cayó al suelo sangrando abundantemente de la nariz, el otro joven intentó golpearla pero un rápido puñetazo hizo que el chico cayera al lado de su amigo. Ray no creía lo que veía, con los ojos como platos se quedó mirando fijamente Sam... Que con fría mirada y una voz segura amenazó a los chicos.

  • Si veo que la molestáis de nuevo... no respondo, está claro?

  • SSSS... sí, sí.

Los jóvenes salieron corriendo con la mano en la nariz. Sam miró a Ray que aún no había salido de su asombro. Con una voz más suave le preguntó...

  • Estás bien?

  • Yo... si, si... gracias por tu ayuda.

  • No ha sido nada.

La morena se dio la vuelta y se dispuso a irse cuando Ray la agarró del brazo, la morena se giró y miró a la pequeña rubia.

  • Pasa algo?

  • No... Es solo que...

  • Qué?

  • Que... si querías que pasáramos el patio juntas.

  • Escucha... que te haya ayudado no significa que seamos amigas.

  • Yo... lo sé... perdona, no quería molestarte.

Ray se fue algo triste, quería conocer a aquella joven, pero sabía que no sería fácil, tenía un carácter muy fuerte. La morena vio cómo se iba la joven, en el fondo se sintió mal al decirle eso... pero no quería tener amistad con nadie, si se enterara de lo que es realmente... seguro que no querría ni hablarla, así que sería mejor no encariñarse con ella.

Sonó la campana para indicar que ya habían terminado las clases, Ray estaba metiendo sus libros en la mochila cuando escuchó...

  • Hasta mañana.

Acto seguido la morena agarró su mochila y se fue. Ray sabía que no la había tratado bien, pero solo con esas palabras se olvidó de lo anterior, una vez cogió todo salió corriendo para ver si podía alcanzar a la morena, la vio caminar a lo lejos, así que corrió cuanto pudo para llegar hasta ella, una vez se puso a su altura la miró y dijo...

  • Hasta mañana Sam.

Y le dio una de sus increíbles sonrisas, Sam en ese momento no fue consciente y le devolvió la sonrisa. Ray quedó muy sorprendida, tanto por que le devolviera la sonrisa y porque tenía una sonrisa increíble.

Ray echó a correr feliz por lo que acababa de pasar, una vez que desapareció delante de Sam... Los pensamientos de la morena empezaban a hablarla...

  • Vaya por que la habré sonreído?, seguro que ahora se ha hecho ilusiones y mañana intentará ser amiga mía... pero es que ella es tan distinta... no creo que deba pero... en parte me siento a gusto con ella.

La morena se volvió a perder en las tinieblas de aquel callejón, pero antes de que se adentrara... el hombre que salió anteriormente de la multitud de la gente para entregarla el dinero apareció delante de ella.

  • Esta noche hay una pelea... y se juega bastante dinero, quieres participar?

  • Quién es el luchador?

  • Desde cuándo te interesa eso?

  • Desde nunca.

  • Participarás?

  • Claro.

  • Muy bien, en una hora donde siempre.

  • Ahí estaré.

  • Apostaré por ti... así que ya puedes ganar.

  • Alguna vez he perdido?

  • No.

  • Pues entonces no te quejes.

  • Suerte.

  • No me hará falta.

  • Jajaja... seguro que no.

Y el hombre se fue, Sam se fue para prepararse, hizo una serie de calentamientos y a la hora que le dijo el señor ella ya estaba allí. En señor hacia las apuestas entre la multitud, los que ya conocían a Sam apostaban por ella, pero los nuevos apostaban por la persona que pareciera más fuete, en este caso apostaron por la contrincante de Sam, era una mujer de su misma estatura, de piel negra y sobre todo muy musculosa, en sus manos llevaba cadenas, estaba permitidas las armas pero Sam prefería usar sus manos para la lucha. Una vez que iniciaron el combate Sam le dio un puñetazo en el estómago pero la mujer ni parpadeo, al ver que no le hizo nada le dio una fuerte patada en un costado pero la mujer ni se movía, simplemente se reía.

Sam estaba perdiendo la paciencia, no aguantaba que nadie se riera de ella, pensó en hacer un combinado de puño y patada que era lo que mejor se le daba, peor cuando se disponía a hacerlo... sintió como todas sus costillas se partían, la mujer le dio un fuerte golpe con las cadenas, Sam cayó de inmediato al suelo, la mujer se acercó hasta ella y la rodeo el cuello con las cadenas, una vez la tenía bien sujeta la levantó y la sostuvo en el aire con una mano mientras que con la otra le daba puñetazos en el estómago y en la cara, Sam no paraba de sangrar, por la nariz, por los ojos y echaba sangre por la boca. Una vez se cansó de golpearla la dejó caer al suelo, Sam se retorcía de dolor pero no se iba a rendir, se levantó con mucha dificultad, tenía un ojo cerrado y por el otro no veía mucho porque estaba bañado en sangre, a pesar de todas sus heridas sacó fuerzas y le dio con su talón en la rodilla de la mujer partiéndosela. La mujer gritaba en el suelo de dolor y no tenía intención de levantarse, así que Sam volvió a ser ganadora. El hombre que hacia las apuesta le dio el dinero y le ofreció su ayuda.

  • Déjame que te ayude.

  • No... no es necesario...

  • Mírate, casi ni te tienes en pie.

  • Estoy... bien, solo necesito un poco de agua y unas vendas.

  • Iré a por ello, no te muevas.

  • No podría...

El hombre fue a por lo que necesitaba Sam, una vez lo consiguió... la ayudó a limpiarse las heridas y le vendó las costillas, parte del pecho, una mano y un tobillo. El hombre sabía que eso no sería suficiente y le compró unos calmantes para el dolor. Sam no pasó una noche muy agradable, pero dentro de lo que cabía demasiado bien la pasó.

Por otro lado... Ray se pasó la noche pensando en Sam, le parecía una mujer dura, fría... pero sabía que detrás de ese escudo había una chica dulce y amable. Deseaba verla de nuevo, necesitaba verla otra vez.

El día siguiente llegó, Ray iba corriendo a clase porque tenía muchas ganas de ver a Sam, cuando llegó allí no la vio por ningún lado, su cara ya no era la misma que cuando llegó. Antes de entrar en clase miró por los pasillos, por los baños y por el patio, pero ella no estaba, entró a clase bastante desanimada. Una vez comenzó la clase... ella estaba distraída mirando el pupitre de al lado, donde se sentaba ella... Sam, unos golpes a la puerta la sacaron de su pensamiento y miró al frente como los demás. Vio entrar a Sam, que se paró para hablar con la profesora pero no logró escuchar nada... hablaban muy bajo, de repente Sam se giró para ir a su asiento, su cara sostenía una sonrisa... una sonrisa que se borró de inmediato al ver su estado. Con una mano se agarraba las costillas, la otra la tenía vendada y con ella sostenía la mochila, andaba muy despacio y venia cojeando, no logró verle la cara porque tenía la cabeza agachada. Sam llegó hasta su pupitre y con mucho cuidado empezó a agacharse para sentarse, Ray pudo ver la cara de dolor que Sam tenía, justo antes de sentarse Sam soltó un pequeño gemido que solo alcanzó a oírlo Ray. La pequeña rubia estaba entrando en una angustia que nunca antes había experimentado, quería ayudarla, quería hacer algo para calmar su dolor. Sam se dio cuenta que Ray la estaba mirando, pero no quiso girar para que no le viera la cara, tenía un ojo cerrado por el hinchazón, una de sus mejillas estaba morada y tenía el labio partido. Con su pelo logró hacer un muro entre ella y Ray, así no podría verle la cara. Sam apoyó su mano vendada encima de la mesa, con la otra aún se sujetaba las costillas y tenía una mueca de dolor en su cara. Ray observaba atentamente la mano que estaba encima de la mesa, pudo ver sus dedos, estaban morados por la presión de la venda. No sabe de dónde salió ese impulso... pero no se negó a él, una de sus manos se posó cuidadosamente encima de la de Sam, al sentir el contacto la morena se giró para mirarla olvidándose de su cara, cuando sus ojos se volvieron a encontrar... los de Ray se humedecieron al ver la cara golpeada de Sam, se llevó una mano a la boca y movió su cabeza en forma de negación, Sam se dio cuenta del error que había cometido al mirarla, agachó su mirada y poco a poco giró su cabeza para mirar de frente otra vez, Sam apartó su mano de la de Ray, tras este acto a Ray le comenzó a caer una lágrima por su mejilla. Sam se dio cuenta y con dificultad sacó un cuaderno de su mochila, lo abrió por la mitad y escribió algo en él, después lo empujó hasta donde estaba Ray, la muchacha sorprendida bajo su vista para leer lo que había puesto.

  • Por qué lloras?

Ray sacó un lápiz de su estuche para escribir en el cuaderno y después pasárselo a ella.

  • Por ti.

  • Por mí no te preocupes.

  • Lo siento, no puedo evitarlo.

  • Deja de llorar.

  • Quiero ayudarte.

  • No necesito ayuda, estoy bien.

  • Eso no es verdad, estás herida.

  • Eso no es problema tuyo.

  • Lo sé, pero quiero ayudarte... por favor.

  • Ya te he dicho que no es necesario.

  • No te dejaré en paz hasta que me dejes ayudarte.

  • Siempre eres tan pesada?

  • Si, y eso no es más que el principio, lo puedo ser mucho más.

  • Dios me libre...

  • Déjame ayudarte... y te librarás.- Esta bien, a la hora del patio necesito apretarme más unas vendas, podrás ayudarme.

  • Gracias.

  • A ti... por ofrecerte a ayudarme.

  • Puedo hacerte una pregunta?

  • Si, otra cosa es que la conteste...

  • Qué te ha pasado?

  • Prefiero no contestar.

  • Te maltratan tus padres?

  • Mis padres murieron hace años.

  • ... lo siento

  • Será mejor que atendamos en clase.

  • Está bien.

Y así dejaron de escribir en el cuaderno. Ray estaba contenta por dentro porque Sam la había dejado ayudarla. Por otro lado Sam también estaba contenta porque Ray la iba a ayudar. Ambas tenían ganas de que llegara la hora del patio para estar la una con la otra.

Por fin llegó la hora del patio, Ray se levantó rápidamente para ponerse al lado de Sam para ayudarla a levantarse, pasó una mano por la cintura de la alta morena pegándola a su cuerpo, Sam pasó su brazo por los hombros de la pequeña rubia, a ambas les gustaba sentir el cuerpo de la otra pegado al suyo, despacio fueron hacia el baño, de vez en cuando Sam soltaba un gemido de dolor y Ray trataba de calmarla con palabras amables, una vez que llegaron al baño Ray se disponía a ayudar a Sam.

  • Bueno... qué vendas son las que hay que apretar?

  • Estas...

Sam se quitó la camisa quedándose solo en sujetador, tenía una venda que le tapaba las costillas y parte del pecho, Ray se acercó a ella y empezó a quitarle la venda para después ponérsela adecuadamente. Una vez se la quitó... Sam dejó de sentir la presión en ella y un fuerte dolor que la hizo caer de rodillas, inmediatamente Ray se agachó y vio la cara de sufrimiento de Sam, Ray no pudo evitar abrazarla con mucho cuidado, la alta morena hundió la cara en el cuello de Sam, no podía hacerse la dura... no con ella, Ray le acaricio el pelo tiernamente mientras le decía palabras de consuelo en su oído.

  • Tranquila... verás como pronto te recuperarás.

  • Si... (dijo casi en un susurro).

  • Oye... esto no se te curará con un simple vendaje, qué te parece si vamos al médico?

  • No, de ninguna manera, no pienso ir a ningún hospital.

  • Pero..

  • He dicho que no.

  • Está bien... entonces ven a mi casa, mi padre es médico, seguro que podrá ayudarte.

  • Te lo agradezco pero no quiero ser una molestia.

  • No lo serás, por favor... ven a mi casa después de clase.

  • Serviría de algo qué me negara?

  • No.

  • Está bien... iré a tu casa.

  • Estupendo, entonces déjame que te coloque el vendaje hasta entonces.

  • Si...

Ray empezó a ponerle el vendaje cuidadosamente, las manos de Ray rozaban la piel de Sam, ambas sintieron algo especial con ese pequeño contacto, la pequeña rubia se pegó más al cuerpo de Sam para pasarle la venda por detrás, con sus brazos rodeo la cintura de Sam, sus labios rozaron su clavícula, Sam no pudo evitar soltar un gemido, Ray levantó la cabeza muy despacio a escasos centímetros de sus labios preguntó...

  • Te... te hice daño?

  • No... Tranquila.

Se quedaron así por unos instantes, de repente se abrió la puerta del baño, ambas giraron la cabeza para ver quién era, dos chicas de su misma clase se las quedaron mirando, Sam estaba en sujetador y Ray estaba abrazada a ella, las chicas si miraron y salieron corriendo del baño, inmediatamente Ray y Sam se separaron, Ray ayudó a Sam a levantarse y a ponerse la camisa.

  • Gracias.

  • De nada.

  • Esas dos chicas...

  • Si, son de nuestra clase y por cierto son los dos megáfonos de cotilleos de clase.

  • Entonces después de lo que han visto ya nos podemos preparar para las miradas y los cuchicheos.

  • Si... pero bueno, ya se les olvidarán cuando encuentren otro cotilleo.

  • Eso espero.

  • Aún quedan quince minutos de recreo, quieres que vayamos al patio?

  • No creo que sea muy buena idea que vayamos juntas a todos lados.

  • Te importa lo que diga la gente?

  • No.

  • Pues ya está.

  • Ya está qué?

  • Que no te voy a dejar tal y como estas, casi ni te tienes en pie.

  • Puedo arreglármelas sola... gracias.

  • Siempre tienes que hacerte la dura?

  • Yo no me hago la dura.

  • Claro que sí.

  • No.

  • Si!

  • Qué no!

  • Sabes... así no llegaremos a ningún lado, será mejor que me dejes ayudarte o tendrás que aguantarme todo el día.

  • OH! Está bien, está bien.

  • Vamos.

Ray pasó su brazo por la cintura de Sam y cogió su brazo poniéndolo encima de sus hombros.

  • Es necesario qué vayamos así?

  • Claro qué sí!, si no de qué serviría que fuera contigo? Estoy contigo para ayudarte.

  • Ah... pensé que estabas conmigo porque te gustaba mi compañía.

  • Claro que me agrada tu compañía, a ti... te agrada la mía?

  • Sí.

Ambas se pararon en mitad del pasillo y se quedaron mirando, Sam ya no quitaba los ojos de los labios de Ray, y Ray a los de Sam, por un momento Ray se mordió el labio inferior y Sam abrió un poco sus labios para dejar pasar aire.

  • Sabes... será mejor que cojamos nuestras cosas y vayamos directamente a mi casa para que mi padre te mire eso ya.

  • Solo tenemos diez minutos para coger las cosas y salir de aquí sin que nos vean y al paso que yo voy...

  • Tienes razón... podrás bajar tu sola hasta la puerta? Yo mientras cogeré nuestras cosas, nos veremos abajo.

  • Vale, te espero abajo.

Ray corrió a clase a coger las dos mochilas mientras Sam iba a la puerta para salir, Ray cogió su mochila y se la colocó en el hombro, cuando se disponía a meter un libro en la mochila de Sam pudo ver que en su interior había una venda llena de sangre, prefirió dejarlo como estaba. Una vez lo tenía todo... salió corriendo para la puerta donde la estaba esperando Sam. Una vez que salieron del colegio y llegaron a casa de Ray... Sam esperaba sentada en el sofá mientras Ray hablaba con su padre.

  • Papá necesito tu ayuda.

  • Qué pasa hija?

  • Tengo una amiga que está muy mal herida, pero no quiere ir a ningún hospital, podrías mirarla tú?

  • Esta bien, dónde está?

  • Esta en la sala esperando.

  • Vamos a ver...

Ray y su padre se dirigieron a la sala donde estaba Sam, una vez allí el padre saludo a Sam.

  • Hola, soy el padre de Ray.

  • Hola señor.

  • VAYA! Qué te ha pasado?

  • He tenido un accidente... nada más.

  • A ver, déjame ver...

El padre de Ray empezó a examinarle las costillas, la cara, la muñeca y el tobillo.

  • Y qué clase de accidente has tenido?

  • Esto... me... me caí por las escaleras.

  • Tienes cinco costillas rotas, esguince en muñeca y tobillo, un ojo que parece un molón y el labio partido, está claro que esto no ha sido una caída.

  • Entonces? (dijo Ray).

  • Estos golpes son señal de que te han dado una paliza... me equivoco?

  • ... no señor.

  • Vas a tener que guardar cama, si sigues andando por ahí te pondrás peor, en tu casa hay alguien qué te cuide?

  • No... Vivo sola.

  • No tienes nada de familia?

  • No señor.

  • Deberías ir a un hospital, allí te cuidaran.

  • No hace falta, se cuidarme sola.

  • Eso está bien, pero esas heridas tiene que curarlas alguien.

  • Papá...

  • Dime hija.

  • Podría quedarse aquí hasta qué se recupere?

  • No por favor, ya me han ayudado bastante, no quiero ser una molestia.

  • Por mi está bien hija, ahora debes convencer a tu amiga.

  • Sam sabes que no tienes nada que hacer discutiendo conmigo.

  • Lo se... pero de verdad...

  • Nada, te quedas y punto.

  • Yo que tú me rendiría cuando algo se le mete en la cabeza no hay quien se lo saque.

  • Desde luego... está bien, me quedaré.

  • Muy bien, Ray hija, ven y prepara un baño de agua bien caliente.

  • Si papá

  • El agua caliente te sentará bien al cuerpo Sam.

  • Gracias señor.

  • Después te colocaré las vendas y te recetaré unos medicamentos.

  • Se lo agradezco mucho señor... de verdad.

  • Bien ahora me voy a acabar de hacer unas cosas, cuando estés listas dile a Ray que te lleve a mi despacho.

  • Bien.

El hombre salió de allí al tiempo que entraba Ray y se sentaba al lado de la morena.

  • Ray no era necesario.

  • Si que lo era Sam, quiero ayudarte.

  • Ya me has ayudado mucho.

  • Somos amigas no?

Amigas... esa era una palabra que Sam no había conocido hasta ahora, pero a pesar de que nunca le gustó... viniendo de la boca de Ray esa palabra le fascinaba.

  • Si... claro.

A Ray se le iluminó la cara, por fin la había aceptado como amiga, eso ya era un paso más, sabía que con el tiempo que pasara en su casa podría conocerla un poco más... y finalmente poder llegar a ser buenas amigas...o algo más?

  • El baño ya está listo, acompáñame te diré dónde está.

  • Gracias.

Ray ayudaba a Sam a llegar al cuarto de baño, la alta morena se apoyaba en la pequeña rubia.

  • Bueno, ahí tienes todo, si necesitas algo llámame.

  • Lo haré, gracias.

Ray salió de la habitación y se fue a la de al lado por si Sam la llamaba, Sam con cuidado se empezó a quitar las vendas y la ropa, con cuidado se fue metiendo en el agua, su cuerpo se resentía por el agua caliente, estaba tan concentrada en el dolor de sus costillas que no se acordó del esguince de su pie, al apoyarlo sintió un fuerte dolor y no pudo mantener el peso sobre ese pie, cayó de golpe al agua a la vez que su garganta emitía un grito de dolor. Ray lo escuchó perfectamente y salió corriendo de la habitación de al lado para ver que le había pasado a su amiga. Cuando entró en el baño se encontró a su amiga de rodillas dentro de la bañera abrazándose a si misma, Ray corrió a su lado olvidando la desnudez de su amiga.

  • Estás bien?

  • S... si, solo pisé mal.

  • Esto... quieres... quieres qué te ayude?

  • No quiero incomodarte.

  • Tranquila, no me incomoda.

Ray puso una de sus manos encima del hombro desnudo y mojado de Sam, la alta morena le respondió con una leve sonrisa. Ray cogió una esponja y con lentos movimientos empezó a frotar la espalda de Sam, la esponja se deslizaba suavemente por la piel de la alta morena, cuando llegó al costado... salió un gemido de la boca de Sam producido por el dolor.

  • Lo siento... te hice daño?

  • No, no tranquila.

  • Si te hago daño... no dudes en decírmelo.

  • Eres muy amable conmigo.

  • No es nada.

  • Por qué me ayudas?

  • Porque te considero mi amiga.

  • Gracias...

Se quedaron mirando fijamente a los ojos de la otra.

  • Tienes unos ojos preciosos...

  • Tu también (dijo la morena suavizando su mirada).

Ambas se quedaron mirando, la mano de Ray se elevó hasta la mejilla de Sam, posó su mano en la cara acariciándola suavemente. Sam cerró sus ojos y pegó su cara más a la mano de la rubia y en un susurro dijo.

  • Nunca nadie había sido tan amable conmigo...

  • De verdad?

  • Si.

  • Lo cierto... es que intimidas, a lo mejor es por eso que no se te acerca la gente.

  • No lo sé... pero mis padres tampoco me dieron cariño, por eso no estoy acostumbrada... gracias por serlo conmigo (aun apoyada en su mano).

  • No tienes que darlas... (Dijo en un susurro).

Sam subió la vista para encontrarse con esos preciosos ojos verdes, se miraron durante unos breves instantes que para ellas fueron una eternidad, Sam y Ray se fueron acercando.