Amor adolescente - Parte VIII

Alejandro comienza su primer día en el Instituto tras el verano. Aparentemente todo es como siempre, sin embargo, la llegada de Hugo, un nuevo alumno a su clase, trastocará al vida de nuestro protagonista. ¿Qué pasará de ahora en adelante? Amor, drama y sexo se entremezclarán en esta historia.

PARTE VIII

El camino hacia el instituto se me estaba haciendo eterno. Es más, nunca había sentido esto de que los segundos pasaban como si fueran auténticas putas horas. No podía quitarme de la cabeza las palabras de Hugo y el sueño tan horrible que había tenido. Joder, iba a vomitar el desayuno en el coche como siguiera así. Dentro de mi estómago estaban pasando las fallas de Valencia y el hundimiento del Titanic a la vez. Me iba a dar algo en cualquier momento. Solo quería desaparecer. Dios, que alguien me ayude a respirar por favor.

-       ¡¡ALEJANDRO!! - gritó mi padre mientras me zarandeaba bruscamente.

Me asusté.

-       Joder, ¿qué pasa? - le dije sobresaltado mirándole.

-       Cojones hijo, que te bajes ya del coche, que hemos llegado hace 3 minutos y estamos haciendo una cola de coches que ni en hora punta- dijo con evidente enfado.

Miré por la ventaba y efectivamente habíamos llegado al instituto y habían muchos coches detrás nuestro que se estaban empezando a impacientar.

-       Ay perdón, es verdad- dije mientras me quitaba el cinturón de seguridad y bajaba rápidamente del coche.

-       Hijo no se que te pasa pero que despiste llevas esta mañana. Venga adiós. ¡Ah, y no te olvides de que almuerzas con la abuela en Caripén! - dijo mi padre mientras se despedía rápidamente.

-       Sí, perf….- dije sin poder casi acabar la frase porque mi padre había arrancado ya.

Después de haber visto a mi padre irse a toda velocidad, me intenté serenar, me puse con las pocas fuerzas que la vida me había dado la mochila en los hombros y me giré para dirigirme a la puerta del instituto cagado, literalmente, por las patas para abajo. Empecé a caminar en dirección al instituto pensando en las posibilidades que tenía de que Hugo se hubiera rajado, quedado dormido, olvidado, o incluso matado en el coche el muy cabrón cuando, sin más, lo enfoqué de frente. ME CAGO EN LA OSTIA. Ahí estaba él a 5 metros de mí con su habitual pose de chulo perdonavidas. Estaba apoyado en la pared, a 2 metros de la puerta del instituto, con su pelo bien peinado fumándose un cigarro con unas gafas de sol, una chupa negra bastante ceñida y unos pantalones negros rotos. Sin embargo, no me dio tiempo a inspeccionarlo mucho más porque el muy desgraciado desde que me vio, lanzó la colilla al suelo y me saludó haciéndome señas para que lo siguiera.

Yo en ese instante me quedé helado, no sabía que cojones hacer. No sabía si seguirle sumisamente, entrar al instituto y denunciarle o salir corriendo para que un coche me atropellara y así acabara esta puta pesadilla. Me encontraba ante la mayor encrucijada de mi vida y en pocos segundos tenía que decidir. Pero, a la hora de la verdad, mis pies no se movían, no lograba reaccionar de ninguna manera y la vista se me estaba empezando a nublar. Joder, me voy a desmayar. De repente, siento un brazo en mi espalda y un cuerpo muy pegado detrás de mí.

-       Alex, sígueme.

Era la inconfundible voz de Hugo. Me doy la vuelta y efectivamente, ahí está. No se en que momento ha llegado pero ahora está junto a mi, mirándome con sus penetrantes ojos. Lo miro detenidamente, y no sé por qué, pero mis pies se empiezan a mover sin explicación alguna y lo acompaño hacia donde me lleva. Caminamos sin mirarnos, sin hablarnos, pero no me suelta, siendo su cuerpo caliente pegado al mío. Él me tiene agarrado por la cintura y me lleva como si fuera un muñeco porque en esos momentos no tengo ninguna voluntad para reaccionar, solo camino sin pensar en nada. Estoy totalmente en blanco y no sé que espero verdaderamente de todo esto. Solo camino sin saber nada y sin saber qué va a pasar a continuación.

Entre tanto, a los diez minutos, estamos entrando en un parque muy pequeño pero muy bonito que se encuentra entre varios edificios del centro de Madrid. Al entrar, era notorio que estábamos ya en otoño puesto que las hojas de los árboles caían sutilmente con ese color marrón rojizo tan bonito que caracteriza a esta estación. A todo esto lo acompañaba el césped recién cortado y los pajaritos volando de árbol a árbol con el sol de la mañana de fondo. La verdad que el paisaje era precioso e idílico, lo contrario a la encrucijada en la que me encontraba. Sin más, Hugo me frenó en seco y dirigió su mirada hacia uno de los bancos más retirados del parque, lugar a donde nos dirigimos juntos. Nos sentamos, uno al lado del otro, y él seguía sin mirarme ya que tenia su mirada dirigida entre sus piernas y mirando al suelo. Nos quedamos ahí, juntos en el mismo banco, pero en silencio y sin mirarnos durante no sé cuantos minutos. Yo, por mi parte, no sabía qué decir o cómo reaccionar, él, por la suya, no daba ningún tipo de señal. No obstante, esto cambió cuando sin esperarlo, cuando se irguió de forma brusca y me miró. Y no sabéis de que forma me miró. Su mirada era cristalina, y en seguida, empezó a hablar.

-       Por favor, Alejandro. Perdóname- dijo con una voz entrecortada.

Yo en ese momento me quedé helado y no sabía cómo reaccionar ante sus palabras. Sin embargo, de lo que enseguida me di cuenta es que su perdón era una de las cosas más sinceras que me había dicho desde que nos habíamos conocido. No me digáis cómo pero esa verdad se le notaba en su voz, en su mirada, y en su postura corporal, la cual había abandonado su habitual chulería de macho de barrio. En este punto, tengo que ser sincero y reconocer que sus ojos mirándome sin descanso y su voz entrecortada me desarmaron por completo. Jamás me hubiera imaginado una reacción así por su parte, es que joder, me esperaba de todo menos eso. Yo no podía articular palabra, solo mirarle. Él lo notó y siguió.

-       Perdóname por el mensaje de ayer y por lo que te hice. Te juro que jamás usaría ese video para nada y que llevo toda la noche arrepentido. Ayer me cogí un pedo muy malo y no sé porque actué así… - continuó hablando- te juro que ya he borrado el video y que vengo aquí solo para decirte lo gilipollas que he sido y que te ruego que aceptes mis disculpas por lo mal que te lo he hecho pasar. No he podido dejar de pensar en lo mal que te habrás puesto por mi culpa y….- dijo mientras desviaba su mirada hacia sus nudillos. Estaban destrozados.

No pude evitar la reacción.

-       Pero ¿qué cojones te ha pasado?

Él se sorprendió ante mi reacción ya que estaba como absorto y no se esperaba que le gritara así.

-       Sabes que soy muy impulsivo, y no pude evitarlo al imaginarme el daño que te había causado con mi cabronada. La verdad es que destrocé con mis puños el espejo del baño para intentar sentir dolor y así compensártelo de alguna forma..…

Y al decir eso, me miró. Me miró como jamás me había mirado. Lo que me transmitía su mirada era algo inexplicable. Y yo no sé por qué, no sé que sentí en ese momento, pero solo sé que me acerqué a él y le besé, le besé como nunca antes le había besado. Nuestros labios se juntaron y él me correspondió, sentí la calidez de sus labios y la timidez de su lengua entrando en mi boca poco a poco. No obstante, no pude evitar que el a priori beso delicado y romántico se transformara en un beso cargado de lujuria y de deseo. El rápidamente me cargo sobre de el y me empezó a tocar por todos lados, mi cara, mi espalda, mis nalgas. Lo que había empezado como un momento romántico, se estaba convirtiendo en una escena tórrida en un parque público a las 10 de la mañana. Me agarró la cara, y me frenó.

-       Estamos en un parque, nos pueden ver Alex- me dijo jadeando y mirándome fijamente con sus ojos llenos de a escasos 20 centímetros de mi boca

-       Me da igual, fóllame- le dije sin pensar en nada ni en nadie.

No tuve que decirle mucho más, porque me agarró las piernas, me levantó y me llevó encima de él hacia una zona más apartada llena de árboles. Sin delicadeza, me empotró contra el tronco de un árbol, aún subido encima de él y me empezó a comer la boca con más ansias aún que antes. Sus besos eran puro vicio, me pasaba la lengua por toda la boca y me comía el cuello como si fuera el mayor manjar del mundo. Yo solo podía gemir suavemente ante la manera en la que me estaba magreando y besando.

Sin más, me bajó, me dio la vuelta, me apoyé en el tronco del árbol y me bajo los pantalones hasta los tobillos. Se agachó, me abrió las nalgas y metió toda su cara entre ellas. JODER, vi el cielo en ese momento. Me empezó a dar unos lametazos que me hacían ver el cielo de cerca. El pedazo de cabrón movía la lengua dentro de mi ojete como nadie. Y no solo eso, me daba mordiscos y pequeños lametazos y azotes en las nalgas que me hacían temblar de gusto.

No se cuanto estuvo, pero noté que se levantaba y al mirarle vi que se había quitado el pantalón y los slips, y estaba buscando un condón en su cartera. Yo, al verle, me quité también el pantalón y los calzoncillos, y me puse en posición provocativa, abriendo el culo para él como una auténtica puta apoyado en el árbol. Él al verme, se le pusieron los ojos bien abiertos y se acercó a mi oído con la polla bien dura en la mano:

-       Te vas a enterar…- dijo mientras se ponía el condón rápidamente.

Me giró bruscamente contra el árbol y con dos escupitajos en mi ano y un poco de saliva en su polla, apuntó el rabo a mi ojete. Sin embargo, antes cogió sus slips del suelo y me los metió en la boca.

-       No quiero que nos oigan- dijo con su sonrisa de chulo y sin más me la metió de golpe con una sola estacada.

J-O-D-E-R.  Menos mal que pude morder los slips y ahogar el grito porque me acababa de meter su rabo de 21 cm entero y sin apenas dilatación en mi ojete. La verdad que me dolía un montón, me ardía el culo como una virgen. Dios, no me acordaba de lo gorda que era y lo bien que te llenada el culo. En cambio, a los pocos minutos, solo sentía un placer enorme. El cabrón sabía perfectamente cómo hacerme gozar como una perra. Empezó con metidas cortas y lentas para que me acostumbrara a su tamaño y así luego darme la caña que sabía que me encantaba.

Pasaban los minutos y en el parque solo se oían algunos pajaritos, el choque continuo de los huevazos de Hugo contra mí y mis gemidos de vicioso ahogados en sus slips. Me estaba empotrando con suma dureza contra el árbol mientras no articulaba ninguna palabra. Solo oía su respiración de toro en mi espalda y sentía su boca cuando me comía el cuello desde atrás y me lamía la espalda con sumo vicio. Su polla cada vez me llegaba más profundo y cada vez mi próstata estaba más friccionada. Estaba llegando a mi límite cuando ya no pude aguantar más, me arranqué los slips de la boca y le dije que me iba a correr intentando no gritar. De hecho, no me dio tiempo de mucho más porque empecé a correrme como una fuente contra el árbol mientras él, con dos metidas más, empezó a gemir y se quedó dentro de mi, llenando de leche caliente su condón XL en mi interior.

Nos quedamos dos minutos recuperando el aliento, yo apoyado en el árbol y el dentro de mi hasta que, ya con la polla más flácida, salió de mi culo y yo pude erguirme al sentirme vaciado. Al darme la vuelta, lo vi quitándose el condón y enrollándolo en un pañuelo. Al verme, se rio por mis pintas y me tiró el paquete de pañuelos para que me limpiara los restos de mi propio semen esparcidos por mi cuerpo. Nos limpiamos como pudimos y nos vestimos rápidamente ya que después del calentón nos dimos cuenta de que estábamos en un parque y cualquiera podría vernos, incluso la policía.

Salimos de ese lugar del parque y nos dirigimos en silencio hacia la calle. No nos decíamos nada, solo nos mirábamos y nos lanzábamos medias sonrisas mientras caminábamos. En estas pasamos por una cafetería y Hugo se frenó.

-       Después del sexo, me apetece un buen café con un bollo de chocolate bien grande- me dijo al oído- ¿te apetece a ti también?

-       La verdad que sí- le dije con suma sinceridad y nos sentamos en el interior de la cafetería.

Tras pedir el café y los bollos, nos quedamos en silencio mirándonos. Yo la verdad no sé que expresión estaba poniendo pero él solo me miraba con una sonrisa en la cara sin quitar la vista de mi. Yo no sé la razón pero no me salían las palabras y por lo visto a él tampoco porque estuvimos así diez minutos hasta que nos llegó el desayuno. Cuando nos los sirvieron, lo devoramos con muchas ansias, se notaba que el polvazo mañanero nos había dejado con mucha hambre. Y, joder, el dulce estaba riquísimo, me supo a gloria bendita.

- Mmmm , ¡qué rico está! – dije con gran sinceridad.

Me miró.

-       Tú si que estás rico- dijo mientras me miraba fijamente con esa expresión de chulo que, al final, tanto me ponía.

Me sonrojé.

De pronto mi teléfono móvil empezó a sonar. Al mirarlo, casi me da algo, ¡era mi padre!. Miré a Hugo con gesto preocupado y sin pensarlo mucho lo cogí.

-       ¿SÍ? – dije con mucho miedo.

-       Como que ¿sí?, se puede saber donde cojones estás- me dijo mi padre al otro lado del teléfono con un evidente enfado.

No atiné a contestarle. El siguió ante mi silencio.

-       Evidentemente en el instituto no estás porque me acaban de llamar que no has ido a ninguna clase. No tengo mucho tiempo, solo te he llamado para saber que estabas bien, pero hablaremos después porque tengo una operación urgente. Solo te pido que no faltes a la comida con tu abuela. Espero que tengas una buena razón para no haber ido a clase. Ya hablaremos - y me colgó.

Hugo me miró con preocupación.

-       ¿Qué ha pasado?

-       Era mi padre, se ha enterado de que no he ido a clase.

-       Joder..- respondió Hugo- lo siento, ha sido mi culpa.

Me sorprendió su reacción, él nunca se disculpaba por nada y ya era la tercera vez que lo hacia en pocas horas. De verdad, estaba completamente anonadado con esta faceta desconocida de Hugo. Es más, estaba tan sorprendido que no pude ni hablar mucho más ni echarle nada en cara. Por lo que en silencio nos terminamos el café rápidamente, pagamos y nos marchamos.

Mientras caminaba por las calles de Madrid junto a Hugo pensaba en todo lo que había pasado en tan pocas horas y en cómo abordaría la situación a partir de ese momento. No me jodas, ¡LUCAS! Como si una tormenta de rayos y lluvia me hubiera caído de repente, recordé a Lucas, el chico que tanto me había demostrado estas semanas y al que acababa de traicionar vilmente con Hugo. No me podía creer lo que le había hecho y lo más fuertes es que me acordaba de él horas después de todo. ¿Cómo puedo ser tan miserable? ¿cómo he sido capaz de hacer esto? Me sentía enormemente arrepentido y sin saber qué hacer. Me sentía, de verdad, como la peor rata del mundo.

En un momento Hugo debió notar mi evidente cambio de estado anímico porque me frenó, me llevó a una esquina de la calle y me preguntó que me pasaba. No quería decirle nada, pero al final, broté y le conté mi preocupación por Lucas, mi arrepentimiento no por lo que hicimos, porque al final yo me lancé, sino porque lo había hecho estando con Lucas. Hugo me miró y me dijo algo que mejor nunca me hubiera dicho.

-       Tranquilo bebé, esto queda entre nosotros dos cariño. Yo tampoco se lo contaré a Sonia jejeje . De hecho, ahora como con ella pero tiene planes luego. Por lo que si quieres, nos vemos esta noche y lo repetimos en mi coche. Tengo mucha polla que darte aún…

Mi cara debió ser un poema al oírle, ¿lo que estaba oyendo era real? La verdad es que no sé que pensaba en ese momento o lo que esperaba de él, estaba enormemente confundido. Pero pronto recuperé la conciencia y me di cuenta de que era el Lucas de siempre, el cual lo único que quería era follarme sin que nadie se enterase mientras engañaba a Sonia. El machito en el armario. Joder, no, lo siento, pero por ahí no. Mi silencio se fue transformando en ira y solo pude reaccionar de una manera. Me acerqué a él y le dije al oído:

-       Eres el mismo miserable de siempre. No quiero saber nada más de ti. Ni se te ocurra hablarme o seguirme ahora porque gritaré de tal manera que acabarás en el calabozo.

Dicho esto, lo miré fríamente ante su sorpresiva reacción y me largué de ahí corriendo, dejándolo atrás y reflexionando sobre lo gilipollas que era.

CONTINUARÁ….

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Gracias una vez más por leerme. Agradecería enormemente vuestros comentarios y sugerencias sobre la trama.

P.D. Siento mucho la tardanza y muchas gracias por los comentarios de estos meses pidiendo que volviera esta saga. Espero que os esté gustando, y como ya dije, no dudéis en contactar conmigo y comentarme vuestras opiniones sobre la deriva que está cogiendo la historia ( ACEPTO SUGERENCIAS ): escritor.principiante95@gmail.com

Saludos lectores míos y bienvenidos a los que os habéis unido a mis sagas. OS AMO .