Amor adolescente - Parte III

Alejandro comienza su primer día en el Instituto tras el verano. Aparentemente todo es como siempre, sin embargo, la llegada de Hugo, un nuevo alumno a su clase, trastocará al vida de nuestro protagonista. ¿Qué pasará de ahora en adelante? Amor, drama y sexo se entremezclarán en esta historia.

PARTE III

No había logrado pegar ojo en toda la noche. Cada vez que decidía cerrar los ojos e intentar dormir recordaba las palabras de Hugo en mi cabeza. Joder, ¿por qué me había hecho ilusiones tan pronto? Intentaba pensar fríamente y culparme a mí mismo por haberme enganchado de un tío como él, pero, al final, acababa cediendo a mis sentimientos y me moría de pena por su rechazo. Estaba realmente jodido y no veía salida.

Pasaban los minutos y las horas y no conseguía dormirme. Intenté obligarme dormir y aguantar el mayor tiempo posible en la cama, pero no pude más y finalmente decidí levantarme cuando las agujas del reloj daban las 7:00 horas. “Joder, por un día que no tengo clase, y me levanto a esta hora”, pensé.

Tras pensar unos minutos el qué hacer, si encender el ordenador o ponerme a ver la televisión, tomé la repentina decisión de ponerme los shorts y las zapatillas y salir a correr. De hecho, de he decir que, a lo largo de mi vida, en los momentos difíciles y raros, como cuando mi madre decidió irse a Bruselas a trabajar o cuando murió mi abuela preferida, mi escape siempre fue el correr y correr hasta que el cansancio acabara con mi dolor. Por lo que, tras decidirlo, me vestí, cogí los Airpods , el móvil y las llaves, y me lancé hacia la calle sin hacer ruido.

Cuando salí, noté el leve frío de la mañana que me terminó de despertar por completo. Sin pensarlo demasiado, me puse la música a todo volumen y comencé el trote sin rumbo fijo. Mientras corría, y con la música destrozándome los tímpanos, por primera vez en muchas horas, no lograba oír mis pensamientos. Y eso, tengo que decirlo, era extraordinariamente cojonudo. Corría y corría, y cuanto más corría, mejor me sentía. Avanzaba por las solitarias calles de Madrid con el corazón roto, pero, por primera vez, sin pensar en ello.

Todo iba genial, hasta de que pronto, sin saber cómo ni por qué, me tropecé con algo que no vi, y acabé en el suelo dándome la mayor ostia de mi vida. Tirado en la calle, y sintiendo el frío suelo, decidí no abrir los ojos para no comprobar el desastre que la caída había causado en mi cuerpo. Preferí ignorarlo, mantenerme en el desconocimiento, para así evitar el sufrimiento (“el lema de mi vida”).  Sin embargo, esto duró poco porque una voz masculina irrumpió mi estado de inconciencia voluntaria.

-       Hey tío, ¿me oyes? ¿estás bien? - oía tras mis ojos cerrados.

Ante esa voz, decidí abrirlos, y la sorpresa que me llevé fue épica. Bueno, directamente pensé que estaba en el cielo y estaba ante un ángel. De hecho, volví a mirar y definitivamente era la cara de un ángel. Tenía unos ojos tan azules que parecían transparentes, un pelo rubio que se asemejaba al oro, unos labios carnosos, y una suave barba rubia enmarcada en un rostro equilibrado y con unas facciones perfectas. “Que ostia me habré dado que he acabado muerto”, pensé.

Sin embargo, mi ilusión celestial acabó pronto, cuando el” ángel” volvió a hablarme y me trajo de vuelta a la tierra:

-       ¿Hola? ¿estás bien? - decía mientras me levantaba suavemente- mira, te voy a llevar a este banco, ¿de acuerdo? No te muevas mucho. Agárrate fuerte, ¿vale?

¿Agarrarme para qué? De repente, sin esperarlo, me cogió en brazos con una facilidad que me dejó desconcertado y me llevó hacia un banco donde me sentó con mucha delicadeza. Tras sentarme, siguió hablando:

-       Tío, mírame a ver. ¿Te duele algo? He visto que no tenías nada roto y por eso me he decidido a moverte. Pero, dime algo, ¿te siente mal? ¿puedes hablar? – decía con un tono de preocupación que me daba muchísima ternura.

Al final, opté por salir de la nebulosa en la que estaba y le dirigí mis primeras palabras:

-       Si, si, estoy bien, muchas gracias-atiné a decir con una leve voz.

-       ¿Estás seguro? Tengo el coche aquí al lado y te puedo llevar al hospital o a donde tú me digas sin ningún problema.

-       No, no, de verdad. Solo estoy un poco desconcertado por la caída, pero nada más- dije esta vez con más aplomo- puedes irte tranquilo.

Tras quedarse pensativo unos segundos, de pronto, puso una mano enfrente de mi cara:

-       ¿Cuántos dedos ves?

-       Mmm, tres.

-       Y ahora- dijo mientras cambiaba y añadía la otra mano.

-       Pues…. Siete ¿no?

-       Y ahora- insistió.

-       Cuatro- dije.

-       Bien, bien. Ahora levántate, vamos a ver si puedes caminar sin caerte- dijo mientras se levantaba para cerciorarse de que podía andar.

Al levantarse lo pude ver entero. Dios, me debía sacar por lo menos una cabeza, era altísimo. Además, al observarle entero, me di cuenta de que, si su cara era perfecta, el cuerpo no se quedaba atrás, era puro músculo. “Normal que me cogiera como si fuera un papelillo de fumar”, pensé.

Tras el rápido reconocimiento, me levanté del banco y me dispuse a andar para que se asegurara de que estaba bien.

-       Ahora, salta las baldosas de dos en dos y ponte a la pata coja mientras aplaudes- dijo mientras me observaba con sus potentes brazos cruzados.

Iba a empezar a hacerlo muy convencido, cuando de repente lo pensé y le dije:

-       ¿Estás de coña no? - dije mientras le miraba con mi cara de “estoy flipando “

De pronto, se empezó a descojonar de risa. Dios, que risa, “¿cómo puede alguien ser tan terriblemente sexy al reírse?”, pensé.

-       Sí, si. Es broma tío. JAJA- dijo mientras no podía parar de reír.

-       Muy gracioso, sí señor. Uno aquí convaleciente y otros aprovechándose para reírse un rato- dije sin evitar reírme de mí mismo y de la situación.

Tras unos minutos de descojone conjunto, el “ángel” se recompuso.

-       Lo siento mucho por la broma tío. Pero al verte medio sobado, no pude evitarlo. Pero al menos ya sé que estas perfecto Jajaja . Ahora un poquito de agua oxigenada para el rasguño que tienes y estarás perfecto- dijo señalando mi rodilla accidentada.

-       Jajaja, tienes razón. Pero oye, independientemente de que te hayas vacilado un poco de mi, te doy las gracias por haberme ayudado. Si no lo hubieras hecho, estaría tirado aún creo- dije riéndome.

-       De nada hombre, no te iba a dejar abandonado.

Tras una pausa, y ya pensando que cada uno iba a coger su camino, el desconocido habló:

-       Mira, ¿has desayunado?

-       No, aún no- contesté a la pregunta un poco desconcertado.

-       Pues venga, te invito a desayunar para que te recuperes- dijo con esa sonrisa arrebatadora.

Dudé bastante, pero al final …. ¿Quién le dice a este ángel que no?, pensé

-       Vale… de acuerdo- acepté.

Después de eso, emprendimos el camino y entramos en una cafetería muy cerca de donde estábamos. Nos sentamos y empezamos a hablar mientras desayunábamos. Me contó que se llamaba Lucas, que tenía 20 años y que estudiaba medicina. De ahí su conocimiento sobre los huesos, reflexioné. Sin embargo, al poco tiempo de empezar a hablar, recibió una llamada imprevista:

-       Vale, vale, voy corriendo para allá- dijo mientras se levantaba con cara de preocupación.

-       ¿Te ha pasado algo? – dije.

-       No sé, mi hermana me ha llamado y ha pasado algo en casa. Tengo que irme, lo siento- dijo mientras se iba- pago yo, no te preocupes. Hasta pronto.

Pagó y se fue corriendo. Y ahí me quedé solo y flipando. Finalmente, opté por terminarme el desayuno y volver a casa.

En el camino de vuelta reflexioné sobre lo que había pasado y la verdad que el recuerdo de lo acaecido solo ponía una sonrisa en mi rostro. Pensaba cómo una caída tonta había hecho tener una experiencia tan bonita. Lucas me había caído genial, ¡que pena haberle perdido el contacto! Pero bueno, no pasaba nada, lo importante es que había vivido un buen rato y había olvidado por completo a Hugo. Oh dios, Hugo... sin pensarlo demasiado, volví al trote para desechar la idea y llegar pronto a casa.

Cuando llegué a casa, me di una ducha bien caliente y luego me curé los rasguños de la rodilla con agua oxigenada como Lucas me había dicho. En esas estaba cuando me sonó el móvil y era Marta:

-       Buenos días cari, ¿qué tal?

Opté por no extenderme y no contarle ni lo de Hugo, ni lo que me había pasado por la mañana. Ya se lo contaría en persona.

-       Pues bien, amiga, aquí en la cama que me acabo de duchar- le dije.

-       Uy que madrugador un sábado, que raro en ti- me contestó.

“Si tu supieras”, pensé.

-       Si ya ves, jejeje- le dije.

-       Bueno, a lo que iba. Esta tarde nos vemos a las 9:00 y vamos juntos ¿no?

-       ¿ir? ¿a dónde?

-       Eh, ¿hola? Tierra llamando a Alejandro. A la fiesta de Cayetana loco.

-       Ay es verdad, ya ni me acordaba...

-       No me dirás ahora que te rajas, que ya me dijiste que sí.

Pensé en decirle que no, pero al final decidí que mejor era ir y distraerme un rato.

-       No, no, solamente no me acordaba. A las 9:00 nos vemos querida.

-       ¡¡¡¡Genial!!!! Voy a llamar a Che para confirmárselo también. Besitos te amo.

-       Chao amor, te quiero.

El resto del día paso sin contratiempos y sin nada destacable. Comí con mi padre y mi hermano en nuestro restaurante favorito del centro de Madrid y luego fuimos a La Moraleja (urbanización de Madrid) a visitar a mis abuelos, con los cuales estuve hasta que me fui para prepararme para la fiesta.

Tras llegar a casa y ducharme, empezó el dilema de qué ponerme, aunque después de pensarlo mucho tiempo, opté por unos chinos beige, unas zapatillas blancas y una camisa de botones azul claro de Ralph Lauren. Me peiné de forma casual y me perfumé muchísimo. Al mirarme, el resultado final me gustó.

Cogí las cosas necesarias y salí a encontrarme con mis amigos. Cuando llegué, vi que Marta estaba guapísima con un top negro de encaje, una falda blanca y su pelo rubio suelto. Poor su parte, Diego, iba muy mono en su estilo: unos vaqueros con unos náuticos y un polo azul marino. Definitivamente, los tres hacíamos un grupo muy estiloso, pensé. Tras saludarnos, nos dirigimos a casa de Cayetana, la cual vivía en un ático enorme en pleno centro de Madrid.

Sobre las 10:00 ya estábamos en la fiesta. La verdad que había buen rollo. Estaba la mayoría de nuestro curso y el ambiente con la música molaba mucho. Por lo que decidimos picar algo y ponernos la primera copa de ginebra de la noche y brindar por nuestra amistad. Todo iba extremadamente bien hasta que de repente lo vi. Hugo estaba entrando en la fiesta. ¿Qué coño estaba haciendo aquí? pensé. Aunque luego recapacité porque en el fondo sabía que podía venir. Joder, me iba a aguar la fiesta el muy capullo.

De pronto, mientras lo observaba nuestras miradas se encontraron unos segundos. No sabría explicar lo que sentí al ver sus ojos fijos en los míos, pero, con mucho dolor, opté por quitar la mirada y seguir a mi rollo con mis amigos. Me obligué a obviar su presencia, ignorarlo y pasarlo lo mejor posible.

El tiempo pasaba, y las copas entraban en mí como si fuera agua. De hecho, elegí al alcohol como sedante para mis sentimientos.

-       Estas bebiendo demasiado Alex- me dijo Diego con preocupación.

-       Que va enano, la noche es joven- dije mientras seguía bebiendo y bailando.

Tras otra copa, decidí ir al lavabo porque me estaba meando de tanto beber. Entre al baño y eché la mayor meada de mi vida. Cuando acabé, me lavé las manos, me recompuse un poco frente al espejo y me decidí a salir cuando, como si se tratara de un déjà vu , el cabrón de Hugo entró, me metió hacia dentro del baño y cerró la puerta.

-       Se puede saber qué coño haces- le dije enfadado.

-       Eso te iba a decir a ti, ¿qué coño haces?

-       ¿a qué te refieres?

-       Llevas toda la puta noche bebiendo sin control e ignorándome como si no existiera.

-       Primero que nada, bebo lo que me sale de los huevos, y segundo, no te he ignorado, solo he estado disfrutando de la fiesta con mis amigos, nada más.

-       Ya claro…. Y yo soy retrasado ahora.

-       Pues será, yo que sé. Déjame salir. Quiero volver a la fiesta.

Intenté salir, pero él no me dejaba. Intenté apartarle, pero su superioridad física era evidente. Mi cabreo era monumental.

-       QUE ME DEJES SALIR, JODER

Ante mi grito, me agarró contra él, me miró intensamente, y de pronto, me besó apasionadamente. Quería soltarme, forcejeé, pero él me tenía bien agarrado. Al final, con todo mi dolor, cedí, y le correspondí ese pedazo de beso.

Empezamos un morreo épico lleno de pasión y lujuria. Nuestras lenguas y nuestros labios se encontraban salvajemente mientras gemíamos de gusto. En esos momentos no podía pensar, solo sentir.

Me lanzó contra la pared y nos seguimos besando y tocándonos.

-       Joder, cuánto echaba de menos tus labios, enano.

Yo no podía decir nada, solo sentirlo cerca de mi. De repente, se apartó, y se quitó la camiseta dejando a la vista su torso y sus abdominales son ese suave vello que bajaba hasta su entrepierna. Dios, me volvía loco verle. Sin más se acercó, y me arrancó la camiseta con fuerza y con ese vicio en sus ojos para luego seguir besándome. De pronto, me cogió en peso y empezó a lamerme y a comerme los pezones con ganas mientras me miraba con esos ojos…

Uff, no podía parar de gemir. Tras la comida de pezones, me bajó y se quitó rápidamente sus pantalones, para luego darme la vuelta, pegar su paquete duro a mi culo y suavemente desabrocharme los míos y arrancármelos bruscamente. Cuando se agachó, para quitármelos, se puso a lamerme y mordisquearme el culo mientras me decía:

-       Que culazo tienes cabrón, es todo mío.

Ante esto no pude más, me di la vuelta, lo cogí bruscamente, y lo senté en el cuarto de baño, para luego ponerme de rodillas y empezar a olisquear y lamer su inmenso paquete de macho. Le miraba como una auténtica perra en celo y él no podía evitar bufar al verme lamer su paquete. Sin más dilación le bajé el slip y me metí su polla jugosa llena de preseminal en la boca, lamiendo su jugo y jugando con mi lengua en su brillante capullo.

-       Joder, que gustazo enano…ufff sigue así… que rico.

Después de jugar con su capullo, decidí metérmela toda en la boca para poco a poco hacerle la garganta profunda que tanto le flipaba. Pero antes, cogió impulso, y me empezó a follar la boca haciendo fuertes movimientos de cadera. Uff, solo se oían sus gemidos, y el glu glu de la follada de garganta que me estaba dando. Tenia la boda llena de saliva, cuando paró la follada. Me saqué la polla de mi boca y escupí toda la saliva sobre su polla y la empecé a masturbar lentamente con movimientos rápidos aleatorios.

-       Joooooder, para que me voy a correr pedazo de puta.

Yo no le hice caso, y seguí pajeándole con todas mis ganas, mientras con la otra mano me estaba pajeando a mi mismo. Cada vez la tenía mas dura e hinchada por lo que cuando veía cerca su orgasmo me la metí en la boca. Con espasmos y enterrándome la cabeza en su polla, empezó a correrse como un animal.  Seis trallazos de lefa me llegaron a la garganta mientras bufaba como un toro. A la vez, la excitación de comerme su leche fue tal, que me corrí en el suelo como una perra.

Tras unos minutos de recuperación viéndonos con esas pintas, Hugo rompió el silencio:

-       Enano, siempre me das las mejores corridas cabrón- dijo mientras se limpiaba la polla y se vestía- nos vemos fuera- dijo antes de marcharse del baño y dejarme ahí, desnudo y sentado en el suelo.

Después de que se fuera de esa manera, y al quedarme solo, y ya en frío, pensé en lo que acababa de hacer con cierto arrepentimiento, pero a la vez con gusto por el buen momento que había pasado con Hugo. Sin más, porque no quería seguir pensándolo, me levanté, me lavé un poco y me vestí. Tras verme en condiciones, salí de nuevo a la fiesta.

Mis amigos estaban ocupados por lo que no se dieron cuenta de mi larga ausencia en el baño. ” Mejor, así no tendré que inventarme nada”, pensé. Seguidamente fui a ponerme una copa y continuar con mi objetivo de beber hasta olvidar. Copa tras copa y baile tras baile fue la rutina que cogí de ahí en adelante. Estaba en la gloria bailando con todos mis amigos entrando ya en desfase. Sin embargo, lo que vi a continuación me dejó helado.

Hugo estaba comiéndole la boca a Sonia, una chica de mi clase, en el sofá. En ese instante casi me desmayo. A la vez, Paula y Daniela, que estaban a mi lado empezaron a hablar:

-       Mírales a los dos tortolitos. Por dios, se van a follar ahí mismo- dijo Paula riéndose- no sabía que estuvieran enrollados.

-       Tía, ¿cómo que no? Si están saliendo juntos desde antes de empezar las clases- le contestó Daniela.

-       ¿Y eso?  Pero si Hugo es nuevo…– se sorprendió Paula

-       Tía es que se conocen desde antes porque la madre de Hugo trabaja limpiando en la casa de Sonia, y ahí surgió el amor. De hecho, Sonia me contó que el otro día en el recreo se liaron en los baños y que luego fueron a comer juntos.

-       Oh que bonito- dijo Paula entre risas.

No podía creer lo que estaba oyendo. Hugo estaba saliendo con Sonia… Ahora entiendo lo de las prisas para salir del recreo y no haberle visto el otro día… y también por qué andaba por mi zona cuando me invitó a merendar... venía de comer con su novia… El muy hijo de puta se había liado conmigo estando con ella… el muy cabrón se acababa de liar conmigo en el baño y ahora le estaba comiendo los morros a su novia en el sofá… que puto sinvergüenza.

Me estaba mareando. Me estaba mareando mucho. No me encontraba nada bien. Me iba a desmayar. Sin pensarlo mucho, salí corriendo del salón para que nadie me viera. Estaba muy mareado y muy cabreado. Necesitaba mojarme la cara y despejarme. Pero no atinaba a encontrar el baño. No podía más, no tenía fuerzas para continuar y entré en la primera habitación que vi. Y sin resistencia, me lancé al suelo, no tenía fuerzas para más. De pronto, empecé a vomitar en el suelo.

En esas estaba cuando se encendió la luz y oí a alguien decir:

-       Pero qué mierda estás haciendo

Paré de vomitar y miré a la persona en pijama que tenía enfrente de mí. Lo veía borroso, hasta que de pronto volvió a hablar:

-       ¿tú? ¿otra vez?

Enfoqué lo más que pude para verle bien y no podía creer lo que vi:

-       ¿Lucas? - logré decir antes de que se me cerraran los ojos del todo y la nada apareciera ante mi.

CONTINUARÁ…

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Gracias una vez más por leerme. Agradecería vuestros comentarios y sugerencias sobre la trama: escritor.principiante95@gmail.com

P.D. Debido a qué tengo otras cosas que hacer, a partir de ahora, tardaré más tiempo en subir las sucesivas partes. Lo siento mucho, pero no tengo otra opción. Espero que os esté gustando, y como ya dije, no dudéis en contactar conmigo y comentarme vuestras opiniones.

Saludos lectores míos.