Amor accidental xxvii

Se ha iniciado un nuevo vinculo entre veronica y rose, pero la sombra del accidente sigue siendo una bomba a punto de estallar

AMOR ACCIDENTAL

Por B.L Miller

Traductora Guri - Revisora Gorky

Somnolientos azules ojos se abrieron en una cortina dorada. Ronnie sonrió, gozando de la sensación del cabello de Rose sobre su cara. Se estiró, revelando la sensación de la piel contra piel. Era una maravillosa sensación y que no tenía deseos de terminar pronto. Echó un vistazo en el reloj y gimió. Estaba indecisa entre estudiar a la durmiente mujer o despertarla antes de que llegara María. Tengo el resto de nuestras vidas para mirarte dormir. "Rose... cariño, hora de despertar." Una suave sacudida del hombro... nada. "Rose... Rose..." El durmiente bulto gimió y madrigó bajo las cobijas. "No no. No," Ronnie se rió suavemente. Enganchando sus dedos en el borde de la sábana, la separó para exponer sus desnudos cuerpos al fresco aire de la mañana. La mano de Rose automáticamente se estiró por el desaparecido calor solo para ser cogida por la más grande de Ronnie. "Buenos días." Llevó mano hasta sus labios y comenzó a besar cada nudillo. "Yo... te... amo... Rose."

"Mmm, te amo también," contestó, levantando sus nublados ojos verdes hasta mirar a su amante de cabello oscuro. "Qué te parece que durmamos hasta tarde hoy, ¿hmm?"

"Me encantaría pero María llegará aquí pronto." Recorrió con su dedo la mejilla de Rose. "No desperté a tiempo para llamarla y decirle que no viniera," se disculpó.

"Está bien. Tú no sabías que nosotros podríamos..." Se ruborizó. "Tú sabes..."

"¿Hacer el amor?" Ronnie ofreció, rodándolas hasta que estuvo arriba. Su cabello colgaba, poniéndose contra la mejilla de Rose. Incapaz de resistirse, bajó sus labios para un beso. "Te amo." Renuentemente se hizo para atrás. "Pero ahora mismo tengo que ser... mala."

"Mejor hazlo rápido antes de que esté justo detrás de ti," la joven mujer dijo, alcanzando sus muletas. Cuando Rose volvió del baño, descubrió a Ronnie medio vestida. Sintiéndose un poco incómoda con su propia desnudez, fue a su tocador y comenzó a sacar las ropas que iba a usar. Se sentó en el borde de la cama y estiró su mano por sus bragas. La siguiente cosa que supo, es que estaba aplastada de espaldas sobre la cama con seis pies de la mujer acostada encima de ella.

"¿Tienes alguna idea de cuánto te amo?" Ronnie inhaló, ojos azules oscurecidos por la pasión. Los labios bajaron y fueron encontrados a medio camino por un par igualmente ansiosos. Suaves gemidos de placer llenaron el aire cuando el beso se profundizó y las lenguas danzaron juntas. Las manos de Rose estaban alegremente tocando a través de la amplia extensión de la espalda y terminaron deslizándose abajo para acunar el trasero de Ronnie a través de sus ropas cuando oyeron el sonido del auto de María en el camino de entrada. Nuevas amantes, eso es lo que ellas eran, el beso no terminó hasta que oyeron el sonido de la puerta del auto cerrarse. "Supongo que tenemos que parar." El tono de la ejecutiva dejó en claro que parar no era lo que realmente deseaba hacer.

"Si, nosotras debemos," Rose contestó, inclinándose para un rápido beso más antes de que su alta amante se levantara.

"A menos que quieras dar a María una exhibición." Ronnie tiró de una camiseta gris de algodón sobre su cabeza y la metió dentro de sus pantalones. "Iré a hacerle compañía mientras te vistes." Incapaz de resistirse, robó un beso muy dulce antes de salir del cuarto.

"Buenos días, Ronnie," el ama de llaves dijo cuando entraba y cerraba la puerta corrediza. "Oh, hace frío allí afuera esta mañana. Pensé que habíamos visto lo último de la nieve en esta temporada."

"Oh, probablemente esta sea una buena tormenta para molestarnos antes de que la primavera llegue," la ejecutiva dijo, tomando el periódico del día de las manos de María. En ese momento Tabitha merodeó dentro de la cocina, buscando su comida de la mañana.

"¿Mrrow? ¿Mrrow?"

"¿Y adónde piensas que vas?" Ronnie preguntó cuando levantó al felino en sus brazos. "¿Hmm? ¿Qué es eso? Quieres el pavo rebanado para desayunar, ¿eso dijiste?" Ella contestó ronroneado y lamiéndose las garras lo que hizo a ambas mujeres reír.

"Ese gato está tan echado a perder," María dijo cuado se dirigió hacía el cuarto de lavado a colgar su chaqueta. "Sé que ambas deslizan pedazos de carne por debajo de la mesa para ella cuando están comiendo. Es por eso que es tan difícil mantenerla fuera de la cocina."

"Oh, y eso no tiene nada que ver con los trocitos que dejas caer 'accidentalmente' en el suelo mientras estás cocinando, ¿correcto?"

"Buenos días," Rose dijo cuando entró al cuarto. "Oh María, espero que usted esté planeando hacer un copioso desayuno porque estoy muriéndome de hambre esta mañana. Buenos días, Tabitha." Apoyando las axilas contra sus muletas, se paró directamente enfrente de Ronnie y comenzó a acariciar a su gato, aunque sus ojos nunca dejaron la cara sonriente de su amante. "Espero que hayas dormido bien," susurró.

"De lo mejor. ¿Qué sobre ti?" La voz de la ejecutiva llevaba el mismo tono suave que había calmado a Rose después de que hicieron el amor y la mujer joven reaccionó a eso sin pensarlo, presionando su cabeza contra el pecho de Ronnie y sacando una sobresaltada protesta de Tabitha.

"Maravilloso." Se hizo para atrás y acarició al gato, encendiendo de nuevo el motor ronroneante. "Maravillosa y hambrienta."

"Tendré el desayuno listo en más o menos veinte minutos," María dijo sin levantar la mirada de los huevos que estaba batiendo. Cuando se volteó para empezar a hacer el café, Ronnie se aprovechó y se agachó para darle a Rose un tierno beso. Cansada de estar aplastada entre las amantes, Tabitha zigzagueó para liberarse y salió trotando a la sala de estar.

María volteó para hacer una pregunta pero se encontró sin habla en la vista ante ella. Las dos mujeres se besaban profundamente, las manos de Ronnie estaban metidas en el cabello de Rose. Desviando la mirada rápidamente, el ama de llaves se negó a darse la vuelta otra vez hasta que oyó los sonidos de las sillas siendo sacadas y el periódico abierto. Contenta que la cafetera tuviera una opción de pausa, sacó la cafetera y llenó dos tazas.

"Aquí tienes, Rose," dijo amablemente cuando colocó la humeante taza abajo enfrente de la joven mujer.

"Gracias."

"Ronnie." Dejó una taza amarilla abajo y volvió la encimera a comprobar los huevos. Una ceja se levantó en la desconocida taza y Ronnie intercambió una mirada de extrañeza con Rose antes de encogerse de hombros y volver al informe del mercado de acciones.

Un rato después María volvió a la mesa con dos platos. El plato de Ronnie contenía un pequeño omelet con queso y pan tostado mientras el Rose estaba cargado de un omelet relleno, una rebanada de fresco melón, y pan tostado con mermelada de uva.

"Gracias, María. Usted sabe exactamente como me gusta esto." La joven mujer sonrió de oreja a oreja, ganando una sonrisa del ama de llaves.

"Sí lo sé. Ahora si ustedes señoras me disculpan tengo que ir a lavar." Tomó una cesta vacía del cuarto de lavado y fue a recoger la ropa sucia. Las amantes volvieron a su desayuno antes de que un pensamiento pasara por la mente de Rose. "Ronnie, va a ver la ropa toda tirada sobre el cuarto." Su cara comenzó a ruborizarse por la vergüenza.

"Espero que compruebe debajo de la cama. Pienso que es donde tu ropa interior terminó," Ronnie contestó, meneando sus cejas lujuriosamente.

"¡Ronnie!" Golpeó el musculoso brazo. "No es divertido."

"Sé que no lo es," la ejecutiva se disculpó. "Ven aquí." Movió su silla un poco y tiró de Rose contra ella. "Amor, estará descubriéndolo tarde o temprano."

"¿Piensas qué estará bien con esto?"

"Por supuesto. He conocido a María desde que era una niña pequeña. Sabe cuánto significas para mí. Estoy segura que estará feliz," Ronnie dijo con seguridad.

Pero el ama de llaves era todo menos feliz. Volvió con una cesta llena de ropa sucia justo cuando las mujeres estaban terminando su comida. "Verónica, necesito hablar contigo," dijo irritada antes de entrar al cuarto de lavado. La tapa de la lavadora se abrió después se cerró con un estruendo. La secadora sufrió el mismo abuso.

"¿Qué está pasando?" Rose preguntó con preocupación.

"No lo sé pero voy a descubrirlo." Ronnie dejó su servilleta y entró en el cuarto de lavado, cerrando la puerta detrás de ella.

"¿Qué está pasando, María?"

"Sabes que sería mucho más fácil para mí si no tuviera que inspeccionar toda la casa por tus ropas." Dio la espalda a su patrona, aparentemente emparejando los calcetines limpios.

"¿Quieres hablar conmigo acerca de dejar mi ropa en el piso? Las he dejado tiradas antes y nunca te ha disgustado eso." Ronnie se acercó. "Estás molesta desde antes del desayuno. Mi taza no estaba sucia. Tú me diste esa cosa fea amarilla a propósito. ¿Por qué?"

"No soy tonta, Verónica. Tengo ojos." Arrugadas manos sostenían sudados calcetines en un agarre de muerte. "¿Cómo puedes hacer esto?"

"Supongo que esto no tiene nada ver con la ropa y para con el jodido Verónica. Estás hablando de Rose y de mí." Esperó por una respuesta pero su ama de llaves continuaba poderosamente doblando los calcetines. "¿Cuál es el problema, María? ¿Está bien ser una lesbiana siempre que no actúe como una?"

María dio vuelta y dio un enfadado fulgor. "He sido apoyo siempre de ti y de tus preferencias. ¿Cómo te atreves a pensar de otra manera?"

"¿Entonces qué es esto?" Su quijada se tensó en cólera. "Rose ha estado viviendo aquí desde hace más de tres meses. Tenías que saber que dormíamos juntas."

"Durmiendo, Ronnie, durmiendo." María sacó las sábanas de la cesta y las metió en la lavadora. "Tú ciertamente no estabas 'durmiendo' con Rose anoche." El detergente fue descuidadamente echado adentro y la tapa se cerró de un golpe. "Esto está mal, solo verdaderamente mal lo qué estás haciéndole a ella."

"¿Por qué es incorrecto amarla? ¿Por qué es hoy algo diferente que ayer? ¡Ayúdame a entender por qué estás tan molesta porque ahora mismo no entiendo!" Ronnie cerró de golpe la mano sobre la secadora, el ruido reverberaba a través del pequeño cuarto. "No es como Christine, María. Es de Rose de la que estamos hablando."

"Sé que no es como Christine. Nunca dije que lo fuera. Rose es una dulce, amable y tierna mujer que merece todo lo mejor que la vida puede darle." Iracunda se acercó a la barra y comenzó a ordenar la ropa limpia. "Ella ha sido bastante lastimada."

"¿Qué?" Ronnie meneó su cabeza. "¿De qué estás hablando?" Puso las manos en los hombros del ama de llaves y volteó a la mujer más mayor para hacerle frente. Los ojos de María estaban brillantes y Ronnie suavizó su tono. "Amo a Rose. Nunca podría lastimarla."

"¿No piensas que ocultándole la verdad la estás lastimando?"

"¿Y justo qué verdad es la que le estoy ocultando?" Preguntó con indecisión.

"Sé sobre el accidente... vi el Porsche antes de que Hans lo arreglara."

El color abandonó la cara de Ronnie y se recargó contra la secadora, esperando que sus piernas la pudieran mantener derecha. "Oh Dios," susurró. Miraba a su amiga y ama de llaves de toda la vida con aterrados azules ojos. "María, no puedes decir nada. Tú no puedes contarle."

"¿Contarle?" La mujer más mayor metió sus dedos a través de su corto cabello y movió su cabeza. "No Ronnie, no le contaré. Conozco bien mi posición." Se volteó de nuevo a la pila de ropa. "Además, no es mi casa para decir nada, es tuya." Hizo una pausa por un momento. "¿O es que solo vas a dejarla que continúe pensando que eres su caballero de brillante armadura?"

Las palabras picaron pero Ronnie no pudo negarlas. "Yo... no puedo contarle. No puedo perderla. No puedo." Su voz enganchada y tuvo que mirar para otro lado. "Dejaría todo para estar con ella pero no puedo hacer eso."

"Mejor que continúe creyendo que algún borracho la golpeó y tú viniste en su rescate que confesarle que eres responsable." María hizo una pausa, debatiendo entre si realmente quería hacer la siguiente pregunta o no. "¿Estabas bebida?" A la falta de respuesta, volteó, leyendo su respuesta en la cara de la alta mujer. "Dios querido... tú estabas."

El largo cabello oscuro formó una cortina cuando Ronnie bajó su cabeza y asintió avergonzadamente. "Estaba nevando y yo... nunca la vi hasta que era demasiado tarde." Respiró varias veces antes de hablar otra vez. "Daría cualquier cosa para cambiar lo que sucedió esa noche." Levantó la mirada, azules ojos brillaban. "Pero no puedo. Por favor, no puedes decirle nada a ella."

María apartó la mirada y por un minuto nada fue oído excepto el golpe sordo de la secadora mientras ambas mujeres luchaban con sus pensamientos. Después de lo que pareció una eternidad para Ronnie, el ama de llaves suspiró y asintió.

"No voy a estar arruinando la felicidad de esa niña, incluso si esta es una mentira. Ha tenido muchas verdades feas ya." Giró de cara a Ronnie. "No seré la que le cuente."

Ronnie soltó una profunda respiración. "La amo, María. La amo más de lo que yo he alguna vez amado a alguien en mi vida y no puedo perderla." Se paró al lado de la mujer más mayor y reclinó sus codos en la pila de los frescos linos. "Si yo puedo..." miró fijamente la pared, "... pasaré el resto de mi vida haciéndola feliz. Por favor dame esa oportunidad."

"Cuanto más tiempo le ocultes la verdad peor será cuando la descubra. Le debes la verdad, Ronnie."

"Lo sé," reconoció. "Pero no puedo. No aún."

"Ve con ella. Tengo cosas aquí que necesito hacer." Ante la mirada interrogadora de Ronnie dijo, "ve, estaré bien una vez que termine aquí adentro. Solo necesito algunos minutos."

"¿Qué fue todo eso?" Rose preguntó cuando Ronnie volvió.

"Ella está solo teniendo un mal día, eso es todo," mintió. "Pienso que la muerte de Tommy aún la tiene mal."

"¿Estás segura que no es nada que yo haya hecho?"

"Estoy segura que no es nada que hayas hecho, amor." Se inclinó y dio a Rose un rápido beso en la cabeza. "Vamos, estoy segura que hay algunas cintas de la Juez Judy que no he visto aún." Bajó sus labios hasta que estuvieron al nivel con una bien formada oreja. "Amaría estar abrazada en el sofá contigo."

"¿Pensé que no querías darle a María un show?" Rose preguntó.

"¿Qué?" Puso su mano en su pecho como si dijera '¿quién yo?'. "¿Piensas que no puedo mantener mis manos alejadas de ti?"

"No." La rubia mujer sonrió y, equilibrándose en un pie, dejó las muletas a un lado. Envolvió los brazos alrededor de la cintura de Ronnie y moviéndose muy estrechamente. "Yo no estoy segura que pueda mantener mis manos en mi." Estiró su mano y agarró un puñado de suave trasero. "¿Ves lo que quiero decir?"

"¿Te volví una adicta al sexo anoche?"

"No, por supuesto no." Rose se ruborizó y recostó su cabeza contra el pecho de Ronnie. "Solo disfruto tanto tocándote y sé que te gusta eso también."

"Muchísimo," la mujer de cabello oscuro murmuró.

"Sabes..." Verdes ojos levantaron la mirada y se encontraron desamparadamente perdidos en el azul. "Me da igual lo que veamos siempre y cuando pueda estar en tus brazos." Los labios se tocaron justo cuando María salía del cuarto de lavado. No había que confundir el amor pasando entre las dos mujeres. Esto apaciguó un tanto a la ama de llaves y pudo poner una sonrisa en su cara cuando Rose volteó mirándola. "María, siento sobre la ropa, me aseguraré de ponerlas en el cesto de ahora en adelante," dijo, pensando que la desordenada ropa era la razón de que el ama de llaves estuviera tan molesta.

"Lo siento, Rose, no fue mi intención actuar así. No sé que me pasó. ¿Por qué ustedes no se sientan y me dejan traerles un poco más de café?" Tomó las tazas vacías y se apresuró más allá de ellas. "Ronnie, no deberías dejarla permanecer así tanto tiempo." La ejecutiva inmediatamente cumplió, ayudando a Rose con su silla.

"Pienso que acabo de ser regañada," susurró en el oído de la joven mujer.

"También pienso que lo fuiste," vino la contestación. "Tú mejor siéntate."

"Buena idea." Un rápido beso en la mejilla y Ronnie tomó asiento. María volvió con los cafés y sonrió afectuosamente a Rose, disipando la preocupación de la joven mujer.

"Aquí tienes, querida."

"Gracias."

"Bien, pienso que llevaremos esto a la sala de estar y dejaremos a María sola," Ronnie dijo cuando se puso de pie. "¿Rose sabes qué cinta tiene a esos dos compañeros de cuarto discutiendo sobre los dos mil dólares de la cuentas del teléfono?"

"Yeah, pienso que lo sé. ¿No has visto ese aún?"

"No."

"Entonces te estás perdiendo uno bueno, Ronnie," el ama de llaves convino. "Esos dos tontos se presentaron vestidos como si fueran a uno de esos conciertos de rock punk con sus cuerpos todos perforados y verdes cabellos."

"Oh sí, eso fue espantoso, ¿no es así?" Rose convino. "Y el rubio con esa cosa en su lengua... ewww." La joven mujer se estremeció en el pensamiento. "Puedo entender los piercing en la orejas ¿pero las lenguas y cejas?"

"Y sus madres los dejan aparecer en televisión nacional así," María señaló mientras las seguía dentro de la sala de estar. "Y pensaba que algunos de los trajes en Jerry Springer estaban mal."

"Debiste haber oído la manera en que la juez Judy les gritaba," Rose agregó. "Creo que está en la cinta marcada martes." Se instaló sobre el sofá mientras que María empujó el reposet en una mejor posición para ver la televisión y se sentó. Ronnie puso la cinta y dio vuelta para tomar a su amante en el ofrecido abrazo todo el día cuando vio al ama de llaves sentada allí. Observando la posición de Rose sobre un extremo del sofá, hizo lo mismo, bajando la bandeja de los aperitivos entre ellas para poner las tazas de café. La apertura de los créditos comenzó y Ronnie metió sus pies por debajo de si misma, apoyando su codo contra el brazo del sofá. Mientran que cada uno de los litigantes explicaba por qué no eran responsables de la cuenta, ojos azules echaron un vistazo en María. La mujer más mayor estaba atenta en el caso y no se fijó cuando una larga pierna se estiró hasta que los dedos del pie presionaron contra la cadera de Rose. El movimiento le ganó una mirada burlona de la joven mujer pero Ronnie simplemente meneó una oscura ceja y volteó la cabeza hacía la televisión. Intentando difícilmente no sonreír maliciosamente, Ronnie continuó pasando los dedos del pie por un lado del muslo y la cadera de Rose. Al parecer era demasiado juguetona porque la mano de la joven mujer apretó sobre el errante pie y lo sostuvo de todas formas. Ronnie casi lo hizo hacía atrás pero sintió el suave tacto del pulgar de Rose acariciando de un lado para otro contra la yema de los dedos de su pie. No se movió para protestar cuando sintió que su calcetín era quitado lentamente. Como el mejor magistrado ya que el juez Wapner continuaba regañando a los litigantes, Ronnie se encontró recibiendo uno de los mejores masajes de pies que Rose le había dado nunca.

El caso terminó y otro comenzó. Curiosa, Ronnie retiró su pierna derecha y estiró su izquierda, satisfecha cuando sintió las delicadas manos quitar ese calcetín también. Rodó sobre su espalda, usando el brazo del sofá como una almohada. Pronto ese pie estaba recibiendo el mismo amoroso tacto y Ronnie decidió que podría importarle un cacahuate quién ganó y perdió en el programa de televisión. Cerrando los ojos, se concentró en los dedos de Rose contra su piel y la sensación relajada que estaban creando. Los minutos hicieron tictac para cuando ese episodio finalizó y otro comenzó.

María se levantó y habló, rompiendo el trance de Ronnie. "Tengo que volver al trabajo aquí. Rose, vas a echarla a perder si mantienes eso."

"Hey, no descubras todos mis secretos," la ejecutiva perezosamente protestó.

"Eso está bien, María. Solo le recordaré a ella que la próxima vez querré mi masaje de pies." Dio una palmadita a los pies descansando sobre su regazo. "Pero ahora mismo necesito visitar el pequeño cuarto de las chicas."

"Pero estoy cómoda," Ronnie dijo, meneando sus pies.

"Tú no estarás cómoda si hay de repente una gran humedad justo aquí."

"Bien, necesito otra taza de café de todos modos." Se incorporó y dio a Rose las muletas, tomando un beso como pago. "Mmm, cuando regreses nosotras subiremos la bandeja de los aperitivos y nos abrazaremos, ¿Qué te parece eso?" Ronnie decidió mostrar algunas de las ventajas de estar cerca mordisqueando la suave piel del cuello de su amante. "¿Hmm? Tú, yo, un sofá de suave cuero."

"Compórtate, María está aún aquí, lo sabes." Permitió un beso más antes de separarse. "¿Puedes traerme un poco más también, por favor?"

"Seguro, cariño."

Ronnie estaba justo regresando a la sala de estar cuando oyó a Rose llamarla. Poniendo las tazas en la mesa del café, entró en el cuarto para ver lo que necesitaba su amante. "Estoy justo aquí, Rose. ¿Qué necesitas?"

"¿Podrías traerme unas bragas?" La voz claramente avergonzada en el otro lado de la puerta del baño preguntó.

"¿Por qué? Qué es... oh." Maldición. "Ok, espera justo allí. Conseguiré eso." Ronnie intentó excluir la desilusión de su voz cuando se acercó al tocador. De todas las veces para que le llegue su período, musitó, sacando unas apropiadas bragas blancas de algodón del cajón. Entró al baño para encontrar a una Rose claramente avergonzada sentada en el retrete, las manchadas bragas ya enjuagadas y esperando dentro del lavabo.

"De todas las veces de ser una mujer," Rose dijo cuando tomó las limpias. Hizo lo posible para sonreír. "Supongo que la sincronización es pésima, ¿huh?"

"Eso sucede," Ronnie contestó. "¿Cómo está el pantalón?"

"No creo que esté manchado." Una rápida comprobación confirmó su declaración. "Saldré en algunos minutos."

"Toma tu tiempo." Ronnie se inclinó y besó la frente de su amante. "No te preocupes por eso, Rose. ¿Es cuánto... cuatro, cinco días? Sobreviviremos."

"Cuatro o cinco días." La joven mujer repitió las palabras como si fueran una sentencia de muerte. Sus ojos parpadearon en su amante y una idea se formó en su mente. "Sabes, solo porque tengo esto no quiere decir..."

"Sí lo sé. Quiero que esto sea mutuo," Ronnie dijo firmemente, a pesar de lo que su cuerpo estaba diciéndole.

"Pero..."

"Ningún pero. Nosotras podemos esperar hasta entonces." Viendo la mirada en la cara de Rose, se arrodilló y levantó la pequeña barbilla con sus dedos. "Hey, mírame. He esperado años por ti. Algunos días más no van a matarme." Dejó a su dedo viajar hacía la delicada garganta y la uve que se formaba en la camisa de Rose. "Te amo." Se puso de pie y recogió la prenda sucia. "Llevaré esto a María para que pueda ser lavada enseguida mientras terminas aquí adentro."