Amor accidental xx
Susan habla con rose y se da cuenta de que tan equivocada habia estado al juzgar a la joven. solo esperaba que rose hiciera feliz a su hermana, ya fuera como amiga
AMOR ACCIDENTAL
Por B.L Miller
Traductora Guri - Revisora Gorky
Rose mantenía el teléfono contra su pecho, debatiendo por cuarta vez en una hora si debería llamar a Ronnie o no. La ejecutiva siempre la llamaba a dos y ya eran las cuatro. Cuando el teléfono sonó, sobresaltó a Rose bastante que casi se le cae. "Residencia Cartwright."
"¿Rose?"
"¿Ronnie?" Una sonrisa inmediatamente cruzó la cara de la joven mujer. El sonido del fondo de alguien siendo llamado a radiología fue suficiente para borrar la sonrisa. "¿Dónde estás?"
"Estoy en Albany Medical." La mujer de cabello oscuro se dio cuenta que estaba parada exactamente en el teléfono público que había utilizado la noche del accidente de Rose para llamar a Frank. Sacudió el pensamiento cuando oyó la voz de su amiga llegar a través del teléfono. "Oh lo siento, mucho ruido aquí. Estoy bien, Tommy estuvo en un accidente automovilístico."
"Oh no." Las piernas de Rose palpitaron con la memoria. "¿Está lastimado gravemente?"
"No lo sé aún. Los doctores todavía están con él y no nos han dicho mucho. Perdió al parecer el control al llegar a una curva y chocó en un poste de teléfono. Hey, tengo que irme. La policía está hablando con mamá."
"Ok, déjame saber qué está pasando, ¿Ok?"
"Te llamaré más tarde."
Una vez que se despidieron, Ronnie colgó y se paró al lado de su madre, impacientemente escuchando las palabras del oficial. "Exceso de velocidad..."
"Todo el mundo sobrepasa el límite de velocidad en esa área," Beatrice saltó. "Quizá si el estado se ocupara mejor de las carreteras algo así no habría sucedido," dijo indignada.
"Las mejores carreteras en el mundo no van a ayudar cuando el conductor está ebrio, madame." El policía sacó una libreta de notas de su bolsillo del pecho y pasó las páginas hasta un escrito. "Encontraron una docena de latas vacías de cerveza en el suelo del asiento delantero. Un alcoholímetro tomado en la escena del accidente mostró que el nivel de alcohol en su sangre era dos veces del límite legal. ¿Usted todavía quiere culpar a las carreteras?"
Incapaz de protestar y en una pérdida de palabras, Beatrice se giró a su hija mayor. La silenciosa petición fue entendida. Era hora para la guardiana de la familia. "Sargento Mitchell," Ronnie dijo, poniéndose entre el oficial y su madre. "¿Qué pasará con Tommy ahora?"
"Después de que le den las puntadas será llevado a la cárcel del condado y retenido. Si llega allí bastante temprano, el juez Turner dictaminará la libertad bajo fianza hoy, de lo contrario eso será mañana." Meneó su cabeza. "Le diré esto, Srta. si usted no le consigue a ese hombre alguna ayuda pronto, sería mejor que planeé pasar mucho tiempo aquí." Guardó la libreta y dio un paso atrás. "Él tuvo suerte esta vez. Algo que se puede decir gracias al cinturón automático del asiento y el airback. Podríamos estar pasando algo mucho peor aquí que algunos cortes y contusiones."
"Sí, mucha suerte." Por la esquina de su ojo, Ronnie vio a Susan envolver un brazo alrededor de su madre, que parecía destrozada entre el regaño del oficial y el romper a llorar. Entendía la lucha de su madre. Esto era un problema para el nombre Cartwright y el dinero no podría arreglarlo. "Oh." Miró al oficial. "¿Y qué hay sobre su auto?"
"Este fue retenido. Le haremos saber cuando puede recogerlo. Está destrozado, sin embargo."
"Quiero ver a mi hijo," Beatrice anunció.
"Una vez que terminen, él será llevado a la cárcel. Usted puede verlo allí una vez que haya sido registrado."
"Sargento," Ronnie le dio una suave sonrisa, esperando disipar la tensión en el aire. "¿Dañaría algo si ella lo ve por solo un minuto?" Lo vio dudar y entró, bajando su voz para que su madre no pudiera oír por casualidad. "Creo que necesita verlo ahora, no después de que lo hayan limpiado, ¿no lo creé?" Él bajó la mirada al piso por un segundo antes de dar un pequeño cabeceo.
"Él es un desastre, Srta. usted necesita conseguirle ayuda."
"Lo haré," prometió.
"Solo un minuto y tendré que estar con ustedes."
"Gracias." Se dió la vuelta para hacer frente a su madre y a Susan. "Nos va a dejar verlo por un minuto." Mientras que se movían para seguir al policía, Ronnie sintió la mano de su hermana en su brazo.
"¿Estás segura que esto es una buena idea?"
"No," Ronnie admitió. "Pero no pienso que ocultarle la verdad sea la mejor cosa tampoco. Quizá sea necesario ahora, para ver lo que se está haciendo a si mismo."
En sus treinta y tres años, Ronnie podía únicamente recordar un puñado de veces cuando su madre había llorado. No importaba cuanto algo disgustará a Beatrice Cartwright, ella lo guardaba adentro, un rasgo que pasó a su hija mayor. Ya en la vista de su hijo más joven en una cama de hospital, su cara ensangrentada y contusionada, fue suficiente para traer las lágrimas a los ojos de la matriarca. Él abrió los ojos en el grito de asombro y miró a su madre, sus ojos se llevaron un momento para enfocar antes de que dejara caer su cabeza hacía atrás sobre la almohada. "¿Qué te dijeron?" Preguntó cautelosamente.
"Que tuviste un accidente, cariño." Beatrice se acercó a la cama y tomó su mano en las suyas.
"No sé qué sucedió, Madre..." Se lamía los labios como si estuviera muerto de sed. "Estuve trabajando tarde anoche y supongo que debo haber estado cansado. Salí a conseguir algo para desayunar y debo haberme quedado dormido al volante." Levantó la mirada a través de sus ennegrecidos ojos y dio a su madre una mirada de disculpa. "Siento que hayas tenido que salir para venir aquí."
Beatrice palmeó su mano y usó su mano libre para limpiar sus lágrimas. "No te preocupes, cariño. Estoy aquí ahora. Llamaremos al señor Jenkins y haremos que nos encuentre en la cárcel. Estoy segura que puede ocuparse de todo."
"Supongo que no debo conducir cansado, ¿huh?" Bromeó, su cara se torció con dolor cuando intentó incorporarse. "Oh, duele." Sus hermanas intercambiaron dudosas miradas en el exagerado gemido. El sargento Mitchell educadamente tosió y miró en su reloj.
"Madre, pienso que es hora de irnos," Ronnie dijo, poniendo las manos en los hombros de la mujer más pequeña. "¿Por qué tú y Susan no me esperan afuera en la sala de urgencias? Quiero hablar con Tommy un minuto."
Beatrice asintió y se dirigió hacia su hija más joven, quién rápidamente la sacó del cuarto. Ronnie escuchó la voz apagada de su madre mientras desaparecían por el pasillo. "... y él es un muchacho tan hermoso, Susan. Espero que no termine con ninguna cicatriz."
"¿Y qué pasa, hermana?" Tommy le sonrió, su aspecto de Cheshire de marca registrada no funcionaba demasiado bien con una nariz rota y el ensangrentado labio. Su sonrisa se descoloró cuando Ronnie se acercó más, su cara mostrando no enojo, sino preocupación.
"Tommy, necesitas ayuda. Las cosas solo están poniéndose peor." A pesar de todo lo que había sucedido entre ellos durante el último par de meses, seguía siendo su hermano. "Si recibes tratamiento quizá retiren los cargos."
"¿Tratamiento?" Se mofó. "Tú haces que parezca como uno de esos vagabundos que viven en la cuneta."
"Mucha gente con dinero y posición entran en tratamiento, Tommy. Podrías ir a la clínica Betty Ford si tú quieres. Tengo entiendo que es un estupendo lugar."
"Si es tan jodidamente maravilloso entonces ve allí."
"Esta vez fue un poste, la próxima vez podría ser otro auto o peor. Esto tiene que parar." Pasó sus dedos a través de su cabello, frustración que se hizo presente al dejar salir una larga respiración. "Obviamente tienes un problema con la bebida y probablemente de drogas también."
"Una mirada y puedes decir eso, ¿correcto doctora Cartwright?" Dijo con desprecio.
"¡Tú robaste las pastillas de Rose de mi casa, Tommy! Intentaste forzar la caja fuerte en la oficina y has falsificado mi firma en préstamos bancarios. ¿Si no es drogas entonces qué es? Dímelo, porque no puedo entender por qué estás haciendo estas cosas."
"¿Esto es de lo que se trata? ¿Tú amiga no puede encontrar sus estúpidas pastillas y por supuesto ya que estuve en tu casa una vez en los últimos tres años decides que tuve que ser yo?"
"Dos veces," corrigió, su quijada se apretaba con cólera. "¿O no recuerdas la noche que volteaste mi mesa del café?"
"Lárgate de aquí, Ronnie," gruñó. "Me quedé dormido al volante, nada más. Estás solo intentando poner a todo el mundo contra mío."
"Estoy intentando ayudarte, Tommy. Necesitas rehabilitación antes de que mates a alguien."
"Lo qué necesito es una limpieza algo que no consigo contigo alrededor. Oh poderosa Verónica, Reina de los Cartwrights."
"Tommy..."
"¡Vete a la mierda, Ronnie!"
"Srta. Cartwright," estaba sorprendida de que el sargento aún se encontrara en el cuarto, se había olvidado totalmente de el. "No puede hacer nada más aquí. ¿Por qué no va a ocuparse de su madre y que ellos se encarguen de el?"
"Eso es, Ronnie, ve ocúpate de mamá y demuéstrale lo buena hija que eres," Tommy gruñó. "Quizá incluso se olvide que su orgullo y alegría es una tortillera."
Un silencio mortal descendió sobre el cuarto. El cerebro de Ronnie intentó desesperadamente reescribir lo que había oído pero fue en vano. Su cabeza bajó, la larga oscura cabellera ocultaba su cara de la vista del oficial. Sus emociones se arremolinaron y respiró varias veces antes de que encontrara su voz. "Realmente espero que consigas ayuda, Tommy." Salió del cuarto y se fue en la dirección opuesta del área de espera, incapaz de hacer frente a su familia todavía.
Afuera la nieve estaba cayendo suavemente, creando una ligera neblina de blanco contra el gris cielo, Ronnie se recargó contra el frío ladrillo del edificio. Con su chaqueta todavía arriba en la sala de espera, la blusa de seda era poca defensa contra el frío viento. De todas formas la cansada ejecutiva permaneció donde estaba, esperando que el amargo frío congelara algo de su dolor. Ronnie estaba desgarrándose entre estar enojada con su hermano y preocuparse de que estaba en un rumbo de destruirse el mismo con solo dos posibles finales, cárcel o muerte. Sus hirientes palabras se repitieron en su mente y deseaba nada más que estar en casa, acurrucada contra Rose. Rose... los azules ojos se cerraron y dejó a su mente llenarse con la visión de la joven mujer. Ronnie se perdió momentáneamente en la imaginaria comodidad de los brazos de Rose cuando sintió una mano muy real en su brazo.
"Hace frío aquí afuera. Vamos adentro," Susan dijo, dándole la chaqueta a su hermana.
Ronnie tomó la chaqueta y la abrazó a su pecho. "Gracias. Estaré arriba dentro de un rato. Solo necesito un poco de aire." El calor de la piel impregnada a través de la seda, le dejó saber justo el frío que realmente hacia.
"Sé lo que él te dijo," Susan confesó, tomando la chaqueta y sosteniéndola para que Ronnie deslizara los brazos dentro. "El sargento Mitchell me llevó a un lado y me lo dijo."
"Estupendo. Quizá lo pondrá en su informe también." Se enderezó el suficiente tiempo para conseguir ponerse la chaqueta, entonces se reclinó de nuevo contra la pared.
"Me prometió que no diría nada. Solo estaba preocupado de que estuvieras mal." La pelirroja puso su mano en el hombro de su hermana. "¿Por qué no descansas? Ve a casa con Rose. Estaré aquí con mamá y esperaré al señor Jenkins."
El primer pensamiento de Ronnie fue aceptar la oferta de su hermana y escapar con la única persona que le hacía sentirse confortable, apartarse de este lío que no deseaba hacerle frente y volver a su santuario. Pero ser la mayor significaba estar a cargo, y también llevaba con esto mucha responsabilidad. Suspiró. "No, sabes que no puedo irme hasta que esto acabe."
"Lo sé, solo pensé que por lo menos lo ofrecería." Susan miraba la nieve cayendo y tembló. "Sabes que me estoy congelando aquí fuera."
"¿Por qué no te vas a casa con Jack y los niños? Puedo ocuparme de mamá."
"No. Si tienes que estar aquí entonces debo estar aquí también. Vamos, la miseria ama la compañía." Susan y Ronnie regresaron adentro y se dirigieron hacia la sala de espera. "Yo um... le dije a mamá que coincido contigo sobre la cosa de las drogas."
"¿Lo hiciste?"
La pelirroja asintió. "Pensé que quizás podría creer esto más si le dijera que tambien pensaba que él estaba tomando drogas."
"¿Qué dijo ella?" Ronnie vio su respuesta en la abatida cara de Susan.
"No cree que sea tan malo como le dije, e incluso le mencioné lo que me dijiste sobre esas pastillas desaparecidas de tu casa y del préstamo del banco." Levantó la mirada a Ronnie y compartieron una silenciosa pero triste comprensión. Nada de lo que dijeran cambiaría la opinión de su madre. Alcanzaron las puertas externas de la sala de emergencias.
"Bien... una cosa buena, supongo..." Ronnie comenzó. En la expectante mirada, sonrió. "Es agradable saber que estás de mi lado en esto. Lo hace más fácil."
"Hey, no podremos ser la mejor clase de amigas hermana, pero somos aún hermanas," Susan dijo. "Además, estoy obteniendo de ti una parrillada de invierno este fin de semana."
"Trato hecho." Juntas regresaron a hacerle frente a la larga tarde de espera mientras las ruedas y el papeleo de la justicia giraban lentamente.
El sonido de la puerta de un auto despertó a Rose de su sueño. Bostezó y frotó sus ojos, observando por los números rojos del reloj que era ya pasada la medianoche. "¿Ronnie? Estoy despierta," llamó cuando oyó cerrarse la puerta corrediza.
"Oh." Un momento después la ejecutiva apareció en la puerta. "Lo siento, ¿te desperté?"
"No," mintió y encendió la lámpara. "Quería estar despierta cuando llegaras a casa de todos modos." Acariciando al espacio vacío en la cama a su lado, preguntó, "¿Y qué sucedió?"
Ronnie suspiró y se dejó caer en la cama, su cabeza agradeció hundirse en las gruesas almohadas. Ambos zapatos golpearon la madera dura del suelo y los dedos del pie cubiertos con las pantis se menearon con alivio. "Ah, mucho mejor." Su reloj de pulsera siguió, dejándolo en la pequeña mesita lateral. "Tommy estaba bebido y cargado con heroína y estrelló su auto en un poste de teléfono."
"¿Hubo alguien más lastimado?"
"Gracias a Dios, no. Se llevó una nariz rota y algunas contusiones. Encontraron un poco de cocaína en cuando lo registraron en la cárcel."
"¿Cocaína? Oh Ronnie, eso es tremendo"
"Debiste ver la cara de mamá cuando agregaron la posesión a la lista de cargos." Meneó su cabeza. "Todavía no puedo creer que le dieran la libertad bajo fianza." Frotó su cara vigorosamente con ambas manos. "No lo sé, Rose," suspiró. "Sabía que algo estaba pasando pero imaginé que era hierba, no coca." Respiró profundamente. "Esa cosa va a matarlo y a él incluso le da igual. Intenté hablar sobre ir a rehabilitación pero ni me escuchó." Una breve mirada de dolor cruzó la cara de Ronnie en el recuerdo de las odiosas palabras de su hermano. "Supongo que lo que le diga no importa."
Rose oyó la tristeza en la voz de su amiga y sabía que allí había pasado más de lo que estaba diciendo. Se movió en la cama, girando para que la parte superior de su cuerpo estuviera frente a su compañera. "¿Siempre ha tenido este rencor hacía ti?"
"No." Ronnie miró fijamente arriba en el techo. "Cuando éramos más jóvenes, Tommy era mi sombra. Cualquier cosa que hacía, él quería hacerla. Si estaba interesada en algo, estaba interesado en eso."
"¿Qué sucedió?"
Ronnie se encogió de hombros. "Realmente no lo sé. Comenzamos a hacernos más mayores y las cosas cambiaron. Pienso que siempre supuso que dado que era el único hijo, sería el que estaría asumiendo el control cuando nuestro padre dimitiera. Pienso que está resentido conmigo debido a eso."
"Sin embargo todavía intentas ayudarlo."
"Es mi hermano. ¿Qué más puedo hacer?" Entrelazó sus dedos detrás de su cabeza. "Tenía tanto potencial, Rose. Odio ver lo que esas drogas están haciéndole."
"Quizá hay aún esperanza que busque tratamiento el solo."
"Quizá," Ronnie coincidió. "Supongo que todo es posible. Dios, solo me hace enojar tanto a veces. Habría podido hacer que lo arrestaran por desfalcar y no lo hice. ¿Piensas que a le importa? No, intento ayudarle y da la vuelta y me llama una t..." Detuvo la palabra antes de salieran de su garganta. "... una maldita perra," enmendó. "Ah, no importa, supongo."
"Importa." Rose extendió el brazo y puso su mano en el hombro de Ronnie. "Quizás a tu familia le da igual pero a mi no. No tiene ningún derecho a lastimarte así. No mereces eso. Tú, Verónica Cartwright, eres una de las más cariñosas, más tiernas personas que he conocido nunca y cualquiera que no vea lo especial que eres es un ciego."
Ronnie estiró la mano y revolvió el cabello de la mujer más joven. "Eso va de ambas maneras, mi amiga." Había más, mucho más que quería decir, pero el miedo la contuvo. Parte de ella deseó tirar de Rose dentro de sus brazos y mantenerla allí para la eternidad y la otra parte gritar la verdad que las mantendría separadas por siempre. Su humor juguetón desapareció cuando la última parte ganó. "Hey, pienso que mejor nos dormimos."
"Oh... okay." Rose estaba sorprendida por el repentino cambio pero se dio cuenta que quizás era mejor esperar que hablar del tema. Había aún partes de Ronnie que estaban cerradas a ella y no deseó hacer algo que hiciera a su amiga incomodarse. Se recostó en su propio lado y esperó por la compañía bajo las sábanas.
Ronnie miró en la mujer esperándola y las palabras de Tommy hicieron eco en su mente. "Quizá deba ir a mi propia habitación. Estás durmiendo durante la noche sin dolor y probablemente te gustaría tener la cama toda para ti sola otra vez."
"Um... Supongo... si eso es lo que quieres," Rose dijo quedamente, mordiendo su labio inferior. "Supongo que probablemente estarás más cómoda en tu cama de todos modos."
"Yeah, supongo que si." Ronnie notó la voz de su compañera llevando el mismo tono de pesar que el propio sin embargo de todas formas se incorporó y recogió sus zapatos. "Te veré en la mañana." Se levantó y caminó a la puerta. Su mano estaba sobre la manija cuando oyó un quedo sollozo. Se dio vuelta para ver tristes ojos verdes mirándola. "Hey, ¿qué pasa?" Preguntó suavemente.
"N-nada, lo siento. Te veré mañana, Ronnie." Rose giró su cabeza pero no antes de que Ronnie viera una lágrima rodar libre. Un segundo después que la cama se movió cuando agregó su peso. Largos dedos acunaron la barbilla de Rose, forzándola a voltear y encontrar la preocupada mirada.
"¿Qué pasa?" Sin pensarlo, su pulgar comenzó a acariciar la suave piel debajo de él. "Dímelo, Rose."
"¿Estás aún contenta teniéndome aquí? Sé que esto ha sido una inconveniencia y..." Fue interrumpida por el dedo de Ronnie sobre sus labios.
"Tú escúchame. No eres una inconveniencia para mí. Y sí, estoy aún contenta contigo aquí. ¿Qué provocó esto?" Habría podido patearse cuando inmediatamente se dio cuenta de la respuesta a su propia pregunta. "Solo pensé que estarías más cómoda sin mí en tu cama. No es que no te quiera aquí, lo juro."
"¿Estás segura?"
"Estoy segura."
"Supongo que solo estoy siendo tonta. Inquietándome solo porque deseas dormir en tu propia cama." Rose limpió sus ojos con la palma de su mano. "Puedo solo imaginar lo que tu familia diría si descubriera que estás durmiendo conmigo. Ellos probablemente pensarían que estoy convirtiéndote en una lesbiana o algo así. No podemos hacer eso, ¿no?"
Ronnie soltó una profunda respiración y movió su cabeza. "No, no podemos hacer eso." Se levantó y reunió sus almohadas. No, no podemos tenerlos pensando que Verónica Cartwright es una lesbiana, ¿podemos? No querrían arruinar la imagen perfecta de la familia. Está bien que Tommy salga y estrelle autos en los postes y fuerce lugares pero el cielo me prohíbe meter a una mujer en mi cama. "Te veré mañana, Rose."
"Podrías dejar la puerta abierta para que Tabitha pueda entrar, por favor?"
"Seguro. Buenas noches, cariño."
"Buenas noches, Ronnie. Placenteros sueños."
"Tú también." Apagó la luz y salió del cuarto, una pesada manta de soledad se posó sobre ella.
Abriendo la puerta en su habitación, Ronnie fue golpeada por solo lo extraño que le parecía dormir sin Rose. La blusa y la falda de seda aterrizaron apilándose al pie de la cama, seguidas rápidamente por su bra y medias. Tiró de la manta hacía atrás y se sentó en las frías sábanas. Los segundos hicieron tictac para cuando la soledad cedió el paso al enojo. Enojo que creciera hasta que dormir no fue más tiempo una opción. Pocos minutos después se había puesto sus pantalones y se dirigió al sótano para sacar un poco de agresividad.
¡Thwap! ¡Thwap! Una y otra vez el saco de entrenamiento cogía la furia y la rabia de una mujer desgarrada entre lo que necesitaba y deseaba y lo qué era esperado de ella. "¡Maldita sea! ¿Por qué no lo pueden entender?" Ronnie gritó al gimnasio vacío. "No estoy lastimando a nadie!" Sus enguantados puños golpeaban el saco una y otra vez. Thwap, thwap, thwap. "¿Por qué esto es tan incorrecto? ¿Por qué?" Su única respuesta fue el crujido de las bisagras de su saco de entrenamiento cuando sus golpes provocaban tambaleos.
En el piso de arriba, Rose dejada en la oscuridad, escuchaba los amortiguados sonidos que llegaban del sótano. ¿Oh Ronnie, qué dijo él que te lastimó tanto?Abrazó la almohada fuertemente contra si misma, deseando que fuera su amiga a la que estuviera sosteniendo. De repente los sonidos de abajo pararon, seguidos pocos minutos después por el sonido de la puerta del sótano abriéndose. "¿Ronnie?" Gritó.
¿"Estás bien?" La alta figura apareció en la puerta, su silueta invisible contra la oscuridad de la noche.
"Yo um... yo... ¿te importaría pasar una noche más conmigo?"
"¿Está todo bien?" Ronnie cruzó el cuarto y puso su rodilla sobre el borde de la cama.
"Yo solo... tuve un mal sueño y no puedo volver a dormir," mintió. Hubo silencio por un momento antes de que Rose sintiera que la manta era tirada hacía atrás y el suave calor del cuerpo de Ronnie se acomodó contra el suyo.
"¿Mejor?" La voz en su cuello preguntó.
"Mmm," Rose se arrimó más cerca, apoyando su nuca contra la suave curva del ofrecido hombro. "¿Estás cómoda?"
"Mucho," vino el murmullo somnoliento. "Buenas noches, Rose."
"Buenas noches, Ronnie." Cerró los ojos y sonrió cuando la respiración de la mujer más mayor llegó a ser profunda y uniforme. "Todo estará bien. Descansa bien." Susurró antes de permitir que el sueño la reclamara también.
"Srta. Cartwright, ¿puedo hablar con usted un minuto?" Laura preguntó, asomando su cabeza en la puerta.
"Seguro, entra." Ronnie dejó su pluma abajo y levantó la mirada, observando la sonrisa en la cara de la joven secretaria.
"Quiero contarle las buenas noticias yo misma antes de que todo mundo en la oficina las oiga."
"Estás embarazada," la ejecutiva adivinó. La joven mujer asintió alegremente. "Felicitaciones. Sé que tú y Mike lo estaban intentando. ¿Cuánto tiempo?"
"Gracias, hace tres meses ya. Tengo el presentimiento que Mike hizo ese Quarterback que él siempre deseó. Estoy claramente ganando bastante peso." Miró en el sofá, entonces a su jefa.
"Por favor, siéntate. Vas a estar saliendo en licencia por maternidad justo en tiempo para el verano."
"Sobre eso es lo que quiero hablar con usted. Mike no quiere que trabaje una vez que el bebé nazca. Acaba de obtener un ascenso y piensa que podemos hacer esto con un ingreso."
"¿Así que vas a renunciar cuando se acerque el tiempo?"
"En realidad... Mike no quiere que espere ese tiempo. No quiere que tenga ningún exceso de estrés." Laura frotó su vientre distraídamente. "Voy a irme justo antes de que mi segundo trimestre comience."
Ronnie hizo rápidamente las matemáticas y se dio cuenta que solamente tenía tres meses para encontrar una nueva secretaria. La idea de atravesar los interminables curriculums vitae y las entrevistas amenazó con darle un dolor de cabeza. "Bien... Te agradezco que te estés quedando durante un tiempo. Será agradable tener una transición sin problemas entre tú y tu sustituta."
"Pondré un aviso en el periódico y notificaré a las agencias de colocación," Laura ofreció. "Me aseguraré de ser clara sobre sus requisitos." Se levantó. "Bien, mejor salgo de aquí. Apuesto que el teléfono está sonando descolgado y además que son casi las dos."
"¿Lo es?" Ronnie miró su reloj, sobresaltada por la cantidad de tiempo que había pasado. "Ok, Laura. Tenme un borrador del anuncio preparado para mí para mañana, ¿si? Me gustaría tener a alguien aquí adentro y establecido antes de que te vayas."
Una vez sola, la ejecutiva tomó el teléfono y marcó el familiar número. Dos tonos después la voz más dulce que había oído nunca contestó. "Residencia Cartwright."
"¿Por qué siempre contestas el teléfono así? Sabes que soy yo," bromeó.
"Solo costumbre, supongo," Rose contestó. "¿Cómo va todo?"
"Realmente hoy está volando. Puede que llegue a casa temprano. ¿Qué hay para la cena?" Se recostó, dándole un puntapié a sus zapatos y subiendo los pies en el borde de su escritorio.
"No estoy segura. Ella normalmente no empieza la cena hasta alrededor de las cuatro o algo así."
"¿Por qué no le dices que no se moleste esta noche? Compraré algo de chino para nosotras."
"Oh, eso suena rico."
"¿Hay algo bueno en la TV esta noche o quieres que me detenga y compre una película?"
"No hay mucho sucediendo excepto las nuevas revistas."
"Nosotras siempre miramos eso. ¿Qué te parece una película esta noche?"
"Seguro, suena bien. Hey, mi velocidad está arriba de cincuenta palabras por minuto ya."
"¿Oh yeah? Estupendo." Un minúsculo pensamiento se formó en el fondo de su mente. "Has estado estudiando esas cartas y formularios de negocios?"
"Por supuesto. Incluso mecanografíe de nuevo algunas viejas cartas que tenías en el escritorio solo para conseguir práctica."
"Muy bien." Ronnie sonrió ampliamente en el esfuerzo extra por parte de Rose. "Hey, Laura me dijo hoy que está embarazada."
"¿Oh yeah? Eso es estupendo."
"Estupendo para ella, fatal para mí. Ahora tengo que encontrar a otra secretaria. Odio buscar a una secretaria. Estoy peor que Murphy Brown cuando llegó a eso."
"Oh por favor," Rose reía. "He estado viendo eso en las mañanas. Ella tenía una que hablaba con el diablo."
"Tuve dos que creían que Satán estaría descendiendo y asumiría el poder en cualquier momento. Huelga decir que no duraron mucho tiempo. Tengo una suerte terrible con ellas. Laura es la mejor que he tenido y me tomó seis meses atravesar sin embargo los objetos flotantes del mundo secretarial para conseguirla." Un zumbido en el teléfono desvió la atención de Ronnie en la luz que parpadeaba en la línea dos. "Cariño, tengo que irme. Dile a María que no se moleste con la cena y estaré en casa dentro de un rato."
"Ok, Ronnie, te veo pronto."
"Adiós."
"Adiós."
Ronnie miró en su querida pluma durante unos segundos antes de renuentemente presionar el botón en el teléfono. "Verónica Cartwright."
"Prepárate para encontrar la trituradora, arg arg arg," Ricky el hijo mayor de Susan dijo. "Él va a pulverizarte."
"¿Peor que el encargado de una funeraria?" Rose preguntó.
"Oh, él no es nada comparado a la trituradora." Cogió a su tía pasando. "Hey, tía Ronnie, ven a verme pulverizar a Rose."
"¿No pudiste encontrar algo más agradable para jugar? ¿Se puede saber que le sucedió al Pac-Man?" Dijo cuando entró en la sala de estar.
"¿Pac-Man?" El de doce años se rió y presionó varios botones en rápida sucesión, expulsando al hombre de Rose del cuadrilátero y encima de la estera. "He visto ese juego en las galerías comerciales. Aburrido. Tienes que ir con los tiempos, tía Ronnie. Es Virtual Fighter y Wrestlemania ahora." Bajó su voz para que solo Rose pudiera oírlo. "La siguiente cosa que sabrás es que saca esos viejos discos que tiene de los ochentas."
"Hey, me gusta la música de los ochentas," protestó.
"En ese caso tú eres vieja como tía Ronnie y mamá."
"¿Vieja? Odio decirte, Ricky, pero veintiséis no es viejo."
"¿Veintiséis? Oh hombre, eso es viejo. Vamos, regresa a tu hombre dentro del cuadrilátero antes de que el conteo lo saque."
"¿Para qué? Cada vez que lo regreso dentro tú lo expulsas otra vez."
"Ese es el objetivo," el chico contestó, moviendo su personaje dentro de la posición. Rose miró a Ronnie y rodó sus ojos, haciendo a la mujer más mayor reír antes de salir del cuarto.
Ronnie encontró a Susan afuera en el porche, supervisando los filetes y las hamburguesas cocinándose sobre la parrilla. El último deshielo de enero hizo que la temperatura bajara a diez grados, prácticamente balsámico para Albany. Los otros hijos de Susan, Timmy y John, estaban disfrutando el brillante sol, montando las bicis que habían encontrado en el garaje. "Ricky seguro disfruta esos juegos de video, ¿no es así?" La Cartwright mayor dijo cuando se acercó y olió la carne asándose.
"No puedo quitarlo de ellos," Susan contestó. "¿Crees que nosotras debamos comenzar a freír las setas ya?"
"No, no dentro de diez minutos o así." Fueron interrumpidas por el de seis años John montado sobre una bici morada, las lágrimas saliendo de sus ojos.
"¿Qué sucedió, cariño? ¿Te caíste?" Susan entró en su carácter de madre, levantando a su hijo en brazos para buscar algún arañazo. Él meneó su cabeza, aún llorando ruidosamente.
"Timmy no para de burlarse de mí a causa de que estoy montando la bici de una chica," gimió, señalando con el dedo en la florida canasta en el frente.
"Me ocuparé de eso," Ronnie dijo, extendiendo su mano para tomar la más pequeña en la suya. "Vamos, John. Hay algunas herramientas en el garaje. Quitaremos esa canasta. ¿Eso estará mejor?" Recibió un débil cabeceo en respuesta. Con su sobrino remolcado, Ronnie se dirigió hacia el garaje.
Satisfecha que la carne pudiera cocinarse sin supervisión, Susan entró a lo caliente por un rato y comprobó a su hijo mayor. Lo encontró todavía jugando el juego de lucha libre con Rose, quién únicamente hacía esfuerzos simbólicos de luchar nuevamente cuando su personaje era retirado una y otra vez. "¿Divirtiéndose?"
"Oh sí, mami. Rose es más un desafío que tía Ronnie," contestó, sus ojos nunca dejaron la pantalla.
"Ricky, ¿por qué no vas a jugar billar con tu papá? Quiero hablar con Rose unos minutos."
"Pero estoy divirtiéndome," gimoteó.
"Richard..." dijo en ese tono de la edad de 'mamá'. Los controles del juego aterrizaron en el piso y un chico haciendo pucheros se dirigió hacia el cuarto de juegos. Rose dejó su control en el sofá al lado de ella, el nerviosismo se estableció como lo hizo cuando Susan se topó con ella en la fiesta de Navidad.
"¿Dónde está Ronnie?" Preguntó.
"Afuera ayudando a Jonh con la bicicleta," la pelirroja dijo cuando se sentó en el cojín previamente ocupado por su hijo. "¿Así qué tus piernas están mejorando?"
"La doctora Barnes dice que mi pierna derecha está curándose perfectamente." Bajó la mirada al brillante blanco de sus moldes nuevos, la pierna izquierda todavía cubierta hasta la cadera pero la otra se detenía justo debajo de la rodilla.
"¿Qué sobre el izquierdo?"
Rose suspiró, recordando la radiografía de su tobillo que se parecía a un mapa de carretera. "Ese llevará mucho tiempo. Lo rompí bastante bien."
"Oh, eso es bastante malo." Hubo un torpe silencio antes de que Susan hablara otra vez. "Ese juego de pluma y lápiz que le diste a Ronnie es muy bonito."
"Gracias," la rubia contestó. "Ella está quejándose que nunca puede encontrar una pluma cuando necesita una y pensé que eso le gustaría."
"Le encanta este. Nunca la veo utilizando algo más ya, y nunca pensé que la vería parar de morder sus lápices." Susan miró en los gráficos destellando en la televisión, pidiéndoles que presionaran el botón de comenzar e introdujeran otra ronda de videos de lucha libre. "Sabes amo mucho a mi hermana. No me gustaría verla lastimada."
"Ella es una persona muy especial," Rose coincidió, insegura a donde iba la conversación.
"Espero que entiendas solo cuánto está poniendo la raya teniéndote aquí." La voz de Susan no llevaba ningún reproche, solo preocupación por su hermana. Se colocó de lado sobre el sofá, mirando con cuidado a la joven mujer al otro lado de ella. "Fue lastimada muy seriamente por Chris. Solo espero que no suceda otra vez."
"¿Qué le hizo él?" Rose preguntó. Las cejas de Susan se levantaron. Recordando a su hermana negando repetidamente una relación, ahora se cuestionaba sus anteriores suposiciones.
"Um... oh... bien, pienso que quizás deberías preguntar a Ronnie acerca de eso. Necesito vigilar los filetes. Discúlpame." Se levantó rápidamente y salió, dejando a una confundida Rose mirar su forma de retirarse.
Sin un chico para mantenerse ocupada con los juegos de video, la joven mujer decidió aventurarse a salir y buscar a Ronnie. Con una pierna en un molde corto, era mucho más fácil que maniobrara dentro y fuera de la silla de ruedas. La rampa temporal hecha de madera le permitía entrar y salir de la parte de desnivel de la sala de estar por si sola. Encontró a la belleza de oscuro cabello en el porche, hablando con su hermana.
"Hola allí," Ronnie dijo con una sonrisa cuando vio a Rose en el porche. "¿Quieres una chaqueta? Hace más calor pero no tanto."
"No, este suéter es bastante caliente," aseguró. "Ricky está jugando al billar con su padre así que pensé salir y ver cómo va todo." Olió el aire apreciándolo. "Huele estupendo."
"Mmm, sí." Ronnie levantó la cubierta y miró hambrienta en los filetes.
"Ni siquiera pienses sobre eso," Susan amonestó. "Pensé que ibas a hacer los champiñones y los pimientos"
La ejecutiva se rió y asintió. "Esta bien. Vamos, Rose. Puedes ayudarme a cortar los pimientos." Abrió la puerta corrediza e indicó para que su compañera pasara primero. "Susan, recuerda que queremos los nuestros hechos bien a punto, no quemados."
"Persiste y conseguirás los pucks del hockey," Susan dijo, alcanzando el control de la flama en una falsa amenaza.
"Bien entonces, sabré que tú eres la que cocinó, eso por seguro," Ronnie contestó con una bromista sonrisa, sintiéndose mucho más relajada alrededor de su hermana de lo que estuvo en semanas. Había una familiaridad sobre tener a su familia alrededor eso era agradable pero era la presencia de Rose la que verdaderamente le hacía disfrutar el día.