Amor accidental xviii

Un muerdago se queda olvidado después de la fiesta de navidad y debajo las dos amigas se dan su primer beso.

AMOR ACCIDENTAL

Por B.L Miller

Traductora Guri - Revisora Gorky

Rose empujó el último pedazo de papel de envolver dentro de la ya atestada bolsa de la basura y limpió otra lágrima de felicidad de su mejilla. "¿Realmente eres asombrosa, sabías eso?"

"Me alegra que tú lo creas así," Ronnie respondió con una cálida sonrisa. Este había sido un día lleno de lágrimas y sonrisas de Rose y la ejecutiva no habrían podido ser más feliz. "Ésas son las únicas cosas que no estoy segura." Gesticuló con su mano en el par de tenis azules y blancos en el regazo de Rose. "Puedo devolverlos si son demasiado grandes."

"No, son perfectos."

"Estupendo." Ronnie estiró la mano y los tomó, entonces echó un vistazo por un vacío lugar para ponerlos. El cojín estaba repleto con ropas y la mesa del café estaba en desorden con programas de software y varios otros artículos. Iba a dejarlos en la alfombra pero Tabitha vino corriendo. "Oh no tú no." Al final los tenis fueron puestos encima del montón de suéteres.

Rose dio una corta aspiración y parpadeó varias veces antes de mover su mano debajo del afgano. "Supongo que es tiempo para tu regalo ahora. Me tem..."

"No, espera." Ronnie saltó fuera del sofá. "Hay uno más. No te vayas, ya vuelvo."

Tocando el delgado lazo en el regalo en su regazo, Rose dejó su mirada posarse en la pila de ropa. Una lágrima rodó sobre su cara, provocando que un ceño fruncido cruzara la cara de la mujer de ojos azules en su regreso. "Sabes, no era mi intención hacerte llorar." Reasumió su posición en el sofá únicamente a pulgadas de Rose.

Eso le ganó una risita baja. "Estoy solo un poco abrumada, supongo," Rose contestó, descuidadamente limpiando las saladas gotas de sus mejillas. "Nunca he obtenido tantas cosas incluso en Navidad." Miraba alrededor, todavía asombrada de la multitud de regalos amontonados alrededor. "Solo no puedo..." Rose bajo la mirada en su regazo y meneó su cabeza. "Escúchame, he sobrevivido sanamente con mi vida recta fuera de Oliver Twist." Tomó el ofrecido pañuelo de lino.

"Claro que si," Ronnie dijo suavemente. "Vamos, déjame darte tu último regalo y entonces puedes darme el mío." Dejó la caja de la joyería en las manos de Rose.

"Oh... oh mi." La mano de la joven mujer comenzó a temblar solo para ser afianzada por una mucho más grande envolviéndose alrededor de la suya.

"Ábrela," vino el susurro cerca de su oído. "Está bien, ésta no te morderá." Después de algunos segundos, largos dedos abrieron la caja para revelar su contenido.

Rose miraba fijamente en asombro el colgante unido a una delgada cadena. Justo en pulgada y media de largo, el oro blanco había sido cuidadosamente moldeado en una exquisita representación de una rosa. Pequeñas esmeraldas y chispas de rubíes componían los pétalos y dejando a un solitario diamante apoyado en la base del tallo. Su labio inferior tembló cuando tocó el colgante reverentemente con la yema del dedo. "Oh Ronnie... es hermoso," susurró.

"Una rosa para una rosa," Ronnie dijo, repitiendo el eslogan que la había atraído a la joyería en principio. Sacó el collar de la caja y abrió el broche. Rose muy quieta todavía cuando el frío metal tocó su piel y Ronnie abrochó la cadena. "Se ve perfecto en ti."

"Esto es demasiado, Ronnie. No puedo..." Fue parada por un par de dedos presionando contra sus labios.

"Rose..." Limpió otra lágrima con su pulgar. "Supongo que Santa debió haberte traído algunos pañuelos también, ¿hmm?" Quitó otra lágrima de la cara de Rose. "Escúchame. Quiero que tengas esto."

"Pero..." Rose miró alrededor. "Toda esa ropa, los programas, los zapatos y los tenis y..." Los dedos de Ronnie la silenciaron otra vez.

"Tú mereces ropa bonita. Tú mereces cosas que te queden y se miren bien en ti." Tomó la barbilla de la joven mujer en su mano y la forzó a enfrentar su mirada. "Y tú mereces usar algo bonito. Ahora... Dame un abrazo, diciéndome cuánto te gusta esto, y dame mi regalo." Dijo la última parte con una juguetona sonrisa, forzando a Rose a sonreír junto con ella.

"Esto más que bonito, es maravilloso. Yo amo esto." La joven mujer envolvió los brazos alrededor del cuello de Ronnie y tiró de ella para un abrazo. "Esto es tan maravilloso," susurró. "Amo esto muchísimo, gracias."

"Me alegra."

"Tú realmente eres mi ángel de la guarda, ¿no?" Rose se hizo hacía atrás y miró a su amiga, verdes ojos brillaban por la humedad. "Eres la mejor amiga que alguien podría siempre tener." Metió la mano bajo el afgano y sacó el regalo. "Solo desearía tener algo más para demostrarte justo cuánto significas para mí. Feliz Navidad, Ronnie." Nerviosamente entregó el regalo, un millón de pensamientos volaban atravesando su mente. Su ansiedad creció cuando Ronnie lentamente quitó la etiqueta del regalo y la metió en su bolsillo. "Bien, ábrela."

La mujer más mayor reía en la impaciencia de Rose y tiró de la delgada cinta roja. "Tú eres tan mala como yo... oh." Abrió la larga aterciopelada caja. "Rose, son hermosas."

"¿Te gustan?"

"Sí, muchísimo." Ronnie sacó la pluma y la levantó a la luz, la sonrisa nunca abandonando su cara. "Es un muy bonito diseño. Todos esos azules y verdes arremolinando alrededor. Me gusta esa banda de oro allí también."

"¿A ti de verdad de te gustó? No estás solo diciéndolo para hacerme sentir bien, ¿no?"

"No cariño, no lo estoy diciendo solo por eso. Realmente me gustan." Se inclinó y le dio a Rose un abrazo. "Realmente es un considerado regalo," dijo, apartándose.

"Dijiste que nunca puedes encontrar una pluma por aquí."

"Nunca puedo," Ronnie convino. "Garantizo que no perderé ésta."

"No sabía si te gustaban los bolígrafos. Probablemente no ya que no puedes morderlos, ¿huh?"

"Rose, los bolígrafos están muy bien. Realmente, lo están. Únicamente utilizó los de madera porque eso es lo que tenemos en la oficina como suministro de trabajo. Nunca tuve alguna razón para comprar un lápiz como éste." Giró el metal en la punta, observando el plomo crecer desde el extremo. "Te prometeré esto, no masticaré la punta de éste."

"Sería mejor que no," Rose bromeó juguetonamente, sus temores desaparecieron por la sonrisa en la cara de Ronnie. Su tono se volvió serio. "Estoy realmente feliz de que te gusten. Nunca he comprado a nadie algo así antes."

"Sabes habría sido feliz no importa lo qué tu me dieras, incluso si fuera solo una tarjeta." Bajó la mirada en el juego y sonrió. "Éstos realmente son hermosos." Se inclinó para otro abrazo, mucho para la alegría de Rose.

"Esta es mejor Navidad que he tenido jamás," susurró en el oído de Ronnie. "Muchas gracias."

La mujer de cabello oscuro sonrió y la abrazó incluso más fuertemente. "De nada. Gracias por hacer mi Navidad tan especial." Renuentemente terminó el abrazo, su mano todavía agarrando la caja de la pluma. Observó el reloj. "Uh, no me di cuenta que era tan tarde. ¿Tomó tanto tiempo solo abrir regalos?"

"Allí había muchos regalos para abrirse," Rose contestó con una sonrisa. "No tengo idea de que hacer con todos esos programas de computadora." Gesticuló en el apilado sobre la mesa.

"Tú vas a aprender de ellos." Ronnie dejó la caja de las plumas abajo y tomó una de las cajas de software. "Éste te enseñará cómo mecanografiar. Es otro paso y te muestra cómo formatear cartas comerciales y memorando." Puso la caja en el regazo de Rose y tomó otra. "Este te enseñará lo esencial de contabilidad y cálculo. Hay programas para hacer todos los cálculos reales pero si vas a estar en el mundo de los negocios realmente debes saber lo básico." Puso los programas de nuevo sobre la mesa. "Los instalaré para ti mañana y te mostraré como sacarlos para que puedas trabajar en ellos. Una vez que estés cómoda, te mostraré como registrarte en la red corporativa y puedas acceder al Internet."

"Eso parece como divertido. He estado en el Internet antes. Lo tenían en la biblioteca. Encontré una vez un sitio genial en el que había toda clase de información sobre cómo cuidar gatos."

"Cualquier cosa de la que estés interesada está allí en el Internet. Cuando al principio me acostumbré a estar en una computadora, pasé horas navegando en Internet mirando diversas cosas. Mi archivo de favoritos debe tener una milla de largo."

"¿Archivo marca textos?" Rose meneó su cabeza. "No sé si pueda conseguir todas esas cosas de computadora."

Ronnie rió. "Oh, Rose. Confía en mí. Unas pocas semanas y tú y la computadora serán las mejores amigas. Tendré que arrastrarte lejos de ésta."

"No sé sobre eso."

"Si. Es muy adictivo."

"¿Ronnie? Entiendo como los que mecanografían y los otros programas se suponen me ayudaran, ¿pero qué es lo que se supone que Rescuer of Maiden me enseñará?" Señaló en la caja de color brillante con caballeros luchando en la cubierta.

"Uh... bien..." La cara de la ejecutiva se ruborizó levemente y dio una avergonzada sonrisa. "Ese te enseñará como ser el gran caballero que rescata a la rubia virginal del malvado rey Dungeon. Pensé que te gustaría un juego para relajarte y descansar."

"Un caballero rescatando a una virginal, ¿hmm?" Rose echó un vistazo en la cubierta otra vez, observando que la virginal era de cabello rubio, como ella lo era. Inspeccionó en su propio caballero personal en brillante armadura. "Estoy segura que lo disfrutaré." Ronnie sonrió y se levantó.

"Ahora mismo pienso que tenemos mejor que ir a la cocina y empezar a hacer la comida o no vamos a estar comiendo hasta tarde esta noche." Rose observó como la silla de ruedas era traída.

"Oh, Ok." Se permitió ser levantada en la silla pero antes de que Ronnie pudiera tirar hacía atrás envolvió sus brazos alrededor del cuello de la ejecutiva y se apretó, enterrando su cara en la oscura cabellera. "Gracias. Eres la mejor amiga que he tenido jamás y hoy es uno de los días más felices de mi vida."

Ronnie devolvió el abrazo, sonriendo dentro del dorado cabello. "De nada. Y gracias por hacerlo tan especial para mí."

Rose empujó el último pedazo de papel de envolver dentro de la ya atestada bolsa de la basura y limpió otra lágrima de felicidad de su mejilla. "¿Realmente eres asombrosa, sabías eso?"

"Me alegra que tú lo creas así," Ronnie respondió con una cálida sonrisa. Este había sido un día lleno de lágrimas y sonrisas de Rose y la ejecutiva no habrían podido ser más feliz. "Ésas son las únicas cosas que no estoy segura." Gesticuló con su mano en el par de tenis azules y blancos en el regazo de Rose. "Puedo devolverlos si son demasiado grandes."

"No, son perfectos."

"Estupendo." Ronnie estiró la mano y los tomó, entonces echó un vistazo por un vacío lugar para ponerlos. El cojín estaba repleto con ropas y la mesa del café estaba en desorden con programas de software y varios otros artículos. Iba a dejarlos en la alfombra pero Tabitha vino corriendo. "Oh no tú no." Al final los tenis fueron puestos encima del montón de suéteres.

Rose dio una corta aspiración y parpadeó varias veces antes de mover su mano debajo del afgano. "Supongo que es tiempo para tu regalo ahora. Me tem..."

"No, espera." Ronnie saltó fuera del sofá. "Hay uno más. No te vayas, ya vuelvo."

Tocando el delgado lazo en el regalo en su regazo, Rose dejó su mirada posarse en la pila de ropa. Una lágrima rodó sobre su cara, provocando que un ceño fruncido cruzara la cara de la mujer de ojos azules en su regreso. "Sabes, no era mi intención hacerte llorar." Reasumió su posición en el sofá únicamente a pulgadas de Rose.

Eso le ganó una risita baja. "Estoy solo un poco abrumada, supongo," Rose contestó, descuidadamente limpiando las saladas gotas de sus mejillas. "Nunca he obtenido tantas cosas incluso en Navidad." Miraba alrededor, todavía asombrada de la multitud de regalos amontonados alrededor. "Solo no puedo..." Rose bajo la mirada en su regazo y meneó su cabeza. "Escúchame, he sobrevivido sanamente con mi vida recta fuera de Oliver Twist." Tomó el ofrecido pañuelo de lino.

"Claro que si," Ronnie dijo suavemente. "Vamos, déjame darte tu último regalo y entonces puedes darme el mío." Dejó la caja de la joyería en las manos de Rose.

"Oh... oh mi." La mano de la joven mujer comenzó a temblar solo para ser afianzada por una mucho más grande envolviéndose alrededor de la suya.

"Ábrela," vino el susurro cerca de su oído. "Está bien, ésta no te morderá." Después de algunos segundos, largos dedos abrieron la caja para revelar su contenido.

Rose miraba fijamente en asombro el colgante unido a una delgada cadena. Justo en pulgada y media de largo, el oro blanco había sido cuidadosamente moldeado en una exquisita representación de una rosa. Pequeñas esmeraldas y chispas de rubíes componían los pétalos y dejando a un solitario diamante apoyado en la base del tallo. Su labio inferior tembló cuando tocó el colgante reverentemente con la yema del dedo. "Oh Ronnie... es hermoso," susurró.

"Una rosa para una rosa," Ronnie dijo, repitiendo el eslogan que la había atraído a la joyería en principio. Sacó el collar de la caja y abrió el broche. Rose muy quieta todavía cuando el frío metal tocó su piel y Ronnie abrochó la cadena. "Se ve perfecto en ti."

"Esto es demasiado, Ronnie. No puedo..." Fue parada por un par de dedos presionando contra sus labios.

"Rose..." Limpió otra lágrima con su pulgar. "Supongo que Santa debió haberte traído algunos pañuelos también, ¿hmm?" Quitó otra lágrima de la cara de Rose. "Escúchame. Quiero que tengas esto."

"Pero..." Rose miró alrededor. "Toda esa ropa, los programas, los zapatos y los tenis y..." Los dedos de Ronnie la silenciaron otra vez.

"Tú mereces ropa bonita. Tú mereces cosas que te queden y se miren bien en ti." Tomó la barbilla de la joven mujer en su mano y la forzó a enfrentar su mirada. "Y tú mereces usar algo bonito. Ahora... Dame un abrazo, diciéndome cuánto te gusta esto, y dame mi regalo." Dijo la última parte con una juguetona sonrisa, forzando a Rose a sonreír junto con ella.

"Esto más que bonito, es maravilloso. Yo amo esto." La joven mujer envolvió los brazos alrededor del cuello de Ronnie y tiró de ella para un abrazo. "Esto es tan maravilloso," susurró. "Amo esto muchísimo, gracias."

"Me alegra."

"Tú realmente eres mi ángel de la guarda, ¿no?" Rose se hizo hacía atrás y miró a su amiga, verdes ojos brillaban por la humedad. "Eres la mejor amiga que alguien podría siempre tener." Metió la mano bajo el afgano y sacó el regalo. "Solo desearía tener algo más para demostrarte justo cuánto significas para mí. Feliz Navidad, Ronnie." Nerviosamente entregó el regalo, un millón de pensamientos volaban atravesando su mente. Su ansiedad creció cuando Ronnie lentamente quitó la etiqueta del regalo y la metió en su bolsillo. "Bien, ábrela."

La mujer más mayor reía en la impaciencia de Rose y tiró de la delgada cinta roja. "Tú eres tan mala como yo... oh." Abrió la larga aterciopelada caja. "Rose, son hermosas."

"¿Te gustan?"

"Sí, muchísimo." Ronnie sacó la pluma y la levantó a la luz, la sonrisa nunca abandonando su cara. "Es un muy bonito diseño. Todos esos azules y verdes arremolinando alrededor. Me gusta esa banda de oro allí también."

"¿A ti de verdad de te gustó? No estás solo diciéndolo para hacerme sentir bien, ¿no?"

"No cariño, no lo estoy diciendo solo por eso. Realmente me gustan." Se inclinó y le dio a Rose un abrazo. "Realmente es un considerado regalo," dijo, apartándose.

"Dijiste que nunca puedes encontrar una pluma por aquí."

"Nunca puedo," Ronnie convino. "Garantizo que no perderé ésta."

"No sabía si te gustaban los bolígrafos. Probablemente no ya que no puedes morderlos, ¿huh?"

"Rose, los bolígrafos están muy bien. Realmente, lo están. Únicamente utilizó los de madera porque eso es lo que tenemos en la oficina como suministro de trabajo. Nunca tuve alguna razón para comprar un lápiz como éste." Giró el metal en la punta, observando el plomo crecer desde el extremo. "Te prometeré esto, no masticaré la punta de éste."

"Sería mejor que no," Rose bromeó juguetonamente, sus temores desaparecieron por la sonrisa en la cara de Ronnie. Su tono se volvió serio. "Estoy realmente feliz de que te gusten. Nunca he comprado a nadie algo así antes."

"Sabes habría sido feliz no importa lo qué tu me dieras, incluso si fuera solo una tarjeta." Bajó la mirada en el juego y sonrió. "Éstos realmente son hermosos." Se inclinó para otro abrazo, mucho para la alegría de Rose.

"Esta es mejor Navidad que he tenido jamás," susurró en el oído de Ronnie. "Muchas gracias."

La mujer de cabello oscuro sonrió y la abrazó incluso más fuertemente. "De nada. Gracias por hacer mi Navidad tan especial." Renuentemente terminó el abrazo, su mano todavía agarrando la caja de la pluma. Observó el reloj. "Uh, no me di cuenta que era tan tarde. ¿Tomó tanto tiempo solo abrir regalos?"

"Allí había muchos regalos para abrirse," Rose contestó con una sonrisa. "No tengo idea de que hacer con todos esos programas de computadora." Gesticuló en el apilado sobre la mesa.

"Tú vas a aprender de ellos." Ronnie dejó la caja de las plumas abajo y tomó una de las cajas de software. "Éste te enseñará cómo mecanografiar. Es otro paso y te muestra cómo formatear cartas comerciales y memorando." Puso la caja en el regazo de Rose y tomó otra. "Este te enseñará lo esencial de contabilidad y cálculo. Hay programas para hacer todos los cálculos reales pero si vas a estar en el mundo de los negocios realmente debes saber lo básico." Puso los programas de nuevo sobre la mesa. "Los instalaré para ti mañana y te mostraré como sacarlos para que puedas trabajar en ellos. Una vez que estés cómoda, te mostraré como registrarte en la red corporativa y puedas acceder al Internet."

"Eso parece como divertido. He estado en el Internet antes. Lo tenían en la biblioteca. Encontré una vez un sitio genial en el que había toda clase de información sobre cómo cuidar gatos."

"Cualquier cosa de la que estés interesada está allí en el Internet. Cuando al principio me acostumbré a estar en una computadora, pasé horas navegando en Internet mirando diversas cosas. Mi archivo de favoritos debe tener una milla de largo."

"¿Archivo marca textos?" Rose meneó su cabeza. "No sé si pueda conseguir todas esas cosas de computadora."

Ronnie rió. "Oh, Rose. Confía en mí. Unas pocas semanas y tú y la computadora serán las mejores amigas. Tendré que arrastrarte lejos de ésta."

"No sé sobre eso."

"Si. Es muy adictivo."

"¿Ronnie? Entiendo como los que mecanografían y los otros programas se suponen me ayudaran, ¿pero qué es lo que se supone que Rescuer of Maiden me enseñará?" Señaló en la caja de color brillante con caballeros luchando en la cubierta.

"Uh... bien..." La cara de la ejecutiva se ruborizó levemente y dio una avergonzada sonrisa. "Ese te enseñará como ser el gran caballero que rescata a la rubia virginal del malvado rey Dungeon. Pensé que te gustaría un juego para relajarte y descansar."

"Un caballero rescatando a una virginal, ¿hmm?" Rose echó un vistazo en la cubierta otra vez, observando que la virginal era de cabello rubio, como ella lo era. Inspeccionó en su propio caballero personal en brillante armadura. "Estoy segura que lo disfrutaré." Ronnie sonrió y se levantó.

"Ahora mismo pienso que tenemos mejor que ir a la cocina y empezar a hacer la comida o no vamos a estar comiendo hasta tarde esta noche." Rose observó como la silla de ruedas era traída.

"Oh, Ok." Se permitió ser levantada en la silla pero antes de que Ronnie pudiera tirar hacía atrás envolvió sus brazos alrededor del cuello de la ejecutiva y se apretó, enterrando su cara en la oscura cabellera. "Gracias. Eres la mejor amiga que he tenido jamás y hoy es uno de los días más felices de mi vida."

Ronnie devolvió el abrazo, sonriendo dentro del dorado cabello. "De nada. Y gracias por hacerlo tan especial para mí."


Cuando llegaron al umbral de puerta de la cocina, Rose levantó la mirada. "Hey, mira en eso."

"¿Qué?"

"El muérdago. Dejaste este allí arriba todo este tiempo y no lo noté."

"Hmm, supongo que lo hice." El corazón de Ronnie comenzó a latir más rápidamente. Estaban directamente debajo del adorno verde. "Um, podría estar bien si..."

"Bien, ambas estamos bajo el muérdago y es Navidad." Rose tragó, nerviosamente acercándose lentamente aunque no estaba segura por qué. Después de todo, es solo Ronnie. "Sí." Levantó su cara para encontrar la oscura cabeza que venía bajando. Sus labios se tocaron una vez... dos veces antes de que Ronnie se hiciera hacía atrás.

"Yo um... supongo que mejor nosotras empecemos la comida." Las guió dentro de la cocina, sabiendo completamente bien por qué su corazón latía como el golpeteo de un tambor. Los labios de Rose eran suaves, tan suaves que casi se había perdido en ellos, parando justo antes que su lengua pudiera salir. Sabiendo que no podía permitirse otro beso así, Ronnie hizo una nota mental dejó a la joven mujer empujarse por si misma en la cocina.

"Sí," Rose coincidió, girando su cabeza hacia adelante y esperando que el rubor que sentía en sus mejillas no fuera evidente para Ronnie. Fue suave y dulce y se sentía culpable sobre la manera como le hizo sentir. Nadie la había besado desde hacia mucho tiempo y ciertamente no con tanta suavidad y ternura. Sentía el interior caliente, como si hubiera tragado una fuerte bebida. Vagamente se dio cuenta que Ronnie estaba hablándole. "Lo siento, ¿qué?"

"Pregunté si quieres hacer algunas galletas de azúcar."

"Oh. ¿Te gustan las galletas de azúcar?"

"Bien, ellas estarán bien y son la galletas tradicional del día de fiesta." Ronnie abrió el refrigerador y sonrió. "Claro que tenemos un paquete de galletas con chispas de chocolate aquí también." Su tono dejó en claro que era la clase que prefería.

"Suena bien para mí." Rodó hacía el gabinete más bajo y recuperó una lámina para galletas, cuidadosa de no dejar la silla de ruedas rayar contra la ebanistería de Ronnie. La barra era demasiado alta para que fácilmente ayudara con las preparaciones pero Rose hacía lo que podía. Ronnie encendió la radio en la esquina y pronto la música festiva llenó el aire, haciendo el perfecto escenario para preparar la comida. Ninguna sabía lo que la otra estaba pensando acerca del muérdago y el beso.

Rose estaba confusa. Sus sentimientos iban más allá del afecto amistoso, pero cuánto más allá, no estaba segura. Cuando observó a Ronnie cortar la pasta de las galletas, fue golpeada otra vez por lo hermosa que su amiga era. Ciertamente, nadie había significado tanto para ella y Rose no podía imaginar su vida sin Ronnie en ésta. El beso fue cálido y cariñoso y algo que deseaba experimentar otra vez.

Ronnie tenía su propio dilema interno. Su mente y cuerpo gritaban, queria sentir de nuevo su suavidad una vez más, para demostrarle a Rose justo cuánto significaba para ella, el coger a su hermosa compañera de dorados cabellos en sus brazos y nunca dejarla ir. Era tortura, simple y sencillamente, y el frío aire cuando salió para ir a la casa de su hermana no hizo nada para bajar la temperatura de su afiebrada alma.

Rose acababa de doblar el último par de bragas y las puso en el cajón inferior del tocador cuando Ronnie volvió. Entró en el cuarto y se dejó caer en la cama, sus largos brazos cruzados detrás de su cabeza. "¿No fue bien?" Rose preguntó, observando la sombría expresión.

"Oh, a los niños les encantaron los regalos. Igual a Susan."

"¿Qué sucedió?" Rodó al lado de la cama y puso su mano en el antebrazo de Ronnie. "¿Tommy apareció o algo así?"

"No, supongo que él está arriba en las montañas con sus amigos. Todo está bien, es solo que..." Ronnie apartó su mirada de Rose y echó un vistazo en el techo. "Algunas veces deseo no ser la mayor. Es demasiada responsabilidad."

"¿Qué sucedió?"

Ronnie dio un suspiro y miró de nuevo a su compañera. "Mamá llamó de algún puerto donde su crucero se detuvo. Ella no está feliz con la forma en que manejé toda la cosa de Tommy desfalcando a la Compañía."

"¿Cómo ella sabe sobre eso? Pensé que no ibas a decirle."

"No hay secretos en esta familia, Rose," dijo con tristeza. "La cosa es que ella no está cuestionando si él lo hizo o no, sino cómo yo llevé esto. Dijo que tendría que haber mantenido una tapa en esto hasta que estuviera completamente segura, y entonces debí haber hablado con él antes de quitarlo de su oficina."

La mano de Rose comenzó a moverse arriba y abajo del brazo de Ronnie en un movimiento consolador. "¿Susan por lo menos te apoyó?"

"Ella no dijo una palabra. Ni un pío. ¿Sabes?, a veces me pregunto por qué no solo les digo que se retuerzan a todos ellos y renuncio. Podría trasladarme a Chicago o a Boston y comenzar mi propia compañía."

"¿Entonces por qué no lo haces?" Hubo un silencio largo antes de que Ronnie contestara.

Cuando lo hizo, fue con silenciosa resignación. "Porque me necesitan." Moviendo su cabeza, dio un resignado suspiro y alcanzó el control. "Vamos, todos esos programas de Navidad pronto comenzarán. HBO está reponiendo Rich Little versión de A Christmas Carol".

"Nunca la he visto."

"Oh, es bastante divertido. Él hace todos los personajes imitando a famosas celebridades. Lo vi cuando era una niña. Vamos." Ronnie encontró el canal correcto y dejó el control remoto a un lado antes de levantarse y ayudar a Rose a meterse en la cama. La medianoche las encontró como lo hacía siempre, la más grande enroscada contra el lado de la más pequeña, ambas durmiendo satisfechamente.

Rose miraba fijamente la pantalla, concentración que causaba que su frente se surcara. Presionó el botón del ratón y movió el siete rojo debajo del ocho negro. Estaba tomando un corto descanso del programa de mecanografía, había trabajado en él desde hacia casi tres horas. Estaba satisfecha con su progreso después de solo tres semanas de práctica. Su velocidad estaba mejorando rápidamente mientras que el número de errores disminuía. Un tablero bajo apoyado en de los brazos de la silla de ruedas que servía como un improvisado escritorio, los moldes completos de las piernas hacían imposible para que Rose las pusiera debajo del escritorio alejándola bastante para utilizar el teclado.

Maria entró al cuarto con un sándwich y una taza de café. "Necesitas tomar un descanso." Esperó a que Rose pusiera el ratón y el teclado de regreso en el escritorio, después le dio el sándwich, dejando la taza en la mesita de noche al alcance de la mano. "Juro que estás tan mal como ella está a veces. La he dejado algunas tardes con ella en esa cosa y regreso en la mañana para encontrarla aún sentada delante de eso." La mujer de mediana edad movió su cabeza. "Cuando ella estaba en la escuela era de la misma manera."

"¿Cómo era ella, cuando era más joven?" Rose agarró las ruedas y giró su silla, silenciosamente pidiendo a María que se sentara y la acompañara. El ama de llaves se relajó en la suave piel del sillón de Ronnie y unió sus dedos entrelazándolos.

"¿Así qué quieres saber cómo era ella?" Una amistosa sonrisa atravesó su cara. "Ronnie era independiente, siempre lo ha sido. Siempre ha sabido lo que quiere hacer y donde ir."

"No, eso no es lo que quise decir." Rose meneó su cabeza, intentando pensar en cómo expresar su petición. "Cuénteme acerca de ella algo que hizo, algo que le sucedió, algo sobre ella."

"No estoy segura que yo deba. Tú sabes es la regla fundamental de las amas de llaves guardar lo que ellos ven y oyen en privado."

"Bien no tiene que decirme sus profundos oscuros secretos, Maria," Rose refunfuño. "Ronnie misma me contó que era una alborotadora. Estoy segura que usted debe tener una historia o dos que recuerde. Estoy segura que ella no era el ejemplo de una niña perfecta."

"¿Perfecta? ¡ja!" La mujer mayor se rió, las esquinas de sus ojos se arrugaron de una manera maternal. "Verónica era muchas cosas cuando estaba creciendo pero perfecta no era una de ellas. Esta niña me tenía corriendo alrededor más que su hermano y hermana juntos."

"Oh, ¿de verdad? Cuénteme." Los ojos de Rose se ensancharon con expectación mientras mordia a su sándwich.

"Espera, déjame traer algo de beber." María salió y volvió un minuto después con un vaso de refresco y un posavasos. Se colocó nuevamente en el sillón y tomó un trago antes de continuar. "Recuerdo una vez cuando ella tenía trece y sus padres estaban fuera de la ciudad. Algunas amigas querían que fuera al centro comercial con ellas. Ahora, normalmente eso habría estado bien, pero ella se había escabullido de la escuela pocos días antes y su padre la castigó mientras ellos estaban fuera."

"¿Qué hizo ella?"

"Lo qué cualquier niño su edad haría, ella se escapó. Entró a su habitación y salió trepando por la ventana. Yo sabía adónde había ido, pero no había manera que pudiera ir tras ella con Susan y Tommy aquí. No eran más de las cinco o seis y estaba ocupadísima sola."

"¿Y qué pasó?" Rose estaba escuchando atentamente, imaginando a Ronnie de trece años escapándose para pasar tiempo con las amigas en el centro comercial.

"Ella y un par de amigas suyas decidieron que querían probar los cigarros. Bueno claro que ninguna tienda en el centro comercial iba a venderles a tres chicas adolescentes un paquete de cigarros. Ronnie era alta para su edad pero aún... así, decidieron que si no podían comprarlos entonces ellas los robarían de la tienda."

"Oooh, ¿las atraparon?"

"No, en la tienda no. Las tontas chicas estaban caminando por Cónsul Road fumando y llevando sus chaquetas de la escuela. Un policía las vio y las recogió."

"Apuesto que usted estaba furiosa."

"Al principio lo estaba, pero entonces descubrí que ella tomó toda la culpa aunque los cigarros fueron encontrados en uno de los bolsillos de otra chica."

"¿Quiere decir que ella se echó la culpa por alguien más?"

María asintió y tomó otro trago de su refresco. "No le dije a su padre. Imaginé que ser arrastrada a la estación de policía era suficiente para poner un susto en ella."

Rose estaba sentada silenciosamente por un momento, en profundos pensamientos. Tenía sentido perfecto que Ronnie intentara proteger a otros alrededor de ella. Bajó la mirada a sus quebradas piernas y asintió. Siempre la guardiana, pensó para si. "María, ¿Ronnie ha hecho alguna vez algo así antes?" Indicó en si misma. "Quiero decir, ¿alguna vez ha traído a alguien que no tuviera un lugar más para ir?"

"Nunca," el ama de llaves contestó. Rose detectó en esa parte la vacilación de María y esperó pacientemente para que ella continuara. "Estaba sorprendida cuando trajo a Tabitha aquí e incluso más cuando llamó para decir que tu estarías quedándote. Ronnie es una mujer muy privada." Parecía que quería decir más pero decidió lo contrario.

"Tengo una casa que limpiar y tú tienes un almuerzo que terminar. Ella seguro que llamará pronto otra vez." María se levantó y recuperó el vaso del escritorio. "A propósito, recuérdale que la cita de Tabitha es mañana. Ellos llamaron hoy."

"Oh, eso es, me olvidé." Rose echó un vistazo para asegurarse de que el felino no estaba alrededor. "¿Cuánto tiempo se supone que estará allí?"

"Solo durante la noche," el ama de llaves contestó.

"Pobrecita." La cara de la joven mujer adquirió una mirada compasiva. "Ella incluso no sabrá que está ocurriendo. Pero supongo que es mejor que dejarla sufrir con ese calor otra vez."

"Oh, no me recuerdes." Maria movió su cabeza. "Estaba lista para lanzarla hacia el banco de nieve con todo ese aullido."

"Usted no fue la única. Pensé seguramente que Ronnie iba a hacer algo la noche que ella no paraba de estar maullando." Justo entonces el tema de conversación saltó en la cama para reclamar su espacio para su siesta.

"Goce de esto mientras pueda, señorita," el ama de llaves dijo a Tabitha, que respondió lamiéndose las patas y frotando su oreja.

"Ella es tan linda," Rose dijo, estirando su brazo para hacerle una caricia al gato.

"Linda, seguro," Maria se burló. "Intenta hacer la comida con ella bajo tus pies y me dices lo linda que es." Se inclinó y rascó la cabeza de Tabitha. "Si eres una buena gatita y te quedas aquí adentro mientras que estoy limpiando te daré un convite extra para gatos antes de irme, ¿qué te parece eso?"

"Oh, a ella le gusta esa idea," la joven mujer dijo cuando Tabitha comenzó a ronronear. "La vigilaré."

Una vez que María se fue, Rose colocó el teléfono inalámbrico en su regazo y esperó por Ronnie que generalmente después del almuerzo llamaba por teléfono.