Amor accidental xv

Llega a la historia delores, una mujer que cuido de rose cuando niña, y ahora la chantajea para que la mantenga, que pasara con este nuevo personaje?

AMOR ACCIDENTAL

Por B.L Miller

Traductora Guri - Revisora Gorky

"Hey, todavía estás despierta," Ronnie dijo cuando entró en la que antes era considerada la oficina y ahora era la habitación de Rose.

"Sip, son solo las diez."

"¿Algo bueno estan pasando?"

"No realmente." Rose utilizó el telecontrol para apagar la televisión antes de palmear el espacio en la cama a su lado. "¿Así qué cómo estuvo tu cena?"

"Agotadora," la mujer más mayor suspiró, tomando el asiento ofrecido en la cama ajustable y se recargó en una cómoda posición. "Ahora recuerdo por qué odio tanto las cenas familiares."

"¿Por qué es eso?"

"Todo el mundo habla acerca de nada. Se dedican a hablar sobre cosas de las que no tienen control sobre impuestos y propinas. Por no mencionar a mamá comenzar otra vez acerca de que no le doy nietos."

"Oh, eso es bastante malo. ¿Ella hace eso mucho?"

"En cada oportunidad que puede," Ronnie se encogió de hombros. "Vamos, veamos que hay en la TV."

Se recostaron y miraron un drama de crimen. Ambas adivinaron quién era el asesino mucho antes de que los policías lo descubrieran. Cuando este acabó Rose se encontró que no podía sofocar un bostezo. "Lo siento, debo estar más cansada de lo que pensé," se disculpó cuando Ronnie presionó el botón en el telecontrol para apagar la televisión.

"Está bien. Se está haciendo tarde. Supongo que mejor me voy y te dejó dormir un poco." Hizo el movimiento de bajarse de la cama únicamente para ser detenida por la mano de Rose en su brazo.

"¿Te irás arriba?"

"No, probablemente dormiré en el sofá, ¿por qué?"

"Sabes, ésta es una cama grande y estoy segura que es más cómoda que el sofá. Podrías quedarte aquí." Rose se mordió su labio inferior. "Quiero decir, si tu quieres, no me importa."

Ronnie vaciló por solo un segundo. "Bien, no desearía apretarte o algo."

"Tu no lo haces."

"Es más cómodo que el sofá... pero solo si estás segura." Si la verdad fuera dicha, podría quedarse dormida en cualquier lugar, pero uno definitivamente era su preferido sobre el otro.

"Estoy segura." Rose sacó una de las dos almohadas de detrás de su cabeza. "Aquí, incluso compartiré."

Ronnie sonrió en el gesto. "Deja cambiarme y apagar la luz."

Pocos minutos después Ronnie estaba cambiada en su sudadera y una camiseta de algodón. Apagó la luz y se deslizó debajo de las cobijas, conscientemente evitando que su cuerpo presionara contra Rose no importa cuanto lo deseara. Su resolución duró solamente hasta en el momento que el sueño la alcanzó, cuando su cuerpo se hizo cargo e hizo lo que deseó tan desesperadamente hacer cuando estaba despierta.

Medio dormida, Rose se despertó completamente cuando sintió el fuerte brazo apoyado a través de su estómago. Ronnie dio un suave suspiro de satisfacción en su sueño y se arrimó más cerca, su cálida respiración acariciando el hombro de la mujer más pequeña. Rose sonrió en la oscuridad y bajó su mano izquierda para apoyarla sobre la más grande. Esto tendría que haberle parecido extraño dormir junto a alguien después de pasar los primeros veintiséis años de su vida durmiendo sola pero no fue así. Acostada junto a Ronnie se sentía natural, cómodo, correcto. Creyó que la mujer más mayor verdaderamente cuidaba de ella, algo que Rose nunca había realmente sentido antes. Esto la llenó con un sentimiento de bienestar, lo que sea que no exactamente pudiera nombrar pero era un maravilloso sentimiento justo igual. Otro suspiro y la mujer más mayor se movió incluso más cerca, su barbilla apoyada justo sobre el hombro de Rose y su cara enterrada en el rubio cabello.

El tiempo hacía tictac mientras la joven mujer disfrutaba de las sensaciones, el calor de la mano de Ronnie a través de la camisa de dormir de algodón, las suaves respiraciones haciéndole cosquillas en su oreja. La sensación de seguridad y confianza que la cubría como una manta no podría jamás. Rose tuvo amigos al crecer, compañeros, chicas con quién compartir secretos, pero nunca sintió hacía ellos lo que sentía hacía Ronnie. Sus sentimientos recorriéndola eran más profundos que algo que hubiera conocido y si bien esto tendría que haberla asustado, no lo hizo. Volteó su cabeza de lado y puso un suave beso en la frente de Ronnie. "Dulces sueños," susurró antes de cerrar sus ojos y dejar que el sueño la alcanzara.

La oxidada Statión Wagon traqueteó su camino hasta subir a Morris Street. Delores Bickering observó la dirección que estaba buscando y dobló estacionándose enfrente de ésta. Había planeado en visitar a su hermana pero decidió que ya que estaba en el área de todos modos no le dañaría detenerse y ver a Rose, especialmente desde que no había recibido una respuesta, o un cheque, de la joven mujer aún. Bajó rodando la ventana y estiró la mano por la manija exterior, la única manera de abrir la puerta del auto, y salió. Bajó los escalones que conducían al apartamento del sótano, frunciendo el ceño cuando vio una pareja de hispanos moviéndose adentro. Llamó a la puerta. "¿Rose Grayson vive aquí?"

"No, nosotros acabamos de mudarnos. Usted puede hablar con Cecil. Él vive en el piso de arriba."

"¿Qué jodidos quiere?" Cecil preguntó cuándo abrió la puerta.

"Estoy buscando a Rose Grayson. Pensé que ella vivía aquí."

"Desalojó," gruñó. "La maldita perra no me dio ningún aviso tampoco."

"¿Usted sabe adónde ella se mudó?"

"¿Quién jodidos es usted?" miraba a Delores sospechosamente.

"Soy su madre," mintió.

"No lo sé y no doy una mierda. Si usted desea saber, debe preguntar a la perra que estuvo aquí. Espere, tengo su nombre aquí en alguna parte. Lo apunté en caso de que el cheque que me dio botara." Regresó dentro del apartamento, dejándola parada afuera. Volvió un minuto después con un Post it con unos garabatos anotados en éste. "Aquí está, es el nombre y la dirección de la perra que sacó sus cosas."

Delores tomó el papel y lo miró. V. Cartwright, One Cartwright Drive, Loudonville. "¿Usted tiene un número de teléfono?"

"¿Parezco la puta cabina de información?" Gruñó. "Eso es todo lo que sé. Ahora, a menos que usted esté interesada en rentar el tercer piso, está haciéndome perder mi mierda tiempo." Cerró la puerta sin esperar una respuesta. Delores regresó a su auto, desconcertada. Alguien que vivía en una calle con el mismo nombre que el suyo era sin duda rico, y el hecho de que éste fuera en Loudonville, donde nadie que estuviera recibiendo subsidio podría vivir era aún más intrigante. Decidió que necesitaba averiguar más. Ajustó la almohada en el asiento delantero, la única cosa que mantenía los gastados resortes de presionarse en su trasero, y giró la llave varias veces antes de que el viejo auto Station Wagon de veinte años chisporroteara a la vida.

Se detuvo en la más cercana tienda de barrio para proveer de gasolina al auto, no preocupándole en parar en la bomba surtidora más apartada. Déjalos esperar, pensó para si mientras ponía el inyector en el tanque. Puso exactamente cinco dólares de gasolina en el tanque antes de entrar en la tienda. Una vez adentro, tomó un mapa de las calles del condado de Albany y se dirigió hacia el fondo donde los refrigeradores de los refrescos estaban alineados. Mientras abría la caja con una mano, Delores utilizó su otra para meter el mapa de las calles en su bolso. Se acercó al granoso dependiente haciéndole frente con una botella de Pepsi en su mano. "Setenta y cinco centavos por el refresco y cinco por la gasolina," el dependiente dijo. Delores sacó un gastado billete de su bolsillo de la chaqueta junto con un sello de comida de un dólar. El vendedor asintió y devolvió veinticinco centavos, completamente ignorante del robo en la tienda. Como siempre lo hacía, Delores no pudo resistir sonreír cuando salió de la tienda, consiguiendo una vez más marcharse con algo gratis.

El Station Wagon farfulló y atravesó el congestionado tráfico de Albany entrando a la más tranquila zona residencial de Loudonville. En el pueblo donde los ingresos promedio estaban también dentro de las seis cifras, el oxidado Ford con falsos paneles de madera resaltaba en marcado contraste con los más nuevos vehículos del vecindario de Ronnie. Delores hizo dos equivocadas vueltas antes de encontrar Cartwright Drive, culpando al mapa de las calles y no a si misma. Decidiendo que la mansión grande al principio de la calle tenía que ser el número uno, tiró del auto sin inspeccionar y sin asegurarse en el largo camino de entrada, deteniendo este justo detrás de un jeep Cherokee azul brillante. Quitó la llave del encendido y esperó un momento mientras que el auto continuaba funcionando antes de que este finalmente diera un moribundo grito y quedara silencioso. Gotas de aceite mancharon la entrada principal mientras bajaba rodando la ventana para alcanzar la manija de la puerta. Sin duda sobre esto, pensó para si. Ésta tiene que ser el número uno de Cartwright Drive. Si Rose conocía a la persona que poseía esta casa, bien por supuesto que esto valía la investigación, Delores razonó. Notó las tejas de loza del camino de entrada que rodeaban el césped y conducía a la puerta doble grande de la entrada y siguió esta.

Ronnie trabajaba en su computadora cuando oyó el traqueteo del sonido de un auto que tiraba en su camino de entrada. Una rápida mirada en la cama confirmó que Rose estaba aún profundamente dormida. Se levantó y se acercó a la ventana, ojos azules se ensancharon en la vista del color café, blanco y oxidado Station Wagon situado en su camino de entrada. "¿Qué el infierno...?" La ventana bajó rodando y un brazo estirado por la manija. Miró cuando una redonda mujer, mal vestida, salía del auto y miraba la casa. El primer pensamiento de Ronnie fue que era un perdido viajero o uno de esos molestos vendedores de puerta en puerta. Dio otra mirada en la mujer pacíficamente durmiendo y decidió interceptar la inesperada llegada antes de que el timbre pudiera despertar a Rose.

Ronnie abrió la puerta y se dio cuenta que ésta no era ningún vendedor a domicilio. Un negro gorro tejido con una borla en la punta cubría la cabeza de una mujer que parecía estar en la mitad de sus años 40 mientras una sucia chaqueta amarilla con varias manchas esparcidas cubriendo la parte superior el cuerpo. Ella sostenía un bolso de gran tamaño en las manos que no llevaban guantes y sus pies estaban cubiertos con un par de tenis que habían hace mucho tiempo dejado de ser considerado blancos. La ejecutiva de cabello oscuro bajó la mirada en la mujer más baja y frunció el ceño. "¿Puedo ayudarle?"

"Um, sí," Delores dijo, levantando la mirada con sorpresa. "Cómo supo..."

"Yo oí..." Ronnie hizo una pausa cuando intentó pensar en un término discreto para el cubo de chatarra, "su... auto... estacionarse en mi entrada. ¿Qué quiere?"

"Estoy buscando a alguien y me dijeron que usted podría saber donde ella está. Su nombre es Rose Grayson."

"¿Quién le dijo que yo podría saber dónde está?" Ronnie ahora sabía quién era la mujer que estaba parada delante de ella y no estaba absolutamente feliz con la revelación. Había prometido llevar la chequera de Rose al hospital pero con la inesperada alta y todo lo que habían sucedido desde entonces, no había habido más mención del tema. Por lo que Ronnie sabía, Rose no había enviado nada desde que estaba en su casa. ¿Así que cómo esta sanguijuela la encontró?

"Paré en su anterior apartamento y me dijeron que usted le había pagado la renta." Delores tembló y miró sutilmente a la puerta. "¿Puedo entrar? Está bastante frío aquí afuera, usted sabe."

Ronnie maldijo mentalmente a quienquiera que la crió educadamente y dio un paso atrás, manteniendo la puerta abierta. "Entre, ¿señora...?"

"Bickering, Delores Bickering," la redonda mujer dijo, pasando a la ejecutiva y quitándose su gorro tejido para revelar el liso cabello castaño que parecía necesitar una buena limpieza. "¿De modo que usted es V. Cartwright?"

"Sí," Ronnie dijo sin molestarse en detalles adicionales. Ahora estaba frente a un dilema moral. Podría fingir que Rose no estaba aquí y despachar a Delores empaquetada, pero ese riesgo trastornaría a la joven mujer. Entonces otra vez, no estaba segura que deseara dejar al buitre cerca de su compañera. Aceptó renuentemente que la decisión no era realmente suya. "Espere aquí."

Ronnie cruzó la habitación y entró en la oficina, asegurándose de cerrar la puerta detrás de ella. Se arrodilló sobre la cama y puso su mano en el hombro de la mujer durmiendo. "Rose... Rose cariño, despierta."

"¿Hmm?" Verdes ojos se abrieron y parpadearon pesadamente.

"Tenemos compañía, tienes que levantarte."

"¿Compañía?" Dio un sano bostezo y frotó sus ojos. "¿Quién?"

"Delores." Ronnie hizo lo posible para no dejar mostrar su molestia.

"¿Delores? ¿Bickering? ¿Aquí?" Los ojos de Rose se ensancharon.

"Delores Bickering. Aquí." Miró cuando las palabras penetraron y el semblante de la rubia cambió. "Hey, si no deseas verla..."

"No, si se tomó todas estas molestias para encontrarme entonces yo le debo por lo menos eso."

"Rose." Tomó la barbilla de la mujer más joven en su mano. "No le debes a ella nada. Lo que hizo por ti en el pasado lo has ya devuelto en todo caso, estoy segura." Suavizó su tono, dándose cuenta que esto no ayudaba. "Lo siento, sé que sientes que le debes y no debería estarte diciendo cómo pensar o sentir." Retiró la mano y se recostó. "Solo no me gustaría ver que seas utilizada y me temo que es exactamente por eso que Delores está aquí." Tomó el cepillo y comenzó a peinar el desordenado cabello de Rose.

"¿Ronnie?"

"¿Mm?"

"¿Sería demasiado preguntar si podría pedir prestada la blusa que usaste ayer? Puedo cubrir el resto de mi cuerpo con una manta."

"Será una poco grande en ti pero no hay problema conmigo." Se inclinó y utilizó su largo brazo para tirar de la blusa gris colocada en el respaldo de la silla. Rose se quitó la camisa de dormir al mismo tiempo y cuando Ronnie se enderezó fue saludada a la vista de los firmes pechos de la joven. Renuente intentó mantenerse de mirar fijamente para concentrarse en ayudar a Rose a meter los brazos en las mangas. "Te dejaré abotonarla mientras traigo la silla." Dijo repentinamente, dejando la cama y recuperando la doblada silla de ruedas de la esquina. Pocos minutos después Rose estaba cómodamente colocada en su silla, la manta metida cuidadosamente alrededor de sus piernas y caderas. "¿Estás lista?" Ronnie preguntó.

"Sip," vino la desganada respuesta. La última persona que quería ver era a Delores. No había contestado a la última carta y en su mente no había duda de que la antigua madre adoptiva mencionaría el tema del dinero, especialmente después de descubrir dónde estaba viviendo. "¿Ronnie?"

"¿Sí?"

"Podrías... Quiero decir, si no te importa, ¿podrías... quedarte conmigo?" Esperaba que la presencia de Ronnie pudiera mantener a Delores de preguntar por el dinero, pero más que eso, deseaba el apoyo emocional que sabía que su amiga le daría. Sonrió cuando sintió la cálida mano apretar su hombro.

"Todo estará bien allí, no te preocupes," Ronnie dijo.

Delores volteó de su inspección de los varios adornos que todavía colgaban y jadeó cuando vio a Rose en una silla de ruedas. "¿Qué te sucedió?"

"Fui golpeada por un auto," la joven mujer contestó. "¿Cómo supiste dónde estaba?"

"Tu casero me lo dijo," dijo con suficiencia. "¿Demandaste a la persona que te golpeó?"

"La policía no sabe quién fue. Él huyó después del accidente."

"¿No pudieron encontrarlo? Eso es una vergüenza. Si lo encontraran, habrías podido demandar. Conozco a un buen abogado que te ayudaría si lo necesitarás. Él me representó cuando me resbalé en un poco de agua en el supermercado. Me consiguió casi cuatro mil dólares." Delores entró a la parte del desnivel de la sala de estar y se hundió en el sofá de piel, sacando una mirada de desaprobación de Ronnie. "Así pues, ven cuéntame lo que has estado haciendo. No he oído de ti en casi dos meses ya." Alcanzó en su bolso de gran tamaño y sacó un gastado estuche de cigarros de vinil y encendedor, encendiendo uno sin un pensamiento.

"No permito fumar en mi casa," Ronnie dijo.

"Oh, no se preocupe, tengo mi propio cenicero," Delores contestó cuando sacaba un pequeño monedero café.

"No, yo no permito fumar en mi casa," la mujer de cabello oscuro enfatizó, no cuidando nada sobre el resplandor que recibió de la visitante grande, pero cuidando mucho que Rose no hiciera un sonido de objeción.

"Oh, bien." Delores tomó una larga fumada antes de apagar la colilla del cigarrillo. "Así que Rose..." Exhaló, llenando el aire alrededor con el translúcido humo. "Cuánto tiempo te quedarás con la Srta. Cartwright, ¿o tu vives aquí ahora?"

Rose parpadeó en sorpresa y miró a su benefactora, haciendo la misma pregunta con sus ojos. Ronnie tragó, insegura de cómo contestar. ¿Qué deseas, Rose?No había duda en su propia mente que deseaba a la mujer de cabello rubio en su vida, y en su hogar. ¿Dejando la decisión en mí significa que lo deseas también? Investigando en los ojos de Rose, Ronnie inhaló profundamente y corrió el riesgo, dejando a su corazón dirigir su respuesta. "Ella vive aquí."

Rose abrió su boca, después la cerró, impresionada desapareciendo su capacidad de hablar por un momento. "S... si, eso es." Su voz se quebró y luchó para mantener alejada una sonrisa de su cara. "¿Así pues, qué te hizo venir para esta área? ¿Visitando a Isabel otra vez?" Preguntó, refiriéndose a la hermana de Delores.

La mujer grande asintió. "El Tupperware llegó. Sabes que ella nunca conseguirá la ocasión para entregármelo. Si no vengo y no los consigo acabará usándolos ella misma o vendiéndolos a alguien más para el dinero justo como el episodio de las galletas. Recuerdas eso, ¿no es así, Rose?"

"Isabel recogió todo el dinero por las galletas de las chicas exploradoras pero no lo tenía cuando llegó la hora de pagar por ellas," Rose explicó a Ronnie.

"Suena como exactamente una familia," la ejecutiva dijo secamente.

"No mencionar lo que sus hijos les hacían antes de que fueran repartidas," Delores agregó, siempre lista para una oportunidad de maltratar al resto de su familia, incluso si ella era culpable de las mismas cosas. "De modo que..." Giró su atención a su antigua hija adoptiva. "¿Y qué dicen los doctores? Espero que fueras a un verdadero hospital y no apenas a la clínica. Sabes que ellos no saben nada allí. Luché con ellos por cinco años sobre Jimmy y nunca encontraron algo mal con él," Delores dijo. Rose asintió educadamente pensando para si que la razón de que nunca encontraron algo con su hermano adoptivo era que nunca hubo algo mal con él. Jimmy era la imagen de la salud durante el tiempo que ella permaneció con ellos, sin embargo Delores lo arrastraba de doctor en doctor, insistiendo que una rara terrible dolencia afectaba a su hijo más joven. "Sabes, él está en el colegio ahora."

"¿De verdad?" Rose no había pensado que él pudiera hacer la secundaria. "¿Qué es lo que estudia?"

"Actuación. Algún día conseguirá su propia serie justo como Seinfeld. Incluso consiguió una oferta para actuar en el centro" presumió, como si el centro Cobleskill fuera algo para presumir. "Yup, están haciendo Joseph y el Amazing Technicolor Dreamcoat. Andy Gibb dirige la obra en Broadway, sabes."

"Ahora hay alguien para visitar," Ronnie dijo arrastrando las palabras, ganándose una ceja ligeramente levantada de la joven mujer. Dio a Rose un ligero mohín pero rápidamente volvió a su normal expresión aburrida a medida que Delores continuaba divagando y llenando a la joven mujer en todos los acontecimientos triviales que habían sucedido en su familia recientemente. Finalmente, como Ronnie sospechó, la conversación giró al dinero.

"Sabes que el estado dejó de pagarme por Jimmy cuando él cumplió dieciocho. No se les ocurrió a ellos que necesito ese dinero extra cada mes para los otros niños. Uno en el colegio y los otros cuatro niños aún en la primaria."

"¿No está Jimmy ayudando?" Rose preguntó.

"Él trabaja únicamente los fines de semana en la gasolinera de Fred. Necesita ese dinero para la gasolina para ir y venir a la escuela."

"Parece que Jimmy necesita conseguir otro trabajo y ayudar," Ronnie bromeó, ganando otra desaprobación, si bien breve, en la mirada de Rose. Delores se movió, centrando su atención en la joven mujer y deseando que la mujer de cabello oscuro se marchara. Para su placer, fue en ese momento que el teléfono sonó y Ronnie se disculpó por un momento. La maquinadora mujer se inclinó adelante en su asiento.

"Al estado le da igual. Al idiota del Trabajador Social no le importa tampoco." Hizo una pausa, suspirando para el efecto. "Es tan difícil cuando estás sola, entiendes eso, ¿no es así, Rose?"

"Sí," contestó.

Delores sonrió por dentro. "Sabes fue difícil cuando estabas allí, todos los sacrificios que tuve que hacer justo para mantenerte y a los otros fuera de los orfanatos del estado y de los hogares de grupo." Miró, satisfecha, cuando Rose asintió. El anzuelo esta colocado, ahora encájalo, la regordeta mujer pensó. "Debiste conseguir un poco de dinero de incapacidad, ¿no es así?"

"Realmente, no. yo no obtuve ningún beneficio en Money Slasher y no he solicitado nada." La cabeza de Rose se inclinó, una expresión visible de su conocimiento en cuanto a donde la conversación iba y su incapacidad de hablar fuerte y parar esta.

"Pero estás viviendo aquí. No puedes decirme que alguien como ella te permite vivir aquí sin renta. Debes pagarle algo."

"Pienso que ese es un asunto entre Rose y yo," Ronnie dijo cuando regresó al cuarto, su tono enérgico finalizando el tema. No pasó por alto la rápida mirada de alivio que pasó por la agradecida mujer. Ttambién no pudo pasar por alto la manera en que los hombros de Rose cayeron.

"Bien no veo cuál es el gran reparto. Solo pedí una simple respuesta." Delores intentó parecer dolida, pero nadie le creyó esto.

"Y esta fue contestada," Ronnie dijo firmemente cuando se sentó. Cruzó los brazos, dejando en claro que no estaría saliendo del cuarto otra vez. No tenía duda que si no hubiera vuelto la sanguijuela habría metido culpa en Rose para que le diera dinero. Ronnie se estaría maldiciendo si permitía que eso sucediera.

"Pienso que Rose es bastante mayor para hablar por si misma, ¿no lo cree?" Delores no hizo intento de ocultar su rabia. Tenía solamente un tiro para hacer. "Rose, pienso que debes venir a quedarte conmigo hasta que te recuperes. Siempre cuidé tan bien de ti cuando eras una niña."

Allí está. La amenaza estaba sobre la mesa. Delores estaba haciendo que Rose eligiera entre ella y Ronnie y la regordeta mujer estaba segura que la tranquila niña que una vez conoció y controló vendría por delante y la elegiría.

"Yo... yo..." Rose sentía la presión cerrarse en torno a ella. Habría sido tan automático de hacer lo que Delores intentó por tanto tiempo. Ahora tenía realmente una alternativa, una opción para decidir. Someterse al status establecido hace muchos años o saltar hacía adelante en lo desconocido con Ronnie. Levantó su cabeza y miró en el color azul intenso, viendo únicamente calidez y preocupación. "Yo... yo no deseo irme." Dijo esto tanto a Ronnie como a Delores. Observó a la ejecutiva soltar una respiración y darle una pequeña sonrisa. Por otra parte, la antigua madre adoptiva parecía furiosa.

"Rose, quiero hablar contigo a solas, ¿o ella toma todas tus decisiones por ti?" Delores se deslumbró en Ronnie.

"Rose es su propia dueña," la mujer de cabello oscuro dijo. "No la controlo, o la manipulo" insistió. Su propio mal humor estaba rápidamente saliendo y los pensamientos de Ronnie estaban centrándose sobre echar a la gorda mujer de una oreja y esperanzadamente sacarla de la vida de Rose.

"¿Entonces por qué no la deja decirme eso por ella misma?" Delores gruñó, visiblemente disgustada sus planes estaba desmoronándose. "Usted no sabe como trabajé duramente para mantener un techo sobre su cabeza cuando nadie más pudo."

"Usted la recibió debido al dinero extra del estado. Eso es todo lo que allí está." Ronnie se levantó y comenzó a pasearse. "¿Le preguntó una vez si había algo que usted pudiera hacer para ayudarle? No, le preguntó qué pasaba y después entró en su propio pequeño mundo de problemas, la mitad de los cuales serían solucionados si usted sacara su perezoso trasero y consiguiera un trabajo en vez de vivir de alguien más." Deliberadamente evitó mirar a Rose, segura que vería desaprobación en sus ojos. Sabía que debía parar, dejar a su amiga luchar sus propias batallas, pero maldita sea si iba dejar a Rose darle un centavo más a la abusona de Delores Beckering.

"No tengo que escuchar esto," la grandota mujer dijo furiosamente, poniéndose de pie y recuperando su bolso. "Rose, tú estás dejando que esta perra te controle. ¿Vas a darme la espalda? ¿A la única familia que tienes?" Subió sobre el nivel principal y se dirigió hacia la puerta. "Después de todo lo que he hecho por ti."

Rose dejó una solitaria lágrima resbalar por su mejilla. "Espera." Levantó la mirada en Ronnie. "¿Por favor?"

"Rose," la mujer de cabello oscuro protestó. "No tienes que hacer esto."

"Por favor, solo algunos minutos. Estaré bien." Hizo una mueca de dolor internamente en la dolida mirada en la cara de Ronnie pero sabía que necesitaba hacer esto.

A pesar de no estar completamente convencida finalmente Ronnie asintió. "Estaré en el piso de abajo." Dio una asesina mirada en Delores antes de salir del cuarto.

"Hrmmpf," Delores gruñó cuando volvió a su asiento. "No sé, Rose. Esta gente rica, piensa que ellos pueden controlar a todo el mundo solo porque tienen dinero."

"Ronnie no es así," la joven mujer protestó.

"Ella no te dejó hablar por ti misma. Eres una mujer grande. Lo qué haces con tu dinero es tu asunto, no el suyo." Alcanzó su bolso y sacó su caja de cigarros. "Podría pensarse que eres una niña por la manera en que ella te trata."

"Delores por favor no." Rose señaló en la caja de cigarros.

"Obviamente ella no sabe tratar a los invitados tampoco," la mujer grande se quejó, empujando la caja nuevamente dentro de su bolso. "Bien, no puedo permanecer mucho tiempo. Tengo que recoger el Tupperware y espero tener suficiente gasolina para llegar a casa."

"Delores, ¿tú entiendes que no estoy trabajando? No tengo ningún dinero."

"Rose, vives aquí. No puedes decirme que si necesitas algo ella no te ayudaría." La mujer grande señaló lo obvio. "Tú no estarás muriéndote de hambre... o acabado la gasolina sobre algún solitario tramo de la carretera en el camino a casa..." Delores hizo una pausa para el efecto. "Recuerdo la vez que estaba nevando y tuve que llevarte para el doctor... ¿Qué fue esa vez?"

"Dolor de garganta," Rose contestó malhumorada, sabiendo completamente bien lo que la más vieja mujer recordaba.

"Eso es. Tuve que conseguir recetas para ambos para ti y Jimmy porque él no la había tenido esta todavía. No pude ir al bingo esa semana debido a eso, lo sabes."

"Lo sé."

"Sabes, los monos valían doscientos cincuenta dólares y tenía justo tanta oportunidad de ganar como cualquiera en ese sitio."

"Lo sé," Rose repitió, hundiéndose más y más en el papel que se sabía tan bien.

"¿Sabes lo asustada que estaría la pequeña Jessica si no llegara a casa?"

Cualquier fuerza y reserva de Rose se había desmoronado con la última implicada amenaza. Jessica tenía nueve y estaba muy encariñada a su madre. "¿Cuánto necesitas?"

Delores se relajó contra el sofá, triunfante. "Por lo menos treinta dólares."

"No tengo tanto," la joven mujer mintió.

"¿Bien cuánto tienes?"

Rose pensó rápidamente. "Lo más que pude ahorrar son quince dólares."

"Bien si eso es todo lo que puedes hacer entonces supongo que es lo que será."

"Traeré mi chequera." Agachando su cabeza en derrota, giró su silla y empujó hacía la oficina, volviendo pocos minutos después con el cheque colocado en su regazo. Delores ya tenía su chaqueta puesta.

"Gracias, Rose. Espero oír de ti en Navidad." Delores estiró la mano para el cheque solo para tener a la joven mujer tirando de éste fuera del alcance.

"Espera..." convocó su valor y respiró profundamente. "Yo... yo realmente no puedo permitirme darte más dinero después de esto."

La sonrisa de Delores cambió a un enojado gruñido. "Bien, lo recordaré si terminó sin comida o algo que no debo llamarte por ayuda." Se inclinó y arrebató el cheque de la mano de Rose. Ahora, teniendo por lo que ella vino, Delores estaba lista para irse, pero haría lo posible para reforzar su agarre sobre la joven mujer. Su voz se volvió chillona, acusatoria. "Solo recuerda esto mientras estás sentada aquí en todo esto..." extendió los brazos abarcando el cuarto. "Que luché y sufrí para ocuparme de ti por tanto tiempo." Delores abrió la puerta, dejando entrar el frío aire. "Espero que vuelvas a caminar pronto, Rose. Quizá algún día pararás de ser tan egoísta y te darás cuenta apenas cuánto costó para mí mantener un techo sobre tu cabeza." La puerta se cerró y pronto Rose oyó el sonido de un motor esforzándose para encenderse. Después de algunas falsas salidas y un petardeo acompañado por una nube de negro humo salir del oxidado tubo de escape, el Station Wagon se retiró de la entrada y se dirigió hacía la calle.

La puerta al sótano se abrió y Ronnie apareció, mirando alrededor por su invitada incómoda.

"Ella se fue," Rose dijo en respuesta a la ceja levantada. Preocupada que su benefactora pudiera disgustarse sobre el cheque, ocultó la chequera debajo de la manta del afgano. "Ronnie, siento sobre..."

"No, no te preocupes acerca de eso," la mujer más mayor contestó, cortando la disculpa. "No tenías ninguna manera de saber que ella podría aparecer aquí." Se acercó colocándose detrás de la silla de ruedas. "¿Tienes hambre?" Preguntó. "No importa, pregunta tonta."

"¿Qué puedo decir? María es una estupenda cocinera, "Rose contestó. Su sonrisa de oreja a oreja le ganó un rápido despeinado del cabello de su compañera.

"Ok, tú dirígete adentro y encuentra algo en la tele mientras veo qué delicias dejó María para nosotras."

Nada más fue dicho sobre Delores Beckiring mientras avanzaba el día, ambas mujeres estaban más interesadas en estar acostadas una a lado de la otra en la cama y viendo televisión juntas. Fue solo después que la noche había caído y ambas estaba instaladas para dormir que Rose sacó a colación el tema.

"¿Ronnie?"

"¿Mmm?"

"¿Te enfadarías conmigo si te digo que terminé dándole dinero a Delores?"

"Pienso que no podría nunca estar enfadada contigo," Ronnie admitió, rodando sobre su costado y apoyando la cabeza en su mano.

"¿Decepcionada?"

"No," ella suspiró. "Rose, si parecí cortante o molesta o..."

"¿Hostil?" La mujer más joven ofreció. Ronnie miró en las sombras formadas en la débil luz de la luna y arqueó una ceja.

"No creo que fui hostil, Rose. Pienso que hice un gran trabajo siendo cortés con la bruja, especialmente considerando lo que realmente deseaba hacer que era echarla en el banco de nieve."

Rose estiró su mano en la oscuridad y recorrió sus nudillos arriba y abajo del antebrazo de Ronnie. "Sé que lo hiciste... y agradezco eso."

"No me gusta ver a nadie utilizarte, Rose," susurró. "Mereces más que eso." Ronnie vaciló por un momento antes de continuar. "¿Así qué cuánto le diste?"

"Quince dólares," fue la respuesta. "Solo que le dije que esta era la última vez," Rose agregó rápidamente.

"¿Alguna vez le habías dicho eso antes?"

"No."

"Bien entonces, eso es un comienzo, de cualquier forma." Extendió su mano libre y suavemente acunó la mejilla de Rose. "Hey, entiendo, de verdad lo hago. Es difícil decir no después de decir sí por tanto tiempo. Fíjate en mí y mi familia."

"¿Así qué tú realmente no estás molesta conmigo?"

Ronnie se inclinó y le dio a su joven amiga un abrazo. "Nunca podría estar molesta contigo," susurró en el oído de Rose. No esperó sentir los brazos envolverse alrededor de su cuello y tirar de ella más cerca.

"No sé qué hice para merecer a una amiga tan buena como tú," la joven mujer se atragantó cuando se apretó más fuerte. Ronnie devolvió el abrazo, sonriendo al principio con la sensación de tener a Rose. Entonces los recuerdos vinieron sin invitación a su mente... un destello de azul volando sobre la capota y el parabrisas, sangre juntándose en el suelo, y una serie de mentiras diseñadas para cubrir la verdad. La sonrisa se descoloró, remplazada por una mirada de tristeza.

"Yo soy la que no te merece," Ronnie susurró. Se aferró por un largo momento antes de rodar de nuevo a su lado de la cama. "Es hora de que nosotros durmamos un poco."

A pesar de sus intenciones cuando cerró sus ojos, el cuerpo de Ronnie la traicionó cuando este hizo lo de cada noche. Justo cuando Rose estaba divagando sintió el cálido peso del brazo de la mujer más mayor dejado caer a través de su estómago y la cálida respiración acariciando su hombro. Sonrió y permitió que el sueño la reclamara. Profundo en la tierra de los sueños, ellas dejaron que el calor de cada cuerpo sorteara el frío de la noche de las dos y un medio siglo de la vieja casa no pudiera mantenerlo acorralado.