Amor accidental xi

Empiezan los problemas en la familia de veronica en especial con tommy. ademas se acerca navidad y la fiesta se hara en su casa. que pasara con rose?

AMOR ACCIDENTAL

Por B.L Miller

Traductora Guri - Revisora Gorky

Ronnie se sorprendió de ver la luz de la cocina encendida cuando volvió a casa, hasta que recordó que le había pedido a María que se quedara hasta que llegara allí. Ella y Rose habían hablado brevemente por la tarde pero una reunión había interrumpido esa llamada. Ahora, al fin en casa, anhelaba pasar el resto de la tarde con la rubia mujer. Colgó su chaqueta en el guardarropa y le dio un puntapié a sus zapatos antes de entrar en la oficina.

"¡Hola!" Rose saludó con entusiasmo, una enorme sonrisa vino sobre su cara.

"Hola tu misma." Turnó su atención a María, que estaba recogiendo las cartas que ella y la joven mujer habían estado jugando. "Gracias por quedarte tan tarde."

"No me importó nada. Es mejor en el Rummy de lo que tu eres" el ama de llaves comentó, sacando una sonrisa de Rose. "Puedo quedarme tarde mañana también si me necesitas."

La primera respuesta de Ronnie era decir que no sería necesario pero en la reflexión de lo qué había acontecido hoy en la oficina y de lo qué iba a suceder una vez que Tommy descubriera sobre la auditoria, reconsideró su respuesta. "Realmente, pienso que puedo aceptar eso. Quizá podrías llegar más tarde de modo que no tengas que trabajar tanto. Puedo hacer mi propio desayuno."

"Hacer tu propio desayuno y ensuciar cada pieza de mis utensilios en mi cocina," María resopló. "Estaré aquí a las siete como siempre. La única noche que no puedo quedarme tarde es el jueves. Carrie y Mónica se preocuparán si no me ven allí a las seis treinta."

"Noche de bingo," Ronnie le explicó a su huésped. "Bien, ya que estás ahora aquí de todos modos, ¿por qué no te quedas y te reúnes con nosotras para cenar? Estoy segura que hiciste más que suficiente."

La mujer mayor se rió suavemente. "Sabes que tu madre tendría un ataque si lo supiera."

"¿Por qué? ¿Su madre no la quiere?" Rose preguntó, su curiosa expresión giró en un tímido ceño fruncido cuando María se rió y meneó su cabeza.

"La señora Cartwright me quiere bien, niña. Pero se considera de mal aspecto compartir una comida con la empleada doméstica."

"Oh," la joven mujer murmuró, la vergüenza tiñó su cara. Se preguntaba si la madre de su amiga la desaprobaría también.

"Pero mi madre no decide con quién ceno," Ronnie dijo firmemente. "¿Ahora crees que te gustaría comer en el comedor o aquí adentro?"

"Um... donde quieras estará muy bien."

"Colocaré algunos lugares en la mesa. Llevará solo algunos minutos calentar todo," María dijo, al salir del cuarto.

"Gracias," Ronnie dijo cuando la mujer mayor paso a su lado, la persona que ella había mantenido en casa todo el largo día. Ahora sola con Rose Sus hombros se hundieron, sus cansados pies protestaron de estar parados, y el dolor de cabeza con el que había estado luchando hizo su presencia sabida con la fuerza completa. Cruzó el cuarto y se dejó caer en su sillón. "Qué día." Levantó su pierna izquierda, apoyándola sobre su rodilla derecha, y comenzó a frotar su adolorido pie.

"¿Tú enfrentaste a Tommy?"

"No. Él no se presentó," Ronnie suspiró. "Ordené una auditoria."

"Oh."

"Sip. No va a ser una visión bonita cuando lo descubra." Comenzó a frotar su pie con más fuerza, usando ambas manos para masajear los adoloridos músculos. "Encima de eso, tuve una montaña de papeleo para atravesar. Laura salió en el intermedio durante el día."

"¿Laura?"

"Mi secretaria," aclaró.

"Oh, ella debe haber sido la que contestó al teléfono cuando llamé."

"Sí, fue ella." Ronnie invirtió la posición de sus piernas y comenzó a dar masajes a su pie derecho. "Oh genial," frunció el ceño, mirando rápidamente en el creciente deshilar moviéndose en su pierna. "Sabes, alguien debería ser capaz de encontrar una manera de hacer medias que no se rasguen al instante en que te las pones." Se levantó, alisando la falda gris oscuro. "Voy arriba a cambiarme. Para entonces estoy segura que la cena estará lista." Sus ojos cayeron sobre los filamentos de los cabellos circundado la cara de Rose. "Después de cenar pienso que nosotras lavaremos tu cabello."

"¿Cómo vamos a hacer eso? No puedo tomar una ducha."

"Tengo una idea."

Después de cambiarse en sus pants y tenis, Ronnie tomó un juego de llaves y se dirigió a través del camino de entrada cubierta de nieve al garaje. La construcción original había sido derribada hace tres años para hacer el sitio para su idea de lo que un verdadero garaje debía ser. Con la capacidad de guardar cuatro autos cómodamente, el garaje lucía múltiples hileras de fluorescentes luces y un separado sistema de alarmas. La mitad trasera del garaje servía como lugar de almacenaje. Entrando a través de la puerta lateral, Ronnie caminó rápidamente sobre el panel de control y desactivó la alarma.

Un rápido tirón del interruptor y los cuatro recuadros fueron bañados en un mar de blanca luz. El primer recuadro contenía un auto oculto por una cubierta de lona. Distraída por un momento, Ronnie caminó a la parte trasera del auto y tiró de la cubierta. La estigmatizada placa blanca de la estatua de la libertad en el lado izquierdo y las letras azules anunciando el auto como "el juguete de Rons". Tiró de la cubierta más para revelar el tapón de la gasolina con el familiar logotipo del Mustang. "Pronto," se prometió. Su preciado auto había sido meticulosamente restaurado y la severa sal de los inviernos de Albany significaba que tenía que permanecer en hibernación hasta que las flores comenzaran a florecer otra vez. Sus dedos se arrastraron sobre el intenso azul metálico de la pintura y su mente vagó al pasado cuando había comprado el auto.

Era su año superior en Dartmouth. Aunque utilizaba el Audi que su padre le había dado para su vigésimo primer cumpleaños, se encontró siempre anhelando el potente Mustang que el novio de una de sus hermanas de la fraternidad poseía. La pintura había estado mellada, la superficie oxidada era el color dominante, pero cuando el pedal era metido a fondo, el auto podía descargar la potencia levantándose contra este. Cuando Ronnie había pedido a su padre permiso para retirar suficiente dinero para comprar uno para ella, Richard Cartwright firmemente se negó, citando que tenía un buen auto y que el Ford era un vehículo demasiado peligroso. Ronnie estaba serena, sin embargo, y ahorró su asignación para el completo semestre hasta que pudo permitirse comprárselo ella misma. Lo condujo a casa en las vacaciones de primavera, para la consternación de sus padres. Su padre lo llamó un montón de chatarra y su madre insistió que solo conseguiría matarse en esa 'trampa mortal'. Intentaron ofrecerle un Mustang nuevo, amenazándola de cortarle el financiamiento, incluso la vieja expresión 'las damas de educación apropiada no conducen potentes autos', pero ningunos de ellos funcionaron. Antes del fin de semana todo lo que habían logrado era hacer que Ronnie determinara aún más conservar y restaurar a su veloz demonio azul. Aunque no era desde hace mucho tiempo su auto principal, todavía lo sacaba para dar una vuelta de vez en cuando y, la belleza azul metálico seguía siendo su favorito.

Un ligero fresco la atravesó, tirando de Ronnie del carril de los recuerdos y regresarla al presente. Restituyó la cubierta sobre su Mustang y caminó al recuadro siguiente. El rojo Porsche acomodado allí. Era la primera vez que lo veía desde el accidente. En el cuarto recuadro era donde estacionaba el jeep y de este modo alejar lo que había hecho con el objetivo de no acercarse al auto deportivo. Ahora lentamente caminó alrededor del auto, azules ojos recogieron todas las reparaciones. La cinta verde rodeaba los bordes del nuevo parabrisas, sin duda permitiendo que la nueva goma sellara fijándolo. El capote, la parrilla, el parachoques, y el cristal del cuarto derecho delantero fue quitado todo, el gris metal del chasis manteniéndose firme en contraste con el resto del vehículo. Una rodante caja de herramientas situada contra la pared, evidencia de las visitas de Hans. Ronnie desvió la mirada del auto e inclinó las manos contra la caja de herramientas luchando para mantener su estómago bajo control. Supo perfectamente entonces que nunca podría conducir el Porsche otra vez. Mordió tragándose el resurgimiento de la culpa y tomó deliberadamente los pasos hacía la puerta del cuarto de almacenaje, todo el tiempo diciéndose que todo se resolvería, que Rose se recuperaría totalmente, que el daño que le había causado podría ser reparado. Probó tres diferentes llaves en el cerrojo hasta que encontró la correcta y caminó en la oscuridad del almacén.

Le tomó a Ronnie un minuto encontrar el interruptor de la luz. Cuando lo hizo, encontró lo que buscaba inmediatamente. En la esquina, debajo de un montón de abandonados trapos estaba una cubeta utilizable de cinco galones que una vez contuvo concreto de secado rápido. Se acercó a la utilizable palangana y la limpió minuciosamente hasta que la lechosa agua blanquizca corría limpia. Completada su tarea, Ronnie volvió a la casa.

"Entonces ¿qué pensaste de esa última pregunta?"

"Todavía digo que era demasiado fácil. Todo el mundo sabe que los números pares de las autopistas corren de este a oeste y las impares corren de norte a sur," Rose contestó, ajustando la almohada detrás de su cabeza. María se había marchado algunos minutos antes y ellas estaban ahora relajadas en la oficina.

"Si todo el mundo sabe eso, ¿por qué hace que tanta gente se pierda cuando están viajando?" La mujer mayor contestó, recostándose en su sillón y poniendo sus descalzos pies arriba en el borde de la cama cerca de la cadera izquierda de Rose. Desde que los meses de invierno estaban sobre ellos y Ronnie no tenía motivo para usar zapatos con punta abierta, no se molestaba en hacerse la pedicura tan a menudo como lo hacía usualmente. En el proceso de menear sus dedos, una uña arañó contra la de al lado. "Bueno, no me sorprende que este rasgando todas mis medias. Supongo que es hora de llamar para un pedicure." Vio una lejana mirada absorber la cara de la joven mujer. "¿Qué?" Preguntó suavemente. "Lo compartes conmigo."

"Estás hablando de un pedicure y estaba recordando cuando tenía trece." Viendo la expectante mirada en la cincelada cara de su compañera, Rose continuó. "El Estado encontró a la familia Foster para mí por algunas semanas y tenían una niña justo de mi edad. A Stacey le encantaba tenerme alrededor porque era una dispuesta conejilla de indias para que ella practicara la cosmetología. Le encantaba jugar con el esmalte de uñas. Tenía hileras e hileras de botellas sobre su tocador en todo los colores que puedas imaginar." Rose ausentemente extendió su mano abajo y puso sus dedos sobre los dedos del pie de Ronnie. "Bien, una noche estábamos de ánimo. Pintamos cada uña de un diferente color. Puedo recordar que en mis dedos del pie fueron desde el ciruelo al aguacate a ese horrible púrpura." Mientras hablaba, su dedo índice rozaba atravesando cada uña del gran pie descalzo. "La cosa divertida es que estábamos despiertas más allá de nuestra hora de ir a la cama y no tuvimos tiempo para quitarlo. Fuimos a la escuela al día siguiente y cuando estábamos tomando una ducha después de la clase de gimnasia todo el mundo vio nuestros dedos de los pies." Se rió suavemente. "Realmente fue divertido. Quiero decir, entre nosotras dos estaban allí veinte diferentes colores en nuestros pies. Después de eso, Stacey usó deliberadamente diferentes tonalidades de esmalte en sus dedos. Ésa fue la última vez que esmalté mis uñas del pie."

Ronnie la miró burlonamente, después se levantó y fue al pie de la cama. En menos de segundos los calcetines de gran tamaño fueron quitados para revelar los dedos del pie de Rose. "¿Cuándo fue la vez última que alguien te hizo la pedicura?"

"Ese fue, si podrías llamar eso una pedicura. Solo uso el cortaúñas para mantenerlas cortas ahora. Ow, tranquila."

"Oh, lo siento," Ronnie se disculpó, dejando el pequeño dedo del pie que había movido para lograr una mirada mejor en el siguiente. "¿Puedes sentir eso en tu tobillo?"

"Sip, es por eso que no los meneo. Mis piernas duelen bastante cuando lo hago."

"¿Cuándo fue la vez última que tomaste algo?"

"No, no es que este mal ahora mismo. Prefiero esperar hasta que realmente lo necesite."

Ronnie levantó la mirada y recordó lo que quería hacer esa noche. "¿Estás lista para lavar tu cabello?"

"¿Encontraste una manera?" Se incorporó, preparándose para instalarse nuevamente en la silla de ruedas.

"No, quédate aquí. Lo tengo todo resuelto de modo que no tengas que salir de la cama." Miró la cama ajustable, en este momento levantada en un cómodo ángulo. "Vas a tener que poner la cama plana, sin embargo."

Pocos minutos después Rose estaba acomodada de espaldas a través de la cama, su cabeza suspendida en un costado. Una toalla rodeaba detrás de sus hombros colgando para proteger el colchón contra cualquier agua jabonosa. Ronnie estaba situada sobre un taburete tomado de la cocina, la blanca cubeta de cinco galones acomodada entre sus rodillas. Una toalla grande fue puesta en el piso para coger cualquier derrame. "¿Estás lista?" Preguntó.

"Sip."

Ronnie vertió el agua lentamente sobre los rubios mechones, usando su otra mano para ayudar a distribuir el líquido sobre todo el cabello. Vertió una generosa cantidad de champú en su mano y la trabajó en una espuma. Ronnie hizo todo lo posible para sostener la cabeza de Rose, tomando algo del esfuerzo excesivo del cuello de la joven mujer. "¿Cómo estás sintiendo esto?"

"Riiicooo," murmuró, verdes ojos medio cerrados. "Tienes fuertes dedos."

"Los ejercito. ¿Estoy presionando demasiado duro?"

"Oh no, está bastante bien."

"Bueno." Ronnie continuó moviendo sus dedos en el suave cabello, minuciosamente lavando este. "Hora de enjuagar. Mantén tus ojos cerrados." Usando su mano izquierda levantó la cabeza de Rose, poco a poco enjuagó el champú. Una vez que eliminó la mayor parte, puso otro poco del líquido con esencia de fresa en su mano. "Segunda ronda."

"¿Vas a lavarlo otra vez?" Rose preguntó sorprendida.

"Por supuesto. Sabes las indicaciones. Lavar, enjuagar, repetir." Trabajó el champú en el dorado cabello antes de que la joven mujer pudiera decirle que no. "¿Asumo que únicamente lo lavas una vez?"

"Sip, se usa menos champú de esa manera. Mi cabello siempre parece limpio. Mucha gente lo lava solo una vez." Rose se reclinó en la presión suave pero firme de los dedos de Ronnie. No solo fue tratada con una segunda lavada, sino teniendo acondicionador peinado a través de su cabello. La ejecutiva tuvo que ir dos veces por más agua pero los resultados habían valido eso. La suave luz de arriba rebotaba en varios mechones del cabello de Rose, creando una aureola de oro alrededor de la cara de la joven mujer.

"Se mira genial." La mujer de cabello oscuro dijo, observando la sonrisa que vino a la cara de su compañera al mirarse en el espejo sostenido en su mano. "¿No es así, Tabitha?" Le preguntó al gato que decidió que el agua no era una gran amenaza.

"¿Mrrow?" Dos segundos después, la anaranjada y blanca máquina ronroneadora estaba acomodada en el vientre de Rose.

"Ooof, estás ganando definitivamente peso."

"Pienso que María le está dando las sobras pero no puedo probarlo," Ronnie dijo con una sonrisa. "Solo sé que cada vez que ella está cocinando esta bola de pelos sale de la cocina lamiéndose sus bigotes."

Ding, ding, dong, dong. Los agudos tonos del timbre sonaron a lo largo de la casa. "¿Quién podrá ser a esta hora?" Ronnie preguntó, mirando el reloj sobre la mesita. "Son casi las diez." El timbre sonó otra vez, esta vez acompañado por furiosos golpes contra la sólida puerta de roble.

"¿Ronnie? Ronnie, ¡abre la jodida puerta!" El grito seguido por más golpes y tonos de del timbre.

"Ahora vuelvo." Se puso sus tenis y metió el exceso de cordón en los lados. Tabitha saltó de la cama, detectando que algo más interesante estaba a punto de suceder en el otro cuarto. "Oh no tú no. Quédate aquí con tu madre." Ronnie recogió la protesta felina y la colocó nuevamente sobre la cama, esta vez al alcance de la mano de Rose.

"¡Ronnie! Abre esta jodida..." Las palabras murieron en la garganta de Tommy cuando él vio la luz exterior encenderse y oyó que la cerradura fue girada. "Bien, ya era hora."

"¿Qué estás haciendo aquí a esta hora?" Frunció el ceño, no teniendo duda que su hermano más joven estaba completamente borracho.

"¿Qué demonios intentas hacerme?" Tommy pasó más allá de ella y atravesó el vestíbulo entrando a la sala de estar. "¿No me presentó a trabajar un día y tú ordenas una jodida auditoria?"

"Este no es el momento para hablar de esto, Tommy. Vete a tú casa y duérmete." Ronnie se movió entre él y la oficina, intentando dirigirlo nuevamente hacía la puerta. Puso su mano en su brazo únicamente para tenerlo alejado.

"¡Vete a la mierda, Ronnie!" Pasó al otro lado del cuarto y dio un puñetazo por enfrente la madera del mueble del centro de entretenimiento. Se giró haciéndole frente y pudo claramente ver el crecimiento de varios días en su cara así como lo descuidado del cabello y las ropas. Tommy había obviamente estado en un doblador y únicamente ahora había oído las noticias. "¿Qué piensas que estoy haciendo? ¿Robando de mi propia compañía?"

"No se lo que estás haciendo, pero no voy a dejar que esto continúe," devolvió el grito, mostrando un poco su propio mal humor. "¿Qué es eso, Tommy? ¿Drogas? ¿Juego?"

"¡Vete al infierno, Srta. fuerte y Diosa todo poderosa!" Su puño se cerró de golpe en el gabinete con bastante fuerza golpeando un diminuto florero de copa. Solo que la gruesa alfombra salvó la antigüedad de romperse.

"Vete de mi casa, Tommy."

"Tu casa," él se burló. "Crecí en esta casa de mierda. ¿Qué te da el derecho de decir que me vaya?"

"Compré la casa honradamente y a carta cabal de mamá y tu sabes eso." Sus ojos se empequeñecieron en la salvaje mirada, casi inhumana en los ojos de su hermano. Tommy era bastante fuerte por si solo, pero si él estaba drogado...

Las sospechas de Ronnie fueron confirmadas algunos segundos después cuando levantó el extremo de la pesada mesa del café y la volteó. "Actúas como si fueras un ángel pero no lo eres, Ronnie." Por el momento, estaba parado aún así ella mantuvo su distancia. Su corazón latiendo fuertemente con la adrenalina bombeando a través de ella. "Te sientas en esa oficina día tras día. NO tienes idea de cómo es trabajar para una vida," escupió, "no puedo solo chasquear mis dedos y hacer tu cartera más grande."

"No, pero puedes falsificar mi firma en un préstamo," ella replicó.

"¿Qué?"

"Incumpliste en un préstamo y tenían mi nombre en él como consignatario. ¿Por qué necesitabas un consignatario, Tommy?"

El hombre de rubio cabello parpadeó algunas veces cuando comprendió la información. "Mierda. ¿Eso es todo lo que siempre te ha preocupado, no es así? ¿El dinero de mierda?"

"Alguien tiene que preocuparse acerca de eso. Tu por supuesto no. ¡Ahora vete de mi casa!"

"¡No es sobre eso! Me da igual lo que en tu maldita auditoria aparezca, no puedes echarme a patadas de la compañía." Un pensamiento se le ocurrió. "Puedes poseer la mayoría de la acciones pero no tienes control de los interés. ¿Piensas que alguien va a votar contigo para conseguir librarte de mí?" Dio una corta risa, su energía comenzó a desaparecer ya que para el colmo había estado cabalgando. "Enfréntalo, Ronnie. No puedes hacer nada sobre mí. ¿Piensas que mamá va a votar contigo para destituirme? ¿Frank? ¿Susan? No puedes ganar esta batalla." Se dirigió hacía la puerta. "Cualquier tonto puede ver eso. Solo déjame en paz, hermana, o lo lamentarás." Tommy cerró de golpe la puerta detrás de el, el sonido que reverberaba a través del cuarto. El corazón de Ronnie estaba palpitando con fuerza y podría solo suponer que Rose tenía miedo.

"¿Estás bien?" Ronnie preguntó cuándo entró en el cuarto. Notó la palidez del miedo en la cara de la rubia mujer. "Hey, todo esta bien."

"Él estaba bastante enojado. ¿Qué se estrelló?" La expresión de Rose era más serena ahora que sabía que Ronnie estaba segura. Acarició el lugar vacío en la cama al su lado. "Aquí, hay un asiento."

"Nah, gracias," la alta mujer continuó de pie, aunque la suave almohada le hacía señas. "Él tiró la mesa del café y golpeó algo de la superficie del gabinete. Nada roto." Miró en la TV, aún encendida pero con el sonido silenciado. "Hey, hay uno de esos programas de noticias de revista."

"Sip, están suponiendo que tienen una cosa en esos camiones de renta y que peligrosos son." Acarició a la cama otra vez. "Vamos, tengo el calor y el masaje encendido. Esto tiene que ser más cómodo que ese sillón." Encendió la pequeña lámpara en la mesita a su lado justo antes que Ronnie apagara la luz de arriba. El suave brillo fue preferido por ambas para mirar la televisión.

"Estarías sorprendida de lo confortable que el sillón es," Ronnie contestó, dando un puntapié a sus tenis y con reticencia aceptó la oferta. Se hundió en el vibrante calor y cerró los ojos con placer hedonista. "¡Oh! Esto es agradable. Tengo que conseguir una de éstas para mi habitación." Acomodó la almohada detrás de su cabeza, deslizó los pies bajo las cobijas, y abrió los ojos. Rose presionó el botón y comenzó a mirar el programa. Con la alta mujer a su lado derecho, sentía una sensación de seguridad y rápidamente el latido de su corazón retornó a un nivel más normal.

Rose utilizó el telecontrol para apagar la televisión una vez que las últimas noticias comenzaron. "¿No estuvo eso interesante?" No recibiendo respuesta, giró su cabeza para ver los ojos de su compañera cerrados. "¿Ronnie?" Ninguna respuesta, solo el rítmico subir y caer de la sudadera cubriendo el pecho. Rose apagó la lámpara. La cama era bastante grande. No había razón para que despertara a Ronnie solo para enviar a la mujer más mayor a su propia cama. "Buenas noches, Ronnie," susurró, cerrando los ojos y dejando que la regular respiración de la mujer a su lado la calmara metiéndola en un profundo sueño.

Los azules ojos se agitaron abriéndose poco después de las seis y miró alrededor, intentando conseguir sus almohadas. "Qué el... oh," masculló, dándose cuenta que se había quedado dormida en la cama de Rose. Tomándose un momento para borrar el sueño de sus ojos, Ronnie se apoyó sobre un codo y bajó la mirada a su dormida compañera. Los rayos de la mañana resaltaron la respingada nariz, las cejas óxido, y los llenos labios separados un poco en sueño. Los segundos hicieron tictac mientras observaba a la dormida mujer. Esto la asombró como fácilmente se había quedado dormida al lado de Rose. Con excepción de Christine, Ronnie nunca había dormido con alguien. Eso lo había hecho entonces únicamente porque estaba esperando por su amante. Sinceramente, nunca se sintió cómoda compartiendo una cama y podía frecuentemente esfumarse y dormir en la cama acostumbrada en su dormitorio. Sin embargo obviamente no tuvo problema en enroscarse y dormir al lado de Rose. Era un curioso misterio Ronnie sabía que no fue seguro deliberado. Sentía el ligero zumbido del masaje debajo. Eso fue. Tuvo que haber sido el masaje. Este la relajó bastante para ponerla a dormir sin tener en cuenta la presencia de alguien más en la cama. La ejecutiva sonrió para si con la lógica de su explicación, incluso cuando eligió ignorar el hecho de que todavía estaba allí al lado de Rose. Contemplaba consentirse pero la voz de la responsabilidad triunfó. Con un decepcionado suspiro lentamente salió de la cama sigilosamente, cuidadosa de no molestar a su compañera, y caminó silenciosamente al baño.

Una vigorosa sesión de ejercicios y una reconfortante ducha prepararon a Ronnie para el día. Inhaló en el café que María hizo para ella mientras se ponía su larga chaqueta de lana. La temperatura había caído considerablemente por la noche, descendiéndola a un solo dígito. Se dirigía hacía la puerta cuando el teléfono sonó.

"Residencia Cartwright," María contestó. "Ahora mismo. Ronnie, es Susan. Ella parece perturbada." Ella tomó el teléfono color crema y asintió en su ama de llaves.

"Susan?"

"Ronnie, tenemos un problema."

"Estoy segura que tenemos más de uno. ¿Qué te tiene tan jorobada para que no pudieras esperar hasta que llegara a la oficina?"

"Ricky y Timmy ambos cayeron con el pollo pox."

"¿Y? Susan, tus hijos están enfermos no es el fin del mundo. Es solo pollo pox."

"Ronnie, la fiesta de Navidad de la familia es esta noche."

"¿Y?" Desabotonó su chaqueta, decidiendo no iba a ser una rápida y fácil llamada telefónica después de todo. "Estoy demasiado ocupada para ir. Por qué deberías planear la fiesta para el miércoles en la noche de todos modos?"

"Era el mejor día que nosotros pudimos asegurar. La gente siempre tiene fiestas para ir en los fines de semana. Poner esta en un miércoles garantizaba que todo el mundo se presentaría, pero ése no es el punto. El punto es que nosotros no podemos tener la fiesta aquí."

"Entonces. Alquila un salón en algún lugar." Un pensamiento le cayó en cuenta. "Oh no tú no, Susan. No estaré teniendo la fiesta aquí."

"Ronnie. Es demasiado tarde para alquilar un salón y enviar las direcciones a todo el mundo."

"No la estarás teniendo en mi casa. No, no, no." La chaqueta ahora se encontraba en un taburete cerca. "Hermana, no puedo tener la fiesta aquí. ¿Tienes alguna idea de cuánto trabajo ésta podría tomar?"

"Es perfecto. Todo mundo sabe dónde vives y les encantará la idea de un buena fiesta al estilo antiguo en la casa Cartwright."

"Te he dicho antes. Ésta es mi casa ahora y no quiero a cada pariente en el mundo pisoteando alrededor de aquí." Miró a María preparando huevos para el desayuno de Rose. "Hermana, tengo a la Compañía que permanece conmigo. No es realmente conveniente tener gente aquí." El tono de la llamada en espera señaló. "No cuelgues, Susan, tengo otra llamada." Presionó el parpadeante botón. "Habla Verónica."

"Ronnie, es tu madre."

"Hola mamá." Rodó sus ojos, sacando una divertida mirada de su ama de llaves.

"Estaré allí después de que llegue del aeropuerto a ayudar con los proveedores y asegurarme de que no colocarás algunos de esos llamativos adornos."

"¿Qué, Susan te llamó primero? La tengo aguardando en la otra línea."

"Sí. Lo hizo. Decidimos que la casa sería la solución perfecta."

La perfecta solución para todo mundo menos para mí, Ronnie pensó para si. "Mamá, no puedo tener la fiesta aquí. ¿No podríamos solo volver a programar esta o conseguir un salón en algún lugar?"

"No. Nosotros no podemos." Beatrice Cartwright contestó. "Ahora Verónica, no tenemos tiempo para todos estos tontos egoísmos. Tengo que recoger a tu tía Elaine en el aeropuerto a las tres. Envía un auto por mí a las dos y asegúrate de no enviar a ese incompetente bobo como la última vez. Le tardó cerca de una hora para llegar allí."

"Madre, esa fue una tormenta de nieve y el tráfico estaba atascado por kilómetros. No fue su problema."

"Él debió haber tomado una ruta alterna. No pudo incluso entrar en frente de la terminal. Solo asegúrate de conseguir a alguien más esta vez."

"Pero..."

"Ningún pero de ti, jovencita. Ahora tengo que conseguir mi cita para el salón de belleza. Habla con tu hermana y no te olvides llamar para mi auto."

"Ma..."

"Adiós querida. Gusto en hablar contigo." Click. Ronnie quitó el teléfono de su oído y miró fijamente el auricular por un momento antes de golpear el parpadeante botón.

¿"Susan? ¿Todavía estás allí?"

"Estoy aquí. Supongo que era mamá en la otra línea"

"Supones correctamente. Nada como traer la artillería pesada."

"Lamento eso." Ronnie dudó de la sinceridad de su hermana. "Llevaré algunos adornos que los chicos hicieron. Ooh, son tan lindos. Ronnie, te encantaran. Ricky hizo unos con oropel verde..."

"Hermana, necesito conseguir lo que va a ir aquí." Dio un suspiro de derrota. "Supongo que tengo una fiesta para conseguir lista."

"Oh. Seguro. Jack y yo estaremos ahí alrededor de las seis. Dejaré a la familia saber."

"Estoy segura que mamá ya les llamó," Ronnie dijo en un tono seco. "Ocúpate de conseguir al decorador y a los proveedores aquí. Oh, y ¿Susan?"

"¿Sí?"

"Esto nos hace empatar."