Amor accidental vii

Veronica empieza a sentirse sola y se da cuenta que rose se vuelve cada dia alguien importante su vida. un suceso las empieza a unir y a descubrir nuevos sentimientos

AMOR ACCIDENTAL

Por B.L Miller

Traductora Guri - Revisora Gorky

Tabitha estaba satisfechamente durmiendo junto a Rose, que continuaba mirando fijamente arriba en el techo. Ronnie se había ido a la cama una media hora antes, dejando a la joven mujer sola con sus pensamientos. Le sorprendió a Rose darse cuenta justo como decepcionada estaba cuando su amiga anunció que se iba a la cama. Había verdaderamente disfrutado la noche y la atención constante de la mujer más mayor. También parecía que cuando Ronnie estaba alrededor, sus piernas y el tobillo no dolían tanto ni la conducía a las lágrimas tan a menudo. Pensó de nuevo en qué había sucedido justo después que comenzaron a ver las últimas noticias.

Un incorrecto movimiento envió el atroz dolor a través de ella e inmediatamente Ronnie había estado allí. Ronnie, la sostuvo fuertemente, le susurraba consoladoras palabras, que tiernamente la acunó. Rose deseó que el abrazo no terminara nunca. Quería continuar sintiendo la cálida piel contra la suya, aspirar la fragancia del perfume de Ronnie, sentir la subida y caída del pecho de la fuerte mujer contra su mejilla. Cuando Rose finalmente la soltó, fue con gran reticencia y un sentimiento de pérdida. Ajustó la almohada detrás de su cabeza y forzó sus ojos para cerrarse, pero no hizo nada para borrar la sensación de Ronnie confortándola.

Arriba, Ronnie estaba mirando fijamente su propio techo. No quería dejar a Rose, pero no le había parecido correcto mantener a la mujer aún en recuperación levantada demasiado tarde. Escuchó los sonidos de la noche, los ocasionales camiones que bajaban por la calle principal, los búhos ululando en la distancia. Nada de eso le interesó. Lo que estaba escuchando era por el suave, melódico sonido de la voz de Rose llamarla.

"Maldición, tendría que haber conseguido un sistema de intercomunicación," murmuró en la oscuridad. ¿Y si Rose necesita ayuda con el acómodo? ¿Qué si despierta y necesita más Percocet? ¿Era seguro dejar a Tabitha con ella? ¿Qué si caminaba a través de las piernas de Rose? ¿Qué si sentía dolor otra vez y necesitaba ser sostenida? Ésos y una docena más de preguntas pasaron por su mente, todas convenciéndola que arriba no era el lugar correcto para estar. Con la puerta de la oficina abierta permitiendo a Tabitha entrar y salir en caso de que necesitara la caja de arena, no había seguramente manera que pasara por alto oír a Rose. ¿Pero qué si lo hacía? ¿Qué si Rose la necesitaba y no la oía llamarla? Sí, era por eso que tenía que estar cerca de ella... solo en caso de que necesitara algo. Agarrando las almohadas y la manta, Ronnie salió de su dormitorio y se dirigió abajo.

Acomodando la ropa de cama en el sofá, silenciosamente cruzó el cuarto y echó un vistazo en la mujer durmiendo. Después de convencerse de que Rose estaba bien, Ronnie volvió al sofá y se acomodó, el sueño tomó el control en menos de minutos.

Ronnie se levantó alrededor de las seis. Regresó las ropas de cama a su habitación y se cambió a su ropa de entrenamiento antes de entrar en la oficina para checar a Rose. La joven mujer estaba todavía durmiendo profundamente así que se sintió segura para dirigirse abajo para introducirse en su entrenamiento. Sin embargo, esto que normalmente significaba paredes sacudidas por los decibeles de la música de los años 80 fue cambiada al silencio absoluto a fin de no perderse de oír a Rose llamándola. Lo que eran normalmente veinte repeticiones con cada máquina se tornaron en diez y la máquina de deslizamiento fue ignorada completamente. Volvió arriba y revisó a la dormida mujer una vez más antes de ir a tomar una muy necesaria ducha. Era sábado. No habría señales de María que tenía los fines de semana libre. Esto hizo que Ronnie resolviera que hacer para que ella y Rose desayunaran.

Cuando el vapor del agua enjuagó el champú de su cabello y el sudor de su cuerpo, los ojos de Ronnie se cerraron y su mente vagó de nuevo a la mujer de cabello rubio durmiendo en el piso de abajo. Había habido un casi culpable placer en sostenerla anoche, sabiendo que era la única responsable del dolor, sin embargo también la única que le proporcionaba consuelo de ese dolor. Disfrutó sostener a Rose, enterrando su nariz en el cabello de hilos dorados, envolviendo los brazos alrededor del suave cuerpo, sintiendo la cálida respiración contra su cuello...

Los ojos de Ronnie volaron abriéndose y bajó la mirada para descubrir su jabonosa mano acariciando su propio pecho izquierdo. Rápidamente se enjuagó, mentalmente regañándose por fantasear cuando tenía muchas cosas más importantes para hacer.

Rose se despertó por el sonido de Ronnie entrando al cuarto, un plato lleno de hot cakes y tocino en cada mano. "No soy una buena cocinera como María, pero por lo menos no quemé nada."

"Estoy segura que estará estupendo."

"¿Quieres café o té?"

"Oh, café sería genial," Rose dijo feliz.

"Hay una jarra recién hecha. ¿Crema y azúcar?"

"Solo crema por favor."

"Un café, crema, nada de azúcar sale de inmediato." Dejó su plato en el escritorio y el plato de Rose en la bandeja antes de colocarla en el regazo de la joven mujer. "Desayunaremos y entonces te ayudaré a bañarte. La enfermera no comenzará hasta el lunes pero pienso que puedo ayudarte."

"Sabes de verdad odio sentirme así de impotente," Rose dijo. "Quiero decir, yo no puedo incluso inclinarme sin que me duelan mis piernas. Si no pienso y meneo mis dedos del pie es incluso peor, no mencionar la cosa entera del cómodo." Sus mejillas se ruborizaron levemente con vergüenza.

Ronnie no sabía qué decir a ese comentario, sabiendo que si los papeles estuvieran invertidos no estaría probablemente tan bien sobre la completa situación. "Vuelvo enseguida con el café y después del desayuno veré si puedo encontrar ese juego Trivial Pursuit." Se dirigió hacía la puerta encontrándose con Tabitha.

"¿Mrrow?"

"¿Y supongo que quieres tu desayuno también?" Recibió su respuesta en la forma felina frotándose contra la pierna de sus pants. "Vamos, si estás comiendo no fastidiarás a tu madre por algo de lo suyo."

Aunque Ronnie había ayudado a Rose ayer por la noche con el acómodo, la mujer joven estaba aún muy tímida de tener a la rica y poderosa mujer ayudándola. Ni una palabra fue dicha cuando el cuenco fue deslizado debajo de ella, hizo su deber, y Ronnie lo llevó al cuarto de baño contiguo. Bien por lo menos no tengo mi período, Rose pensó para si misma, temiendo al hecho de que era solo en una semana o algo así. No tenía idea cómo iba a manejar eso cuando se encontrara.

"Bueno, supongo que debemos conseguir asearte. ¿Quieres un Percocet ahora o después?" Ronnie preguntó cuando volvió del baño con un recipiente lleno de agua caliente jabonosa y un paño.

"Después. Me ponen a dormir también fácilmente. ¿Crees que podríamos cortar las pastillas por la mitad? Quiero decir, yo sé que la doctora Barnes quisiera que las tomara para el dolor pero odio sentirme tan atontada todo el tiempo."

"No veo ninguna razón de por que no," Ronnie contestó, dejando el recipiente en el escritorio. "Vamos a lavarte. Seré tan gentil como pueda," prometió.

La mujer de cabello oscuro era de hecho extremadamente gentil, como si estuviera asustada de causarle la más mínima cantidad de dolor. "Ok, ¿si lavo tu espalda puedes hacerlo con el resto?"

"Sip." Rose se inclinó y se quitó la camisa de dormir de Dartmouth y se la puso delante de sus pechos. Firmes dedos bajo la jabonosa toallita trabajaban de un lado a otro de su espalda, sacando un inesperado gemido de sus labios.

"¿Te lastimé?"

"No, lo siento. Supongo que me duele mi espalda de pasar tanto tiempo en esto."

"Me acostumbré a conseguir las peores tortícolis en mi espalda después de estudiar toda la noche durante los finales. Mi compañera de cuarto era estupenda en los masajes." La mente de Ronnie pensó brevemente de nuevo a algunas de las otras cosas que Christine era buena. "De todos modos," dijo, empujando la imagen de su mente. "Ella me enseñó que hacer. ¿Puedes inclinarte un poco más?" La joven mujer obedeció y Ronnie puso el trapito a un lado. Se movió un poco para conseguir una mejor posición y comenzó a masajear los apretados músculos con sus largos dedos.

"Oh, esto se siente bien," Rose murmuró adormilada, inclinándose nuevamente dentro del suave masaje. Parecía que cada dolor, cada nudo en su espalda desaparecía bajo el tacto de Ronnie. El agua jabonosa hizo que los fuertes dedos resbalan incluso más fácilmente a través de su piel. "Estás en la línea equivocada de trabajo, Ronnie. Debes haber sido una masajista."

"¿Es eso así?" Murmuró, su atención enfocada en la suave piel debajo de sus manos.

"Absolutamente," Rose gimió cuando la firme presión fue puesta en un punto particularmente adolorido. "Vas a ponerme de nuevo a dormir si mantienes eso."

"Bien, nosotras no deseamos eso ahora, ¿no?" Tomó el trapito, y limpió el resto de la espalda de Rose. "Ok, te dejaré para que termines mientras busco el Trivial Pursuit."

Una vez que Ronnie salió del cuarto, Rose puso la camisa sobre su regazo y lavó el resto de su cuerpo y áreas íntimas. Había terminado y acaba de tirar de la camisa sobre su cabeza cuando la mujer de azules ojos volvió. "Yo encontré... oh, lo siento." Ronnie cerró la puerta rápidamente. "Hazme saber cuando estés lista," dijo a través de la puerta cerrada, la vista de los firmes pechos de Rose ocupaba su mente. Ésa fue una de las cosas que echaba de menos desde que puso su propio gimnasio privado. Cuando había estado yendo al gimnasio local, había muchas mujeres guapas que andaban por el vestidor en varias etapas de desnudo. Era fácil para ella secretamente mirar sus cuerpos y gozar de la vista sin ser notada. Ronnie dejó salir un suspiro de desilusión en lo que nunca podría tener otra vez. Su experiencia en Stanford había asegurado eso.

"Ok," la voz de Rose llamó. Entró para encontrar al cuerpo superior de la mujer postrada en cama cubierto por la camisa de dormir de Dartmouth, su cuerpo inferior oculto debajo de las mantas. "¿Lo encontraste?"

"Yeah, siento acerca de entrar sin tocar. No pensé."

"Está bien. Estoy segura que has visto a mujeres medio desnudas antes."

"Bien, aún así tendría que haber tocado." Ronnie miraba la pequeña bandeja. "Hmm... esto no va a ser bastante grande para jugar."

"Sabes?, si pones la pierna apoyada arriba sobre esa silla de ruedas, estoy segura que podría jugar en una mesa contigo."

"¿Piensas que estás lista para eso?"

"Bien, me pusieron en una para cambiar las sábanas en mi cama en el hospital. Estoy segura que si tenemos cuidado nosotras podremos hacerlo."

"No lo sé, Rose. No quiero lastimarte," Ronnie dijo con indecisión.

"Tengo dolor la mayor parte del tiempo de todos modos. No pienso que esto hará mucha diferencia". Levantó la mirada en los penetrantes azules ojos y sonrió. "Realmente deseo jugar contigo."

"¿Estas segura sobre esto?"

"Estoy segura. Además, de esa manera puedes darme un recorrido."

Ronnie vaciló por un momento, sopesando los peligros de mover a Rose y confiar que la joven mujer sabía cuáles eran sus límites. "De acuerdo, pero si te sientes cansada o quieres acostarte de nuevo me lo dices inmediatamente, ¿Ok?"

"Ok."

Se requirió traer la silla cerca contra la cama y colocar a Rose en ésta pero pudieron hacerlo con una mínima cantidad de malestar. Afortunadamente, las renovaciones que Ronnie había hecho cuando tomó posesión de la casa incluían una puerta bastante ancha. Con excepción de la parte del desnivel de la sala, no había lugar al Rose no pudiera ir en el primer piso. "¿Estás lista para el recorrido?" Ronnie preguntó después de comprobar minuciosamente para asegurarse que la manta metida bajo las frágiles piernas no interferiría con las ruedas.

"Absolutamente," Rose contestó, alcanzando las ruedas solo para encontrar que la dirigían ya fuera del cuarto, las manos de Ronnie en las manijas. La oficina estaba apartada de la sala y ahora verticalmente, Rose veía incluso más de la magnífica área. Las clásicas pinturas al óleo colgaban sobre las paredes. Un antiguo perchero situado cerca de la puerta junto con un soporte para paraguas que se miraba demasiado elegante para sostener un paraguas. Cada pieza de mobiliario hacía juego, desde el decorado en el sofá de piel a las mesas del extremo a los muebles que alineaban las paredes. "Es hermoso," Rose susurró reverente.

"Es pomposo" Ronnie replicó. "Únicamente lo dejé de esta manera porque no quería escuchar lo que diría mi familia si la cambiaba. A veces tenemos que hacer reuniones aquí y estoy segura que el Monet es examinado mucho mejor que un Witherspoon." Observó la falta de respuesta de la joven mujer. "Witherspoon es un artista abstracto. Tengo algunos de sus trabajos colgando en el cuarto de juego."

"¿Tienes un cuarto solo para juegos?"

"Es un retroceder a los tiempo de mi padre. Él acostumbraba entretener a algunos de sus amigos más indecentes allí. Tiene una mesa de billar, un bar, tiro al blanco, esa clase de cosas. Es aquí. Te lo mostraré."

Entre la oficina y la cocina estaba una puerta, oculta debajo de las escaleras. "Aquí es. No había estado aquí adentro desde hace tiempo, hasta hoy en que vine a buscar el juego Trivial Pursuit. María incluso no se molesta en limpiar aquí porque nunca se utiliza, así que no te preocupes de algo de polvo que es posible que veas." Ronnie paró de empujar la silla, caminó adelante, y abrió la puerta.

Había apenas unas motas de polvo en el cuarto, a pesar de la advertencia. Rose oyó un click detrás ella y el cuarto se iluminó con una serie de luces que colgaban, todas proclamaban una marca u otra de cerveza como siendo la mejor. En la lejana pared izquierda estaba ubicado un bar completamente abastecido. En el centro del cuarto de entretenimiento una mesa de billar con el verde fieltro y al extremo derecho del cuarto había algunas pequeñas mesas con ceniceros. "Es justo como un bar."

"Casi. Papá acostumbraba a retirarse aquí con sus amigos cuando él necesitaba un descanso del congestionado mundo de los negocios. Aprendí a jugar billar justo en esta mesa." Rrecorrió sus dedos a través del fieltro en memoria. "Durante la ley seca, mi bisabuelo dirigía un improvisada taberna clandestina fuera de aquí, solo para importantes clientes, por supuesto." Caminó a la pared lejana y señaló una pequeña campana. "Ésta era la campana de advertencia. El abuelo acostumbraba utilizarla para advertir cuando venía mi abuela y años más tarde mi padre hizo la misma cosa."

"Wow," Rose dijo, realmente sorprendida en la historia del cuarto. Estiró su mano y recorrió las yemas de sus dedos a lo largo del suave costado de la madera de la mesa de billar. "Estoy sorprendida que no pases tiempo aquí. Parece un maravilloso cuarto."

"Lo es, pero estoy realmente demasiado ocupada la mayor parte del tiempo para traer amigos." Ronnie agarró las manijas otra vez. "¿Lista para ver el resto?"

"Seguro."

Salieron del cuarto de juego y se aventuraron por más, Ronnie señaló el cuarto de servicio que conducía al camino de entrada, el vestíbulo, y el segundo cuarto de baño en el primer piso. Entraron a un elegante comedor con una mesa más larga que cualquiera que Rose había visto antes. "Podrías sentar a veinte personas aquí," la joven mujer dijo.

"En realidad, es para sentar dieciocho con la tabla adentro, pero parece bastante grande, ¿no?"

"Es hermosa." La mesa hacía juego con los armarios de porcelana China construido en cada esquina así como el carro de servicio, una mesa de madera con ruedas y plegables aletas sobre los lados.

"Supongo que lo es. Nunca lo utilizo a excepción de que la familia consiga reunirse. Yo como generalmente en la cocina o delante de la computadora. Vamos, no has visto nada todavía."

Su siguiente parada fue la cocina. Ronnie empujó a Rose en el centro del cuarto para que pudiera ver todo en un solo vistazo. "Cuando tomé posesión de la casa, ésta tenía nada más que dos barras y unos pocos gabinetes. Maria y yo trabajamos con uno de los mejores diseñadores de cocinas del área para hacer esto."

"Es hermosa. Es justo como esas cocinas que tu ves en las revistas," Rose dijo. El colosal refrigerador lucía paneles de roble claro en el frente, combinando con el resto de la decoración de la cocina. Una división de lujosas artes de cocina justo en el centro del cuarto y estaba completada con una cocina y fregadero así como un hueco para la basura y construído en recortados tableros. Sobre sus cabezas estaba una barra de hierro forjado sosteniendo pulidas ollas y cacerolas de cobre. El extremo opuesto del cuarto había una puerta deslizable grande de cristal que daba hacia el camino de entrada y la cochera más allá. Toda la cocina estaba acabada con roble, cobre y acero con mucha luminosidad, dando una sensación de buena ventilación del área. "¿Qué es esa puerta?"

"Esa conduce al cuarto de lavado. Es nada excitante, nunca voy allí."

"¿Un cuarto solo para lavar? ¿Puedo verlo? Quiero decir, si no es demasiado problema."

"No es problema en absoluto, Rose," Ronnie dijo, sonriendo en la obvia aprobación de la mirada y voz de la joven mujer. Ellas se dirigieron al cuarto de tamaño mediano. Llamarlo un cuarto de lavado era un poco una subestimación. Más allá de la indispensable lavadora y secadora, también sostenía la tabla de planchar, varios estantes para almacenar la ropa fuera de temporada, un armario con todo desde suavizadores de tela y detergentes para quitar manchas y las hojas para la secadora, y un mostrador para ropas en uso.

"Esta casa es asombrosa. Si viviera aquí, nunca desearía irme." Sus ojos se ensancharon en la manera en que su declaración pudiera ser tomada. "Yo... quiero decir, es realmente un lugar agradable, no que yo..."

"Relájate, Rose, sé lo qué quisiste decir," la alta ejecutiva dijo. "No me gustaría irme de aquí tampoco. Por eso todo está diseñado para mi comodidad, y la de María por supuesto." Extendió el brazo y apagó la luz. "Bien, eso es todo," dijo cuando empujó a Rose nuevamente dentro de la cocina. "El resto del lugar está arriba o en el sótano y no vamos a aventurarnos allí hoy."

"Es realmente una hermosa casa, Ronnie."

"Gracias. Me alegra que te guste," contestó, tomando la aprobación de Rose de su hogar más seriamente de lo que ella había tomado de cualquier persona antes. "¿Así que te levantas para ese juego de Trivial Porsuit o qué?"

"Oh, esa mesa en el comedor es demasiado alta para esta silla," Rose dijo disculpándose.

"No hay problema. ¿Piensas que una de las que está en el cuarto de juego sería más adecuado?"

El resto de la mañana fue pasada en el cuarto de juego en donde completaron cuatro juegos de Trivial Pursuit, terminando con un empate de dos triunfos cada una. Entonces regresaron a la oficina en donde miraron un maratón de las cintas de la Juez Judy que Ronnie había guardado pero había estado demasiado ocupada para mirarlos. Tabitha les hizo compañía, alternándose entre acostarse en la cama con Rose y saltar en el regazo de Ronnie en el sillón.

Poco después de comer Rose tomó la mitad de un Percocet y se acomodó para tomar una siesta, las actividades de la mañana cobraron su precio en sus aún cicatrizantes piernas. Ronnie fingió trabajar en la computadora pero en verdad estaba solo esperando que la joven mujer se quedara dormida. Cuando oyó los suaves, tranquilos ronquidos, se alejó del escritorio de la computadora y se arrodilló junto a la cama. Observó la regular subida y bajada del pecho de Rose algunos minutos antes de meter la manta alrededor de ella y salir del cuarto, asegurándose que la puerta quedara entreabierta.

Rose sacudió su cabeza grogui y abrió los ojos. Estaba oscuro afuera pero con los cortos días del invierno, no podría decir si eran las cinco o las ocho. Un vistazo a los rojos números en la alarma le dijo que eran cuarto para las seis. Su vejiga le decía que era tiempo para algo más completamente. Suspiró en el pensamiento de tener que pedir a Ronnie ayudarle otra vez con la tarea. Sus ojos cayeron en el cómodo, colocado en la pequeña mesa junto a la cama. Estaba dentro del alcance de su mano... quizás...

Ronnie estaba cortando champiñones cuando oyó el desgarrador grito. El cuchillo golpeó el piso cuando corrió de la cocina a la oficina mientras los gritos continuaban.

"Oh Dios... ahhh..." Rose todavía gritaba en angustiante dolor cuando Ronnie entró. La joven mujer había conseguido rodar sobre su costado intentando conseguir el cómodo debajo de si misma pero en el proceso su pierna izquierda cayó sobre la derecha y la torció, enviando intensas oleadas de dolor a través de su tobillo. "¡Oh Dios esto duele!"

Ronnie no perdió tiempo, agarrando el pie izquierdo y levantando la pierna apartándola de la derecha atrapada por debajo de ésta. Rápidamente consiguió colocar a Rose sobre su espalda otra vez. "¿Qué sucedió?"

"Yo... yo quería solo." Sus palabras interrumpieron en sollozos cuando ella lloró desamparadamente.

"Está bien ahora, está bien." Ronnie la levantó sobre la cama y tiró de Rose contra si con un brazo mientras alcanzaba la botella de Percocet con el otro. "Te tengo, Rose... Está bien ahora." El tapón de la botella salió volando bajo la fuerza de su pulgar. "Aquí ahora, toma esto."

Rose tomó la pastilla completa en su boca, seguida por algunos tragos de agua para conseguir bajarla. Los sollozos disminuyeron un poco, pero sus brazos seguían envueltos firmemente alrededor del cuello de Ronnie. "¿Qué pasó?"

"Yo... yo tuve que ir... y... y..."

"¿Por qué no me lo pediste? Dejé la puerta abierta para así poder oírte." Cualquier cosa que Rose intentaba dar como respuesta se perdían en sus sollozos, las únicas palabras que Ronnie podía recuperar eran 'lo siento' y 'preocupes'. "Okay... Te he entiendo," la arrulló. "Te entiendo, todo está bien."

Pasaron unos buenos diez minutos antes de que lograra que Rose se tranquilizara para conseguir el cómodo bajo sus caderas. "Pienso que mejor vamos de nuevo al hospital para que puedan asegurarse de que los huesos todavía estén alineados."

"No golpeé este duramente..."

"No sabes eso, Rose. Incluso la más mínima parte movida y tendrás problemas para caminar otra vez, lo sabes."

"No quiero volver," dijo temerosamente. "Lo siento, por favor no hagas que vuelva."

"Shh... no estoy haciendo que vuelvas. Solo quiero asegurarme de que no te hiciste ningún daño, es todo." Abrazó a Rose otra vez. "Prometo que únicamente iremos a que le saquen unas radiografías a tus piernas y entonces nosotras volveremos a casa."

Eran casi las dos de la mañana para el momento en que regresaron de la sala de emergencias. Ronnie estuvo bastante molesta durante el tiempo que tomó para que llegara la ambulancia, pero estaba aún más enojada en la hora y media que esperó para conseguir el traslado de regreso. El pensamiento de comprar una camioneta para así no tener que depender de otros para ayudarle a llevar a Rose de un lado a otro pasó por su mente más de una vez, pero para su alivio, nada estaba movido de su lugar. La cena terminó no siendo el elegante banquete que había planeado solo calentó las sobras en el microondas debido a lo tarde de la hora.

Ronnie consiguió poner a Rose nuevamente en su cama y le dio una severa advertencia sobre intentar un truco así otra vez antes de meterla. "Estaré aquí en el sofá si me necesitas," dijo antes de apagar la luz y dirigirse hacía la puerta.

"¿Ronnie?"

"¿Sip?"

"Lo siento."

Esas palabras trajeron a la mujer de cabello oscuro nuevamente a la cabecera. "Lo sé, cariño, y sé que es difícil para ti, pero por favor solo pide ayuda la próxima vez, ¿Ok?"

"Ok." Hubo una pausa. "¿Ronnie?"

"¿Sip?"

"Es tiempo."

Ronnie vació la última taza de café y se asomó a la ventana al sol de la mañana rebotando en la recién caída nieve. Detrás de ella, Rose continuaba profundamente dormida, en absoluto perturbada por las tempranas actividades de la mañana de la ejecutiva en la computadora. Ronnie dejó la taza vacía abajo sobre el escritorio y suspiró. Tres horas emitiendo declaraciones y hojas de cálculo habian fracasado, no pudiendo salir con algo sobre Propiedades Inmobiliarias Cartwright. Los contratistas fueron pagados, los recibos fueron presentados, todo parecía un negocio como de costumbre. Entonces ¿por qué sentía tan terminantemente que algo estaba terriblemente incorrecto? Cayó nuevamente en su sillón y tomó el informe otra vez. La respuesta tenía que estar allí. Pero en vez de volver al mundo de los libros mayores y entradas, los ojos de Ronnie vagaron a la cama, donde el brillante sol proyectaba un resplandor alrededor de la dormida forma. "Justo como la luz del sol," susurró para si.

El tiempo comenzó a hacer tic tac mientras continuó estudiando silenciosamente a Rose. Sus azules ojos comenzaron en la parte superior, observando el suave cabello color miel que enmarcaba la querúbica cara. Las cejas ligeramente rojizas acentuaban los cerrados parpados con las naturales pestañas rizadas. Una chiquita, respingada nariz se asentaba justo por encima de los más suaves preciosos labios. La mirada fija de Ronnie continuó descendiendo, pasando la camisa de dormir de gran tamaño y abajo a donde las curvas pararon. Sus ojos permanecieron clavados en los huesos quebrados ocultos por los moldes, recordándole apenas por qué la hermosa joven mujer estaba allí. Con una mezcla de culpabilidad y pesar, Ronnie giró su sillón de nuevo de cara al escritorio y se metió de lleno en su trabajo.

El crujido del cubrecama acompañado por un gemido de dolor anunció que la joven mujer estaba despertando. "Buenos días," Rose murmuró, intentando traer los verdes ojos en foco.

"Casi tardes, en realidad," Ronnie dijo, dejando su trabajo por un momento y girando para hacer frente a su compañera. "No tengo mucho para ofrecer entre el desayuno y la comida pero si quieres, saldré y veré si puedo conseguir un poco de comida china."

"Ooh, eso suena maravilloso." Los ojos de Rose se iluminaron como si fuera a recibir el más grande regalo de navidad en el mundo. "Quiero agradecerte otra vez por llevar eso al hospital."

"No se necesita mucho para hacerte feliz, ¿no es así?"

La joven mujer irguió su cabeza de lado a lado pensando antes de contestar. "No, no realmente. Nunca había mucho, así que extras como pedir comida para llevar era imposible."

"¿Cuánto tiempo hace que estás tu sola, Rose?"

"Oh," ella se ruborizó. "Tú no querrás oír hablar sobre mí."

"Claro que quiero." Ronnie movió su sillón más cerca y puso los pies en el borde de la cama. "Vamos, será como partir en un sueño."

"No lo se..."

"Vamos, sunshine," persuadió, dándose cuenta que había utilizado el cariñoso nombre solamente después de que lo había dicho. Se movió y echó un vistazo en la ventana. "Hace frío afuera. Llamaré para la entrega y puedes decirme todo acerca de Rose Grayson."

"No hay realmente mucho que decir. Ciertamente nada particularmente interesante."

"Déjame decidir eso," Ronnie rogó, sus ojos suplicaban para que la joven mujer se abriera.

Rose bajó la mirada a la manta por un momento, pesando sus opciones y miedos. Se sentía tan segura, tan cuidada aquí. ¿Y si algo que decía, hacía que su nueva amiga pensara diferente de ella? Pero... no había nada en los ojos de Ronnie que sugirieran que juzgaría algo que fuera dicho. Quizá si tocaba ligeramente los detalles...

"Bien, como dije, allí realmente no hay mucho para contar. Tenía casi dos años de edad cuando mis padres murieron en un accidente automovilístico. Después viví con mi abuela hasta que se puso demasiado enferma para ocuparse más de mi." Se encogió de hombros. "Después viví en diferentes lugares hasta que fui bastante mayor para estar sola. Eso es todo."

¿"Qué edad tenías cuando tu abuela enfermó?"

"Diez."

¿"Ella era tu única pariente?"

"Sip."

"Sabes que esto parece más como una entrevista que una conversación," Ronnie dijo, sacando una tímida sonrisa de la joven mujer. "Cuéntame una historia sobre ti. Dime acerca de algo agradable que te sucedió cuando eras un niña."

"Algo agradable que me sucedió, ¿eh?" Rose ponderó el pensamiento por un momento antes de salir con una apropiada historia. "De acuerdo, pero primero llamas por esa comida que prometiste."

"Trato hecho," contestó.

Unos pocos minutos más tarde la comida había sido ordenada y ahora era el turno para Rose de contar su historia. "Ok, ésta fue cuando tenía seis o siete años. Mi abuela vino a mí temprano una mañana y me dijo que iríamos a un lugar especial. Nos empacó nuestros almuerzos y tomamos el autobús por lo que parecieron horas. Tuvimos que cambiar de autobús un par de ocasiones antes de que llegáramos allí." Los ojos de Rose brillaron en la remembranza y su mirada estaba a muchos años de distancia de la oficina en la casa de Ronnie.

"Ella me llevó al zoológico. No a los pequeños zoológicos de animales que podrían llegar a las ferias de vez en cuando sino a un verdadero zoológico. Allí había bastantes animales... tigres, osos, focas... era increíble. Pasamos el día entero allí y comimos el almuerzo cerca de la jaula con los osos cachorros." Puso su mano en el tobillo de la mujer mayor y se inclinó. "Mi abuela me dijo que no le diera comida pero cuando no estaba mirando lancé el resto de mi emparedado en su foso."

"Suena como un día realmente agradable," Ronnie dijo.

"Oh, lo fue. Fue uno de esos perfectos días en que no estaba demasiado caluroso o con demasiado viento o algo. La abuela incluso tenía monedas de diez centavos para poner en las máquinas para conseguir esas pelotillas para alimentar a las cabras." Rose se recostó contra su almohada y sonrió al techo. "Me quedé dormida en el camino de regreso así que no recuerdo mucho de eso sino que recuerdo lo feliz que estaba de caminar a casa con ella desde la parada del autobús."

"Parece que ella te amó muchísimo."

"Ella lo hizo," la joven mujer contestó. "La abuela siempre encontró formas de hacer agradable nuestro tiempo juntas. Después de que las tareas estaban hechas, siempre jugábamos Monopolio, cartas o algo." Los ojos de Rose se nublaron y parpadeó para dejar atrás el dolor que llegó con el recuerdo.

"Mis abuelas siempre estaban peleando la una con la otra," Ronnie dijo, esperando que una historia propia que pudiera ayudar a alejar a su amiga de pensamientos tristes en la época en la que estaba creciendo. "Ambas eran las típicas suegras. La abuela Cartwright nunca pensó que mi madre era bastante buena y la abuela Mitchell pensaba igual de mi papá. Tendrías que haberlas visto en los días de fiesta."

"¿Has tenido siempre mucha gente alrededor en los días de fiesta?"

"Yup, y siempre aquí, también, bueno, hasta que tomé posesión. Ahora las fiestas se llevan a cabo en la casa de Susan o en la casa de algún primo. Pero antes, teníamos normalmente treinta o cuarenta personas aquí cuando la familia lograba reunirse."

"Wow, debe haber sido un caos." Rose presionó el botón del control remoto para la unidad de calefacción construída en la cama, esperando que le ayudara a disminuir el contínuo incremento de dolor en sus piernas.

"Caos es una agradable forma de ponerle. La tradición es una cosa grande en ambas familias y por supuesto lo que era una tradición para los Cartwright no era una para los Mitchell. En algunos días de fiesta ahí estaban peleándose diez minutos antes de que todo el mundo llegara."

"¿Peleas?"

"Oh, no físicas... las habituales," Ronnie sonrió. "En Navidad habitualmente podía comenzar con lo que teníamos para la cena después hasta la forma de cómo el árbol fue adornado."

"Estás bromeando."

"Nop, juro por dios." Levantó su mano en solemne juramento. "La familia de mi madre siempre esperaba hasta Nochebuena para poner la estrella en la punta pero la de lado de papá la ponían arriba mucho antes, cuando ponían el árbol."

"Eso parece como una cosa tonta para que la gente se disguste, especialmente en un momento en que deberían solo estar felices de verse los unos a los otros," Rose dijo, dándose cuenta que quizás la familia de Ronnie no era tan perfecta como pensó que era.

"Bien, quizá era porque mi familia se ven demasiado los unos a los otros. Todos trabajan para Cartwright Corp. En una forma u otra."

"Piensas que podría hacerlos mas cercanos."

"A veces están demasiado cercanos," Ronnie contestó. "Es como una telenovela a veces. Todos sabemos qué está pasando en la vida de cada uno todo el tiempo. No hay verdadera privacidad."

"Nunca pensé que pudiera ser tan difícil. Supongo, no teniendo una familia, no me veo en ese lado de tener demasiada gente alrededor," Rose admitió.

"Nunca pensé de cómo solitario podría ser un único hijo." Las dos mujeres se miraban la una a la otra pensativamente cuando viejas ideas se mezclaban con nuevas establecidas verdades.

"Cuando estaba en Dartmouth," Ronnie comenzó, "amaba la libertad que estar lejos de casa me daba. Ningún toque de queda, ninguna mirada de desaprobación. Se sentía tan bien al no tener que responder a nadie o preocuparme de mi imagen."

"Apuesto que eras una de las que terminaban pasando todo el tiempo estudiando y consiguiendo buenas notas," la joven mujer aventuró.

"Pues si, me gradué con honores y fui un miembro de la Sociedad de Honor, pero también fui una asidua en todas los buenas fiestas," reconoció. "Más por las apariencias y los contactos que por algo más pero aún, si algo divertido ocurría, estaba allí. Eso no quiere decir que no conseguí mi justa parte de problemas. En mi hermandad esta fue mi mayor travesura, nosotras compramos un auto que había sido tirado por los ladrones de autos de un depósito de chatarra y lo llevamos furtivamente a la casa del decano en medio de la noche y lo cambiamos por su auto. Estacionamos el suyo por la cuadra en una pequeña calle pero la mirada que estaba en su cara no tuvo precio cuando él salió esa mañana para recoger su periódico y vio ese pedazo de chatarra colocado en su camino de entrada."

"Oh Dios, apuesto que estaba listo para matarte cuando él lo descubrió," Rose dijo, intentando difícilmente no reírse de la imagen del decano mirando lo qué él pensó era su auto desmontado con el metal quitado.

"Tengo un vídeo de él en alguna parte, ¿quieres verlo?"

"Oh, apuesto que será divertido."

"Lo traeré." Ronnie se levantó y se dirigió a la puerta. "Sabes, tengo una completa colección de videos. ¿Te gustan las comedias?"

"Me encantan," contestó con entusiasmo.

"Tengo un montón de ésas 'La venganza de los Nerds y ' Porky' ese tipo de películas."

"Suena genial." Miró alrededor. "Um, ¿pero dónde las miraremos?"

Ronnie miró alrededor, sólo ahora notó que en su prisa por conseguir el cuarto listo para Rose, no pensó en mandar poner aquí una VCR. "Um... bien... supongo que las miraremos en la sala. Hay una TV justo tan grande como ésta y por lo menos un VCR. ¿entonces, quieres levantarte para esto?"

Ignorando el creciente dolor en sus piernas, sonrió y asintió. "Seguro, pero no recuerdo haber visto una televisión allí."

"Oh, la verás." Ronnie sonrió con el pensamiento de lucir su preciado sistema de entretenimiento. Cuando había sido instalado, su madre y hermana habían venido para verlo. Susan pensó que era 'una pieza grande' y su madre pensó que era 'bonita' pero Ronnie sabía que era algo para estar orgullosa. Después de todo, había seleccionado cada componente, igualando justo el ecualizador apropiado con la mejor serie de altavoces Bose de 'Sonido surround'. Incluso fue al mejor almacén de aparatos electrónicos del área para elegir personalmente su televisión. Su sistema de entretenimiento era un tributo a la alta tecnología electrónica y Ronnie justo le picaba la oportunidad de lucir esta.