Amor accidental

COMPARTO ESTA HISTORIA DE ESTE NARRADOR, POR QUE ME IMPACTO MUCHISIMO. Y QUIERO FORME PARTE DE SUS VIDAS COMO LO HACE AHORA CON LA MIA. LOS ESCRITORES Y TRADUCTORES QUE MENCIONO A CONTINUACIÓN MERECEN TODO MI RESPETO. AMOR ACCIDENTAL Por B.L Miller Traductora Guri - Revisora Gorky

AMOR ACCIDENTAL

Por B.L Miller

Traductora Guri - Revisora Gorky

Rose Grayson se subió el cierre de su sudadera azul marino y bajó la capucha sobre su cabeza. El cordón que normalmente lo habría mantenido en su sitio había sido quitado mucho antes de que la comprara en el almacén de descuento. No tenía duda de que la primera ráfaga del viento frío penetrante lo sacaría de su cabeza pero por el momento, esto era lo mejor que podía hacer. Miró en la intensa iluminación del estacionamiento del Money Slasher, el gran supermercado en el que trabajaba a media jornada. Había esperado estar a tiempo completo ya, pero con la economía de la manera que estaba, los trabajos de tiempo completo eran difíciles de obtenerse. El loco horario que le asignaron le hacía imposible conseguir otro trabajo de media jornada para completar el hueco y Rose no podía correr el riesgo de dejarlo. Había tardado semanas en conseguir el ingreso a los almacenes de Albany solo para conseguir este trabajo.

Como el meteorólogo había pronosticado, los pequeños copos habían estado cayendo cuando ella comenzó su turno. Ahora estaba soplando una fuerte ventisca y un pie de nieve había caído interminable a la vista. Rose bajó la mirada en sus raídos tenis y gimió. Ésta era la peor parte de tomar un trabajo a dos millas de su apartamento. La larga caminata a casa garantizaba que sus pies estarían congelados, por no mencionar el resto de su cuerpo. A veces era bastante afortunada al conseguir que Kim, la encargada del almacén, le llevara a casa pero no esta noche Kim habia terminado su turno hacia una hora y de ninguna manera Rose le hubiera pedido que la esperara. Respiró profundamente, metió su cabello rubio rojizo dentro de la capucha, doblándola hacía adelante, y salió al implacable clima.


Verónica Cartwright echó un vistazo en su reloj con diamantes por décima vez en una hora. De todas las miserables noches tenía que hacer una aparición en Sam's, la casa del marisco que hacía también de lugar para las reuniones sociales de los ricos y poderosos de Albany. Cualquier noche uno podría ir allí y ver al gobernador, a senadores de estado, y gente común que deseaba gastar cientos de dólares en una cena. El maitre sabía quién era quién y los sentaba como correspondía. Nunca sentaria a alguien como Verónica, quien encabezaba una de las más grandes familias que poseía corporaciones en el área, cerca de alguien quien incluso no poseía su propia casa. A Verónica no le gustaba ir allí, a pesar del prestigio mundial de su cocina. Esta noche, sin embargo, tuvo poca alternativa. Mark Grace, el Zoning Board of Appeals Commisioner, peleaba una petición de cambio de zona y había acudido a ella para alisar sus arrugadas plumas y para conseguir que la negociación pujara. Sus primos llevaban una pequeña ramificación de la corporación familiar, Cartwright Car Washes. Era un negocio pequeño, en términos de los ingresos que traía a la familia, pero enorme a los ojos del público, especialmente con los treinta túneles de lavado de autos sobre el área y los numerosos anuncios de televisión. "Consiga su auto lavado adecuadamente en Cartwrights" era un muy acertado slogan, y hacía mucho tiempo, financieramente hablando, que el nombre de los varones de la familia era una noticia de casa. John y Frank, los primos a cargo del servicio de lavados de autos, deseaban construir uno nuevo en la esquina de Lake y State Streets. Era una primordial localización en un área predominantemente residencial. Incluso querían, por ahora, comprar la parte de la esquina del almacén que había estado previamente allí y las casas adyacentes en espera de conseguir la transición. Ahora el comisionado Grace estaba cuestionando la destrucción de tres "magníficos antiguos edificios" de Albany para poner otro "estúpido auto lavado". Las reuniones y negociaciones no funcionaron, ofertas de grandes donaciones cívicas no funcionaron, incluso los sobornos fallaron. Y cuando los hermanos habían agotado todas sus ideas y aún no podían dominarlo, acudieron a Verónica para poner las cosas correctas. El comisionado saltó en la oportunidad de encontrarse con una de las mujeres más elegibles de la ciudad e insistió en cenar esa noche.

Así que como resultado ella tuvo que salir de su agradable hogar en medio de una de las peores ventiscas golpeando la ciudad desde hacia años, para venir y cenar con el comisionado para que les autorizara la transición. Era una situación para negociar y Verónica estaba acostumbrada a esto. El único problema era que Grace quería más que buena voluntad de la belleza de cabello oscuro que dirigía Cartwright Corporation. Debido a su insistencia en que ellos se encontraran esa noche, no había habido oportunidad de hacer la reserva de mesa. Para casi cualquier persona, habría significado no entrar a la prestigiosa casa de la ostra. Pero para Verónica, el maitre los colocó en el bar, mientras desesperadamente intentaba encontrar un lugar para la presidente de Cartwright Corporation y su invitado. Durante la espera, la mujer de azules ojos sufría teniendo que escuchar los clamores poco recortados de un hombre que le decía todo sobre sus títulos y lo inteligente que él era y cómo ella debería realmente considerar pasar más tiempo con el. La única parte buena de la noche había sido el constante rellenar de su copa de vino con el más fino de la cosecha por parte del camarero. Por lo menos había podido gozar de un buen vino mientras le escuchaba.

Ahora una hora y media más tarde, estaban sentados en su mesa, tomando una cena que fue servida apenas pocos minutos antes.

"Verónica... usted sabe ese es un nombre tan bonito. Un nombre bonito para una bella dama," Mark extendió su tenedor para robar un pedazo de langosta de su plato. "No entiendo por qué usted cree que un área con tal clase y belleza necesita un autolavado. ¿Puede usted imaginar todo el tráfico que atravesaría por allí? Interrumpiendo a la gente mientras ellos están durmiendo, disturbándolos con todo el fuerte ruido que esas máquinas hacen." Su tenedor encontró otro pedazo de langosta, el resto de la cola. "Seguramente usted no desearía uno de esos justo al lado de su puerta, ¿no es así?"

Los azules ojos se deslumbraron en la mejor parte de su langosta que hacía su camino dentro de la boca de alguien más. Había sido cortés y agradable toda la noche y ahora era tiempo de enseñar al pequeño hombre una lección. Limpió sus labios con la servilleta de lino.

"El autolavado está únicamente abierto de ocho de la mañana a diez de la noche. Estoy segura que a nadie se le despertará y se le estará molestando, y si usted roba un pedazo más de comida de mi plato yo voy a apuñalar su mano con este tenedor, ¿me explico claramente?" Dijo llanamente mientras que llevaba la copa de vino a sus labios. "Ahora usted y yo, ambos sabemos que en esas calles hay mucho tráfico, y seguro que a los residentes les gustará la idea de que un autolavado llegue a su área, y esto también significa diez trabajos más a la comunidad. ¿Qué piensa que sucedería en las próximas elecciones si apoyamos a los Demócratas y les damos esta pequeña pieza de información? ¿Qué bueno sería su nombramiento si el nuevo alcalde decide limpiar la casa?"

"Ahora usted está justo exhalando humo, Srta. Cartwright," él dijo, recostándose y encendiendo un cigarro. Fumar por supuesto estaba prohibido en esa sección del restaurante pero Mark creía que su posición lo ponía por encima de lo que él consideraba era una tonta ley. "Los Cartwrights siempre han apoyado a los republicanos, todo el mundo lo sabe." Él tomó otra calada de su cigarrillo, el humo cosquilleó la nariz de Verónica.

¿"De verdad?" Ella vació su copa y la posó en el mantel de lino de la mesa, reprimiendo una sonrisa en el pensamiento de la bomba que estaba a punto de poner en el desgraciado comisionado. "Déjeme decirle algo, Sr. Grace. Los Cartwrights han financiado a más de un demócrata durante años y ahora que yo estoy a cargo, hay más cada vez." Sus azules ojos taladraron en los de el cuando se inclinó y tomó el cigarro de su mano, hundiéndolo profundamente en su cangrejo relleno. "Ésta transición no significa nada para mí excepto conseguir a mis primos fuera de mi espalda. Su posición no significa nada para mí. Pagaría cientos de miles en la siguiente elección si significara sacarlo de la oficina y poner a alguien que viera que el trabajo es más importante que el poder de representar, así que usted necesita tomar una decisión. Puede ser el buen individuo que trajo diez trabajos para el área o puede ser el idiota que consiguió ser votado para salir de la oficina, la decisión es suya." Verónica había ya determinando que pronto habría un nuevo comisionado. "Creo que esta reunión terminó. Espero que haya disfrutado mi cena." En su sobresaltada mirada agregó, "¿Qué? ¿Usted pensó iba a tener suerte esta noche, Sr. Grace?" Sus ojos le miraron rápidamente una vez. "Lo siento. No duermo con perros. Nunca se sabe cuándo pueden tener pulgas." Recogió su maletín y salió en grandes pasos, dejando al enojado pero arrinconado comisionado con sólo una difícil posición y la cuenta.


Rose cruzó la calle y entró en el parque Washington, un gigantesco lugar en el centro de la ciudad. El parque estaba cerrado al oscurecer cada noche debido al crimen y al crucero que pasaba por allí. Normalmente Rose lo habría rodeado pero eso significaba seis cuadras adicionales fuera de su camino y con el alarido del viento y el agresivo frío, la ruta más directa a casa era necesaria. En las cinco cuadras de camino del supermercado al borde del parque, las orejas de Rose estaban rojas como la remolacha por el frío y su nariz había comenzado ya a moquear. No podía sentir los dedos de sus pies y los bolsillos de su sudadera no hacían nada para proteger sus dedos. Decidiendo que la falta de huellas en la nieve y la temperatura bajo cero era seguro, Rose caminó fatigosamente más allá de la enorme estatua de Moses que marcaba la entrada y la nieve cubría la señal que advertía contra estar en el parque en la noche. El feroz viento se negaba en permitirle mantener su capucha puesta y su cabello hasta los hombros ondeaba libremente sobre su cara. Su cuerpo temblaba ferozmente y todo en lo que ella podía pensar era llegar a casa y hundirse en un agradable baño caliente. Estaba a medio camino a través del parque y dentro de la vista de Madison Avenue cuando los oyó acercarse, sus rápidas pisadas cruzando la nieve bajo sus pies.

"Bien bien bien, ¿qué tenemos aquí?" Giró su cabeza para ver como cuatro hombres se le acercaban rápidamente, no corrian pero asegurándose de caminar muy rápido.

"Vamos dulzura, tenemos algo detente ya."

"Sí, ¿por qué no vienes a una fiesta con nosotros?"

El intenso frío hacía que sus piernas se sintieran como el plomo pero la idea de ser pillada a la mitad del oscuro parque por los cuatro hombres ponía nueva vida en sus pasos. Intentó ignorarlos y continuar en su camino pero los hombres continuaron siguiéndola.

"Vamos perra, deja a Danny tener algo de diversión," el más cercano dijo, provocando que el corazón de Rose comenzara a palpitar con dolorosa fuerza en su pecho. Tenía que salir de allí y tenía que salir de allí ahora mismo. Comenzó a correr, más que tropezando, a través de la nieve hacia las brillantes luces de Madison Avenue.

Verónica despreocupada atravesaba las luces de la durmiente ciudad, en medio del camino el Porshe se deslizaba sobre en la nieve. No era que alguien más estuviera alrededor a esas horas. Pasó de la calle Lark sin pensarlo y maldijo en voz alta. Ahora tendría que ir todo el camino más allá del parque cruzándolo para coger la siguiente calle. No viendo ningún auto delante, pisó el pedal de su Porche 911 y lo lanzó a toda velocidad. Iba demasiado rápido por la calle cubierta de nieve, especialmente dado que no parecía que los quitanieves hubieran pasado recientemente, pero le daba igual. No era que tuviera que parar pronto en algún momento y todavía estaba bajo el límite fijado, aunque definitivamente más rápidamente que las condiciones de las calles dictaban. El cruce siguiente estaba por lo menos a media milla. De repente un destello de azul y oro apareció delante de ella, una figura salió corriendo de entre los automóviles estacionados. Verónica colocó ambos pies en los frenos y dio un tirón duramente al volante hacia la izquierda pero no hubo tiempo. La nieve no le dio ninguna tracción y un escalofriante silencio llenó el aire mientras vió como el frente bajo del Porsche golpeaba al peatón y lanzaba a la indefensa persona contra el parabrisas. El auto deportivo rojo finalmente se detuvo varios autos más adelante y el cuerpo desecho cayó de la capota sobre el suelo cubierto de nieve. Durante varios segundos Verónica no pudo hacer nada sino agarrar el volante y mirar fijamente la telaraña que ahora constituía su parabrisas, mientras que su corazón palpitaba con fuerza despiadada. La realidad de lo que había sucedido finalmente penetró en su mente y con las manos temblorosas abrió la puerta. Echó un vistazo rápidamente por si había algún testigo pero a las 12:30 a.m., pero era martes por la noche y todo el mundo estaba en cama. Nunca vio a la pandilla de criminales que habían estado persiguiendo a la víctima darse la vuelta y escabullirse nuevamente dentro de la oscuridad del parque.

La sangre estaba ya comenzando a juntarse en el suelo debajo del cuerpo, aunque el extremo frío hacía el flujo mucho menor que el que pudiera normalmente haber sido. Verónica se arrodilló junto a la desplomada forma y con su mano enguantada giró a la víctima al otro lado. Jadeó cuando vio la maltratada cara de una joven mujer. "Oh mi dios." Un destello verde justo en el borde de su visión causó que la mujer de cabello oscuro girara y buscara. Era el reflejo de un semáforo. Echó un vistazo sobre el cruce Avenida New Sclotand. Estaba solamente a tres calles del centro médico. Abrió rápidamente la puerta del pasajero y tiró de la palanca que reclinaba el asiento. Verónica sabía que la mejor cosa era intentar inmovilizar a la mujer pero no había alguna manera que pudiera hacer eso en ese momento y el charco de sangre estaba continuamente creciendo. El hospital estaba demasiado cerca para pensar en llamar a una ambulancia y perder preciados minutos. La decisión fue tomada, Verónica deslizó sus brazos debajo de los hombros de la inconsciente mujer y la arrastró al coche. Menos de un minuto más tarde estaban corriendo hacia el centro médico.

Mientras conducía marcó a "emergencia" un pensamiento se le ocurrió a la magnate corporativa. No sólo había estado corriendo velozmente y golpeado a esta mujer sino que si un policía decidía hacerle la prueba del alcoholímetro no habría manera alguna que pudiera pasarlo, no después de todo el vino que había consumido en Sam's solo un rato antes. Giró el auto a la derecha en el último momento y giró en el que era el espacio del estacionamiento de los cirujanos. En la oscuridad con solamente la parte trasera del Porche proyectándose, nadie la cuestionaría por que estaba estacionada allí. Salió del auto y caminó hacia la entrada de emergencias, intentando desesperadamente pensar en qué hacer. La respuesta vino a cuando distinguió una camilla colocada justo en el interior de las puertas de cristal. Verónica agarró la camilla y la empujó hacía su auto. Las horas pasadas en su gimnasio privado hicieron que levantara fácilmente a la inconsciente mujer arriba sobre la camilla. Durante la transferencia, una pequeña cartera deportiva cayó del bolsillo trasero de la víctima y aterrizó en suelo cubierto de nieve. Verónica la recogió, metiéndola en su chaqueta de piel, y corrió tan rápidamente como podía mientras empujaba la camilla hacía la entrada de emergencia.

"¡Necesito algo de ayuda aquí! ¡Esta mujer fue golpeada por un auto!" Gritó tan pronto como las puertas internas se deslizaron abriéndose. La enfermera a cargo y el interno de la noche corrieron al otro lado de la camilla para comenzar las pruebas.

"Tenemos lesiones múltiples, comprobaremos el tablero y veremos a quién llamar para OR." El rubio doctor dijo. Un recepcionista se fue inmediatamente a buscar al cirujano y llamar por ayuda mientras la enfermera comenzó a tomar la presión arterial de la inconsciente mujer. Apartándose del camino, Verónica miró con horror cuando el doctor cortó la chaqueta y las ropas de la joven mujer quitándolas de su cuerpo. Todo parecía estar cubierto con sangre, especialmente los pantalones. Un viejo doctor llegó al lugar, su cabello despeinado del sueño.

¿"Qué tenemos?"

"Golpe y fuga. Se compone de fracturas de ambas tibias y peronés, Doctor Maise", el joven doctor explicó. "Probables lesiones internas también. Quienquiera que la golpeó iba rápidamente."

"Haga que ellos preparen OR 2. El tipo de sangre y análisis para coincidir seis unidades de sangre y busquen a los doctores Gannon y Marks para operar." El resto de la conversación fue perdida por Verónica cuando puso las manos en sus bolsillos y sintió la fría cartera metida adentro. Abrió la delgada cartera, sorprendida en la carencia del contenido. No había fotos, ninguna tarjeta de crédito, incluso ninguna licencia de conductor. Una tarjeta azul de la biblioteca identificaba a la víctima como Rose Grayson y decía su dirección como calle Morris. Una tarjeta de Seguridad Social y una tarjeta de una cuenta en efectivo de Money Slasher eran las únicas otras partes de su identificación. Abrió el compartimiento del velcro adentro y encontró dos boletos de autobús, una llave de casa, y doce centavos. No había nada más. Bien, por lo menos tenían un nombre y dirección para avisar, pensó mientras caminó hacía el escritorio de la enfermera a cargo. Cuando se acercó, oyó a dos mujeres detrás del escritorio hablando.

"Parece una indigente para mí. Regístrala como Jane Doe... Déjame ver..." Arrastró los papeles sobre el escritorio. "... número 77. Una vez que ella esté fuera de peligro la trasladaran al Memorial de todos modos."

"Disculpe," Verónica interrumpió. "Ella fue golpeada por un auto y gravemente lesionada. ¿Por qué ellos la trasladarán a otro hospital?"

"Mire Srta", dijo la enfermera a cargo, que en su placa simplemente se leía señora Garrison. "Este hospital está por mandato del estado de New York para proporcionar todo al que venga aquí que necesite asistencia médica urgentemente. Una vez que no corran peligro de morir por sus lesiones, tenemos que trasladarlos a otro hospital que no han llenado su requerimientos para los indigentes."

¿"Requerimientos para los indigentes?"

"Nosotros estamos requeridos a proporcionar el cuidado completo para cierto número de indigentes, en no estimar el costo de cada año. Ya hemos cubierto este requisito. Es obvio que ella no tiene dinero y muy probablemente ningún seguro. Ahora la están llevando a cirugía, intervención quirúrgica que probablemente nunca pagará. Este hospital no funciona solo de buenas intenciones. Si no tiene capacidad para pagar, será trasladada al Memorial. No han cumplido sus obligaciones este año."

La mujer de cabello oscuro entendía las implicaciones... si no se tenía ningún seguro, no permanecería en el mejor centro médico de la región. "Pero ella tiene seguro," Verónica dejó escapar, su decisión tomada. "Quiero decir... la conozco. Es empleada mía."

¿"Ella tiene seguro?" La enfermera Garrison preguntó incrédula. "Srta., estamos a veinte bajo cero allí afuera con el viento helado. Estaba corriendo por ahí con una primaveral chaqueta que parecía que fue tomada de la basura. El fraude del seguro es un crimen en Nueva York. ¿Dónde está su tarjeta del seguro?"

"No, estoy diciéndole a usted que ella tiene seguro. Mire," Verónica metió su mano dentro de su chaqueta y sacó su pequeña cartera de tarjetas de visita. "Soy Verónica Cartwright, presidenta y CEO de Cartwright Corporation." Rápidamente bajó la mirada a la tarjeta de la biblioteca en su mano. "La Srta. Grayson acaba de comenzar a trabajar para nosotros. No ha habido tiempo para que ellos expidan su tarjeta pero juro que ella tiene seguro a través de mi compañía. ¿Ahora hay algún formulario o algo que tenga que firmar para autorizar esto?"

Ahora se daba cuenta que pudo haber incurrido en una equivocación, la enfermera a cargo dio marcha atrás. Ella estiró su brazo y agarró uno de varios sujetapapeles ya instalados con una pluma inmovible y formas múltiples. "Llene las secciones del uno al diez dentro de sus posibilidades. ¿Usted sabe como entrar en contacto con sus familiares?"

"Uh, no... estoy segura que la información está en la oficina en alguna parte. Puedo llamar para eso mañana."

"Bien." La enfermera volteó para dirigirse a su compañera de trabajo. "Cambia la tabla para Jane Doe77. Su nombre es..." Miró de nuevo a la alta mujer inquisidoramente.

"Rose Grayson."

"Rose Grayson," la enfermera Garrison repitió, como si la enfermera más joven no lo hubiera oído la primera vez.

Verónica se alejó del escritorio de recepción y se desplomó en una de las sillas de vinilo anaranjadas para completar la poca información que sabía e instalarse para la larga espera.