Amor a primera vista (1)

Historia en 1a persona de Marc y Ana una pareja que nos ara vibrar con su flechazo de amor.

Hola a todos.

Me llamo Marc, ante todo me presentare, tengo 23 años, 1’75, 78 kg, pelo corto, barba de dos días, ojos verdes, musculoso, con un poquito de barriguita, pelo en el pecho, vamos un chico normal.

Esta historia ocurre durante el invierno. Marta, una compañera de la universidad me invita a pasar las tan ansiadas fiestas de febrero a una casita rural, junto con dos chicas i tres chicos más, un total de 7 personas, a pasar unos días de relax después de los exámenes.

Marta era una chica agradable, nos habíamos conocido en la universidad, coincidiendo siempre en todas las clases, era una chica atractiva, delgadita, de 1’70 de altura, unos ojos azules resaltaban junto a su melena negra y la piel blanca y fina, con unos pechos firmes, de una 90 / 95 más o menos. Con una cintura estrechita y unas caderas estrechas, que marcaban en inicio de unas piernecitas delgaditas.

El resto de los acompañantes, no los conocía, pero Marta me insistió tanto en k fuera k no supe decirle que no, después de las largas noches de estudio que os habíamos echado, hasta me apetecían unos días de desenfreno en una casita rural, aún k fuera con desconocidos.

Así que aquí empieza nuestra historia, una tarde de viernes, en la gasolinera de un pueblo, esperando con la mochila de excursión cargada en la espalda y una bolsa con comida y bebida.

Los primeros en llegar a la cita fueron Carlos Nuria y Sergio, en un todoterreno negro, se bajaron del coche y se acercaron a mí, todos muy corteses se presentaron uno a uno, recitando sus nombres, a la vez que yo les recitaba el mío dándoles un buen apretón de manos y dos besos a Nuria.

Carlos y Nuria eran pareja, ambos de buen físico; Carlos con el pelo negro y de media melena, delgadito i con los ojos marrones, y Nuria una chica delgadita, con el pelo rubio i cortito y los ojos marrones, y un culito apretadito, con unos pechos pequeñitos. Sergio era más alto que yo, con una espalda muy ancha y unos brazos monstruosos, un cuerpo muy atlético, con el pelo castaño i repeinado y los ojos de color negro.

Al cabo de 15 minutos, apareció Marta, mi amiga con Juan, su pareja, y Ana, allí estaba ella. Juan un chico modesto, algo tímido al principio, de pelo rubio i cortito, ojos verdes y un cuerpo atlético, con su 1’85 de estatura. Y Ana, solo verla se me dispararon todas las alarmas del cuerpo, y una pequeña erección asomaba en mi entrepierna. Era bajita, de 1’60 más o menos, delgada, con unas caderas bien marcadas y un culo respingón, con unas piernas contorneadas y perfectas, un vientre plano, seguido por unos senos pequeñitos pero muy bien puestos, una espalda estrechita, y su rostro blanquecino, con cara de niña buena, plagad de pequeñas pecas, con una nariz pequeñita y unos ojos color tierra, con una melena pelirroja que le llegaba a media espalda, ondulada.

Así que allí estaba yo, embobado y pasmado, mientras me presentaban a los miembros que faltaban, incluida Ana.

Una vez todos presentados nos distribuimos por los coches. Marta tuvo el detalle de invitarme a ir con el suyo, dado que no conocía a nadie del otro coche. Conducía Juan, el novio de Marta, que iba de copiloto, y detrás estábamos sentados yo y Ana, para mi un suplicio, dos horas de coche sentado al lado de tal mujer, no podía parar de mirarla, me atraía el solo hecho de estar cerca de ella.

Nos pasamos el viaje de choche charlando, yo más tímido de lo normal por la presencia de Ana, hasta que llegamos a la casa.

Allí nos distribuimos por habitaciones, los chicos y las chicas por separado, ya que algunos no teníamos pareja. Y nos dispusimos a hacernos las camas y deshacer las maletas. Una vez terminé mi ocupación me fui hacia la cocina.

-          Marc: Chicos voy a hacer algo para cenar, preparare algo para picar, ¿os parece?

-          Siiiiii – Contestaron todos al unísono.

-          Te ayudo – dijo una vocecita dulce y melosa.

Cuando me gire, vi que se trataba de Ana, se me acelero la respiración y me ruboricé, intente controlas la situación y nos fuimos los dos hacia la cocina.

Ya en la cocina empezamos a preparar los platos con la comida que habíamos traído, un poquito de pan, algo de embutido y patatas variadas.

-          Ana, ¿te parece si calentamos esta tortilla precocinada?

-          Si, sino creo que haremos cortos en comida.

-          Bien, dime de que conoces a Marta? – dije en un ademan para romper el hielo.

-          Pues desde pequeñitas, de toda la vida.

-          Yo la conocí en la universidad, coincidimos en primero y siempre hemos ido juntos.

-          Ya ya lo sé, jeje, ya me ha puesto al dia… - dijo sonriéndome y mirándome con una mirada picara.- y a los demás no los conoces tampoco?

-          No, me lance un poco a la aventura, pero bueno la verdad es que todos han sido muy majos, y Marta me garantizó que me lo pasaría genial, asi que aquí estoy.

-          Bien hecho. Bueno servimos esto y vamos a cenar?

-          Si vamos.

Nos dispusimos a servir la cena y ya todos sentados, empezamos a cenar, Ana estaba sentada delante mío, no podía apartar la mirada de ella, y ella parecía que me miraba a mí, cuchicheando con Marta, que la tenía al lado, cosas ininteligibles, y yo charlando con los demás, hablando de temas amenos y distraídos, sin entrar demasiado en terrenos privados y que desconocía totalmente.

Cuando terminamos de cenar, me levnate haciendo ademan de recoger los platos, pues hablaban de Lucas, el vecino de Nuria, que tenía una nueva novia que no se que…conversaciones que no eran de mi interés, así que me levante, recogí los platos y me fui a la cocina a fregarlos.

De pronto Ana se levantó, ofreciéndose para hacer cafés y se dirigió a la cocina.

-          Ei Marc, quieres café?

-          Si por favor – conteste, sin levantar la vista del fregadero.

-          Trae que te echo una mano y así terminamos antes – me dijo poniéndose a mi lado, empujándome para que le dejara espacio y rozando mi cuerpo contra el suyo.

No supe que decir, la deje hacer, mientras veía como fregaba los platos i rozaba su brazo con el mío, con tal suavidad, que creo que lo hacía de manera intencionada.

Seguimos fregando los platos, levantando la mirada del fregadero solo para encontrarnos con los ojos del otro, y sonreíamos como dos adolescentes, para volver a concentrarnos en el plato en cuestión.

Una vez terminados los platos, ella se dispuso a hacer café, y yo, ya demasiado ensimismado con su belleza me acerque a ella.

-          Ana perdona una cosa…

-          Dime, - dijo girándose por completo, apoyándose en el fregadero i mirándome a los ojos, sonriéndome y sonrojada.

No hizo falta decir nada más cuando nuestras miradas se cruzaron esta vez, y se mantuvieron unos segundos fijas la una con la otra, me acerque a ella, la abrace por la cintura y le dije:

-          Desde que te he visto me siento atraído por ti, no puedo evitar-lo, me gustas Ana, me gustas mucho – y la bese, en los labios, un beso corto, tímido.

Ella no contesto, me miro, me cogió de la nuca, y me beso, esta vez mas apasionadamente, mas calmadamente, fundiendo nuestros labios y jugando con nuestras lenguas.

Nos separamos, nos miramos, sonriéndonos. Por un momento olvidamos a los demás, que estaban reclamando los cafés y hacían la intención de acercar-se a la cocina a ayudar, así que nos separamos apresuradamente, y me dirigí al salón, a preguntar si querían una copa, una excusa barata para volver a la cocina a echarle una mano a Ana, y a poder ser, otro achuchón.

Esto no ocurrió, servimos los cafés y algunas botellas de alcohol que habíamos traído y nos dispusimos a jugar al póker.

Mano tras mano fuimos cayendo todos, dejando como ganador a Juan, que se llevó el bote simbólico que habíamos previsto. I con unas copas de más todos fueron retirándose a la cama.

Yo quería quedarme a solas con Ana, ese pequeño encuentro en la concina no era suficiente para mí, necesitaba saber si ella quería algo más, teníamos que hablar, pero sobretodo, tenía que besarla otra vez. Así que con la excusa de fumarme un último cigarrillo me quede en el sofá mientras todos se iban retirando a sus respectivas camas.

Cuando acabé de fumar, levante la mirada y allí estaba, en frente mío, Ana mirándome, sonriéndome, hice ademan de levantarme, pero me dijo que no con la cabeza, sentándose en mi regazo y besándome como antes lo habíamos hecho, solo que esta vez sin vergüenza, prolongando el placer en un largo y profundo beso, explorando nuestras bocas y acariciándonos mutuamente.

Cuando el beso se rompió, nos miramos:

-          Que quieres de mí, me pregunto?

-          Quiero ser tuyo, quiero concerté, quiero que seas mía, quiero intentar-lo todo y a la vez no intentar nada. Quiero tantas cosas. Lo único que no quiero es hacerte daño.- le dije, mirándole a los ojos.

-          Respuesta correcta mi amor – contesto, y me beso apasionadamente de nuevo.

Nos fundimos en varios besos, o uno solo, no os sabría decir, tocándonos y acariciándonos mutuamente, moviendo nuestras caderas, rozando nuestros sexos, excitándonos cual adolescentes salidos.

Poco a poco introduje las manos bajo su suéter, quitándoselo suavemente mientras acariciaba su blanca piel, i desabrochando ese bonito sujetador, liberando esos pechos perfectos, con unos pezones pequeñitos y puntiagudos, mirando hacia arriba.

Ella mientras tanto había jugado con mi cinturón, desabrochándolo, al igual que los pantalones, acariciando mi pene por encima del calzoncillo, en este momento, ya en plena erección.

Con sus pechos a la vista, me acerque a su cuello, mordiéndolo, lamiéndole la oreja, y deslizando mi lengua, poco a poco, hasta su canalillo, para luego apresar sus tetas con mis manos y hundirme en ellas, lamerlas, apretarlas, olerlas, para acabar jugando con su pezón, mordisqueándolo y lamiéndolo.

Ella jadeaba, suspiraba, y cuando termine, me quito la camiseta, tumbándome en el sofá, y besándome en el pecho, para bajar poco a poco por mis abdominales hasta mi vientre, bajándome los pantalones y los calzoncillos, dejando mi polla al aire.

No la toco, lo primero que hizo fue lamer la puntita, para luego, poco a poco, lamer todo el tronco, de arriba abajo, llegando a los huevos, los que también chupo mientras movía su mano arriba i debajo de mi pene. Se introdujo otra vez mi pene en la boca, iniciando un movimiento de vaivén, poniéndome a mil.

Cuando termino, la bese, la recosté suavemente en el sofá, y le quite los pantalones, dejándola solo con las braguitas azules que llevaba puestas.

Le bese el cuello, y lamí cada centímetro de su cuerpo, pasando por los senos y los pezones, duritos, hasta llegas al ombligo. Mi mano se perdía entre sus muslos, acariciando su interior i apretándolos, mientras mi lengua lamia ahora su vientre.

Poco a copo fui acercándome a su entrepierna, la bese y la mordí a través de las bragas, para luego quitárselas y zambullirme en su coñito, saboreando sus flujos. Primero un lametón, de arriba abajo, enterito, luego otro, y separando sus labios con mis dedos otro, más profundo, más lento, buscando su clítoris hinchado, y lamiéndolo, apretándolo con los labios, mientras ahora mis manos iniciaban una penetración con un dedo.

Poco a poco aumenté el ritmo de mi lengua, y mi dedo se convirtió en dos, buscando los rincones más escondidos de su interior, presionando en el punto justo, mientras lamia frenéticamente su clítoris, arrancándole un poderoso orgasmo, que me lleno la boca de sus preciados flujos.

Me cogió de la cabeza, me subió hasta su cara, nos besamos, y me coloque entre sus piernas. Poco a poco, roce mi pene con su coñito mojado, empapándolo, y metí la puntita, con mucho cuidando, y moviéndola en  su interior, haciéndola jadear y suspirar. Ella cogía mi espalda, me apretaba contra ella, buscando más penetración.

Poco a poco introduje el pene en su interior, para luego una vez dentro, quedarme quieto saboreando el abrazo de su vagina. Luego lo retire, entero, y de una sola embestida, lo metí entero, arrancándole un pequeño gemido ahogado. A partir de allí empezó el bombeo, ella se contorneaba buscando la penetración más profunda, y yo me pegaba a ella, rozando mi pubis contra el suyo, alternándolo con penetraciones, ahora suaves ahora fuertes. El ritmo aumentaba, el éxtasis llegaba, ella jadeaba sin parar, yo no controlaba mi respiración, los laidos de mi corazón resonaban en mi interior, mientras solo pensaba en darle placer, en envestirla y follar-la. Hasta que al final el clímax llego, ella gimió, dejando salir un Ah! Ahogado, y yo jadee, soltando toda mi carga en su interior, para desplomarme encima de ella, esperando que ese momento sea infinito, i disfrutando por el placer experimentado.

Cuando nos recuperamos nos levantamos, nos abrazamos y nos besamos, permaneciendo así mas un tiempo indefinido, charlando sobre lo que pasaría con nosotros y lo que acababa de pasar, y decidiendo hablarlo la mañana siguiente, con la mente en su sitio.

Así que nos levantamos nos vestimos y nos fuimos cada uno en su cama, despidiéndonos con sendos besos de buenas noches.

Ya en la cama, no podía pensar en otra cosa, ¿Qué sería de nosotros?, ¿y los demás?, … preguntas que esa noche no tendrían respuesta.

---- Continuará ----

HOLA QUERIDO LECTOR, SOY COTRU, EL AUTOR DE ESTE RELATO, MI INTENCIÓN ES HACER UNA MINI SERIE, ASI QUE ESPERO VUESTRAS CRITICAS CON AFAN DE MEJORAR MI REDACCIÓN Y LLEGAR A TODOS LOS LECTORES.

LLEVO MUCHO TIEMPO LEYENDO RELATOS EN ESTA WEB, Y UNA PEQUEÑA EXPERIENCIA PERSONAL ME HA LLEVADO A ESCRIBIR ESTE RELATO, ASI QUE ESPERO HAYA SIDO DE SU AGRADO Y NO OLVIDEN COMENTAR!